núm. El canto expresivo any2008 Revista de pensament musical > Ca r m e Mi r ó

Transcripción

1 El canto expresivo Una reseña de la obra de Mayte Martín > Ca r m e Mi r ó En el año 1993, Mayte Martín grabó su segundo disco, Free boleros, un canto de profundas expectativas musicales y de emociones amorosas, que destacaba por el extraordinario dominio de su voz y la privilegiada relación que la cantante mantenía con el piano de Tete Montoliu ( ). Fue un acontecimiento excepcional y de un notable éxito que concretó y dio alas a una brillante trayectoria que la cantante ha sabido preservar. Años antes ya había conseguido algunos premios que señalaban las cualidades que nos llevan a considerar a la peculiar artista, como a una cantante que sabe manejar a la perfección un estilo, pulcro, límpido, meticuloso, conciso y, por supuesto, espléndido. Digo esto porque canaliza su arte personal en el flamenco - su raíz, su identidad - y su voz nos transporta a los balbuceos más profundos de la lejana humanidad que se desarrollaron en las vivencias de las gentes sencillas del pueblo: los autores de las letras del flamenco más puro. En su biografía profesional aparece un aire fresco e indomable que va construyendo con los años y que ratifica incansablemente su voluntad de hacer música con el único objetivo de sentir y dar placer a la escucha musical. Como dice ella, el amor no tiene explicación, y la metáfora de su obra, es precisamente este amor que le profesa a la música con su generosa forma de ser: una ventana abierta a la ilusión. 1

2 Hace falta insistir en la poesía y en la música que compone, porque Mayte Martín es una intérprete que eleva el espíritu. Ella es una mujer rebelde, independiente y todo un temperamento. El día que nos encontramos para escribir este artículo, me mostró de forma natural su talante, su trato cordial y nada altivo. Me impresionaron los silencios que utilizaba cada vez que buscaba una palabra - precisa, matizada, vividadentro de su universo sonoro y su pasión por expresar sus ideas. Es justo decir que estas observaciones me dieron una idea muy clara de la autenticidad de sus valores artísticos y humanos. Las características de su personalidad (intuyo que deben ser seguramente indóciles) se hacen visibles por sus gestos expresivos y sobre todo, por la cristalina sinceridad que denota su mirada, nítida y de largo alcance, cada vez que canta o habla de su canto. Mayte Martín tiene una relación, casi divina- y esto que ella no es diva- con la música, cosa que le proceder de sus ancestros, porque lo muestra con tanta naturalidad induce pensar que sus innatas habilidades artísticas ya le vienen de lejos. Se hace patente en toda su obra, el valor que le da al flamenco, y hace honor a la maestria que ha recibido de su admirado Pepe Marchena ( ) y de la Niña de los Peines ( ), dos de sus mitos que han entrado inevitablemente en su propio destino. Desde las primeras canciones que grabó hasta la última obra que ha producido con las pianistas francesas, Katya y Marielle Labèque, me llama la atención su especial pureza. Ella me dice que nunca ha querido flamenquizar los boleros. No sé si se da cuenta de que su frase me produce una enorme satisfacción porque entiendo que las modas que someten a algunos artistas a producir material sonoro sin ningún criterio artístico, a ella no le provocan ni frío ni calor, lo cual me tranquiliza y me hace pensar que el valor de su obra consiste en la exposición de su material genuino, y que su actividad profesional procede, tanto en las grabaciones de estudio como en las actuaciones en directo, de forma coherente. Los silencios me ayudan a concentrarme en la conversación, en un ambiente de calma veraniega. La obra de Mayte Martín es una obra meditada, propia de una generación que 2

3 evoluciona, y uno de sus objetivos es fijar con precisión melódica la densidad de su monólogo sonoro. Escribe las letras de sus canciones con mucho cuidado y responde con contundencia afirmativa cuando le pregunto si es autora de todas las sensaciones y sentimientos que expresan sus letras. Es una enamorada de la melodía y pone énfasis en la fonética de los sonidos, de las palabras, de las frases y de los pensamientos. Su morfología creadora, de gran colorido vocal, se canaliza en los minuciosos trabajos de orfebrería sonora, creando un corpus de comunicación que representa, sin duda, su imaginario musical. Mayte Martín canta desde su mapa sonoro, medular e íntimo, donde ella se encuentra a gusto en el momento de interpretar. Es un lugar esencial, el espacio invisible, su rincón preferido y escondido, dónde cocina sus emisiones fonéticas con gran sutileza. Canta desde muchos lugares interiores porque es una nómada musical que se interesa en profundidad por la elaboración de la melodía y se ocupa de todo aquello que ella cree que ha de ofrecer al público. Rotunda me responde, por tres veces, que no 3

4 puede cantar sin melodía. Al mismo tiempo, considera que el fraseo musical debe ser tratado con una precisión, casi obsesiva, para dar cabida a innumerables y mesurados matices, tanto si canta como si escucha. La minimalista cantante de la obra Querencia, palabra intraducible aunque entiendo esta forma de querer deseada- puso este título a una obra con disonancias armonizadas con una indiscutible madurez musical; obra que, además, marcó un estilo de notables cualidades poéticas en la escritura de sus canciones. Las letras de muchas de las piezas que canta son, como dice ella, una caricia poética que sale de dentro. Se divierte sintiéndose rodeada por diferentes ambientes instrumentales; se siente bien acompañada tanto por las cuerdas de la guitarra como por las cuerdas del piano. La larga experiencia acumulada en sus diversas giras, la han llevado a desarrollar una capacidad innata que le permite modificar con audacia las pequeñas sutilezas y los diferentes matices, casi imperceptibles, en las canciones que interpreta en reiteradas ocasiones. En cualquier caso, se define a ella misma como una persona obsesionada por el matiz, cosa que la distingue como una artista ocupada en su obra y una profesional que pone mucha atención a su evolución humana y musical. Ha dedicado gran parte de su vida a la investigación del flamenco y a meterse de cabeza en su oficio. De nuevo, un silencio, que nos recompensa con una respiración profunda que me ayuda a ordenar mentalmente todo lo que me está explicando. Referente a la producción De Fuego y de Agua, que a mí me evoca un país nórdico (volcánico y glacial) bañado por las aguas de las corrientes oceánicas del Atlántico, en la obra De Fuego y de Agua, es donde creo que la cantante ha encontrado el punto medio de dos intereses fascinantes que son muy importantes para ella: por 4

5 una parte, conseguir el equilibrio entre la sutileza melódica y el recorrido del timbre, y por otra parte, alcanzar la expresión que heredó de los cantaores más abruptos, como dice ella. Katia y Marielle Labèque, pianistas que interpretan a cuatro manos un vasto repertorio de música clásica, quisieron explorar el flamenco y han encontrado en la voz de Mayte Martín la respuesta a aquello que ellas buscaban: La Elegancia y finura de una voz flamenca. Y ahora, se abre una nueva ventana a la ilusión. Mayte Martín está inmersa en la composición musical de los poemas del poeta Manuel Alcántara, un encargo que le han propuesto desde Málaga. Un nuevo trabajo, un nuevo reto para su intuición musical. alcantara MANUEL es su nuevo trabajo, lleno de ideas, de poesía sonora, de percusiones con matices arrancados a las cuerdas de violines, contrabajos, guitarras, y a la genuina voz de Mayte Martín. Muy posiblemente, el CD estará disponible el próximo febrero. No quisiera concluir el artículo, sin agradecer a Mayte Martín el tiempo que nos ha dedicado. Me propuse hacer una reseña sobre su obra con el objetivo de descubrir y poner de relieve algunas de las facetas de una cantante que quiere sentirlo todo, quiere cantarlo todo con diferentes paisajes sonoros, y, afortunadamente, es ella quien posee un paisaje sonoro de gran excelencia musical que expresa con una dignidad que la distingue en su quehacer musical. Carme Miró Manero Ag o s t o,