EQUITACIÓN TERAPÉUTICA

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1 Doc 1319 EQUITACIÓN TERAPÉUTICA Introducción Contenido Introducción Beneficios y mejoras Técnicas y funcionamiento Las hípicas se han convertido en alguna cosa más que centros para el aprendizaje y perfeccionamiento de esta disciplina deportiva. Desde hace ya algún tiempo, las diferentes terapias con caballos forman parte de la programación de actividad habitual de algunas hípicas: el objetivo principal deja de ser el deportivo y pasa a ser el terapéutico, para obtener beneficios en algunas limitaciones físicas o psíquicas. Existen modalidades diversas, con diferentes denominaciones (para este artículo hemos aplicado las que nos parecieron más claras y esquemáticas), pero todas ahondan en el que es el eje principal de las terapias ecuestres: aprovechar la relación e interacción con el caballo para conseguir mejoras de carácter fisioterapéutico (hipoterapia), psicológico y pedagógico (equitación psicopedagógica) o deportivo (equitación adaptada, para personas con alguna disminución física). Sea cual sea la modalidad de terapia ecuestre que se aplique y el jinete específico al cual se dirige, la actividad con caballos se propone contribuir positivamente al desarrollo cognitivo, físico, emocional, social y ocupacional de personas que sufren algún tipo de necesidad especial (de un amplio abanico psíquico o físico). Además, el caballo es concebido como una verdadera herramienta de trabajo que aporta muchos beneficios en los aspectos integrador, rehabilitador y reeducador.

2 Beneficios y mejoras La terapia ecuestre forma parte de las llamadas terapias asistidas con animales. Se trata de un proceso pedagógico y rehabilitador integral y al mismo tiempo personalizado. Como idea general, su pretensión es conseguir integrar socialmente al individuo, a través de potenciar sus capacidades y de mejorar sus niveles de autonomía personal. Según las características específicas de cada jinete, se pondrá el acento en un aspecto u otro de las limitaciones a solucionar. La base de todo se encuentra en el hecho que animal, paciente y terapeuta interactúan con la finalidad de alcanzar un fin saludable. Tanto puede desarrollarse como terapia única o como complementaria, según los casos, y en ella se trabajan aspectos emocionales, senso-motrices, cognitivos, relacionales y psicomotores, que se adaptan al cuadro propio de cada jinete. En el aspecto emocional, se persigue mejorar la autoestima, mediante la eliminación de los temores y la disminución de los niveles de ansiedad, además de favorecer un mayor autocontrol y sentimiento de bienestar y normalidad. En cuanto al ámbito senso-motriz, la terapia busca controlar el tronco, mejorar el equilibrio, la coordinación y la lateralidad del cuerpo, para conseguir, en definitiva, un mayor control postural. En resumen, es importante reducir progresivamente la anormalidad en los movimientos. Los beneficios cognitivos de este tipo de terapias buscan aumentar la capacidad de comunicación del jinete, mejorar su concentración e incluso aumentar su automotivación, mientras que, en último término, la faceta social también puede experimentar una mejoría a través del establecimiento de nuevas relaciones sociales y la consolidación de las existentes. Cómo puede la hípica aportar esta serie de beneficios

3 terapéuticos? Para empezar, hay que tener en cuenta que, en su génesis, éste es un deporte en el que la complicidad entre caballo y jinete para la consecución de unos objetivos, es absolutamente necesaria. Por su misma morfología, el caballo es capaz de aportar estímulos táctiles, olfativos, auditivos y visuales, además de todos aquellos que provoca con su movimiento corporal. Hay que visualizar una cosa que quizás pasa desapercibida: el movimiento del caballo provoca oscilaciones en el cuerpo del jinete, que van en las tres direcciones del espacio, cosa que estimula el desarrollo psicomotor, los reflejos, la coordinación, el equilibrio y el control postural. Otra cuestión algo particular, y de corte sobretodo físico, favorece la relajación del jinete: el caballo tiene una temperatura corporal más alta que la humana, un hecho que, unido a sus movimientos al andar, transmite una sensación de relajación muscular intensa, además de otros beneficios de carácter visceral. De forma general, los expertos recomiendan que para elegir un caballo de terapia se tenga en cuenta su carácter (apacible, tranquilo, difícilmente asustadizo) y su temperamento (tolerante ante el trabajo rutinario y los movimientos asimétricos o descoordinados del jinete, y calmoso ante situaciones nuevas). Finalmente, será necesario estudiar qué caballo, con sus movimientos propios y personales, se adapta mejor a las necesidades y características del jinete en cuestión. En todo caso, los expertos indican que el caballo deberá tener más de ocho años para que se le considere estabilizado emocionalmente y deberá pasar un entrenamiento previo antes de ser encomendado a funciones terapéuticas. Además de todo lo expuesto hasta ahora, mencionaremos que existe el llamado volteo terapéutico, que es una actividad que se encuentra a medio camino entre lo deportivo y lo terapéutico. En otro orden de cosas, también existen los talleres ecuestres para los Las terapias con caballos tienen aplicaciones fisioterapéuticas y también psicológicas.

4 más pequeños (a menudo con ponis); estos talleres están pensados para favorecer la pedagogía de la enseñanza a través del juego. Así, a través de unas nociones básicas y de una forma divertida, los más pequeños se familiarizan de forma natural con el trato con el animal y al mismo tiempo, con la interacción con el colectivo. Técnicas y funcionamiento Cada terapia requiere sus propias reglas de funcionamiento. En el caso de la hipoterapia, dirigido a personas con discapacidad física o limitaciones funcionales, que necesitan un tratamiento de marcado carácter fisioterapéutico, a menudo el caballo es guiado por el monitor en todo momento, sin que el jinete pueda realizar ninguna acción de mando sobre él. Para desarrollarlo, es necesaria una autorización médica. De hecho, hay que tener en cuenta que estas sesiones son dirigidas por un fisioterapeuta. En otros casos, se trata de un especialista en educación especial o algún psicólogo el que asiste a las sesiones de rehabilitación. Todo depende de la pretensión con que se utilice la terapia, de cuáles sean los problemas que aborde. Como ya hemos visto, hay un sinfín de aplicaciones de terapia con caballos. Sea como sea, los programas de intervención se realizan en base a unos objetivos concretos a trabajar, según las capacidades y circunstancias de cada jinete. Por eso es importante, a parte de las valoraciones iniciales realizadas y las observaciones de cada sesión, un informe médico del jinete, así como su autorización para poder realizar la intervención. La llamada equitación terapéutica saca provecho del contacto con el caballo y de la motivación que éste genera. De este modo, busca soluciones a los problemas de aprendizaje y adaptación que pueda presentar el jinete. Una variante o modalidad de esta disciplina es la equinoterapia social, que pretende potenciar la relación afectiva que se establece con el caballo. Así, se pretende ayudar a personas con problemas de adaptación social a superar

5 sus conflictos e integrarse socialmente. Algunos expertos también precisan que a menudo se asocia este tipo de terapias a personas que padecen grandes discapacidades físicas o psíquicas. No obstante, también se pueden beneficiar de ellas las que sufren problemas a nivel cognitivo, comunicacional, relacional o de autonomía personal (esto es, por ejemplo, ayudar a reducir los niveles de ansiedad que sufre habitualmente el jinete). Para ello, recuerdan que los ejercicios de carácter terapéutico que se realizan en la hípica suelen integrar y basarse en los pilares cognitivo, social, emocional y físico. En este sentido, se han llevado a cabo planes terapéuticos en hípicas para trabajar -de forma complementaria, se entiende- abusos de sustancias y adicciones, para gestionar el estrés, el déficit de atención, cuadros depresivos, e incluso para hacer trabajo de grupo con empresas, por poner algunos ejemplos. Las actividades ecuestres terapéuticas comprenden diversos momentos con el caballo (aunque no siempre toda la intervención se hace encima del animal). Dependiendo del caso de jinete que se trate, puede ocurrir que sea necesario la presencia de algún acompañante. Hay que tener en cuenta que los caballos proporcionan la posibilidad de estimulación de prácticamente todos los músculos del cuerpo; unos movimientos que son especialmente terapéuticos, ya que su condición rítmica aporta un importante bienestar al cuerpo humano. Este ritmo es la base de la danza terapéutica que va tan unida a la hipoterapia, que algunos definen como una danza que se produce con un caballo. De hecho, la variabilidad de la marcha del caballo posibilita terapéuticamente ajustar el grado de sensaciones que recibe el paciente. Además, ir a caballo favorece en buena medida la orientación espacial. Se considera que la hipoterapia es capaz de conseguir nuevos estímulos complementarios a los que consiguen lograrse mediante los tratamientos tradicionales. A continuación exponemos un ejemplo práctico, a título La hipoterapia, dedicada a la rehabilitación física, saca provecho del ritmo del caballo al andar.

6 Dependiendo de la modalidad de terapia, a menudo necesitan un informe médico previo y personal especializado. orientativo, de cómo aplica un centro hípico el tratamiento de hipoterapia. En primer lugar, piden realizar una solicitud, a la cual debe acompañarse un informe del médico y equipo terapéutico que atienda al solicitante. Una vez se haya solicitado el tratamiento, el paciente debe pasar una evaluación física y psíquica. Así, para el centro es preciso conocer el nivel de evolución de su afección, sus condiciones físicas y sus psíquicas. Con esta información, el equipo profesional de la hípica establecerá un programa de trabajo, asignará un caballo y un monitor, y acabará por establecer un procedimiento de ejercicios y de controles. Una vez hechos estos pasos previos, si se trata de un paciente nuevo en esta terapia, lo primero será propiciar que conozca su caballo y se familiarice con él. Se le presenta el caballo y se le da tiempo para que pueda verlo, tocarlo, acariciarlo, darle algo de comer...en definitiva, el inicio de una relación que debe ser fructífera y larga. Además, también se le enseña el equipo que usará para montar a caballo. Antes de comenzar la sesión, se recomienda que el paciente haga unos minutos de calentamiento. Hecho todo esto, ya puede montar a caballo. No siempre el jinete se sentará sobre el caballo en la postura tradicional; algunas veces, y en función del tipo de estimulación que se estime que necesite, se tumbará sobre el lomo, se sentará del revés o adoptará otras posturas, o incluso combinará diferentes posturas. La cadencia rítmica y constante del caballo al andar proporciona una forma ideal de trabajo y estimulación. La variación de las cadencias, aumentando o disminuyendo los ritmos del movimiento, así como la variación de los aires del caballo (paso, trote o galope), permiten una gran diversidad de vías de estimulación para el cuerpo humano. Así, está comprobado que, al andar, el caballo transmite a su jinete unos 11 movimientos diferentes por minuto: no hay músculo ni una sola zona corporal a la que no se transmita un estímulo. Un aspecto central de esta terapia -que, de hecho, se puede hacer extensivo a otras modalides- es que el paciente asume los ejercicios

7 como una diversión. Lejos de una mesa de tratamiento, del ambiente convencional de la fisioterapia y de cualquier máquina de ejercicios, el paciente se mantiene entretenido y atento a lo que sucede a su alrededor. Las sesiones comienzan siendo de unos 15 o 20 minutos, de dos a tres veces por semana. Y a medida que el paciente avanza, los tiempos normalmente aumentan y es posible llegar a sesiones de unos 50 o 60 minutos. Los programas que ofrecen las hípicas en este ámbito varían, según sus posibilidades y su especialización, y pueden cubrir de lo más general a lo más concreto. He aquí otro ejemplo del funcionamiento que establece un centro hípico en este ámbito: divide los alumnos de terapias ecuestres en dos grupos: los que tienen disfunciones neuromotrices de origen neurológico o degenerativo, con un nivel bajo de autonomía y que por su discapacidad física o cognitiva no pueden ejercer un control sobre el caballo; y los que tienen disfunciones psicomotrices o de carácter sensitivo que necesitan una terapia de carácter eminentemente psicológico. Las terapias con caballos son ya habituales en otros países de Europa y América desde hace más tiempo que en España, donde empiezan a coger fuerza. Equipo de Redacción IESPORT 2013 IESPORT No se permite la reproducción de este documento ni su transmisión en forma o medio alguno, sea electónico, mecánico, fotocopia, registro o de cualquier otro tipo, sin el permiso previo y por esctrito del editor. Iesport no comparte necesariamente las opiniones vertidas por su equipo de redacción en los documentos publicados.