Son los salarios altos causa del desempleo? Una nota sobre mercados de trabajo

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1 Son los salarios altos causa del desempleo? Una nota sobre mercados de trabajo JOSÉ A. TAPIA GRANADOS Cualquiera que lea los periódicos sabe que una de las razones que más frecuentemente se aducen para explicar la existencia de desempleo es que los salarios son demasiado altos. Si los salarios no fueran tan altos, se dice, los empresarios tendrían más incentivos para contratar trabajadores y el paro disminuiría. Esta teoría, tan atractiva para quienes contratan trabajo ajeno, es también la que en general defiende "la ciencia económica". Así, según la teoría económica neoclásica que sin ser la única es la que predomina abrumadoramente entre los economistas el mercado laboral, como cualquier otro mercado, tiende por sí mismo a un "precio de equilibrio" en el que la oferta iguala a la demanda, es decir, en el que el desempleo es cero. Por lo tanto, las causas del desempleo hay que buscarlas en las interferencias y rigideces que entorpecen el funcionamiento del mercado de trabajo. Los primeros culpables de esas rigideces son los sindicatos, que "impiden" que algunos trabajadores acepten salarios más bajos que los del resto, creando así un nivel de salarios "por encima" del equilibrio de la oferta y la demanda. Por otra parte, son también fuente de rigideces y, por tanto, causa de desempleo, las normas legales en cuanto a tipo de contratación, posibilidades de contratar en cualesquiera condiciones "negociadas" por la empresa y el trabajador, etc. De estas ideas se deduce inmediatamente la necesidad de flexibilizar en todo lo posible el mercado laboral, no solo como "motor" de crecimiento económico, sino también como factor capaz de generar empleo. Si en otros tiempos era Ferrer Salat, el dirigente de la CEOE, quien insistía en la necesidad de "flexibilizar" el mercado de trabajo proponiendo medidas que en lo fundamental han sido aplicadas por los gobiernos de nuestro país en los últimos 20 años, recientemente el informe anual del Banco de España (El País, 4-VII-98) ha señalado que el desempleo sigue siendo en España notablemente superior al del área del euro y que es necesaria "una mayor flexibilidad salarial". En toda una lección de economía neoclásica la institución dirigida por Luis Ángel Rojo señala que las reformas en cuanto a contratación temporal y a tiempo parcial de los últimos años han ido "en la dirección adecuada" y han introducido flexibilidad, pero han sido insuficientes. Las "rigideces más perturbadoras" se localizan en los procedimientos de negociación colectiva, con salarios mínimos relativamente altos en las categorías más bajas y crecimientos salariales homogéneos. El informe subraya que la regulación de los mecanismos de ajuste de plantillas no ha de resultar disuasoria para la contratación, "lo que significa en lenguaje llano, eliminar trabas al despido y abaratarlo", según añadía el redactor de la noticia. En idéntica línea de razonamiento, el presidente del Banco Central Europeo, Wim Duisenberg, señaló en un acto inaugural de la nueva institución bancaria la necesidad de reformas estructurales que flexibilicen los mercados para acabar con el inaceptable nivel de desempleo y reclamó moderación salarial y una rigurosa política fiscal. De lo contrario, "el euro creará paro", alertó (La Vanguardia, 1-VII-98). A pesar de que casi todos los economistas y casi todos los banqueros están firmemente convencidos de que el desempleo es debido a la desmesura de los salarios, dos economistas "ortodoxos", David Blanchflower y Andrew Ostwall, encontraron una clarísima relación inversa entre nivel de desempleo y nivel de salarios exactamente lo contrario de lo que es de esperar según la teoría neoclásica cuando estudiaron empíricamente la relación entre estas dos variables en 1

2 diversos países. El resultado de su investigación es el libro titulado The wage curve ("La curva salarial" ) en el que exponen el hecho incontrovertible, sorprendente a su juicio, de que en comparaciones transversales entre distintas regiones del mismo país o en comparaciones longitudinales en un mismo país, los salarios son menores donde mayor es el desempleo y mayores donde hay poco desempleo. La figura 1 y el cuadro 1 muestran datos del Instituto Nacional de Estadística de salario medio mensual (pagos totales con horas extraordinarias en la industria y los servicios, 4º trimestre de 1995) y desempleo en las 17 comunidades autónomas españolas. La relación es similar a la encontrada por Blanchflower y Ostwall. En general, las comunidades autónomas con menos desempleo tienen mayor nivel salarial y donde el desempleo es mayor los salarios son en general más bajos. Por supuesto que la correlación no es completa y algunos puntos se apartan mucho de la tendencia, indicada por la recta de regresión. 1 La comunidad autónoma más "desviada" es el País Vasco, que con niveles medios de desempleo ocupa el primer puesto en cuanto a niveles salariales. Pero lo importante es la relación general decreciente. Si el desempleo dependiera fundamentalmente de los salarios altos la recta de regresión debería estar inclinada hacia la izquierda, con pendiente positiva, no inclinada hacia la derecha como la que aquí aparece y como la que encontraron sistemáticamente Blanchflower y Ostwald. A pesar de estos datos, probablemente nadie objetaría a la idea abstracta de que, a igualdad de otras condiciones, los salarios altos provocan una retracción de la oferta de empleo. En efecto, cualquiera preferirá emplear a alguien si el salario que ha de pagar es 100 en vez de 150 ó 200. (Por supuesto, este "cualquiera" no se aplica a cualquiera, ya que la mayor parte de la gente no va por ahí contratando a otros, a no ser los servicios esporádicos de una peluquera o un fontanero. La contratación es una capacidad tan solo de quienes disponen de capital.) Entonces, por qué los salarios son mayores allá donde hay menos desempleo? Hay acaso algún otro factor que interfiere en esa relación? Marx argüía que el desempleo presiona los salarios a la baja y que en los períodos de acumulación intensiva de capital, es decir, de auge económico, el alza de los salarios es resultado de la disminución relativa de la masa de desempleados; y viceversa, en los de recesión, el aumento de la masa de desempleados favorece la erosión de los salarios. Esto parece bastante coherente con los menores niveles salariales, no solo en las épocas sino también en las zonas de mayor desempleo. Lo anterior tiene consecuencias significativas para el movimiento sindical. Si como resulta evidente, el aumento del desempleo pone una enorme presión sobre los salarios, el desempleo se convierte en el enemigo número 1 que además tiende a hacer precarias las condiciones de trabajo y favorece un clima social y laboral en el que los empresarios son capaces de imponer sus reivindicaciones sociales y políticas a costa de los trabajadores y a costa de los sindicatos. Kalecki arguyó también en ese sentido en su famoso artículo sobre el pleno empleo. Por otra parte, viendo las cosas en positivo, la reducción del desempleo se convierte indirectamente en el mejor método para conseguir incrementos salariales generales. Pocos en el movimiento sindical discutirán la necesidad de hacer prioritaria la lucha contra el desempleo. Sin embargo, el cómo combatirlo es ya harina de otro costal. Durante los últimos 1 Las gráficas para varones y para mujeres son muy similares a la gráfica de ambos sexos (figura 1). Lo mismo puede decirse de los coeficientes de correlación y de regresión (cuadro 1). 2

3 decenios en las épocas de crisis económica el movimiento obrero hizo hincapié en la necesidad de políticas expansivas keynesianas, de "estímulo" de la economía para crear puestos de trabajo. Con o sin esas políticas, los ciclos económicos se repitieron en todos los países occidentales durante los últimos decenios, con altibajos del desempleo y otros indicadores económicos cada pocos años. En España desde el cambio de régimen se han sucedido los ciclos de recesión-reactivación aproximadamente cada cinco años, como muestra la figura 2. Según estimaciones recientes el desempleo se ha reducido en 1998 hasta niveles equivalentes a los de 1981 (El País Digital, 7-VII-98). Siendo los detalles de los ciclos económicos difícilmente previsibles seria absurdo pronosticar un final exacto de la presente "bonanza", pero tarde o temprano sobrevendrá la fase descendente del ciclo en la que el desempleo volverá a aumentar. Si la oscilación del desempleo en España se mantiene en torno a cifras por encima del 15% o si baja a niveles menores es algo que está por ver, pero en ello pueden incidir en cierta medida las políticas económicas. El economista inglés Paul Ormerod ha mostrado cómo en las últimas décadas en los países industrializados no hay correlación entre el grado de crecimiento económico medido por el aumento del producto interno bruto y el crecimiento del empleo o los niveles medios de desempleo. El aumento de productividad generado por la mecanización y la automatización destruyen empleo y el resultado neto es un crecimiento económico con un efecto neto muy variable en cuanto a creación a largo plazo de puestos de trabajo. En estas condiciones la reducción de la jornada laboral parece el único medio viable de crear condiciones en las que el desempleo pueda disminuir a niveles "tolerables". El Secretario General de CCOO apuntaba hace algunos meses que reducir la jornada semanal a 35 horas desde las 39 actuales podría contribuir a crear entre y más de medio millón de puestos de trabajo Y si para economistas vinculados al movimiento obrero como Javier Albarracín y Pedro Montes no es muy clara la contribución que una reducción de la jornada de trabajo de un 10% o un 15% podría tener sobre la disminución del desempleo porque su efecto podría quedar contrarrestado por aumentos de la productividad, de tal forma que no aumentara el número de puestos de trabajo, y para el mismo Antonio Gutiérrez "la reducción [de la jornada laboral] no es la piedra filosofal para acabar con el paro", es evidente que el acortamiento de la jornada laboral es un objetivo innegable a conseguir, ya que todos los argumentos sobre su posible inutilidad apuntan a un aumento del desempleo todavía mayor de no conseguirse la reducción de la jornada laboral. La dinámica anárquica de la acumulación capitalista forzada por la competencia implica la difusión de tecnologías que cada vez excluyen en mayor medida la mano de obra. La existencia de desempleo parece inseparable del modelo de capitalismo occidental, aunque fue combatida con éxito relativo en el sistema de capitalismo de Estado de los países del Este, cuyos problemas económicos fueron en lo fundamental otros. En el nuevo orden mundial el libre flujo internacional de los capitales favorecerá el movimiento progresivo de la industria hacia los países de menor nivel salarial en los que, por otra parte, la competencia y el aumento de productividad en la agricultura empuja a enormes masas de población del campo a la ciudad, donde se crean grandes bolsas de pobreza y desempleo. En países como España las cifras de desempleo en torno al 15% nos parecen altas en comparación con las de EEUU u otros países europeos donde el paro raramente alcanza el 10%, o las del Japón, donde en medio de una intensa recesión el desempleo no ha llegado aún al 5%. Pero no hay que olvidar que en muchos países de Europa oriental, América Latina y África el desempleo 3

4 alcanza cifras entre el 30 y el 40%, o incluso mayores. La lucha contra el desempleo parece un aspecto clave por no decir el aspecto clave del movimiento sindical en los próximos decenios. En ese terreno, las alianzas sindicales internacionales para la negociación colectiva y la reducción de la jornada laboral serán posiblemente elementos fundamentales para crear condiciones políticas, económicas y sociales más favorables a los trabajadores, tanto en los países del centro como de la periferia. La crisis financiera mexicana de 1993, la crisis asiática, todavía en pleno desarrollo, y la reciente amenaza de bancarrota de la Federación Rusa han suscitado respuestas comunes, activamente intervencionistas, de los gobiernos del G7, del FMI y del Banco Mundial. Si sumamos esos aspectos coyunturales a los datos económicos estructurales del último decenio el derrumbamiento del sistema soviético, la incorporación cada vez más completa de China al mercado mundial y los procesos de liberalización y desregulación del comercio y de la inversión cristalizados en instituciones mundiales o regionales como la OMC, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la Unión Europea y el Mercosur sudamericano cada vez se hace más evidente la necesidad señalada por autores como Bina y Davis de considerar el capitalismo mundial como una entidad orgánica, que no puede reducirse simplemente a la suma de sus partes nacionales. Esa misma realidad exige al movimiento obrero una estrategia internacional, por ahora muy lejana de las miras de las organizaciones sindicales. Para Bina y Davis un primer paso imprescindible a nivel político es que el movimiento obrero logre a nivel internacional una jornada de trabajo uniforme, por supuesto equivalente a la de los países donde esa jornada es más reducida. Una consideración ulterior es que en un mundo en el que los capitales son libres para instalarse allí donde las condiciones les son más favorables, es difícil generar solidaridad entre clases obreras nacionales enfrentadas a menudo por el patrioterismo hegemónico o, más tangiblemente, por los privilegios basados en el derecho de ciudadanía. En este sentido, el movimiento obrero ha de considerar muy seriamente las propuestas de quienes como Nicholas Georgescu-Roegen han hecho énfasis en la necesidad de que no haya restricciones por razón de nacionalidad para el movimiento, la residencia o el desempeño de un trabajo en cualquier país. El reconocimiento del derecho a residir y trabajar en el lugar de propia elección un derecho ahora reconocido para los "ciudadanos europeos" en la UE, del que, por supuesto, son excluidos todos los "no europeos" sería la mejor forma de solidaridad para quienes sufren no solo la pobreza del Tercer Mundo sino también a menudo la represión política y el genocidio. Bien es verdad que a corto plazo la eliminación de las restricciones inmigratorias podría presionar sobre los niveles salariales en los países "del centro", pero a medio plazo generaría mejores condiciones inmediatas para la mayoría de los asalariados, que viven en el Tercer Mundo, y sería también una vía para actualizar el proletarios de todos los países, uníos, sin el que parece muy difícil cualquier avance social más allá de lo meramente coyuntural. Publicado en Mientras tanto (Barcelona) No. 74, abril de pp Agosto de

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8 Referencias Albarracín J, Montes P. El debate sobre el reparto del empleo. Viento Sur, nº 12, 1993, pp Bina C, Davis C. Wage labor and global capital: global competition and universalization of the labor movement. En: Bina C, Clements L, Davis C, eds. Beyond survival Wage labor in the late 20th century. Armonk, NY: M. E. Sharpe; 1996, pp Blanchflower D, Ostwall A. The wage curve. Cambridge, MA, MIT Press, Georgescu-Roegen N. Nicholas Georgescu-Roegen about himself. En: Szenberg M, ed. Eminent economists Their life philosophies. Cambridge University Press; 1992, pp Gutiérrez A. Me molestan los que nos sentencian por no comulgar con sus ideas (entrevista), El País Digital, 17-IV Gutiérrez A. Tiempo de trabajo y creación de empleo. El País Digital, 19-XI Kalecki M. Political aspects of full employment [1943]. En. Selected essays on the dynamics of the capitalist economy, Cambridge: Cambridge University Press; 1971 pp Marx K. El capital: crítica de la economá política (trad. de W. Roces), México, DF: FCEñ 1986, tomo I, p. 540 y ss. Marx K. Salario, precio y ganancia. En: Obras escogidas de Marx y Engels (trad. del IML del PCUS). Madrid, Fundamentos, 1975, tomo I, p. 450 y ss. Ormerod P. The death of economics. New York: St. Martin Press; 1994, pp. 162 y ss. 8