A principio, recorrí toda el área que comprende el mercado con la intención de encontrar un lugar y observar alguna situación que fuera de mi interés.

Transcripción

1 EJERCICIO DE EXPLORACIÓN ETNOGRÁFICA Observador: Salvador Galindo Llaguno. Fecha: Septiembre 30 de 2012 Lugar: sección: Tlacolula de Matamoros Mercado tradicional dominical A principio, recorrí toda el área que comprende el mercado con la intención de encontrar un lugar y observar alguna situación que fuera de mi interés. Primero, me acerqué a un músico y estuve platicando con él, me comentó que se dedicaba a reparar instrumentos, pero al mismo tiempo aprovechaba la ocasión para echarse un palomaso en cada esquina para sacar para la papa. Sin embargo, sentí que si lo seguía acompañando iba a interferir en su actividad, me despedí de él y continúe mi recorrido. Sin pensarlo siquiera, llegué de manera accidental al puesto de Pedro Vásquez, y esto fue porque llamó mi atención la discusión que se estaba dando entre dos mujeres por un metate. La discusión hasta ese momento era por una diferencia de $ ; situación que se había originado por el costo del metate ($ 1,800.00), pero la compradora estaba ofreciendo un pago de $ 1, Sin embargo, lo más importante en torno a esta situación de compra-venta fue el siguiente diálogo: Compradora: No por cien pesos vas a dejar de vender. Además yo creo que ese metate se lo merece mi ahijada que se va a casar. Si es tu ahijada con mayor razón debes de darme lo que te pido, es más deben de ser $ 2,

2 En ese momento aproveché para hablar con Pedro e informarle el motivo de mi presencia en ese lugar, le explique el objetivo de mi observación y accedió amablemente a permanecer en su puesto. No obstante el regateo por el metate continuaba, ya casi llevaban media hora. Ándele, es un buen metate para su ahijada. Compradora: por eso, déjemelo en $ 1, En este momento vi el simbolismo y el valor que tiene el metate. Es más, cálalo, que quieres, maíz nuevo o maíz viejo. Compradora: Deme maíz nuevo. vi que fueron por un puño de maíz mientras acomodaban el metate y un cartón para calar el metate. Compradora: Pero esto no es piedra criolla. Por qué dices que no es piedra criolla. Compradora: Porque es de otro color. Señor: Sí es piedra criolla, pero esta piedra es más resistente, además de que esta piedra es labrada, no es piedra pintada. Y esto es digno para tu ahijada. En este momento se presentó un señor ( creo que era el marido de la compradora) y se puso a hablar en zapoteco con la compradora. (se dirigió a la vendedora y dijo) Bueno, si no lo quieres dar así nos vamos. (y se retiraron). En este momento la vendedora habló con Pedro (yo pensé que Pedro era su hijo), cabe aclarar que es un solo puesto que es

3 atendido por tres personas (Pedro, una abuelita de aproximadamente 60 años y la vendedora) que no tienen parentesco alguno. La abuelita solo se dedica a vender los brazos del metate, y los tejolotes (piedra que sirve de complemento para el molcajete) nada más. Y los metates así como los molcajetes son vendidos por Pedro y la vendedora. Le pregunté a Pedro cómo es que estaba dividido el puesto, si la mitad era de él y la otra mitad era de la vendedora. Pedro me aclaró que los metates estaban revueltos. Mi duda fue cómo los distinguían, puesto que en unas ocasiones Pedro era el que informaba el precio y en otras era la vendedora. Entonces, Pedro levantó un metate y me dijo este es el sello de la casa (águila labrada), los metates de la vendedora tienen labrada la pura cabeza del águila. Y Pedro agregó Así los reconocemos. Sin embargo le comenté que los metates estaban revueltos, que sí yo fuera su empleado tendría que voltear el metate, tajantemente me contesto que no, y agregó la forma en que están labrados son diferentes. Y le aludí pero yo los veo iguales. Me explicó que no era así, puesto que el cincel que el ocupa es más puntiagudo y me aclaro: - aunque aparentemente son iguales, este cincel que yo ocupo se notan los puntitos (aclaro, esto solo eres capaz de distinguirlo si te acercas demasiado al metate). En este lapso platicamos para generar un clima de mayor confianza mientras los marchantes ivan y venían. Me comentó que era un trabajo muy pesado y por eso los metates grandes costaban $ 1, y los mas chicos valen $ , los metates que parecían como de juguete tenían un costo que oscilaba entre los cien y los ciento cincuenta pesos. Pedro me

4 explicó que esos metatitos son para que aprendan las niñitas a moler, a veces se venden como juguetes a veces como adorno. En este momento apareció la compradora de los cien pesos. Compradora: Entonces qué, me lo vende así o no. Bueno, llévatelo, así quedamos por $ 2, Compradora: Ándele, no sea malita porque mi ahijada se va a casar. Por eso (con énfasis), si se va a casar llévele este de a $ 2, Compradora: Mil setecientos, No! Empezó el regateo otra vez. Sin embargo la compradora ya traía otro puño de maíz, y volvió a calar el mismo metate. Compradora: Mira! Como sale desquebrajado. A ver déjame (y empezó a moler). Mira, sale fino. Compradora: Bueno ni uste, ni yo $ 1, No, $ 1,800.00, Es para tu ahijada! (le insistió). Compradora: Precisamente, démelo más barato Observé que la compradora se fue y dejó a su marido, minutos más tarde regresó, y de su mandil sacó el dinero y dijo: Nada más traigo $ 1, Pues no, no, son $ 1, (empezó el regateo otra vez). Ya lo calaste, ya lo probaste, y le vas a regalar un buen cariño a la muchacha (ahijada). Este metate te va a durar

5 Compradora: Bueno, esta bien (tono resignado y dio el dinero y de entre su pecho sacó los otros cien pesos). Pero déjeme escoger el brazo que yo quiera. Si, hay están. Observé que la compradora sacó un mecatito de ixtle para medir el brazo del metate. Le pregunté a Pedro que en qué consistía el tamaño del metate y dijo: - Es que a la mejor la ahijada es muy joven y necesita un brazo más largo, un brazo más largo porque si esta chico se puede machucar los dedos. También observé que otras personas sacaban sus mecatitos y median los brazos del metate pero éstos eran para reposición según Pedro. Pa que vea, se lo voy a dar envuelto por los mil ochocientos (procedió a envolver el metate). Observé que la vendedora sacó un bote de pintura. Pedro me explicó que para las bodas a los metates se le pone una señal con rojo y para la casa con amarillo. Pregunte a que se debía esta práctica y Pedro me dijo que ni el sabía, deduce que era para que no se revolvieran a la hora de la boda. Mientras tanto la abuelita no se movía de los tejolotes. Pedro me comentó que entre los tres compartían los gastos del puesto y que cuando cualquiera de los tres faltaba por ir a otros mercados, no había preocupación alguna, ya que alguien estaba en el puesto y que también era una forma de apartar el lugar, y que por lo regular la abuelita era la que siempre estaba en el puesto. Respecto al pago, Pedro comentó que en algunas ocasiones lo hacían en forma conjunta y en otras lo hacían de manera individual. Gracias a esta actividad pude distinguir el valor de la palabra y el simbolismo que adquiere una piedra labrada para formar parte de los utensilios de cocina. Ya me imagino las tiendas departamentales con sus mesas de regalo para una boda,

6 todo es frio y glamuroso, donde el que llega primero selecciona lo más económico, donde no hay chance de regatear, sin embargo, el compromiso que se adquiere para dar cariño es un compromiso de palabra que no necesita contratos, que es capaz de provocar una acción de regateo hasta el cansancio, acción que se traduce quizás en vencido vencedor, quizás en satisfacción para ambas partes. Estos momentos me remitieron a mi infancia, cuando estaba en el pueblo y veía como mi abuelita utilizaba el metate para moler diferentes semillas y para hacer tortillas, también recordé el metate de doña lencha, que era una piedra de rio sin labrar pero igual servía para lo mismo. La próxima vez que vea un metate, he de recordar que aparte de servir, puede ser motivo de una conversación, de una discusión, y en ese momento, la piedra habrá hablado. El sello de la casa El lenguaje silencioso

7 El amigo Pedro El explorador El acto consumado, el trato cerrado (metate envuelto en cartón)