CONGRESO PEDAGÓGICO CALASANCIO ECUADOR 2016 CAMINAMOS HACIA LA EXCELENCIA EN PIEDAD Y LETRAS LA GESTIÓN DEL CURRÍCULO

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1 CONGRESO PEDAGÓGICO CALASANCIO ECUADOR 2016 CAMINAMOS HACIA LA EXCELENCIA EN PIEDAD Y LETRAS LA GESTIÓN DEL CURRÍCULO Por: Alejandro Alberto Mesa Mejía Coordinador académico Colegio Calasanz Pereira Si alguien se preocupó por la gestión escolar, ese fue San José de Calasanz. Con una enorme conciencia y una intuición maravillosa Calasanz inventó una manera de educar inédita en su tiempo. Y a través de su ejemplo, en las Constituciones y en sus cartas veló para que esta idea de formación y transformación de la persona y su realidad pudiera llevarse a cabo. Calasanz no solo inventó la primera escuela popular cristiana, ideó además una manera de llevarla y de hacer que perviviera en el tiempo. Una escuela como esta en la que hoy nosotros vivimos. La gestión escolar está determinada por todos los procesos que se mueven en un colegio y que garantizan su funcionamiento. Estos procesos pueden subdividirse en cuatro grandes áreas de operación: la dirección o gestión directiva, el manejo de recursos o gestión administrativa y financiera, la gestión de la convivencia o gestión de la comunidad y la gestión curricular o gestión académica. En este marco, centraremos nuestra atención en el último aspecto: la gestión curricular. Pero, a qué llamamos gestión curricular? De qué estamos hablando cuando abordamos este tema? Los autores coinciden en definir este concepto como el proceso que permite implementar una propuesta curricular determinada. Esto implica, en palabras de Castro Rubilar (2005, 14), procurar la consecución de la intencionalidad pedagógica en y con la participación de toda la comunidad educativa. Así pues, la gestión curricular parte del diseño y estructuración de un proyecto educativo, que a nivel escolar, requiere de la capacidad para movilizar a los actores de la comunidad educativa en la tarea de concretar, de hacer realidad, en todos los espacios y momentos formativos el currículo. Así, a partir de la definición de qué se debe enseñar y qué deben aprender los alumnos, y de la labor coordinada de los sujetos del proceso formativo alrededor de un ideario, se materializa el proyecto educativo.

2 La gestión curricular implica entonces, al interior del aula y en el ámbito institucional, una toma de decisiones en torno a preguntas del tipo qué, cómo y cuándo enseñar y evaluar. La gestión curricular entendida de esta manera constituye la esencia del trabajo de un establecimiento educativo, pues señala cómo se enfocan sus acciones para lograr que los estudiantes aprendan y desarrollen las competencias necesarias para su desempeño personal, social y profesional. Esta área de la gestión se encarga de los procesos de diseño curricular, prácticas pedagógicas institucionales, gestión de clases y seguimiento académico (MEN, 2008, 27). El proceso de gestión curricular se desarrolla a partir de una serie de etapas interconectadas, que se despliegan a lo largo del año lectivo; y aunque cada etapa es independiente dada su función, en la práctica escolar se retroalimentan al concurrir alrededor de tiempos y acciones conjuntas. Estas etapas son: diseño, revisión, verificación y validación. Por diseño curricular entendemos la forma como se han estructurado los pilares fundamentales de la educación calasancia para asegurar el ser y quehacer del ministerio escolapio, es decir la aplicación de una pedagogía fundamentada en la Piedad y las Letras para el desarrollo integral del ser humano. Esta etapa centra su trabajo en la planeación en torno a qué enseñar, cómo y cuándo hacerlo (para favorecer los aprendizajes de los estudiantes) y de qué manera evaluarlos. El diseño se sustenta en el trabajo en equipo, independientemente del ámbito de aplicación que se contemple: el currículo para la nación, un proyecto educativo institucional, el proyecto de un área del conocimiento o disciplinar, e incluso un plan de asignatura es el resultado del trabajo colaborativo del conjunto de maestros del área o departamento. El diseño curricular se evidencia en dos grandes ámbitos de actuación de la realidad escolar: la organización curricular y la gestión del aula. La organización Curricular procura que las diferentes acciones realizadas en el colegio aseguren que la propuesta formativa esbozada en el ideario educativo, y definida a través del PEI, se articule con el contexto y las necesidades formativas y educativas de los estudiantes. Esto implica la delicada tarea de determinar lo que los maestros van a enseñar y los estudiantes van a aprender en cada espacio formativo, el momento en el que lo van a aprender, los recursos que serán necesarios, y la forma de evaluar los aprendizajes. Toda esta labor deja huella concreta en registros como los proyectos de área, los planes de estudio, los proyectos pedagógicos, el enfoque metodológico, los recursos para el aprendizaje, la asignación académica, los horarios y la jornada escolar, las estrategias de evaluación, entre otras.

3 La gestión de aula, a su vez, implica la preparación de la enseñanza que cada maestro al interior de su área o departamento realiza y la creación y aplicación de las estrategias que aseguran que el proceso de enseñanza aprendizaje visibilice el currículo en el aula. El aprendizaje que alcanzan los alumnos no se genera de manera espontánea. Este solo se consigue con una conducción coherente, seria, disciplinada y pertinente del proceso de enseñanza que lidera el maestro en el aula de clase. La etapa de revisión involucra el conjunto de mecanismos para comprobar que se han realizado los pasos previstos en la planificación. La revisión involucra también la comparación entre la propuesta de diseño y los requisitos exigidos para el mismo; esta comparación permite trazar las mejoras que puedan realizarse. Esta etapa del proceso exige revisar el cumplimiento de los requisitos de entrada: los requisitos funcionales y de desempeño, los requisitos legales y reglamentarios; la información proveniente de diseños previos similares resulta esencial para el desarrollo curricular. La información suministrada en la etapa de revisión, debe ser tan completa que ponga a punto a la institución y cada una de sus dependencias para vivenciar en la cotidianidad los planes de formación previstos como parte del diseño. La verificación se centra en la posibilidad de dar fe, mediante registros concretos, de que los resultados de la aplicación del diseño resultan consistentes con lo planificado. La verificación comprueba que los planes trazados orientan y regulan el desarrollo curricular, como si de un hilo conductor se tratara. Esta información se obtiene principalmente atendiendo al índice de aprobación y al porcentaje de fortalezas alcanzadas por los estudiantes en las comisiones de evaluación que se realizan a lo largo del año lectivo: señales estas de los niveles de aprendizaje alcanzado por los estudiantes. Al final del año, como parte del proceso de autoevaluación, las áreas académicas verifican, además, que la totalidad de estándares fijados en los planes de asignatura, efectivamente se hayan abordado en el aula. La validación no se da exclusivamente al terminar un año lectivo o un ciclo completo del diseño curricular, sino luego de un tiempo prudencial que permita evaluar realmente el posible impacto del diseño. Al momento de realizar los balances de resultados académicos que permiten determinar la promoción de los alumnos, y al valorar los resultados obtenidos por nuestros estudiantes en la presentación de pruebas externas (como las Pruebas Saber) se puede constatar el real impacto de los procesos formativos que se vivencian en el aula.

4 Revisión, verificación y validación aportan a la institución la información necesaria para implementar con sentido los justes que suscita la tarea de retroalimentar en sus distintas fases la gestión curricular. Ahora bien, la gestión del currículo no es una tarea exclusiva de las directivas de un plantel: rector, coordinadores o jefes de área; este es un encargo que involucra a estos actores y al profesorado en su conjunto. La gestión curricular es responsabilidad de maestros y directivos en un trabajo coordinado y coherente. Del directivo en la escuela contemporánea se espera un rol más cercano a la orientación que al control. Su tarea no se circunscribe a revisar las planeaciones de los maestros o a vigilar lo que estos realizan en sus clases. El papel del directivo en este aspecto es más de acompañamiento, en tanto su función está asociada a la motivación, el asesoramiento, la orientación, el seguimiento y la evaluación. Al directivo le compete ejercer su liderazgo académico y administrativo, trabajando hombro a hombro con los maestros para que estos, en el aula, decidan qué hacer con los alumnos y con su trabajo en general como profesionales de la enseñanza (Castro Rubilar, 2005, 20), que se encuentran inscritos en una institución educativa con una filosofía y un proyecto educativo plenamente establecidos. Al maestro, como actor del proceso de gestión curricular, le corresponde desplegar en instituciones como las nuestras, prácticas de enseñanza rigurosas, dinámicas, pertinentes y variadas que posibiliten en los estudiantes la adquisición de conocimientos, el desarrollo de habilidades y su propia transformación como sujetos individuales y sociales. Esto significa que es responsabilidad del docente garantizar que la implementación del diseño curricular de la institución se actualice en el día a día del trabajo de aula a través del proceso de enseñanza aprendizaje. Frente a una demanda cada vez más generalizada y creciente del ambiente que promulga la formación de sujetos para la producción económica y el consumo, para la sumisión social y política y el adormecimiento espiritual, necesitamos directivos y maestros valientes y comprometidos con una propuesta educativa centrada en la formación desde los más tiernos años en Piedad y Letras para garantizar la felicidad del niño y la transformación de la sociedad.

5 BIBLIOGRAFÍA Castro Rubilar, F. (2005). Gestión curricular: una nueva mirada sobre el curriculum y la institución educativa. (PDF). En: Revista Horizontes Educacionales, núm. 10, Universidad del Bío Bío Ministerio de Educación Nacional. (2008). Guía para el mejoramiento institucional. De la autoevaluación al plan de mejoramiento. Guía N 34. Bogotá. Orden Religiosa de las Escuelas Pías. (2015). Plan para el diseño y desarrollo curricular. (PDF). SGC Colegio Calasanz Pereira. Rohleh, B. A. (2006). Características del currículo y la gestión curricular: un estudio. (PDF). Santiago: OREALC/UNESCO.