El dominio de la memoria

Transcripción

1 S El dominio de la memoria Sousan Abadian El dominio es una elección 1 omos bendecidos por vivir en una época sin precedentes. El temor podría hacernos pensar que mis acercamos a un choque apocalíptico del que solo sobrevivirán unos cuantos elegidos. El amor, en cambio, nos hace saber que el paroxismo individual y colectivo que experimentamos son los dolores de parto de nuestro Yo soberano, auténtico, integrado, poderoso, completo, profundamente conscientes de ser parte de todo lo que existe. Estar disueltos es nuestra más profunda ilusión de dualidad y separación y de las limitaciones percibidas. Esta disolución puede ser atemorizante en la medida que la tierra comienza a resquebrajarse bajo nuestros pies, aunque nos anuncia ya el terreno estable y los destellos de alegría que llegan con la liberación y con el descubrimiento de nuestro derecho a renacer como cocreadores de nuestra realidad. Ya no estamos desamparados, a merced de pensamientos, creencias, sentimientos y recuerdos que nos rondan y debilitan v que utilizamos para causarnos daño y causarlo a los demás. Ahora, más que nunca, tenemos la opción de tener dominio o maestría sobre nuestro propio destino. Utilizo la palabra "dominio" (master) de manera deliberada. Dominar la memoria forma parte de esta nueva posibilidad de tener maestría en la vida. Dominar la memoria quiere decir que somos maestros alquimistas que trasmutamos en elíxir de sanación lo que parece veneno, y que lo empleamos para nutrirnos y fortalecernos y nutrir y fortalecer a los demás. Antes, master era un título que se otorgaba a los grandes maestros espirituales. Pienso que ahora está disponible para todos, a medida que desarrollamos nuestras capacidades emocionales. El acto de persuadir a nuestros corazones abiertos para que sanen, perdonen, se reconcilien y trasformen las armas en instrumentos de paz nos brinda las oportunidades necesarias para abandonar nuestras identidades secundarias y emerger en nuestras identidades primarias como maestros de nuestra propia luz. Carece de importancia que usted sea o no un ser religioso, espiritual, creyente o no creyente en algún dios. El hecho de que usted esté leyendo este libro indica que cree en alguna forma de ética laica. Sea usted un maestro en este sentido. 1 La autora entiende por memoria el ejercicio de traer los recuerdos más que la facultad misma de la memoria, de ahí que en la traducción se haya decidido usar recuerdo y memoria para decir lo mismo. Asimismo, se tradujo lo master memory intercambiablemente como manejo, dominio, maestría de la memoria (de los recuerdos), sugiriendo que este ejercicio conlleva un fuerte componente de sabiduría (N. del Ed.). 119

2 CULTURA POLÍTICA DE PERDÓN Y RECONCILIACIÓN La maestría exige, antes que nada, un compromiso con la sanación y esta implica que abracemos el pasado y todas aquellas memorias difíciles que nos mantienen secuestrados, para enfrentar nuestros miedos y sentir y liberar el dolor, así como cualquier creencia restrictiva relacionada con ellas. Después, sanar nuestras heridas requiere aprovechar los dones y las lecciones que nos hayan dejado esas memorias difíciles. Por último, la sanación exige reenfocar la atención en lo que nos nutre, incluidas las memorias o interpretaciones que representan fortalezas, legados saludables que son ocultados con frecuencia por otras memorias traumáticas. El proceso de sanación abona el terreno de nuestros corazones para el crecimiento emocional necesario en el cultivo de la confianza, los límites apropiados, la humildad, la ternura, la compasión, la amabilidad y la generosidad de espíritu. La sanación nos permite comenzar a experimentar la dignidad innata y la magnificencia de todos los seres, al tiempo que, desde el lugar de nuestra herida, nos damos cuenta de cómo pueden causar daño las personas, y efectivamente lo hacen. Este viaje de dominio mediante la sanación de nuestro pasado puede parecer ambicioso. Imagine usted los grandes cambios que podríamos experimentar si pudiéramos aceptar completamente lo que es y lo que ha pasado, hacer duelo por lo perdido, abandonar prejuicios, comprender al menos, si es que no alcanzamos a perdonarnos a nosotros mismos ni a los demás, las vueltas que ha dado nuestra vida -que quizá hayamos querido de otra manera- y, al mismo tiempo, ser capaces de reclamar nuestros dones y los legados positivos del pasado. Parece ambicioso, pero muchas personas ya están comprometidas con este proceso. Una vez hayamos acogido nuestras memorias con el fin de sanarlas, podremos aflojar los lazos que atan esa memoria y desapegarnos del pasado. En este nivel, la maestría nos reta a recordar nuestra verdadera identidad expansiva y a reconocer que somos mucho más que la suma total de nuestras experiencias, de dónde procedemos y quiénes pensamos que hemos sido hasta ahora. Nos permitimos la liberación del pasado, y evitamos ser secuestrados por el apego a las memorias que tienen otras personas sobre nosotros. Nos damos permiso para abrazar la posibilidad de ser inocentes en el fondo y poder renacer en cada momento. Del mismo modo, concedemos a otros la misma gracia, reconociendo que, si así lo deciden, ellos son también mucho más que lo que dictan sus pasados. Mantenemos una visión dual simultáneamente: vemos con claridad los momentos de olvido en que nosotros y otras personas hemos sido presas de las maquinaciones de nuestros pequeños yos, y al mismo tiempo vemos que somos mucho más que lo que nos hacía creer en la ilusión en que caímos presos. Detrás de toda maestría está el reconocimiento de que somos responsables y podemos elegir cómo mantenemos nuestro pasado, y si utilizamos nuestra memoria para limitarnos y lastimarnos y limitar y lastimar a los demás o si la empleamos 120

3 El DOMINIO DE LA MEMORIA / Soasan Abadian para fortalecernos y liberar y expandir nuestra conciencia en el servicio amoroso a Todo lo que es. Sanar y dominar las memorias es una elección que, gústenos o no, es solo nuestra. El desafío de nuestra épocas dominar las memorias individuales y colectivas No solo nos enfrentamos al manejo de nuestras memorias individuales, sino también de las memorias colectivas. El hecho de que no nos haya sucedido nada personalmente no necesariamente disminuye su poder. Quizá como judí os, armenios, indígenas, camboyanos, ruandeses no hayamos experimentado nunca el genocidio por el que pasó nuestro pueblo; sin embargo, la memoria colectiva nos afecta y determina. Sus efectos pueden ser sutiles en la formación de las generaciones venideras, al incidir en la manera de criar a nuestros hijos. Más sutiles son los modos en que las memorias colectivas se trasmiten de generación en generación a través de relatos, leyendas, narraciones religiosas e interpretaciones de relatos históricos. Con frecuencia se mezclan hechos y mitos en grados diversos y se trasforman en la versión cierta de alguien. El poder de las memorias no está en su exactitud. Alguien puede poner en duda la verdad de una persona o de un grupo; sin embargo, su impacto en nuestras vidas no disminuye, sean ellas exactas o inexactas. El hecho de que retornemos una y otra vez a ellas, y creamos en ellas y seamos hipnotizados por ellas, las convierte en una fuerza que debemos tener en cuenta. El reto de la maestría está en recuperar nuestra capacidad de mantenerlas de manera que nos nutran y sirvan, así como en liberarnos de ellas cuando lo decidamos. Las memorias ancestrales nos afectan, pero pueden afectarnos también eventos e historias (recuerdos almacenados o "historiados") de otras personas que no están relacionadas con nosotros de modo directo. En esta época de mass media, twitter, Internet y Facebook, hemos asistido en primera fila a dramas atroces que se desarrollan en otras partes del mundo, y comenzamos a participar en la construcción de memorias de personas que nada tienen que ver con nuestras vidas. Así mismo, nuestra conexión con otras personas -en el pasado y en el presente- es mucho más estrecha de lo que nos atrevemos a admitir. En esta época de conciencia global, las enseñanzas de pueblos nativos de Norteamérica resuenan con mayor verdad que nunca: "El honor de uno es el honor de todos. El dolor de uno es el dolor de todos". Interconectados como estamos, la labor de dominio de las memorias es un trabajo de todos, individual y colectivamente. Si pudiéramos mirar atrás y observar a vuelo de pájaro, veríamos como si la humanidad estuviera comprometida en un experimento mundial llevado a cabo en las fronteras del perdón y la reconciliación, y que ese aprendizaje va cobrando velocidad. El manejo de las memorias es una parte importante de este aprendizaje. 121

4 CULTURA POLÍTICA DE PERDÓN Y RECONCILIACIÓN Lo que quiero decir es que toda la brutalidad inimaginable que hayamos visto y experimentado en el siglo pasado no ha sido nada nuevo en los anales de la historia de la humanidad. Lo que sí es nuevo es como vamos a hablar de esto como comunidad global, qué haremos para prevenir la guerra, el genocidio, el Holocausto y demás atrocidades, y qué haremos con nuestras memorias. Por ejemplo, nuestra memoria de las atrocidades de la Primera y de la Segunda Guerra Mundial puede emplearse para mantener la animosidad o para estimular a las comunidades largamente motivadas por el odio y la venganza a reconciliarse, para vivir todos en paz y proclamar "nunca más". La existencia de la Unión Euro-pea es un testimonio extraordinario de que realmente es posible. Hace menos de un siglo era inimaginable la UE, conformada por Estados-nación que libraron implacables guerras entre sí durante siglos. En la actualidad, en países como Ruanda, se pide a las personas que luchen contra la memoria de los horrores, vivan de verdad unidos y hagan las paces con quienes unos años atrás ante sus ojos cometieron atrocidades, violaciones, mutilaciones y masacres a sus seres queridos. Cómo es posible que el corazón humano» descienda a ese nivel de crueldad? Sin duda, es difícil de olvidar, pero existen quienes (gente común, héroes corrientes) están ensanchando las fronteras de lo que podemos imaginar como posible. La frontera última no es el espacio, sino el corazón humano. Interpretar la enfermedad de Alzheimer y el estrés postraumático Con frecuencia, el corazón nos habla en términos simbólicos o metafóricos. Si continuáramos mirando a vuelo de pájaro, observaríamos dos desórdenes de la memoria que campean en nuestra época: la enfermedad de Alzheimer y el estrés postraumático. Qué podrían sugerirnos metafóricamente acerca del manejo de la memoria. 7 En la actualidad, la enfermedad de Alzheimer afecta más cantidad de personas mayores que antes. Este desorden cerebral, uno de los característicos del envejecimiento y de la edad moderna, provoca con el tiempo la pérdida de las memorias de las personas y, eventualmente, de su capacidad de realizar funciones básicas cotidianas. Esta puede ser una experiencia traumática para seres amados cuyos padres y abuelos se sumergen cada vez más en dominios interiores a los que ellos no pueden acceder. Pero si por un momento pudiéramos observar con ojos simbólicos la ocurrencia creciente de la demencia, si pudiéramos ver a la humanidad como un cuerpo y las enfermedades como síntomas de una clase de discordancia o desarmonía presente en la humanidad, cómo interpretaríamos la prevalencia de la enfermedad de Alzheimer y qué nos sugiere ella acerca de lo que necesitamos reequilibrar en todos nosotros? Una interpretación obvia sería que el Alzheimer es una pérdida de la memoria, que nuestras memorias se han convertido en una carga para nosotros y que necesitamos liberarnos de ellas. El almacenamiento creciente de la memoria 122

5 El DOMINIO DE LA MEMORIA / Sousan Abadian personal y de la memoria colectiva puede limitar nuestra libertad de autoexpresión: cómo podríamos ser, cómo nos experimentaríamos y cómo experimentaríamos el mundo, si no estuviéramos constreñidos por la camisa de fuerza de lo que nosotros y los demás hemos hecho y sido antes' Imagine por un instante la paz y el anuir que podrían reinar si Israel y Palestina (y la comunidad mundial) fueran despojados de su memoria colectiva. En su libro Mi derrame de lucidez (2008), la neurocientífica de Harvard, Jill Bolte Taylor, describe un grave derrame cerebral que sufrió. Dado que su hemisferio izquierdo dejó de funcionar y fue empujada a usar su hemisferio derecho, más intuitivo y "anclado en el presente", describe su experiencia de euforia e incluso un sentido de unión mística tan pronto se disolvieron los límites entre su identidad y todo a su alrededor. /No seríamos, nos sentiríamos y actuaríamos de manera diferente si, nosotros también, en un "derrame de lucidez", fuéramos desconectados de repente de las presiones externas del mundo y del pasado y, en vez de ellas, experimentáramos "una paz que sobrepasa la comprensión" -que llega cuando acallamos nuestro cerebro locuaz- y nos liberáramos Je nuestro bagaje emocional acumulado, como describe Taylor? 'Qué anhelas ser, cómo anhela expresarse tu más profundo Ser, aunque se sienta incapaz de hacerlo, atrapado como estás en la. identidad y en los roles moldeados por tu memoria y la de los demás.' Nuestra identidad se vuelve rígida y nuestro propio ser se constriñe y se hunde bajo el peso de las memorias. Aflojar la presión que las memorias nos infligen nos permite lograr una cierta libertad sobre el pasado. Nos permite estar más presentes en el ahora, más abiertos a expresarnos de manera diferente o a expresar con libertad lo que nunca antes se había permitido en un reino libre. Liberarse del pasado y llegar a ser presente ha sido un antiguo mantra en muchos círculos espirituales, y de hecho una corriente cada vez más dominante de la sociedad reconoce su valor, tanto en la promoción de la salud y del bienestar como en los ambientes organizacionales y de negocios (por ejemplo, para las aplicaciones empresariales, véase Senge et al., 2005, y Scharmer, 2009). La enfermedad de Alzheimer obliga a las personas a liberarse del pasado... es la enfermedad de dejar que las cosas pasen. La memoria se desvanece, sobre todo a corto plazo, obligando al paciente y al cuidador a vivir el momento. Si consideramos las últimas herramientas emocionales que conducen a la felicidad, veremos que vivir en el momento es una de ellas. El tiempo cesa para mí cuando piso el territorio del Alzheimer: no importan lo agitado del día ni qué actividades frenéticas desarrollo: produciendo, trabajando, escribiendo, haciendo diabluras con los hijos, arreglando la casa, cumpliendo el papel de esposo. Una calma se apodera de mi corazón; vivo en el momento. Con pocas expectativas, visito a mi madre, mi antigua confidente, compañera de luchas y comentarista ambulante. No espero 123

6 CULTURA POLÍTICA DE PERDÓN Y RECONCILIACIÓN que sea lo que una vez fue: activa, luchadora y próspera mental y físicamente. He preferido reducir mis expectativas para abrazar a la mujer que veo ante mí: todavía activa, fuerte y vibrante. Visceralmente, es mi madre. Nos estrechamos las manos y nos palpamos mucho. Nos frotamos las narices como tos esquimales, como cuando yo era una niña pequeña. Le llevo un helado con chocolate y unos cuantos chocolates para las demás mujeres sentadas a su mesa. Ella y las demás disfrutan el regalo, mi visita y mis chistes. Aquí soy la estrella. Hago fotos mentales para recordar a mí madre en esa etapa. No importa lo que se haya perdido, lo profundo del amor materno permanece. A pesar de todo lo que ha olvidado, me reconoce, aunque no pueda decir mi nombre. Algunas veces me llama su madre. Y acierta, porque me he convertido en su madre. El amor maternal es eterno 2. Lo anterior no niega el profundo sufrimiento que causa la enfermedad de Alzheimer. Quizá podamos redimir en parte esta pena tomando en serio los interrogantes que suscita esta temible enfermedad: quiénes seríamos si, liberados de las ataduras de nuestra memoria y estando más presentes en el ahora, quisiéramos ser lo que queremos. 7 A primera vista, el desorden del estrés postraumático (DEPT), otra alarmante enfermedad de los "tiempos modernos", parece otro tipo de padecimiento. Con el DEPT la memoria y los sentimientos, sobre todo los dolorosos, en lugar de alejarse e n t r a n en escena sin aviso, irrumpen en nuestra vida y nuestros sueños sin que los invitemos. Cómo podríamos interpretar el mensaje simbólico que envía a la humanidad este "desorden de dominio de las memorias" cada vez más visible 7 Una probable interpretación es que nuestros recuerdos oscuros ya no permanecen ocultos o reprimidos, sino que necesitan ser honrados y salir a la luz del día antes de deshacernos de ellos. Es necesario conocer y visibilizar los traumas generados por estos recuerdos dolorosos, para no repetirlos. En síntesis, de modo metafórico, el DEPT puede describirse como un mal de "demasiada" memoria y el Alzheimer como de "poca" memoria. Aunque pa-recen enfermedades diametralmente opuestas, paradójicamente y en términos simbólicos, al interpretarse pueden expresar lo mismo: las memorias pueden estorbarnos. Muestran que tenemos una parte que ya no puede mantenerse a raya y que ansia liberarse de los constreñimientos y del peso de los recuerdos para expresarse con más libertad y autenticidad. En el primer caso, ellos deben borrar-se; en el segundo, tenemos que enfrentarlos para liberarnos de ellos. Lo que no podía salir a la luz del sol exige ahora ser ventilado: nuestra inocencia, nuestra paz y nuestro regocijo emergen cuando eliminamos las capas externas de dolor, culpa, ira y pena. La sanación comienza cuando reconocemos el dolor y cuando lo develamos. 2 Alzheimer. una interpretación espiritual. En línea: 124

7 DOMINIO DE LA MEMORIA / Sousan Abadian Sanar las heridas ocultas Nombrar la bestia Cuando estamos abrumados por experiencias demasiado dolorosas, algunas veces por fortuna podemos disociarnos de ellas y de nuestros sentimientos al respecto y alejarnos durante cierto tiempo. Por desgracia, reprimir nuestros sentimientos dolorosos y las memorias que los generaban crea más problemas a largo plazo. Cuando estamos disociados, podríamos reprimir algunos de tales recuerdos o, a lo sumo, nuestros sentimientos de esas experiencias. Por ejemplo, en la niñez de Manuel, cuando su madre se encolerizaba, lo golpeaba con un látigo. De adulto, Manuel se negó a recordar esa situación, no obstante que sus hermanos hablaban del terror que sentían cuando veían un látigo. Aunque empezó a reconocer la existencia de esos episodios, minimizaba los sentimientos de traición, el dolor profundo y la ira que sentía cuando niño diciéndose que debió haber merecido los azotes o que estos no fueron tan graves porque su madre no le sacó mucha sangre. Infortunadamente, al disociarnos de nuestros sentimientos profundos, también negamos las creencias perjudiciales que hemos construido acerca de nosotros, de los demás y de la vida como resultado de esas experiencias. Por ejemplo, Manuel había concluido inconscientemente que era intrínsecamente culpable y que merecía el castigo. Al llegar a la edad adulta, sus relaciones con los demás reflejaban esta creencia, siempre hacía trabajo extra y se entregaba demasiado a los demás, como si necesitara demostrar su valía. La disociación puede ayudarnos a sobrellevar una situación que, de otro modo, sería intolerable, pero con el tiempo lo reprimido volverá a rondarnos. Los adultos abusados o abandonados cuando niños tienden a sacar conclusiones perjudiciales que, si se dejan en el inconsciente y no se enfrentan, causan grandes sufrimientos a ellos y a los demás. Si uno de los padres los decepciona sistemáticamente, ellos concluyen que no puede confiarse en los adultos, que en verdad no puede confiarse en nadie que represente autoridad. De niños sus necesidades no fueron satisfechas y decidieron creer que no merecían atención positiva y que siempre aquellos a quienes amaban los abandonarían. Las decisiones inconscientes que han tomado las personas y las memorias en que se apoyan para esas decisiones son tan dolorosas que a menudo las ocultan hasta de sí mismos. Si estas creencias restrictivas se mantienen ocultas e incuestionadas, causan mucho daño a medida que la persona pasa de niño a adulto. Cuando las personas son adultas, algunos eventos de la vida cotidiana que de cierta manera les recuerdan sus primeros traumas pueden desencadenar sentimientos abrumadores: en ocasiones, un olor, una visión, un sonido pueden ser suficientes para actuar como desencadenantes y hacer que las personas vuelvan a experimentar los 125

8 CULTURA POLÍTICA DE PERDÓN Y RECONCILIACIÓN sentimientos que tuvieron durante su experiencia de trauma. Cuando un trauma se asocia a determinada fecha o a una hora del día, y esta fecha o esta hora llegan, pueden disparar sentimientos asociados al trauma particular. Para las personas cuyos traumas se originaron en la niñez, el evento desencadenante puede hacerlas retroceder a un estado de sentimientos y creencias limitantes. Para quien observa la situación desde fuera, el comportamiento de la persona puede parecer inadecuado y exagerado en el contexto actual, porque ignora que se ha disparado una asociación. Aunque la edad de quienes lo experimentan diga que son adultos, sienten y se comportan como si todavía fueran niños, inundados y abrumados por los sentimientos asociados a los traumas originales, congelados en el pasado, en una etapa temprana. Por ejemplo, Eva es una mujer de edad mediana, madre de tres hijos, que experimentó el abandono severo de sus padres en la niñez. Su padre era adicto al juego y su madre no podía prestar mucha atención a Eva por estar demasiado ocupada en satisfacer las necesidades de supervivencia y tratar de controlar los comportamientos del padre. Eva también presenció frecuentes y violentas discusiones entre sus airados padres, que la dejaban aterrorizada ante la idea de perderlos y quedar más sola todavía. Su hermano mayor, abrumado por sus propios sentimientos de abandono, poco podía servirle de consuelo: a los quince años la ignoraba y se encerraba en si mismo. Eva misma contrajo matrimonio muy joven y dejó el hogar, pero jamás se reconcilió con su familia. Entonces, cuando diagnosticaron cáncer a su padre y su marido se mostró particularmente distante, ella se deterioró: escasamente se levantaba de la cama en las mañanas, abrumada como estaba por sentimientos de ira y tristeza. Finalmente, buscó ayuda. Su esposo acababa de perder su empleo; por tanto, era comprensible que estuviera muy encerrado en sí mismo. La muerte inminente de su padre y el repentino ensimismamiento de su esposo fueron situaciones disparadoras para Eva. Volvió a experimentar el abandono y la soledad de su niñez. Como parte de su sanación, se le pidió a Eva que respondiera un ejercicio escrito diseñado para acceder a sentimientos de la niñez y a creencias limitantes, detonantes por (a situación actual. En el ejercicio se le pedía completar la frase "La realidad es que..." y ver dónde se relacionaba con ella (para saber más sobre este y otros ejercicios excelentes, véase Casarjian, 1992: 59). A continuación se trascriben las respuestas de Eva: La realidad es que no siento que me brinden cuidados. La realidad es que me siento ignorada, abandonada, no valorada. Prescindible. La realidad es que me pregunto si le importo a alguien, si alguien me ama. La realidad es que me pregunto si soy amorosa. La realidad es que me enojo pensando que he sido convertida en una persona que no es adorable. 126

9 EL DOMINIO DE LA MEMORIA / Sousan Abadian La realidad es que estoy triste y sola. Tengo miedo. Lo que siento me asusta mucho. Una niña pequeña acurrucada en una esquína, cabizbaja, con las piernas encogidas, meciéndose como una bola compacta. Llorando en silencio por temor a l l a ma r la atención, ser castigada o abandonada. También sentía rabia. Por qué me ocurre esto? Y bajo ese sentimiento hay un profundo dolor. Soledad. Y bajo ese sentimiento uno piensa "Dios por qué me has abandonado?" Y bajo ese sentimiento se halla la aniquilación. Me asusto porque la vida no tiene sentido, porque la vida es solo dolor. Me asusto porque no hay cuidado para mí en el mundo: porque hay una competencia brutal en el mundo y porque incluso finalmente soy así. Me asusta que yo sea también una herida ambulante, una muerta en vida y que cada día contagie mi desespero a quienes amo. Estoy destrozada sin remedio. Me desprecio y desprecie) todo lo que he construido y lo que estoy construyendo... Es importante observar que cuando el trauma es prolongado, como pasa en el abandono durante la niñez, los propios sentimientos y creencias limitantes no se asocian necesariamente a un "recuerdo" particular o a Un evento recordado, sino que se convierten más en una huella que lo invade todo. Eva expresa la clase típica de creencias restrictivas basadas en traumas (en otros textos, las he denominado narrativas tóxicas postraumáticas): estoy falta de amor, soy culpable, estoy sola y abandonada, estoy destrozada, la vida no tiene sentido y es un sufrimiento, nadie merece confianza. Para hacer aflorar estas ideas es necesario comenzar la sanación. En memoria de un conocido cuento de hadas infantil europeo, Torrey (1986) llama "principio de Rumpelstiltskin" a los efectos de liberación producidos al reconocer finalmente el dolor y dar un nombre al trauma (véase también Frank y Frank, 1961, 1991: 48). Rumpelstiltskin es un cuento que ilustra lo que ocurre a las personas que pueden enfrentar y dar un nombre a lo que las esclaviza. En esa historia, una joven mujer es encerrada repetidamente en una torre llena de paja con la tarea de convertirla en hilos de oro. Si no lo hace, será asesinada. A una criatura mágica que aparece milagrosamente para hacer el trabajo por ella le da todo lo que posee. Por último, al no tener nada más que darle, le ofrece el primer hijo que le nazca a cambio de hilar los últimos montones de paja. Años después, casada la joven con un príncipe y habiendo dado a luz a su primer hijo, tuvo que enfrentar a la criatura, que vino a reclamar su paga, exigiéndole que cumpliera su promesa. Desesperada por no querer perder a su hijo, la joven le rogó que hicieran otro trato. La criatura le ofreció liberarla de la promesa de entregarle al niño si adivinaba cuál era su nombre en un plazo de dos semanas. La mujer llamó a sus consejeros, pero todos los intentos de 127

10 CULTURA POLÍTICA DE PERDÓN Y RECONCILIACIÓN adivinar el nombre de la criatura eran vanos. Finalmente, la última noche, cundo casi toda esperanza estaba perdida, uno de sus criados, que permanecía oculto entre los árboles, vio que la criatura danzaba ante una fogata y le escuchó decir alegremente que la mujer nunca adivinaría que se llamaba Rumpelstiltskin. Rumpelstiltskin, dijo en voz alta la mujer cuando apareció para reclamar al niño, su antiguo salvador y ahora su torturador. Y al adivinar el nombre correcto, la reina pudo conjurar la amenaza que pesaba sobre ella y su hijo. Asi se libró de cumplir una promesa hecha en un momento de desesperación. Aunque la criatura le ayudó a superar su pena en el pasado, la promesa de entregarle su hijo era un precio demasiado alto. Ella no tenia que sacrificar a sus hijos, no tenía que continuar el trauma en el presente ni en la próxima generación, aunque en el pasado hubiera estado dispuesta a pactar tal compromiso para sobrevivir. Judith Herman (1992: 158) señala las implicaciones que trae "nombrar la bestia" para las mujeres ahusadas con quienes ella trabaja: Cuando deja de estar prisionera en la mudez del trauma, descubre que hay un lenguaje para su experiencia. Descubre que no está sola, que otras personas han sufrido la misma situación. Descubre, además, que no está loca, que los síndromes traumáticos son respuestas normales de los seres humanos a circunstancias extremas. Por último, descubre que no está condenada a sufr ir esta condición de manera indefinida, que puede recuperarse, así como lo han hecho otras personas. En consecuencia, dominar la memoria no consiste en evitar nuestras experiencias del pasado ni nuestros muy reales sentimientos; por el contrario, para dejar que el pasado se vaya, primero es necesario conocer y enfrentar el dolor que sentimos: nombrar la bestia. Establecer intenciones claras de sanación Otra historia surge del significado de la raíz ele la palabra "memoria". Con frecuencia, la raíz de una palabra da luces sobre su significado profundo. Memoria es la reduplicación de la palabra "me-mor" o Mimir, nombre atribuido en la antigua mitología nórdica a un gigante de fuerza sobrehumana3. Mimir sostiene sobre sus anchos hombros las montañas Kjolen, semisumergido en las Aguas de la Suprema Sabiduría. De hecho, al haber estado inmerso así y sostener las montañas desde tiempos inmemoriales, forma parte de la montaña misma. Se cuenta que los oráculos antiguos, buscando la guía y la sabiduría de la Tierra, trajeron vasijas para recoger agua de los manantiales. Odín, el dios supremo de los dioses ele la antigua mitología nórdica, es representado con un solo ojo, 3 Para consultar raices indoeuropeas, véase The American Heritage Dictionary of the English Language, 4 ed.,

11 El DOMINIO DE LA MEMORIA / Sousan A badián porque sacrificó el otro para beber de la fuente de Mimir y alcanzar mayor sabiduría. Mayor sabiduría que tiene muchas facetas y formas de expresión: aumentar la com-prensión y la introspección, elevar la capacidad de compasión, de amor a la bon-dad, de aceptación y del actuar justo. Lo que el significado de la raíz de la palabra memoria empieza a sugerir es que, si nos acercamos con la intención adecuada a la Fuente de Mimir, también podemos beneficiarnos con mayor sabiduría en nuestro peregrinaje para la memoria individual o colectiva. Todos podemos recordar una época en que volvíamos de manera instintiva a nuestras memorias en busca de guía para aliviarnos y fortificarnos de verdad en épocas especialmente difíciles. En Estados Unidos, cuando escribo este texto -invierno de 2009 y ante el mayor reto de la economía en nuestra época-, observo cómo busca espontáneamente un país en su memoria colectiva de la Gran Depresión y de su recuperación. Buscamos enseñanzas, suscitando apoyo y fortaleza, sabiendo que ya pudimos superar otra época de caos y calamidad económica. Aunque las memorias a las que retornamos sean difíciles, pueden ser fuente de aprendizaje e inspiración. Las referencias reiteradas al legado y retos enfrentados por el presidente Abraham Lincoln en la Guerra Civil estadounidense, así como los ecos repetidos del discurso "Tengo un sueño", del reverendo Martin Luther King, fueron también muy significativos y alentadores durante los meses de confusión económica, cuando Estados Unidos celebraba y se regocijaba por sus logros colectivos después de elegir al primer presidente afroamericano. Aunque persisten muchos problemas apremiantes, nuestra búsqueda en el pasado ayuda a reavivar la esperanza que necesitamos, así como el contraste con el presente sirve para ver que hemos acortado distancias y que este gran país es capaz todavía no solo de soñar, sino también de realizar un sueño que parecía imposible. Establecemos intenciones claras para hurgar en nuestros recuerdos, porque estas búsquedas no pueden tomarse a la ligera. Así como nunca nos aventuraríamos a navegar en el mar sin brújula, sin conocer el curso de las estrellas y sin tener idea de a dónde vamos a llegar -si en realidad queremos llegar a alguna parte-, tampoco emprenderíamos el viaje de sanación sin aclarar y establecer primero nuestras intenciones. No necesitamos saber con exactitud cómo llegaremos -es el paso siguiente-, pero sí necesitamos tener alguna idea en cuanto a dónde deseamos llegar, aunque pensemos que nuestras ideas cambiarán más adelante. Nunca debemos subestimar el poder de nuestras intenciones. Dominar las memorias exige disciplinar la atención con el tiempo: empezamos por reenfocarlas en la sanación y la adquisición de sabiduría. Podríamos incluso concentrar nuestra atención mediante un ritual, encender una vela, por ejemplo, mientras expresamos nuestras intenciones, incluida la de hacer la sanación lo más agradable posible, fijando el tono de nuestra búsqueda en la memoria. 129

12 EL DOMINIO DE LA MEMORIA / Sousan Abadian Es decir, aunque el peregrinaje a las memorias -sean gratas o amargas- se asocie en parte a la sabiduría, estas tienen en común ser un recuerdo de experiencias del pasado -en el presente-. Son una manera de dar vida a lo que vino y ya se ha ido. El peligro de concentrarnos en el pasado está en que puede bloquear nuestra capacidad de estar presentes en las realidades del ahora, de enfrentar los retos diarios -diferentes de los del pasado-, de disfrutar los dones del presente y de estar dispuestos a aprovechar todas las oportunidades. Necesitamos mirar el ahora con ojos nuevos o, por lo menos, con ambos ojos! Así, la sabiduría que deriva del retorno al pasado obtiene su premio. En cierto punto, se fija la ley de los retornos decrecientes y ya podemos decidir que no vale la pena más el sacrificio: hemos obtenido todo lo que queríamos de nuestras memorias y del pasado y ahora elegimos vivir más el presente, el aquí y el ahora. Ganar seguridad con el apoyo de aliados Es muy difícil, si no imposible, llevar a cabo el trabajo de sanación sin ayuda, por lo menos al comienzo. Pidamos ayuda a nuestros aliados y cuidadores, sin importar quiénes sean o lo que ellos sean. Existen muchas personas talentosas y con excelentes habilidades que están listas para ayudar, así como numerosos y poderosos métodos y técnicas que podemos emplear para apoyar la sanación. Somos bendecidos en esta época por tanta abundancia de ellos a nuestra disposición. No puedo dar cuenta aquí de todas las modalidades de sanación tradicionales y no tradicionales y tampoco puedo decirle cuál es la mejor para usted, aunque tengo mis favoritas. Esto se debe, en parte, a que las personas sufren diversos tipos de trauma (intelectual, sexual, verbal, físico, emocional, espiritual) que pueden responder, más o menos, a diversas clases de terapias. No solo existen traumas de distinta índole, sino que ellos varían en duración y ritmo: pueden ser eventos ocurridos "una sola vez" o eventos prolongados, y pueden haber sucedido en diversos momentos de la vida del individuo. Por ejemplo, los traumas prolongados de la niñez podrían sugerir trabajo y diálogo con partes del propio "niño interior". Por otro lado, al gui en que haya tenido una niñez relativamente saludable, pero que está traumatizado por un accidente automovilístico que sufrió en la edad adulta, requiere distinto tipo de asistencia para tratar el elevado estado de ansiedad. Además, cada uno de nosotros es exquisitamente único, configurado y sintonizado de modo particular, y se abre al apoyo de modo diferente. No existe el camino ideal para todos. Nos abrimos de distintas maneras, cada uno con distintos grados de disposición. Uno podría estar más dispuesto a prestar asistencia de sanación mediante terapia oral o terapia introspectiva o a una labor 131

13 CULTURA POLÍTICA DE PERDÓN Y RECONCILIACIÓN de liberación emocional, por ejemplo de la ira y de la pena; otra persona, o la misma en otro momento, puede responder mejor al tacto o a la liberación de las memorias con técnicas de sanación somática. Una persona puede liberarse mejor a través del movimiento (con baile o yoga, por ejemplo); otra, por medio de la relajación (meditación o imaginación guiada); una se siente cómoda utilizando modalidades energéticas, como la Desensibilización y Reproceso por el Movimiento de los Ojos (DRMO, o Eye Movement Desensítízatíon and Reprocessing, EMDR), otra podría utilizar la sanación chamánica. Las ceremonias son cataliza-dores poderosos en la sanación y el rol de la comunidad como testigo sagrado puede ser fundamental. En general, es mejor confiar en su propia intuición con respecto a sus necesidades y dejar que ella lo guíe. Experimente. Busque qué lo llama, qué lo atrae. Inténtelo. Luego, quizá busque otro método o ninguno. Cuando las intenciones son claras y uno aprende a escuchar su guía interior, todos los caminos conducen al cielo. Para el caso de la metodología ESPERE (Escuelas de Perdón y Reconciliación), su poder está en que aplica muchas modalidades en el contexto de la comunidad, por lo que todos pueden acceder a la sanación. Una manera de conceptualizar el proceso de sanación es pensar que existen cuatro vías de entrada posibles: a través de las emociones, del cuerpo, de la mente y de lo que puede llamarse espíritu. Cada una es una puerta a la otra y todas pueden llevar a las demás. Eventualmente, todas necesitan ser visitadas y alineadas para que obre la sanación, pero cuando usted pone en marcha la sanación empleando un portal de entrada, los cambios hacen reverberar los tres restantes. Algunos creen que sanamos con más rapidez a través del portal del "espíritu". Aun cuando esto fuera cierto, que sea rápido no implica necesaria-mente que sea mejor; algunas veces el aprendizaje mejora cuando los procesos se desarrollan más lentamente. De cualquier modo, todos los componentes del individuo (emociones, mente, cuerpo, espíritu) deben estar en calma y funcionar al unísono para lograr resultados óptimos; por tanto, uno debe empezar por lo más cómodo y accesible. Así como el proverbio africano dice que "se necesita una aldea para educar a un niño", también podemos decir que "para sanar, se requiere un pueblo". Además de la bondad de los terapeutas, maestros, guías, sanadores y compañeros comprometidos activamente en el proceso de sanación, quién más podría apoyar nuestra sanación para alcanzar esa maestría o dominio de que hablamos? Tenemos a nuestra disposición muchos más recursos y muchas más comunidades aliadas en nuestro proceso de sanación de los que podríamos pensar normalmente. Algunos son visibles, otros no; algunos son humanos, otros no. Quienes creen en la existencia de otros mundos pueden invocar la presencia de aliados celestiales y seres luminosos, como ángeles, guardianes, maestros espi- 132

14 EL DOMINIO DE LA MEMORIA / Sousan Abadian rituales y guías del espíritu. Es bienvenida la ayuda de cualquier ser que genere sentimientos de seguridad y fortaleza, si lo hace con amor. Además, recuerde que el gigante nórdico Mimir (memoria) sostiene las montañas en sus espaldas, semisumergido en las Aguas de la Ultima Sabiduría. Podríamos notar entonces que los dones de sabiduría de que disponemos, procedentes de la memoria, se obtienen a través del agua, con las montañas como testigos, sin olvidar, por supuesto, el aire, la luz solar y otras energías elementales. Se nos recuerda que la naturaleza es nuestro aliado natural en el proceso de sanación que conduce a la maestría. Aunque usted descubra que se siente solo o inseguro en presencia de los demás, todavía puede permanecer sobre la tierra, que nunca te lo abandonado, y recibir alimento. Puede poner su espalda contra un árbol y respirar junto con este, recoger una roca y sostenerla entre las manos, pidiéndoles que le aparten lo que ya no le sirve. Usted nunca está solo, nunca está sin ayuda, pero necesita pedir. Solo necesitamos llamar a estos aliados naturales y maestros, con la gran reverencia que se les debe, para complementar y ampliar los efectos de nuestros aliados humanos. De hecho, creo que el mundo natural es quizá el mayor recurso que tenemos por explotar en el proceso de sanación. Experimentar nuestro mundo natural con reverencia y humildad nos permite explorar la reserva infinita de amor y apoyo que siempre está a nuestra disposición. Mimir, o la memoria, está conectado con las montañas. Muchos de los pueblos nativos de América dicen que las piedras y las montañas son guardianes de registros antiguos: poseedores, amortiguadores y amplificadores de energía. Después de todo, han estado aquí desde mucho antes que los seres humanos aparecieran en escena y han sido testigos de todo lo que ha ocurrido sobre la superficie de la Madre Tierra: la Pachamama. Imagine lo que han visto durante siglos! Ellos guardan toda la memoria de la Tierra, incluida la nuestra. Desde esta perspectiva, qué tipo de respeto se debe a estos antiguos guardianes de registros y con qué devoción deberíamos acercarnos a ellos, que han permanecido, permanecen y permanecerán aquí pacientes y dispuestos a servirnos? Cuando hayamos fijado una intención clara en el proceso de sanación que lleva al dominio y hayamos invocado a nuestros aliados y apelado a nuestra comunidad de apoyo, estaremos listos para atravesar alguno de los portales de sanación. Portales de sanación: emociones, cuerpo, mente y espíritu Las emociones como portales de sanación: esté bien presente en todos sus sentimientos La memoria no solo se asocia a la sabiduría y a las montañas, sino también al agua: Mimir está semisumergido en las Aguas de la Suprema Sabiduría. El agua se asocia a las emociones, y la capacidad de estar presente en todas nuestras emociones quizá esté donde se encuentra la sabiduría última de nuestra 133

15 CULTURA POLÍTICA DE PERDÓN Y RECONCILIACIÓN memoria. Al igual que Mimir, no queremos estar sumergidos del todo, ahogados en nuestras emociones, pero debemos ser capaces y estar dispuestos a adentrarnos y, a menos, a mojarnos un poco. Debemos estar en disposición de permitir que lo que sintamos aflore a la superficie y se exprese totalmente, aunque ello ha de suceder en un espacio seguro y de modo que el sufrimiento no se riegue por nosotros ni por los demás. Estar presente por completo implica que podamos sentir emociones difíciles (el odio, la ira, el deseo de venganza y la pena) en presencia de alguien que ha ofrecido su ayuda, o expresarlas en diarios o de otras maneras creativas. El asunto es no reprimirlas y tampoco actuarlas de modo que puedan lastimarlo o lastimar a los demás. Además, el desafío está en no ser seducido por aquellas emociones intensas que causan nuestras memorias. Si miramos en las aguas de nuestras emociones, podríamos llegar a hipnotizarnos creyendo que el reflejo que vemos allí es lo que somos: nos llenamos de odio y de ira, somos vengativos, nos deprimimos y sentimos culpables. Pero la verdad es que no somos nada de esto, estas son solo emociones pasajeras. Se requiere la disciplina de retornar continuamente a nuestra intención de salir al otro lado, a amar, a sanar, a descubrir de nuevo nuestro yo soberano, así como también la fe para saber que podemos. Es fundamental tener un espacio seguro para expresar estas emociones, con frecuencia inaceptables. Sin no hay un sentimiento de seguridad ni un ambiente libre de juicios, la persona se sentirá limitada y atrapada en el rechazo, y tendrá accesos de ira autodestructivos o caerá en depresión suicida, sin alivio o escapatoria. Si no hay refugio, es muy probable que lo único que le quede por hacer a esta persona sea escudarse en el muro de la negación. E incluso teniendo un espacio seguro, la idea de sumergirse en ese pozo de emociones puede ser desalentadora. La recuperación de recuerdos dolorosos, algunas veces de traumas físicos o psicológicos, inevitablemente hunde a las personas en un estado de duelo por lo que fue o pudo haber sido; precisamente algo que nos disgusta hacer. Por ejemplo, quienes fueron abusados crónicamente durante su niñez lloran la pérdida de esa niñez en que fueron negados. Los países derrotados o crónicamente necesitados suspiran con frecuencia por las glorias pasadas o los triunfos futuros. En parte, la resistencia a enfrentar las memorias reprimidas se debe al temor a los sentimientos de dolor, ira, culpa e inutilidad que los acompañan y que son facetas del duelo. La última estrofa del poema "Funeral Blues 1", del gran poeta estadounidense W. H. Auden, describe bien la angustia inconsolable que deseamos evitar: Ya no necesitamos las estrellas: apáguenlas todas, empaquen la luna y desarmen el sol, desocupen el océano y arrasen los bosques; pues desde ahora nada puede salir bien. 134

16 EL DOMINIO DE LA MEMORIA / Soasan Abadian Aumentar nuestra resistencia personal al duelo es la comprobación de que el proceso es algo para lo cual nuestra sociedad, impasible y orientada a la acción, tiene poca paciencia. La ironía está en que cuanto más resistimos a estos sentimientos, más poder parecen tener sobre nosotros. Pero claudicar ante ellos parece desalentador y los sentimientos amenazan devorar al individuo. Con frecuencia los pacientes temen que la tarea es imposible, que cuando empiecen a llorar no podrán detenerse. Danieli cita las palabras de una viuda de 74 años que sobrevivió al Holocausto nazi: "Aunque se necesite un año para llorar cada pérdida, incluso si llego a vivir 107 años (y lloro a los miembros de mi familia), qué hago con los seis millones restantes. 7 " (Herman, 1992: 188). El temor constante de los individuos que sobrellevan el proceso de duelo es que estos sentimientos nunca se disipen o nunca sean reemplazados por otros. Podemos compartir algunas de estas dudas: pueden sanar en realidad los individuos y las comunidades que han experimentado horrores inenarrables. 7, es riesgoso que aflore tanta monstruosidad?, cuál sería el punto, de todas maneras 7 No obstante todos estos temores y reservas, parece crucial para el proceso de sanación recordar y hacer el duelo por las pérdidas inherentes al trauma. Traer de nuevo a la superficie y ser testigos de sentimientos reprimidos asociados a los traumas originales, en un escenario seguro y de modo que no causen más daño, puede facilitar su liberación e integración. Además, una parte de la investigación en ascenso revela la importante conexión entre cuerpo y mente, los efectos nocivos de las emociones reprimidas en nuestra salud, por ejemplo, en la presión alta, las enfermedades cardiovasculares y otras enfermedades (véase, por ejemplo, Benson, 1997; Fricchione, 1993, 1996; Gordon, 1997; Koenig, 1997; Matthews y Larson, 1995; Ornish, 1998). Dice Herman (1992: ) que "hacer el duelo es al tiempo la más necesaria y la más temida tarea de esta etapa de la recuperación" y advierte que los individuos recurren a todo tipo de medios para no enfrentar el dolor, la ira y la desesperanza: "la resistencia a hacer el duelo es probablemente la causa más común de estancamiento en [esta] etapa de recuperación". Normalmente, los comportamientos adictivos son intentos de eliminar el dolor, la ira y la vergüenza, ya que los individuos procuran medicamentos para apartar sus sentimientos. Otra manera común de evitar el duelo es creer en una "solución mágica a través de la venganza, el perdón o la compensación" (Herman, 1992: ). Estas formas de reacomodar el dolor se consideran "pensamiento mágico", porque ninguna cantidad de venganza ni de perdón ni de compensación puede modificar o borrar el daño causado o recuperar lo perdido. 135

17 CULTURA POLÍTICA DE PERDÓN Y RECONCILIACIÓN Del mismo modo que quedarse en preguntas del tipo " por qué me ocurrió a mí?" puede dar paso al hecho simple y doloroso de experimentar que el trauma fue sufrido efectivamente, también la compulsión por cobrar venganza uno mismo (como si, al lastimar tanto como se me lastimó, yo dejara de sufrir) o el sentimiento que impulsa a perdonar -en un intento por evitar los sentimientos negativos (como si con el solo perdonar la traición doliera menos) o a buscar compensación obsesivamente (como si, al obtener suficiente compensación, se llenara el vacío interno)- pueden servir para evitar que se enfrente el hecho real de la pérdida. Saber que alguien es responsable del trauma y el porqué se permitió que sucediera no cambia en últimas el hecho fundamental de que el individuo, la comunidad o el país fueron lastimados, sufrieron una pérdida y continúan sufriendo. Cuando finalmente dejamos a un lado nuestro rechazo y reconocemos que nuestro dolor es verdadero, individuos y grupos completos tienden a desplazarse hacia las que han sido llamadas etapas típicas: ira, negociación, pena y aceptación (véase el trabajo pionero de Kubler-Ross, 1969, y de Marris, 1974). Este no es un simple asunto de progresión lineal a través de etapas necesarias: las etapas "tendrán su propio tiempo de duración, se reeplazarán o incluso coincidirán una al lado de la otra" (Kubler-Ross, 1969: 122). Kubler-Ross destaca que, a lo largo de las diversas etapas emocionales de ajuste y para quienes ayudan en el proceso de sanación, es fundamental en el apoyo a los individuos permitir que estos expresen todas sus emociones. De hecho, argumenta que la etapa final de aceptación y paz es inalcanzable si no se trabaja el rechazo inicial y luego las emociones negativas de ira, traición, pena y desesperación. El dominio de la memoria a través de la sanación empieza, en consecuencia, por la disposición a enfrentar y sentir todas las emociones propias, en especial los sentimientos negativos. El proceso de sanación que caracteriza a la remembranza y al duelo es una tarea pro-ductiva. Sin embargo, no es claro del todo cómo favorece él la función de reminiscencia y de aflicción. No se trata simplemente de catarsis -la fantasía según la cual la sanación puede llegar en un acto de purga violento, una expulsión de la pena rápida y eficiente, de una vez y para siempre (Herman, 1992: 172, 174, 181)-. Se cree que el poder de sanación de este proceso está relacionado con "el poder restaurador de decir la verdad" (Herman, 1992: 181; véase también Agger y Jensen, 1990; Mollica, 1988:312). Como lo demuestran las Escuelas de Perdón y Reconciliación (ESPERE), hacer que nuestra verdad sea escuchada por otros que la validan y la apoyan es algo umversalmente poderoso. Así mismo, el poder de la memoria y del duelo no se limita al hecho de "dar testimonio" ni a la verbalización de los sentimientos. Por ejemplo, la sanación puede producirse durante la oración, los rituales o la recordación silenciosa de la pérdida. Muchas ceremonias indígenas no requieren palabras; sin embargo, son modalidades efectivas de sanación. El intento por comprender el funcionamiento del proceso de duelo en la sanación nos conduce al reino místico 136

18 EL DOMINIO DE LA MEMORIA / Sousan A badian donde se pregunta de dónde proviene la inspiración?, cómo llegamos a estar listos a perdonar?, cuál es el papel de la gracia? Aunque tengamos todo el lenguaje para comprender cómo nos libera eventual-mente el hecho de experimentar nuestros sentimientos dolorosos, sí sabernos que uno disocia y frustra todo sentimiento si se propone no experimentar sentimientos "indeseables". Uno puede estar parcialmente paralizado por la ira, la pena y el terror, pero también puede calmarse por la experiencia total de la alegría, la pasión, el amor y la serenidad. Solo si enfrentamos las pérdidas y les hacemos el duelo podemos descubrir nuestra "indestructible vida interior" (Herman, 1992: 188). Para algunos de nosotros es difícil creer que en realidad podemos enfrentar nuestro propio dolor. Nos hemos convencido a nosotros mismos de que este dolor es demasiado hondo, demasiado aterrador, algo que debemos evitar a toda costa. No obstante, si finalmente nos permitimos sentir la hondura de esa tristeza y dejamos que rompa con delicadeza nuestros corazones, podemos experimentar una gran libertad y un sentimiento auténtico de liberación y paz, porque por fin hemos dejado de huir de nosotros mismos y del dolor que nos habita (Muller, 1992: 10). La evidencia indica que dejar aflorar recuerdos suprimidos y tener la oportunidad de contar una y otra vez la historia del trauma que se padece alivia los síntomas del desorden de estrés postraumático (Boudeyns et al., 1990; véase también Keane et al., 1989, citado por Herman, 1992: 183). Con el tiempo, el evento traumático pierde su carga y su dominio emocional completo sobre el individuo. Entonces los individuos dejan de verse como determinados por el trauma e incluso ya no lo consideran lo más relevante o interesante de sus historias de vida (Herman, 1992: 195). El cuerpo como portal de sanación: permita al cuerpo que se libere Los humanos y los animales han desarrollado respuestas instintivas a la experiencia de amenazas aterradoras. Cuando estas respuestas no son efectivas, los individuos se sumergen en un estado de temor reverencial que trae drásticas consecuencias negativas. Para sobrevivir, los animales tienen que defenderse de los peligros; en estos casos, solo existe un número limitado de estrategias que pueden aplicar para enfrentar-los. Isaac Marks, quien ha escrito bastante sobre el miedo, resume esta situación como de retirada (evitar el peligro o huir de este), inmovilidad (parálisis), agresión defensiva (parecer peligroso o defenderse) o sometimiento (apaciguarse) [...] Esta uniformidad indica [...] que los patrones de reacción ante el miedo son programa-dos genéticamente en el cerebro humano (LeDoux, 1996: 131; Marks, 1987). 137

19 CULTURA POLÍTICA DE PERDÓN Y RECONCILIACIÓN Considérense las respuestas defensivas de una presa por excelencia (una gacela) ante un estímulo aterrador que amenaza su vida: un león predador. Cuando la presa detecta primero la presencia de un predador, se detiene, vigilante a cualquier movimiento que este pueda iniciar hacia donde ella está. Internamente, el estrés activa el cerebro y los opiáceos naturales inundan el sistema de la gacela, actuando como analgésicos, preparándola para superar el dolor que podría causar su intento de huir y que, además, podría distraerla de su objetivo de supervivencia (Bolles y Fanselow, 1980; Watkins y Mayer, 1982). Cuando el león se desplaza, la gacela emprende la huida para correr más rápido que él y dejarlo rezagado. Otra opción en el repertorio de defensa, en un animal capaz de hacerlo, es girar hacia el agresor, resoplar y luchar. Los animales humanos despliegan estas dos respuestas defensivas (luchar o huir) ante un trauma o una amenaza abrumadora. Existe una tercera respuesta defensiva primaria ante la amenaza, aunque menos conocida. Si no se puede escapar o la lucha es a todas luces un intento vano, la presa potencial simula el sometimiento completo al predador, "haciéndose la muerta" antes de su muerte fisiológica. Las zarigüeyas son maestras en estos ardides. De hecho, cuando los mamíferos y muchos otros vertebrados enfrentan la muerte inminente, caen instintivamente en un estado de conciencia referenciado como respuesta de "inmovilidad". La inmovilidad puede ser, por tanto, otra respuesta humana innata al estrés traumático. Esta respuesta tiene valor adaptativo al aumentar las posibilidades de supervivencia de la presa: el predador podría arrastrar la que considera su presa "muerta" hasta su guarida o a un lugar a salvo de otros predadores. Entonces, en un descuido, la presa podría despertar de su estado y escapar hacia la libertad (Levine, 1997: 16). Si observamos el momento en que los animales en libertad empiezan a despertar de su estado de inmovilidad después que han sido perseguidos por un biólogo y dormidos con un dardo tranquilizante, invariablemente veremos que realizan una serie de movimientos del cuerpo y de las patas, sacudiéndose y agitándose a medida que despiertan, como si completaran los movimientos para escapar del predador. De este modo, descargan la gran cantidad de energías acumuladas que reverberan continuamente en su sistema nervioso, que permanecieron encerradas después que el organismo quedó "casi muerto" abruptamente, pasando de "luchar o huir" a "estar inmóvil". Así, cuando despiertan de su estado de inmovilidad, liberan o descargan energías acumuladas a través de una serie de sacudidas y estremecimientos. En este momento están listas para retornar al funcionamiento normal (Levine, 1997). En consecuencia, el repertorio completo de respuesta al trauma podría consistir, en su orden, en huir, luchar, inmovilizarse, estar libre. Muchas personas que han vivido eventos muy estresantes o terroríficos no manifiestan síntomas postraumáticos duraderos; no permanecen traumatizados. Desde la perspectiva del cuerpo, los individuos que no han tenido la oportunidad 138

20 EL DOMINIO DE LA MEMORIA / Sousan Abadian de liberar las energías bioquímicas que inundan su sistema, en respuesta a una percepción continua de amenaza, permanecen traumatizados. Levine (1997; 1999) afirma que un trauma no resuelto es el resultado fisiológico de no haber terminado el proceso de descarga de estas energías en la lucha o en la huida. En parte, después de un suceso terrible, permanecemos traumatizados porque las energías liberadas automáticamente para que podamos luchar o huir del peligro no se han expresado ni liberado por completo. En otros términos, Levine sugiere que, cuando se interrumpe o se evita pasar por el estado inmovilizado-ubre, el exceso de energía que no ha sido liberada del sistema nervioso continúa encerrado y circula en el cuerpo con graves consecuencias. Por consiguiente, los individuos pueden aferrarse a respuestas como luchar, huir, inmovilizarse: el estado incompleto causa comportamientos extremos de lucha (agresión, que impulsa a retaliación y venganza), huida (disociación, adicciones) o inmovilidad (colapso, depresión, apatía). Por tanto, la sanación exige que el individuo complete la secuencia durante un estado de excitación moderada, asociada al trauma, de manera que lo experimente de nuevo, esta vez diferentemente, de modo que deje al individuo sentir con éxito y movilice sus recursos efectivamente para luchar o huir de lo que antes había causado terror e inmovilidad. Algunas personas dicen que nuestros cuerpos mantienen la memoria y que en cada célula se halla la huella de las experiencias vividas e idas. Esta discusión implica que el trauma es, en parte, el resultado de la energía atrapada bioquímicamente en las estructuras neurológicas del cuerpo, así como en los campos emocionales y de la mente. En consecuencia, sanar un trauma requiere "liberar energía" (véase también Jackins, 1997; Ogden et al., 2006). Esta liberación puede ser moderada o violenta. Respecto de las energías asociadas a la ira reprimida, algunos profesionales inducen la liberación de manera proactiva pidiendo a sus clientes que reciten frases que reflejen su ira mientras golpean una almohada, batean un saco de arena o arrojan platos contra un muro, todo dentro de los límites de una sesión terapéutica. Entre las más conocidas formas de liberación de energía están las sacudidas, las convulsiones, los gritos, las arcadas. En estos movimientos, en su sabiduría, el cuerpo hará lo necesario cuando se dé la oportunidad y cuando la conciencia sea traída a las sensaciones alojadas en el cuerpo. La mente como portal de sanación: cuestione sus pensamientos Cuando hablo de la "mente" me refiero al reino de imágenes y pensamientos, ideas y creencias. Piense en una memoria difícil que a usted le gustaría "dominar" o de la que quisiera liberarse; un recuerdo de alguien que lo haya lastimado o a quien usted ha lastimado. Con este recuerdo usted verá que la mente (las imágenes y sus pensamientos, creencias e ideas acerca de estas imágenes) está entretejida 139