Palabras del Presidente de la República, José Mujica, en su audición correspondiente al 14 de marzo de 2014.

Transcripción

1 Palabras del Presidente de la República, José Mujica, en su audición correspondiente al 14 de marzo de Es un gusto, amigos, poder saludarlos por este espacio habitual con el cual procuramos comunicar a parte de una audiencia que hace mucho tiempo nos acompaña por la emisora amiga. Inevitablemente, por todas partes, nuestra sociedad, a pesar de todas las dificultades, ha progresado mucho, bastante, en materia de ocupación, en materia de trabajo, en materia de realizaciones nacionales, en la cifra global de exportaciones, de venta de nuestro trabajo, del intercambio comercial, de la capacidad de consumo que se nota en las calles, por todas partes. El hecho más sugestivo es que si tuviéramos que resumir a qué aspira la gente, diríamos la gente quiere más. Está mejor que antes pero no le alcanza, necesita más, en términos genéricos. Algunos tienen problemas de vivienda, otros quieren mejorar las circunstancias de su trabajo, otros quieren multiplicar el ingreso de sus pensiones, de sus jubilaciones, otros necesitan mejorar la calidad del transporte, otros luchan por una docencia de carácter superior y quieren mejores salarios, mejores ingresos y mayor cantidad de recursos para la enseñanza. Y otros quieren mayor seguridad con un aparato que sea capaz de controlar, y naturalmente que va a costar bastante más. Y otros quieren cambiar el auto, porque está viejo, y otros quieren cambiar la moto, y así sucesivamente. Es una sensación, un afán de progreso, que en muchos casos se resume esa sensación de progreso en poder tener más medios económicos para hacer frente, de una forma directa o indirecta, a las aspiraciones que el conjunto de la sociedad tiene. Es cierto que podemos haber algún puñado de gente que tiene otra manera de pensar, pero somos absoluta minoría, en honor a la verdad. En honor a la verdad, la gente requiere mucho más, y es contradictorio. El cúmulo, a veces, de actitudes que asumimos por aquí y por allá, en nombre tal vez de causas justas, no lo niego, pero donde, por un lado, nos cerramos a cualquier racionalidad y establecemos un preconcepto dogmático. Por ahí hay gente que piensa que, por un poco de actividad minera, se termina la agropecuaria o se acaban las condiciones naturales, o se contamina el país, o dejamos de ser país natural, o como pasó cuando surgió la forestación, todos los males se nos vienen encima, y hasta en aquellos años llegamos a maldecir al eucalipto, como si el eucalipto fuera una planta maldita y cuestiones por el estilo. Si hacemos un poco de memoria, en los ríos poco menos que iba a desparecer la vida, el agua iba a desaparecer. El país se iba a ir transformando en un

2 desierto por la tasa de extracción, se le achacaba que el desierto australiano es consecuencia del eucalipto. Se dijeron todas las cosas que se pueden decir cuando la imaginación es fértil buscando argumentos. Por eso, hemos tratado de ubicar la dimensión de los problemas, en primer término. Y nos caemos de espalda. Le pedimos información a quien corresponde, la DINAMIGE. Le preguntamos cuánto es el área de prospección que hay autorizada hasta hoy en el país, y se nos dice prospección, que es mucho menos que exploración, entiéndase bien, búsquese el contenido de esta palabra que son tres millones de hectáreas, el 17 % de la superficie del país. Los permisos que a su vez se han dado para explorar, ya encima del terreno, son el 0,20 % de la superficie del país, es decir, en números redondos, menos de 35 mil hectáreas en todo el país, para la exploración de minerales metálicos y de los otros, incluyendo las calizas, y además la exploración petrolera. En cuanto a lo que más importa, la concesión para actividades mineras es muchísimo menos, esto es lo que más importa. Y la DINAMIGE calcula que pueden esperarse, en materia de solicitudes para concesión es decir lugar donde se puede trabajar, alrededor de 25 mil hectáreas en todo el país para la concesión tras la explotación de minerales metálicos, y 15 mil hectáreas para las otras actividades mineras, léase calizas, petróleo, etcétera. En total, y esto es lo que importa, para todo el país, la DINAMIGE hace una proyección ponderada, desde el punto de vista científico, por los grados de probabilidad, por un conjunto de razones técnicas, que podrá llegarse algún día a 40 mil hectáreas totales de concesión minera. Esto en primer término, para ubicar la cabeza. Recordemos que en el país existe algo así como un millón de hectáreas forestadas en diversos niveles de la forestación que ha hecho el hombre, y que el Uruguay mantiene una faja de monte natural bastante similar. Es decir que, en definitiva, toda la discusión apocalíptica que se está planteando, toda la dimensión desde el punto de vista efectivo, según esta apreciación de carácter técnico, significa el 0,12 % de la superficie total del país. De estos números, lo primero que hay que retener es que no se puede sacar una conclusión de carácter apocalíptico, como que va a desaparecer la ganadería, la agricultura, la forestación, que se entierra el país natural, que el medio ambiente va a tener una afectación insuperable, etcétera. Esto si nos atenemos a los datos de la realidad, no a los que genera nuestra imaginación. Recordemos que el proyecto de Valentines incluye 15 mil hectáreas en concesión, porque una parte muy importante de esa superficie incluye todo lo que es el obraje. En realidad, la superficie real en la que se trabaja es muchísimo menor, pero naturalmente hay un obraje complicado, hay una

3 cantidad de cosas que hay que hacer, la inmensa mayoría de las cuales, terminado el período, se desmontan y se va a lo que se llama el plan de reconstrucción. Pero esto, aún, dentro de esa superficie de 15 mil hectáreas. Sin embargo hemos caído en una siembra que poco menos son miles y miles de hectáreas que se suman, con algunas conclusiones que son francamente inexactas, que seguramente responden a mala información, o no sé qué, no importa. Y a partir de una preocupación natural, correcta, preocuparse por la existencia, de preservar el medio ambiente, caemos prácticamente en una especie de intocabilidad sagrada, de tal manera que no utilicemos los recursos, y me voy a detener apenas en uno. El trabajo durante 15 o 20 años de unas 1400 o 1500 personas significa un ingreso salarial y derechos sociales que debe de andar en no menos de 40 millones de dólares anuales, que gastados en una zona tan postergada del país en materia de trabajo, nos parece, y estoy hablando de salarios directos, significarían precisamente una falta de solidaridad con los trabajadores del país. Porque aparte tendríamos que sumar algo que no podemos calcular, es el valor del trabajo generado indirectamente en una región de este país. Se han dicho, por ejemplo, cosas como las emisiones de gases, y la gente que se ha puesto técnicamente a hacer estos cálculos llega a esta conclusión: esas emisiones de gases pueden ser equivalentes a los gases que generan unas 120 mil vacas, de los 13 millones que compone el ganado del Uruguay. A nadie se le ocurre que por seguir la famosa huella de carbono no tengamos ganado, porque, por casualidad, o por lo que fuere, ahora que la huella de carbono empieza a ser un elemento de discusión internacional, el Uruguay por las razones que fuera, en su momento, impulsó la forestación. Y lo que se le puede achacar a las pobres vacas en materia de contaminación del aire está francamente resuelto por la masa vegetal que impone en materia de extracción de carbono de la atmósfera, la masa vegetal implantada por el hombre en este país. No quiere decir y esto vaya dicho de costado que no hayamos cometido errores con la forestación. Tal vez el mayor error no fue la forestación, fueron las condiciones en que se desarrolló en un momento de crisis del precio de la tierra, y que permitió una concentración excesiva. Pero en sí, desde el punto de vista de la naturaleza, la forestación, ni por asomo, fue todo lo que pronosticó la diatriba en su momento. Más, se llegó a decir que la forestación no podía convivir con la ganadería y hoy hay una verdadera disputa, permanentemente por explotar el pasto lateral que queda en los claros, en los cortafuegos, etcétera. Inevitablemente en todos los campos forestados hay un margen de forraje que se aprovecha, y otras actividades conexas. Lo propio nos va a pasar y nos pasa con la minería, pero estamos muy lejos. A la hora de reclamar mayores ingresos, buena parte del país quiere más y más y más. A la hora de generarlos nosotros mismos, frecuentemente, como uruguayos, nos paralizamos ante la explotación de nuevas variables que

4 pueden contribuir a diversificar el camino del trabajo y de los ingresos del país, pero todavía más, una actividad que poco conocemos, aunque es alentadora lo que se ha desarrollado desde algunos años, silenciosamente allá en el norte, en una explotación muy compleja para el medioambiente como es la de oro y que ha dejado un balance francamente positivo para esa zona. La iniciación de un esfuerzo minero de importancia para explotar algo que ha puesto la naturaleza con todas las prevenciones que implica el cumplimiento de una ley que le costó casi dos años y medio, tres años de trabajo al país, tratando de recoger toda la experiencia que hay en el mundo. En lugar de discutir cómo vamos a utilizar los recursos y si tal prevención está bien o hay que sustituirla por tal otra, porque aceptamos que todo trabajo se puede mejorar, en lugar de discutir lo positivo, lo único que hacemos es multiplicar obstáculos. Por ejemplo, quién se va a hacer cargo de las nubes de polvo, sin pensar que este proyecto por la magnitud de transporte que significa no va a usar el transporte de camiones, por grandes que sean, sino de cintas de transportadoras, y que se ha planteado un mineducto para sacarlo hacia los lugares de embarque, sencillamente como mejor manera de preservar el medioambiente, porque si tuviéramos que utilizar camiones tendríamos que utilizar más de camiones por día y no hay ruta que pueda resistir eso. Sería ahí si no una mitigación, sería mucho más. A cambio de ello nos espantamos por la cantidad de agua dulce que va a requerir, cuando bajamos al análisis concreto el agua dulce que puede consumir esta actividad equivale a una arrocera de las que hay en nuestro país que planta hectáreas de arroz y que consume obviamente cercano a los metros cúbicos por hectárea año. Agua que no se extrae desde las profundidades de la tierra sino que es agua que la lluvia escurre por los cerros, por el relieve, cuando llueve bastante y se guarda en depósitos para poderla utilizar. Agua que de otra manera se va a al mar y se pierde, se transforma en agua salada. En fin, estas visiones apocalípticas que tienen un origen positivo, sí, no se puede dejar que la minería haga lo que se le antoja, porque entonces va a tratar de bajar costos y naturalmente desde ese punto de vista nos puede afectar y muchísimo. Pero cuando se toman las prevenciones, que en el Uruguay se han recogido de la experiencia mundial, nos tenemos que dar cuenta que por las dimensiones del país, por la cantidad de recursos Yo sé que hay gente valiosa en la campaña que se asusta porque hay tres millones de hectáreas dedicadas a la prospección y piensan que son tres millones de hectáreas que se pierden para la ganadería, para la agricultura. No, por favor, vuelvo a repetir, lo máximo que este país puede incluir son, en todo el país, hectáreas del punto de vista directo. Esto no lo digo yo, me lo dice una oficina especializada, técnicos, DINAMIGE. Y si está equivocado que vayan a discutir con DINAMIGE.

5 Yo no tengo autoridad técnica para discutir esto, pero tampoco me quiero aprobar, consulto naturalmente a los organismos que tengo que consultar y tengo que razonar en función a lo que me dicen. Si esto es efectivamente, estamos transformando en un mar lo que es una cañada. Esto me parece una brutal exageración, porque si tuviéramos tres millones de hectáreas de minería, por favor, tendríamos que pedir que nos manden el cheque y nos vamos a vivir a la Costa Azul. No es así, la naturaleza no ha sido tan pródiga con nosotros, nosotros no podemos vivir como esos jeques que están arriba de una cuenca petrolera y ni siquiera trabajan con la gente suya, importan extranjeros. No. Nosotros tendremos que seguir trabajando con vacas, plantando arroz, plantando monte, volviendo a plantar y así sucesivamente. Dentro de esa panoplia podremos hacer y debemos hacer un poco de minería para sumar diversificación y sumar recursos. Por favor, bajemos un poco a tierra esta discusión. Hoy tengo la satisfacción, luego de muchos años Yo era ministro de agricultura cuando logramos que el Estado tomara decisión y empezara la lucha por un campo que fue, otrora, de una firma azucarera muy importante de este país. Hoy se inicia un esfuerzo de colonización para futuros tamberos, pero ya no son como aquellas colonias antiguas, donde los viejos colonos iban con un carro, hacían una aripuca, se metían en el campo, tenían apenas unas estacas que marcaban los límites y arrancaban su peripecia con su familia. Ya eso es imposible; hay que hacer casas de MEVIR, hay que hacer salas de ordeñe, etcétera, porque los seres humanos hemos cambiado, ya no tenemos la rusticidad, la dureza de los hombres antiguos, fundadores y colonizadores de este país. Para hacer eso necesitamos mucha plata y no tenemos otra manera de avanzar que poniendo mucha plata encima del terreno. Preguntémonos, Cómo podemos atender todos estos frentes si por otro lado nos privamos de recursos? Y finalmente, por desgracia tenemos que valernos con gente de afuera que no viene a trabajar gratis, se lleva la suya, porque es una actividad que no conocemos, no tenemos capacitación, no tenemos capital y no tenemos formación y necesitamos formar una inteligencia uruguaya en el campo del trabajo. Algún día, si arrancamos, tal vez tengamos grupos de capital sumatoria de carácter nacional, pero fundamentalmente tendremos una formación de técnicos que trabajaron mucho en la práctica y que puedan llevar proyectos nacionales adelante. No hacemos cosas distintas a las que han hecho otros países que nos han ganado en el tiempo. Recordemos, en este país cuando se fundó la Facultad de Agronomía y la Facultad de Veterinaria, el presidente de aquella época dijo vayan a buscar el mejor agrónomo que puedan encontrar en el mundo, para una, y vayan a buscar el mejor veterinario que puedan encontrar en el mundo, para otra. Trajimos de afuera gente que nos ayudara a formarnos. Ese camino es inevitable y lo ha sido en todas partes. Por favor Uruguay, pensemos en el

6 todo, pensemos en el mañana, pensemos en las oportunidades que tengamos hoy, aprovechémoslas y sumemos recursos para el futuro.