Leishmaniosis, Ehrlichiosis. Situación en gatos

Transcripción

1 Leishmaniosis, Ehrlichiosis. Situación en gatos Ángel Sainz Hasta hace no demasiado tiempo se había prestado poca atención a la existencia en la especie felina de algunas enfermedades del perro endémicas en nuestro entorno geográfico. En este sentido, cabe reseñar que la amplia mayoría de estudios llevados a cabo en el gato en dos de las enfermedades vectoriales más habituales en la cuenca mediterránea, la leishmaniosis y la ehrlichiosis, se ha publicado en las últimas dos décadas. Aunque se ha avanzado bastante en el conocimiento de estas enfermedades en el gato, aún son muchas las cuestiones sin revolver al respecto. Leishmaniosis en gatos La presencia de Leishmania spp. en la especie felina data de 1912, siendo detectada por vez primera en gatos en España en Todavía no se conoce bien el papel del gato en la epidemiología de esta enfermedad. Para algunos autores se trata de un hospedador secundario, mientras que otros lo consideran un reservorio. En este sentido, se ha conseguido confirmar que los gatos con leishmaniosis pueden infectar a flebotomos que se alimentan de ellos. De cualquier modo, la cada vez mayor detección de leishmaniosis en el gato plantea muchos interrogantes, sin que se sepa exactamente si ello se debe a un aumento en la incidencia, a los avances en las técnicas de diagnóstico, a una mayor atención social hacia la especie felina o a una combinación de estos factores. Su presencia es lógicamente mayor en zonas endémicas. Aunque su identificación exacta aún es infrecuente, tanto los zimodemes detectados como las secuencias genéticas aisladas coinciden con las más habituales en perros y personas de las mismas zonas. Las tasas de seroprevalencia descritas en la bibliografía son muy variables, llegando hasta el 68% en algunos estudios realizados en Italia. En nuestro país, los estudios realizados en gatos muestran tasas de positividad entre el 1,7 y el 60%, dependiendo de la zona estudiada, de la técnica y del punto de corte empleado en la técnica. Los valores de seropositividad en gatos son, en general, inferiores a los encontrados en perros de la misma zona, si bien algunos autores consideran que estos valores cada vez están más próximos. Muy probablemente, la mayoría de las diferencias entre lo que ocurre con la presencia de Leishmania en perros y gatos guarda relación con la preferencia de los vectores y, especialmente, con las potenciales diferencias en la respuesta inmunitaria. En este sentido,

2 estudios experimentales han mostrado una cierta resistencia natural innata del gato a adquirir determinadas enfermedades vectoriales, entre ellas la leishmaniosis. Diferentes estudios han asociado la positividad al virus de la leucemia o de la inmunodeficiencia felinas con la infección por Leishmania infantum, no siendo raro encontrar patologías concurrentes en gatos con leishmaniosis. No obstante, también se han descrito casos de leishmaniosis felina en los que no se ha logrado identificar ninguna otra enfermedad concurrente. Son aún pocos los trabajos que tratan de evaluar la asociación entre la positividad a Leishmania infantum en gatos y la presencia de signos clínicos y de alteraciones laboratoriales. En general, se tiende a pensar que la forma más habitual en la especie felina es la cutánea, siendo la forma visceral menos frecuente y acompañándose en muchas ocasiones de signos cutáneos. Un reciente estudio histopatológico realizado en nuestro país muestra que aproximadamente el 0,5% del total de biopsias de piel y ojos de gatos enviadas a un laboratorio de Anatomía Patológica se diagnosticaron de leishmaniosis. Desgraciadamente, los signos cutáneos más habituales son poco específicos (nódulos cutáneos, erosiones, úlceras, eritema, alopecia, etc) y pueden presentarse en múltiples localizaciones (zonas de unión mucocutánea, espacios interdigitales, orejas, etc). Del mismo modo, son habituales los signos oculares, habiéndose descrito especialmente uveitis, conjuntivitis, blefaritis y queratitis. Algunos autores consideran que en una zona endémica, la leishmaniosis debe incluirse en el protocolo de diagnósticos diferenciales ante un caso con signos cutáneos u oculares como los descritos. También son muchos los signos generales asociados a leishmaniosis felina, entre ellos, anorexia, fiebre, pérdida de peso, linfadenopatías, vómitos, estomatitis, hepatoesplenomegalia, enfermedad renal. No obstante, la presencia de coinfecciones o de enfermedades concurrentes no siempre permite diferenciar claramente qué signos son debidos a leishmaniosis. En cuanto a las alteraciones laboratoriales, se describe la existencia de anemia, trombocitopenia e hiperproteinemia por una hipergammaglobulinemia. También se pueden encontrar alteraciones de la serie blanca y signos de enfermedad renal, tanto en sangre como en orina. Ocasionalmente se ha asociado la existencia de pancitopenia a la leishmaniosis en gatos. El diagnóstico puede realizarse por múltiples métodos, siendo el más sencillo y certero la visualización de los amastigotes de Leishmania spp., tanto en lesiones cutáneas como en ganglios y médula ósea. La presencia de amastigotes en tejidos se puede confirmar mediante técnicas de inmunohistoquímica. También se ha descrito ocasionalmente la presencia del parásito en sangre circulante. En cuanto a las técnicas serológicas como la IFI o el ELISA, se acepta que los gatos desarrollan una respuesta humoral más débil, por lo que no es extraño encontrar casos clínicos con leishmaniosis confirmada, pero con títulos de anticuerpos más bajos que en la especie

3 canina o incluso seronegativos. La seroconversión puede ocurrir tras el tratamiento, cuando ya se están resolviendo las lesiones. La técnica de PCR se ha aplicado, tanto para el diagnóstico individual como para la realización de estudios epidemiológicos. Muchos de estos estudios se han realizado en sangre, sin que se conozca si ésta es una buena muestra o si, como ocurre en la especia canina, sería preferible emplear linfonódulo o médula ósea. Con respecto al tratamiento de la leishmaniosis en gatos, no existen estudios controlados, randomizados al respecto y la información disponible hasta el momento se basa en la descripción de casos clínicos puntuales, en los que los criterios empleados para evaluar la respuesta al tratamiento son muy variables. El fármaco más utilizado es el alopurinol, bien tolerado por los gatos, pero que probablemente no erradica completamente al agente. Las referencias sobre el empleo de antimoniales son mínimas, sin que estén bien definidas las dosis o su potencial toxicidad. También se han utilizado en gatos con leishmaniosis otros muchos fármacos como el ketoconazol, fluconazol, itraconazol, metronidazol y espiramicina o la pentamidina. Ehrlichiosis en gatos Son muchos los autores que consideran que el gato está menos predispuesto que el perro a presentar enfermedades transmitidas por garrapatas, entre ellas la ehrlichiosis, aunque al compartir en algunos casos el mismo hábitat, no es extraño que éstas se presenten en la especie felina. Las razones de la menor incidencia de estas enfermedades en la especie felina pueden ser múltiples; entre ellas, destaca la posibilidad de una resistencia inmunitaria innata, con la consiguiente menor patogenicidad de estos agentes en la especie felina, una adaptación a la infección, o causas relacionadas con la menor exposición al vector. Algunos autores consideran que un factor a tener en cuenta es que los gatos podrían eliminar más rápidamente a las garrapatas, por su acicalado, disminuyendo la posibilidad de transmisión de algunas infecciones. No obstante, en la actualidad se describen más de 50 casos de ehrlichiosis y anaplasmosis felinas en la bibliografía. El primer caso de infección natural por Ehrlichia en el gato tuvo lugar en 1986 en Francia. En el caso de la ehrlichiosis felina, aún no se ha conseguido identificar completamente el agente causal, si bien se ha detectado molecularmente en gatos con infección natural un organismo muy similar a E. canis. Igualmente, se ha conseguido secuenciar otra especia próxima, Anaplasma phagocytophilum, en gatos con un cuadro clínico compatible con ehrlichiosis. En nuestro país se han descrito tanto gatos seropositivos como positivos por técnicas de PCR, si bien hasta la fecha no se ha conseguido secuenciar exactamente el agente causal.

4 Además, en distintas zonas de España se han encontrado gatos seropositivos a A. phagocytophilum, si bien no se conoce con exactitud si ello implica una infección por esta especie o por otra próxima. Son pocos los datos con respecto al modo de transmisión de estas especies al gato, si bien se suele implicar a la garrapata Rhipicephalus sanguineus. Sin embargo, existen casos descritos como presuntas ehrlichiosis felinas en los que no existía exposición a vectores artrópodos. Aunque la lógica indica que los gatos que salen a la calle están especialmente predispuestos a presentar estas infecciones, se han descrito casos de infección por A. phagocytophilum en gatos domésticos que no salen a la calle. Se han descrito casos de concurrencias con otras infecciones (como Mycoplasma haemofelis y otros hemoplasmas, B. burgdorferi, Leishmania spp. o Bartonella spp.) y con otras enfermedades graves como el linfosarcoma. Los resultados de los estudios epidemiológicos realizados hasta la fecha son variables, si bien muchos de ellos no encuentran una asociación entre la positividad a los virus de la leucemia o inmunodeficiencia felinas y la presencia de estas infecciones, ni con la gravedad del cuadro clínico. Aunque son muchos los signos clínicos que se han asociado a la infección por Ehrlichia spp. en gatos, el más constante suele ser fiebre. También se ha descrito depresión, letargia, pérdida de peso, anorexia, esplenomegalia, cuadros hemorrágicos, digestivos, oculares y articulares, fundamentalmente. Las alteraciones laboratoriales parecen ser similares a las descritas en la especie canina, destacando especialmente la presencia de anemia y, con menor frecuencia, de trombocitopenia, alteraciones en la serie blanca e hiperproteinemia con hiperglobulinemia. Algunos estudios epidemiológicos asocian la positividad a Ehrlichia canis en gatos únicamente con hiperproteinemia. También se han detectado anticuerpos antinucleares (ANA s) en sueros de gatos infectados por estos agentes. Dada la inespecificidad de los signos clínicos y laboratoriales así como las múltiples dudas que aún quedan por resolver sobre estas infecciones en el caso del gato, se tiende a ser exigente a la hora de emitir un diagnóstico de ehrlichiosis. Suele recomendarse, además de la detección del agente (por visualización o por PCR) o la presencia de un elevado título de anticuerpos, la realización de un completo protocolo de diagnósticos diferenciales que descarten otras causas de enfermedad y la respuesta favorable a un tratamiento convencional. Aunque la detección del agente en sangre periférica es una técnica poco sensible, algunos autores han llegado a encontrar en algunos casos hasta un 21% de leucocitos infectados. En cuanto a las técnicas serológicas, deben ser interpretadas con cautela ya que un resultado negativo no descarta la infección y, al mismo tiempo, no todos los animales seropositivos presentan signos clínicos o alteraciones laboratoriales. Por otro lado, muchos

5 gatos en los que la PCR ha sido positiva, son seronegativos, lo que complica enormemente el diagnóstico de esta enfermedad. Para el tratamiento de estas infecciones se usan, al igual que en el perro, tetraciclinas, como la doxiciclina, produciéndose en general una buena y rápida respuesta clínica. El Grupo de Estudio de Enfermedades Infecciosas del ACVIM recomienda tratar gatos con sospecha de ehrlichiosis con doxiciclina a dosis de 10 mg/kg/24 horas durante 28 días. Son aún pocos los datos disponibles con respecto a la evolución post-terapéutica tanto de las alteraciones laboratoriales como de los títulos de anticuerpos. Bibliografía - Aguirre, E., et al. (2004). "Assessment of feline ehrlichiosis in central Spain using serology and a polymerase chain reaction technique." Ann N Y Acad Sci 1026: Ayllón, T., et al. (2008). "Serologic and molecular evaluation of Leishmania infantum in cats from central Spain." Ann N Y Acad Sci 1149: Ayllón T, et al. (2009). Serology, PCR and culture of Ehrlichia/Anaplasma species in asymptomatic and symptomatic cats from central Spain. Clin Microbiol Infect. 15 Suppl 2: Dalmau, A., et al. (2008). "Leishmaniosis felina a propósito de un caso clínico. Nos olvidamos de que existe? AVEPA 28(4): Hervas, J., et al. (1999). "Two cases of feline visceral and cutaneous leishmaniosis in Spain." J Feline Med Surg 1(2): Hervas, J., et al. (2001). "Granulomatous (pseudotumoral) iridocyclitis associated with leishmaniasis in a cat." Vet Rec 149: Lappin, M. R., et al. (2004). "Molecular and serologic evidence of Anaplasma phagocytophilum infection in cats in North America." J Am Vet Med Assoc 225(6): 893-6, Leiva, M., et al. (2005). "Therapy of ocular and visceral leishmaniasis in a cat." Vet Ophthalmol 8(1): Maroli, M., et al. (2007). "Infection of sandflies by a cat naturally infected with Leishmania infantum." Vet Parasitol 145(3-4): Martín-Sánchez, J., et al. (2007). "Infection by Leishmania infantum in cats: epidemiological study in Spain." Vet Parasitol 145(3-4): Ortuno, A., et al. (2005). "Serological evidence of Ehrlichia spp. exposure in cats from northeastern Spain." J Vet Med B Infect Dis Vet Public Health 52(5): Pennisi, M. G. (2002). "A high prevalence of feline leishmaniasis in southern Italy." In: Canine Leishmaniasis: Moving Towards a Solution. R. Killick-Kendrick (ed.). Intervet International, Boxmeer: Sherry K, et al. (2011). A Serological and Molecular Study of Leishmania infantum Infection in Cats from the Island of Ibiza (Spain). Vector Borne Zoonotic Dis Aug 30. [Epub ahead of

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