PISTAS PARA UN PROYECTO DE INICIACIÓN CRISTIANA DE CARÁCTER EXTENSIVO EN UNA PASTORAL MISIONERA

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1 PISTAS PARA UN PROYECTO DE INICIACIÓN CRISTIANA DE CARÁCTER EXTENSIVO EN UNA PASTORAL MISIONERA Vicente Mª Pedrosa En un principio pensé hacer una génesis históricas del tema: cómo el planteamiento global de la iniciación cristiana ha ido tomando cuerpo en nuestra Iglesia hasta ser asumido por la CEE en su plan trienal con esta redacción: Estudio teórico y práctico del proceso de los sacramentos de iniciación cristiana Bautismo, Confirmación, Eucaristía en orden a favorecer una mejor celebración y una participación más fructuosa de los fieles. Responsables de este estudio: la Comisión Episcopal de Liturgia y la Subcomisión Episcopal de Catequesis 1. Pero, prescindiendo ahora de ese proceso histórico e incluso de la redacción más o menos exacta de esta acción del Plan de la CEE, introduzco el tema que ya me planteé en noviembre del 88 en las Jornadas Nacionales de Liturgia: La iniciación cristiana hoy: Liturgia y Catequesis. Uno de los temas de fondo que entonces surgió fue que se habla más de los sacramentos de la iniciación cristiana que de la iniciación cristiana como unidad dinámica pastoral rematada por los tres sacramentos. En efecto, hablar de la catequesis y de la celebración de cada sacramento de la iniciación cristiana es hablar de iniciaciones ocasionales sin duda bien pensadas a estos sacramentos, pero no de la iniciación cristiana como una realidad procesual, extendida y coherente, con un objeto claro: formar a sujetos cristianos y comunidades creyentes que se mantengan en pie en la Iglesia y en el mundo. Se habló sobre este tema en público y en privado y, al final, todos los ponentes nos reunimos para hacer unas Consideraciones finales. Tomando en cuenta las preguntas y sugerencias propuestas por los participantes, los ponentes estiman conveniente ofrecer unas consideraciones finales, que recojan a modo de conclusión las principales coincidencias o líneas de fondo que se han puesto de manifiesto a lo largo de los tres días. La segunda de ellas dice textualmente: La iniciación cristiana requiere un planteamiento coherente que contempla, a la vez, la preparación catequética y la celebración de los tres sacramentos de iniciación en un proceso unitario de inspiración catecumenal, desde la infancia a la juventud, de manera que todas las parroquias sigan un mismo proyecto global 1 Cf. Anunciar a Jesucristo con obras y Palabras (Madrid 1987) 36.

2 de la iniciación cristiana, de carácter diocesano, aprobado por el Obispo. Los directorios aislados o de un solo sacramentos son pastoralmente incompletos y, con el tiempo, deberían integrarse en su solo proyecto global de iniciación cristiana 2. Pues bien, cuando en el mes de julio recibimos los ponentes las Actas de estas Jornadas Nacionales de Liturgia 1988: La iniciación cristiana hoy: Liturgia y Catequesis (PPC, Madrid 1989), observo con gran sorpresa para mí, que estas Consideraciones finales no figuran en las Actas. Qué ha sucedido? El duende de la imprenta? Olvido inconsciente de los responsables? Preterición consciente porque esas Consideraciones finales de los ponentes no están en sintonía con la Comisión Episcopal de la Liturgia? Prescindiendo de consideraciones de esta índole, creemos que es cada día más urgente un trabajo serio interdisciplinar sobre el tema para ayudar a las Diócesis a elaborar los directorios diocesanos de iniciación cristiana y no sólo de los sacramentos de la iniciación. I. UN TEXTO DE GRAN ALCANCE SOBRE LA CATEQUESIS DE LA COMUNIDAD Respecto del tema que nos ocupa, los catequistas tenemos un texto doctrinal y pastoral proveniente de los propios Obispos de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis que tiene un gran alcance sobre esta cuestión. En efecto, desde el Sínodo 77, en su Mensaje al Pueblo de Dios (nº8), es un principio claro que el modelo de toda catequesis es el catecumenado bautismal. Sin embargo, aunque así es un muchos aspectos (CC, nº83-101), hay otros en los que debe detenerse la inspiración catecumenal de la catequesis. En concreto, el catecumenado bautismal es para no bautizados; la catequesis se realiza normalmente con bautizados. El catecumenado bautismal se realiza una sola vez, como el bautismo; el proceso catequético es ofrecido por la Iglesia al cristiano en cualquier etapa de su vida. En aquel la celebración de los sacramentos de la iniciación señala el final del itinerario catecumenal; en la acción catequética los sacramentos se sitúan en el interior del proceso catequético, como los elementos esenciales interiores al mismo, no necesariamente como meta final (cf.nº ). En otras palabras dice CC nº104, 2ª 4º, dada la venerable tradicional eclesial de dar bautismo a los niños, la iniciación cristiana entre nosotros hay que concebirla no tanto concentrada en un espacio limitado de tiempo, como sucede en el catecumenado de adultos (cf. RICA: La iniciación cristiana de los adultos, nº 140), cuanto extendida a lo largo de las diferentes etapas del crecimiento del bautizado. La Iglesia, en efecto, no pretende que la fundamentación personal de la fe del que es bautizado en la primera infancia sea menos profunda que la que se pide para el catecúmeno adulto, aún más es posible afirmar que la fundamentación de la fe realizada a lo largo de las etapas vitales, sobre todo, cuando se puede apoyar explícitamente en el entorno familiar, cultural y comunitario cristiano, 2 Phase 171 (1989)

3 resulta más honda e impregna entrañablemente todas las dimensiones existenciales de la vida del hombre creyente. Este proceso lento de educación cristiana hacia la madurez, aparece así, estructurado por el Bautismo, por la educación en la fe realizada en el seno de la familia, por la enseñanza religiosa escolar, por períodos intensivos de formación estrictamente catequética realizados en la comunidad cristiana, por la celebración en el momento más oportuno del sacramento de la Confirmación y por la participación constante de la celebración de la Eucaristía. (Yo añadiría, intercalándolo en su sitio: y por la participación adecuada en la penitencia sacramental ). II. HACIA UN PROYECTO COHERENTE DE INICIACIÓN CRISTIANA Se me pide una respuesta de líneas fundamentales operativas, que abarque la totalidad del proceso de iniciación cristiana, teniendo presentes todos los elementos educativos o configuradores del cristianismo y de la comunidad. 1. Concepto de iniciación cristiana Aunque todos sabemos de qué se trata, no parece bien seguir adelante sin definir con precisión lo que hoy entendemos por iniciación cristiana. Ante todo, la iniciación cristiana no es la primera educación cristiana, ni la primera educación religiosa, ni la preparación a la primera comunión, ni los sacramentos de iniciación. Iniciación cristiana es el proceso de formación o de crecimiento suficientemente largo y debidamente articulado, constituido por elementos catequéticos, litúrgico, sacramentales, comunitarios y de comportamientos, que es indispensable para que una persona pueda participar con libertad de opción y adecuada madurez en la fe y en la vida cristiana 3. Así pues, la iniciación cristiana es todo el proceso y no sólo los llamados sacramentos de la iniciación cristiana. La iniciación cristiana se concentra y acaece (concentradamente), como realidad y acontecimiento, en los sacramentos de la iniciación cristiana (A.Cañizares). Pero su virtualidad educativa y salvadora se extiende a todo el proceso iniciatorio. Pero es que la Iglesia no es iniciadora?, podemos preguntarnos al revés que H.Bourgeois, que se hace la pregunta de si la Iglesia es iniciadora. Sí lo es, y la prueba está en que siguen surgiendo cristianos, testigos de Jesús y de su Reino. Pero la Iglesia y sus comunidades, están haciendo cuanto saben y pueden para engendrar cristianos adultos y comunidades adultas que sean signos más patentes del Reino de Dios en el mundo, una Iglesia más fraterna y servidora de los pobres, signo de salvación para todos? Hasta estas cotas, a la Iglesia le queda mucho por hacer en la formación de sus hijos. Por eso queremos reivindicar y recuperar la plataforma de la iniciación cristiana, para asegurar 3 J. Gevaert 1982, citado por U.Giannetto, Iniciación cristiana, en Diccionario de Catequética (CCS, Madrid 1987) 466.

4 en laicado, unos religiosos, unos sacerdotes más adultos, plantados en medio del mundo, como la Iglesia. 2. La modestia de un trabajo Mis pretensiones en este estudio son muy modestas. Me encuentro como un pigmeo ante un gigante. Lo que tiene que ser obra de muchos en un trabajo multidisciplinar, yo lo presento aquí tan sólo para marcar una dirección. Unas veces he aplicado bien los criterios que me he propuesto; otras veces, no. Unas veces me he quedado en aspectos generales, que sería lo más justo; otras veces he caído en la trampa de los detalles. En todo caso, sólo deseo comunicar la inspiración de fondo, el dinamismo coordinador y progresivo de elementos que estimulan o educan las diversas dimensiones de la fe. Deseo despertar realidades que habría que integrar y otras que tendrían que desaparecer. Deseo, sobre todo, provocar una enmienda a la totalidad, porque se habrá intuido quizá ya otro proyecto iniciador más coherente y mejor forjador de cristianos y comunidades evangelizadoras. Lo que es cierto es que en nuestra Iglesia, pastoralmente hablando, sobran ideas y faltan estrategias, instrumentos operativos, propuestas programáticas. Yo me aventuro por ese camino. 3. Criterios para elaborar este proyecto La construcción de todo proyecto se lleva a cabo en conformidad con unos criterios que dan homogeneidad a las etapas del mismo, a no ser que por alguna razón especial hayan de escogerse otros criterios en algunas de las etapas. He aquí los criterios que hemos seguido para elaborar este proyecto de iniciación cristiana extensivo dentro de una pastoral misionera: 1ºArticulación de ámbitos. Hemos tenido especialmente presentes el ámbito familiar, el ámbito parroquial y el ámbito escolar, aunque éste queda prácticamente por integrar y podría hacerse a partir del estudio del Instituto S. Pío X. 2ºPrioridad de los jóvenes-adultos. Hemos dado un trato preferencial a los jóvenes adultos tanto en calidad de padres y padrinos como en cuanto comunidad cristiana adulta. 3ºBinomio iniciación-misión. Tenemos muy presentes las tres dimensiones de la acción evangelizadora de la Iglesia: misionera, catecumenal y pastoral. Pero, tratamos de conjugar especialmente la acción catecumenal (iniciación cristiana) con la acción misionera, como lo hizo la Iglesia en su tiempo, que en el aspecto religioso tiene muchos puntos de sintonía con el nuestro. 4º Factores educativos de la fe. Hemos tenido presente, en especial, la situación y las experiencias humanas, la acción misionera, la catequesis, la celebración y la enseñanza religiosa escolar, aunque ésta tan sólo se apunta. 5º Progresión de los componentes iniciáticos. He aquí un criterio importante que está mejor definido que aplicado: un proceso formativo avanza cuando los objetivos, medios y pedagogía de una etapa avanzan sobre los anteriores y se articulan con los de la siguiente,

5 siempre en función de la evolución psicosocial de los participantes en el proceso. En el proceso iniciatorio hemos tenido presente con frecuencia, el proceso de los componentes iniciáticos: la experiencia y actitudes de fe, la oración y la celebración, la vivencia e incorporación comunitarias, el ejercicio del estilo cristiano de vida (testimonio), el compromiso en la comunidad y en el mundo. 6º Articulación: pastoral de la edad e iniciación. Hemos preferido en los títulos de cada etapa aludir a la pastoral de la edad y no a la catequesis y menos a los sacramentos. Pues la pastoral involucra todas las acciones educativo-celebrativas y de compromiso y no viceversa. 7º Contenidos similares en cada etapa y fase: Condiciones de posibilidad, presupuestos teológicos y pastorales, acciones pastorales (objetivos, núcleos o contenidos, pedagogía, celebraciones, compromisos) en función de los padres y de los hijos. Por fin, rito de tránsito de una a otra etapa. III. ETAPAS PARA UN PROYECTO DE INICIACIÓN CRISTIANA 1. Primera etapa: dentro de la pastoral familiar. Pastoral prebautismal con padres y padrinos. Celebración del bautismo (0-1) a) Condición de posibilidad En la situación histórica actual de la Iglesia, la única forma de incorporar a los niños recién nacidos al proceso de iniciación cristiana es promover con los padres y padrinos una pastoral prebautismal. Su objetivo fundamental será asegurar la fecundidad del sacramento del bautismo tanto respectos a la educación en la fe de los niños (identidad cristiana) como a la construcción de una Iglesia comunitaria y evangelizadora (identidad eclesial). b) Presupuestos socio-religiosos 1) Los destinatarios prioritarios no exclusivos de esta pastoral y aun de todo el Proyecto de iniciación cristiana son los padres y madres jóvenes, comprendidos entre los 25 y 45 años de edad. 2) Estos padres tienes, en general, las características siguientes: fueron bautizados y religiosamente inculturados en una Iglesia de cristiandad ( ); han recibido una gran parte de ellos el impacto del secularismo y se encuentran en una situación de increencia (alejados de la Iglesia y/o de la fe); piden hoy el bautismo para sus hijos a una Iglesia del Vaticano II presente en todas nuestras diócesis y consciente de vivir en un contexto social increyente, necesitado de una evangelización misionera y catequética. c) Presupuestos teológicos-pastorales 1) El bautismo de niños ha de valorarse en su justo sentido. Es el punto de partida de la iniciación, pero sólo el punto de partida, el sacramento que desencadena ese largo proceso

6 educativo de la iniciación cristiana con diversas etapas y diversos elementos humanos, misioneros, catequéticos, litúrgicos y pastorales, que colaboran a hacer un cristiano y a alumbrar una comunidad cristiana. 2) Por consiguiente, la pastoral prebautismal con padres y padrinos es sólo un elemento integrante de una pastoral más amplia que necesitará ser completada. Por tanto, no se le puede exigir más de lo que ella pueda dar en relación con la familia. Los responsables pastorales no utilizan esta pastoral ni como ocasión propicia para imponer exigencias indebidas, inoportunas o desproporcionadas ni como momento de indebida condescendencia para celebrarlo sin ningún discernimiento. 3) Por tanto, el bautismo de niños puedo celebrarse sólo cuando los padres, con su disposición y fe suficientes o por medio de otras personas garantizan el crecimiento de la fe de sus hijos; nunca de forma indiscriminada. d) Criterios de discernimiento. La tarea necesaria de discernir la situación de fe de los padres y padrinos supone unas pautas de discernimiento. Estas podrían ser las siguientes, aplicadas de forma conjunta: 1) La disposición garantizada de los padres para educar la fe de sus hijos por sí o por otros. 2) El comportamiento educativo-cristiano practicado con otros hijos bautizados anteriormente. 3) Una cierta vinculación afectiva y efectiva con la comunidad cristiana. 4) La aceptación global de las realidades de la fe tal como las propone la Iglesia. 5) El reconocimiento habitual de la moral y costumbres de la Iglesia. La tarea de discernir no corresponde en exclusiva al sacerdote, sino al equipo de pastoral bautismal de la comunidad cristiana en que aquel está inserto. El equipo acompaña a los propios padres a reflexionar sobre su situación de fe y les ayuda a tomar sus propias decisiones en relación con el bautismo de sus hijos. e) Posibles acciones pastorales con los padres y padrinos. 1) Acogida pastoral. El primer contacto con los padres padrinos es fundamental y supone tener previstos los medios siguientes: lugares para los encuentros, fechas diversas para dar facilidades a los padres-padrinos, el equipo de acogida, varios guiones de diálogo para facilitar la labor de este equipo, en el caso en que hubiera de celebrar más de un encuentro, etc. 2) Discernimiento de la situación de fe los padres-padrinos. Intenta descubrir la calidad religiosa de los padres-padrinos, esto es, su nivel de fe y sus recorridos de educación y experiencia de fe según los criterios arriba expresados y otros que se crean oportunos en la comunidad local.

7 3) Oferta de procesos o recorridos formativos a lo largo de unas sesiones y realización de los mismos. El equipo puede hacer tres ofertas: en líneas estrictamente misionera; proceso misionero-catequético o de catequesis misionera; proceso catequético sencillo, o proceso catecumenal bautismal en el caso de que los padres-padrinos acepten libremente realizar este proceso en la Cuaresma y bautizar al niño en Pascua. 4) Segundo discernimiento. Al final de proceso seguido se realizará un segundo discernimiento pastoral para afirmarse o no en la decisión primera de bautizar a los hijos y en qué condiciones. Tanto el primer discernimiento como el segundo no obedecen a una pastoral de exigencia, sino a una pastoral de ofertas o servicios pastorales diferenciados formativos y litúrgicos según las diversas disposiciones de la de los padres. 5) Celebración del bautismo o del rito de inscripción. Según este último discernimiento, y sin contradecir el sentido y la enseñanza de la Iglesia sobre el bautismo de los niños, cabe tomar, en unión con los padres, alguna de estas tres opciones: - Bautizar al niño después de algunas semanas del nacimiento, puesto que los padres tienen la calidad de fe requerida y el propósito de educarlo en la fe, hasta que él mismo se incorpore consciente y activamente al proceso de iniciación cristiana (RBN: Orientaciones doctrinales pastorales, nº 8-9). - Retrasar más allá de lo normal el bautismo del niño, porque los padres deciden actualizar su fe y disponerse tanto a una celebración más consciente y activa del bautismo del niño como a una educación cristiana más responsable. En este caso, el equipo bautismal de la comunidad cristiana acompañará, en su nombre, a padres y padrinos durante su preparación (Sda. Congregación para la Doctrina de la Fe: Instrucción sobre el bautismo de niños, nº 28 y 30, 4ª). - Proponer a los padres (como último recurso), la inscripción del niño con miras a un catecumenado en su época escolar (que no es ya alistarle en el catecumenado), cuando aquellos se muestran incapaces de educar la fe de su hijo y no están dispuestos a garantizar los medios necesarios para esa educación (ibídem: nº 30, al final). También en este caso deberá haber un seguimiento pastoral de los padres por parte de los responsables parroquiales en forma de comunicación periódica bien de palabra, bien por escrito, acompañada siempre por el testimonio personal, comunitario y misionero. Esta inscripción deberá hacerse en un ritmo sencillo, en que se celebre la acogida comunitaria y orante de alguien que, con el tiempo, puede ser un simpatizante y hasta un catecúmeno y un bautizado.

8 6) Unos servicios pastorales de calidad. Las ofertas pastorales, tanto formativas como de celebración, han de cortar unos objetivos y núcleos temáticos concretos, con unos materiales de calidad y una pedagogía propia de adultos y unas personas responsables y preparadas. f) Tres soluciones pastorales fundamentales tras la pastoral prebautismal con padres y padrinos. Concluidos los pasos propios de la pastoral prebautismal, podríamos afirmar, a grandes rasgos, que las situaciones de fe de las familias se reducen a tres: 1) Los padres creyentes más o menos renovados la mayor parte practicantes habituales que han madurado algunos aspectos de su vida cristiana con el breve proceso prebautismal. Son los menos, sobre todo los más jóvenes. 2) Los padres creyentes, pero alejados de la Iglesia e incluso algunos practicantes interiormente confusos. No terminan de hacer la síntesis entre sus creencias cristianas, la renovada fe conciliar y sus opciones vitales, pero han entrevisto algo de la nueva armonía cristiana, del nuevo talento de la Iglesia, en ese proceso prebautismal, más o menos largo. Su número ha crecido notablemente. 3) Los padres que han dado el paso a la increencia práctica: están de espaldas aunque no agresivamente a la Iglesia y a la fe, viven en un mundo pragmático y no se adelantan a la libertad religiosa de sus hijos y la respetarán cuando ellos la ejerciten. No les ha hecho mella la pastoral prebautismal, aunque quizá han intuido una Iglesia distinta. Irán rápidamente en aumento. Qué proponer a estos padres en la siguiente etapa para que sean suelo nutricio de la iniciación cristiana de sus hijos? 2. Segunda etapa: en el seno de la pastoral familiar. Pastoral del despertar religioso y las primeras expresiones de fe (1-5 años y 5-7) a) Condiciones de posibilidad 1) Respecto de los padres y padrinos creyentes. Sólo éstos podrán ser directamente elementos activos en el proceso de iniciación cristiana en que han entrado sus hijos. La educación cristiana en familia o el clima cristiano familiar es un asunto, sobre todo, de experiencia de fe y no tanto de técnicas pedagógicas. Por tanto es esta etapa del proceso iniciático podrá contarse con los padres creyentes: tanto con los más o menos renovados como incluso con los interiormente confusos, siempre que se presten libre y responsablemente a aceptar los servicios que les ofrezca la comunidad cristiana y, en concreto, la comunidad parroquial. En esas condiciones podrán convertirse en los primeros educadores de la fe de sus hijos (véase CC nº 245).

9 Los padres increyentes serán objeto de la acción misionera de la comunidad cristiana seguimiento misionero y podrán favorecer indirectamente un clima pre-iniciatorio de los hijos en la medida en que el conjunto de valores humanos vividos en la familia la honradez familiar son semillas del Verbo y constituyen una praeparatio Evangelii, con que habrá que contar para realizar la acción misionera de ellos. 2) Los responsables de la pastoral de esta etapa (pastoral familiar) necesitan: conocer de forma teórica y práctica diversos procesos diferenciados que puedan ofrecer a los padres interesados; conocer el estilo de educación cristiana que los padres puedan ofrecer a sus hijos en estos años y el tipo de celebraciones de carácter iniciático que puedan realizarse con los padres (véase CC nº ). b) Oferta de procesos diferenciados de cierta duración para los padres. Estos procesos formativos diferenciados pueden ser dos: 1) Un proceso estrictamente misionero, en función de los padres increyentes (quizá la continuación del proceso comenzado antes del segundo discernimiento) que acepten libremente dejarse interpelar desde sus experiencias profundas, a raíz de un reciente contrato con esa Iglesia nueva. Serán pocos en número. 2) Un proceso de catequesis de adultos de inspiración catecumenal (diocesano o interdiocesano y de otras familias catecumenales debidamente articuladas con la Iglesia diocesana): en función de los padres creyentes interiormente confusos, pero deseosos de salir de su estado camino de la conversión en la Iglesia de hoy. También serán pocos. Este proceso catecumenal puede ser: condensado, con una duración de 2 años, o extenso, con una duración de 3-4 años. c) Oferta de servicios más concentrados e intermitentes y, por tanto, de mayor aceptación por parte de padres creyentes. Con estos servicios la comunidad cristiana quiere realizar una tarea de seguimiento de mayor alcance. Educar en la fe en estas edades supone crear en el ámbito familiar unas condiciones humano-religiosas y cristianas que ayuden al despertar religioso de los niños y a estimular las primeras expresiones de la fe infantil. Para ello los padres han de prepararse siquiera con unos apoyos intermitentes, como por ejemplo: 1) Una carta circular, una o dos veces al año, o una vez al mes, que los oriente sobre algunas actitudes posibles para con sus hijos y sobre pistas para despertar su sentido simbólico, su sensibilidad religioso-moral, etc. 2) Una visita a las familias, dos o tres veces por curso, de algún miembro del equipo de esta pastoral específica.

10 3) Una convocatoria anual para un cursillo sobre pedagogía religiosa familiar, el testimonio familiar y su repercusión en la imagen de Dios en los hijos, etc., disponiendo de un servicio ocasional de guardería. 4) La celebración de un encuentro, una vez al año y de dos o tres noches, para revisar y relanzar los compromisos asumidos para con sus hijos bautizados; en él la oración y la celebración serían actividades fundamentales. 5) Fomento de la oración familiar mediante un libro de oración que contenga esquemas sencillos para la breve oración diaria o semanal en el hogar, padres e hijos conjuntamente. 6) Convocatorias nuevas a una catequesis de adultos que complete el grupo o grupos ya iniciados o dé lugar a uno nuevo. 7) Promover encuentros del grupo o grupos de padres jóvenes en la Hoja parroquial, en los avisos, en la oración de los fieles, etc. d) Oferta de celebraciones iniciáticas con los niños acompañados de sus padres. Para asegurar la inspiración catecumenal del largo proceso de iniciación comenzado, conviene jalonar esta segunda etapa, con algunas celebraciones significativas. En concreto: 1) La celebración anual hasta los cinco años, por ejemplo de la presentación y bendición de los niños en la fiesta de la Presentación del Señor, 2 de febrero. 2) La iniciación activa al simbolismo cristiano con motivo de los tiempos fuertes del Año Litúrgico: símbolos propios de Adviento-Navidad, Cuaresma-Pascua y Pentecostés. 3) Representación de los grandes misterios. 4) Entre los cinco y seis años, celebrar la fiesta de la oración o el día del padrenuestro. Celebración de la palabra, con la entrega del padrenuestro y la primera recitación en común de esta oración por los niños, acompañados de sus padres. 5) Al cumplir los siete años, celebración de la fiesta bautismal para los niños en el tiempo de Pascua, en la que se rememore su propio bautismo dando relieve a algún símbolo bautismal. En esta celebración se podría hacer el anuncio e incluso la inscripción del comienzo de la preparación para la primera eucaristía (y primera penitencia), reforzando así la unidad y mutua referencia de estos sacramentos de iniciación. e) Tarea de los padres-padrinos Nos damos cuenta de que la comunidad cristiana no hace prácticamente nada con las familias durante seis años, hasta que traen a sus hijos a la catequesis de primera comunión? Con las ayudas indicadas, provenientes de la comunidad cristiana debidamente dosificadas a lo largo de 6 años, los padres pueden cumplir mejor su tarea de ser los primeros educadores de la fe de sus hijos. Pueden:

11 1) Ser conscientes de la trascendencia de estos primeros años para configurar la vida religiosa y cristiana para el futuro. 2) Proceder a esta educación, especialmente, a través de las experiencias cristianas familiares, el testimonio, los símbolos y signos que introducen al niño en un mundo y un lenguaje religioso, etc. 3) Transmitirles los primeros conocimientos cristianos e iniciarles en el lenguaje de la fe con la oración, promover valores y actitudes cristianas, etc. 4) Abrir a los niños a la celebración eucarística: por la celebración de la eucaristía en familia con un motivo especial, acompañando a los padres a alguna celebración especial de la comunidad parroquial, etc. 5) Al borde de la tercera etapa: La educación de la fe de los niños en las dos primeras etapas del proceso de iniciación cristiana se realiza por el testimonio, la palabra, la oración y la celebración preferentemente dentro de la pastoral familiar, aunque con una fuerte vinculación y apoyo de la comunidad cristiana, especialmente parroquial. A partir de los siete años, el proceso de iniciación cristiana entra en una etapa delicada. El nuevo proyecto de iniciación cristiana de carácter extensivo corre el peligro de difuminarse por dos razones: - Por el peso sociológico-religioso que la fiesta de la primera comunión tiene en prácticamente todas las familias. Muchos padres y madres de familia, incluso creyentes, pero débiles en su fe, no han caído aún en la cuenta de que la Iglesia actual ya no coincide con la sociedad y sigue viendo los sacramentos de la primera confesión y comunión como ritos de socialización, es decir, ceremonias de incorporación de sus hijos en la sociedad con pleno derecho de ciudadanía, en suma, una fiesta social. En tales familias se ha oscurecido totalmente quizá nunca existió el sentido de estos sacramentos como ritos de incorporación a la Iglesia en cuanto comunidad de creyentes y seguidores de Jesús y su evangelio. Dónde queda en esas familias el contenido iniciatorio de esta etapa del proceso de iniciación cristiana (catequesis, estilo de vida evangélico, vivencia comunitaria, rodaje de primeros compromisos, celebración sacramental) que ha de continuar su marcha hasta la madurez de la fe del creyente? -Porque, aunque muchos padres y madres hayan experimentado, en alguna medida, la nueva praxis de la iniciación cristiana de carácter extensivo, muchos de ellos no han respondido a la oferta de formación propuesta por la comunidad cristiana y ahora por el peso de la fiesta social vuelven masivamente a presentar a sus hijos a la Iglesia, con una actitud de increencia o de confusión interior parecida a la del momento del bautismo de sus hijos. Qué postura ha de tomar la comunidad cristiana ante esta situación tan generalizada si quiere mantener su proyecto de iniciación?

12 3. Tercera etapa: dentro de la pastoral de infancia (7-12 años) Primera fase: Pastoral de la primera penitencia y la primera eucaristía (7-9 años). Catequesis, enseñanza religiosa y celebraciones litúrgicas. a) Condiciones de posibilidad 1) Es preciso ser coherentes en el planteamiento primero: se trata de un proyecto de iniciación cristiana de carácter extensivo para ser llevado a cabo en una Iglesia en situación de increencia. De aquí se derivan acciones, que se exponen más adelante. 2) Repetimos que sólo los padres creyentes podrán ser directamente miembros activos en el proceso de iniciación cristiana en que se encuentran sus hijos. Estos padres creyentes ya renovados o aún un tanto confusos necesitarán los servicios de animación de la comunidad cristiana que ellos asumirán libre y responsablemente. 3) A partir de esta etapa, el apoyo de la escuela católica y de la enseñanza religiosa escolar se ofrecen como factores de participación muy importantes. b) Presupuestos teológico-pastorales 1) La primera eucaristía es, como su nombre indica, la primera participación de los niños en la eucaristía y en el nivel propio de niños. Es el primer paso, dentro de una pedagogía eucarística que comienza, hacia la participación plena en la eucaristía de la comunidad adulta. En ésta los cristianos adultos no los niños : - Crean y consolidan la fraternidad, - Asumen tareas o se reafirman en ellas de construir la comunidad eclesial, - Renuevan sus compromisos para transformar el mundo, según el proyecto de Dios. Los niños, en sucesivas celebraciones eucarísticas, irán descubriendo activamente, no sólo por explicaciones catequéticas, las riquezas de este encuentro fraterno, sacrificial y gratuito con el Señor que es la eucaristía y que aparecerá cada vez más comprometedor. 2) Esta distinción entre la primera eucaristía y la eucaristía en la comunidad adulta ayuda a comprender la unidad teológica y pastoral de la iniciación cristiana: del bautismo (niñez) a la confirmación (adolescencia) y la eucaristía (comunidad adulta). 3) La nueva concepción y praxis del proyecto extensivo de iniciación cristiana ha de presentarse frecuentemente y en diversos lenguajes a la comunidad cristiana y especialmente en esta y en las siguientes etapas. Ha de ser una especie de ritornello propuesto y explicado dosificadamente para mentalizar eficazmente a los creyentes. Y, dentro del proyecto, es menester destacar el período iniciatorio de la infancia (7-12 años) como unidad de formación integral en la que se celebran primera fase los primeros sacramentos de la penitencia y eucaristía como expresiones fuertes del crecimiento cristiano de los niños.

13 c) Acciones pastorales 1) Dosificar equilibradamente el tiempo dedicado a la evangelización misionera y catequética de los niños y de los padres. Si los niños en esta etapa son ya sujetos activos de su formación y merecen una atención específica y directa, los padres merecen, por lo menos, una atención similar, dado que han de ser los creadores de un ámbito catecumenal familiar en que los niños han de interiorizar aspectos importantes de la iniciación cristiana. 2) Algunos niños llegarán a esta fase con una primera sensibilidad religiosa y cristiana. Pero, en principio, hoy no se puede dar por supuesto el despertar religioso de los niños, y será necesario dedicar un tiempo prolongado a suscitar en ellos el sentido de Dios y la vivencia de Jesús mediante el primer anuncio misionero del evangelio en sintonía con su edad. Quizá convenga desarrollar este despertar religioso de 6 a 7 años. 3) La catequesis de esta fase, que culminará con la primera penitencia y primera eucaristía, puede desarrollarse en los dos años siguientes y ha de tener verdadero talante catecumenal: por el clima humano y evangélico de la comunidad adulta y de los catequistas, por la confianza, la comunicación mutua, los temas catequéticos, la oración, la iniciación a los símbolos cristianos, la celebración de ciertos ritos expresión de crecimiento en la fe y por el ambiente de disciplina y alegría. 4) La catequesis penitencial tendrá estas características: - iniciará a los niños al sentido cristiano del pecado y del amor comprensivo de Jesús y del Padre hacia nuestros fracasos morales. Teología y psicopedagogía religiosa son fundamentales en este tratamiento; - iniciará a los niños en el sentido de la gozosa conversión a Jesús, y por él al Padre y a los hermanos; - iniciará al sentido del sacramento de la penitencia, pero no como remedio de culpas graves que los niños no pueden cometer, sino como un ejercicio privilegiado de conversación y aceptación de perdón ante Dios y ante la Iglesia; - ante la postura de la Iglesia hoy, los niños celebrarán el sacramento de la penitencia antes de participar en la primera eucaristía, y lo harán según la segunda fórmula en una celebración comunitaria, pero con confesión y absolución individual. 5) En esta fase será necesaria la aportación coordinada de la enseñanza religiosa escolar. 6) Los responsables de la comunidad cristiana tomarán especialmente enserio en esta etapa la evangelización misionera o, al menos, la catequesis misionera respecto de los padres alejados (increyentes y creyentes interiormente confusos). La tomarán especialmente enserio decimos porque hoy por hoy con motivaciones poco o nada evangélicas son muchos los padres, sobre todo madres, que vienen de lejos y están dispuestos a aceptar las condiciones que pone la comunidad cristiana para celebrar los primeros sacramentos. Además, cosa distinta de lo que pasa en el período prebautismal, la comunidad cristiana dispone de uno y hasta de dos años para poder abordar a estos padres.

14 Por tanto, los responsables de la comunidad cristiana plantearían un proceso de carácter misionero con encuentros mensuales, durante uno o dos años, con un contenido bien programado y con una metodología activa y participativa, cercana al ver, juzgar y actuar, propio de los adultos. No faltarán celebraciones relacionadas con los valores humanos que abran a los participantes al mundo trascendente religioso y cristiano. En fin, se motivará a los padres alejados para que se incorporen libremente al proceso ambos esposos. Esto no significa obligarles a asistir bajo presión alguna. El evangelio es para las personas libres. La experiencia muestra que siempre hay algunos incluso matrimonios que quedan como catequistas o de alguna forma vinculados a la comunidad parroquial. Al final de este proceso catequético-misionero es momento oportuno para convocar de nuevo a los padres a formar uno o varios grupos de catequesis de adultos de inspiración catecumenal concentrada en dos años o extendida a tres o cuatro. 7) El momento del discernimiento. El equipo responsable de esta fase discernirá acerca de los niños que pueden acceder a los primeros sacramentos. Existe un doble criterio de discernimiento: admitir sólo a los niños cuyos padres han participado en los encuentros con padres y se comprometen en el seguimiento cristiano de sus hijos; admitir a todos los niños que hayan sido fieles a si proceso catequético, aunque sus padres no hayan acudido al proceso de adultos. En este caso la comunidad el equipo de los catequistas los apadrinaría en su futura educación cristiana. d) Celebración de ritos como signo de progreso cristiano dentro de esta fase de catequesis de inspiración catecumenal. Para dar a este período formativo el tono iniciatorio debido, conviene señalar los momentos de crecimiento con algunos ritos: 1) La presentación oficial de los niños a la asamblea parroquial: al comienzo del primer año de catequesis de la etapa. 2) La entrega del crucifijo en la Cuaresma de este mismo año. 3) Algunos signos penitenciales (conversión y gozo) en momentos significativos de la preparación a la celebración de la penitencia. 4) Entrega de un libro sobre la eucaristía (ya avanzado el segundo año) que utilizarán en las catequesis sobre las diversas partes y contenidos teologales de la eucaristía. 5) Admisión de los niños en la liturgia de la palabra de la misa con niños. Primer paso para incorporarse a la celebración completa. 6) La celebración de la primera eucaristía se inspirará en el Directorio para las misas con niños. e) Preparación de catequistas con verdadera coincidencia catecumenal El equipo responsable de esta fase preparatoria tratará con gran mimo a los catequistas procurándoles una conciencia clara de lo que es lleva consigo su acción en un período iniciático como éste. Además preparará sus mejores catequistas seglares para llevar a cabo con eficacia evangélica la catequesis misionera con los padres alejados.

15 4. Tercera etapa: dentro de la pastoral de infancia (7-12 años) Segunda fase: Pastoral de seguimiento de Cristo y primera síntesis de fe (9-12 años). Catequesis, enseñanza religiosa y celebraciones. a) Condiciones de posibilidad. 1) Esta segunda fase de la segunda etapa del proyecto de iniciación cristiana (9-12 años) será viable en la medida en que las familias estén concienciadas de que la catequesis continúa después de celebrar los primeros sacramentos, para lograr nuevas metas en la vida de la fe. Esto llevaría a: - eliminar para sus hijos cuanto impida su participación en el proceso catequético en el día semanal que corresponda: deportes, aprendizaje de instrumentos musicales, expresión corporal, talleres de tiempo libre, etc. Para ello les es necesario haber adquirido una jerarquía cristiana de - enviar a sus hijos a la catequesis y vigilar su asistencia. 2) Esta convicción de la continuidad del proceso de iniciación cristiana dependerá mucho del trabajo de concienciación que se haya realizado en años anteriores con los padres, durante su participación en las primeras etapas del proceso y de las motivaciones que se hayan recordado en los meses últimos de la fase anterior. 3) Por lo que respecta a los responsables de la comunidad cristiana, será muy importante tener un conocimiento teórico y práctico de la psicopedagogía de esta infancia adulta, de los objetivos, núcleos temáticos, estilo pedagógico de la catequesis sistemática e integral de este período, así como del contexto sociocultural y familiar en que los niños se desenvuelven. 4) Un condicionante fundamental de este período catequético iniciatorio está en la educación cristiana escolar o, al menos, en la orientación que dé a la enseñanza religiosa en coordinación con la catequesis parroquial. 5) El equipo responsable de esta catequesis hará la convocatoria a la misma con un cuidado particular, de manera que llegue por varios conductos a los familiares y a los propios niños. b) Presupuesto teológico-pastoral Por el talante psicológico de esta edad equilibrio psíquico, físico y afectivo-sexual, capacidad de observar el mundo y deseo ávido de aprender la catequesis puede quedarse en la doctrina cristiana. No puede olvidarse su carácter iniciatorio, es decir, ha de promover la experiencia y actitudes de fe, el ejercicio de la oración y celebración cristiana, la vivencia de comunidad fraterna más amplia que el grupo y que la parroquia, el entrenamiento en ciertas costumbres cristianas, la apertura a las necesidades de los demás. c) Objetivos y núcleos fundamentales de esta fase de catequesis iniciatoria. Según los catecismos recientemente renovados de la Iglesia española, se intenta que el niño afiance el deseo y la práctica de seguir a Jesús y adquiera, al final, una primera síntesis de los datos de la fe cristiana. Esto se logra ayudando al niño a seguir a Jesús:

16 1) En la comunidad de su Iglesia que: - cree en Dios como Padre y Creador; en Jesús: su vida, su mensaje, su obra salvadora; en el Espíritu y en la Iglesia como comunidad de seguidores de Jesús; - se ejercita en la oración y celebración y profundiza y celebra los sacramentos de la eucaristía y penitencia. 2) En el estilo de vida que agrada a Jesús: - según las bienaventuranzas y el mandamiento nuevo que actualizan y renuevan los mandamientos de la antigua alianza; - profundizando en los sacramentos como signos de Jesús, presente y activo en las comunidades de su Iglesia, y muy especialmente en los más frecuentados o renovados: bautismo, penitencia y eucaristía; - realizando la esperanza cristiana en nuestro mundo y en el más allá. 3) En la historia de la salvación que continúa viva en nuestra historia: -adentrándose en los grandes hitos y personajes de la historia de la salvación en ambos Testamentos; -siguiendo a Jesús en las huellas que ha dejado a través de sus seguidores en la historia de la Iglesia. d) Celebración de sentido iniciático 1) A estos niños se les debe proponer diversas celebraciones no litúrgicas que resalten algunos elementos simbólicos y visuales, que estimulen a la oración y al encuentro con Jesús, con Dios Padre y con los demás. Son celebraciones que inician, que entrenan. Podrían celebrarse en los tiempos fuertes litúrgicos y al finalizar ciertos temas o grupos de temas catequéticos singulares. 2) Convendría ayudarles a participar en la eucaristía dominical diferenciada, celebrada con niños y algunos adultos (catequistas y algunos padres de los niños) siguiendo el Directorio para las misas con niños de Roma (1973). Sin embargo, una vez al mes los cristianos jóvenes y adultos, en especial los padres, son invitados a participar en esta celebración como signo más denso del interés de la comunidad adulta por los que hacen el camino de la iniciación. 3) Es preciso dar oportunidades a estos niños de celebrar el perdón sacramental a lo largo de estos años: -en celebraciones comunitarias con confesión y absolución individual: al menos en el comienzo y final del curso, Adviento, Cuaresma y Pascua. Estas celebraciones pueden realizarse tanto en las propias comunidades parroquiales como en los centros educativos, siempre que se hagan con insistencia en la conversión gozosa, que es lo propio de la iniciación cristiana: salvados por gracia

17 - a partir de los 10 años, se les puede orientar a la celebración individual del sacramento: por ejemplo, una o dos veces al año por lo menos, después de una preparación conveniente. 4) Otras celebraciones de carácter iniciático: - la celebración del Triduo Pascual con niños acompañados de sus catequistas, monitores de tiempo libre, algunos padres de familia, etc.; - la participación, especialmente preparada, en el bautismo de un niño o en una confirmación de jóvenes. e) Celebración de acciones que inicien a compromisos de diverso tipo adaptados a la infancia terminal. 1) Una peregrinación: con todo su sentido de espiritualidad bíblica, de éxodo y de ruta, de esfuerzo, de silencio y reflexión, de oración común, etc. (contacto con la naturaleza y respecto a la obra de Dios) (6º año) 2) Comportamientos y gestos de caridad evangélica: visita a un hospital (mundo del dolor), visita a una zona suburbial (mundo de la pobreza), etc. (5º año). 3) Compromisos proporcionados de solidaridad humana: encuentro del compartir, encuentro misionero, etc. (4º, 5º y 6º año). f) Una acción relacionada con el conocimiento del mensaje. Hacia el 5º año o comienzo del 6º puede hacerse un rito para entregar el catecismo a los niños ya crecidos. Es una especie de librito con conceptos fundamentales cristianos, a modo de un vocabulario cristiano : alianza, amor, creación, cruz, cuaresma, Cristo, justicia, Espíritu, pueblo de Dios, sacerdote, santos, testigo, testigo, etc. Son términos que están sacados de los catecismos oficiales 2º y 3º. Este catecismo puede ser utilizado en conversación con los padres en casa o con el catequista y los demás del grupo, bien como repaso de realidades conocidas, bien como medio de clarificación para sesiones futuras de esta fase catequética. g) La enseñanza religiosa escolar. Aportación específica de la E.R.E. en los últimos cursos de la E. Primaria (nueva terminología). j) Ritos de tránsito Este rito quiere expresar el paso, el comienzo de una nueva etapa vital (la preadolescencia: 12-15), el progreso en el camino de la iniciación cristiana, la apertura a nuevos planteamientos y a una nueva forma de vivir la fe, así como la acogida por parte de la comunidad adulta de la nueva situación de sus miembros y la ayuda que está dispuesta a prestarles para su crecimiento en la fe. El rito de tránsito puede ser una convivencia de tres días, fuera del entorno habitual (quizá en tiempo pascual): 1) Despedida de la comunidad adulta: catequistas, monitores, padres, otros cristianos jóvenes y adultos, que se quedan (pequeña celebración).

18 2) Primer día: centrado en el acto de fe (asimilación del lenguaje de los iniciados, la expresión pública de la fe ante una representación de la comunidad adulta. Instrumento: el catecismo repartido hace uno o dos años). 3) Segundo día: centrado en la expresión o representación de la fe (expresión personal y simbólica, con objetos de la naturaleza, de lo que es un creyente; escenificación de algunos pasajes evangélicos, etc.) 4) Tercer día: centrado en la celebración o signo de la fe. Preparar niños una eucaristía y entrega de un símbolo o emblema: Yo quiero creer. 5) Vuelta y acogida de los preadolescentes por la misma comunidad que los despidió. A partir de ahora, expresan, con comportamientos concretos, que han dado el paso a otra etapa; por ejemplo, participando en actividades de otros preadolescentes de la parroquia: nuevos grupos de educación cristiana, movimientos cristianos (Junior, Escultismo, etc.), salidas programadas, etc. Otras actividades podían ser: ayudar a preparar la misa parroquial con niños, etc. 5. Cuarta etapa: dentro de la pastoral de adolescentes(12-18 años) Primera fase: Hacia el descubrimiento de Jesús y de sus amigos como modelos de personalidades nacientes. Educación de la fe de los preadolescentes (12-15 años) a) Condiciones de posibilidad Entramos en una etapa del proyecto de iniciación cristiana un tanto desconcertante en su primera fase por las características propias de la preadolescencia, que se condensan en el laborioso nacimiento de la subjetividad (D.G.P.C. nº 83). Por eso, esta fase del proyecto será viable a condición de que: 1) Los responsables de la comunidad cristiana crean que los preadolescentes, a pesar de su introversión y desconcierto interior, son sujetos capaces de iniciación. 2) La educación de la fe que se desarrolla deje sus características de catequesis sistemática e integral y asuma tan sólo aquellos aspectos catecumenales que estén en sintonía con el contexto psicológico y social de los preadolescentes. b) Presupuestos pastorales 1) A estas alturas del proceso de iniciación cristiana hay dos grandes bloques de preadolescentes en situaciones de fe bastante diferenciadas: - el de los que, después de celebrar las fiestas sacramentales, se descolgaron de la catequesis en la fase siguiente (9-12 años), porque sus padres alejados de la fe de la Iglesia han descuidado esta formación progresiva de la fe de sus hijos: es el bloque mayoritario; - el de los que han seguido participando en la catequesis durante la infancia adulta (9-12 años), enviados por sus padres, o que, aunque no hayan participado en ella, han continuado si formación cristiana en algún centro educativo por interés de sus padres o hasta con una participación activa en esa educación. Es el bloque minoritario, pero suficientemente significativo.

19 2) Sólo los preadolescentes del segundo bloque pueden continuar el proceso iniciatorio con toda su eficacia. La comunidad cristiana, sin embargo, no podrá desentenderse de los demás. Con interés evangelizador sabrá preparar equipos especialmente de adolescentes y jóvenes cristianos los de las etapas siguientes de la iniciación cristiana, que desplieguen actividades educativas de la personalidad de los preadolescentes en estrecha comunicación con ellos. En el seno de esta comunicación humana cabe realizar una acción misionera, que los recupere para un relanzamiento de su formación iniciatoria. 3) A su vez, los preadolescentes que han continuado si itinerario de iniciación (9-12 años) entran en una evolución religiosa, en la que relativizan muchas de las creencias y prácticas cristianas de la infancia. En este estado de crisis religiosa, los preadolescentes creyentes necesitan unos formadores cristianos monitores, animadores, educadores, acompañantes pero no catequistas que comprendan la ruptura interior y les ayuden a recomponer su personalidad cristiana asumiendo los nuevos valores descubiertos; que les faciliten la transición a otro sentido religioso de Dios, de Jesús y de la vida sin replegarse en la religiosidad infantil; que les acompañen a asumir sus tensiones y rupturas respecto de los criterios morales de la niñez, a descubrir con nueva mirada el valor de los ritos sacramentales y a recuperar de forma distinta la relación con sus padres, con la comunidad cristiana y con las gentes de la sociedad. c) Acciones pastorales 1) Los responsables de la iniciación cristiana de preadolescentes no pueden conformarse con ofrecerles sin más actividades de tiempo libre. Por los objetivos que se vislumbran en el párrafo anterior al hablar de los formadores, se necesitan unos momentos expresamente dedicados a la Palabra, a la celebración y al compromiso cristiano proporcionado a la edad, debidamente previstos dentro de una programación flexible. 2) Núcleos de la Palabra de Dios: - la persona de Jesús vida, mensaje y obra salvadora y de sus amigos directos como modelos cristianos de identificación ; - la Iglesia de Jesús en su historia a través de sus personajes más relevante canonizados o no que protagonizaron acontecimientos importantes; - las comunidades cristianas de los primeros tiempos (Hechos de los Apóstoles y de nuestros días), creyentes sobresalientes; - el problema del mal y del pecado, el Dios Abbá Padre y la libertad del hombre; - el perdón y la liberación de Jesús, la conversión gozosa; -el hombre nuevo o renovado: bautismo y eucaristía, sacramentos del nacimiento nuevo y de la fraternidad; -el hombre nuevo y el Espíritu de Jesús: fuerza y comunión: formación de criterios morales; - la fiesta cristiana: las actitudes de fe que la animan, educación al simbolismo cristiano.

20 3) Celebración de carácter iniciático: -Celebraciones cristianas no litúrgicas, pero utilizando elementos litúrgicos: gestos, símbolos, contenidos, etc. Además de favorecer el encuentro personal y comunitario con Dios y con Jesús, preparan para la celebración de los sacramentos como oración de la Iglesia. La importancia de estas celebraciones está en que abren a los preadolescentes nuevos caminos de oración y vivencia interna de la Iglesia: con un talante creativo, personal, compartido, festivo, lleno de vida y ritmo celebrativo y con expresiones comunitarias, grupales e individuales. -Eucaristías dominicales con preadolescentes acompañados de sus monitores, educadores, padres, etc. En ellas podría aplicarse por proximidad de edades el Directorio para la misas con niños, éste daría pie el protagonismo y creatividad de los preadolescentes. Pero, una vez al mes y en algunas festividades, éstos se integrarían en la comunidad adulta, como expresión de su incorporación progresiva a la comunidad de adultos. -Celebraciones sacramentales de la penitencia. Podrán celebrarse: de forma comunitaria con confesión y absolución individual una o dos veces por trimestre, previa una buena preparación orientada a hacia la conversión gozosa y el perdón misericordioso de Jesús y de la Iglesia; de formación individual con preparación personal y confesión y absolución individual. Admítase que en esta edad esta forma de celebración puede asumir variantes aceptables; por ejemplo, confesión en pequeños grupos, declaración en la asamblea de aquello que los constituye como pecador, etc. -Celebraciones en los tiempos litúrgicos fuertes, que sensibilicen a la celebración de estos tiempos litúrgicos: En Adviento: celebración De la noche a la luz ; En Cuaresma: celebración en torno al agua, el camino; En la Noche pascual: El mal, superado y vencido por Cristo : celebración del fuego y cirio; En Pentecostés: celebración en torno al Espíritu que renueva y une. Estas celebraciones extralitúrgicas se prestan a una gran creatividad e impacto religioso: coro, danza, mimo, lugar abierto (al aire libre), marcha-peregrinación, etc. Si lo aceptan los preadolescentes, a alguna de estas celebraciones se podría invitar a los padres de familia. 4) Ejercicio de compromiso cristiano: Existen para esta edad varios cauces o movimientos que ofrecen compromisos adaptados a ella e incluso la posibilidad de vivir íntegramente esta fase preadolescente en clave de iniciación cristiana: - el Escultismo Católico ; - el Movimiento Junior de AC; -el proceso propuesto para preadolescentes por el Proyecto de Pastoral Juvenil de estilo catecumenal, elaborado por un equipo salesiano;