Jóse Amonio Riostra: LA LIBERTAD DE ENSEÑANZA (*),

Transcripción

1 litario y el desprecio de las lecciones ajenas que a menudo tienden a repetirse dolorosamente. Es precisamente bajo este aspecto de lección ajena, por la que "Nuestro Camino" es una obra importante, pues va más allá de un simple análisis circunstancial, para arrojar luz sobre temas de alcance universal que no deben despreciarse. Por esto consideramos un acierto la publicación y difusión de este libio, al que deseamos el mejor de los éxitos. E. M. D. Jóse Amonio Riostra: LA LIBERTAD DE ENSEÑANZA (*), Esta pequeña obra, en cuanto al tamaño, de José Antonio Riestra, está dividida en dos parces "La familia y la educación" y "El estado y la educación"-, teniendo por apéndice la encíclica "Divini Illius Magistri", sobre la educación cristiana de la juventud. I. LA FAMILIA Y LA EDUCACIÓN. Riestra nos introduce en el tema que trata, denunciando la tendeada que en nuestros días pretende negar a la familia el derecho de educar. Y nos advierte que la educación de los hijos es derecho natural de los padres. La ley natural es la participación de la ley eterna en las criaturas racionales. La ley eterna es, pues, su último fundamento. Fundar el derecho natural en una concepción de la naturaleza sin referencia alguna a Dios, a la larga conduce a una secularización del derecho. El derecho natural de la familia a la educación de los hijos es ailgo evidente a toda persona normal. Es de razón natural La sabiduría popular llama "padres desnaturalizados" a aquellos que no cuidan de sus hijos. La Iglesia en la encíclica Divini luius Magistri enseña que la familia tiene inmediatamente del Creador la misión y, por tanto, el derecho de educar a la prdle, derecho inalienable por estar inseparablemente unido con la estricta obligadón, derecho anterior a cualquier derecho de la sociedad civil y del Estado y por lo mismo inviolable por parte de toda potestad terrena (*) Ediciones Palabra, S. A., Madrid, 2.5 ed., 1975, 154 págs.

2 El título del derecho de la familia a educar a sus hijos. En el orden natural, Dios comunica a la familia de modo inmediato la fecundidad, que es principio de vida y, consiguiente, principio de educación para la vida. El deber de los padres de educar a sua hijos. E1 Concilio Vaticano II, en la declaración Gravissímum educatioms, número 3, señala que "puesto que los padres han dado la vida a los hijos, tienen la gravísima obligación de educar a la prole y, por tanto, hay que reconocerles como los primeros y principales educadores". Perennidad de esta doctrina. La obligatoriedad dé la educación de ios hijos por parte de los padres no es una enseñanza reciente en la Iglesia. En el siglo IV, por ejemplo, San Juan Crisòstomo se encara con aquellos padres que cometían la "insensatez" de descuidar la formación cristiana de sus hijos. En el año 324, el Concilio Gangrense establece: "Si alguien abandona a sus hijos, o no los alimenta, o no se esfuerza por lo que de él depende de atraerlos a una piedad y religión conveniente..., sea anatema". Insisten sobre lo miaño la Constitución Exultóte Deo promulgada por él Concilio Florentino y muchos otros escritos que muestran la invariable actitud del Magisterio de la Iglesia. Contenida del derecho natural de loa padres a la educación. Este derecho abarca los aspectos humanos de la formación y el proporcionar a sus hijos una educación cristiana. El marco familiar constituye la primera escuela de virtudes sociales, que toda comunidad necesita. Los padres están llamados a ser los educadores más importantes de sus hijos. No pueden limitarse a confiar su educación a una escuela. Deben saber que se les enseña en los colegios y tienen el derecho de impedir que a sus hijos se les impongan programas, profesores o libros de texto contrarios a la fe. 1293

3 La educación moral y religiosa de los hijos es un derecho de las familias. La Iglesia, en el caso del niño bautizado, adquiere también una serie de derechos y obligaciones que ejercita a través de la familia misma. De aquí se deriva la obligación de los padres de asegurarse que la educación que reciben sus hijos se adapta a la fe y moral de la Iglesia. De aquí se sigue también, lógicamente, la exclusión de monopolios en este campo. Los padres tienen además derecho a erigir escuelas, aunque pueden delegar su derecho a la educación en otras personas o instituí dones que les representen en el ejercido dd mismo. Este derecho no se había puesto en tela de juicio durante siglos. El problema se plantea cuando las doctrinas socialistas atribuyen a priori al Estado toda una serie de fundones que nunca tuvo y que han invadido la vida familiar e induso personal dd individuo. Algunas manifestaciones legislativas de este derecho de lo«padres. El artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, suscrito por la mayoría de los países, señala que: "Los padres tendrán derecho preferente a escoger d tipo de educadón que habrá de darse a sus hijos". En este mismo sentido se declaran el artículo 13, número 3 dd Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la Ley Fundamental de Bonn, la "Education Act" (1944) de Gran Bretaña, el artículo 30 de la Constitución Italiana... Planteamientos erróneos en torno al derecho de los padres a educar a sus hijos. Los países socialistas o comunistas sostienen que los niños son miembros de la sociedad y que, por tanto, ie deben ser confiados para que los eduque. Los niños son miembros de la sociedad, efectivamente, pero se incorporan a ella por medio de la familia, en la que son engendrados. Se afirma también que pertenece a la autoridad dvil el derecho de velar por el bien común y, como éste depende en gran medida de la educadón, correspondería al Estado d impartirla. Aquí se echa abajo el prinripio de subsidiariedad. La función dd Estado no es manejar las cosas "importantes" de los ciudadanos, sino las cosas que ellos "no pueden manejar por su cuenta". A veces coincidirán las dos. Pero hay que prevenir la tendencia de los que son la auto- 1294

4 rielad, de ir acumulando cada vez más poder, incluso en nombre de la democracia, no sea que una minoría imponga una política de parte en contra de los derechos y de la voluntad de la mayoría. La función del Estado es de suplencia. Otra argumentación dice que a los padres pertenece la educación, peto no la instrucción, que es tarea del Estado. Esta tesis es la más clara refutación de su propia afirmación. La instrucción es parte inseparable de la educación, y la condiciona en gran medida. Hay quien afirma que una educación cristiana atenta contra los derechos del niño, ya que si la educación fuese un derecho de los padres le serían impuestos contra su voluntad determinadas ideas, sentimientos o religión. Esta postura restringe al campo religioso una realidad más amplia. Piénsese en la imposición, por derecho civil, de la nacionalidad, de un nombre y de tantas cosas más elementales, como la misma comida. Hoy se admite él pluralismo sólo en los temas que se refieren a Dios y a la religión, mientras que en el orden temporal, no cabe pluralismo. Algunas exigencias derivadas del derecho natural de los padres a la educación. La familia es sociedad imperfecta, porque no tiene en sí todos los medios para su propio perfecdonamiento. Por eso necesita ser ayudada, no suplantada, en él cumplimiento de los fines que la ley natural le señala. La escuela es una institución subsidiaria y complementaria de la. familia. Su misión no viene sólo del Estado, sino, ante todo, de la familia, que debe poder elegirla libremente. La Historia nos enseña que allí donde los católicos se han unido para defender sus derechos, la libertad de enseñanza ha quedado garantizada para todos los ciudadanos, no sólo para los católicos. La educación católica. La educatión debe responder a una idea cristiana de la vida, y del destino del hombre. No se puede reducir a la enseñanza de unas cuantas verdades de fe. Toda la enseñanza y la organización de la escuela maestros, programas y libros deben estar imbuidos del espíritu cristiano. Si no lo están, los padres son "los primeros responsables" de defender la educación de sus hijos. 1295

5 II. EL ESTADO Y LA EDUCACIÓN. Estado y Sociedad. La sociedad es la unión moral y estable de muchas personas, físicas o morales, que colaboran juntas para conseguir un fin común. La sociedad civil proviene de la unión de una multitud de familias, que se proponen como fin la realización del bien común temporal de todos sus miembros. Mientras la sociedad es una realidad fundada en la naturaleza misma, el Estado es una creación del hombre, una realidad artificial, una manifestación de la organización social El fin próximo del Estado es procurar al género humano los bienes de orden temporal y terreno. Sin embargo, el Estado no tiene derecho a buscar el bien temporal con independencia del fin último del hombre. El Estado es "el medio" del cual la sociedad se vale para alcanzar su fia Orígenes del planteamiento laicista de la educación. A partir del siglo xvi la escuela, de la que hasta entonces únicamente se había ocupado la Iglesia, comienza a ser mirada con creciente atención por parte de los hombres de gobierno, (hasta que se decide que la dirección y control de las escuelas es un tema digno de las preocupaciones del Estado. El camino que conduce a este resultado está jalonado por las ideas propias del iluminismo, del nacionalismo romántico y de la exaltación de los valores democráticos en los países anglosajones. Hoy en día la bandera de la estatalización de la enseñanza está enarbolada por los distintos socialismos. Las monarquías absolutas de la época de la Ilustración asumen entre las finalidades del Estado la de impartir instrucción a sus súbditos. El "paternalismo" propio de la época se refleja también en el «ampo de la educación. El pueblo se halla a merced de la liberalidad de los reyes, que lo tratan como a un menor de edad. Con la constitución de los Estados nacionalistas de los siglos xviii y XIX se da un paso más hacia la estatalización de la enseñanza. La educación nacional MI concibe como un medio para realizar la nación misma en la conciencia de los ciudadanos. Las raíces de la concepción democrática de la educación están en la acción llevada a cabo por la Revolución Francesa. La educación era el medio para conseguir la igualdad de derechos propugnada. Desde que la educación universal dejó de ser considerada como 12 %

6 medio de comunicación del saber y se transformó en un instrumento para crear una mentalidad común, la educación es el agente más importante de la creación de esta nueva religión laicista del Estado. La escuela laica. La legítima autonomía del Estado en materias temporales, con bastante frecuencia ha degenerado en el laicismo. El neutralismo que late bajo las concepciones laicistas pretende, apoyándose en la progresiva intervención del Estado contra los derechos de las familias, arrebatar la enseñanza a la Iglesia, para introducir bajo la equívoca etiqueta de la neutralidad una enseñanza atea, unos maestros incrédulos y unos programas deformados. La escuela neutra, prácticamente irrealizable, degenera habitualmente en antirreligiosa. Frente a este enfoque de la enseñanza, surge la necesidad de crear escuelas católicas. 1 monopolio estatal de la enseñanza. El monopolio escolar del Estado es algo que repugna al derecho - cho natural. La Iglesia condena este monopolio, defendiendo así la libertad de las familias. El Estado al tener por finalidad la promoción del bien común, en materia de educación debe proteger esos derechos anteriores al suyo. No se traita sólo de respetar da debida libertad religiosa de la persona, sino también la justa libertad de pensamiento, expresión y difusión de las propias ideas; la libertad de educación y enseñanza no es sino un corolario de aquélla. El Estado debe reconocer a los individuos el derecho a acceder a una cultura inspirada en su propia fe y conforme en todo a sus propios ideales de vida. Junto a esta obligación, el Estado debe también facilitar todos los medios que permiten una educación adecuada a las exigencias del bien común. De aquí se deriva la obligación de procurar los recursos económicos necesarios a quienes carezcan de ellos, de modo que un padre no tenga que enviar a sus hijos a una escuela cuyas directrices y orientaciones no comparte. Los regímenes totalitarios pretenden controlar el sistema educativo. Los regímenes iihres se refuerzan mediante la libertad de enseñanza. 1297

7 Los derechos del Estado en materia de educación. El Estado interviene en la enseñanza en virtud de su misma finalidad: la consecución del bien común temporal; colabora al bienestar social mediante la protección y promoción de todas las iniciativas que tienden a la satifacción de necesidades individuales y colectivas, supliéndolas cuando sean insufientes; y como debe proteger la educación, tiene derecho a exigir a todos un determinado grado de cultura e instrucción. También puede instituir en la medida que lo requiera el bien común, escuelas y otros centros educativos propios, con los que contribuir a! desarrollo cultural de los individuos. Derecho que se convierte en deber cuando la iniciativa privada no llega a subvenir todas las necesidades. El Estado tiene el derecho y deber de llevar un control mínimo, con el fin de garantizar la ordenación misma de la estructura escolar, y el nivel de los estudios y programas escolares, tanto en las escuelas privadas como en las estatales. Puede, además, reservarse la institución y dirección de escuelas preparatorias para algunos de sus cargos y señaladamente para la milicia. En general, la educación cívica pertenece a la sociedad civil y al Estado. El principio de subeidiariedad y la actividad educativa del Estado. Sólo cuando la actividad pública del Estado y de los demás organismos públicos se inspiran en el pricipio de subsidiariedad, puede decirse que hay libertad educativa en un país. El Estado no tiene por qué atribuirse los derechos que corresponden a la iniciativa privada. Conviene distinguir la función subsidiaria del Estado fomento de la iniciativa privada en la realización de sus fines naturales de la llamada función supletoria, que es accidental para el Estado. En virtud de su función de suplencia él Estado debe crear las instituciones escolares necesarias para cubrir las necesidades del país cuando la iniciativa privada no alcance a ello. En esta función d Estado actúa como delegado de los padres y por tanto está obligado a secundar los deseos de las familias en la organización, objetivos y metas educativas. En cuanto a la finandadón de la enseñanza privada por parte del Estado, el negar la ayuda financiera a las escuelas católicas supone someter a los católicos a una doble carga: el sostenimiento de 1298

8 la escuela estatal y el de las escuelas privadas que han. de mantener. SÍ el Estado ayudara se vendría abajo el prejuicio de que las escuelas privadas son escuelas de ricos. La Iglesia y la educación. La Iglesia ha ejercido la actividad educadora de los pueblos desde hace muchísimos siglos, cuando apenas había quien se ocupara de ello. Las Universidades y estudios superiores tienen su origen en ella. La actividad educativa pertenece a la Iglesia de un modo supereminente por dos títulos de orden sobrenatural; el primero es: "Id y predicad a todas las naciones El segundo estriba en la maternidad espiritual de la Iglesia. Pío XI, en la encíclica Divini Illius MagisPri, señala que la Iglesia es "Maestra suprema y segurísima de los hombres, y en sí misma tiene arraigado el derecho inviolable a la libertad del magisterio". Y la misma encíclica añade: "es derecho inalienable de la Iglesia, y a la vez un deber suyo inexcusable, vigilar atentamente la educación de sus hijos, los fieles, en cualquier institución, pública y privada... no sólo en lo referente a la enseñanza religiosa allí impartida, sino también en otra disciplina y disposición cualquiera en cuanto atañen a la religión y a la moral". Para cumplir su fin sobrenatural la Iglesia puede utilizar los medios que considere oportunos^ pues "la Iglesia es independiente de cualquier potestad terrena, tanto en el origen como en el ejercicio de su misión educativa". Uno de estos medios es la escuela. En cuanto sociedad de derecho público, posee también di derecho propio de toda sociedad perfecta e independiente, provista de todos los medios necesarios para la consecución de su fin. Por eso puede también, pero mero derecho natural, erigir escuelas de toda clase y grado para impartir la enseñanza de cualquier disciplina. Riestra acaba su obra señalando que el derecho de la Iglesia sobre la educación religiosa y moral de sus miembros es inmediato, con independencia de la escuela que éstos frecuenten; y extensivo a todas las materias educativas en cuanto se relaciona con la formación de los bautizados. Es un derecho universal, tanto por su contenido como pea: los sujetos a que alcanza: "enseñad a todas las gentes". Y es, finalmente, un derecho inalienable, pues nos dice la encíclica "no hay potestad terrenal que pueda legítimamente disputar o impedir su derecho". MÁITB VJU.T.ET. 1299