Cuando Marcel Duchamp presentó su obra La Fuente (1917) en la galería Grand

Transcripción

1 Tutoría Taller de Reflexión Artística I Profesor: Manuel Carballo Alumno: Andrés Pinilla Palacios El Ecce Homo: una pieza de arte moderno? Cuando Marcel Duchamp presentó su obra La Fuente (1917) en la galería Grand Central de Nueva York, inicialmente la envió firmada con el seudónimo R. Mutt, recibiendo el rechazo inmediato del jurado. Pero cuando el artista reveló que en realidad había sido él quien había enviado la obra, esta fue readmitida. Con este episodio, Duchamp demostró que la catalogación que hace la sociedad sobre aquello que es arte y aquello que no lo es, depende de factores que no siempre están relacionados con la obra en sí misma, sino con factores externos a esta. El objetivo de este trabajo es profundizar sobre este problema, el cual es recurrente en el arte moderno, tomando como ejemplo un caso reciente que, hasta cierto punto, resulta comparable con la obra de Duchamp: la restauración fallida hecha en 2012 al Ecce Homo (García Martínez, 1930) por Cecilia Giménez Zueco. En la imagen 1 se puede observar la versión original de la obra en cuestión, y el resultado después de la restauración: Imagen 1. Ecce Homo antes y después de la restauración.

2 El error de Giménez fue objeto de burlas en las redes sociales durante semanas, obteniendo una popularidad tal, que se crearon perfiles en Facebook y Twitter con miles de seguidores. Después de que el caso ganará la simpatía del publico, se hicieron donaciones por más de Euros al Santuario donde se encontraba la obra. Sin embargo, qué hubiera pasado si un artista reconocido hubiera hecho una intervención sobre la obra original, y el resultado hubiera sido el mismo obtenido por Giménez? Seguramente, habría sido aceptado por la sociedad como arte, de la misma forma que el mingitorio de Duchamp fue aceptado como tal. En ese caso, cual habría sido la lectura que hubiera hecho la sociedad sobre el Ecce Homo intervenido? El objetivo del presente ensayo analizar los rasgos formales y conceptuales de la versión actual del Ecce Homo, con el fin de darle una respuesta hipotética a esta pregunta. Sin embargo, antes de avanzar en el desarrollo de este análisis, es importante resaltar que el autor en ningún momento intentará sugerir que, sin proponérselo, Giménez haya hecho una intervención de la obra original. Defender una afirmación como esta sería un despropósito, debido a que una reinterpretación artística no puede ser accidental. La reinterpretación de una obra de arte implica, necesariamente, que haya una intención artística definida. De lo contrario, cualquier aficionado a la pintura podría equivocarse y hacerse llamar artista. Ahora bien, desde el punto de vista formal, la versión actual del Ecce Homo tiene características que corresponden al neofigurativismo, específicamente, a la obra de Francis Bacon. Estos rasgos se pueden ver reflejados en el uso que se le da a la forma, luz, y color en la versión actual de la obra. Respecto a la forma, se debe tener en cuenta que en el neofigurativismo no se hacen representaciones naturalistas, debido a que la obra busca generar una impresión

3 sobre las emociones del artista, en lugar de una impresión sobre la naturaleza, como se hacía el impresionismo. Este es el motivo por el cual muchas de las obras de Bacon muestran objetos o personas deformadas, cuyo aspecto no corresponde al que tendrían en la realidad. En el Ecce Homo, esta característica se puede ver reflejada en la forma antinatural que tiene la cara de Cristo, la cual permite representar el estado psicológico de tristeza y sufrimiento, que suele ser común en todas las representaciones que se hacen del mesías de la religión católica. En este sentido, es importante tener en cuenta que las características sicológicas del Ecce Homo original son las mismas que las de la versión actual del Ecce Homo. En ambas versiones se puede ver aquel individuo que, según el catolicismo, pagó por los pecados de todos los hombres, sin renunciar nunca a su humildad y compasión por la humanidad. Respecto a la luz, se debe mencionar que, en la medida que en el neofigurativismo no se hacen representaciones naturalistas, la luz tampoco tiene características naturalistas, excepto en los casos donde resulta necesaria para darle volumen a un objeto. Un ejemplo se puede ver en la siguiente obra. Imagen 2. Autoretrato 2 En la obra de García Martínez, la luz tiene un uso similar al que se le da en esta obra, siendo útil para resaltar el volumen del rostro y la ropa de Cristo. Sin embargo, el

4 artista se da ciertos permisos en la representación de la luz que no serían validos dentro de otros movimientos artísticos, como el Impresionismo. En la obra de Bacon (Imagen 2), la sombra que genera el rostro sobre la campera está exagerada, siendo mucho más oscura de lo que sería en un cuadro naturalista. De la misma forma, en la versión actual del Ecce Homo, la luz está distribuida caprichosamente en el rostro de Cristo, dándole un aspecto inhumano y deforme. Respecto al color, en el neofigurativismo se tienden a utilizar paletas cromáticas contrastadas que permiten diferenciar figura y fondo, como se puede apreciar en la imagen 3. Imagen 3. Estudio para un retrato de John Edwards En el caso del Ecce Homo, se logra crear contraste entre el gris del fondo y el rojo del traje de Cristo, separando figura y fondo con el mismo recurso que utiliza el neofigurativismo. Es importante resaltar que esto permite prescindir de la línea de contorno, lo cual es una característica común a todas las obras analizadas en este texto. Por otro lado, respecto a los rasgos conceptuales, la obra pareciera acercarse a la crítica religiosa, cuestionando la imagen de Cristo que ha impuesto la iglesia durante siglos. En un contexto social donde la iglesia ha perdido credibilidad, y los escándalos sobre abuso sexual por parte de miembros del clero se han hecho cada vez más

5 comunes, la crítica a las imágenes que constituyen la iglesia católica es apenas esperable. En este orden de ideas, de la misma forma que la imagen de Cristo que pretende defender la Iglesia católica ha perdido credibilidad, la imagen de Cristo que se representa en la versión actual del Ecce Homo ha perdido la nitidez de sus trazos, quedando reducida a un borronazo de lo que originalmente representaba el hijo de dios para la sociedad occidental. Para concluir, es importante hacer énfasis en que este texto, lejos de pretender hacer un análisis artístico forzado sobre el Ecce Homo, busca reflexionar sobre el problema que planteó Duchamp con La Fuente, respecto a los criterios que se utilizan para determinar qué es arte y qué no lo es. Una reflexión de este tipo, debería fomentar el espíritu crítico en la apreciación de cualquier pieza a la que se enfrente el espectador, bien sea en un museo o en una pared de la ciudad, permitiéndole ser más cuidadoso en la valoración que haga de la misma. Bibliografía

6 Hauser, A., (1951). Historia social de la literatura y el arte. Tomo III. Madrid. Ediciones Guadarrama. Ades, D., (1981). Dadá y surrealismo. En Conceptos de Arte Moderno. Madrid. Alianza Editorial.