Desobediencia civil, construcción de ciudadanía y derechos humanos *

Transcripción

1 Desobediencia civil, construcción de ciudadanía y derechos humanos * Ángela Patricia Rincón Murcia ** Resumen En este artículo se busca estructurar el concepto de justicia como la constante necesaria en las sociedades democráticas. Es por ello que dicho constructo debe co-implicarse con una legítima concepción de ciudadanía participativa. Palabras clave: Conciencia, democracia. * Artículo de reflexión en el que la autora hace una presentación del tema de la Desobediencia civil, desde la perspectiva de la Filosofía política. Fecha de recibo: septiembre 18 de Fecha de evaluación: septiembre 27 de Fecha de aprobación: octubre 5 de ** Docente Fundación Universitaria San Alfonso. Licenciada en Filosofía y Letras-Universidad Santo Tomás. Magíster en Filosofía Latinoamericana Universidad Santo Tomás. Este trabajo es producto de la investigación en torno a la Filosofía política y Moral, enmarcada dentro del grupo de investigación Coherencias Entrecruzadas, liderado por la autora, en la Fundación Universitaria San Alfonso. angieveritatem@gmail.com Universitas Alphonsiana 55

2 Abstract Civil disobedience, building citizenship and human rights This article seeks to structure the concept of justice as the constant necessary in democratic societies. That is why this construct should engaging in a legitimate participatory. Keywords: Consciousness, Democracy, Human Rights. 56 Universitas Alphonsiana

3 Desobediencia civil, construcción de ciudadanía y derechos humanos En este artículo se busca estructurar el concepto de justicia como la constante necesaria en las sociedades democráticas. Es por ello que dicho constructo debe co-implicarse con una legítima concepción de ciudadanía participativa. Para construir esta argumentación, estableceremos tres momentos de exposición. En un primer momento se tomará a John Rawls con su concepción de la justicia como imparcialidad, en la cual la argumentación moral cobra un lugar fundamental para el establecimiento de los principios de justicia. De modo que la praxis discursiva, a través de su participación en la normatividad política, sustenta el hecho de la justicia como proceso para la adecuada legitimación de la democracia. En este punto, entraremos al segundo momento del artículo, en el que se vislumbrará que en sociedades democráticas que en determinado momento entran en contravía con la praxis de la justicia y la participación ciudadana, se hace necesario el acto de la desobediencia civil. Para dicha argumentación, se acudirá a la conceptualización que en torno al acto de desobediencia ofrecen autores como Rawls y Habermas. Rawls en cuanto que afirma que a través de dicho acto busca garantizar la presencia del equilibrio razonable, como fuente de protección para el desarrollo de la justicia en el marco de la ciudadanía. De Habermas se retomará el acto de desobediencia civil como expresión que deviene de la discursividad moral de la ciudadanía, para la construcción de una legítima normatividad en la democracia. Universitas Alphonsiana 57

4 Esta línea argumentativa nos sitúa en el tercer momento del artículo. Aquí se manifiesta que a partir de un proceso de desobediencia civil que reestructure la conformación de la ciudadanía, puede establecerse la disquisición en torno a la esquematización de los derechos humanos, pues la adecuada construcción de la normatividad en la sociedad ha de construirse desde la praxis pública de la ciudadanía. Sustentando esta afirmación de la ciudadanía, los derechos han de constituirse por una fundamentación moral de la persona, lo cual puede argumentarse desde Carlos S. Nino y Ángelo Papacchini, ya que los dos afirman dicha construcción moral del ser humano como fundamento ético para los derechos humanos. El primero, desde una línea de talante rawlsiano que reafirma la co-implicación entre justicia y ciudadanía democrática, a través de la estructuración argumentativa de los derechos como derechos morales. Y el segundo, a través de una ética del reconocimiento que prioriza en torno a la dignidad humana. 1. La justicia como imparcialidad La justicia como imparcialidad empieza desde el interior de cierta tradición política y adopta como su idea fundamental la de la sociedad como un sistema justo de cooperación John Rawls Al momento de pensar en una concepción política de la justicia, John Rawls establece que el ideal fundamental ha de consistir en la perfilación de la sociedad como un sistema justo de cooperación. Estructurando tal ideal, la mencionada concepción deberá ganarse el apoyo de un consenso traslapado en cuanto en el marco de este buscaría que los requisitos de la justicia no entren en conflicto con los intereses necesarios de los ciudadanos. De este modo, el consenso traslapado sustentaría el reconocimiento de los ciudadanos dentro del marco de la concepción de una sociedad democrática. Para satisfacer tal requerimiento en su argumentación teórica, es que el autor concibe la justicia como imparcialidad. Esta construcción de la justicia definiría como una de sus ideas fundamentales, la de los ciudadanos libres e iguales en la participación de la democracia como proceso. De modo tal, que dicha participación evidenciaría el ejercicio de la razón pública como garante en lo referente a la construcción de ciudadanía. 58 Universitas Alphonsiana

5 El modo en que se estructura dicha idea fundamental es a través de la construcción de lo que es la persona moral, es decir, del sujeto como agente racional y razonable que requiere una participación libre e igual en la acción política de la definición de los principios de justicia que requiere su sociedad. De acuerdo con ello, en la justicia como imparcialidad la estructuración del sistema justo de cooperación se sustentaría en la conexión del constructivismo moral con la participación en libertad y en igualdad de los sujetos, y de hecho, el segundo se concibe como consecuencia del primero. Así, una de las condiciones de posibilidad para que exista plenitud en la participación de los ciudadanos en la construcción de la sociedad, consiste en que estos tengan la característica de ser libres y también de ser iguales. De este modo, a través de la justicia como imparcialidad se busca entrecruzar las ideas de libertad y de igualdad, no como teoría reflexiva para juristas, sino dirigiéndose explícitamente a la ciudadanía, a su participación pública en la construcción de democracia. Por ello, busca conectar los conceptos de libertad e igualdad con el constructivismo moral, ya que a través de dicha conexión puede la justicia como imparcialidad, cumplir el mencionado objetivo de dirigirse a la ciudadanía. Para Rawls la construcción de la persona como sujeto moral resulta condición sine qua non en una concepción política de la justicia, pues constituye una base fundamental para pensar en la equidad de participación de todos los individuos: La concepción de la persona caracteriza cómo han de pensar los ciudadanos acerca de sí mismos y de unos y otros en sus relaciones políticas y sociales, y, por tanto, como teniendo las libertades básicas apropiadas para personas libres e iguales. 1 A partir de ello, es que la argumentación moral cobra un lugar fundamental para el establecimiento de los principios de justicia, ya que a través de la participación de ciudadanos libres e iguales se legítima el proceso de discernimiento democrático. En este sentido, la justicia como imparcialidad ha de concebir la estructura de una democracia como un proceso de construcción en el que los individuos establecen los principios de justicia que se requieren para concebir el consenso entrecruzado. 1 John RAWLS, Liberalismo político, FCE, México 1993, 337. Universitas Alphonsiana 59

6 De tal modo, la justicia como imparcialidad se perfila como una concepción política cuyo fin no constituye el establecimiento de los criterios morales para una determinada concepción de bien, sino que pretende constituirse como procedimiento en el marco del establecimiento del consenso entrecruzado al momento de elegir los principios de justicia. Así, cuando se habla de la justicia como fundamento de la praxis política y social en el interior de las sociedades, resulta imperativo pensar en el hecho del pluralismo que se encuentra presente dentro de la vida pública. Por ello, una estructuración del hecho del pluralismo razonable de talante rawlsiano, resulta pertinente como estructura política para la garantía de la participación diferenciada dentro del marco de los debidos criterios de equidad que exige toda acción democrática. Así mismo, para la construcción de dicha praxis democrática se requiere que el hecho del pluralismo razonable se estructure en la base de una concepción de justicia en la que a través de un reconocimiento al individuo, se defina a los sujetos desde criterios de equidad social a partir de los cuales se estructure un proyecto de derechos morales para todos los individuos, que permita el sostenimiento de una vida digna para toda la ciudadanía. Dicha concepción de justicia resulta pertinente establecerla a través de la justicia como imparcialidad, para establecer las garantías requeridas de participación ciudadana en el marco de acuerdos democráticos en los que acuden las diferencias que componen el marco civil. Ello en la medida en que cuando el telos de una sociedad se dirige hacia el desarrollo de la justicia, se hace necesario pensar en el pluralismo como realidad inmersa en dicha sociedad. Ahora bien, como ya lo vislumbraba el autor del Liberalismo Político, el simple hecho del pluralismo resulta insuficiente cuando se piensa en la participación justa y equitativa de todos los participantes en la praxis ciudadana. Por ello, resulta importante pensar en la idea de un pluralismo razonable que, fundamentado en el constructivismo moral, propende por la coexistencia, dentro del marco de una justicia como equidad, de las diferentes visiones políticas, religiosas, filosóficas y morales. Es en este sentido, que la justicia como imparcialidad se estructura en oposición al hecho de la opresión, buscando asegurar una base fundamental 60 Universitas Alphonsiana

7 de la diversidad en la que los individuos tenemos la garantía de actuar en condiciones de equidad y bajo el ejercicio público de la razón, ya que se sustenta en la normatividad establecida por los principios de justicia que han construido para la sociedad las diferentes visiones omnicomprensivas razonables. Aquí encontramos la garantía de la democracia como proceso abierto y el aseguramiento de la acción ciudadana a través de la construcción de la persona moral. La idea de la justicia como imparcialidad conlleva a la estructuración adecuada de la razón pública como fundamento de la sociedad y como proceso abierto y en permanente construcción. Es de esta manera, como la sociedad se constituye en un sistema justo de cooperación, entendida como reconocimiento del pluralismo razonable en el que el hecho de las diferencias se vivencie en el marco de una concepción del individuo como sujeto moral cuyas características de racional y razonable se especifican en el marco de la construcción de los acuerdos democráticos. En este sentido, puede definirse la construcción de ciudadanía como una tarea para estructurarse en la praxis discursiva, ya que la idea de participación en la normatividad política sustenta el hecho de la justicia como proceso para la adecuada legitimación de la democracia. De modo que el ejercicio permanente de la construcción de ciudadanía le brinde a la sociedad el carácter procesual que requiere para su democratización. 2. Desobediencia civil Cuando dicho proceso que legitima la praxis democrática se pierde en el marco de una definición política inmersa en el statu quo, distorsiona la mencionada participación ciudadana. En tal situación, se presenta entonces, una negación y aniquilación del contenido moral del sujeto como ser racional y fundamental en la estructuración de la justicia. En este sentido, se observa que la no construcción de la ciudadanía como contenido público de la sociedad, implica una desconceptualización del sujeto en su definición dentro de la sociedad. Si se tiene de presente que es dicho sujeto el contenido de la estructuración de la sociedad, se hace evidente que el no reconocimiento de su lugar en Universitas Alphonsiana 61

8 la acción política y en la construcción pública de la justicia, conlleva a la destrucción del concepto mismo de sociedad civil, ya que la sociedad se constituye por el encuentro discursivo de sujetos morales que, en cuanto tales, como afirma Rawls en su definición del constructivismo moral, constituyen la base política de los procesos democráticos, en la medida en que su proyección social es la que ha de definir todos los acuerdos. Por tal razón, cuando se presenta el rompimiento entre ciudadanía y definición de la democracia, se hace necesario pensar en una acción que reivindique y defienda el concepto mismo de ciudadanía, lo cual devendría en rescatar al sujeto mismo como persona moral, que como tal, constituye la base de los acuerdos democráticos. Para establecer dicho rescatamiento del sujeto moral y en la proyección de este, redefinir la construcción de la ciudadanía, resulta pertinente pensar en la concepción de una desobediencia civil que busque restablecer el papel del individuo en la estructura pública de la democracia. Esta acción de desobediencia fue concebida por Rawls como el acto que busca garantizar la presencia del equilibrio reflexivo, como fuente de protección para el desarrollo de la justicia en el marco de la ciudadanía. Teniendo en cuenta que el equilibrio reflexivo implica la base de una justificación pública para la justicia política, el objetivo de la desobediencia civil consiste entonces en restablecer la coherencia entre la concepción de democracia y las necesidades de los individuos, así como su participación en dicho restablecimiento. De modo tal, que la base política de la ciudadanía democrática se legitime en su participación. Establecer dicha coherencia implicaría reafirmar el contenido moral del sujeto en sus necesidades básicas y en su componente político como fuente de la praxis discursiva en relación con el sustento de la democracia. Por tal razón, estructurar una sociedad democrática implica la construcción de una ciudadanía que la sustente. De modo que, el proceso de la desobediencia civil ha de apuntar a ejercitar dicho constructo de la ciudadanía como actor fundamental en la acción política de la democracia. En este sentido, la desobediencia civil se constituye en sí misma en un acto público que busca generar cambios que redunden en beneficio de la ciu- 62 Universitas Alphonsiana

9 dadanía, como afirma Rawls: Un acto público, no violento, consciente y político, contrario a la ley, cometido con el propósito de ocasionar un cambio en la ley o en los programas de gobierno 2. De este modo, si se piensa en la desobediencia civil como la persecución de un cambio, parece pertinente que dicha desobediencia guarde coherencia con la idea de justicia como imparcialidad en la medida en que en el marco de esta se estructura la base de cooperación entre los individuos. De modo que, reconocidos entre sí como sujetos morales, los individuos han de reconstruir los procesos democráticos de la sociedad, generando en el interior de ellos la apertura requerida para la satisfacción de sus necesidades básicas y de su participación ciudadana. A partir de ello, puede concebirse la democracia como proceso en el cual la validación normativa deviene de la participación ciudadana. Esto sería lo que con Habermas podríamos llamar la legitimación procedimental, a partir de la cual, el Estado democrático de derecho, al no fundamentar su legitimidad sobre la pura legalidad, no puede exigir de sus ciudadanos una obediencia jurídica incondicional, sino una cualificada 3. Esta cualificación referida por Habermas enmarcaría lo que constituye el proceso de construcción de ciudadanía, a partir del cual puede concebirse la tarea de democratización y legitimidad normativa, en la medida en que lo cualificable implicaría la requerida participación de la ciudadanía a través del discurso moral establecido por sus participantes, brindándole así el contenido civil que requiere el proceso democrático. De tal modo, se sustenta la concepción rawlsiana en retorno a la justicia como imparcialidad, a partir de la cual, la persona se reafirma como sujeto moral, cuya función política no puede desvanecerse en una unidimensionalidad del Estado, sino que por el contrario, debe expresar una participación constante de representación de la ciudadanía como conjunto plural. 2 John RAWLS, Teoría de la justicia, FCE, Ciudad de México 1979, Jürgen HABERMAS, «La desobediencia civil. Piedra de toque del Estado democrático de derecho», en Ensayos políticos, Península, Barcelona 1988, 58. Universitas Alphonsiana 63

10 3. A modo de conclusión: estructuración de un sistema de derechos humanos Dentro del marco de la denominada construcción de ciudadanía puede establecerse una auténtica esquematización de los derechos humanos, pues la adecuada construcción de la normatividad en la sociedad ha de construirse desde la praxis pública de la ciudadanía. De este modo, los derechos humanos fundamentados en la concepción moral de la persona devendrían de la construcción política establecida en la acción ciudadana que, como tal, representa la fuente de legitimación para los acuerdos generados en torno a dichos derechos. A partir de ello, se presentaría lo que en Carlos Niño puede denominarse como la co-implicación entre justicia y ciudadanía democrática, a través de la estructuración argumentativa de los derechos como derechos morales. Dicha co-implicación que en Rawls observabamos denominada como equilibrio, definiría la justicia a partir de su permanente relación con la praxis ciudadana, en la medida en que el constructo civil legitimaría el contenido de la justicia a través de su participación en la definición de la democracia. Así, vemos que los derechos humanos, como derechos morales, es decir, como construcciones que sustentan el contenido moral de la persona, han de ser estructurados a través de la ciudadanía en su actividad discursiva democrática. Citando a Nino Si concordamos, entonces, en que los derechos humanos son derechos morales que se conceden tomando como única propiedad relevante de sus beneficiarios la de pertenecer a la especie humana, de aquí se infiere que todos los hombres poseen un título igual a esos derechos en la medida en que todos exhiben en el mismo grado esa propiedad relevante 4. Aquí se encuentra sustentada la participación libre e igual de todos los ciudadanos en la praxis de la democracia, constituyendo cono tal el constructo de la ciudadanía. Aquí se encuentra inmersa la importancia del constructivismo moral en el marco de la construcción de ciudadanía, pues este nos lleva a 4 Carlos Santiago NIÑO, Etica y Derechos humanos, Paidos, Buenos Aires 1984, Universitas Alphonsiana

11 concebir que todos los seres humanos son tales en el mismo grado, y por ende, todos requieren la misma participación en la definición de los acuerdos. En esta línea argumentativa los derechos morales definirían el sustento de afirmación de la ciudadanía, máxime si desde aquella se establece la base de definición para la legítima praxis de estos. En relación con ello, la ética del reconocimiento propuesta por Angelo Papacchini para priorizar en torno a la dignidad humana en relación con la fundamentación de los derechos, sustentaría la mencionada concepción de la ciudadanía como constructo moral en el que la vida digna guardaría el papel fundamental. Así, definidos dentro del marco de la construcción ciudadana, los individuos reafirmarían el hecho de los derechos con base en la dignidad de los miembros de la sociedad civil. Para tal efecto, el autor afirma que el fundamento de los derechos humanos debe ser en cierta medida absoluto en la defensa de la vida digna y la libertad, lo cual también debería implicar las condiciones mínimas para dicha vida digna. En este sentido, resulta fundamental establecer que la construcción de ciudadanía, fundamentada en el sujeto moral se legitima a sí misma en cuanto se concibe desde condiciones de equidad en las que la libertad puede ser disfrutada a través del sosteni9miento de una vida digna. Es a partir de allí que puede definirse una construcción adecuada de ciudadanía, en la que el desempeño del sujeto moral se co-implica con la satisfacción de sus necesidades, para que la participación adquiera contenido como auténtico proceso de construcción de democracia. Bibliografía HABERMAS, J., «La desobediencia civil. Piedra de toque del Estado democrático de derecho», en Ensayos políticos, Península, Barcelona NIÑO, C. S., Etica y derechos humanos, Paidos, Buenos Aires RAWLS, John, Liberalismo Político, FCE, Ciudad de México RAWLS, John, Teoría de la justicia. F.C.E, Ciudad de México Universitas Alphonsiana 65

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