UNIDAD TERCERA DE TRABAJO: LA REALIDAD

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UNIDAD TERCERA DE TRABAJO: LA REALIDAD El tema: un análisis de las distintas cosmovisiones metafísicas, desde sus comienzos, del origen, la estructura y las características de lo real. ESTÁNDARES BÁSICOS DE APRENDIZAJE EVALUABLES al 60% DE LA CALIFICACIÓN: 1. Conoce qué es la metafísica y utiliza la abstracción para comprender sus contenidos y actividad, razonando sobre los mismos. 2. Describe las principales interpretaciones metafísicas y los problemas que suscita el conocimiento metafísico de la realidad. 3. Comprende y utiliza con rigor conceptos metafísicos como ser, sistema metafísico, realidad, apariencia, materia y espíritu, unidad, dualidad, multiplicidad, devenir, necesidad, contingencia, trascendencia, categoría y abstracción, materialismo, espiritualismo, existencialismo o esencialismo, entre otros (inmanencia, intuición). 4. Utiliza con rigor términos epistemológicos y científicos como: cosmovisión, paradigma, Universo, naturaleza, finalismo, organicismo, determinismo, orden, causalidad, conservación, principio, mecanicismo, materia, relatividad, cuántica, espacio, tiempo, azar, determinismo, indeterminismo, probabilidad, gaia, caos, entre otros. ESTÁNDARES COMPLEMENTARIOS DE APRENDIZAJE EVALUABLES al 40% DE LA CALIFICACIÓN: 1. Realiza un análisis crítico ante teorías metafísicas divergentes de interpretación de la realidad. 2. Analiza y comprende fragmentos de textos breves y significativos sobre las problemáticas metafísicas que plantea la realidad, de pensadores como Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino, Descartes, Marx, Nietzsche, entre otros, comparando y estableciendo semejanzas y diferencias entre los distintos enfoques y disertando de forma coherente sobre las distintas posturas históricas. 3. Describe los caracteres esenciales de la interpretación de la realidad relativista, y cuántica contemporánea, explicando las implicaciones filosóficas asociadas a ellos. 4.Utiliza con rigor términos epistemológicos y científicos como: cosmovisión, paradigma, Universo, naturaleza, finalismo, organicismo, determinismo, orden, causalidad, conservación, principio, mecanicismo, materia, relatividad, cuántica, espacio, tiempo, azar, determinismo, indeterminismo, probabilidad, hipótesis de Gaia, caos, entre otros. 5. Elabora esquemas, tablas y/o mapas conceptuales comparando los diferentes caracteres adjudicados históricamente al Universo, entendido como totalidad de lo real, contextualizando histórica y culturalmente cada cosmovisión y ampliando información mediante internet y/o fuentes bibliográficas. 6. Analiza textos filosóficos y científicos, clásicos y contemporáneos, que aborden las mismas problemáticas, investigando la vigencia de las ideas expuestas. 7. Reflexiona, argumentando de forma razonada y creativa sus propias ideas, sobre las implicaciones filosóficas que afectan a la visión del ser humano, en cada una de las cosmovisiones filosófico-científicas estudiadas. CONTENIDOS La explicación metafísica de la realidad. La metafísica como explicación teórica de la realidad. La pregunta por el ser como punto de partida de la Filosofía. Platón versus Aristóteles. La interrogación metafísica sobre la verdadera realidad: el problema apariencia y realidad. La pregunta por el origen y estructura de lo real. La caracterización de la realidad: el cambio o la permanencia, el sustancialismo estático frente al devenir. Esencialismo y existencialismo. La necesidad de categorizar racionalmente lo real. Las cosmovisiones científicas sobre el universo. La filosofía de la naturaleza. La admiración filosófica por la Naturaleza o Filosofía de la naturaleza. El paradigma cualitativo organicista: el Universo aristotélico. El Universo máquina: la visión mecanicista en la Modernidad. Supuestos epistemológicos del modelo heliocéntrico: La búsqueda de las leyes universales de un Universo infinito. Determinismo, regularidad, conservación, economía y continuidad. La visión contemporánea del Universo. El reencuentro de la Filosofía y la Física en la Teoría del Caos. 1

PRIMERA PARTE: LA METAFÍSICA Y LOS PRICIPALES SISTEMAS METAFÍSICOS SOBRE LA REALIDAD 1. LA METAFÍSICA: LA BÚSQUEDA DE LA REALIDAD La Metafísica u Ontología: Es la parte más abstracta de la filosofía que trata de explicar las características de la realidad última, y como ella es posible. Sin embargo la naturaleza exacta de su objeto ha sido constantemente discutida, al igual que lo han sido su validez y su utilidad. No es casual que Aristóteles se refiera a ella como la ciencia buscada. El término «metafísica» (met ta fysikój), tuvo su origen en el título dado a algunas de las obras de Aristóteles en el catálogo de la edición de ellas preparado por Andrónico de Rodas en el siglo I a.c., con el que los bibliotecarios alejandrinos clasificaron los libros de Aristóteles, de difícil ubicación por su temática, que se encontraban en los estantes, (junto a» pero «del otro lado» de los dedicados a lo Físico; el título alude a obras que figuran después de la física (metafísica). El propio Aristóteles definió esta materia (la Metafísica) como filosofía primera y dice de ella que es la ciencia del Ser en cuanto Ser y de os atributos que le corresponden por el solo hecho de ser, así se encarga de investigar: -La estructura del ser que es común a todos lo seres; no a un tipo de ellos sino a todos en cuanto son. -No se confunde con ninguna ciencia pues ninguna considera en general el Ser en cuanto Ser, sino que se encargan solo del estudio de partes del ser. La Metafísica formula preguntas por ser de la siguiente manera: - Cómo es? (Material, inmaterial, eterno, creado, con un principio en el tiempo, finito o infinito ) - Qué principios rigen la realidad? (el azar, la necesidad, el orden, el desorden ) Cada vez que intentamos concretar estas preguntas siempre surgen otras nuevas sobre la propia realidad: de qué se compone y cuales son sus características; si es formada por un elemento o por múltiples, y si estos son simples o compuestos, materiales o inmateriales, corruptibles o incorruptibles. Si un objeto y otro son distintos, por qué ambos son objetos y son reales: qué tienen en común, y la propia realidad qué tiene de común y de propio. Las distintas respuestas, dan lugar a la construcción de sistemas metafísicos distintos que podemos englobar en tres tipos: idealistas (espiritualistas), dualistas y materialistas: 2. LOS SISTEMAS METAFÍSICOS: ENTRE EL ESPÍRITU Y LA MATERIA El tratamiento del mundo mismo o realidad ha permitido distinguir distintos puntos de vista según su consideración, estableciendo dos tipos de realidades, la realidad material, y la realidad inmaterial, ideal o espiritual. Las posiciones adoptadas en los distintos sistemas metafísicos sobre la existencia de ambas realidades, así como el modo en que se relacionan permiten establecer de tres planteamientos: 2.1. La respuesta espiritualista-idealista: Desde este sistema el único modo de explicar, entender e interpretar la realidad es a través de las ideas, y entendemos por idea todos los contenidos mentales de que somos conscientes. Algunos idealistas pueden defender que la realidad es espiritual (entendida como una realidad que está más allá de la física, o transfísica y no material), mientras que otros idealistas pueden no aceptar tal realidad. Siempre encontraremos que la realidad material posee una valoración inferior, pues la importancia la tienen otras realidades transfísicas de naturaleza inteligible (captadas por a inteligencia y no por 2

los sentidos) o espiritual. Lo espiritual se ha definido clásicamente como «lo otro», «lo opuesto» a lo material, de modo que «espiritual» e «inmaterial» vienen a ser conceptos sinónimos. De hecho, el término «espíritu» procede del latín spiritus, que originariamente significaba «soplo», «aliento», «exhalación», es decir, todas ellas materias sutiles, gaseosas, invisibles, lo más próximo a algo «no material». Por la línea de procedencia griega, el término «espíritu» está emparentado con pneuma, que procede del verbo pneo, que significa «soplar», cuyas acepciones fundamentales son «soplo», «aliento», pero también «espíritu», pero lo que resulta más revelador, también se identifica con noús (nous), que significa «inteligencia», «intelecto», «pensamiento» y también con psyché (psique) como vida, principio vital o animador, alma, significa también soplo y mariposa, que son imágenes que por su carácter sutil o tenue indican la fragilidad del principio vital. El ámbito de análisis de lo espiritual se va desplazando, a lo largo del tiempo y sobretodo en el siglo XX hacia el terreno del pensamiento, de la mente humana, como «regiones» en las que se manifiesta de modo más claro, bien la posibilidad, bien la necesidad, de que exista una realidad radicalmente diferente de lo material que permita dar cuenta de lo que allí sucede. La dificultad de esta tendencia no solo está en afirmar este tipo de existencias no materiales, sino el modo de obtener su conocimiento ya que suelen estar más allá de nuestras posibilidades de experiencia. 2.2. La respuesta dualista: Dividen la realidad en dos ámbitos, uno forma parte de la esencia que es inmaterial y no sensible, el otro contiene las cualidades que pueden ser sensibles y medibles o mensurables. Ambos tipos de realidad existen independiente y separadamente, aunque pueden interactuar entre ellas, lo cual presenta no pocas dificultades, pues se trata de «conectar» dos ámbitos radicalmente diferentes. 2.3. La respuesta materialista: Una de las realidades explica, compone o fundamenta la otra, bien lo material se compone, se explica o se apoya sobre lo espiritual, o bien lo espiritual se explica o fundamenta en lo material. En este segundo caso se suele hablar de «reducción», es decir, lo espiritual se reduce, en el fondo, a lo material. 3. PLATÓN Y ARISTÓTELES: EL DILEMA FUNDAMENTAL. Según Alfred North Whitehead toda la Historia de la Filosofía occidental se reduciría a una serie de notas a pie de página a los diálogos de Platón. 3.1. EL DUALISMO METAFÍSICO DE PLATÓN 1. LA TEORÍA DE LAS IDEAS: Los dos mundos, sus cualidades y sus relaciones. Una gran aportación original de la doctrina de Platón, que no deriva de sus predecesores, es la «teoría de las ideas» o de las «formas», teoría que originó una idealización de la realidad y del conocimiento. Consiste en el descubrimiento de una realidad distinta y superior del mundo sensible, y desde donde lo sensible puede ser entendido y explicado. La auténtica realidad no está al alcance de nuestros sentidos, sino en un mundo aparte y más allá, que Platón llamará mundo suprasensible, mundo de las ideas o mundo inteligible, aunque le dé otros muchos nombres. Las realidades o seres suprasensibles de allí, son realidades invisibles, eternas, no cambian, son únicas y perfectas pues solo hay una de cada tipo. Estas realidades son las IDEAS, esencias, o formas, dotadas de un modo de existencia (de ser) diferente al de las cosas concretas de nuestro mundo. 3

Frente a la autenticidad y la verdad de las ideas, los objetos del mundo físico o sensible, dotados de existencia material, cambiable, perecedera y múltiple, resultarán ser meras copias, imágenes, imperfectas, y de algún modo falsificaciones de las ideas que son los modelos, formas o arquetipos copiados en lo sensible. Por ello todo conocimiento verdadero (episteme) ha de ser de las ideas, que pueden ser conocidas por la inteligencia, siempre que se den las condiciones apropiadas, y todo falso conocimiento (doxa) lo será de los objetos físicos o de sus imágenes adquiridas mediante los sentidos. Respecto a la clasificación de las ideas, Platón distingue dos tipos de ideas: ideas inferiores que definen o determinan a los seres o entes particulares (caballo, árbol, hombre); y otro tipo de ideas superiores o fundamentales como la idea de "belleza", de justicia o la idea de "bien". Dentro de este tipo de ideas Platón establece una jerarquía, conforme vamos ascendiendo en vertical y hacia arriba, las ideas son más valiosas e importantes, lo superior vale más que lo inferior, siendo la idea de Bien (tal y como aparece en la obra "La República") la idea más elevada, causa de la verdad y del ser de las demás ideas (es como el Sol en el mundo sensible): aquella por la cual "es" todo lo que es y por la que todo es conocido, y que, como afirma Platón, ha de conocerla aquél que quiera actuar sabiamente en su vida privada y en la vida pública. UN CUADRO EXPLICATIVO DE LAS DIFERENCIAS ENTRE LAS IDEAS Y LOS SERES FÍSICOS: IDEAS PLATÓNICAS SERES FÍSICOS-NATURALES Universales Particulares Inmutables Cambiantes Eternas Perecederos Inteligibles Sensibles Objetivas Subjetivos Absolutas Relativas Necesarias Contingentes Trascendentes Inmanentes Perfectas Imperfectos Independientes Dependientes Inmateriales Materiales Indivisibles, simples Divisibles, compuestos Únicas, idénticas Plurales, diferentes ORIGINALES (Causas) COPIAS (Causadas) REALES Y VERDADERAS 2. EL MITO DE LA CAVERNA El Mito de la Caverna, es una analogía, símil o metáfora a través de la cual latón representa los dos mundos vistos simbolizados en el dentro o fuera de la caverna. Pero el mito de la caverna es mucho más que eso, pues describe las distintas condiciones del ser humano en función de su estado con respecto a su educación o falta de ella, que se identifica con un determinado estado del alma. El término caverna alude a una prisión identificada con la ignorancia (doxa), y con el 4

cuerpo como prisión sensible del alma; la ignorancia y el cuerpo serán causantes de un conocimiento falso y oscuro, un conocimiento de sombras e imágenes siempre cambiantes. La caverna no es la auténtica realidad, sino un modo de engaño donde se confunden engañadores y engañados. Platón considera como ideal del ser humano, el ser liberado de un modo progresivo, lo que supone una curación de la ignorancia, pasando por distintos estadios o etapas que concluyen en el conocimiento de la verdad y del Bien. La salida de la caverna, y cuando esto sea posible, se expresa mediante la liberación del hombre que busca el conocimiento y la sabiduría. Es una ascensión del alma hacia el mundo inteligible, que tras haber estado prisionera de la doxa (creencia en imágenes y en meras opiniones), mediante el proceso educativo y por amor a la verdad y al bien consigue instalarse en el verdadero conocimiento (episteme), que lo es de realidades eternas, inmutables e inmateriales. El proceso tiene por objetivo que el sabio adquiera el conocimiento de la idea de Bien, simbolizada en la caverna por el Sol, por su superioridad, brillantez e importancia respecto a las demás cosas. Tal fin ha de ser conseguido por el hombre sabio, y lo hace idóneo para ser bueno y justo no sólo en la vida privada sino también en la vida pública, y por ello también lo será en el gobierno de la ciudad. Este es el modo como el prisionero liberado, convertido en sabio regresa a la caverna y, no sin peligros, comienza a salvar a los que allí quedaron, esto lo hace por amor al bien y a la verdad. Por medio de la educación y el buen gobierno, el sabio prepara a los demás a salir de la ignorancia, prevenir de los errores que podrían provocar volver a caer en la caverna, un resbalón fatal en el proceso de subida, una trayectoria vital que no toma la dirección segura, por miedo o por dolor. El camino debe ser recorrido sin pausa. Puesto que la ciudad es siempre más importante que sus ciudadanos, el gobierno de la ciudad y la salvación de la ciudad a través de un buen gobierno, es la mejor ayuda que el sabio ofrece, pues si la ciudad se salva todos se salvan, pero si la ciudad se hunde en la derrota y miseria, todos se hunden. Es por ello que el prisionero liberado se prepara para gobernar y formar parte de los filósofos-reyes. 3. EL ALMA Platón tiene una concepción dualista del hombre. Éste es un compuesto de un cuerpo, que es mortal (perteneciente al mundo sensible) y de un alma, que es inmortal. El alma vive originariamente en el mundo de las ideas, su origen es suprasensible. La Caída del alma en el cuerpo, es una catástrofe para el alma en donde queda presa ya que considera el cuerpo como la cárcel del alma, el cuerpo es también prisión o caverna del alma, un lugar en donde el alma vive un estado transitorio, accidental y antinatural. En la unión con el cuerpo el alma queda contaminada por el elemento irracional del cuerpo, como consecuencia de esto el alma que antes era pura y sabia, se vuelve ignorante, cae en un olvido absoluto de su anterior vida junto a las Ideas y lo que entonces conoció; ahora ha de pasar su periodo corporal en un proceso de purificación, que es liberación de la influencia de lo sensible, intentando recordar la pureza y la verdad; por ello el conocimiento es considerado en Platón como recuerdo o reconocimiento (Anamnesis). Al igual que el mundo de las ideas tiene prioridad absoluta sobre el mundo sensible, también el alma la tiene sobre el cuerpo, llegando a afirmar Platón que "el hombre es su alma" y que "el cuerpo es la cárcel del alma". La muerte física, corpórea, es realmente vivir, porque cuando muere el cuerpo el alma se libera de su prisión. El alma por ser la parte más alta y noble del hombre debe desarrollarse primeramente y ser el objeto de atención y de cuidado durante toda la vida. 5

Platón establece una división tripartita del alma: 1. EL ALMA RACIONAL. Inmortal, inteligible, de naturaleza "divina", situada en el cerebro. Ella es la responsable del conocimiento de las Ideas, el principio que la guía es el del aprendizaje del saber. Domina en los hombre de oro, destinados a la sabiduría y a gobernar en la ciudad una vez alcanzado el conocimiento del bien. 2. EL ALMA IRASCIBLE. Fuente de pasiones nobles. Situada en el tórax e inseparable del cuerpo, por tanto, mortal. Su principio es el ánimo, cólera o coraje. Domina en los hombres de plata, destinados a velar por la defensa de la ciudad, aún a costa de morir. 3. EL ALMA CONCUPISCIBLE (o apetitiva). Fuente de pasiones innobles, situada en el abdomen y también mortal. Es clara la diferencia que hay con la parte racional, pues muchas veces, la razón ordena no hacer aquello a que se siente inclinado el apetito. Domina en los hombres de bronce, destinados a producir todos los bienes materiales necesarios para una ciudad. La justicia, considerada en Platón como la armonía o perfecta ordenación entre las tres clases sociales, compuestas por los distintos tipos de hombre, será el máximo ideal de la política en la obra de La República, pero conseguir esto es mi más ni menos la responsabilidad del sabio y filósofo, convertido en filósofo-rey. 3.2. EL NATURALISMO ARISTOTÉLICO Todos los hombres tienen por naturaleza el deseo de saber. Con estas palabras se inicia el libro primero de la Metafísica de Aristóteles. Ese deseo de saber culmina en la adquisición de la sabiduría que consiste, para Aristóteles, en el conocimiento de las causas y los principios del ser. Y ese conocimiento es el objeto de la metafísica, de la ciencia de las primeras causas y principios del ser, el conocimiento del ser "en cuanto ser", el conocimiento de la causa última de la naturaleza y de la realidad. Así pues, el sistema platónico se enfrentará muy pronto con el no menos conocido de Aristóteles(384-322 a.c.), el más célebre de los discípulos de Platón, que plantea «la alternativa opuesta» fundamental, estableciendo de principio una crítica a la teoría de las ideas de Platón por varios motivos: 1º. Establecer un mundo paralelo para comprender el mundo físico, no resuelve el problema del mundo físico, sino que construye otro nuevo, duplica el problema pues ahora nos encontramos con dos mundos para resolver. 2º. La causa de los objetos no podemos buscarla fuera de ellos, sino en ellos mismos. 3º. La teoría de las ideas no ofrece una explicación del cambio o movimiento del mundo físico, que era su objetivo inicial, ya que siendo las ideas inmóviles e inmutables y siendo las cosas una imitación de las ideas, aquellas también deberían ser inmóviles e inmutables, pero esto es falso, porque las cosas cambian. 4º. Si las ideas representan la esencia de las cosas, aquello por lo que las cosas son lo que son, no deben estar fuera y en otro mundo respecto a las cosas, sino que deben estar en las cosas mismas. Parecería más lógico pensar que la teoría de Platón para explicar la relación entre las ideas y las cosas por medio de la participación o la imitación, no son más que metáforas. 6

Para Aristóteles el mundo físico contiene en sí mismo toda la realidad existente, no hay que buscar en ningún otro sitio o lugar para encontrar otras realidades; las «formas» o «esencias», están inmersas en los objetos físicos, como el alma en el cuerpo, son inseparables y nada sobrevive al resto. Esta es la teoría hilemórfica de la realidad en Aristóteles pues todo se compone de materia (hylé) y forma (morphé); la forma es inmaterial y constituye la esencia de las cosas, aquello que hace que una cosa sea lo que es y no otra cosa y se une a la materia formando los seres y la realidad. Sólo a través de un esfuerzo intelectual nos será posible entenderlas o conceptualizarlas por separado. Por lo demás, Aristóteles se dispone a interpretar un mundo desde una perspectiva horizontal, desde un naturalismo realista, negando la verticalidad de la realidad platónica. Existe el mundo sublunar, y el resto del universo que contiene los planetas y demás cuerpos celestes se compone de esferas compuestas de un sólido cristalino (éter), que giran unas dentro otras, impulsando su movimiento por un primer motor inmóvil identificado con un Dios físico. Después de Platón y Aristóteles, al resto de filósofos de la historia no les quedaría más que alistarse a uno de los dos bandos: o ser platónico o ser aristotélico. Desde este punto de vista, cabría interpretar la Historia de la Filosofía como una alternancia sucesiva de periodos platónicos con periodos aristotélicos (en analogía con la Historia del Arte donde parecen alternarse periodos clásicos con periodos no clásicos). En la cuestión que aquí nos ocupa, Platón representa lo espiritual, la prevalencia de lo inmaterial sobre lo material, Aristóteles, por el contrario, representa la prevalencia del mundo de los sentidos, del mundo de aquí abajo: lo realmente existente es la materia, lo ideal y espiritual es algo dentro de la materia, no diferente de la misma ni reductible a ella. 3.3. TEXTO DE PLATÓN, La República Libro VII, 514a-518b (Madrid, Alianza, 1998, pp. 368-375). I. - Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza. Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo más y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas. - Ya lo veo -dijo. - Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados. - Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros! - Iguales que nosotros -dije-, porque en primer lugar, crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos? - Cómo -dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas? - Y de los objetos transportados? No habrán visto lo mismo? - Qué otra cosa van a ver? - Y si pudieran hablar los unos con los otros, no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos? - Forzosamente. - Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar? - No, por Zeus! -dijo. - Entonces no hay duda -dije yo- de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados. - Es enteramente forzoso -dijo. - Examina, pues -dije-, que pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, qué crees que contestaría si le dijera alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus 7

preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba? - Mucho más -dijo. II. - Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría que estos son realmente más claros que los que le muestra? - Así es -dijo. - Y si se lo llevaran de allí a la fuerza -dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas? - No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento. - Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio. - Cómo no? - Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que él estaría en condiciones de mirar y contemplar. - Necesariamente -dijo. - Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían. - Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro. - Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos? - Efectivamente. - Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o re-compensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente "trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio" o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable? - Eso es lo que creo yo -dijo-: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida. - Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol? - Ciertamente -dijo. - Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, no daría que reír y no se diría de que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aún de intentar una semejante ascensión? Y no matarían, si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir? - Creo que sí -dijo. III. - Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, oh, amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego que hay en ella, con el poder del sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en la inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública. - También yo estoy de acuerdo -dijo-, en el grado en que puedo estarlo. - Pues bien -dije-, dame también la razón en esto otro: no te extrañes de que los que han llegado a ese punto no quieran ocuparse en asuntos humanos; antes bien, sus almas tienden siempre a permanecer en las alturas, y es natural, creo yo, que así ocurra, al menos si también esto concuerda con la imagen de que se ha hablado. - Es natural, desde luego -dijo. - Y qué? Crees -dije yo- que haya que extrañarse de que, al pasar un hombre de las contemplaciones divinas a las miserias humanas, se muestre torpe y sumamente ridículo cuando, viendo todavía mal y no hallándose aún suficientemente acostumbrado a las tinieblas que le rodean, se ve obligado a discutir, en los tribunales o en otro lugar cualquiera, acerca de las sombras de lo justo o de las imágenes de que son ellas reflejo, y a contender acerca del modo en que interpretan estas cosas los que jamás han visto la justicia en sí? - No es nada extraño -dijo. - Antes bien -dije-, toda persona razonable debe recordar que son dos las maneras y dos las causas por las cuales se ofuscan los ojos al pasar de la luz a la tiniebla y al pasar de la tiniebla a la luz. Y una vez ha ya pensado que también le ocurre lo mismo al alma, no se reirá insensatamente cuando vea a alguna que, por estar ofuscada, no es capaz de discernir los objetos, sino que averiguará si es que, viniendo de una vida más luminosa, está cegada por falta de costumbre, o si, al pasar de un mayor ignorancia a una mayor luz, se ha deslumbrado por el exceso de ésta; y así, considerará dichosa a la primer alma, que de tal manera se conduce y vive, y compadecerá a la otra, o bien, si quiere reírse de ella, esa su risa será menos ridícula que si se burlara del alma que desciende de la luz. - Es muy razonable -asintió- lo que dices". PLATÓN: La República, Libro VII, 514a-518b. 8

4. OTROS SISTEMAS ESPIRITUALISTAS O IDEALISTAS 4.1.El idealismo de Berkeley Berkeley (1685-1753) fue un filósofo irlandes. Para él la realidad es idea, no podemos ir más allá de las ideas. Sobre qué es una idea, Berkeley sigue a Descartes para quien una idea es todo contenido de mi pensamiento de que soy consciente, donde se incluyen sentimientos y voluntades. La materia, queda fuera de mi conciencia, produce en mis sentidos sensaciones que trasladan a mi conciencia «impresiones sensibles». Lo curioso es que estas impresiones no existen fuera de mis sentidos y por ello son subjetivas (el rojo de un daltónico es de color verde). La materia se concibe como un conjunto de impresiones (subjetivas), y si cada uno de nosotros sólo puede percibir el mundo a través de nuestras ideas construidas de un modo subjetivo, el mundo sólo existe en nuestra mente, es la información presente en el pensamiento del sujeto. La dificultad está en saber si lo que percibo en mi conciencia es en realidad tal y como yo lo percibo, o dicho de otro modo, qué grado de correspondencia existe entre mis ideas y la realidad con que ellas se relacionan. (Véase Matrix de Andy y Larry Wachowski). 4.2. El idealismo trascendental de Kant Inmanuel Kant fue un filosósofo alemán que vivió desde el 1724 al 1804. Para Kant, las ideas son las formas en que el pensamiento humano organiza la información que obtiene sobre el mundo físico a través de los sentidos. Este modo de organizar los datos de la experiencia es común a todos los seres humanos, es decir, es universal para la especie. El pensamiento humano posee formas, categorías y principios que Kant llama puros, pues son innatos, y sirven para ordenar y clasificar la información del mundo que obtenemos a través de los sentidos. El mundo humano, percibido desde órganos humanos, y pensado desde las estructuras innatas del conocer humano, dan origen a nuestra experiencia peculiar, con ciertas características objetivas como: a) una duración temporal, b) una causa o causas responsables de su existencia, c) esto sucede tanto en los fenómenos psíquicos (de nuestro pensamiento) como físicos (en el cosmos). Pero afirmará Kant que con todo este conocimiento del mundo, sólo podemos conocer «fenómenos», que son aquellos objetos que se nos ponen delante, que se someten a las leyes de la física y que construyen nuestra experiencia del mundo. El idealismo de Kant viene en suponer que la realidad no se agota en el fenómeno, sino que hay un nivel profundo y esencial de la realidad que está constituido por el «noúmeno», donde atribuimos la libertad y la voluntad, que no puede ser conocido por nuestra experiencia, aunque puede ser pensado con nuestra razón, solo que al hacerlo, traspasa los límites de la experiencia y del conocimiento posible, adentrándose entonces en los problemas metafísicos, tales noúmenos son el alma, Dios o el propio concepto de mundo como totalidad. Para Kant existe un «yo transcendental», está antes y detrás de todo lo físico, y es diferente del resto de fenómenos conocidos, es un indicio más de la existencia de «algo espiritual», o al menos de una dimensión que nos compone y que no se puede reducir a lo físico, pues mientras lo físico se limita a lo fenoménico (los fenómenos se nos presentan a nuestros sentidos), detrás está lo nouménico, una dimensión espiritual e incognoscible. La unidad fenómeno-noúmeno forman lo real. 4.3. El idealismo absoluto de Hegel Para Hegel (1770-1831) no existe nada que no sea real, luego las ideas con que la realidad se organiza están en la realidad. Decir lo que algo es, es reconocerlo como un caso particular de una idea, con lo que el ser de las cosas se entiende como la realización de las ideas, puesto que son un caso particular de ellas. Esta es la fórmula: SER = REALIZACIÓN DE LA IDEA 9

Si vamos más lejos, y si las ideas son de la razón, y lo propio de la razón es pensar ideas, entonces la realidad es la realización de la razón: Todo lo real dirá Hegel- es racional. La realidad se entiende como la progresiva realización de la razón, por ello tanto el conocimiento como la realidad se desarrollarán en el tiempo y son históricas. La historia del hombre es la historia de su progresiva realización, y por tanto, de sí mismo. El espíritu se manifiesta, a través de sus distintos desarrollos, en el devenir histórico del tiempo. 5. EL DUALISMO CRISTIANO Con gran influencia del dualismo platónico, diferencia en la realidad entre: a) el Creador como el ser necesario, no puede no existir, infinito, eterno, es omnisciente (todo lo sabe) y omnipotente (todo lo puede) y a su vez está dotado de una misericordia infinita. b) lo creado, todo él es contingente (igual puede ser que no ser), donde el ser humano es imagen y semejanza de Dios, aunque de conocimiento, poder y amor limitados. 5.1. El cristianismo de Tomás de Aquino El cristianismo identifica en concepto de alma con el de espíritu y lo asocia a las ideas en un marco de religiosidad. Si cogemos a Tomás de Aquino (1225-1274) como uno de sus máximos representantes (entre otros muchos), encontramos una mezcla de Platón y Aristóteles cristianizados. Frente a la eternidad del mundo de los griegos, ahora los cristianos hablan de una creación del mundo por Dios a partir de la nada, y Dios ocupa el vértice del mundo, la cúspide en la escala del Ser y en su jerarquía de seres de más a menos perfectos, y donde Dios ocupa la máxima perfección. Después existen seres inmateriales (formas o esencias sin materia), espíritus puros. Le siguen los seres compuestos de materia y forma y el lugar más destacado lo ocupa el ser humano, después los animales, vegetales, inanimados y primeros elementos (agua, aire, tierra y fuego). Este dualismo se traslada también al ser humano, no sólo como diferenciación entre cuerpo y alma, sino como diferenciación entre esta vida y la otra a la que estamos llamados, para la que se fija el camino de imitación de Cristo. Todo esto ha sido objeto de fuertes críticas por parte de la filosofía, y especialmente en el siglo XIX, como veremos. 5.2. El dualismo cartesiano Descartes (1596-1650) es el fundador de la filosofía moderna, y define los tres nuevos objetos de la metafísica. Para Descartes, la realidad está constituida por tres sustancias: la sustancia divina o infinita (Dios), la sustancia espiritual o pensante (res cogitans o alma), y la sustancia material o extensa (res extensa o mundo). Las dos primeras son inmateriales, frente a la última que es material. Si dejamos dejamos de lado a Dios que es el objeto de estudio de la teología como parte de la Metafísica, Descartes identifica a las otras dos sustancias como independientes entre sí. Mientras que el mundo natural (res extensa) se rige por el determinismo, sometido estrictamente a sus principios físicomatemáticos, de acuerdo con una visión mecanicista de la naturaleza, la mente humana, el alma (res cogitans), sin embargo es libre y se determina desde su voluntad (lo que es compatible con los postulados cristianos de una responsabilidad moral del hombre que permita juzgar los actos humanos). En el hombre coexisten estos dos tipos de sustancia, alma y cuerpo, res cogitans y res extensa, pero como tales son independientes, lo que no llevará a Descartes a pocos problemas para explicar sus relaciones. 6. EL ATEÍSMO FILOSÓFICO El ateísmo filosófico va a rechazar la existencia de la religión por dos razones: a) por su falsedad, ya que no existe más realidad que la del cosmos material, y b) por su maldad, pues es una mentira que impide la realización del hombre mismo. 10

Responder a la pregunta de por qué el ser humano ha inventado la religión? y qué debemos hacer para superarla y promover la realización del propio hombre?, os siguientes filósofos que coinciden en el siglo XIX: Para Comte (1798-1857), el hombre ha inventado la religión por al necesidad de comprender el mundo en que vivimos, la religión nace como un modo de explicación arcaica y mítica de la naturaleza, cuyos fenómenos consideran regidos por la voluntad de los dioses. La religión estará superada cuando la humanidad haya alcanzado su «estadio positivo», donde la realidad será comprendida científicamente y controlada desde la tecnología. Para Feuerbach (1775-1833), nos inventamos la religión porque necesitaos esperanza, y Dios es la esperanza del hombre. La idea de Dios incluye las cualidades del hombre en su máximo grado de perfección y expresa el ideal humano de perfeccionar indefinidamente nuestras facultades. Superaremos la religión cuando el hombre decida por sí mismo desarrollar sus capacidades sin contar con la ayuda inexistente de un Dios inexistente. Según Marx (1818-1883), nos inventamos la religión porque necesitamos consolarnos de la injusticia de este mundo garantizándonos un más allá de justicia perfecta. La célebre frase «La religión es el opio del pueblo», indica un pueblo sedado, sin conciencia, pues la pérdida de la conciencia de la realidad es el efecto inmediato del opiáceo, y mientras esto sucede, el hombre es víctima de una falsa conciencia que lo predispone a la explotación económica; la religión convierte al hombre en un siervo que tolera la explotación disuadiéndolo de su rebeldía moralmente necesaria, bajo la promesa de un mundo justo donde se recompensarán las injusticias del mundo real, pero tras la muerte. Superaremos la religión cuando consigamos instaurar una sociedad justa mediante la crítica al orden vigente y la revolución proletaria que evite la explotación de la clase social más numerosa: el propio pueblo. Para Nietzsche (1844-1900), nos inventamos la religión porque necesitamos restaurar nuestro orgullo herido. El hombre excelente es ateo y confía en sus propias fuerzas para afrontar los desafíos de la vida. Pero de estos hay muy pocos, ya que la mayoría, los mediocres, se inventan la religión para convertir en valores supremos esos que los excelentes repudian por ser contrarios a una vida verdadera, los valores de la mayoría que están resentidos por una vida baja y mediocre quedan plasmados en la religión donde se simulan fuertes y poderosos, elegidos de Dios, salvados en un mundo prometido, todo esto es para Nietzsche la gran ficción, el gran error bajo la gran mentira del cristianismo occidental. La religión es, entonces, resultado del resentimiento de los mediocres contra los excelentes, y valora como bueno lo que es expresión de debilidad y de cobardía. Superaremos la religión cuando asumamos la vida desde la moral de los hombre excelentes, el «superhombre», quien no tendrá inconveniente en declarar la muerte de Dios. Así se expresa la célebre expresión del filósofo: «Dios ha muerto». «Viva el superhombre». Para Freud (1856-1939), nos inventamos la religión porque la vida es una experiencia dura de enfermedad, envejecimiento, sufrimiento y muerte y necesitamos un analgésico para sobrellevarla. A través de la vida hemos desarrollado el complejo de pérdida del padre, que nos protegía en la infancia y junto al que nos sentíamos seguros y no temíamos a nada; el crecimiento y la maduración nos ha ido obligando por distintas causas, en relación con el poder y la sexualidad, a alejarnos de esta figurta paterna, pero no hemos superado el trauma que este proceso nos provoca. Así nos inventamos un padre celestial que nos cuida siempre. Superaremos la religión cuando superemos la neurosis de inventar un padre y asumamos la vida tal y como es, aunque Freud de hecho lo vea difícil. La religión no ha dejado de tener respuestas contundentes a esas posiciones, pero no vamos a entrar el ellas, por considerarlas un asunto religioso. 11

7. EL MATERIALISMO. Las concepciones de carácter materialista son tan antiguas como la propia Filosofía. De un modo inocente y satisfactorio, para Demócrito de Abdera (460-370 a.c.) el mundo consistía enteramente en «átomos», que eran pequeñas partículas de un «material»» absolutamente duro, impenetrable, incomprimible, compacto, indivisible e inalterable, que poseían forma y tamaño pero ninguna otra propiedad, infinitos en número, y que se movían de modo irregular en el vacío, cuyos choques y rebotes dieron lugar al mundo conocido. Solo existen átomos y vacío, el vacío es el espacio donde los átomos se encuentran, se mueven, se ordenan y se componen, y todo cuerpo no es más que un agregado de átomos combinados al azar, sin ningún plan o fin previstos, siguiendo el más férreo determinismo, donde el alma es también un compuesto de átomos. Thomas Hobbes (1588-1679) fue precursor del empirismo moderno y defiende el materialismo corporal. Sigue un modelo atomista, mecanicista y determinista. A pesar de ello, parece ser que fue Robert Boyle quien en 1674 introdujo el término «materialista» como sinónimo de «defensor» o «partidario» de una filosofía corpuscular o atómica. Aunque un poco antes, en el siglo XVII, Descartes como hemos visto estableció su conocida división radical de la realidad en dos ámbitos: el de la res extensa (realidad extensa o material) y el de la res cogitans (realidad pensante o espiritual), a partir de la cual se entenderá por materialista la filosofía que reduzca toda la realidad al primer ámbito. El materialismo como doctrina propiamente metafísica y ética se desarrolla en el siglo XVIII principalmente con las obras de De La Mettrie y Holbach, que consideran que los fenómenos mentales, fundamentalmente el pensamiento, pueden explicarse a partir de la naturaleza material, física del cuerpo, sin necesidad de realidad espiritual alguna. En el siglo XIX se produce un verdadero auge de los materialismos; surgen o se desarrollan algunas de sus variantes, entre las que destaca el materialismo naturalista, conocido también como materialismo alemán, y que acuñó el lema «Man ist was man isst» («Se es lo que se come»), especie de grito de guerra para la disputa del materialismo que tuvo lugar en 1854 en el Congreso de Naturalistas de Gotinga, y en el que se enfrentaron enconadamente materialistas y espiritualistas. Un exponente el materialismo es Karl Marx (1818-1883), para quien toda la realidad se resuelve en la materia y en sus procesos de transformación. No hay lugar a cuestiones referidas al alma o a la trascendencia. Marx hace hincapié en la dimensión práctica y productiva del ser humano como ser natural, cuya naturaleza consiste en producir su propia vida, en relación con la naturaleza y con los otros seres humanos, las dos dimensiones del hombre. El orden social está basado en la producción y el intercambio de productos en un plano material y básicamente de carácter económico, de donde se generan los distintos tipos de pensamientos y estilos de vida, o ideologías, que son producciones culturales. En el XX la vieja discusión entre materialistas y espiritualistas va a proseguir, pero tomando una forma más moderna, más contemporánea, aunque el problema de fondo sea el mismo: ahora la cuestión se formula, sin embargo, en las diferencias entre mente y cerebro, con una especial atención a la inteligencia artificial. El materialismo es hoy la única corriente filosófica, científica que se opone al idealismo. El materialismo filosófico, que profundiza en la certidumbre que toda persona encuentra en la realidad del mundo externo, afirma el carácter primero de lo material y el carácter segundo de lo espiritual, de lo ideal. Lo que significa que el no ha sido creado, que es infinito en el tiempo y en el espacio. Entiende que la conciencia es un producto de la materia y la concibe como un reflejo del mundo exterior, con lo cual afirma que la naturaleza es cognoscible. En la historia de la filosofía, el materialismo, por regla general, ha sido la concepción del mundo de las clases y capas avanzadas de la sociedad, interesadas en que el mundo se reflejara acertadamente, y en que se intensificara el dominio del hombre sobre la naturaleza. Generalizando los resultados 12

de las ciencias, el materialismo facilitaba el progreso del saber, el perfeccionamiento de los métodos científicos, lo cual a su vez ejercía una beneficiosa influencia sobre los resultados de la actividad práctica del hombre y sobre el desarrollo de las fuerzas productivas. Podemos distinguir a lo largo de la historia distintos tipos de materialismo. 8. EL PUNTO DE VISTA DE LA CIENCIA NATURAL: ARGUMENTO A FAVOR EL MATERIALISMO La noción científico-natural de materia la concibe como aquello que llena el espacio. Puede presentarse en dos modalidades básicas: de forma pasiva, como extensión, y de forma activa, como energía. En la medida en que llena el espacio y se opone a lo vacío, posee la propiedad fundamental de la impenetrabilidad, su estructura es atómica o, más precisamente, subatómica, y es la misma para todos los objetos del universo, es decir, es única. La ley de conservación la caracteriza además como una magnitud constante, como algo permanente, indestructible. Bien como masa, bien como energía, «ni se crea, ni se destruye, sólo se transforma». También para la ciencia, pues, la materia es el ingrediente esencial de todo cambio. CONCEPTOS METAFÍSICOS: ser, sistema metafísico, realidad, apariencia, materia y espíritu, unidad, universal, dualidad, multiplicidad, devenir, necesidad, contingencia, trascendencia, categoría, abstracción, materialismo, espiritualismo, existencialismo o esencialismo, inmanencia, intuición, cosmovisión, determinismo, orden, causalidad, mecanicismo, materia, azar, determinismo, indeterminismo. SEGUNDA PARTE: LA COSMOVISIÓN CIENTÍFICA DEL UNIVERSO 1. El comienzo: mecanismos u organismos? Hemos dicho que la ciencia desarrolla una visión exclusivamente materialista de la realidad, de sus compuestos y de su organización. Este materialismo se presenta como la Única posición filosófica coherente con la cosmovisión científica contemporánea, que nos describe el universo del siguiente modo: El universo comienza con una inmensa explosión el big bang-, y evoluciona en un proceso de producción de estructuras cada vez más complejas, en el que la materia, en sus nuevos niveles de organización da lugar a cualidades hasta entonces inexistentes. Un conflicto inicial en el modo de entender el mundo surge entre dos concepciones distintas: el mecanicismo y el organicismo: El mecanicismo concibe la realidad como la de una estructura comparable a la de una máquina, consistente en cuerpos en movimiento, de modo que puede explicarse a base de modelos de máquinas; esta es la concepción que encontramos en Newton (también en Descartes, Boyle, Huygens, Hobbes, etc.). Es característico del mecanicismo admitir que todo movimiento se efectúa según una rigurosa ley causal, que impide la existencia de fines (Leibniz), y que desconfía de toda 13