Docente- Becaria de Ciencia y Técnica de la Facultad de Psicología. Universidad Nacional de San Luis.

Transcripción

1 Femineidad y maternidad en Amor, culpa y reparación (1937). Una revisión desde la perspectiva de género de las hipótesis kleinianas. Lic. Silvina Andrea Arias Docente- Becaria de Ciencia y Técnica de la Facultad de Psicología. Universidad Nacional de San Luis. El objetivo de este artículo es analizar los postulados de Melanie Klein respecto al ejercicio de la maternidad y su relevancia en la constitución de la femineidad, en el texto Amor, culpa, y reparación (1937). Este trabajo forma parte de un estudio más amplio, sobre la construcción de la subjetividad femenina desde una perspectiva psicoanalítica, en una articulación con las teorías de género. Se considera pertinente la revisión de las teorizaciones del psicoanálisis que han contribuido al establecimiento de un vínculo indisoluble entre ser mujer y madre. Del mismo, modo resulta importante identificar los puntos de concordancia y divergencia en relación con la maternidad en la teoría freudiana y kleiniana. En el artículo citado, Melanie Klein enfatiza la importancia que tiene el primer objeto para la vida emocional del lactante. Expresa: Nuestra madre desempeña un papel duradero en nuestra mente porque ella fue la que primero satisfizo todas nuestras necesidades de autopreservación y nuestros deseos sensuales, proporcionándonos seguridad (p. 311). Se advierte que da por supuesto que quien establece el vínculo primario con el recién nacido es indefectiblemente la madre. Es pertinente destacar que para la autora la relación con el objeto materno es determinante para los niños de ambos géneros. Esta hipótesis es diferente a la propuesta por Freud, quien sostuvo que este vínculo preedípico es más importante para la niña que para el niño. Al respecto Chodorow (1984) afirma que se ha establecido que la madre biológica debe ejercer de modo inevitable y necesario la maternidad exclusiva, con la argumentación que el lactante debe contar con cuidados constantes. Sin embargo, éstos podrían ser realizados por una o más personas. Señala que es al orden a quien le sirve que sólo sea la madre quien ejerza la maternidad. Por su parte, Lagarde (2003) postula que es 1

2 necesario desmaternizar a las mujeres y maternizar a la sociedad, para lograr una distribución equitativa de la responsabilidad de cuidar entre ambos géneros. Martinez (1992) considera que para comprender el peso que las teorías psicoanalíticas le adjudicaron al vínculo madre-bebé se debe realizar un análisis del momento social en que el psicoanálisis surgió como disciplina. Manifiesta que coincide con el reforzamiento de la familia nuclear en su papel reproductor del sistema patriarcal. El hecho que las mujeres ejerzan la maternidad es un rasgo fundamental del sistema género-sexual, ya que produce una determinada ideología sobre las capacidades y la naturaleza de las mujeres y el dominio masculino. A partir de la modernidad, la esposa-madre adquirió el rol central de preservar la estabilidad del núcleo familiar. Esta se convirtió en la responsable moral del cuidado y la educación de los hijos. Según el análisis de Martinez (1992), la inclusión del afecto en las relaciones familiares se transformó en un modelo mistificado de dominación, siendo el amor romántico y la maternidad los dos ejes principales de este proceso. Mediante estos sentimientos amorosos se prescribieron nuevas formas del ejercicio sexual como la virginidad, la fidelidad conyugal y la procreación. Manifiesta que la histórica entronización de la madre posee una gran eficacia simbólica y es la base que sustenta la organización familiar. Esta se funda en la ilusión de naturalidad de la función materna, a partir de las características y las capacidades biológicas del aparato reproductor de las mujeres. En este sentido, Melanie Klein (1937) elabora sus hipótesis basadas en una experiencia real en ese momento histórico, ya que era exclusivamente la madre quien se ocupaba de la crianza de los niños. Se considera que esta situación fue naturalizada, valorada y sus conceptualizaciones sirvieron para sostener así como para acentuar, el estereotipo de mujer-madre. Para la autora, el deseo de brindar felicidad a los demás se halla ligado a un fuerte sentimiento de responsabilidad e interés por ellos. Enuncia: ( ) la simpatía genuina consiste en poder colocarse en el lugar del otro, esto es, de identificarse con él. La capacidad de identificación es un importantísimo elemento en las relaciones 2

3 humanas en general, y una condición del amor intenso y auténtico (p. 315). A partir de estas expresiones podría conjeturarse que desde esta teoría, las diferencias que pueden existir entre las personas, respecto a la posibilidad de identificarse con otro y construir un vínculo de amor, no estaría influida por el género. En este sentido, no habría diferencias entre hombres y mujeres en la manera de comprometerse afectivamente. Sin embargo, es pertinente recordar que en el texto Estadios tempranos del conflicto edípico de 1928, la autora señala que la niña desarrolla una mayor capacidad para preocuparse por los demás que el varón. Atribuye esta diferencia a las condiciones en las que se constituye el superyó femenino. Postula que una relación de amor estable y satisfactorio entre un hombre y una mujer, implica la capacidad para el sacrificio mutuo y para compartir con el otro el dolor y el placer, los intereses y el goce sexual. Expresa: ( ) si la actitud de la mujer hacia el hombre es maternal, satisface, en la medida posible, los tempranos deseos de él de recibir gratificaciones de su propia madre (p. 317). De modo contrario, Irigaray (1978) manifiesta que si la mujer debe comportarse como la madre de su marido, se anula la posibilidad de una relación de pareja. Klein considera que todas las mujeres que posean una vida emocional rica además de los sentimientos maternales hacia su esposo, podrán sentir por él la confianza y admiración que de niñas sintieron por su padre. De esta forma, éste se convertirá para ellas en una figura protectora y útil. Según estas conjeturas, la relación entre hombre y mujer será satisfactoria en la medida en que ella se comporte como su madre y también se deje cuidar por él como una hija. En ninguno de estos lugares puede ubicarse como una mujer con deseos eróticos propios. Benjamin (1996) manifiesta que la femineidad se equipara con el ser madre, y esta figura es desexualizada. La fundadora de la escuela inglesa pone énfasis en la admiración que la niña y luego la mujer siente por las figuras masculinas y la necesidad de que éstos las 3

4 protejan. Ofrece una explicación intrapsíquica para estos sentimientos y no incluye en su análisis los factores culturales que los podrían haber propiciado. Benjamin (1996) postula que la niña admira a su padre, porque a raíz de la distribución de roles, es él quien interactúa predominantemente fuera del hogar. A los ojos de su hija es el representante del mundo, de las aventuras y de lo nuevo. Meler (1993) sostiene que las teorías psicoanalíticas han favorecido el tutelaje femenino por parte de los hombres. En referencia al ejercicio de la maternidad, Klein puntualiza: ( ) consideraremos primero una auténtica relación de afecto entre la madre y el hijo, tal como la que se desarrolla si la mujer ha alcanzado una personalidad plenamente maternal (p. 320). En esta expresión se advierte la unificación entre femineidad y maternidad. Sólo aquella mujer que ha logrado ser madre y desempeñar este rol con ciertas características, podrá ser considerada plena. Desde el punto de vista de la autora, la relación de la madre con su hijo está influenciada por la que en la niñez ella, tuvo con su propia madre. Martinez (1992) sostiene que poder pensar la maternidad como una reedición de la relación infantil con la madre ofrece una posibilidad para comprenderla de manera diferente al resarcimiento por la envidia fálica. Klein postula: En todos los niños existe un fuerte deseo consciente e inconsciente de tener niños (p. 321). Sin embargo, de sus conjeturas se deriva que éste se convierte en el único proyecto de vida de la mujer y no del hombre. En este sentido, Chodorow (1984) manifiesta que si sostiene que la capacidad para ejercer la maternidad se desprende de la temprana experiencia con la propia madre, los niños y las niñas poseerían capacidades idénticas para practicarlo. A pesar de esto, el deseo sólo parece expresarse en las mujeres. Según las hipótesis de esta autora estadounidense, esto sucedería porque las mujeres como madres crían hijas con capacidades y deseos de ejercer como madres. A su vez, educan hijos cuyas cualidades maternales son recortadas y reprimidas de modo sistemático. Klein describe mediante su alusión al juego de las niñas, las cualidades de una buena madre. 4

5 Señala: A menudo hacen alarde de su apasionada devoción, tratando a esos juguetes como a niños reales... No sólo no dejan las muñecas, sino que constantemente se ocupan de ellas desde que comienza el día y presentan dificultad en abandonarlas cuando deben hacer otra cosa (p. 321). Chodorow (1984) considera que estas postulaciones implican que una conducta maternal apropiada requiere de la continua, delicada y precisa valoración de las necesidades y deseos infantiles, así como del más extremo desprendimiento personal. Critica el hecho que se borre la asimetría de la relación madre-bebé, ignorando el resto de los compromisos que la madre posee y su posible interés de mitigar la intensidad de esta relación. Manifiesta que es necesario distinguir lo que la relación exclusiva significa para el bebé y su madre. Para el niño o la niña recién nacido, el vínculo con su objeto materno es una experiencia social que garantiza su desarrollo psicológico y físico. Para la mamá la relación con el bebé es exclusiva, porque ninguna otra persona participa de las tareas de cuidado que este requiere. Klein sostiene que el desamparo del niño y su gran necesidad de cuidados maternales demanda más amor que el que puede proporcionarse a cualquier otra persona. Esto le permite a la propia madre satisfacer sus propias necesidades dirigiendo hacia el bebé sus tendencias constructivas y afectivas. Afirma: La gratitud hacia el niño que le proporciona el goce de poder amarlo aumenta estos sentimientos y puede conducirla a subordinar su propia gratificación al bienestar de su hijo, que se constituirá en su interés primordial (p. 322). Martinez (1992) manifiesta que a partir de estas teorizaciones el psicoanálisis ha legitimado el rol maternal como destino de las mujeres. Al resaltar la profunda gratificación que experimentarían en el ejercicio de la maternidad ha incluso logrado el consenso de las propias mujeres. En otras palabras, ha contribuido a que las mujeres construyan su subjetividad en torno al deseo de ser madres. Desde el punto de vista kleiniano, algunas madres quieren conservar a sus hijos adheridos a ellas, para gratificar sus propios deseos posesivos y la satisfacción de tener sujetos que dependan de ellas. 5

6 Para Klein el elemento central de la actitud materna es la capacidad de ponerse en el lugar del niño. Sin embargo, si la culpa es muy fuerte esta identificación puede llevar a una actitud extrema de autosacrificio, sumamente desventajosa para el niño. La indulgencia materna exagerada tiende a fomentar un clima de quietud y además no da campo suficiente para el ejercicio del impulso infantil de hacer reparaciones, sacrificios, a veces, y desarrollar una verdadera consideración hacia los demás. En estas descripciones, la figura materna surge como la responsable de la salud mental de los hijos. De su correcta actitud dependerá que estos se desarrollen de manera apropiada. La falta de amor, pero también sus excesos pueden perjudicar la constitución del psiquismo de los niños y las niñas. Burin (2010) postula que las expectativas sociales sobre el cumplimiento del rol materno son demasiado altas. El ejercicio de éste, constituye un factor de riesgo severo para la salud mental de las mujeres. El ejercicio de la maternidad es agotador, aunque la mayoría de las mujeres no lo reconocen. El cansancio por el trabajo maternal se presenta como angustia, sentimientos de culpa, hostilidad reprimida o trastornos psicosomáticos, entre otros malestares. Sostiene que las mujeres internalizaron el ideal maternal que se construyó en la modernidad. Este se convirtió en el elemento central de su definición como sujetos. La subjetividad femenina quedó identificada con características psíquicas de receptividad, capacidad de contención y de nutrición. Klein considera que la relación de la madre con sus hijos cambia cuando han crecido. Expresa: ( ) puede experimentar cierta satisfacción al conservar disponible su amor para cuando sus hijos la necesiten (323). Se advierte que, a lo largo de la vida, incluso cuando sus hijos ya son adultos, el eje central de la vida de una mujer, continúa siendo la maternidad. La dedicación absoluta, la postergación de intereses personales persiste, aunque los hijos ya no sean pequeños. Lagarde (2003) postula que la energía y los recursos de las mujeres están destinados a los otros a lo largo de toda su vida. Desde la perspectiva de la autora inglesa los hijos también son importantes para los hombres. Destaca que éstos al identificarse con sus esposas, quienes se ocupan de criar a los hijos, logran satisfacer sus propios aspectos femeninos. A 6

7 diferencia de las conjeturas freudianas, Klein postula que el hombre envidia la capacidad de la mujer de procrear y de amamantar. Según la perspectiva de la autora la ausencia del deseo de ser madre así como las limitaciones para desempeñar este rol según lo prescripto, sería el resultado de las dificultades que la niña habría tenido en la relación con su objeto materno interno. Puntualiza: Hay mujeres incapaces de amar y de gozar del hecho de tener hijos porque se sienten, en la fantasía, demasiado culpables de ocupar el lugar de sus propias madres (p. 324). Las razones que argumenta son sólo intrapsíquicas, no incluye en su análisis los factores culturales que podrían haber contribuido a ello, tales como las grandes exigencias y demandas que recaen sobre las madres. A su vez, naturaliza este deseo, su ausencia no puede ser producto de una decisión personal, sino resultado de una dificultad. Es pertinente señalar que si bien Klein enfatiza la importancia de la relación con la madre, el peso recae en el objeto materno interno, que el niño constituye, como el resultado de los procesos de proyección e introyección de sus propias fantasías inconcientes y no exclusivamente de las características del objeto externo. En otras teorías posteriores el acento fue puesto en el accionar concreto de la madre. A modo de conclusión podría sostenerse que las teorías psicoanalíticas y sus postulados sobre la maternidad resultaron funcionales a los intereses de la sociedad patriarcal en la que surgieron. El valor que Klein le otorgó al objeto interno madre contribuyó a la valorización de la mujer en la crianza, pero a su vez ofreció sustento teórico al ideal femenino de la época. Sus desarrollos teóricos avalaron y naturalizaron el mito de mujer = madre. En este sentido, el análisis crítico de estos postulados es fundamental para repensar el ejercicio de la maternidad. Como señala Lagarde (2003) la asignación de la capacidad para cuidar a otros y la obligación de hacerlo, asignada sólo al género femenino, está siendo cuestionada y revisada. Esto es fundamental para lograr una maternidad que pueda ser decidida con conciencia y no impuesta, disfrutada, en la que el cuidar sea compartido para que no implique el sacrificio y la renuncia al desarrollo personal de la mujer. 7

8 Bibliografía Benjamin, J. (1996). Los lazos del amor. Psicoanálisis, feminismo y el problema de la dominación. Buenos Aires, Paidós. Burin, M. (1996). Género y psicoanálisis. Subjetividades femeninas vulnerables, en Burin, M y Dio Bleichmar, E. (comp.). Género, Psicoanálisis, Subjetividad. Buenos Aires, Paidós. (Pp ) Chodorow, N. (1984). El ejercicio de la maternidad. Psicoanálisis y sociología de la maternidad y paternidad en la crianza de los hijos. Barcelona, España. Gedisa S. A. Klein, M. (1928): Estadios tempranos del conflicto edípico. Obras Completas. Vol. I. Buenos Aires. Paidós. (Pp ) (1937): Amor, culpa y reparación. Obras Completas. Vol. I. Buenos Aires. Paidós. (Pp ). Lagarde, M. (2003): Mujeres cuidadoras: entre la obligación y la satisfacción. Congreso Internacional Sare 2003: Cuidar cuesta: costes y beneficios del cuidado EMAKUNDE/Instituto Vasco de la Mujer. Martinez, E. (1992): Hacia una crítica de la maternidad como eje de construcción de la subjetividad femenina en psicoanálisis. En Ana Maria Fernández (comp). Las mujeres en la imaginación colectiva. Una historia de discriminación y resistencias. Paidós. Buenos Aires 1992 (Pp ) 8