Es muy difícil saber de dónde vienen. En Colombia, por ejemplo, podríamos hablar básicamente de tres tradiciones orales.

Transcripción

1 Es muy difícil saber de dónde vienen. En Colombia, por ejemplo, podríamos hablar básicamente de tres tradiciones orales. Una que tiene que ver con las historias del tío conejo, que las conocemos en toda Colombia y que esas se creen que vienen de África. Se cree que vienen de África. Pero no es muy seguro. También parece que el ánima que entre, en el reino animal, el que representaba por no decir simbolizaba, que de pronto es una palabra más delicada, era el conejo que significaba al hombre. Y que representaba al hombre. También la araña o la tortuga. Pero parece que aquí en los antiguos habitantes de esta región del mundo también tenían la liebre como el animal que significaba, representaba al humano. Entonces ese encuentro entre África y América de alguna manera y que el mismo. Como por ejemplo en Europa es otro animal. Muchas veces es la zorra, hay otros pero fundamentalmente el zorro, la zorra es el animal que se compararía con el hombre. Pero ahí hay un encuentro interesante. El hecho es que esa tradición que también tiene muchas otras historias. Esa tradición africana que llego allá a Colombia. Es una tradición viva hoy en día. La segunda tradición, de la que podríamos hablar son los miedos, las historias de hojarasquin del monte, la madre monte, el ánima sola, la patasola, el cura sin cabeza. Bueno, todos conocemos historias de miedo de Riven. Todo esto viene de España. Todo esto viene de España pero hay que pensar que los moros estuvieron cinco siglos en España. Entonces ya si buscamos un poco tenemos que ir al norte de África. Y la tercera tradición es la tradición de los pueblos indios que hay en Colombia que hablan muchas lenguas. Yo descubrí hace poco que en Colombia se hablan 84 lenguas. Yo pensaba que se hablaba una, el español. Una enorme ignorancia de parte mía. Y cuando se dice lenguas, es porque más de 5 mil personas la hablan. Que son lenguas vivas, que están todavía existiendo y en movimiento y transformando. Y es la tradición que mas desconocemos. La mayoría de nuestros relatos míticos nos han llegado a nosotros a través de los misioneros españoles que se encargaron de transcribir los relatos de los indios para convertirlos. Fundamentalmente para aprender el idioma que ellos hablaban y poderlos convertir a la religión cristiana.

2 Entonces Bachue y Bochica se nos cuenta casi como una versión de Adán y Eva. Ahí la historia ha sido muy cambiada, ha sido pasada por una cantidad de cedazos y ha perdido mucho de sus rasgos distintivos. Una vez le pregunté a una etnolingüísta llamada jetmen carral riol----- porqué yo me había encontrado las mismas historias en África, en Europa, en América. Las mismas historias. Con variantes, con detalles pero historias muy cercanas. Y ella me contestó, todos los pueblos del mundo se hacen las mismas preguntas. De dónde venimos, para dónde vamos, por qué estamos aquí, por qué nos tenemos que ir? y a partir de su respuesta yo pensé que tal vez el cuento está a medio camino. Entre la pregunta y la respuesta. No es la pregunta, no es la respuesta pero está a medio camino entre las dos. He recorrido algunos lugares sobre este planeta escuchando historias. Y he llegado a lugares donde he escuchado historias que me han parecido muy interesantes como el del Amazonas en Colombia. Y de pronto ha habido historias que soy incapaz de contar. No soy un cuentero profesional, no soy capaz de contar cualquier historia. Hay muchas historias que no podría contar. Yo en el proceso de contar una historia me la tengo que apropiar, tiene que hablarme a mí, tiene que superarme. Me encanta decir que cuento cuentos que me superan. Que cuento historias que me cambian. Que cuento historias que me convierten en otra persona. La razón por la que yo cuento esa historia, es porque esa historia me cambia. Y en esa medida yo también la cambio y se reproduce un encuentro entre esa historia y yo. Y vamos viviendo juntos, ella me sorprende me cambia. Yo cuento historias que no entiendo. Cómo uno puede entender que una mujer estaba casada con un río? Cómo puede uno entender que a ella lo que más le gustaba era irse cada mañana a bañarse en su marido? y Cómo uno puede entender que el río era más caudaloso que nunca? y sin embargo, aunque uno no lo entienda, la sensualidad que hay en todas esas imágenes, la fuerza. Para mí, es enorme. Entonces digamos que eso sería lo que podría decir sobre las fuentes hoy. Ese tío conejo al que tú te refieres, sería el equivalente como al coyote de los Apaches o algo así como que hace cosas buenas pero cosas malas, y es como esas historias son como implementos de educación,

3 de valores. Por ejemplo, esta de trickster, que es una liebre entonces las historias son absurdas pero son como instrumentos de educación que se contaban a todo el mundo en la tribu. Ese tío conejo es de algún tipo en común de esos? El tío conejo tiene que ver con esa figura del coyote que digamos, tiene a veces que sale ganando pero a veces se termina volviendo todo un desastre. Porque la inteligencia también puede crear desastres. Es decir, se necesita una enorme inteligencia para crear una bomba atómica. Y es eso, es decir, es una inteligencia que a veces resulta absolutamente desproporcionada. Entonces ahora, ahí estoy de acuerdo. Donde creo que es un poco delicado es la idea de la educación a través de los cuentos. Yo creo que en una época en la historia se le comenzó a poner a un cuento una moraleja. Y es lo vivimos durante muchísimo tiempo. Se pensaba que los cuentos eran instrumentos para llevar un mensaje. Sin embargo, siempre he tenido problemas con esa manera de ver las historias. Porque yo creo que el mensaje puede ser que me equivoque pero desde mi perspectiva, en mi manera de ver las cosas, el mensaje quien lo construye es quien el que oye. El mensaje está en su manera de apropiarse de la historia. Porque si dos personas al salir de aquí conversan, y comienzan a hablar sobre el mensaje del cuento el poder, el miedo, no van a llegar a la misma conclusión. Y para mí eso es fundamental. Eso es muy importante. Que el cuento no tenga un mensaje, y muchas veces perdemos la dimensión del cuento. Yo siempre digo que muchas veces los que contamos historias, nos preocupamos demasiado por lo que una historia quiere decir; y poco por lo que dice. Y menos aún por lo que no dice. Y tal vez, la fuerza, el poder de una historia está cambiando en lo que no dice, y eso, lo que la historia no dice, es un espacio en el que el que oye se le puede meter y apropiársela, vestirla, tenerla. Cuando la historia está muy llena uno no puede entrar en ella, no puede ocuparla. Se necesita que tenga huecos, que tenga silencios, que tenga vacios, incógnitas para uno poder entrar en ella, desvestirla, apropiársela, hacerla suya. Porque es lo importante. Lo importante a mi entender, es lo que cada uno de ustedes si acaso sucede, va a contarle a su compañera, a su compañero, o a su amigo o a su hijo, a su tío, a su abuelo cuando llegue.

4 Esa historia allí, ya, cuando ustedes la cambian, la ponen en sus palabras, le dan sentido, allí la historia ha hecho su camino. La importante no es la que yo conté aquí. La importante es la que ustedes se llevan, la que ustedes arman, construyen. Y no solamente en esa historia misma sino la otra que le sugieren o las otras que puede sugerir. Ayer hicimos una presentación de los cuentos en una clase a la 1 de la tarde y al final se acerco una mujer muy tímidamente y me dijo, en español, un español elegido tímido pero elegido me dijo: crecí con las historias de mi abuela y mi abuela ya no está. Y este ha sido un grato momento para buena memoria. Así lo dijo, para buena memoria. Ahí es decir, estas historias fueron. Ella se las apropio en su relación con su abuela y eso era lo importante. Estuve en África, en Mali, en Costa de Marfil, en Burquina Faso, escuchando historias, escuchando a los viejos contando historias y a las viejas contando historias. Y mi compañera en esa época estaba haciendo una investigación sobre enseñar. Sobre lo que significa enseñar. Entonces yo le preguntaba, allá en el África, a hombres y a mujeres, Para usted qué es enseñar? Quién enseña aquí? Enseñar? Cómo así quien enseñar? Enseñar? No. Aprender. Enseñar? No. Aprender. No, pero alguien enseña no? No, cómo así que enseña. La única que enseña es la vida. Cómo alguien puede pretender que enseña? Eso no. La vida es la que enseña. Porque si por ejemplo un muchacho va a aprender el oficio del herrero, aprende fundiendo, martillando, cuidándose los dedos y quemándose y ahí aprende, viendo, observando, el aprende. Nadie le enseña. Él está ahí en la forja. Si una muchacha quiere aprender a tejer está al lado y va aprendiendo a tejer o si una muchacha quiere aprender a pescar va con el tío a la pesca y allá y mira y todo. Yo le dije sí, pero hay otras cosas que se aprenden, hay que aprender cómo ser un ciudadano, hay que aprender cómo ser parte de la comunidad, cómo relacionarse con los demás, cómo relacionarse con el otro.

5 Ah eso es distinto. Ahí se cuentan cuentos. Y le dije, ah si? Los cuentos sirven para eso? No, los cuentos no sirven para eso. Pero los cuentos despiertan preguntas. Entonces la regla es que uno no le puede a hablar a un muchacho, a una muchacha de aquello de lo que no ha preguntado. Eso es una regla ética que yo creo que se debería aplicar en muchos lugares, en muchos lugares. A los niños, a las niñas, les enseñan unas cosas que todavía no han preguntado. Hoy en día, por ejemplo, no han preguntado, no necesitan saber. Ahora, después si hay una regla terrible, cuando el niño o la niña comienzan a preguntar hay que responder. Hay que responder. Hay que responder aunque sea la respuesta no lo sé, puede ser, pero eso es una respuesta. Puede ser esta también una respuesta. Pero hay que comenzar a responder. Entonces ahí uno ve que el aprendizaje, el enseñar, es una dinámica. De acuerdo a las necesidades mutuas de que se necesita aprender y de lo que privilegia el dialogo. La relación es el aprendizaje y no la enseñanza. Así, que lo de los cuentos que enseñan tiene su tela para cortar. Bueno eso ya me parece una respuesta más sabia de todo lo que yo podría decir [risas]. Para decir lo que las palabras no pueden decir y yo creo que de alguna manera la música es lo que hace y para pensar lo que no sabemos pensar. La música piensa muchísimo. Eso en cuanto a una de las preguntas. Voy a presentarlos. Esto es una flauta que viene de Bolivia y de Perú. Se llama un moceño. Yo hoy la toqué. Bachue france s qué acercó dándose

6 No lo sé. Dialogo, diálogo