PSICOMOTRICIDAD 281
CARACTERIZACIÓN GENERAL DE LAS ACTIVIDADES PARA LA PSICOMOTRICIDAD EN EL TERCER AÑO DE VIDA. Al terminar el segundo año de vida se han alcanzado logros del desarrollo en el niño que les permiten entrar en contacto más directo con el mundo circundante y actuar con mayor independencia en el tercer año. Esto es un resultado de tres determinantes básicos que se han alcanzado en el período anterior: Un desarrollo importante de las premisas de las habilidades psicomotrices generales (caminar, correr, trepar, escalar, entre otras). La posibilidad de comunicarse de manera más efectiva por una ampliación de la comprensión léxico semántica de la lengua que permite cumplimiento de órdenes por demanda verbal y responder a preguntas directas. La asimilación de acciones de correlación complejas y en particular de las acciones instrumentales. Estas adquisiciones sientan las bases para un incremento continuo de las posibilidades psicomotrices de los niños a partir de los dos años de edad, y donde el dominio de la marcha autónoma y de una comunicación más efectiva les permiten desplegar una actividad intensa para entrar en relación con los objetos y las personas que les rodean, actividad que aunque aún limitada y no completamente organizada, constituye un medio importante para el desarrollo de sus potencialidades. El niño en el tercer año de vida tiene una mayor vitalidad y resistencia física, lo que le hace ganar confianza en sus posibilidades, y donde el progreso en su control postural y su autonomía hacen que no tenga que depender continuamente de los adultos y comience a actuar por sí mismo en la búsqueda de las relaciones esenciales y concentrándose por un tiempo relativamente largo en su propia actividad. El desarrollo psicomotor alcanzado en el segundo año les facilita hacer acciones con los objetos que son cada vez más complejas, lo que repercute significativamente en su desarrollo cognoscitivo. La actividad con objetos sigue siendo la actividad fundamental o rectora del desarrollo en esta etapa, por lo que la complejización progresiva de esta actividad constituye la base sobre la cual se asientan los progresos de sus PSICOMOTRICIDAD 282
procesos mentales, a la vez que la asimilación de habilidades psicomotrices generales permiten una acción más efectiva sobre el mundo que les rodea. Estas actividades motrices más perfeccionadas son una continuidad de aquellas logradas en el segundo año de vida y propician una mayor información motriz, que los prepara para llevar a cabo acciones cada vez más complejas. En relación con esto, el niño de este grupo de edad, comienza a realizar las tareas psicomotrices con una participación cada vez más activa de su pensamiento, que se expresa fundamentalmente en acciones de orientación externas que son un reflejo del nivel mental en estas edades y que le posibilitan orientarse y hacer más efectivas sus acciones no sólo por medio de las representaciones sensoriales, sino también mediante el descubrimiento de relaciones esenciales de los objetos y fenómenos del mundo circundante. La realización de los movimientos fundamentales de los que se apropia el niño en este período (caminar, trepar, saltar, lanzar, etc.) amplían sus posibilidades de desplazamiento, permiten una mayor vigilia activa y enriquecen el desarrollo de sus potencialidades cognoscitivas al poder manipular, explorar, conocer y accionar con los objetos que le rodean en dependencia de sus propiedades y relaciones, externas e internas, de manera directa y por su propia iniciativa. Ello conlleva la ampliación significativa del horizonte cognoscitivo del niño de esta edad, hecho que está dado por la diversificación de la realidad, que hace que el psiquismo en este año de vida se diferencie en la misma medida en que esta realidad se diversifica, y donde ya cada área del desarrollo requiere de una estimulación específica, dirigida a su devenir evolutivo particular, lo que trae como consecuencia la necesidad de acciones estimulatorias para el desarrollo físicomotor, para la percepción, para el pensamiento, entre otras, y que antes estaban unidas en una única actividad psíquica. Desde este punto de vista las actividades en el tercer año de vida conceptualmente conjugan lo motor y lo psíquico, lo afectivo y lo psicomotor, lo cual está dado por la concepción de la unidad de los procesos cognoscitivos, afectivos y motores, pero la ampliación cognoscitiva de la actividad psicomotriz del niño, y que está dada por la diversificación de la realidad que les rodea y la necesidad de su apropiación, determina que el sistema de influencias educativas se diferencie por áreas de desarrollo, y con acciones propias para cada una de ellas. Es por eso que las actividades psicomotrices para los niños en este tercer año, muestran un predominio del componente motor sobre las correspondientes a la sensorialidad que, en muchos programas educativos se agrupan en la PSICOMOTRICIDAD 283
educación sensorial o el conocimiento del mundo de los objetos y sus relaciones, si bien manteniendo la interdependencia e interacción entre las mismas. La concepción de la unidad de los procesos afectivos, cognitivos y motores, es decir, de la psicomotricidad, está expresa en cualquier actividad que el niño realiza, y así, cuando hacen una actividad de educación física, en la que aparentemente solo se está ejerciendo una estimulación motora, por ser el contenido fundamental de la actividad, se está igualmente ejerciendo una acción sobre sus procesos psíquicos (indispensables para la comprensión y realización de la actividad motriz), y sobre sus procesos afectivos (en la medida en que la misma provoca reacciones emocionales relacionadas con el logro o fracaso de la actividad que se plantea). Desde el momento que se da la diferenciación por áreas de desarrollo, cabe entonces preguntarse que contenidos quedan para la actividad psicomotriz como tal desde el punto de vista del sistema de influencias educativas, si siempre conceptualmente toda actividad que se realiza es psicomotriz. En este sentido, una revisión amplia de los programas educativos de un buen número de sistemas educacionales refleja que, además de las actividades motrices, se incluyen las referentes a la imagen corporal, las que tienen que ver con la estructuración del espacio partiendo del cuerpo del niño, y algunas referidas a la estructuración temporal, que todavía es aún incipiente en este tercer año. El conocimiento del esquema corporal, de la imagen corporal, tal como se había referido en el año de vida anterior, trata del conocimiento que el niño va progresivamente estructurando respecto a su cuerpo, lo cual incluye sus características físicas y las posibilidades de acción motora que el mismo le ofrece, así como la constitución o formación de su identidad personal y su sentido de pertenencia a un grupo social. La estructuración espacial implica la noción que construyen el niño a través del movimiento, el desplazamiento y la orientación en el espacio, con respecto o tomando como punto de relación su cuerpo, con los objetos, las personas y las situaciones de su medio natural y social que le rodea, así como su ubicación espacial (cerca, lejos, delante, derecha, izquierda, etc.). La estructuración temporal comprende la capacidad del niño para ubicar hechos en una sucesión de tiempo, noción que les permite paulatinamente adquirir los conceptos de duración, orden y sucesión en que se dan los acontecimientos. Todos estos aspectos toman en consideración a la manifestación corporal como medio de expresión de la psique, y las actividades para su desarrollo han PSICOMOTRICIDAD 284
de tomar en cuenta este criterio. Desde este punto de vista, en un momento del desarrollo dichas actividades serán globales y generalizadoras (como sucede en el lactante y gran parte del segundo año de vida), y luego se vuelven más específicas y particulares, y dirigidas a cada área del desarrollo, en la misma medida en que el medio circundante se diversifica y el niño adquieren una mayor experiencia vital. Pero, a diferencia de los dos primeros años en que se dan cambios y transformaciones constantes, y obligaba, como sucedía en el primer año de vida y también de manera considerable en el segundo, a organizar los programas de estimulación en fases bien cortas, que abarcan a lo sumo un trimestre de la vida, en este tercer año los cambios no son ya tan rápidos, lo cual hace que el sistema de influencias educativas se organice en períodos más largos y que, aunque pedagógicamente siguen el criterio de trimestres escolares, desde el punto de vista de la evolución del desarrollo psíquico, las líneas directrices de este desarrollo son considerablemente más amplias y comprenden en ocasiones a todo el año de vida. Desde el punto de vista del desarrollo psíquico, el tercer año de vida constituye una unidad con el año precedente, el segundo año y ha de enfocarse como la fase final de una etapa, la edad temprana, de la cual es su culminación. Esto hace que realmente estos dos años comprendan un ciclo de desarrollo en el que las cualidades y funciones psíquicas características de esta edad comiencen a manifestarse desde el año de edad y alcancen su expresión más completa hacia los tres años en que concluye este período. Otras en cambio, aún han de continuarse en el cuarto año de vida, pues es en este donde llegan a mostrar su manifestación plena. Esta irregularidad del desarrollo, y que lo caracteriza, hace que sea difícil establecer límites exactos entre un período y otro, pues mientras hay funciones que culminan su desarrollo en una etapa, otras continúan en los subsiguientes, y algunos abarcan toda la etapa de la educación infantil. Es por esto que, a partir del tercer año, constituya un error científico tratar de relacionar directamente períodos exactos del desarrollo con las actividades que se propongan para la estimulación de determinados procesos y cualidades psíquicas, al menos en límites estrechos, por lo que los logros del desarrollo han de ser plasmados para todo el año de vida, y haciendo alguna referencia particular a alguno de ellos que se signifique más en un momento de ese año. De esta manera el desarrollo y la enseñanza se conciben de manera dialéctica y técnicamente bien concebidos. PSICOMOTRICIDAD 285
En cuanto a las actividades, y dado que el segundo y el tercer años constituyen en sí mismos una etapa del desarrollo, en la que los objetivos de la enseñanza se conciben teóricamente iniciándose a partir de que los niños tienen doce meses y se alcanzan cuando estos cumplen los tres años, la mayoría de las actividades propuestas en el año anterior han de continuarse realizando en el actual, añadiéndole por lo general algún nivel de mayor complejidad, dado el creciente desarrollo intelectual de los niños. Esto es particularmente significativo en aquellas actividades que se agrupan para estimular varias funciones del desarrollo, como son las actividades modulares, que básicamente van difiriendo en su nivel de complejidad más que en la inclusión de nuevos contenidos. Así, desde el punto de vista pedagógico, la organización de actividades sigue en términos generales la misma que se tenía en el año de vida anterior, con la realización de aquellas que contienen objetivos amplios y otras que se refieren a aspectos más concretos y específicos del desarrollo psicomotor. En este sentido las actividades en este tercer año de vida tendrán dos formas organizativas principales: Actividades dirigidas a un objetivo concreto o específico. Actividades modulares, que engloban varios objetivos que se han de trabajar de manera conjunta. En la primera, el objetivo a desarrollar suele ser único y la estimulación va dirigida a la consecución de un logro particular o a una determinada reacción en el niño, mientras que las actividades modulares (o módulos de actividades) tratan de estimular simultáneamente varios procesos. No obstante, y debido a la progresiva diferenciación de las áreas de desarrollo, las actividades del primer tipo priman, y los módulos organizados como aparecen en este material se han de concretar fundamentalmente a la ejercitación propioceptiva de los complejos musculares y la formación de las habilidades motrices generales. En este sentido el educador ha de organizar sus propios módulos, incluyendo en los mismos varias tareas que estarán en correspondencia con el nivel de desarrollo de los niños, la etapa del curso escolar y la complejidad de las habilidades a formar. Cabe recordar que las actividades, bien de carácter específico o modulares, tienen un sentido longitudinal a lo largo de todo el año de vida, por lo que se pueden mantener de un trimestre escolar a otros períodos posteriores, lo cual es PSICOMOTRICIDAD 286
mucho más significativo en este año de vida en que el desarrollo avanza evolutivamente por fases más amplias. A los fines organizativos estas actividades se estructuran de la siguiente manera: Actividades para niños en el primer trimestre escolar. Actividades para niños en el segundo trimestre escolar. Actividades para niños en el tercer trimestre escolar. No obstante esta estructura organizativa que determina formas de estimulación propias en cada periodo, existen procedimientos metodológicos generales que son semejantes en todos los trimestres, y que han de ser tomados en consideración a la hora de concebir las actividades pedagógicas. PSICOMOTRICIDAD 287