PIEZA DEL MES. febrero 11 El bargueño del salón de la Casa Sorolla. Próximas piezas del mes:

Transcripción

1 Próximas piezas del mes: ABRIL Sello de José Capuz para la inauguración del Museo Sorolla MAYO La Colección de cerámica de reflejo metálico PIEZA DEL MES febrero 11 El bargueño del salón de la Casa Sorolla

2 PIEZA DEL MES marzo 11 El bargueño del salón de la Casa Sorolla Por Inés Abril Sala III Todos los jueves de marzo a las h. Duración 30 minutos [Asistencia libre]

3 El bargueño del salón de la Casa Sorolla: El mobiliario del Museo Sorolla El Museo Sorolla fue creado por deseo de la viuda del pintor Joaquín Sorolla, Clotilde García del Castillo, quien el 10 de agosto de 1925 dictó testamento donando todos sus bienes al Estado Español para fundar un museo en memoria de su marido, una donación que no se hizo efectiva hasta el 28 de marzo de 1931, ya fallecida Clotilde, cuando se firmó la entrega al Estado. En dicho testamento se especificaba no sólo la entrega del edificio que fue la última vivienda y taller del pintor, sino también la entrega de las colecciones artísticas conservadas en la casa, entre las que se encuentra la colección de mobiliario. Esta colección está formada aproximadamente por 172 piezas, de muy diverso origen y naturaleza, muchas de ellas de la época del pintor, de carácter más utilitario y funcional, pero otras tantas de una antigüedad, calidad o belleza notables. En general, poco se sabe de su procedencia o de la fecha o motivo de su adquisición. Es cierto que entre la numerosa correspondencia del pintor que conserva el Museo, encontramos referencia a algún encargo de fabricación o compra de un mueble, e incluso el precio que pagó Sorolla por él, pero se trata de casos muy puntuales, dentro de los cuales no se encuentra el bargueño en el que vamos a centrar esta breve exposición. Sí lo encontramos en cambio en el Archivo Fotográfico del Museo Sorolla. En este Archivo se conservan numerosas fotografías del interior de 4

4 la vivienda, realizadas en vida del pintor, en las que podemos apreciar no sólo cuál era el ambiente cotidiano de la familia Sorolla o el entorno en el que el artista trabajaba y creaba, sino también la disposición de la casa y de cada mueble. También se conservan algunas fotografías del interior de otros estudios y domicilios donde Sorolla vivió y trabajó antes de 1911, fecha en la que se trasladó con su familia definitivamente a lo que hoy es este Museo. Por ellas sabemos que este bargueño ya estaba entre las posesiones de la familia en el año 1902, fecha de la fotografía más antigua donde aparece el mueble, y que corresponde al interior del estudio en el que trabajó Sorolla desde 1893 hasta 1903, ubicado en el Pasaje de la Alhambra, en Madrid. En 1905 volvemos a encontrarlo en una fotografía tomada por Christian Franzen, esta vez del estudio de la Calle Miguel Ángel que ocupó Sorolla desde 1903 hasta Ya en las fotografías del interior de esta casa podemos verlo en una imagen que formó parte de un reportaje fotográfico publicado por el diario La Noche, en diciembre de 1911, y que corresponde a la sala II, donde debió estar ubicado el mueble en un principio. Y en su ubicación actual lo encontramos en algunas fotografías de Anna M. Christian, tomadas en 1914, fecha en la que esta fotógrafa hizo un reportaje sobre la Casa Sorolla. Como podemos apreciar en este reportaje, ya entonces la familia Sorolla exhibía el bargueño abierto, utilizando la tapa abatida como apoyo para fotografías, documentos y otros objetos a modo de exposición. Aunque no se aprecie bien, las dos fotografías más grandes que apoyan sobre el bargueño son las que el rey Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia dedicaron a Sorolla, y que hoy continúan expuestas en este mismo lugar. Es este un ejemplo, entre otros, de cómo el conocimiento de la disposición espacial de cada objeto a través de la fotografía ha sido determinante en el montaje museográfico actual del Museo, en el que se ha tratado de respetar el ambiente original de la casa, a la vez que se aplicaban soluciones expositivas actuales. Christian Franzen Estudio del Pasaje de La Alhambra Casa Sorolla (Actual Museo, Sala II)

5 7 Breve apunte sobre los escritorios Antes de iniciar el análisis de la pieza que nos ocupa, vamos a realizar un breve apunte sobre los escritorios en general, sobre su denominación, su origen y tipología. Como podemos constatar por noticias literarias, fuentes documentales e inventariales, así como por los numerosos ejemplares que se conservan, el escritorio es una pieza fundamental del mobiliario español en los siglos XVI y XVII. Derivado del arca, que llenaba las casas románicas y más tarde góticas, el escritorio se convirtió en un mueble que, junto con el frailero, son los arquetipos más genuinos del mueble español del Anna M. Christian Casa Sorolla, Actual Museo, Salón Renacimiento. Su producción se va a continuar incluso hasta nuestros días, aunque imitando tipologías anteriores. Su función es la de guardar y ordenar documentos, papeles o pequeños objetos de valor, para lo cual su frente va siempre distribuido en gavetas y puertecillas. Algunos de estos escritorios tienen los llamados secretos, pequeños compartimentos que se disimulan tras los elementos arquitectónicos del mueble y donde se custodia aquello de gran valor o lo que se desea permanezca oculto. La presencia en muchos escritorios de una tapa frontal abatible y en algunos casos de pequeñas escribanías tras alguna de las puertecillas, ha llevado a pensar que la función de este mueble pudiera ser la de escritorio. Es probable que en alguna ocasión se haya empleado para tal fin, pero el verdadero sentido de la tapa abatible es poder cerrar el mueble para evitar la apertura de puertecillas y gavetas durante el transporte del mismo. Y es que, en su origen, el escritorio tiene un carácter transportable, como lo exigía la vida itinerante de la corte y la aristocracia desde la Edad Media, y que se va a mantener todavía a principios del siglo XVI. De ahí que posea también asas laterales, como las que encontramos en arcas y arquillas. Con el transcurrir del tiempo y el cambio de costumbres, estos muebles terminarán perdiendo su carácter móvil, aunque en el caso del escritorio las asas laterales se van a mantener durante toda su producción. Su denominación El primer problema que encontramos al abordar el estudio de este mueble es su denominación, en torno a la cual existe una gran confusión. El término bargueño, el más extendido en la actualidad para denominar este tipo, no aparece recogido en los diccionarios de la época, como el Tesoro de la Lengua Castellana, de 1611, o el Diccionario de Autoridades, de Tampoco lo encontramos en los inventarios ni en los libros de viajes escritos por extranjeros que visitaron nuestro país. En cambio, si encontramos en estas fuentes otros términos para referirse a este mueble, tales como escritorio, contador, papelera o arquimesa. Según las definiciones del Diccionario de Autoridades, escritorio y papelera son dos términos diferentes que designan a un único tipo de mueble, hecho en madera y en cuyo frente se disponen gavetas y puertecillas para guardar lo que se quiera. El contador, en cambio, es definido como un mueble de dimensiones más reducidas, con menor número de gavetas y sin puertecillas ni tapa. El término arquimesa es el único que se describe con tapa frontal abatible, pero en opinión de Casto Castellanos no debía ser voz universalmente empleada, ya que, según el Diccionario de Autoridades, parece circunscribirse sólo a la zona de Aragón -y a Cataluña-, donde se sigue utilizando, por lo que pensamos que no debería ser usado más que en casos muy concretos 1. Este autor, así como María Paz Aguiló o J. J. Junquera, entre otros, nos explican de dónde proviene la confusión con el término bargueño. Dicho término fue empleado por primera vez en el Catálogo de Objetos Artísticos Españoles del Museo Victoria and Albert de Londres, publicado en 1872 por Juan Facundo Riaño, quien lo tomó de la tradición oral, afirmando que el lugar de origen y fabricación de este mueble era el pueblo toledano de Bargas. En los estudios del barón Davillier y Miquel Badía, recogidos en la publicación Muebles y tapices, de 1879, se sigue manteniendo 8

6 9 este término, que aparecerá recogido asimismo en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua en su edición de Algunos años después, Domenech y Pérez Bueno también hacen uso de esta denominación en su obra Muebles Antiguos Españoles, pero advirtiendo que en Bargas no se recuerda que jamás haya habido carpintería o taller de estos muebles. Recogen en cambio una tradición oral, apoyada por el ceramista Sebastián Aguado, según la cual el término bargueño provendría del apellido de un carpintero toledano del siglo XVI, llamado Vargas. Será G. Hardendorf Burr, que estudió lo español a partir de la colección de la Hispanic Society de América, quien rebatirá ambos orígenes en su obra Hispanic furniture, de 1941, demostrando la falta de una base documental para estas teorías. Sin embargo, a pesar de no conocerse el término bargueño en la época de auge de este mueble, ni tampoco su origen, su difusión internacional ha hecho que fuese aceptado como la denominación más común para el mueble español por excelencia. Desde hace unos años los especialistas tratan de desterrarlo como denominación genérica, para aplicarlo exclusivamente a casos muy concretos. Así, Castellanos juzga más correcto para denominar este mueble el término escritorio, salvo en los casos en los que por su estructura sea más preciso usar el de contador. Conserva el de bar- gueño solamente para denominar las piezas de mobiliario de estas características que, con sentido historicista y arcaizante, se siguen fabricando desde la pasada centuria hasta nuestros días 2. María Paz Aguiló, por su parte, aplica el término bargueño a los escritorios que llevan herrajes dorados sobre terciopelo rojo en la tapa y su interior está dorado con puertas y cajones flanqueados por columnillas de hueso, la variedad más popular e imitada actualmente 3. El Diccionario de Mobiliario publicado por el Ministerio de Cultura en 2006, llevado a cabo por Sofía Rodríguez Bernis, nos ofrece esta definición de bargueño: término con el que denomina desde el último cuarto del siglo XIX al escritorio de caja cerrada, con gavetas y compartimentos al frente y, en ocasiones, con tapa frontal abatible. El término fue rechazado hace unos años debido a su corta vida, que no se inicia hasta que lo estrena Juan Facundo Riaño en su catálogo de los objetos españoles del South Kensington Museum, en Sin embargo, identifica con claridad un tipo de escritorio creado en el siglo XVI y característico de los reinos españoles. En cualquier caso, si se debe aplicar a los escritorios historicistas que se inspiran en los de los siglos XVI y XVII 4. Teniendo estas especificidades en cuenta, en el caso de nuestra pieza, puesto que se trata de una reproducción del siglo XIX inspirada en modelos del primer cuarto del siglo XVII -en los considerados más típicamente españoles-, podemos denominarla bargueño sin miedo a equivocarnos. No será así en los demás muebles de este tipo que forman parte de la colección del Museo Sorolla, para los que los términos escritorio cuando posee tapa abatible, papelera si carece de ella, o contador si es de reducidas dimensiones, con menor número de gavetas y sin puertecillas ni tapa, nos parecen más correctos. Su origen Existe también una gran confusión en lo que al origen de este mueble se refiere. Hasta principios del siglo XX la investigación europea daba por hecho que los cabinets de sus diferentes países eran producto de la evolución de un prototipo italiano. Lo mismo sucedía en España, considerándose que el escritorio español derivaba también de un prototipo italiano, pero adaptado a la decoración mudéjar. Eberlein fue el primero, en 1917, en defender la teoría de que el uso de los cajones deslizantes había sido introducido en Europa por los árabes, quienes los insertaban en sus arquillas. Hardendorf Burr, más tarde, planteó para el escritorio un origen catalán, pues encontró en él muchas similitudes con las arcas catalanas del siglo XVI, especialmente con las llamadas arcas de novia, cuyo origen hay que situar a su vez en Italia. Esta tesis de que el escritorio nació en España a partir del arca catalana y dio lugar a los cabinets europeos fue aceptada por la investigación. Pero aunque es cierto que los primeros escritorios españoles tienen características catalanas, no se conoce ninguno que pueda fecharse antes de la primera mitad del siglo XVI, mientras que en Venecia si aparecen documentadas escribanías portátiles en el siglo XV, cuya estructura exterior es igual a la del escritorio. Junquera opina que el escritorio español pudiera ser el resultado de la fusión de la arquilla hispanoárabe y las arcas catalanas. Sitúa por tanto su origen en Valencia y Aragón, por su numerosa población árabe y porque por el puerto de Valencia llegaban a España los cassoni 5 venecianos, origen del arca de novia catalana. Los autores consultados coinciden en que no hay en la actualidad datos suficientes que permitan aclarar esta cuestión. Características generales En cuanto a sus aspectos estilísticos, podemos distinguir varios tipos de escritorios según su alzado y decoración. Sin embargo, todos poseen ciertas características comunes que podemos apreciar desde comienzos del siglo XVI, cuando su tipología está ya definida, y que enumeramos a continuación. Su frente se distribuye siempre en gavetas y puertecillas para la guarda de papeles y objetos. En él predominan la horizontalidad y el volumen prismático, y puede presentar doble tapa, una superior y otra frontal, solamente la frontal o carecer de ambas. En aquellos que poseen tapa frontal, hay una 10

7 11 marcada diferencia entre el exterior, más sobrio, donde la decoración queda reducida a la aplicación de cerraduras, tiradores, pasadores y asas laterales; y el interior, decorado con profusión con los más ricos materiales y muy distintas técnicas, que serán los que predominantemente vayan marcando la evolución de este mueble. Mantiene las asas en los laterales para su transporte, aun cuando el mueble pierda su carácter móvil. Se apoya sobre un soporte o mueble de apoyo que permite colocar el cuerpo superior a una altura en la que puede ser utilizado con comodidad. Para las primeras arquillas con cajones comenzaron a utilizarse simplemente mesillas, pues al ser utilizadas mayoritariamente en los estrados, donde las damas se sentaban sobre cojines, no necesitaban mayor altura. Es ya cuando comienzan a agrandarse sus proporciones cuando se buscarán otras soluciones, básicamente tres, que por fortuna encontramos representadas en la colección del Museo Sorolla. Una será el llamado pie de puente o pie abierto, formado por seis elementos verticales -tres columnas en cada extremo- que descansan sobre zapatas, unidas por una arquería central, y sobre las cuales se disponen las alargaderas que sirven de apoyo a la tapa frontal. Estas alargaderas suelen rematarse con una talla en forma de venera o de cabeza de león. La mayoría de los autores coinciden en que este tipo deriva de los pies de mesas italianas y de las interpretaciones francesas de Ducerceau, arquitecto y proyectista francés de muebles. Podemos ver un ejemplo en el escritorio bajo la escalera del Museo Sorolla (nº inv ). El otro tipo de soporte es el llamado de taquillón, pie de cajonería o pie cerrado. Feduchi, en su obra El Mueble Español, le da también el nombre de frailero. Es como un armario bajo o credencia, formado por cuatro cajones o más comúnmente por dos cajones sobre dos puertas inferiores, todos de igual tamaño. Como en el pie abierto, dispone también de unas alargaderas para sostener la tapa abatible, que se esconden en unas ranuras bajo el tablero superior. Este tipo fue el más utilizado para los bargueños, y se decora a juego con la cajonería del cuerpo superior. Este es el soporte del bargueño objeto de nuestro análisis. El tercer tipo será el bufete, una mesa estrecha de patas torneadas, sujetas con fiadores de hierro, y que es muy abundante en el mobiliario español desde el siglo XVI. Se empleará como soporte sobre todo a partir del siglo XVII, cuando al suprimirse la tapa del escritorio, éste pase a llamarse papelera. En el Museo vamos a encontrar varios contadores y papeleras apoyados sobre estos bufetes. Por último diremos que se trata de un mueble de prestigio, indicador de la posición social de su dueño. De ahí que se coloque en las habitaciones más destacadas de la casa. Tipología Para conocer las distintas tipologías de escritorio será necesario, como ya decíamos, estudiar la disposición y decoración de su alzado frontal. Aguiló 6 hace una extensa clasificación tipológica en la que no nos vamos a detener por falta de espacio. Si vamos a analizar, en cambio, la tipología concreta en la que podemos incluir nuestro bargueño. Pertenece al tipo que se ha denominado genéricamente como de Salamanca, debido a que existen muchas referencias inventariales que aluden a esta provincia como su lugar de producción, si bien es cierto que se realizaron también en otras ciudades castellanas. Es significativo que este tipo de escritorios no aparezcan citados en los inventarios reales o cortesanos, lo que, como afirma Aguiló demuestra claramente que se trataba de un mueble con apariencia de riqueza, por su colorido, pero muy distante de los refinamientos europeos a los que aquellos acostumbraban, dirigido por tanto a un público de clase media, no pasando su precio en almoneda de los 1000 reales 7. A pesar de ello, se trata del tipo más conocido y popularizado. Tienen su origen en la segunda mitad del siglo XVI. Fabricados en nogal, son de proporciones bastante grandes y comúnmente van sustentados por un taquillón. Poseen tapa frontal completamente lisa al exterior, con decoración a base de placas de hierro calado, dispuestas casi siempre sobre terciopelo, que van aumentando y complicándose según avance el tiempo. En su interior, en cambio, ofrecen no sólo un gran colorido, por la suma del color del nogal, del dorado y las aplicaciones de pequeñas placas de hueso, sino también una gran complejidad, pues introducen en su diseño elementos de inspiración arquitectónica basados en los tratadistas italianos Serlio, Palladio y Vignola, tales como columnillas torsas, fachadas clásicas, frontones, nichos y paramentos almohadillados. Estos elementos no llegan a marcar la composición del mueble, ya que el interior, estructurado en registros horizontales, no toma el aspecto de una fachada arquitectónica sino más bien de un retablo. De hecho, casi todos los motivos que aparecen en los frentes de los escritorios de Salamanca los encontramos también en los retablos de los siglos XVI y XVII. A partir de este tipo básico se pueden diferenciar dos grupos: El más sencillo corresponde al primer tercio del siglo XVII, lleva casi siempre la misma distribución en tres hileras horizontales, en las que se insertan cajones y puertas de diferentes tipos. Destaca la concepción arquitectónica de las puertas, donde la bocallave queda encuadrada por columnillas torneadas de hueso que se apoyan sobre ménsulas talladas y doradas, y que sustentan un amplio entablamento y un frontón curvo partido y enrollado. La decoración tanto de puertas como de gavetas combina el dorado y la aplicación de pequeñas pla- 12

8 13 cas rectangulares de hueso, facetadas con líneas negras para simular un relieve en puntas de diamante. Llevan además en sus extremos parejas de columnillas de hueso torneadas en espiral, con las estrías también doradas. Estas columnillas sustentan una cornisa que se decora con plaquitas de hueso facetadas. Los tiradores de los cajones suelen tener forma de concha. Como podemos apreciar nuestro bargueño se ajusta a esta tipología, con ligeras variaciones. Más adelante, hacia , por influencia de los escritorios italianos y flamencos, la distribución de los frentes comenzará a variar. La ordenación de gavetas y puertas en hileras horizontales va a sustituirse por la disposición en tres cuerpos verticales: una gran portada central flanqueada por dos hileras de cajones iguales. La portada central irá agrandándose y adelantándose a lo largo de la segunda mitad de este siglo. En ella, dos columnas pareadas, que se apoyan sobre grandes ménsulas, soportan un arco. A medida que avance este estilo las columnas se irán multiplicando. Está coronada por una balaustrada de hueso torneado y rematadas por dos volutas, un vestigio de frontón. La decoración básica de este tipo se consigue a base de talla geométrica, siempre dorada, combinada con la policromía del fondo, en tonos rojo, verde, azul y blanco, con pequeños motivos como flores, tallos o árboles, o simplemente cuadrados y rombos de interior reticulado. Con la aparición masiva de una gran va- riedad de contadores y pequeñas papeleras de ébano y marfil, de concha y bronce o de maderas ricas con placas de hueso donde se representan escenas de caza, los escritorios dorados y policromados irán perdiendo importancia ya a finales del siglo XVII. Seguirán fabricándose, aunque cada vez en menor número y muy simplificados, adaptándose a los nuevos gustos. Se harán más pequeños, sin tapa frontal, por lo que los cajones van provistos de cerradura; se apoyan sobre patas de bola y como carecen de soporte propio, se colocan sobre bufetes. Los motivos decorativos serán los mismos que en el grupo anterior. Podemos ver un ejemplo en la papelera del Salón del Museo Sorolla, una reproducción de esta tipología realizado en Valencia en el siglo XIX (nº inv ). El bargueño del Salón del Museo Sorolla El bargueño que vamos a analizar ha sido ya estudiado, junto con los demás escritorios del Museo Sorolla, por María Victoria Fernández Mera, en la publicación de 1986 Conocer el Museo Sorolla. 10 aportaciones a su estudio, del Ministerio de Cultura. Como ya adelantábamos, su tipología corresponde a la desarrollada en el primer cuarto del siglo XVII, aunque este ejemplar es una reproducción valenciana del siglo XIX. Está realizado en madera de nogal, y sus tableros están ensamblados a cola de milano, un ensamble que consiste en una o varias espigas trapezoidales que se encajan en entrantes; tiene además hierros de refuerzo. Es un tipo de construcción que predomina en los bargueños españoles. Está formado por dos cuerpos. El superior se adorna al exterior con placas caladas de hierro sobredorado sobre terciopelo rojo, como es habitual. La forma de estas placas es siempre igual en los bargueños de este tipo: cuatro placas pentagonales para los cerrojillos, y cinco romboidales en torno a la cerradura, las dos superiores con tiradores colgantes en forma de balaustre y las otras tres meramente decorativas. La placa central, muy grande, lleva a los lados dos leones rampantes que encuadran la cerradura, que encaja entre balaustres. Las bisagras que permiten la caída de la tapa frontal se acusan al interior con una pala de hierro de forma lanceolada, y al exterior mediante tres clavos con cabeza en forma de concha, iguales a los tiradores de las gavetas del interior. En la caja exterior del mueble encontramos cantoneras, y fallebas en las esquinas superiores. En los costados tiene asas de hierro, también sobre terciopelo rojo. Al interior el cuerpo superior presenta una división en cuatro registros horizontales, con distinta distribución de gavetas y puer- 14

9 tas. Se decoran mediante la combinación del dorado y del hueso, este último aplicado en pequeñas láminas rectangulares pintadas con líneas negras, para aparentar el relieve de los almohadillados. Las gavetas horizontales aparecen cobijadas por una arquería formada por un arco deprimido rectilíneo, flanqueado por sendos arcos de medio punto sobre columnillas de hueso de fuste estriado en espiral, con un fondo de talla dorada. Sobre la arquería un friso plano lleva espaciadas piezas de hueso embutidas en el nogal, también pintadas de negro. En el centro del cajón, entre cuatro láminas de hueso, el tirador con forma de venera. Las gavetas verticales y las puertecillas están encuadradas por columnillas torsas de hueso, sobre las que se dispone un entablamento y un frontón curvo partido y enrollado. En el caso de las gavetas las columnillas apoyan sobre un amplio zócalo, mientras que en las dos puertas apoyan sobre una ménsula corrida. Estas dos puertas carecen además de tiradores, presentando en cambio una cerradura en el centro con la bocallave en forma de jarrón. El cuerpo inferior del bargueño es el llamado pie de cajonería o taquillón, con dos cajones y dos puertas de igual tamaño. Cada uno está decorado con listones con aplicación de dorado formando rombos concéntricos. Entre estos rombos hay incrustadas láminas de hueso, de manera espaciada, pintadas de igual manera que veíamos en el cuerpo superior. En el centro de cada cajón o puerta está la bocallave, de metal calado y dorado sobre terciopelo rojo, una de las cuales se ha perdido, y a ambos lados tiradores de hierro de botón, con la empuñadura gallonada. En la parte superior del taquillón están las alargaderas, que se manifiestan mediante una concha o venera dorada. Como el cuerpo superior, también tiene asas de hierro sobre terciopelo rojo en los laterales. Como venimos apuntando, estos bargueños presentan características que pueden considerarse como más típicamente españolas, y no sólo en lo que respecta a su decoración y disposición. Responden perfectamente al carácter coleccionista y administrativo de la época, así como a la búsqueda de un efecto de riqueza, conseguido mediante los dorados, la policromía y el abigarramiento, que ocultan una escasa finura en la ejecución. Debido a su éxito son muchos los ejemplares conservados. Vamos a encontrar similares bargueños, originales de los siglos XVI y XVII, en el Museo Arqueológico Nacional, en el Instituto Valencia de Don Juan, en el Museo de Artes Decorativas o en el Museo Lázaro Galdiano, entre otros, así como en numerosas colecciones particulares. Sin olvidar que estos han sido los escritorios más copiados e incluso falsificados hasta hoy

10 Notas: 1 Castellanos: Escritorios españoles en el Museo Lázaro Galdiano, Goya, nº 179, Castellanos: op. cit. 3 Aguiló: El mueble clásico español. Madrid, Rodríguez Bernis: Diccionario de mobiliario. MCU, Cassone: arca decorativa italiana del Renacimiento. Están decoradas profusamente con pastiglia dorada, pintura o tallas. Diccionario de mobiliario, op.cit. 6 Aguiló: El mueble en España. Siglos XVI-XVII.CSIC, Aguiló: op. cit Bibliografía: AGUILÓ ALONSO, Mª Paz: El mueble clásico español. Madrid, AGUILÓ ALONSO, Mª Paz: El mueble en España. Siglos XVI-XVII. CSIC, CASTELLANOS RUIZ, Casto: Escritorios españoles en el Museo Lázaro Galdiano, Goya, nº FEDUCHI, Luis María: Historia del mueble, Madrid, FEDUCHI, Luis María: El Mueble Español. Barcelona FERNÁNDEZ MERA, Mª Victoria: "Los bargueños del Museo Sorolla", en Conocer el Museo Sorolla. 10 aportaciones a su estudio. Ministerio de Cultura, RODRIGUEZ BERNIS, Sofía: Diccionario de mobiliario. Ministerio de Cultura, VVAA: Mueble español: estrado y dormitorio. Madrid