CERBINO, MAURO (2012). El lugar de la violencia. Perspectivas críticas sobre pandillerismo juvenil. Quito: Taurus, 190 pp.

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1 REVISTA ANDALUZA DE ANTROPOLOGÍA. NÚMERO 4: ENCRUCIJADAS PARA LAS SOCIEDADES PESQUERAS DEL SUR EN EL MARCO DE LA GLOBALIZACIÓN. MARZO DE 2013 ISSN [pp ] CERBINO, MAURO (2012). El lugar de la violencia. Perspectivas críticas sobre pandillerismo juvenil. Quito: Taurus, 190 pp. Simone Castellani Grupo Geisa Universidad de Sevilla Universidad de Génova La violencia es uno de los temas que en la contemporaneidad domina la agenda en el debate en y sobre América Latina. Las imágenes que llegan hasta Europa y que se incrustan en la narración mediática nos hablan de sociedades enteras secuestradas por el narcotráfico, grupos paramilitares y pandillas callejeras, portadores de una violencia desbordante y descontrolada con la cuales Estados siempre más débiles no consiguen lidiar. El miedo a la violencia es un sentimiento que permea trasversalmente unas sociedades latinoamericanas siempre más fracturadas por unas desigualdades en la distribución de los recursos, entre una pequeña elite que concentra en sus manos los capitales (financiero, social, cultural ) y una muchedumbre que está cada vez más condenada a la exclusión y a la invisibilidad social. Un miedo que, por otro lado, es cebado por una agenda políticomediática que reproduce cotidianamente de manera voyerista las historias e imágenes de asaltos, robos, violaciones, matanzas, tráficos de estupefacientes, de seres humanos y de órganos, que marcan indeleblemente en los territorios las fronteras entre las zonas normales y las zonas malvadas y entre sus moradores. Sin embargo, tanto en las instituciones como en los medios de comunicación no se encuentra una reflexión que conteste a las siguientes preguntas: cuál es la origen de la violencia y aquellas condiciones que permiten su reproducción? y, sobre todo, qué es la violencia?, o mejor dicho, qué entendemos por violencia?. El lugar de la violencia es una obra que va en dirección contraria saliendo del discurso dominante y metiendo en el 192

2 centro del análisis estas preguntas, enfocándolas desde el fenómeno de las organizaciones pandilleras juveniles. Mauro Cerbino comienza su análisis del pandillerismo juvenil poniendo en tela de juicio la similitud entre pandilla y violencia que se propugna desde la opinión pública, los medios de comunicación, las instituciones y también desde parte de la academia. Al contrario, con esta monografía se propone romper esta similitud y lograr una separación analítica entre violencia y pandilla. Cerbino ha dedicado más de diez años de su larga trayectoria investigadora al estudio de los jóvenes y de las pandillas juveniles latinoamericanas, localizando su investigación en el contexto ecuatoriano y español. Un camino que se ha cruzado en el último decenio con otras experiencias de investigación desarrolladas en todo el continente americano y también en Europa. Este libro, por tanto, se configura como la etapa más reciente de la reflexión del autor sobre el fenómeno pandillero. La obra, de hecho, se basa tanto sobre investigaciones realizadas por el autor como sobre los resultados de trabajos llevados a cabo por colegas en América y Europa con los cuales Cerbino, a lo largo de los últimos años, ha tenido un constante y fructífero intercambio que se ha concretado en numerosas colaboraciones (p.e. Cerbino, 2011; Cerbino y Recio, 2006). El libro del antropólogo acerca al lector el tema de las pandillas juveniles, por un lado, brindándole un exhaustivo estado del arte tanto en sentido sincrónico como diacrónico; y por otro lado, ilustra los problemas metodológicos a los que se tiene que enfrentar un investigador que se acerca a estos sujetos. Sin embargo, en lugar de concentrar estas informaciones en apartados especificadamente dedicados, elige hacer dialogar a lo largo de la monografía los aportes teóricos y metodológicos con los materiales etnográficos que proceden tanto de sus diferentes trabajos de campo llevados a cabo en América Latina y Europa, como de otros estudios realizados con las pandillas en América Latina. La profundidad de esta obra desborda sus objetivos iniciales, ofreciendo al lector una mirada crítica no solamente sobre las pandillas sino sobre muchos aspectos que refieren a las sociedades latinoamericanas contemporáneas. El autor consigue a lo largo de las páginas, a través de la lente de análisis de la pandilla, acercar al lector diferentes aspectos que interesan la sociedad en su conjunto como la violencia, la exclusión social o las políticas públicas dirigidas a los desviados. Cerbino, en fin, tiene el mérito de llevar a cabo un ejercicio de auto-reflexión (Bourdieu y Wacquant, 1992), interrogándose a lo largo de la obra sobre el papel político del investigador cuando trabaja con sujetos marginales fuertemente estigmatizados. En la primera parte del Lugar de la violencia el autor deconstruye el concepto de violencia y su vinculación con la juventud. Cerbino ya desde el principio deja clara su adscripción a la posición teórico-metodológica que mueve una crítica hacia los presupuestos de 193

3 sentido común, respaldados también por una vasta tradición académica, que interpretan la violencia como la expresión de unos comportamientos desviados de la norma social, y como una manifestación patológica de una enfermedad que afecta especificadamente a los jóvenes. Su posición crítica plantea la violencia juvenil como un recurso mediante el cual muchos jóvenes, a falta de otros medios, encuentran un reconocimiento social en un contexto, el de la era de la globalización, marcado por la competitividad y conflictividad desenfrenada en todos los ámbitos sociales (p. 25). En época reciente esta línea se ha ido desarrollando y consolidando sobre todo en las investigaciones sobre pandillas que han sido llevadas a cabo por investigadores latinoamericanos y por algunos norteamericanos. Esta tradición, oponiéndose al mainstream estadounidense, apuesta para mantener en el centro del análisis del pandillerismo los factores identitarios, evidenciando la necesidad de un lente cultural para observar y entender cómo se estructuran y se reproducen estas organizaciones juveniles. La adopción de este enfoque obliga el investigador a tomar en consideración para el análisis las diferentes manifestaciones de la violencia social, no solamente aquella visible de los pandilleros, sino también la violencia estructural silente, es decir, la violencia en que están sumergidos los pandilleros y de la que a menudo son víctimas. Esta violencia inerte está incrustada en los procesos históricos de medio y largo plazo, en los contextos públicos, en los ámbitos culturales, sociales y económicos y en los contextos privados familiares. Sólo teniendo en cuenta esta violencia, históricamente enraizada en muchos contextos sociales latinoamericanos, se puede analizar y comprender los actos violentos, a veces brutales, de los pandilleros. Los contextos en que las pandillas interpretan un papel importante y son más violentas, a menudo albergan un Estado ausente tanto materialmente como en cuanto referente simbólico, sobre todo si ha sido magullado por conflictos o guerra civiles en tiempo recientes cuya heridas sociales siguen todavía abiertas. Los territorios de las pandillas son barrios donde no se garantiza unas condiciones de vida decente por falta de infraestructuras y donde el desempleo, la precariedad laboral y el empobrecimiento se han vuelto la normalidad. En fin, la disgregación de las redes familiares extensa y la violencia intrafamiliar física y simbólica están a menudo en el trasfondo de la historia personal de los pandilleros. Todas estas condiciones de exclusión y marginación, por tanto, son el terreno de cultura donde nace y crece la organización pandillera, y donde la violencia se vuelve un imperativo social: en contextos de falta de confianza todos deben cuidarse y estar pronto a emplearla Cerbino insiste en que el análisis del fenómeno pandillero tiene que tener en cuenta tanto la violencia inerte (económica, política y simbólica) que reproduce las desigualdades de la estructura social, como la violencia activa, cotidiana que es la manifestación de esta violencia inerte en las familias, en los lugares de trabajo, en las comisarías de policía en las cárceles, etc. Por eso, siguiendo a Bourdieu, habla de ley de conservación de la 194

4 violencia (p. 35), como una clave analítica que permite ver al pandillero no sólo como victimario, sino también como víctima de la violencia. Este enfoque interpreta la violencia del pandillero como una devolución a la sociedad, por medio de actos violentos, de la violencia estructural que lo relega a la exclusión y a la marginalidad social, restableciendo de esta forma un equilibrio en los círculo de las violencias del que participa la sociedad en su conjunto. Enfocándolos desde esta perspectiva, los pandilleros ya no aparecen como actores inviables que hay que cohibir y normalizar, sino que se convierten en sujetos protagonistas de una creación cultural en los intersticios de la sociedad. El pandillero con su acción violenta desafía la sociedad de afuera que lo ha relegado a la exclusión, al castigo y a la marginalidad. Este desafío pasa a través de una masculinidad hegemónica, que se articula en un discurso autoritario fundado sobre el respeto y la autoridad. Un discurso, sin embargo, que no es exclusivo de las pandillas sino que está ampliamente difundido tanto en la esfera pública como privada en todos los estratos de la mayoría de las sociedades latinoamericanas. El respeto por el pandillero es una compensación de la falta de respeto que le tiene la sociedad. La violencia se vuelve, pues, uno de los pocos recursos simbólicos a disposición de estos jóvenes condenados a la marginalidad e invisibilidad social para obtener un poder reconocido en un determinado contexto territorial. De esta forma, los pandilleros convierten el estigma que les condena en un emblema (p. 51). Además, la acción violenta se vuelve un principio de organización de la pandilla dado que el liderazgo al interior de un grupo depende de la capacidad de defender a los otros miembros, lo que a menudo se traduce como capacidad de reacción frente a la acción violenta de otros grupos. Para fundamentar su tesis de la circularidad de las violencias, Cerbino nos presenta el sugerente ejemplo de los tatuajes en la cara de los mareros, los miembros de las famosas organizaciones pandilleras juveniles maras difundidas en las realidades urbanas de algunos Estados Centroamericanos (El Salvador, Honduras ). Los mareros suelen tatuarse en la cara los símbolos que marcan su pertenencia al barrio o la zona (usualmente identificada con un número), donde su mara extiende el poder. Además es frecuente que se tatúen también otras marcas para simbolizar el número de enemigos que han matado. El autor, tras señalar la diferencia entre estos tatuajes de rostro con los tatuajes corporales y los tatuajes estéticos (los que se hacen por moda), explica esta práctica ritual como una voluntad de simbolización que exprime, por una parte, la radicalización extrema de la pertenencia a un grupo y, por otra, la reacción frente a los normales, a los cuales se le devuelve su violencia imprimiendo en la cara las marcas de los territorios habitados por los mareros que padecen la violencia de la exclusión social. Es decir, la mirada del marero desafía la mirada de los normales que la cruzan, arrojándoles a la cara los símbolos de la violencia social y obligándoles a bajar los ojos: el rostro del marero, escribe Cerbino, 195

5 se convierte en la mayor evidencia de una fractura estructural que viven las sociedades centroamericanas, que parecen tolerarla o que son incapaces de suturarla (p. 50). Siguiendo con este ejemplo etnográfico el autor reflexiona sobre las políticas institucionales de recuperación y re-inserción de los ex pandilleros, tema que trata detalladamente en el capítulo 5. Las políticas de reinserción de los mareros prevén, como paso imprescindible, el borrado del tatuaje. Para volver a ser parte de los normales los mareros tienen que certificar que han dejado atrás la pandilla sobre todo en el nivel simbólico, así que, por ejemplo, para conseguir un trabajo un ex marero tiene que enseñar como prueba la huella de la eliminación del tatuaje, que a menudo se hacen con ácidos o con planchas porque el tratamiento laser es demasiado costoso. Cerbino evidencia como la práctica del borrado es siempre solitaria mientras que la práctica ritual de tatuarse es eminentemente grupal, dado que marca la entrada en el grupo. Borrar el tatuaje, significa por un marero renunciar a la aun tenue reivindicación simbólica de una existencia social. Las huellas de la eliminación, pues, son un símbolo de disciplinamiento del cuerpo, una ulterior violencia, que termina con producir parias: si pertenecer a la mara y tatuarse la cara es una forma de subjetivación borrar el tatuaje es un símbolo de sujetamento). Por eso, Cerbino remarca que toda práctica de intervención que produce ulterior violencia no puede ser eficaz para disminuir la violencia pandillera. Sin embargo, como observa el autor, la mayoría de las intervenciones institucionales sobre pandillerismo que se han llevado a cabo en Latinoamérica han ido hacia esta dirección: por ejemplo se recuerda en el libro las políticas represivas, como el Plan Mano Dura y el Plan Súper Mano Dura en Honduras y El Salvador, que han registrado un sinnúmero de abusos policiales y han sido declaradas inconstitucionales en los últimos años. Esta obra avanza una propuesta que va en dirección contraria y entiende sustituir el enfoque securitario y represivo, que ha marcado las políticas institucionales dirigidas hacia las pandillas, por un enfoque comunitario. Esta perspectiva implica un trabajo que involucra no solamente a los pandilleros, sino a todos los actores del entorno que entran en juego cuando se habla de pandillas (medios de comunicación, fuerzas de policía gobierno locales ). En primer lugar, este enfoque propone evitar poner como principal objetivo la deslegitimación y la desarticulación de las organizaciones pandilleras. Sólo reconociendo como legitimas las identidades pandilleras se podrá empezar un trabajo que apunte a proponer códigos alternativos a la violencia, generar nuevos mecanismos de relación que puedan fortalecer las redes de estos chicos, permitirles recuperar la palabra, salir de la invisibilidad social y, en fin, promover transformaciones estructurales. Sólo a través de un empoderamiento que actúe de forma holística sobre el contexto social será creíble para estos jóvenes una propuesta de códigos alternativos a la violencia que les permitan competir con los mismos códigos de los normales. Eso Cerbino lo advierte desde la introducción, donde cita Bobbio: Toda condena de la violencia es estéril si no 196

6 va acompañada de la búsqueda de medios alternativos. Para ser realmente una alternativa la no-violencia debería ser un procedimiento, una teoría y una práctica que cumpla con la misma función que la violencia organizada y que tenga la misma eficacia que los procedimientos que emplea la violencia para alcanzar una meta considerada valiosa: el poder, el bienestar, la paz, la libertad o la justicia (Bobbio, 2000: en Cerbino cit. p. 14). En el capítulo 6 se expone detalla y ampliamente las experiencias llevadas a cabo con un enfoque comunitario con la organización juvenil Latin Kings tanto en Barcelona como la llevada a cabo en Ecuador con el proyecto CETOJ (Centro Tecnológico de Organizaciones Juveniles) y que han llegado en ambos casos al reconocimiento legal de la organización en los dos contextos 1. A este cambio de mirada sobre las pandillas el autor considera que contribuye mucho el papel que interpreta el investigador, tanto desde el punto de vista metodológico como desde el punto de vista político. Por un lado el investigador tiene que, en primer lugar, dejar de limitarse a un acercamiento secundario a las pandillas a través de informaciones recogidas de ex pandilleros, periodistas, policías, etcétera. Aunque la clandestinidad de muchas de estas organizaciones es una barrera muy fuerte a la que se tiene que enfrentar, el investigador tiene que llegar a buscar estrategias metodológicas para acercarse a los pandilleros para investigar la estructura organizacional de las pandillas, la simbología y los intercambios semióticos. En segundo lugar, como detalla en el proyecto de formación y capacitación del CETOJ (p. 68), el investigador tiene que despojarse de su posición de poder cultural y lingüístico que lo coloca por encima de estos jóvenes, y entender que la transformación no puede ser una tarea sólo de los excluidos: por ejemplo, primariamente, el investigador tendría que reconocer como legítimos los valores y el universo y vocabulario de los pandilleros. El autor critica de forma tajante todas aquellas metodologías y técnicas que tienden a conservar la asimetría de capitales entre investigador y pandilleros. Técnicas como la del cuestionario, por ejemplo, no favorecen el proceso de recuperación de las palabras de estos sujetos, y reproducen la dicotomía víctima-victimarios, interpretando la violencia pandillera desde el tamiz moral con la que siempre se interpretó. Las técnicas etnográficas características de la Antropología parecen, al contrario, más adecuadas para acercarse a estos sujetos, para reducir la desconfianza, la auto-marginación y para restituirle la palabra. Por otro lado, el autor considera que el investigador no puede limitarse al «testimonio etnográfico de la violencia» (p. 16) sino tiene que asumir un papel político redefiniendo la agenda pública y académica. El investigador tendría que mediar entre instituciones 1. Una experiencia parecida se ha llevado a cabo en Genova (Italia) donde se ha llegado a un proceso de pacificación entre pandillas y a su reconocimiento institucional (Queirolo Palmas, 2009). 197

7 y pandillas, y desencadenar una trasformación en que todos los actores, él incluso, participen compenetrando sus roles más para allá de los discursos oficiales. En este sentido Cerbino insiste en que haya que sostener una «lucha hermenéutica sobre el significado de la pandilla» (p. 20), dándole públicamente otros significados respecto al único valor semántico que tiene en el imaginario colectivo, a causa también de la narración mediática. Interesante en este sentido es el análisis del tratamiento mediático que se dio en España en el último decenio sobre las bandas (que en la península tiene la misma carga semántica que pandilla en Latinoamérica), constituidas por jóvenes hijos de inmigrantes latinoamericanos (capítulo 4). Los medios narraban un desembarco de las pandillas y de su violencia en la Península Ibérica a mano de los hijos de aquellos inmigrantes que pocos años antes habían invadido España. La narración sobre las pandillas, basada sobre la criminalización y el pánico moral, por tanto, iba de la mano y reforzaba la narración estigmatizadora acerca de la inmigración que dominaba la opinión pública en los años del boom económico español. Al contrario, es propiamente el fenómeno de re-fundación de las organizaciones pandilleras en España el que evidencia, por una parte, cómo la pandilla es una forma de encontrar reconocimiento grupal en un contexto de exclusión y estigmatización (Cerbino, 2012). Por otra parte, el hecho de que no se pueda comparar mínimamente los actos violentos atribuibles a pandilleros en Latinoamérica con los ocurridos en España (aunque haya habido también algún asesinato), es una clara demostración de que la violencia en y de las pandillas está relacionada con la violencia inerte producida por el contexto social y las condiciones estructurales donde nacen y se reproducen estas organizaciones juveniles. Lo único que hemos echado de menos en este libro es un pequeño apartado fotográfico que acompañara el análisis sobre los tatuajes en la cara. Además nos quedamos con la curiosidad de conocer las formas de participación y de influencia de las jóvenes mujeres en estas organizaciones pandilleras, casi exclusivamente varoniles y dominadas por una representación de masculinidad hegemónica, aunque nos damos cuenta de que esta análisis excedería los objetivos de esta obra. El lugar de la violencia, concluyendo, es una lectura altamente aconsejable tanto para quienes se centren en el estudio de juventud y pandillas juveniles como para quienes se interesen por temas vinculados con la sociedades latinoamericanas, dado que Cerbino, a través de la lente de la pandillas, consigue enfocar distintas dinámicas estructurales que están en la base de otros fenómenos sociales en las sociedades del Cono Sur. Esta obra puede resultar de elevado interés, también, para profesionales que trabajan con jóvenes en riesgo de exclusión, sobre todo en la segunda parte del libro donde se detalla, evidenciando resultados y limites, una propuesta metodológica de trabajo con jóvenes pandilleros. 198

8 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Bobbio, Norberto (1999) Teoría General de la Política. Madrid: Trotta. Bourdieu, Pierre y Wacquant, Louise (1992) Respuestas: por una antropología reflexiva. Mexico D. F.: Grijalbo. Cerbino, Mauro (2011) Más allá de las pandillas, Violencias, juventudes y resistencias en el mundo globalizado. Quito: Flacso-Ecuador. Cerbino, Mauro y Recio, Carolina (2006). Jovenes Latinos y medios de comunicaciçon. En Carles Feixa, Laura Porzio y Carolina Recio, C. Jóvenes latinos en Barcelona. Espacio público y cultura urbana. Barcelona: Anthropos y Ajuntament de Barcelona. Cerbino, Mauro y Rodríguez, Ana (2012) Otras migraciones: los Latin Kings en España en el relato de F.. Revista Andaluza de Antropología, 3 [en línea] 20 de febrero de 2013]. [Consulta: Queirolo Palmas, Luca (2009) (ed) Dentro le gang. Giovani, migranti e nuovi spazi pubblici. Verona: Ombre Corte. 199