Rafael Altamira en Argentina Fundación Ortega y Gasset Centro Estudios Migraciones y Exilios, UNED Buenos Aires, 20 Octubre 2010

Transcripción

1 Rafael Altamira en Argentina Fundación Ortega y Gasset Centro Estudios Migraciones y Exilios, UNED Buenos Aires, 20 Octubre 2010 Tengo que confesar a ustedes, que desde el pasado verano, no he pensado en otra cosa más que en conseguir que el importantísimo Viaje a América realizado por Rafael Altamira de Junio de 1909 a Marzo de 1910, no pasara desapercibido. En este Seminario En torno de Rafael Altamira, están presentes expertos en el estudio del personaje, de su obra y especialmente aquí, en tierra argentina, de su paso por este país. Hace apenas quince días estuve en México, otro de los países visitados por Altamira en su Viaje de 1909 al 1910, tomando parte del XVII Congreso Internacional de Historia del Derecho Indiano y luego asistiendo al Homenaje que se le rindió en el Ateneo Español y en el Aula Magna de la UNAM. Tanto en Puebla como en el DF, he tenido la satisfacción de comprobar que el recuerdo y la autoridad de Rafael Altamira permanecían vivos en el pensamiento de historiadores y juristas. Mi viaje ha coincidido con la celebración del Bicentenario de la Independencia de las Repúblicas americanas, unido al Centenario de la UNAM, y con el Centenario del Viaje a América de Altamira. Algo me ha llamado poderosamente la atención: las reacciones que ese Bicentenario ha provocado, especialmente por parte de los grupos nacionalistas, de rechazo a España y la etapa colonial. Durante su Viaje de buena voluntad, la intención de Altamira era justamente reconocer los errores de España pero situando los hechos de la conquista en el contexto histórico que le corresponde e intentando deshacer la tantas veces injusta leyenda negra aplicada implacablemente a la conquista española y no a las de otros países europeos. La propuesta de Altamira a este respecto, estaba bien clara: presentar a todas las Repúblicas americanas, una España nueva, regenerada, que reconocía sus errores, que pretendía acercarse a los países de habla hispana sin ningún tinte colonialista defendiendo siempre la supervivencia de un tronco común basado en nuestra cultura e historia compartidas y, sobre todo, en nuestra lengua común.

2 Si nos detenemos en el análisis de este viaje, salta a la vista que llevar a cabo una empresa tan importante, nada menos que restablecer los lazos entre España y el continente americano!, no la podía acometer cualquiera. Se necesitaba una persona sólidamente preparada para ello, culta, con formación americanista y con un gran don de gentes. Ese era el perfil de Rafael Altamira. Para los que lo desconozcan, su vida comienza en 1866, en Alicante, la costa Este española, a orillas del Mar Mediterráneo. Este niño recibe una vasta educación, que incluye música, arte y literatura y se inicia en la lengua francesa e inglesa; pero Rafael nace con una clara inclinación hacia la Historia. Desde sus primeros estudios obtiene las más altas calificaciones en Historia de España e Historia Universal, escribe una revista manuscrita La Ilustración Alicantina, con artículos sobre Historia de su puño y letra. Curiosamente su interés por América no se inicia a partir de su periplo americano, como creen muchos, sino que aparece en él mucho antes y se hace público en discurso de apertura del Curso académico en la Universidad de Oviedo, donde acaba de obtener la cátedra de Historia del Derecho. De Alicante se traslada a Valencia en cuya Universidad inicia su licenciatura en Derecho, se encuentra con profesores muy importantes para su orientación profesional, como don Eduardo Soler que le habla por primera vez de la Institución Libre de Enseñanza creada por don Francisco Giner de los Ríos, y compañeros como el que sería el gran escritor Vicente Blasco Ibáñez, el pintor Joaquín Sorolla con los cuales mantendría una amistad perdurable hasta el final de sus días. Hay que tener en cuenta que en aquellos momentos la Universidad valenciana era una de las más brillantes de España. Para hacer el Doctorado, se traslada a Madrid donde entra de lleno en el ámbito de la ILE y establece una excelente relación con don Francisco Giner de los Ríos. Por consejo suyo, en vez de cursar su doctorado en la Universidad Central como era lo habitual, lo hace en la Institución Libre de Enseñanza, bajo la dirección de don Gumersindo de Azcárate. Trabaja un tiempo en el bufete de Nicolás Salmerón, más tarde Giner lo nombra su ayudante en su cátedra de la Universidad de Madrid y después Secretario del Museo Pedagógico Nacional. En aquellos tiempos se respetaba extraordinariamente la opinión del maestro y así, mi abuelo siguió siempre las indicaciones de Giner, incluso en temas personales. Giner le desaconseja que abandone su vocación literaria

3 para dedicarse de plano a la Historia. En el aspecto pedagógico, tan importante para Altamira, la influencia de Giner acrecienta el espíritu de maestro que Altamira siempre llevó dentro. Siempre decía: En todo lo que hago, siento en mí el maestro. Efectivamente en 1890 es becado por el Museo Pedagógico Nacional para estudiar en París, en la Sorbona y en el Colegio de Francia. Decanta sus aptitudes pedagógicas hacia la enseñanza de de la Historia, pero desarrolla una nueva metodología, una forma innovadora, científica de hacerlo, reflejada en su obra Nueva Metodología de la Enseñanza de la Historia y la Historia de España y de la civilización española. Otras actuaciones pedagógicas suyas son las clases impartidas en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, o Colegio de Institutrices, creada por otro institucionista, Fernando de Castro, en De Madrid, parte hacia Asturias para ocupar en Oviedo su primera cátedra, la de Historia del Derecho; allí fue recibido muy favorablemente y se encontró con un Claustro de profesores, la mayoría institucionistas, y una Universidad de tradición claramente americanista, diríamos que consecuencia de su importante número de asturianos, y gallegos, que hubieron de emigrar a América. Nada mejor para que Altamira se sintiera a sus anchas. En Oviedo, su inquietud social le lleva a implicarse en la Extensión Universitaria, proyecto que acercaba la cultura a los trabajadores. Su americanismo había comenzado años antes del viaje, en Octubre de 1898 pronuncia su discurso de la apertura de Curso, Universidad y patriotismo, en el que plantea su primer Programa americanista, mensaje que asumiría la Universidad de Oviedo. En 1900 escribe Cuestiones americanas y con 29 años dirige la Revista Crítica de Historia y Literatura españolas, portuguesas e hispanoamericanas, de 1895 a 1902, y escribe en la Sección de Temas Hispanoamericanos de la revista La España Moderna de Lázaro Galdeano. Es en Oviedo, a iniciativa de su Rector Fermín Canella y a partir de celebrarse el III Centenario de la Universidad, donde nace el proyecto del viaje de buena voluntad a América de , para el que por unanimidad es designado el joven profesor Rafael Altamira. Amado Nervo, el poeta mexicano, profesor en la Escuela Nacional Preparatoria, y más tarde Inspector de Enseñanza de la Literatura, opinó del Viaje de Altamira: Representa un movimiento de opinión que ha ido a

4 tender un puente entre las ideas jóvenes y vigorosas, entre los deseos de la cultura moderna, que bullen de uno y otro lado del mar en los espíritus hispanoamericanos. Para él, Rafael Altamira representa uno de los espíritus más claros, más nobles y más cultos de la España nueva. Tenemos aquí a los más expertos especialistas en el paso de Altamira por Argentina y sus efectos, de forma que no voy a entrar en los detalles de ese Viaje, sólo quisiera exponer una lista de las actividades que realizó en Argentina y mencionar su amistad con el entonces Presidente de la Academia Nacional de la Historia y gran especialista en Derecho Indiano, Ricardo Levene, su excelente relación con el Rector de la Universidad de La Plata, Joaquín V. García, y con Avelino Gutiérrez, el fundador de la Asociación Patriótica Española. * Curso de 9 conferencias sobre Historia general, literaria, filosofía, pedagogía y Arte en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires. * Una Conferencia sobre la Extensión Universitaria en la Asociación del Profesorado, más 3 posteriores solicitadas por los gremios obreros. * Organización de Extensión Universitaria en el Colegio Nacional del Oeste. * Visita a la Escuela de Lenguas vivas en Buenos Aires. * Una Conferencia en el Club Español de Buenos Aires. * Una Conferencia en la Universidad de Santa Fe sobre los ideales universitarios. * Dos Conferencias en la Universidad de Córdoba sobre Ciencia y Metodología jurídicas, para todo el público. * Una Conferencia pedagógica en la Escuela pública Freyre de Buenos Aires. Proyectos: * Solicitud de la Universidad de Santa Fe de 3 profesores españoles de Derecho Constitucional, Derecho Internacional y Pedagogía Solicitud del Instituto Nacional del Profesorado de 1 profesor de Filología castellana. * Proyecto de un Instituto histórico argentino en España. * de una Academia de Ciencias Morales y Políticas.

5 * Consolidación del nuevo Museo Pedagógico en Buenos Aires. A su regreso a España, es recibido con entusiasmo, abundan homenajes, honores y nombramientos como el de Director General de Primera Enseñanza, el Rey le concede la Cruz de Alfonso XII y entra como Miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Más tarde, se crea para él en la Universidad Central de Madrid, la cátedra de Historia de las Instituciones Políticas y Civiles de América, plataforma ideal para continuar trabajando en su americanismo científico y moderno y continuar formando generaciones de historiadores, juristas y maestros: Ots Capdequí, Silvio Zabala, Bosch Gimpera, Sánchez Albornoz, Slvio Zabala o Javier Malagón. La llegada de la Primera Guerra Mundial, 1914, le inclina a participar activamente en la política internacional dejando aflorar el pacifismo que siempre había profesado y que deja en segundo plano sus otras actividades. Influido por las ideas de Giner cuyo propósito era regenerar el país a través de las conciencias, la revolución de las conciencias para crear hombres íntegros, cultos y capaces, en base a la idea de que los cambios los producen los hombres y las ideas, no las rebeliones ni las guerras, Rafael Altamira ya Juez del Tribunal de Justicia Internacional de La Haya fue un modelo de pacifista. Tanto en 1898, cuando España caía en una gran depresión moral consecuencia de la pérdida de sus últimas colonias, como cuando sobrevino la I Guerra Mundial, incluso cuando hubo de sufrir el amargo exilio motivado por la Guerra Civil española, Altamira siempre abogó por el pacifismo y el entendimiento pacífico de los pueblos. Nunca la guerra para conseguir la Paz, era una de sus frases favoritas. Su talla internacional se acrecienta cuando en 1920, se reúne en el Congreso de Bruselas con un grupo de Jueces en apoyo de la Sociedad de Naciones que decide crear un Tribunal Internacional de Justicia con sede en La Haya y encarga a estos jueces la redacción de los Estatutos. En 1921, Altamira es nombrado Juez Permanente y se traslada a vivir a Holanda donde permanece, alternando su trabajo de Juez con sus clases en su cátedra madrileña Historia de las Instituciones Políticas y Civiles de América, hasta la entrada de los nazis en Holanda en 1930y el cierre temporal del Tribunal.

6 A consecuencia de la guerra civil española, sale de España en 1936, pasa a vivir en Bayona y, nuevamente escapando de los nazis, marcha a Lisboa para acabar asentándose definitivamente, en 1944, en México, donde continúa investigando en el Derecho Indiano, escribiendo artículos y dando cursos en la UNAM y en el Colegio de México y hasta el momento de su fallecimiento, el 1 de Junio de La BBC de Londres, da la noticia: Ha fallecido, en su exilio mexicano, el intelectual español más completo de su tiempo. Meses antes de su muerte, invocando su larga trayectoria pacifista, el Juez mexicano Isidro Favela presenta su candidatura al Premio Nóbel de la Paz, propuesta avalada por casi todas las Universidades americanas y europeas y por gran cantidad de firmas particulares españolas, americanas y europeas: Machado, etc. Me había comprometido a centrarme exclusivamente en el perfil humano de Rafael Altamira, pero pienso que el recorrido dibujado inevitablemente muestra las características de un personaje polifacético, un auténtico humanista, pionero de mil empresas: historiador, pedagogo, escritor y jurista, un hombre sabio, lúcido y moderno que y cuyas ideas, liberales y progresistas: la defensa de los derechos humanos, la solución de los problemas de los más desfavorecidos, el elevar el nivel de la educación, La preocupación educativa debe ser un factor indispensable para una sociedad democrática decía, su preocupación por resaltar el papel de la mujer en la sociedad, etc, tanto influyeron en el mundo de la cultura en España, en Europa y en América. En resumen, buscaba conseguir que la justicia social, la democracia y la paz, reinaran en todos los países. Para mí, en este personaje resalta algo aún más importante y que él mismo recalca, era un hombre bueno, justo, noble y honesto Desde el punto de vista del historiador y de acuerdo con sus ideales de paz, justicia y libertad, y su ideología imbuida por las ideas de la Institución Libre de Enseñanza, defendía que sólo una correcta enseñanza de la Historia basada en la objetividad, el respeto hacia las leyes y opiniones ajenas, y el detallado estudio y exhaustiva comprobación de las fuentes, conseguiría una correcta comprensión de la Historia que enseñara a las futuras generaciones lo que nos une, no nuestras diferencias, lo que separa. Resulta suficientemente

7 demostrativo el hecho de que tanto su persona como sus opiniones, fueran escuchadas, requeridas y respetadas por un amplio espectro político y social. Más que lo que yo pueda añadir, ahí queda su obra en muchos aspectos aún vigente; ustedes pueden consultar su numerosísima obra escrita sobre temas literarios, pedagógicos, históricos o jurídicos, y sacar sus conclusiones. Pero hoy aquí no voy a enumerar sus publicaciones. Sólo mencionar esta pequeña obrita suya que tengo entre mis manos y que es mi libro de cabecera, se llama Máximas y Reflexiones. En él me encuentro con sus pensamientos más íntimos y puedo palpar sus inquietudes más profundas. Y de él bebo, medito sobre sus reflexiones acerca del arte, de la amistad, del pesimismo, de la bondad. Y aprendo de él, de su vida y de su ejemplo. Puedo asegurar a ustedes que la gran herencia que he recibido de Rafael Altamira es: 1º- la coherencia de su conducta personal y profesional, 2º- la enseñanza de los más altos valores éticos y morales y 3º- la fidelidad a sí mismo, hasta el último momento. PILAR ALTAMIRA