El esquema R y el esquema I de Lacan como modelos del campo de

Transcripción

1 El esquema R y el esquema I de Lacan como modelos del campo de las representaciones Daniel Omar Stchigel En el trabajo De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis Lacan introduce dos gráficos. Se trata del esquema R y del esquema I. Qué es un esquema? Se trata de la representación, o presentación segunda, de la estructura de un objeto. Cuando hablamos de estructura, nos referimos a las conexiones esenciales entre una serie de elementos de un conjunto, es decir, a aquellos aspectos que son invariantes en una serie de transformaciones. Un esquema tiene dos lecturas posibles, una imaginaria, la otra simbólica. La lectura imaginaria toma al esquema como una representación visual de una determinada realidad más compleja. Es como un mapa. El mapa tiene un parcial isomorfismo con el territorio al que representa de manera compendiada. Pero, como decía Serge Korzibski, el mapa no es el territorio (citado en Bateson, 2011, p. 40 y 41). Existe el peligro de que, a partir de las similitudes estructurales entre mapa y territorio, tendamos a atribuir al territorio las características del mapa, leyéndolo literalmente. Por ejemplo, esperamos encontrarnos con una línea de puntos en el mundo, allí donde el mapa la ubica para separar dos provincias, cuya delimitación es convencional y no sigue ni siquiera la línea de algún accidente geográfico.

2 La otra lectura que se puede hacer de un mapa es simbólica. Eso significa que no pretendemos que la apariencia física del territorio sea la misma que la que tiene en el mapa. Tomando como base lo que dice Lacan sobre la dimensión simbólica en el Seminario IV (Lacan, 1957/2010, p. 264), cuando Juanito puede arrugar el papel en el que ha dibujado la jirafa pequeña y se sienta sobre ella, debemos tener en cuenta la dimensión incorporal de la estructura, cuya fijación en el papel es sólo un modo de darle materialidad, igual que la voz le da consistencia a la palabra que encarna en ella. Si arrugamos un mapa, las relaciones que él dibuja no se ven alteradas. Esas relaciones se llaman, en matemática, invariantes topológicos. Teniendo en cuenta que el esquema R y el esquema I son mapas, eso quiere decir que, desde una perspectiva simbólica, pretenden representar una topología. La topología de qué? Lacan habla de la realidad (de ahí la R en el nombre de uno de los esquemas). Pero, qué es la realidad para Lacan? No se trata de lo real, como aquello que resiste la simbolización. Tampoco se trata de la cosa en sí, al estilo de Kant. Hay indicios que nos llevan a pensar que cuando Lacan habla de realidad se está refiriendo a lo que Kant entiende por Naturaleza. Qué era para Kant la Naturaleza? Era una construcción. Esa construcción se da en dos planos: el de la sensibilidad y el entendimiento. En términos de Lacan, se trata de lo imaginario y de lo simbólico. Podemos hablar de una similitud entre el enfoque de Kant y el de Lacan acerca de la Naturaleza? El propio Lacan nos autoriza a ello cuando, en uno de sus seminarios, al hablar del uso de la perspectiva en el cuadro Las Meninas de Velazquez, dice proponerse una nueva

3 descripción del espacio de la sensibilidad trascendental tal como había sido planteado por Kant (Lacan, 1966, lecciones del 11 de mayo al 8 de junio). Kant habla de Naturaleza. Lacan habla de fantasma, de plano de proyección, de espacio escópico. Y así como, para Kant, la Naturaleza no está constituida hasta tanto no actúen sobre ese espacio de la percepción las categorías del entendimiento, para Lacan la constitución misma de la imagen corporal en la forma de una imagen virtual no es posible sin la intervención del Otro simbólico, que establece la posición del Sujeto. Para que haya una realidad, entonces, debe darse la intervención conjunta de elementos imaginarios y simbólicos. Si alguno de los elementos simbólicos fundantes de la realidad está ausente, el encuadre de la realidad se pierde, y se produce una fuga imaginaria en cascada, que rompe los límites del mundo vivido. Justamente, al faltar el Nombre del Padre, y, correlativamente, el Falo simbólico, el sujeto queda reducido a falo imaginario de la madre, lo cual impide la delimitación de un territorio, y deja al sujeto sometido a una voz de la que no puede apropiarse, que le viene de lo real. Es el caso de Schreber, cuyo mundo está representado en el esquema I. El esquema R y el esquema I representan, entonces, la estructura topológica de dos naturalezas diferentes. El dibujo permite imaginar la diferencia entre ambas naturalezas (en el sentido kantiano del término), pero lo importante es su contenido simbólico. En el esquema R, Lacan representa el espacio escópico en la forma de un crosscap (Lacan, 1966/2008, p. 529; Darmon, 2008, p. 146 y 147). Se trata de una

4 superficie que es imposible sumergir en un espacio euclidiano tridimensional. Lo importante es que el paralelogramo que está en el medio del esquema, atravesando el cuadrado como una banda presidencial, debe ser concebido como una cinta de Moebius. La cinta de Moebius es una banda de una sola cara, y se obtiene a partir de un rectángulo, a través de un medio giro, pegando uno de los bordes al borde opuesto invertido. Así, Lacan representa la mutua implicación de los planos imaginario y simbólico en la constitución del fantasma, esa superficie de proyección que obtura el agujero de la castración real, impidiendo que el deseo se deslice en una metonimia infinita. Es gracias al vértice del Padre simbólico que el falo imaginario queda negativizado, convertido en falo simbólico. La manera en que Lacan concibe los bordes de lo real merece también nuestra atención. Por un lado, ubica los distintos modelos de identificación, por el otro, los objetos de erotismo y de rivalidad. Ambas series tienen por extremos los dos vértices que, junto con el Yo y el Falo, conforman la relación edípica: el Padre y la Madre. Que el cross-cap sirve de modelo de un espacio proyectivo es algo que no debe haber pasado desapercibido para la mirada atenta de Lacan. Justamente, hay en su interior un punto de imposible -allí donde la cinta de Moebius de la realidad debería unirse al casquete cuyo vértice es el Padre y el Falo-, que es lo que sirve de punto de fuga de los cuadros en perspectiva, punto identificado por Lacan con el objeto a.

5 Lo que el esquema I representa es lo que sucede si falta el significante del Nombre del Padre (Lacan, 1966/2008, p. 546). En ese caso, se produce un deslizamiento del eje imaginario en relación con el eje simbólico, y los cuatro extremos del mundo se abren al infinito, en un doble par de asíntotas sin confluencia posible. Queda así una realidad que se pierde por los cuatro costados. Dos de ellos corresponden, en el lugar del Padre, al Ideal que le habla con una voz que le es exterior, y en el lugar del Falo, al goce transexualista. En cuanto a los dos elementos forcluidos, actúan como los polos de las dos hipérbolas que demarcan, sin cerrarlo, el territorio de la realidad de Schreber. El motivo por el cual actúan como polos es que son eludidos por el recorrido que el psicótico hace de su realidad, los cual los convierte en polos de rechazo, y no de atracción, como sí ocurre, en cambio, con los vértices de una elipse. En la naturaleza del psicótico no hay un punto de imposible. Pero eso hace, justamente, que, al no extraerse el objeto a, falte la perspectiva que le permite a la naturaleza del neurótico ser inscripta en una superficie finita, y a la vez poder abarcar un espacio sin límites, produciendo un efecto de ventaba abierta. En vez de encontrarnos con el plano proyectivo, cerrado y a la vez infinito, nos encontramos con un universo hiperbólico, abierto, en un proceso de desgarramiento constante, con una fuga de símbolos a la que es correlativa una cascada de formaciones imaginarias. El goce carece de fijación imaginaria, y la castración simbólica es sustituida por un goce ilimitado y mortificante. Schreber se mira en el espejo de la identificación imaginaria con la madre, se viste de mujer y siente cómo el Dios Ideal le otorga senos que oscilantemente aparecen y

6 desaparecen, objeto perdido que aparece allí donde no debería, en el reflejo especular. En resumen, Lacan logró algo que antes de él nunca se logró: darle una estructura simbólica coherente a dos realidades divergentes, la que vive el neurótico y la que vive el psicótico, señalando el preciso corte que se requiere para que una de esas topologías se transforme en la otra. Abrió así la posibilidad de formalizar algo que hasta entonces, y aun hoy para muchos psicólogos, no podía ser visto más que como un caos irracional carente de estructura: la naturaleza (en el sentido kantiano) tal como es vivida por psicóticos como Schreber. Bibliografía Bateson, Gregory (2011). Espíritu y naturaleza. Buenos Aires: Amorrortu. Darmon, M. (2008). Ensayos acerca de la topología lacaniana. Buenos Aires: Letra Viva. Lacan, J. (2010). Seminario 4. La relación de Objeto. Buenos Aires: Ed. Paidós. (Trabajo original publicado en 1957). Lacan, J. (1966). Seminario 13. El objeto del Psicoanálisis. (Manuscrito no publicado). Lacan, J. (2008). Escritos 2 (2da. ed. rev.). Buenos Aires: Ed. Siglo XXI. (Trabajo original publicado en 1966).