LOS PROCESOS COGNITIVOS Y CULTURALES IMPLICADOS EN LA ADQUISICIÓN DE LA COMPETENCIA LECTORA Y ESCRITORA Ezequiel Álvarez Cuesta Universidad del Atlántico, Facultad de Educación Grupo Educaribe Correos electrónicos: zqlalvarez@yahoo.com ealvarez34@misena.edu.co El sentido dado a un texto no depende tanto de las marcas sobre el papel, que de la interpretación que usted le dé. Introducción Ken Goodman La escuela tradicional ha puesto énfasis en el aprestamiento para la lectura y la escritura. La formación inicial de los lectores y escritores ha consistido en preparar el ojo y la mano para acometer tales procesos. Lo que se desconoce es que si bien el ojo y la mano son los medios, a partir de los cuales, el sujeto acomete la lectura y la escritura, todo el procesamiento de la información se centra en el cerebro, el cual procesa la información recibida, de acuerdo con los esquemas de conocimiento que el sujeto haya adquirido en sus interacciones con el mundo circundante. La lectura y la escritura exigen a los sujetos desplegar unas competencias de carácter cognitivo y cultural para poder completar tales tareas. De ahí la necesidad para educadores conocer cuáles son estos mecanismos que intervienen en la formación de sujetos lectores y escritores. Su conocimiento facilitará u obstaculizará la adquisición de tales competencias. De ahí que el propósito de esta reflexión sea analizar los diferentes procesos que implican el proceso lector y, por ende, el proceso escritor. Entender la lectura y la escritura como procesos de comprensión y producción de mensajes con sentido, permitirá a los docentes colaborar a los niños en la adquisición del lenguaje escrito.
Confiar en los ojos lo menos que sea posible Me guta Ba Bairranqullaciumiba O se eo each Squie mcoeo peca Mi cebonija yuobea Me gusta Barranquilla Barranquilla es mi ciudad los señores barren quiero comer pescado mi seño es bonita y le gusta comer galleta Los anteriores enunciados presentan dificultad para interpretar al lector normal. Como se aprecia, corresponden a frases dictadas por la docente a niños quienes producen el dictado, de acuerdo con sus niveles de fonetización. Estos ejemplos nos permiten ilustrar las apuestas que hacen los niños cuando se trata de producir textos, haciendo uso de los conocimientos que tienen, en esos momentos iniciales, del sistema escritor. Conviene que nos preguntemos: De qué claves disponemos para entender estos textos? Sind duda, estas mismas dificultades que experimentamos, son las que afrontan los niños al iniciarse en la lectura. Nos hemos referido ya a la excesiva importancia dada al aprestamiento para la lectura y la escritura en los procesos iniciales. En el caso de la lectura, los estudios demuestran que no se requiere ningún grado excepcional de agudeza visual para discernir entre letras o palabras impresas. En cuanto a la escritura, conviene hacer separación también en las microhabilidades caligráficas y de manejo del espacio, entre otras, con la capacidad para producir mensajes escritos. En este sentido, hay que trascender la lectura como un proceso centrado en la obtención de sentido que de extracción de sonidos. Al igual la escritura, debe mirarse más como una capacidad para comunicar mensajes que para reproducir trazos. Para Frank Smith dos factores son fundamentales para el proceso lector y por ende el proceso escritor: La información visual y la información no visual. La información visual comprende la percepción de los caracteres impresos que son procesados por el cerebro. Es aquí donde el mecanismo de la percepción entra en juego. El segundo componente o información no visual abarca el conocimiento del lenguaje, el conocimiento del tema tratado en la lectura y los procedimientos sobre cómo adelantar la lectura. Por esto, a juicio del autor, entre más información no visual tenga un lector, menos información visual necesita (1983, pág. 17). Es, por tanto, esta información no visual, caracterizada por el conocimiento del mundo del lectorescritor, la que permite que la persona pueda acometer tales tareas con éxito o no. De acuerdo con Fernando Cuetos Vega (1998, p. 16), los estudios en el campo de la psicología, identifican cuatro procesos que intervienen en la lectura. Procesos perceptivos que permiten que nuestros sentidos el ojo, en este caso- capten la información impresa, la almacenen en la memoria icónica o sensorial, por milésimas de segundos, la trasladen luego a la memoria a
corto plazo, donde es reconocida por el cerebro como una unidad lingüística, a través de los mecanismos lexicales, sintácticos y semánticos. Procesamiento léxico encargado de identificar la unidad lingüística, bien por la de conectar los signos gráficos con el significado, o bien transformar dichos signos gráficos en sonidos para luego llegar al significado lenguaje oral-. Procesamiento sintáctico, que facilita al lector la agrupación de las letras en palabras y éstas en unidades mayores, de acuerdo con las convenciones sintácticas de la lengua del sujeto. Procesamiento semántico pragmático responsable de la extracción del sentido del mensaje, de acuerdo con la intención del enunciador y la competencia comunicativa del destinatario. Como se puede ver, en los procesos lectores y escritores, el proceso perceptivo sería la información visual, mientras que los procesos léxico, sintáctico y semántico pragmático constituyen la información no visual, responsable de la comprensión. Los ojos son medios de recopilación de información a ser procesada por el cerebro, de acuerdo con la información previa que posee el sujeto. Conviene tener presente que las escenas percibidas por el cerebro guardan poca relación con la información transmitida a través de los mecanismos perceptivos (Smith, 1983, pág. 37). Esta información siempre es contrastada con la almacenda por el sujeto en sus experiencias previas. De ahí que los conocimientos sobre determinada área facilitarán o entorpecerán la comunicación. Una situación que entra a ilustrar estos casos, se da con los lectores poco eficientes que sufren de la denominada visión tubular, que es el resultado de procesar demasiada información visual. A juicio de Smith (1983, pág. 42) los lectores principiantes son fuertes candidatos a tener visión tubular la mayor parte del tiempo, especialmente si los libros que han de leer tienen poco sentido para ellos. La calidad del procesamiento visual depende del banco de alternativas que permiten al cerebro optar por la más adecuada, al momento, de interpretar el mensaje; si no se dispone de alternativas, la comprensión no ocurrirá, pese a que pueda haber decodificación Tal es el caso, cuando accedemos a un mensaje en una lengua extranjera; podemos ser capaces de segmentar las palabras, pero el procesamiento semántico y pragmático estará obstruido al no disponer de las equivalencias léxicas en nuestra lengua materna para aventurar una traducción. De igual modo, el cerebro necesita tiempo para analizar la información perceptual. Este tiempo está relacionado con el número de alternativas que el cerebro debe analizar. A mayor número de alternativas, mayor será el período requerido para elaborar la interpretación. (Smith, 1983, pág. 43).
Una forma de comprender esta situación, se da en los niños que adquieren el hábito del silabeo o cancaneo. Al combinar las sílabas, el niño va formando palabras, las cuales debe interpretar en el contexto de una frase u oración. Por lo general, este proceso, hecho en voz alta, toma más tiempo del que dispone el niño en su memoria para guardar la información precedente, de manera que cuando, por fin logra decodificar la última sílaba, es posible que haya olvidado la información anterior. Este sujeto se caracteriza por una visión tubular que lo hace dependiente de la información visual, en detrimento de la comprensión. En palabras de Smith (1983, pág. 44) la información visual no permanece mucho tiempo disponible para el cerebro después de haber sido captada por el ojo. De acuerdo con el autor, el cerebro puede tardar un segundo en procesar la información, mientras que la información visual está disponible en la memoria sensorial, entre medio a dos segundos. De ahí la dificultad del cancaneo. Se puede deducir, entonces que cada vez que los lectores no pueden conferirle sentido a lo leído, debido a que no poseen unos referentes previos sobre el tema o sobre el patrón lingüístico, la lectura se hará más difícil y se dificultará captar el mensaje. Pruebas taquistoscópicas revelan que el lector puede abarcar un promedio de siete ítems en cada fijación. Frank Smith (1983, pág 42) muestra que el procesamiento puede darse de varias maneras: a partir de letras, a partir de palabras al azar y a partir de enunciados significativos. En caso que el sujeto trate de captar letras al azar, no podrá retener más de cinco grafemas. En caso de palabras al azar, puede retener entre 10 a 12 letras. Pero cuando el sujeto lee unidades con sentido como frases u oraciones, su capacidad aumenta, dado que puede retener significados. Esto nos lleva a una primera hipótesis en la que se ha de favorecer los procesos de obtención de significados más que de reconocimiento de letras o palabras. De acuerdo con Vega (1996) y Smith (1983), la lectura es un proceso complejo que comprende procesos perceptivos, cognitivos y culturales. Entremos a mirar cada uno de ellos: Procesos perceptivos. Este primer contacto con el texto impreso es posible gracias a los movimientos saccádicos, las fijaciones y eventualmente las regresiones. Los movimientos saccádicos consisten en pequeños saltos que permiten a los lectores ubicarse en el material a analizar; una vez ubicado en la porción de texto, se produce una fijación con la cual capta la información seleccionada, para dar paso a un nuevo movimiento saccádico y una nueva fijación. Puede decirse que a nivel perceptual, la lectura es un proceso que alterna movimientos saccádicos y fijaciones. De acuerdo con la información presentada por Cuetos Vega (1996, pág. 23), los movimientos saccádicos tienen una duración de entre 20 y 40 milisegundos; mientras que las fijaciones, oscilan entre los 200 y 250 milisegundos. La importancia de esta información estriba en que los estudios
indican que cuanto más importante o difícil resulte el texto mayor es el período de fijación. De la misma manera, la dificultad del texto incidirá en las regresiones. prueba de ello es que al aumentar la dificultad de la lectura disminuye la longitud de los saltos y aumenta en cambio la duración de las fijaciones y el número de regresiones (Cuetos Vega, 1996, pág. 24). Papel de la memoria en el proceso lector Para efecto de comprender los niveles de procesamiento de la información, la memoria se ha categorizado en memoria sensorial o icónica, encargada de recibir la información, a través de los mecanismos perceptivos; memoria a corto plazo, conocida también como memoria operativa o de trabajo, encargada de retener brevemente la información, para que el cerebro coteje las alternativas de interpretación; y la memoria a largo plazo, en donde se deposita nuestro conocimiento del mundo. Es así que al leer, la información percibida pasará por cada una de estas etapas de reconocimiento. Una vez obtenida la información (a nivel perceptivo), ésta se pasa a ser reconocida, en primer lugar, por la memoria icónica o sensorial y luego a la de corto plazo. En la memoria icónica dura unos 250 milisegundos, sin que se produzca ningún tipo de interpretación. Esta función la cumple la memoria a corto plazo u operativa, la cual se encarga de analizar la información, durante los 15 o 20 segundos que se estima permanece la información, en este compartimento. De igual importancia resulta también tener en cuenta que la memoria a corto plazo registra la información como materia lingüístico, a diferencia de la memoria icónica que la registra como material visual. Análisis visual. No existe evidencia contundente respecto a qué tipo de procesamiento es mejor si el de letras o el de palabra global. Lo que las experiencias parecen indicar es que es más fácil reconocer una letra cuando hace parte de una palabra, que cuando se presenta de manera aislada. (cuetos Vega, 1983, pag. 27). Según el modelo PDP, propuesto por McClelland y Rumelhart, el reconocimiento visual cumple tres niveles de procesamiento, a saber: nodo de reconocimiento de los rasgos, por las líneas de las letras horizontales, verticales, inclinadas, curvas-; un nodo de reconocimiento de las letras del alfabeto, y otro de las palabras. Las evidencias muestran que este reconocimiento se da en paralelo, de modo que cada nodo facilita información a los otros. De acuerdo con Cuetos Vega (1996, pág. 32) el reconocimiento de palabras tiene mayor ventaja sobre el reconocimiento de letras, ya que recibe influencia tanto del nivel de rasgos como del nivel de letras. Para efectos de la didáctica de los procesos lectores iniciales, cobra importancia este hallazgo, puesto que al reconocer palabras, el niño estará en capacidad de aumentar su procesamiento léxico.
Procesamiento léxico. Este proceso permite recuperar el significado literal de la palabra, una vez reconocida sus rasgos gráficos. Para este procedimiento, la mente alfabetizada acude a dos procesos: el primero busca compara la ortografía de la palabra con el banco de vocablos en la memoria del lector. Un segundo proceso busca identificar la palabra de acuerdo con dos rutas: la visual y la fonológica, si la lectura es en voz alta. Analicemos la ruta visual. De acuerdo con Cuetos Vega (pág. 33), el lector dispone de un léxico visual que le permite comparar las palabras escritas percibidas. Si la lectura es oral, el lector debe activar una ruta fonológica que le permite acceder al léxico fonológico, en donde se encuentran registradas la pronunciación de los vocablos leídos. Este procesamiento fonológico, comprende la conversión grafema fonema, la asignación a cada grafema de su valor fonémico y la combinación de los mismos. Hecho esto, se procede a un procesamiento semántico de los términos con el cual se capta el significado literal, que luego se corroborará o modificará, dependiendo de otros dos procesos: el procesamiento sintáctico y el procesamiento semántico. Procesamiento sintáctico. La comprensión de la lectura depende tanto de los factores intra, inter y extratextuales. En el caso del procesamiento sintáctico, las relaciones intratextuales van a determinar el sentido del mensaje. En este procesamiento, juega un papel importante, el orden de las palabras, dentro del enunciado, las categorías gramaticales de cada una, su significado y el empleo de signos de puntuación. Hecho este reconocimiento, entra ahora sí el procesamiento semántico. Procesamiento semántico pragmático. A juicio propio, consideramos este término involucra el conocimiento de mundo. Dado que generalmente, las palabras, en un enunciado, no expresan su significado literal. Sino que su sentido viene dado por unos usos culturales que en muchos casos contradicen dicho significado literal. De ahí, que la competencia comunicativa y cultural del lector, le permitirá extraer el verdadero sentido comunicado por el enunciador. Este procesamiento semántico pragmático facilita la obtención del significado y la incorporación de este significado a los esquemas cognitivos del lector. Cómo se integra este significado a los esquemas cognitivos del lector será motivo de discusión en los siguientes renglones. Construcción de esquemas de conocimiento y mundo cultural del sujeto lector y escritor
Para la obtención del significado se debe haber pasado por los procesos previos de reconocimiento visual, lexical, procesamiento sintáctico y semántico pragmático. Este significado construido adquiere relevancia porque entra a formar parte de los esquemas mentales que posee el sujeto y los cuales le permitirán otras interpretaciones y producciones de mensajes. Para comprender este proceso de integración del significado en los esquemas cognitivos del sujeto, se acude a los conceptos piagetanos de asimilación y acomodación. En el caso de los lectores, y en particular de quienes se inician en esta competencia, se da una constante interacción entre sus conocimientos previos y los conocimientos nuevos que deben interpretar. El niño que apuesta a interpretar un mensaje escrito, debe acudir a sus esquemas de conocimiento representado en rasgos, letras y palabras, para aventurar una interpretación. Una vez, su apuesta de significado sea reforzada por su docente o par, va a acomodar este nuevo conocimiento en su estructura cognoscitiva, y así poco a poco, por ensayo y error, aprendiendo de sus equivocaciones, irá adquiriendo las claves del lenguaje escrito. En palabras de Piaget, citado por Klingler y Vadillo (2000, pág. 46) el progreso de las estructuras cognitivas se basa en una tendencia al equilibrio entre los dos procesos de acomodación y asimilación. Así, en la lectura, cuenta la comprensión. Esta tiene lugar siempre y cuando el lector integre el mensaje del texto a su esquema cognoscitivo. Es aceptado que nuestros conocimientos se agrupan en esquemas. Cada esquema comprende un campo de conocimientos o actividades determinado. (Cuetos Vega, 1996, pág. 48). En cuanto al lenguaje escrito, el lector posee esquemas relativos a la organización sintáctica, los significados de las palabras, la superestructura textual y el ulterior sentido del mensaje, de acuerdo con la situación de comunicación y la intención del enunciador. Este conocimiento previo le permitirá seleccionar las alternativas de interpretación que le permitirán interpretar el mensaje. Todos estos nuevos conocimientos entran a engrosar el conocimiento cultural de la persona. A juicio de Flórez Ochoa, la estructura cognoscitiva del ser humano se enriquece gracias a la constante interacción con sujetos y situaciones de su medio social y cultural. Este proceso es fortalecido por los momentos de aprendizaje y tiene en el lenguaje un importante mediador. El lenguaje es el intermediario entre el sujeto y el mundo, es el instrumento de interiorización y de enriquecimiento de los procesos de interestructuración entre ambos. (1994, pág. 66) El lenguaje como portador de cultura permite al individuo insertarse en la sociedad y adquirir conocimiento. Este conocimiento producto de los intercambios intersubjetivos son los que posibilitan la lectura y la escritura entendidas como medios para comprender el mundo, en el caso de la lectura, y de expresar una visión de mundo, en el caso de la escritura. Por último, conviene tener presente la máxima de Kenneth Goodman los textos son más que colecciones de letras y palabras.
Bibliografía: Carretero, Mario. Constructivismo y educación. Buenos Aires: Aique, 2006. Carretero, Mario. Introducción a la psicología cognitiva. Buenos Aires: Aique, 2004. Cuetos Vega, Fernando. Psicología de la lectura. Madrid: Escuela española, S.A. 1998. Flórez Ochoa, Rafael. Hacia una pedagogía del conocimiento. Santafé de Bogotá: Mc Graw Hill, 1994. Klingler, Cynthia y Vadillo, Guadalupe. Psicología cognitiva. México, Mc Graw Hill, 2000. Smith, Frank. Comprensión de la lectura. Análisis psicolingüístico de la lectura y su aprendizaje. México: Trillas, 1983.