ENFERMERO Y PACIENTE COMO PERSONAS EN EL MUNDO HOSPITALARIO

Transcripción

1 MENDES, I.A.C.; TREVIZAN, M.A. Enfermero y paciente como personas en el mundo hospitalario. ALADEFE UDUAL, v.2, n.2, p.59-65, ENFERMERO Y PACIENTE COMO PERSONAS EN EL MUNDO HOSPITALARIO Isabel Amélia Costa Mendes 1, Maria Auxiliadora Trevizan 2 La vida moderna está transformando el mundo hospitalario y a Ias personas que en el trabajan. Teniendo como base Ias exigencias impuestas en los papeles desempeñados por el hombre en Ias diferentes empresas, en circunstancias variadas, los individuos han actuado y han sido reconocidos mucho mas como actores desempeñando papeles que como Ias personas que realmente son. Tratándose del mundo hospitalario, donde se supone hayan personas cuidando de personas, es imprescindible que todos los que ahí trabajan dispongan, de tiempo en tiempo, de un período para reflexionar sobre Io que han hecho, como han actuado y por qué. Nuestro propósito con este artículo es apoyar esta reflexión. Por eso estimulamos el concepto de Ia persona y con base en el colocamos a Ia persona actuando como enfermero y a Ia persona como paciente en el mundo hospitalario, dando énfasis a Ia necesidad de comunicación entre ellos, tanto en situaciones pasajeras como en situaciones permanentes. CONSIDERACÏONES ACERCA DEL CONCEPTO DE LA PERSONA Una persona es más de Io que conocemos de ella. No puede ser considerada solamente como un cuerpo o un alma. El hombre es irremediablemente una unidad. En esta unidad existe una inmanencia, una impenetrabilidad: existe, por Io tanto, un núcleo intransponible en el interior del hombre, hasta donde el otro jamás podrá acceder (1). Sin embargo, no solamente por eso el hombre es un ser solitario. O Yo es un ser en primera persona que está esencialmente unido a su mundo, a su circunstancia y así está sujeto ai tiempo y a Ia historia. Al tiempo, en Ia medida que sus acciones jamás podrán ser repetidas. No existe ensayo para Ia existência humana. Toda acción es definitiva, pues cuando comenzamos de nuevo efectuamos otra acción. Mientras tanto, Io fugaz del tiempo no elimina su permanencia. El pasado no dejó de existir, pues es Io que fué. El presente es el fruto del pasado y pesa en el futuro, y es esto que torna Ia existencia humana histórica. Ser histórico significa no estar apenas sometido a corrosión temporal, pero a tener Ia posibilidad de decidir por si mismo libremente Ia propia existencia. Se puede decir que el hombre con libertad tiene el don de decidir por 1 Maestra, Doctora y Libre-Docente en Enfermería por Ia Escuela de Enfermería de Ribeirão Preto - Universidad de Sao Paulo, Brasil. Profesora Asociada - Departamento de Enfermería General y Especializada EERP-USP, Brasil. 2 Maestra, Doctora y Libre-Docente en Enfermería por Ia Escuela de Enfermería de Ribeirão Preto - Universidad de Sao Paulo, Brasil. Profesora Asociada - Departamento de Enfermería General y Especializada EERP-USP, Brasil.

2 si mismo. Somos los que decidimos hasta cierto punto. La historia nace en el momento en que tomamos conciencia de ella, pues a partir de este momento estaremos sujetos a ella, con todas sus consecuencias de responsabilidad y libertad. A pesar que el hombre como individuo puede ser considerado como uno de los muchos ejemplares de Ia especie humana, él nunca podrá ser considerado como un número, una pieza en su totalidad. De acuerdo con Idígoras (2) el elemento que mas le caracteriza al ser humano, esto es, Io que hace a Ia persona, es que siempre él es un fin en si, que vive para si y posee un destino propio e intransferible. De ahí viene el ser único y sin repetición de Ia persona, de ser incapaz de ser reemplazada por otra. Mientras tanto, Ia historia y encamación del hombre solamente tendrán pleno significado a partir del momento en que el yo este en Ia frente ai tu de un otro yo. Ser hombre, ser persona, es sercomo-los-otros-en-el-mundo, como Heidegger Io analiza y los fenomenólogos existencialistas. Persona es encuentro inter-personal: el hombre es un ser de relación de comunicación. Es un ser de palabra y amor. Su estructura es de diálogo o respuesta, por encontrarse siempre con los otros. La persona se vuelve persona con Ia relación, con los encuentros y en Ia comunión interpersonal. Todo esto sucede a través del otro que Ie habla, Io ama, Io alienta a crecer en el sentido de ser mas y no simplemente mas uno. Es a través de Ias relaciones inter-personales, sin preocupación de "utilidad" o de "productividad" que el hombre se vuelve persona. Son estas relaciones que mudan a Ia persona sujeta a protagonista de su propia vida, y Ias que le dan sentido. A pesar de ser un fin en si, y a través del relacionamiento inter-personal es que Ia persona se realiza, por que es en el encuentro con Ia otra persona que surge Ia conciencia de si propio y del valor de Ia persona. Si en situaciones normales, de salud, en Ia vida diaria, en el trabajo, en Ia diversión, en los encuentros y desencuentros, en fin, en el amor y en el desamor se espera que el hombre sea visto sobre este prisma, en circunstancias de dolor, sufrimiento, angustia, enfermedad y de trabajo en un ambiente rodeado por estas circunstancias, este hombre debe merecer mas atención como persona única. ENFERMERO Y PACIENTE: COMUNICACION EN SITUACION PASAJERA Y PERMANENTE Un cuarto de siglo atrás hemos adoptado Ia postura filosófica, teórica, didáctica y de investigación de que el "paciente", o mejor dicho el hombre internado en el mundo hospitalario para tratamiento, sobre régimen de internación o a nivel de paciente en tránsito, debe ser visto como persona y como tal, debe recibir una asistencia de enfermería personal. Por esto, durante nuestra vida profesional hemos procurado transmitir ai alumno y a nuestros orientadores los conceptos de enfermería que concentren Ia experiencia del paciente en una visión holística, pues creemos que tales conceptos determinan Ia relación enfermero-paciente no apenas como un componente esencial de Ia asistencia de enfermería, como también como un tratamiento en

3 si. Hemos procurado influir y convencer que en el mundo hospitalario, siendo el enfermero una persona, su trato verbal no puede ser pre-establecido, mecanizado, artificial, ni impersonal (3). En general, para que una relación profesional sea eficaz bastan los conocimientos y habilidades técnicas propias de Ia profesión. Sería un relacionamiento puramente profesional, dominado por Ia eficacia. Pero en el caso de una profesión de salud, en que entran en relación Ia persona enferma con los que Ia ayudan, el relacionamiento muda de tenor. Esto es, no puede uno quedarse en el plano técnico-profesional, pues el paciente no es solamente un ser agobiado por una enfermedad. Es una persona, es un yo con deseos, aspiraciones y voluntad de vivir y que se siente internado en un hospital. En otros términos, el hospital "habitat" de yo-en formo, pero si de mi en cuanto estoy enfermo. El aislamiento necesario, consecuencia de Ia enfermedad, es una violencia a cualquier persona internada. Por Io tanto, no es solamente Ia enfermedad que Io agobia, pero Ia propia circunstancia y todo cuanto Io rodea que provocan al paciente. Según Ortega y Gasset (4) "yo soy yo y mi circunstancia". Sucede que muchas veces los enfermeros se olvidan del yo y dan privilegio a Ia circunstancia. Ahora, Ia circunstancia es una situación, el espacio y el tiempo, y el significado de ellos envuelven al paciente. Es una unión inseparable del yo con todo Io que Io rodea que él ve con los ojos, sino nuevos, por Io menos diferentes, de pronto él está en una posición forzada, que él no escogió. Verdaderamente cuando alguien es obligado a quedarse en Ia cama, por mejores que sean Ias condiciones y el cariño profesional con el cual es tratado, es en este momento que el hombre como persona siente Io que significa Ia libertad, exactamente por no poder hacer uso de ella y sentirse limitado a su uso. Aparece así el hospital como un mundo nuevo para el paciente. Este mundo nuevo se torna mas palpable a medido que se da cuenta Io que está perdiendo, o sentirse lejos de el, Ia soledad del mundo cotidiano. Significa mucho un espacio semántico, atravesado de significaciones que parten del yo para Io que Io circunda y Io que Io envuelve y rodea hasta él. Hay, por Io tanto, una superposición mutua, el hospital, el lecho, los aparatos, así como Ias otras personas enfermas, los médicos que él raramente ve, Ia persona que Io atiende, el auxiliar de enfermería y Ia enfermera que determina o constituyen su mundo en el sentido de construcción o reconstrucción de Ia realidad del mundo del paciente; a su vez, el enfermo también cruza todos sus significados y conocimientos, aspiraciones y expectativas, reconocimientos y descubrimientos, receptividad y prejuicios con todo el conjunto arriba mencionado. El mundo no es Io mismo que el cosmo referido por Ia ciencia, depósito de objetos, de personas de relacionamientos en tercera persona. Ser tratado como una tercera persona, cuando no como objeto y cuando mucho promover el espacio y el tiempo de localidad de los individuos a un habitat. Transformar el cosmo o el lugar vivido, o Ia circunstancia en un mundo y promover al paciente en segunda persona, tratándolo como tu. Por otro lado, esta promoción consiste también en no portar-se mas como un técnico, un mercenario, un asalariado solícito pero como alguien que también es el yo y que es capaz de comprensión, de cariño y atención a través de una acción recíproca.

4 Conforme ya mencionamos, Ia experiencia originaria de Ia persona humana es sentirse y conocerse como yo-con-el-otro-en-el-mundo. Cuando consideramos Ia experiencia por Ia que el paciente pasa al enfermarse, se debe partir o por aquello que los enfermos nos dicen o por nuestra propia experiencia, desde que nosotros también hayamos pasado por ella. El mundo del enfermo se caracteriza por Ia ruptura del mundo habitual. Por mundo entiéndese no apenas los objetos y Ias personas que nos rodean, pero, sobretodo, el origen de los significados que se dirigen a nuestro yo y que también son elaborados por el mismo yo. De un modo normal esos significados revelan nuestras preocupaciones, que se basan en nuestro proyecto de vida. Ahora, Ia enfermedad es una parada, o una suspensión por Io menos momentánea del curso de nuestros proyectos. Nuestros cuidados mudan completamente. El hecho reside en que todo enfermo siempre espera que ésta parada sea pasajera. Por Io tanto, en este mundo nuevo despertado por Ia enfermedad, todo se rige por Io pasajero y, en consecuencia, Ias acciones desarrolladas por el paciente están supeditadas por Ia intención de saber del estado anormal, temporal, en que se encuentra. Este mundo pasajero constituye de cierto modo un desencanto al chocar con los límites y encontrarse delante de algo con Io que no puede separar. Es el descubrimiento que el hombre es un ser que tiene fin; contingente no necesario, cuyo desaparecimiento alterará poca cosa en el curso del mundo. Delante de este descubrimiento, de este nuevo despertar, pueden aparecer dos actitudes en el paciente. Como primera actitud, el desespero en Ia imposibilidad de Ia eliminación inmediata y eficiente de Ia molestia. Debe aceptar, aunque no quiera, el curso de Ia enfermedad, sometiéndose al tratamiento que le he impuesto por los otros. Este desespero puede llegar al paroxismo en dos circunstancias, sobretodo Ias cuales ni siempre los profesionales de salud les dan Ia debida importancia: (1) en el caso de no existir preparación para aceptar Ia penuria humana. En este caso, el hombre se considera un rey, un ser todopoderoso que domina Ia naturaleza e impera sobre sus leyes, teniendo como norma el saber y poder. Sin embargo, Ia enfermedad, es un trastorno inesperado, pues como dice Sartre, el hombre "siempre piensa en Ia enfermedad, en Ia muerte, en accidente, como algo que le puede suceder a los otros", nunca como un accidente al cual todos estamos en peligro en cualquier instante (5). Por eso es que denominamos esta actitud de desencanto, en el sentido propio de Ia palabra, a saber un encanto que fué deshecho, un cuento de hadas que desaparece, un sueño que choca con Ia realidad de Ia penuria humana. (2) Cuando Ia enfermedad no es solamente prolongada, pero también si recibe alguna noticia de desengaño. En este caso Io pasajero se torna definitivo y no se busca mas Ia vuelta a Io conocido, pero una partida significa, enigma, misterio o desaparecimiento. De esto se puede hablar poco, apenas sabemos que Ias actitudes pueden ser sublimes en el caso de religión. La segunda actitud, que es Ia mejor aliada del profesional de salud, es Ia esperanza de Ia cura. Como arriba mencionamos, es el mundo pasajero. Esta esperanza es entonces Ia que hace que el paciente sea un gran colaborador en el uso del tratamiento. En consecuencia, sería alguien que procura ver el hospital como un lugar de pasaje, donde se prepara para volver a casa. Difiere totalmente del caso del desespero, este mundo se caracteriza no por Ia ausencia de cuidados e de

5 preocupaciones, pero por Ia mudanza de los mismos, de un modo especial con todo Io que se dice a respecto a su estado de salud. Del mundo de este hombre en el contexto hospital, se puede hablar del hombre-paciente, del hombre-empleado, del hombre-subordinado, del hombre-lider, del hombre-alumno. Para el hombrepaciente este mundo puede ser pasajero, o el principio de un enigma y desespero. Para el hombreempleado y para el hombre-alumno, este mundo pasa a tener un carácter de permanente, por que este fué el mundo escogido como mundo profesional. Este hombre solamente se sentirá en condición de pasajero en este mundo si no está comprometido, si no está satisfecho, y si no está contratado. De cualquier forma, el "hombre-paciente" o "hombre-empleado" precisan estar en comunicación constante. Tratándose del enfermero, él debe estar atento para Ia comunicación con sus compañeros, subordinados, pacientes y otros profesionales. Si este enfermero fuese un ser-con-otro-en-el-mundo él no se contentaría en ejercer un papel. Como contratado y comprometido él es aquel que acepta su situación como un ser-en-el-mundo y, por consiguiente, será una presencia para los otros. La presencia es el surgimiento de una manifestación, no es algo plantado delante de los otros. Presencia es encuentro - y con eso queremos decir que Ia misión del enfermero no es apenas una tarea, un trabajo, una profesión, sino una vida dedicada por Ia llamada del otro y no apenas una actitud de emisor-receptor con miras a Ia solución del problema. En estos términos, cuando un hombre-enfermero se encuentra delante del hombre-paciente, ese encuentro no es apenas fruto del acaso. Muy por el contrario, él se encuentra delante del paciente por que se coloco como enfermero a disposición del otro, a espera del otro. No se trata de prestar asistencia a quien aparezca como un él cualquiera, una tercera persona. Eso si se trata de esperar un ser que Io interrogue y se coloque delante de él como tu. De otra forma, huir a ese encuentro sería como cometer una traición, por que desde el momento que decidió ser enfermero él no renegó una condición anterior a cualquier encuentro humano, recibir al otro como él es y como persona. En otros términos, Ia raíz del encuentro antecede a una decisión de seguir una profesión cualquiera que sea, Ia raíz está, esto si, en el misterio de ser hombre, un mar inmenso de acogida y envolvimiento. En el mundo hospitalario existe una falta grande de profesionales que sepan, quieran y sean con-el-otro-en-el-mundo. REFERÊNCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. MARCEL, Gabriel - Etre et avoir. Parig, Aubier, IDIGORAS, J.L.- Vocabulário teológico para Ia América Latina. Trad. Álvaro Cunha. São Paulo, Ediciones Paulinas, MENDES, I.A.C.- Interacción verbal en situaciones de enfermería hospitalaria: enfoque humanístico. Ribeirão Preto, S.P., Brasil, Tésis de doctorado presentada a Ia Escola de Enfermagem de Ribeirão Preto de Ia Universidad de São Paulo, 175 p.

6 4. ORTEGA y GASSET, J. O homem e a gente: Rio de Janeiro, Interamericana, SARTRE, J.P.- O existencialismo é um humanismo. Trad. Vergilio Ferreira Lisboa. Editorial Presença, 4a. ed., 1970.