BIBLIOGRAFÍA EDUCACIÓN EMOCIONAL. Eva Bach Cobacho. 1

Transcripción

1 BIBLIOGRAFÍA EDUCACIÓN EMOCIONAL Abeyà, E., Díez, M.C., i Gómez, P. (2006). Emociones. Barcelona, Octaedro. Bach,, E. (2008) Adolescentes, qué maravilla. Barcelon, Plataforma. Bach, E. y Forés, A. (2008) La asertividad. Para gente extraordinaria. Barcelona, Plataforma. Bach, E. i Darder, P. (2002) Sedúcete para seducir. Vivir y educar las emociones. Barcelona, Paidós (edición catalna: edicions 62). o (2004) Des-edúcate. Una propuesta para vivir y convivir mejor. Barcelona, Paidós (edición catalana: edicions 62). o (2006) Aportaciones para repensar la teoría y la práctica educativa desde las emociones. Revista Interuniversitaria de T. de la Educación. Univ. de Salamanca. Vol.18, 2006, Bach, E. i Martí, C. (2007) El divorcio que nos une. Barcelona, Ceac. Bach, E. i Forés, A. (2007). E-mociones. Comunicar y educar a través de la red. Bcn, CEAC. Bach. E. (Coord). Brncic, B.; Migueiz, H. (textos). (marzo 2001). "Enseñando a sentir". En: Integral, nº 255, pàg Bisquerra, R (2000). Educación emocional y bienestar. Barcelona: Praxis. Brazelton, B. T. Momentos clave en la vida de los hijos. Manual indispensable para afrontar los altibajos en el desarrollo emocional de tu hijo y vuestra relación. Barcelona: Plaza & Janés. Carpena, A. (2003). Educación socioemocional en la etapa de Primaria. Eumo-Octaedro. Corkille, D. (1994). El niño feliz. Su clave psicológica. Barcelona: Gedisa. Cyrulnik, B. (2002). Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida. Barcelona: Gedisa. - ((2005) El amor que nos cura. Barcelona, Gedisa. Cuadernos de Pedagogía. (1997). Educación afectiva (monográfico), 261 (septiembre). Cuadernos de Pedagogía. (1998). Inteligencia y afectividad (monográfico), 271 (agosto). Damasio, A. (1996). El error de Descartes. Barcelona: Crítica. (2005). En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos. Barcelona: crítica. Darder, P., Bisquerra, R. (Coord.) (marzo, 2001). Las emociones en la vida y en la Educación. Bases para la actuación docente. Temáticos Escuela Española. Davis, P.K. (1998) El poder del tacto. El contacto físico en las relaciones humanas. Bcn, Paidós. Díez, M.C. (2002). El piso de debajo de la escuela. Los afectos y las emociones en el día a día de la escuela infantil. Barcelona: Graó. Elias, M, J., Tobias, S. E., y Friedlander, B. S., (1999). Educar con inteligencia emocional. Barcelona: Plaza Janés. Ellis, A. (2000). Usted puede ser feliz. Barcelona: Paidós. Fernández-Berrocal, P. y Ramos, N. (2002). Corazones Inteligentes. Barcelona: Kairós. Freymann, S., i Elffers, J. (2003). Vegetal como sientes. Alimentos con sentimientos. Barcelona: Tuscania. Gallego, D,J. y Gallego, M.J. (2004). Educar la inteligencia emocional en el aula. Madrid: SM. Gallifa, J., Pérez, C., i Rovira, F. (2002). La intel ligència emocional i l'escola emocionalment intel ligent. Barcelona: edebé. Goleman, D. (1996). Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós. Gómez, J. (2002). Educación emocional y lenguaje en la escuela. Barcelona: Octaedro-Rosa Sensat. Greenberg, L. S., Rice, L. n., y Elliot, R. (1996). Facilitando el cambio emocional. Bcn: Paidós. Greenspan, S., i Greenspan, T. N., (1997). Las primeras emociones. Barcelona: Paidós. evabach@winsartorio.com 1

2 Güell, M., y Muñoz, J. (2000). Desconócete a ti mismo. Programa de alfabetización emocional. Barcelona: Paidós. Güell, M., y Muñoz, P. ((2003). Educación emocional. Programa de actividades para educación secundaria postobligatoria. Barcelona: Praxis. Harris, P. (1989). Los niños y las emociones. Madrid: Alianza. Keating, K. (1986) Abrázame. El abrazo es amor y alegría. Buenos Aires, J. Vergara Editor. - (1988) Abrázame 2. El maravillos lenguaje de los brazos. Buenos Aires, J. Vergara Editor. Lago, F., Presa, I., Pérez, J., i Muñiz, J. (2003). Educación socio-afectiva en Secundaria. Un programa de orientación y acción tutorial. Madrid: CCS. LeDoux, J. (1999). El cerebro emocional. Barcelona: Ariel-Planeta. Leleu, G. (1997) Las caricias. Barcelona, Plaza & Janés. Levy, N. (2001): La sabiduría de las emociones. Ed. Debolsillo López, E. (2003). Educación emocional. Programa para 3-6 años. Barcelona: Praxis. Marina, J. A. (1996). El laberinto sentimental. Barcelona: Anagrama. Marina, J.A., y López, M. (1999). Diccionario de los sentimientos. Barcelona: Anagrama. Martínez López, M. (2005). Cómo favorecer el desarrollo emocional y social de la infancia. Ed. La Catarata. Pascual, V., y Cuadrado, M. (2001). Educación emocional. Programa de actividades para educación secundaria obligatoria. Barcelona: Cisspraxis Palou, S. (2004). Sentir y crecer. El crecimiento emocional en la infancia. Barcelona: Graó. Pérez, Mª L., Carretero, Mª R., y Juandó, J. (2001). Afectos, emociones y relaciones en la escuela. Análisis de cinco situaciones cotidianas en educación infantil, primaria y secundaria. Bcn, Graó. Renom, A. (coord.) (2003). Educación emocional. Programa para educación primaria (6-12 años). Barcelona: Praxis. Roche, R.; Sol, N. (1998). Educación prosocial de las emociones, valores y actitudes positivas. Barcelona: Blume. Royo, M. (1998). La educación de las emociones en la enseñanza secundaria. Aula de innovación educativa, 71. Salmurri, F. (2004). Libertad emocional. Estrategias para educar las emociones. Bcn, Paidós. Salzberger, I., et alt (1996). L'experiència emocional d'ensenyar i aprendre. Bcn, ed.62 / R. Sensat. Sanz de Acedo, M.L.; Sanz de Acedo, R. (febrero 1997). "La educación infantil y la inteligencia emocional". En: Comunidad educativa. Núm. 238, p Segal, J. (1997). Su inteligencia emocional. Aprenda a incrementarla y usarla. Barcelona, Grijalbo Mondadori. Servan-Schreiber, D. (2004). Curación emocional. Barcelona: Kairós. Segura, M., y Arcas, M. (2003). Educar las emociones y los sentimientos. Madrid: Narcea. Shapiro, L. E. (1998). La inteligencia emocional de los niños. Barcelona: Ediciones. B. Steiner C. (1997) La educación emocional. Madrid, Punto de Lectura. Somé, S. (2000) Enseñanzas africanas sobre el amor y la amistad. Barcelona, Integral. Torrabadella, P. (1998). Cómo desarrollar la inteligencia emocional. Barcelona: Integral. Traveset, M. (2007) La pedagogía Sistémica. Fundamentos y práctica. Barcelona, Graó. Zaraï, R. (1996). Las emociones que curan. Barcelona: Martínez Roca. Colors carácter general / marco teórico-conceptual y ejemplos prácticos. Colors educación infantil Colors educación primaria Colors educación secundaria Colors bachillerato evabach@winsartorio.com 2

3 WEBGRAFÍA EDUCACIÓN EMOCIONAL a) Crecimiento personal, educación emocional y perspectiva sistémica: b) Páginas específicamente de inteligencia y/o educación emocional en general: Portal coordinado por Mayte Saavedra, con gran número de artículos, entrevistas, información de eventos, etc. Jaume Solé y M. Mercè Conangla. Fundación que ha publicado el primer informe internacional sobre educación emocional. Fundación para la educación emocional. Blog sobre educación emocional del CEIP Josep Gras de Sant Llorenç Savall Página de la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga (UMA). Página dedicada al modelo de habilidad de IE de Salovey y Mayer (considerados los padres de la inteligencia emocional). Página de John Mayer. Pàgina dedicada al aprenendizaje socioemocional en el aula. Recursos para la educación socio-emocional. Portal vinculado al programa de Catalunya Ràdio Eduqueu les criatures. Vídeos, informaciones, recursos, agenda, etc. Enlace en youtube del DVD Pensant en els altres, versión catalana. evabach@winsartorio.com 3

4 Sedúcete para seduir (fragmento) Bach, E., y Darder, P. (2004). Sedúcete para seducir. Vivir y educar las emociones. Barcelona: Paidós (edición catalana: Sedueix-te per seduir. Edicions 62) 3.1- Pensar siempre en positivo es positivo? Las risas del preso Había sido encarcelado por una fechoría. Se asomaba a menudo al ventanuco enrejado de la celda y, cada vez que veía pasar a alguien, estallaba en sonoras e irreprimibles carcajadas. El guardián estaba cada día más asombrado por el raro comportamiento del preso. Un día ya no pudo aguantar más y quiso saber qué le hacía reír tanto, así que se lo preguntó. El prisionero repuso: - De qué me río? Eestás ciego? Me río de todos esos que están ahí cautivos tras las rejas. Calle, R. (1998). El camino de la felicidad. Barcelona: Martínez Roca. La historia del preso no difiere mucho de la producción galardonada por la Academia de Hollywood con el Óscar a la mejor película en La vida es bella también era una invitación a pensar en positivo cuando todo iba en contra de pensar en positivo. La conducta de aquel padre ante de una situación en la que no había alternativa es emocionalmente acertada, puesto que contribuye a disminuir el posible trauma del hijo. La situación en la que se encontraban no tenía salida y adoptar una postura realista no habría servido para otra cosa que para amargarse todavía más la vida. Pero no podemos perder de vista que no es cierto que todo fuera perfecto y que allí no pasara nada. Tarde o temprano, tanto el preso de la historia que hemos transcrito como el niño de la película italiana deberán afrontar la realidad de lo que sucede, y entonces tendrán que abandonar, aunque sea por momentos, el pensamiento positivo que les ha permitido sobrevivir en medio de la adversidad, y entrar de lleno en la realidad y en todo aquello emocionalmente traumático, doloroso y frustrante que forma parte de ella. Tendríamos que saber imprimir a todo lo que nos sucede una orientación de fondo positiva, pero esto tiene que incluir vivenciar y asumir los aspectos negativos de nuestra realidad. Un pensamiento positivo que acepte e integre el trauma, la frustración y todo aquello que en un primer momento no vivimos como positivo es necesario para alcanzar una madurez realmente consistente y bien fundamentada. Por otro lado, tener que pensar siempre en positivo podría resultar muy forzado y a veces muy difícil. Cuando estamos afectados por según qué tipo de emoción, sobretodo por el miedo, la angustia, la tristeza, etc., pensar en positivo sería como hacer el esfuerzo de nadas contracorriente. Si dejamos, en cambio, que la emoción se manifieste y se calme, será más fácil recuperar el pulso del pensamiento positivo que ésta puede haber soterrado temporalmente. Así pues, debemos considerar como algo lógico que a veces nos resulte imposible pensar en positivo. Para construir un pensamiento positivo conviene utilizar estrategias de afrontamiento -no de evitación- de l dolor, la angustia, del miedo o de la rabia, pues la mayoría de estas emociones pierden su poder destructivo una vez expresadas. Pero para que el pensamiento positivo del que estas emociones nos pueden alejar momentáneamente regrese, primero tenemos que tenemos que poner las bases. Para ello es indispensable que desde muy pequeño el niño se sienta querido y acogido. Necesita que le hayan dicho y le hayan hecho sentir que la vida es bella a pesar de todo, que vale la pena, que creen en él, que es posible hallar salidas y que tienen donde apoyarse, tanto dentro como fuera de sí mismo. También necesita saber que toda persona es mucho más que aquello que hace, y que es digno de amor por aquello que es y no por aquello que hace o que deja de hacer, por lo que no será juzgado ni rechazado por sus desaciertos. Pensar siempre en positivo no es positivo por diversas razones: evabach@winsartorio.com 4

5 Porque supone negar la realidad y suplantarla por fantasías que no podemos mantener indefinidamente sin poner en juego nuestro equilibrio psíquico. Porque implica realizar un desgaste considerable de energías tratando de cambiar la naturaleza de los hechos. Porque los estados emocional que tienen que ver con el dolor, la frustración, la indignación, la tristeza, etc., habitualmente no remiten con la mera modificación del pensamiento que los acompaña. Porque la mayoría de las veces estos estados pierden su carga dañina cuando nos permitimos reconocerlos y experimentarlos. Porque pensar siempre en positivo nos puede conducir a pensar que somos invulnerables y que lo podemos todo, cuando no es así. Hay una moda muy extendida de pensamiento positivo que imposibilita cualquier brote de humanidad. Nada ni nadie merece una lágrima nuestra. Aquello que puede disgustarnos, mejor dejarlo. Ante la adversidad, resignación. La vida es así Ante un desengaño amoroso, no hay ningún hombre que valga la pena o ninguna mujer que sea de fiar. Ante una enfermedad grave, sufrirla sin mostrar debilidad se considera una gesta heroica. Todo, menos mostrarnos vulnerables. En Un mundo feliz, Huxley pone en boca de uno de sus personaje que es muy propio de nosotros librarnos de todo aquello que es desagradable en lugar de aprender a soportarlo. Muchas veces tapamos estados emocionales desagradables o delicados con proyectos que, a pesar de que nos entusiasman y nos ilusionan, no dejan de ser pastillas de soma con las que anestesiamos nuestro sentir real. En determinados momentos tendríamos que reclamar, como otro de los personajes de Huxley, el derecho a sentirnos desgraciados. Lo que pretendemos con esto no es defender una visión pesimista de la existencia humana ni apostar por una postura negativa ante los acontecimientos de nuestra vida. Todo lo contrario. Lo que reivindicamos es el derecho a ser profundamente humanos, el derecho a experimentar en toda su amplitud la maravilla de vivir, que incluye tanto la sonrisa como el llanto, y que en algunos momentos es increíblemente delicioso pero en otros puede llegar a ser inmensamente amargo. Pero es precisamente en esta amargura donde podemos descubrir la fuerza transformadora y la capacidad de superación que todos tenemos. Hay pensamientos positivos negativos. El pensamiento positivo negativo es aquel que sostiene que siempre lo tenemos que enfocar todo en positivo. Aquel que pretende adiestrarnos en un sinfín de técnicas y estrategias para mantenernos en una constancia de ánimo, para ser fuertes y entusiastas en todo momento, para mostrarnos siempre alegres, encantadores y asertivos, porque no admite que no siempre podemos mantener una constancia de ánimo, que no siempre podemos ser fuertes y entusiastas, y que no siempre nos podemos mostrar alegres, encantadores y asertivos. El pensamiento positivo a ultranza no es recomendable porque no es consistente. Ver a veces la botella media vacía en lugar de verla siempre medio llena puede ser tan bueno para reconciliarnos con nuestra debilidad y nuestras carencias, como para motivarnos hacia la superación personal. El pensamiento positivo será realmente positivo cuando admita nuestra debilidad y se construya partiendo de ella. Si no, no será positivo porque será completamente irreal. (pág ) evabach@winsartorio.com 5

6 Des-edúcate (fragmento) Bach, E., y Darder, P. (2004). Des-edúcate. Una propuesta para vivir y convivir mejor. Barcelona: Paidós (edición catslana: Des-educa t. Edicions 62) Madurar emocionalmente para humanizarnos plenamente Uno puede tener perfecta conciencia de sus emociones y seguir culpando a los otros de sus problemas. Puede controlar sus reacciones y sentirse muy mal interiormente. Puede llegar a resistir más o menos bien las presiones externas y seguir teniendo dificultades para relacionarse. Puede poseer unas magníficas habilidades sociales e importarle muy poco los otros o seguir mirándolos con recelo... El solo hecho de conocer y regular las emociones no nos garantiza mejorar como personas. No tenemos que limitarnos a aprender técnicas, habilidades o estrategias de gestión emocional, o mejor dicho, el sentido último de la educación emocional ha de ser otro: el descubrimiento y aceptación de la propia humanidad, en su sentido más amplio. Las emociones han de ser adaptativas y reguladoras, pero no sólo esto. Si adquiero estrategias de actuación, pero no las acepto y las integro interiormente, como persona que tiene que llevarlas a cabo, no se habrá producido una mejora real. Lo habré hecho seguramente para tener menos problemas, para complicarme menos la vida, para proyectar una mejor imagen de mí mismo..., pero no habrá llegado al núcleo de mi ser, a la médula espinal de mi persona, y, por tanto la mejora se hallará solamente en un plano superficial y tendrá poca consistencia. Queremos estar bien y queremos ser felices, no cabe la menor duda. Efectivamente, quién no desea ser feliz?, escribió Platón en uno de sus últimos diálogos. Convendremos, pero, que no es exactamente lo mismo recurrir a la educación emocional para estar bien, que para no estar mal, o para mejorar como persona. Hemos dicho muchas veces que la educación de las emociones no puede plantearse como una fórmula o un remedio de urgencia para prevenir o evitar determinadas conductas y problemas psicológicos de la población actual, sino como una plena humanización y un pleno desarrollo de potencialidades humanas. Mas aún, es mucho más efectivo y recomendable iniciarla en momentos no conflictivos. Mal asunto si tenemos que recurrir a las estadísticas sobre depresiones, suicidios, violencia doméstica o consumo de drogas..., para justificar su necesidad. No es necesario recurrir al argumento de si estamos bien o mal, o mejor o peor, para justificar la intervención en educación emocional. Ésta se justifica simplemente por el lícito e inmemorial deseo de mejora de los seres humanos (Salmurri, 2003: 33-34). Si la finalidad última de la educación emocional ha de ser mejorar como personas, tendremos que educar nuestras emociones para estar afectivamente disponibles para el otro y para hacer cosas conjuntamente. Así, no se tratará de integrar un sentimiento únicamente para quedarme en paz conmigo mismo, sino porque en la medida de lo posible se convierta en una vía de acercamiento al otro. evabach@winsartorio.com 6

7 Retomamos de nuevo en este punto el que fue el eje y una de las palabras más repetidas de nuestro anterior trabajo: el otro. Si como finalidad del conocimiento y regulación emocional no colocamos la afectividad y el otro, saber poner un nombre a aquello que sentimos, darnos cuenta de cómo reaccionamos y ser capaces de explicar por qué nos pasa lo que nos pasa, servirá de poco. Por más que conocerme emocionalmente resulta adaptativo y me ayude a protegerme y a sobrevivir, el fin de la educación emocional es realmente pobre si se tiene que limitar a esto. Como seres sociales tenemos que aspirar a convivir, a comunicarnos, a realizar un trasvase o intercambio que revierta en el bien común, no únicamente en el bienestar individual. De hecho, éste sólo tiene sentido en virtud del otro, pues incluso en las actividades que llevamos a cabo individualmente hay una presencia directa o indirecta del otro, ya sea como destinatario o como alguien con quien compartir las satisfacciones o frustraciones que éstas nos ocasionan. El proceso de desarrollo emocional no se agota, por tanto, en la autoconciencia y la autorregulación emocional, ni tampoco en el establecimiento de relaciones en función de mis intereses particulares. Tengo que aprender a identificar qué siento ante lo que me ocurre, pero también a analizar qué hago o cómo actúo ante lo que me ocurre, qué busco o qué pretendo con esta actuación (a qué necesidades y motivaciones responde), qué efectos provoco con ella, tanto en mí mismo como en los otros y en el mundo, y finalmente cómo conseguir lo mismo (u otro resultado similar) de la mejor manera posible. Vamos a ver, en este caso con un ejemplo que hace referencia al contexto escolar, cómo educar las emociones es bastante más que conocerlas y regularlas. En la educación física, por ejemplo, se puede trabajar el goce de la salud, o el cuidado y el disfrute de la alimentación correcta, la exaltación del deporte en equipo, el respeto a las diferencias corporales, el control de la propia fuerza. Pero también en matemáticas se puede exaltar la emoción de la exactitud, la belleza de la simetría o el poder demostrativo de la lógica, el valor de la concentración y del esfuerzo, y también el respeto a los que van peor y a los que van demasiado bien, o la alegría del avance conjunto, demostrando que todo esto no es marginal a la asignatura, sino central en la vida futura de los alumnos (Royo, en Emociones y educación, 2003: 93). Es central en la vida no sólo futura, sino también presente del alumno, porque al conjugar las dimensiones personales y estéticas con las interpersonales y éticas, se humaniza y se convierte en mejor persona. Éste tiene que ser, como hemos dicho, el sentido y la finalidad última de la educación de las emociones. (pág ) evabach@winsartorio.com 7