LA T.A.E.: INSTRUMENTO DE ESCASA PROTECCION AL CONSUMIDOR EN LAS OPERACIONES FINANCIERAS

Transcripción

1 LA T.A.E.: INSTRUMENTO DE ESCASA PROTECCION AL CONSUMIDOR EN LAS OPERACIONES FINANCIERAS por Yolanda Giner Manso Maria José Muriel de los Reyes Javier Toledano Redondo Profesores Titulares de Escuela Universitaria Departamento de Economía de la Empresa Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales Universidad de Cádiz 1. INTRODUCCIÓN En la sociedad actual, se acentúa cada vez más la preocupación por la defensa y garantía de los derechos del consumidor. Entre ellos, uno de los que mas preocupa tanto al legislador como al propio usuario es el referente a los servicios financieros y, en especial, a los prestamos que ofrecen (as entidades financieras, puesto que estas operaciones suelen comprometer a las partes por largos periodos de tiempo y a un coste considerable para el prestatario. En esta línea, apareció la figura de la Tasa Anual Equivalente (1), en un intento de ayudar al consumidor en sus procesos decisorios y garantizar la transparencia informativa del coste de las operaciones financieras entre distintas entidades. La T.A.E. se conceptúa as[ como un elemento de protección al consumidor, en desarrollo de la Constitución Española, que señala que deben desarrollarse mecanismos de protección en este sentido, indicando expresamente que «... los poderes públicos garantizaran la defensa de los consumidores y usuarios, protegiendo, mediante procedimientos eficaces, la seguridad, la salud y los legítimos intereses económicos de los mismos [...I los poderes públicos promoverán la información y la educación de los consumidores y usuarios, fomentaran sus organizaciones y oirán a estas en las cuestiones que puedan afectar a aquellos, en los términos que la ley establezca,, (2). (1) En adelante, T.A.E. 308

2 (2) Constitución Española, artículo 51. Más específicamente, se ha promulgado una serie de normativas emitidas por el Banco de España, a través de diversas circulares (3), que son aplicables a los servicios y productos bancarios. (3) En concreto, algunas de las circulares del Banco de España mas importantes al respecto son la circular n. 8/1990, de 7 de septiembre, la circular n. 22/1992, de 18 de diciembre, la circular n , de 21 de diciembre, la circular n. 5/1994, de 22 de julio, y la circular n. 3/1996, de 27 de febrero. Al objeto de facilitar las comparaciones entre productos financieros de diversas entidades, las autoridades han promovido la generalización de la T.A.E., que básicamente consiste en una formula armonizada de la expresión del precio de un producto o servicio bancario, que toma en cuenta tanto el tipo de interés como la periodicidad de los pagos y las comisiones bancarias que corresponden a la operación y que el cliente no puede evitar. El principio de libertad de precios y la variedad de formas en que puede expresarse el precio de un servicio a producto puede inducir a confusión al usuario, especialmente en sectores como el financiero, que presenta una gran diversidad de oferentes y una elevada competitividad entre sus integrantes, por lo que el incremento de la oferta y variedad de servicios y productos financieros implica una mayor dificultad para el consumidor a la hora de comprender claramente todos y cada uno de los conceptos que pueden originarle un desembolso en una operación financiera. Esta gran cantidad de información puede dificultarle extraordinariamente la elección de la oferta más conveniente. Cada vez es mayor el número de conceptos y términos específicamente financieros que se incluyen en estas operaciones, por lo que el consumidor debe ser realmente un gran conocedor de los mismos para discernir el coste asociado a cada uno de ellos. Así, para evitar estas dificultades, la T.A.E. permite, en un solo índice, esto es, con un solo número, que los usuarios sean capaces de comparar de manera sencilla y eficaz las distintas ofertas y que el coste de las mismas sea transparente. En este sentido, el legislador ha desarrollado una serie de normas relativas al cálculo efectivo de la T.A.E., así como a su obligada publicidad en todas las operaciones financieras realizadas, entre otros, entre prestamistas y prestatarios, a fin de asegurar esa protección al consumidor de productos financieros. En este punto, es el momento de plantearnos si la T.A.E. cumple efectivamente con el objetivo para el cual fue desarrollada. 309

3 2. IMPORTANCIA DE LA T.A.E. DE LAS OPERACIONES BANCARIAS COMO ELEMENTO DECISOR PARA EL CLIENTE La idea subyacente en la filosofía de la publicidad obligatoria de la T.A.E. es que el consumidor tenga, en un solo índice representativo, toda la información necesaria para valorar la conveniencia o no de una operación financiera, así como el coste efectivo de la misma, a fin de servirle como elemento decisor para aceptar o no la operación y, en su caso, como medida de comparación con otras posibles operaciones. La información que deben proporcionar las entidades financieras a sus clientes sobre precios se debe realizar fundamentalmente en dos momentos: en un primer momento mediante la inclusión obligatoria en el tablón de anuncios de las entidades de los precios de las operaciones financieras mas habituales; y en un segundo momento, y de forma mucho mas detallada, se recoge en el contrato y en los documentos de liquidación, cuya entrega es obligatoria. Normalmente, los clientes a la hora de realizar una elección financiera adecuada entre los productos de diferentes entidades deberán comparar los distintos costes. Por lo tanto, lo que pretende el establecimiento de la T.A.E. es simplemente que con un solo índice, en este caso un numero, se resuma e integre toda esta información, en aras de facilitar los procesos decisorios al consumidor. Debemos recordar que las operaciones financieras son cada vez más complejas e incluyen cada vez más conceptos, por lo que para el consumidor no especialista, asumir y entender claramente todos los gastos, comisiones y pagos que deberá realizar en cada operación puede ser realmente complicado. El tanto nominal que normalmente se pacta no mide el coste real de la operación, como consecuencia de los desembolsos adicionales que efectúa el prestatario, unos de tipo bilateral como las comisiones de apertura y estudio en los prestamos bancarios y otros de tipo unilateral tales como los que perciben los corredores de comercio, los impuestos que percibe la Hacienda Pública, los gastos de notaría y registro, etc. En este sentido, es importante partir de dos conceptos claramente diferenciados, y que a menudo pueden Ilegar a confundirse, el tipo de interés nominal de una operación, mencionado anteriormente, y el tipo de interés real o efectivo. Cuando un cliente contrata con un prestamista una determinada operación financiera, por ejemplo un préstamo, se compromete a devolver la cantidad nominal prestada así como los intereses que esta ha 310

4 generado durante la duración de la operación. Así, si el tipo de interés pactado es del 6,5%, podría pensarse que este es el coste de la operación para el prestatario, y por lo tanto le serviría como elemento decisorio. No obstante, si el consumidor utilizase simplemente esta información no estaría actuando correctamente, y la decisión que tomase pudiera ser errónea, con el consiguiente perjuicio económico, puesto que podría decantarse por un préstamo que no sea el de menor coste. En efecto, para tomar correctamente esta decisión, el cliente debe ser capaz de calcular el coste real o efectivo de la operación, puesto que en realidad, además del tipo de interés nominal anteriormente citado, el prestatario debe abonar una serie de gastos, bien a la entidad financiera, bien a terceros, que encarecen la operación. Y si bien, la T.A.E. tal y como esta legislada en la actualidad pretende ser ese coste efectivo de la operación, que se debe calcular, según la normativa vigente, de igual modo para todas las entidades financieras en cada una de sus operaciones, veremos que dicho indicador, en realidad, no mide el coste efectivo de la operación para el cliente, luego no puede servirle como elemento decisor. 3. CALCULO DE LA T.A.E. La existencia de desembolsos unilaterales hace que el tanto efectivo de coste para el sujeto que realiza la prestación difiera del tanto efectivo para quien realiza la contraprestación. Por ello, el Banco de España, cumpliendo con sus funciones de control e inspección de las entidades financieras en su objetivo de garantizar la transparencia en las operaciones financieras y la protección de la clientela de esas entidades, ha publicado en sus circulares 15/ 1988, 8/1990 y 13/1993 una norma especifica en que se detalla la forma de obtener la T.A.E. (4). (4) La mas importante de estas circulares es la 8/1990 sobre Transparencia de las Operaciones y Protección a la clientela que plantea la normativa a seguir por las entidades de crédito en los siguientes temas: publicación e información de los tipos de interés que se aplican en las operaciones, información sobre tarifas de comisiones y gastos repercutidos a los clientes que se deben recoger en un folleto y comunicar previamente al Banco de España, condiciones de valoración y tablón de anuncios para informar a la clientela, tarifas de comisiones, normas de valoración, documentos de liquidación de las operaciones, organización del servicio de reclamaciones y, por ultimo, coste y rendimiento efectivo de las operaciones. Para calcular la T.A.E., la idea básica es igualar las salidas de dinero que efectúa quien realiza la prestación a los pagos que realiza el sujeto de la contraprestación, y deducir cual es el tipo de interés que de ello se obtiene. En este sentido, se exige la obligación de incluir expresamente en el contrato el valor de la T.A.E. que se obtiene según aparece recogido en la Circular del Banco de España n 8, de 7 de septiembre de 1990, sobre Transparencia de las Operaciones y Protección de la Clientela (B.O.E. de 20 de septiembre), es decir, <igualando en cualquier fecha el valor actual de los efectivos recibidos y entregados a lo largo de la operación, 311

5 por todos los conceptos, incluido el saldo remanente a su termino». De este modo, la expresión general para obtener la T.A.E. Se presenta en el anexo V de la circular y es la siguiente: m m E D n (1+i p ) t =Z R k (1+I p )'k n=1 k=1 donde: i=(1+i p )p -1 D representa las disposiciones, R los reembolsos, n el numero de disposiciones, y m el número de reembolsos. A modo de ejemplo, podemos analizar una operación de préstamo entre una entidad financiera y su cliente, por ser ésta una de las operaciones financieras más habituales. Para ello hay que diferenciar básicamente cuatro tipos de gastos asociados a las operaciones crediticias: devolución o amortización del capital prestado por la entidad financiera, intereses generados por dicho capital, otros gastos a abonar a la entidad financiera (5) y gastos a abonar a terceros (6). En este sentido, los precios de los servicios bancarios que no supongan financiación se recogen en una tarifa de comisiones. Dichas tarifas que figuran en la información transmitida al cliente suelen ser las máximas posibles y estas comisiones solo pueden aplicarse a servicios realmente prestados y que hayan sido solicitados por el cliente (7). De esta forma, un tipo de interés nominal no permite comparar el precio de dos operaciones si las periodicidades de pagos o los gastos que derivan de las mismas difieren. (5) Por ejemplo, entrarían en esta categoría gastos de apertura de la operación, comisiones de cancelación, gastos de estudio, etc. (6) Por ejemplo, gastos de notaria, corretaje, impuestos, tasaciones, etc. (7) Así, por ejemplo, la Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios (AUSBANC) ha denunciado como ilegal la comisión de devolución (letras de cambio, pagares, talones o cheques) que aplican las entidades financieras a sus clientes porque no responden a un servicio prestado por la entidad financieras según establece la normativa del Banco de España. Veamos en un sencillo ejemplo como debería calcularse correctamente la T.A.E. Para que esta cumpla eficazmente con su objetivo de protección al consumidor. 312

6 Si un banco oferta un préstamo de euros, a un año, con interés anual del 5% a devolver en un solo pago al final del periodo junto a los intereses generados, el cliente debería abonar en concepto de intereses, al finalizar el periodo considerado 50 euros, que unidos al reembolso del principal harían un total de euros. Si calculamos la T.A.E. de la operación, igualando lo que recibe el prestatario a los pagos que debe realizar, convenientemente actualizados, obtendremos el tipo de interés que paga efectivamente por ello, que en este caso coincidirá con el tipo nominal del 5%, puesto que no concurre ningún otro tipo de gastos. En efecto, si despejamos de esta ecuación el tipo de interés efectivo, el resultado es que el tipo de interés efectivo, i, es del 5%: 1.000= (1+i) No obstante, si el préstamo anterior requiere de una comisión de apertura del 2%, a pagar en el momento de la concesión del mismo, lo que realmente recibiría el prestatario serian 980 euros, mientras que los intereses generados, al calcularse sobre el nominal, no variarían. En este caso, el prestatario recibiría 980 euros por los que debería abonar, al finalizar el periodo considerado, euros en concepto de intereses y amortización de capital. Así, la dimensión financiera de la operación resultarla: 980 = (1+ i) Resultando el tanto efectivo del 7,14%, y por lo tanto, la T.A.E. como vemos superior al tipo nominal que se establecía en el 5%. La importancia de esta operación para el cliente es básica a la hora de tomar el tanto efectivo come factor de decisión en la operación descrita. Aunque el tipo de interés que la entidad cobra, en concepto de intereses, es del 5%, en realidad vemos que la tasa que realmente recibe del cliente es del 7,14%, siendo este último porcentaje el que realmente interesa al mismo come elemento de comparación y evaluación de las operaciones financieras. Asimismo, es de vital importancia el momento en el cual el cliente debe desembolsar o hacer efectivo los pagos, puesto que este dato puede hacer variar ostensiblemente el resultado en el cálculo de la T.A.E. Veámoslo con otro ejemplo. Supongamos que nuestro préstamo de euros, al 5% tiene una comisión de 15 euros. Si dicha comisión es de apertura, el cliente recibirá 985 euros, y deberá abonar al cabo de un año 1.050, de lo que resulta una T.A.E. del 6,59%. No obstante, si dicha comisión fuese de cancelación, recibiría euros a cambio de los cuales debería abonar, al término de la operación euros, por lo cual la T.A.E. resultante, y por lo tanto 313

7 el coste efectivo de la operación seria del 6,50%, ligeramente inferior. Podría pensarse que si el cliente desea suscribir una operación de ese importe, pagaría finalmente por ello el tipo efectivo anteriormente calculado. No obstante, y avanzando un poco mas en nuestro razonamiento, en el calculo anterior no aparecen recogidos los pagos que el cliente debe efectuar a terceros, puesto que la ley determine que solo se deben incluir los pagos que el cliente realiza a la entidad financiera. De este modo, la T.A.E. mide, en realidad, el rendimiento que obtiene la entidad financiera en la operación, pero en ningún caso el coste efectivo para el cliente. Así, si incluimos los gastos a terceros, por ejemplo gastos de notaria registrando la operación anterior por cuenta del cliente por importe de 10 euros pagados al formalizar el préstamo, vemos como la T.A.E. asciende ya al 8,24%, despejando de la correspondiente ecuación: 970 = (1+i) El hecho de no incluirse en el cálculo de la T.A.E. estos gastos a terceros, obedece a que, legalmente, el cliente tiene derecho a elegir libremente a estos terceros, y por lo tanto es de esperar que busque los servicios mas favorables para el. Así, aunque la T.A.E. así calculada no midiera el coste efectivo de la operación, si podría decirse que es un elemento decisor valido, puesto que estos gastos son independientes de la entidad financiera que se elija. No obstante, en la realidad podemos constatar que esto no es del todo cierto. Si bien es clara la libertad del cliente para seleccionar a los terceros anteriormente aludidos, en la práctica las entidades financieras inducen al cliente, de algún modo, a realizar las operaciones con determinados notarios, registradores, etc., con los que trabajan habitualmente, y en los que confían plenamente (8). Así, el cliente se ve en ocasiones fidelizado hacia determinados profesionales, bien por comodidad, bien por mayor seguridad a la hora de que la entidad financiera le conceda la operación (9). Un ejemplo ilustrativo de lo anterior podría ser la tasación de un bien a efectos de un préstamo hipotecario. Si un consumidor desea formalizar un préstamo de este tipo con una entidad financiera, esta suele exigirle una tasación del bien que lo sustenta mediante un determinado tasador, para estudiar la viabilidad de la operación, cuyos gastos corren a cargo del prestatario. Si finalmente el usuario decide cambiar de entidad financiera, con toda probabilidad deberá realizar nuevamente este trámite, con el 314

8 consiguiente desembolso, puesto que el nuevo oferente exigirá frecuentemente otra tasación. Si bien esta claro que el consumidor puede repetir esta operación a voluntad cuantas veces considere oportuno, el coste que Ileva asociada esta conducta le inducirá a no cambiar de entidad financiera, por lo que puede estar realizando operaciones con un coste superior al mínimo existente en el mercado. En resumen, si realmente la intención del legislador, y así lo entendemos, es proteger al consumidor ante la dificultad de evaluar el coste de las operaciones financieras para que pueda seleccionar la mas conveniente, entendemos que la T.A.E., tal y como esta especificada, es incompleta a la hora de facilitar dicha información. Así, debe incluirse en su calculo toda la información derivada de la operación y, por lo tanto, todos los pagos que de ella derivan, reviertan o no en el prestamista puesto que, como hemos indicado, no siempre existe una total libertad de elección en cuanto a los terceros y este hecho puede hacer variar ostensiblemente el coste real de distintas operaciones financieras. Por lo tanto, la legislación en torno a la T.A.E. que actualmente esta vigente en nuestro país es totalmente insuficiente para proteger los intereses del consumidor, y debiera avanzarse un poco más en la normativa existente, en el sentido que hemos indicado, al objeto de cumplir fielmente con la idea subyacente de la misma. (8) Es frecuente, por ejemplo, que en los préstamos hipotecarios el cliente deba contratar un seguro sobre el bien objeto de hipoteca, en aras de asegurar la operación para la entidad financiera. Dicho requisito, indispensable en la mayoría de las ocasiones, suele venir además inducido hacia una determinada aseguradora, normalmente filial de la propia entidad que realiza la operación, con unas tarifas prefijadas, por lo que la libertad de elección del cliente a la hora de elegir la compañía aseguradora se ve seriamente limitada. (9) Si el cliente no desea seguir las recomendaciones de la entidad en materia de elección de terceros, es posible que encuentre profesionales que le ofrezcan dichos servicios de modo más económico, pero quizás el coste que eso le suponga en recursos, tiempo y consultas no le compense. De igual modo, es probable que la entidad financiera, en caso de no seguir sus indicaciones, ponga mayores dificultades en el estudio y aprobación de la operación. 4. CONCLUSIONES 1. La T.A.E. representa en la actualidad el rendimiento que obtienen las entidades financieras en sus operaciones, pero, en general, no representa adecuadamente el coste que supone para el usuario la operación financiera. La única excepción a este caso serían las operaciones donde todos los desembolsos que realiza el consumidor revierten a la entidad financiera, esto es, donde no existan gastos que abonar a terceros, operación ciertamente excepcional en el panorama financiero actual. 315

9 2. Seria necesario, en aras de incrementar la protección al consumidor, que la entidad financiera incluyese en el cálculo de la T.A.E. Todos los gastos que este efectivamente realiza, puesto que la entidad conoce sobradamente sus importes y a que terceros revierte. La exigencia de que estos cálculos los real ice la entidad, se conecta con el escaso esfuerzo que para ella representaría frente a la dificultad que para el consumidor no experto en finanzas representaría el calculo de los costes efectivos de dichas operaciones. 3. Igualmente importante es concienciar al consumidor de la importancia del momento en el que se van a realizar los desembolsos, puesto que hemos visto que a igual cantidad efectiva, es mejor para el mismo que los gastos se abonen cercanos al final del horizonte temporal considerado. 4. Si se continua con el concepto de T.A.E. actual, esto es, información que el Banco de España obliga a la entidad financiera a proporcionar a los clientes, debería especificarse en los documentos relativos a cada operación en los que deba aparecer dicha información una relación de las comisiones y gastos que debe incluir dicho calculo. Ello redundaría en una mayor transparencia a los consumidores de servicios financieros, objeto final de la preocupación del legislador y las asociaciones de consumidores. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS BONILLA MUSCLES, M. e IVARS ESCORTELL, A. (1994): Matemáticas de las operaciones financieras, Editorial AC, Madrid. BONILLA MUSCLES, M. e IVARS ESCORTELL, A. (1990): "El precio financiero en [as operaciones de venta a plazos ", Actualidad Financiera, n. 25, semana de junio, pp CIRCULAR DEL BANCO DE ESPANA n. 13, de 21 de diciembre de 1993, sobre Entidades de Crédito (B.O.E. de 31 de diciembre). CIRCULAR DEL BANCO DE ESPANA n. 8, de 7 de septiembre de 1990, sobre Transparencia de las Operaciones y Protección de la Clientela (B.O.E. de 20 de septiembre). DE PABLO LOPEZ, A. (1995): "El T.A.E. y la información a la clientela: un análisis crítico ", Cuadernos Aragoneses de Economía, 2.a época, vol. 5, numero 2, pp SOTO ALVAREZ, J.M. (1998): «La Tasa Anual Equivalente (TAE) como elemento para la toma de decisiones en las operaciones de préstamo a tipo de interés variable,,, Actualidad Financiera, mayo, pp

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