TEMA 4 ESCARAS DE DECÚBITO: CAUSAS, LOCALIZACIONES Y PREVENCIÓN.

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Transcripción:

Tema 4 TEMA 4 ESCARAS DE DECÚBITO: CAUSAS, LOCALIZACIONES Y PREVENCIÓN. 1. ESCARAS DE DECÚBITO 1.1. CONCEPTO 1.2. FACTORES DE RIESGO 2. LOCALIZACIÓN 3. ETIOLOGÍA Y COMPLICACIONES 4. CLASIFICACIÓN 5. MEDIDAS DE PREVENCIÓN 5.1. CONSIDERACIONES GENERALES 5.2. HIGIENE 5.3. FRICCIONES 5.4. MASAJES 5.5. OTRAS MEDIDAS DE PREVENCIÓN 6. MOVILIZACIÓN Y CAMBIOS POSTURALES 7. TRATAMIENTO 7.1. LIMPIEZA 7.2. DESBRIDAMIENTO 7.3. COLOCACIÓN DE APÓSITOS Y VENDAS 7.4. PREVENCIÓN DE LA INFECCIÓN 135

Auxiliares de Clínica de la Diputación de Málaga (Temario) 1. ESCARAS DE DECÚBITO 1.1. Concepto Las escaras de decúbito (también denominadas úlceras por presión) pueden definirse como cualquier área de daño en la piel y tejido subyacente causado por la presión prolongada sobre un plano duro, no necesariamente intensa, e independiente de la posición. Se desecha en la actualidad el término úlcera por decúbito por no hacer referencia a la presión, factor determinante en su aparición, y por excluir a las que no han aparecido en decúbito. Se puede definir también la úlcera por presión como toda lesión de la piel producida cuando se ejerce una presión sobre un plano o prominencia ósea, provocando un bloqueo del riego sanguíneo a este nivel; como consecuencia de lo cual, se produce una degeneración rápida de los tejidos. Es un problema común en el cuidado de los pacientes con enfermedades crónicas, sobre todo en ancianos con movilidad limitada, con importante morbimortalidad y elevada repercusión económica y social. Sin embargo el 95 % de las úlceras por presión son evitables y por ello es prioritaria la prevención basada fundamentalmente en métodos que cuantifican factores de riesgo y que ayudan a predecir la afectación de los tejidos. Se calcula que su incidencia en la población general es del 1.7 % entre los 55 y 69 años y del 3.3 % entre los 70 y 75 años. No existen datos fiables de su incidencia en atención primaria. Se estima que el 60 % de las úlceras por presión se desarrollan en el hospital. 1.2. Factores de riesgo Los factores que predisponen a este tipo de lesiones son los siguientes: a) La edad: Las úlceras por presión aparecen como se ha indicado anteriormente en enfermos de edad avanzada, cuya piel es, generalmente, más delicada, más fina y menos elástica. b) Las enfermedades fisiopatológicas: Las úlceras aparecen también como consecuencia directa de algún problema de salud entre los que cabe destacar: Lesiones cutáneas como edemas, sequedad, ausencia de elasticidad. Trastornos en el transporte de oxígeno: trastornos vasculares periféricos y estasis venosa. Trastornos cardiovasculares. Deficiencias nutricionales (por defecto o por exceso): delgadez, desnutrición, obesidad, hipoproteinemia y deshidratación. Trastornos inmunológicos: cáncer e infección. Alteraciones del estado de conciencia: estupor, confusión y coma. Deficiencias motoras: paresia, parálisis, etc. 136

Tema 4 Deficiencias sensoriales: pérdida de la sensación dolorosa. Alteraciones de la eliminación: incontinencia urinaria y/o fecal. c) Factores derivados del tratamiento médico: Son los que tienen como causa determinadas terapias o procedimientos diagnósticos: Inmovilidad impuesta por determinadas terapias o procedimientos como aparatos fijadores esqueléticos, tracciones, inestabilidad respiratoria. Tratamientos o fármacos con acción inmunosupresora o sedante, corticoides, citostáticos, radiaciones. Técnicas para fines diagnósticos como sondajes vesicales y nasogástricos. d) Factores derivados de los cuidados y de los cuidadores: Son todos aquellos factores que incluyen las actuaciones externas sobre el paciente: Higiene inadecuada. Ausencia o defecto de cambios posturales. Fijación inadecuada de sondas, drenajes, férulas... Uso inadecuado del material. Falta de recursos materiales. Falta de educación sanitaria. Falta de criterios unificados de tratamiento. Sobrecarga de trabajo. El factor traumático viene dado por el apoyo permanente. La presión contínua y sostenida erosiona la piel, y provoca la úlcera. Esta curaría rápidamente si no existieran la infección y la isquemia local, consecuencia de la trombosis múltiple de los vasos arteriales y venosos que irrigan la región. A la necrosis isquémica se le agrega la infección de la lesión ulcerada, a expensas de la cual crece y se cronifica. La infección existe siempre en las úlceras de presión, en un proceso de autoalimentación, dada la situación de las mismas cerca de los genitales y del ano: por más empeño que se ponga en la eliminación de las bacterias, la reinfección es prácticamente inevitable, por la proximidad de los focos infecciosos, Solo se puede evitar si se elimina la incontenencia urinaria y fecal mediante el sondaje urinario o el colector y la permanente atención de enfermería para evitar la contaminación con las materias fecales. En las escaras se puede observar un borde necrótico en general de contornos geográficos. En el fondo, de color blanquecino o verdose por infección, puede observarse la supuración. En ocasiones, el fondo está constituido por la aponeurosis o incluso por el hueso, por ejemplo en las escaras sacrococcígeas o en las trocántereas. Cuando el fondo de la úlcera contacta con el hueso, se agrega además otro factor que es la osteítis. 137

Auxiliares de Clínica de la Diputación de Málaga (Temario) 2. LOCALIZACIÓN Las úlceras por presión, normalmente, se producen en los puntos de apoyo de cuerpo que coinciden con las prominencias o rebordes óseos. Los puntos más susceptibles de aparición de úlceras por orden de frecuencia son: sacro, talón, maléolos externos, glúteos, trocánteres, omóplatos, isquión, occipucio, codos, crestas ilíacas, orejas, apófisis espinosas, cara interna de rodillas, cara externa de rodillas, maléolos internos, bordes laterales de los pies. En la posición de decúbito supino la localización más frecuente de las úlceras por presión son: talones, sacro, codos, omoplatos y zona occipital. En la posición de decúbito lateral: orejas, acromión, costillas, trocánter, cóndilos y maléolos. En la posición de decúbito prono: dedos de los pies, rodillas, órganos genitales en hombres, mamas en mujeres, acromion, mejilla y oreja. Fig. 1: Localización más frecuente de las úlceras por presión 138

Tema 4 3. ETIOLOGÍA Y COMPLICACIONES El factor más importante en el desarrollo de las úlceras por presión es la presión mantenida. A ella se pueden asociar fuerzas de fricción paralelas y/o tangenciales, así como una serie de factores de riesgo que dependen fundamentalmente de las condiciones del paciente. Las úlceras por presión precisan la existencia de trastornos de la microcirculación en zonas de apoyo del cuerpo situadas sobre una superficie dura. Por ese motivo las áreas con prominencias óseas son las zonas más frecuentes de aparición de úlceras por presión. La presión mantenida sobre piel y tejidos blandos produce un aumento de la presión intersticial con obstrucción de vasos sanguíneos (formación de microtrombos) y linfáticos, que conduce a autolisis y acúmulo de residuos tóxico-metabólicos. La isquemia local prolongada conduce a necrosis y posterior ulceración de tejidos, tanto a nivel de piel como planos profundos. La presión hidrostática de los capilares cutáneos oscila entre 16 y 32 mmhg. Toda presión que supere estas cifras disminuye el flujo sanguíneo y puede producir daño isquémico incluso en menos de dos horas. Las fuerzas de roce (fuerzas de fricción paralelas a la superficie epidérmica) y las fuerzas de cizallamiento (fuerzas tangenciales que incrementan la fricción en las zonas de presión cuando la cabecera de la cama se eleva más de treinta grados, disminuyen la presión requerida para provocar daño tisular. Junto a las fuerzas anteriores hay que tener en cuenta asimismo la maceración originada por una humedad excesiva en la piel del enfermo, provocando el reblandecimiento y la reducción de soportar la presión. Esta humedad puede provenir de sudoración, problemas de esfínteres o un incorrecto secado de la piel. Las complicaciones primarias más frecuentes son dolor, anemia e infección (local o sistémica). Las úlceras por presión pueden ser extremadamente dolorosas, especialmente durante su manipulación (curas, desbridamiento, cambios de posición o de ropas). Una analgesia eficaz y el control de la fuente del dolor mejoran el estado general y facilita la movilidad y la cooperación en los cuidados. La anemia será con frecuencia de origen multifactorial: hemorragia local en el desbridamiento, anemia debida a trastornos crónicos, y derivada de extracciones múltiples. La infección dificulta la curación de la herida y es una complicación habitual que puede llegar a ser grave: osteomielitis, bacteriemia y celulitis. Se debe sospechar en toda úlcera que llega a fascia profunda o en aquellas que no afectan a fascia pero que presentan signos clínicos de infección: inflamación, aumento de exudado, de dolor o de tamaño. No debe olvidarse la vacunación antitetánica en úlceras por presión que alcanzan la fascia, por estar descrita mayor sensibilidad a sobreinfección por Clostridium tetani. Asimismo en pacientes portadores de cardiopatías con riesgo de endocarditis, debe hacerse profilaxis, al realizar manipulaciones locales importantes (biopsias, desbridamientos). 139

Auxiliares de Clínica de la Diputación de Málaga (Temario) Otras complicaciones sistémicas potenciales son: amiloidosis, endocarditis, formación de hueso heterotópico, infestación por parásitos, fístula uretroperineal, pseudoaneurismas, artritis séptica, tractos fistulosos o absceso, carcinoma de células escamosas en la úlcera por presión y complicaciones derivadas del tratamiento tópico (toxicidad por yodo, pérdida de audición tras neomicina tópica y gentamicina sistémica). Las complicaciones secundarias son fundamentalmente: pérdida de calidad de vida y aumento de morbimortalidad derivada de una mayor estancia hospitalaria, retraso en la recuperación y rehabilitación, infecciones nosocomiales o yatrogenia. 4. CLASIFICACIÓN En la evolución de las úlceras por presión pueden diferenciarse varios estadios. Desde este punto de vista la clasificación más aceptada es la propuesta por la Agencia para Programas e Investigación de los Cuidados de Salud de Estados Unidos, basada en la clasificación original de Byrne y Feld, que diferencia cuatro estadios: a) Estadio I: Eritema que no palidece tras presión. Piel intacta (en pacientes de piel oscura observar edema, induración, decoloración y calor local). Dermis Epidermis Grasa subcutánea Tejido blando Hueso Fig. 2: Estadio I 140

Tema 4 b) Estadio II: Pérdida parcial del grosor de la piel que afecta a epidermis, dermis o ambas. Úlcera superficial con aspecto de abrasión, ampolla o cráter superficial. Dermis Epidermis Grasa subcutánea Tejido blando Hueso Fig. 3: Estadio II c) Estadio III: Pérdida total de grosor de la piel con lesión o necrosis del tejido subcutáneo, pudiendo extenderse hasta la fascia subyacente pero sin atravesarla. La úlcera aparece como un cráter profundo y puede haber socavamiento en el tejido adyacente. Dermis Epidermis Grasa subcutánea Tejido blando Hueso Fig. 4: Estadio III 141

Auxiliares de Clínica de la Diputación de Málaga (Temario) d) Estadio IV: Pérdida total del grosor de la piel con necrosis del tejido o daño muscular, óseo o de estructuras de sostén (tendón, cápsula articular, etc). También puede asociarse a socavamiento y tractos fistulosos en el tejido adyacente. Dermis Epidermis Grasa subcutánea Tejido blando Hueso Fig. 5: Estadio IV El estadiaje correcto requiere la retirada previa de tejidos necróticos. La identificación del estadio I es crucial para establecer la necesidad de vigilancia y cuidados preventivos. Debe prestarse especial atención a los pacientes con yesos, dispositivos ortopédicos y medias de compresión, vigilando la aparición de lesiones próximas o subyacentes a los mismos. 5. MEDIDAS DE PREVENCIÓN 5.1. Consideraciones generales Aun cuando sea difícil la prevención debido a la multiplicidad de factores causales en la aparición de las úlceras por presión, siempre conlleva un mayor beneficio para el paciente evitar su aparición que tratar una úlcera instaurada, en la que se conjugarán el tratamiento por sí mismo y la actuación sobre factores de riesgo con el fin de favorecer su curación a la vez que evitar nuevas apariciones de úlceras. En la planificación de los cuidados de enfermería, la prevención de las úlceras por presión ocupa un lugar prioritario. La piel debe ser objeto de vigilancia extrema en cuanto a sus características: color, textura, turgencia, vascularización, humedad y temperatura. Las áreas de presión o puntos de apoyo de las prominencias óseas deben observarse minuciosamente para confirmar su integridad o detectar de forma precoz alguna modificación en su estructura. 142