El Comercio Exterior y la Recuperación

Transcripción

1 El Comercio Exterior y la Recuperación HENRY F. GRADY El propósito fundamental del programa de los convenios de comercio es aumentar el comercio; en otras palabras, crear más negocios. No debería uno tener que defender la proposición de que es indispensable y necesario que haya más negocios, ni debería uno tener que atacar la afirmación de que el aumento de los negocios, si llega a extenderse más allá de nuestras fronteras, es, por esa razón, dañino y debe evitarse. En efecto, no debería haber duda de que el aumento de los negocios interiores depende, en una medida importante, de un aumento de los negocios internacionales. No se puede trazar una línea y decir: el aumento de negocios hasta este punto es bueno y más allá de este punto es malo. La mayor parte de la discusión acerca del programa de los convenios de comercio se refiere, naturalmente, al efecto directo de los convenios de comercio sobre el volumen del comercio interior. La baja de tarifas sobre artículos específicos de nuestra parte, a cambio

2 324 EL TRIMESTRE ECONÓMICO de reducciones de tarifas y la remoción o facilitamiento de restricciones cuantitativas por parte de los países extranjeros con quienes negociamos, forma una función importante de mayor alcance del que se imaginan quienes intentan medir la significación de cualquiera de los convenios por la medida en que se han reducido las restricciones al comercio. Estos tratados de comercio tienen el mérito, respecto al comercio entre los Estados Unidos y un país extranjero particular, de señalar aquellos artículos que son, por decirlo así, los puntos molestos en nuestras relaciones comerciales, aquellos artículos cuyo tráfico ha sido estorbado más seriamente por las restricciones del comercio. El aliviar estas áreas particularmente afectadas y el facilitar un mayor tráfico de artículos que de ello resulta, por virtud del efecto acumulativo de la expansión de aquellas industrias sobre industrias relacionadas y el mejor equilibrio en la estructura de precios que resulta de la liberación de grandes excesos en mayores mercados, tienen un efecto sobre toda la economía, en proporción mucho mayor que los beneficios directos e inmediatos sobre las mismas industrias particulares. En un sentido mayor, el significado del programa de los convenios de comercio debe juzgarse más allá de los beneficios económicos directos e inmediatos, consecuencia de las industrias de exportación tanto en lo interior como afuera. El programa de los convenios comerciales es de importancia fundamental para el funcionamiento futuro del sistema de precios internacionales y el funcionamiento futuro del sistema de libre empresa. Aún más seria que las tarifas y barreras comerciales y más amenazador respecto al futuro del desarrollo industrial del mundo es la destrucción virtual, durante los últimos cuatro años, de la estructura de precios internacionales por las grandes discriminaciones, arreglos comerciales preferenciales y control arbi-

3 EL COMERCIO EXTERIOR y LA RECUPERACIÓN 525 trario del comercio por las cuotas de importación, la fijación del cambio, etc. Bajo el peso de la depresión, estas medidas han hecho difícil la competencia justa en los mercados internacionales y han casi transformado el comercio internacional en lo que es, en el mejor de los casos, una mera rebatiña por ventajas preferenciales y, en el peor, una incivilizada guerra comercial. La estructura de precios internacionales no puede funcionar en una red de contratos preferenciales que operen a través de cuotas arbitrarias y fijaciones del cambio. Bajo tales condiciones la industria y el comercio no pueden organizarse sobre bases estables y económicas. El comercio es así una rebatiña desesperada con brotes e incertidumbres arbitrarios y es imposible una coordinación o plan sistemático en términos de una estructura de precios calculables. Es inútil hablar acerca de la reconstrucción del comercio bajo el sistema de las relaciones libres de precios, si el comercio internacional se ha de conducir según las tendencias hacia las cuales el mundo se ha desviado rápidamente. Desde luego se admite que la ruptura de la situación económica mundial es por sí misma la causa básica de la iniciación y rápido crecimiento de estos arreglos arbitrarios. El sistema de la libre empresa no puede, sin embargo, sobrevivir, salvo en una economía mundial que funcione en términos de una estructura de precios razonablemente libres. Aunque la descompuesta estructura monetaria mundial es por sí misma un obstáculo a la restauración del comercio internacional, puede, sin embargo, progresarse en la reducción de restricciones comerciales y en la remoción de discriminaciones arbitrarias del comercio, por un ataque directo contra tales prácticas. Aunque las cuotas y el control del cambio pueden haber parecido necesarios en algunos casos para proteger la balanza de pagos de países con monedas sobreva-

4 326 EL TRIMESTRE ECONÓMICO luadas, contra el choque de la depresión monetaria en otras partes, la discriminación y el uso de cuotas y fijaciones de cambio son totalmente innecesarios. Puede y debe iniciarse inmediatamente sin esperar otros desarrollos las medidas hacia la remoción de discriminaciones arbitrarias. La Ley de Tratados Comerciales ha forjado la maquinaria con la cual puede hacerse un ataque^ no sólo contra las barreras comerciales, sino también contra estas prácticas discriminatorias. Esto es de importancia vital, porque significa que a través del programa de convenios comerciales se dispone de un método importante de ataque contra estas prácticas arbitrarias y discriminatorias. Aunque el principio incondicional de la nación más favorecida, como se ha practicado históricamente, provee los medios para eleminar discriminaciones en las tarifas, se hace necesario ahora suplementar esta doctrina con respecto a las formas más nuevas de las restricciones comerciales. La esencia del principio de la nación más favorecida es el trato no discriminatorio en el comercio. Respecto a las tarifas, no es posible obtener un trato justo y equitativo para nuestro comercio, salvo con la condición de que las tarifas que se concedan a nuestras exportaciones en países extranjeros no sean menos favorables que las concedidas a cualquiera otra nación. Respecto de las cuotas y fijaciones del cambio, se puede aplicar una regla más flexible y menos rígida en espera de su abolición final. Para obtener para nuestro comercio un trato justo y equitativo, debemos buscar que se le fije una porción tal de la cuota total, o de la fijación de cambio, que resulte justa y equitativa sobre las bases del comercio durante un período representativo previo a la inauguración de la cuota o del control del cambio. Esta regla permite a los países extranjeros perseguir la política que deseen respecto a esa porción de la cuota total o de fijación de cambio

5 EL COMERCIO EXTERIOR Y LA RECUPERACIÓN 327 que no se asignan a este país. Pueden otorgarse cualesquiera ventajas a un tercer país, sin menoscabo de la justa parte o de la fijación del cambio concedidas a los Estados Unidos. Adoptando esta regla adecuadamente flexible para suplementar el principio del trato justo tal como se aplica a la cuota y restricciones del cambio, nos capacitamos para hacer un ataque de frente contra el presente sistema de prácticas discriminatorias, sin pretender imponer a los países extranjeros la forma en que deban tratar a terceros países; sólo insistimos en que den un trato equitativo al comercio americano. Tal programa, perseguido vigorosamente por los Estados Unidos, tenderá a restablecer el principio de la aplicación justa y equitativa de las cuotas de importación y la fijación de cambios en forma general, y a proveer un medio de revivir ese principio donde ha perdido terreno, y de iniciar así el camino hacia la remoción de todas las discriminaciones comerciales. Tal hazaña sería un gran paso en preparar el camino para el completo restablecimiento del sistema de precios internacionales libres y libres relaciones comerciales. Los problemas de realizar con éxito negocios internacionales, son un poco mayores que los de los negocios nacionales, pero fundamentalmente son los mismos. Los beneficios de ambos son igualmente innegables. De hecho, el medio más fundamental de resolver los muchos problemas de los negocios es reconstruir nuestro comercio internacional. Nuestra actual organización de la producción, tanto industrial como agrícola, depende de un volumen importante del cambio internacional de artículos. Muchos de los problemas de que sufren los negocios actualmente, surgen de las dificultades de ajuste debidas a la pérdida del comercio internacional. En otras palabras, suponer que la solución de nuestro problema es un grado mayor de autosuficiencia nacional, es ignorar que el desequilibrio

6 528 EL TRIMESTRE ECONÓMICO de nuestra economía se debe en muy gran medida a los ajustes forzados de las coacciones o restricciones que implican y que han sido ocasionados por la falta de una completa salida para nuestros esfuerzos productivos. Quienes más nos urgen a acentuar nuestra autosuficiencia económica como una cura contra la depresión, están en realidad urgiendo un camino que debe intensificar los mismos problemas que estamos intentando resolver. El programa de convenios comerciales se basa en un intento de usar métodos científicos cuidadosos para lograr cambios en nuestras escalas de tarifas que aumenten nuestro comercio de importación y al mismo tiempo aseguren concesiones de otros países en materia de tarifas, cuotas, fijaciones de cambio, etc., que nos aseguren un desarrollo correspondiente de nuestro comercio de exportación. Nuestra política ha sido, desde la guerra, restringir las importaciones y prestar el dinero con el que se paguen los excesos de nuestras exportaciones. Este tipo de política prestataria ha terminado. Es deseable una renovación del flujo internacional del capital, pero sólo sobre la base de una política comercial consistente con él esto es, una política que asegure un volumen de importaciones para cubrir demandas comerciales diarias de cambios, de divisas y de servicios, a cambio y contra servicios de inversiones en el extranjero. Esto no significa que haya que destruir algunas industrias por medio de reducciones de la tarifa. Algunas industrias tendrán mayor competencia como resultado de las tarifas más bajas, pero una mayor competencia en muchas de las industrias americanas, puede ser muy bueno para las industrias mismas y para el público consumidor americano. Y acaso no hay que pensar alguna vez en el consumidor cuando se trata de tarifas? Antes de que se pusiera en vigor la tarifa de 1930, disfrutábamos aproximadamente de diez mil millones de dólares de

7 EL COMERCIO EXTERIOR Y LA RECUPERACIÓN 529 comercio internacional. Esto se basaba en un volumen de importaciones equivalente a varias veces el volumen de nuestra importación en el punto bajo de Aquellos años de grandes importaciones y grandes exportaciones eran años de prosperidad. De donde es muy difícil sostener el argumento de que las importaciones per se son en detrimento de la prosperidad. Suponer que los ajustes al reducir las tarifas son, por la naturaleza del caso, en detrimento de los negocios americanos, es suponer que nuestra estructura actual de tarifas es perfecta. Cualquiera familiarizado con los métodos por los cuales se han elevado las tarifas en el pasado, sabe demasiado bien que lo último que se puede decir de tales métodos es que fueron científicos. Y, sin embargo, por claro que sea el caso de la reducción de tarifas sobre bases económicas, en muchos casos de nuestras escalas, ningún representante de la agricultura americana y sólo uno o dos de las industrias americanas, al someter alegatos o en las audiencias públicas en conexión con los 16 países con quienes hemos anunciado intenciones de negociar, han concedido la justificación o siquiera un porciento de reducción en las tarifas que afectan sus artículos. Los representantes de algunas industrias, sin embargo, han declarado privadamente que reducciones moderadas de las tarifas no los perjudicarían. Otros alegan que las tarifas sobre sus producciones deberían aumentarse. No es sorprendente la presión contra las reducciones de nuestras tarifas. Sin embargo, los mismos intereses protegidos frecuentemente hacen presión para que otros países hagan concesiones que les aseguran el mantenimiento o el aumento de sus propios negocios de exportación, sin que parezcan estar conscientes de la inconsistencia de tal posición. Varias industrias americanas que han sido las más agresivas por muchos años en obtener tarifas casi prohibitivas sobre sus productos, por donde han sido contribuyentes importan-

8 330 EL TRIMESTRE ECONÓMICO tes a las dificultades actuales de que sufre nuestro comercio, piden no solamente tratos preferenciales favorables, sino exclusivos, en los convenios comerciales que estamos haciendo con Gobiernos extranjeros. En pocas palabras, habiendo obtenido estos productores una alta barrera tarifaria alrededor de su mercado doméstico que han sido, así, incapaces de mantener, sin la presión para que modernicen y mejoren sus métodos y prácticas como hubiera sucedido, frente a una competencia extranjera razonable, piden ahora una barrera preferencial semejante en los mercados extranjeros contra la competencia de terceros países productores. No parecen darse cuenta de que tales preferencias serían dañosas a muchas de nuestras industrias que por estar principalmente sobre bases de exportaciones, pueden resistir la competencia de terceros países en los mercados extranjeros, y sólo piden una reducción no discriminatoria en la tarifa aplicable en tales mercados. Parecen olvidar que la preferencia para una industria es la desventaja para otra. Algunos de estos intereses han llegado hasta amenazar con oponerse al programa de convenios comerciales, si los autores del programa de convenios comerciales no les conceden sus demandas por tratos preferenciales. Todo esto a pesar del hecho de que el trato preferencial es contrario a los bien probados principios sobre los que intentamos desarrollar este programa y contrario también a los intereses de los negocios americanos en su conjunto. Los autores del programa de convenios comerciales pueden considerarse como guardianes y protectores de los negocios americanos en su conjunto. De la misma manera que las tarifas forjadas por intereses especiales han sido en el pasado dañinas para otras industrias americanas y para el público, así algunos de los que combaten el programa de tratados comerciales e intentan poner dificultades por todos los medios po-

9 EL COMERCIO EXTERIOR Y LA RECUPERACIÓN 551 sibles para su desarrollo, están siendo dañosos al trabajo de dos maneras: primero, al impedir aumentos esenciales de las importaciones y, segundo, pidiendo, en cuanto a las exportaciones, privilegios especiales que dañarían a otros intereses americanos de exportación. La organización de los convenios comerciales está tratando de proteger y fomentar todos los negocios y la agricultura americana, y sus dirigentes están resistiendo presiones de todas las clases imaginables de parte de intereses particulares. Esto no es un asunto en que el Gobierno esté contra los negocios o contra la agricultura, sino más bien es uno en que el Gobierno es arbitro y mediador para obtener el máximo beneficio público entre intereses en conflicto, y este trabajo se desarrolla con el mayor cuidado y desinterés y por tal razón triunfará en gran medida, si se le da el debido apoyo. No es fácil formular muy rígidamente el criterio para determinar las reducciones de tarifas que deban hacerse, pero hay ciertos principios amplios cuya aplicación parece justificarse. En primer lugar debe entenderse claramente que debe haber una reducción de tarifas indebidamente altas, aun para productos de competencia. Si algo significa nuestra decantada eficiencia americana en la producción. Es difícil, además, encontrar justificación para altas tarifas en industrias en que nuestras exportaciones exceden grandemente a nuestras importaciones. Si la industria puede competir con éxito en mercados donde tiene que encontrar la competencia extranjera, sobre el mismo pie deberá ser capaz de resistir esa misma competencia dentro de nuestras propias fronteras. Entonces, también es difícil justificar las tarifas excesivamente altas en productos de que dependen las industrias americanas para materias primas esenciales. Finalmente, hasta un partidario extremo del ais-

10 352 EL TRIMESTRE ECONÓMICO lamicnto, con trabajo podría justificar un derecho sobre algún artículo del que no tenemos producción nacional, o cuya producción nacional es desdeñable, o en los casos en que por la naturaleza del producto, la localización de la industria u otras razones, el aumento de las importaciones sólo sería, en el mejor de los casos, un pequeño porciento de la producción nacional. Esto es particularmente verdad donde hay condiciones de monopolio de la industria nacional y las importaciones servirían como una saludable compensación a la rigidez interior de precios. Hay que pensar con atención y cuidado otras consideraciones, teniendo en cuenta la naturaleza del caso, pero ciertamente los principios antes delineados deberían garantizar una aceptación general. En otras palabras, es tiempo de que este país revise totalmente su posición en tarifas, para reconsiderar su organización agrícola e industrial actual y formular de nuevo su política. Concediendo la justificación de una protección juiciosa y razonable, debe entenderse claramente que nuestra política de tarifas, desde la guerra, se ha salido de la línea de la lógica de nuestro desarrollo industrial y agrícola. Ahora hemos alcanzado el crucero de los caminos. Sólo una opinión pública bien informada puede detener la desviación hacia un aislamiento y la continuación del penoso ajuste que trae consigo. La responsabilidad de informar a la opinión pública pesa sobre los mismos hombres de negocios y sobre nuestros líderes agrícolas. Es satisfactorio, en consecuencia, que en su reciente junta la Cámara de Comercio de los Estados Unidos haya apoyado el programa de convenios comerciales. Esto es una indicación saludable y alentadora de la intención de los intereses americanos de ajustarse a las realidades de nuestra situación comercial y económica posterior a la guerra. La defensa del aislamiento como solución de nuestros difíciles y complejos problemas económicos se ba-

11 EL COMERCIO EXTERIOR Y LA RECUPERACIÓN 355 sa en una filosofía del derrotismo. Se basa en la creencia de que se pueden resolver los problemas huyendo de ellos. No podremos evitar los problemas que implican nuestras relaciones internacionales retirándonos de los contactos económicos internacionales. Tal retiro no es posible y aun si fuera posible sería innoble. No podemos ajustar permanentemente la producción de nada, particularmente de los productos agrícolas de modo que iguale exactamente la demanda interior. Tenemos que depender del mundo, ya sea para una deficiencia de la oferta o para disponer de un exceso y, en cualquier caso, estamos envueltos en el problema de la oferta y los precios mundiales. Y esto no es una crítica del programa de la administración de ajustes agrícolas que ha intentado hacer frente a la sobreproducción que resulta de la ausencia de las salidas normales de exportación, por una restricción de emergencia de las cosechas. La solución permanente de las dificultades de la agricultura, como ha sido a menudo señalado por el Secretario Wallace, es la apertura de mercados normales de exportación para nuestros artículos agrícolas. La agricultura y la industria americana han encontrado y resuelto en el pasado muchos problemas difíciles. Pueden hacer frente y resolver los problemas que ahora confrontan, pero a condición de tener valor. El derrotismo es un producto del miedo; el valor es el solvente. Nuestro pueblo ha conquistado la frontera, ha hecho progresos notables en tecnología y organización y no puedo creer que vaya a escuchar con paciencia el consejo de la desesperación. Durante la depresión el miedo hizo presa de la gente. El miedo intensifica el deseo de controlar, y el control tiende inevitablemente, según parece, a la restricción. Lo que necesitamos es expansión en todas las líneas de la actividad económica, expansión de los mercados, de la producción, del poder de compra y del nivel de vida. Estamos bajo la

12 334 EL TRIMESTRE ECONÓMICO tiranía del productor. El industrial tiene sus tarifas exclusivas y para compensar su efecto sobre el agricultor se han desarrollado las restricciones a las cosechas y esto promete mayores desarrollos a menos que se invierta la tendencia general hacia la restricción y el proteccionismo. Continuará el torneo de la restricción entre la industria y la agricultura hasta que nos destruya, o volveremos de nuevo a la tarea de llevar a su máximo la producción de toda clase de bienes como nuestro objetivo? Desplazará a las restricciones la expansión de la producción de la riqueza? El comercio exterior es el factor esencial en cualquiera expansión real de nuestra actividad económica. Podemos y debemos encontrar un camino para desarrollarlo. Consideradas todas las cosas, el programa de convenios comerciales parece el medio efectivo e inteligente de lograrlo. Sin la maquinaria que provee el programa de convenios comerciales, los Estados Unidos estarían virtualmente indefensos en la presente situación mundial. El programa de convenios comerciales provee un instrumento poderoso por medio del cual puede lograrse una contribución importante hacia la reconstrucción de la estructura económica mundial que constituye la fundación básica de la prosperidad y la paz mundiales efectivas y sostenidas.