La pintura de paisaje del s. xv al s. xx.

Transcripción

1 La pintura de paisaje del s. xv al s. xx. Natalia González Zaragoza telf.: DNI: K

2 INTRODUCCIÓN Todas las manifestaciones artísticas o movimientos se han caracterizado por mostrar una serie de temáticas en las que el artista se ha aventurado a mostrar su particular visión, las más importantes son el retrato, el paisaje y el bodegón junto al género histórico y mitológico. De entre ellas, el paisaje y el bodegón, son dos géneros que se desarrollaron durante el Barroco, movimiento en el que el artista es más autónomo y libre que en el Renacimiento y momento en el que se empieza a desarrollar la venta artística o el comercio del arte. En este momento ya no son solo los reyes, marqueses, nobles y la propia iglesia las que pueden comprar una obra de arte, ahora la creciente burguesía es uno de los principales compradores que piden encargos o se pasean por los estudios de los artistas en busca de obras de interés. También la situación personal del artista es otra, ahora el artista no se siente sujeto a las normas estrictas de la iglesia y la monarquía, a no ser que sea pintor del rey expresamente, por lo que empieza a sentir una gran libertad por explorar otros mundos y temáticas; un ejemplo claro está presente en la obra de Rembrandt, en la cual, se muestran varias temáticas artísticas entre las que destacan sus paisajes. Desde el Barroco a la actualidad, este género ha logrado expresar hallazgos de gran valor estético en el mundo del arte que todavía siguen fascinando a la humanidad y, esa fascinación es la que pretendo comunicar en este artículo presentando a los movimientos artísticos más importantes y a los artistas más influyentes en esta temática. LA PINTURA DE PAISAJE DESDE EL S. XV AL S. XX Se ha dicho que Leonardo da Vinci fue el primer hombre que escaló una montaña para contemplar un paisaje. Leonardo da Vinci en su búsqueda insaciable de representar la belleza ideal escaló una montaña para contemplar un paisaje; al contemplarlo, aplicó la vista a un objeto, y creó en su acepción moderna el concepto de paisaje que, según el Diccionario de la real Academia de la Lengua, es aquella extensión de terreno considerada en su aspecto artístico. Debemos a los artistas, por tanto, en sus más variadas manifestaciones - pintura, escultura, poesía - la capacidad para crear, a través de sus miradas, espacios de contemplación. Los espacios de ficción creados por los artistas son espacios de reflexión y recreación de los sentidos, en los que el espectador es capaz de percibir la realidad desde distintas tendencias y aportaciones artísticas. El paisaje quizá sea la temática artística que más se centra en crear espacios de contrastes entre, luz y sombra, naturaleza y ciudad, cielo y tierra, ruina y esplendor de una nueva cultura, melancolía y alegría ; sin embargo, la creación

3 de un paisaje también trata de delimitar y marcar un territorio y reclamar, al mismo tiempo, un lugar en el que el hombre pueda abandonarse a la contemplación y escuchar en toda su extensión, ese canto de Leopardi a la infinitud, en el que la imaginación reemplaza lo limitado de la realidad: A través de esta inmensidad se anega el pensamiento mío; y naufragar en este mar me es dulce. El paisaje, en los inicios del arte fue siempre un tema secundario junto al género de la naturaleza muerta. La mayoría de las veces aparecen ofreciendo datos simbólicos sobre el espacio y la naturaleza, revelando una imagen irreal más que naturalista. Fue durante el renacimiento, en el s. XV y XVI cuando aparece un vivo interés por la presencia del paisaje; el artista italiano se interesa por la perspectiva y empieza a incluir la naturaleza del paisaje en sus composiciones para reforzarla y crear profundidad. Con el humanismo, el hombre pasó a ser el centro de la tierra, con lo cual, hay un mayor interés en representar la realidad tal y como la ve el hombre. Se profundiza en las formas de representar la realidad de un modo más natural y menos conceptual, más propio de la edad media. En los estudios de perspectiva que realizó el arquitecto Brunelleschi, el punto de vista simboliza el lugar del hombre como centro del universo. El cuadro se convierte en ventana y, qué es una ventana sin paisaje? En el s.xvi, Leonardo aporta con su técnica del sfumato misterio al paisaje, creando espacios que se desdibujan e insinúan. El color no es lo más importante, sino la atmósfera, el aire...sus paisajes parecen como decorados iluminados, la naturaleza se muestra de un modo idealizado a pesar de sus estudios científicos de plantas y piedras realizados a lápiz y tinta. Leonardo da Vinci crea espacios tendientes a lo irreal y lo idealizado; el mismo dijo que los recursos que le estimulaban su imaginación eran las manchas que se mostraban en las paredes y en las formas de las piedras. Es quizá Botticelli el pintor renacentista que más idealiza a la naturaleza, pero de un modo minucioso e irreal, sus flores y plantas parecen estar cargadas de simbologías. En su cuadro La Primavera parece hacer un inventario botánico de las clases de flores y plantas. La historia del arte sitúa a la escuela veneciana como una revolucionaria de este género, todavía representado como escenario de una alegoría, mitología o hecho histórico. La pintura veneciana estuvo desde sus comienzos muy relacionada con la música y la poesía, por lo que los paisajes de Giorgione y sus discípulos son enormemente líricos. La aportación fundamental es el colorido y una sensación de mayor libertad a la hora de mostrar los elementos naturales, frente a los anteriores pintores italianos como Leonardo o Rafael. Uno de los cuadros más enigmáticos que ha dado el renacimiento veneciano

4 es el cuadro llamado: La tempestad, de Giorgione. En este cuadro el misterio parece radicar más en el tratamiento del paisaje que en las impasibles figuras humanas. Con una mirada más moderna, en España, el Greco capto el paisaje español con unos colores brillantes y expresivos, con pinceladas libres y serpenteantes, cercanas al simbolismo o incluso al expresionismo alemán, como se muestra en su vista de Toledo. Sin embargo, el verdadero paisaje como tema independiente tuvo su origen en los Países Bajos con la obra de Patinir y Brueguel. En sus obras, grandes extensiones terrenales se debaten entre la realidad y lo imaginario de un modo singular e innovador. A diferencia de la pintura histórica italiana, los primeros paisajes flamencos poseen una perspectiva a vista de pájaro y representan el espacio retrocediendo desde el medio plano hasta el fondo. La naturaleza se muestra creada e inventada, por lo que los planteamientos son puramente conceptuales. Se intenta crear la sensación de lejanía a través de la utilización de zonas iluminadas y oscuras, así como la utilización de gamas frías y cálidas que transmitan la sensación de perspectiva. En el s. XVII, la labor de los flamencos dio sus frutos en toda Europa. Dos grandes pintores franceses practicaron el género con ingenio, Poussin y Claudio de Lorena, el primero se interesa por el paisaje histórico de un modo frío pero equilibrado y sereno, el segundo estudia por otro lado las mil variaciones de la luz. Aún así, los grandes representantes del paisaje barroco holandés fueron Rembrandt, Rubens y Vermeer. Estos pintores ofrecen una visión más naturalista de su entorno, abandonando el idealismo y clasicismo italiano. El primero con una técnica de claroscuro lleno de matices, donde el espacio se muestra lleno de aire, color y formas que se adivinan. Rubens, afronta el paisaje con un color más vivo y exuberante, con una vegetación rica que acompaña a temas generalmente mitológicos. Vermeer, prefiere el paisaje intimista y, aunque pintó escasos cuadros de esta temática, su tratamiento es distante y misterioso. En España durante el barroco, el género paisajístico apenas tiene importancia, exceptuando a Velázquez que realizó sus dos únicos paisajes de La Villa de Médicis, en los que la figura humana queda renegada a un segundo término; en ellos destaca una pincelada afilada y corta, cercana al impresionismo. En estos paisajes se muestra una pintura abocetada, donde se centra sobre todo en captar la luminosidad a través de pequeñas pinceladas, por lo que puede haber sido realizada al aire libre. En la pintura del s. XVIII se desarrollan dos tendencias divergentes, la pintura neoclásica y la romántica. La pintura romántica desafiaba a los ideales clásicos liderados por el pintor Ingres. Delacroix y los pintores románticos buscan nuevas expresiones artísticas donde reina el contraste, el movimiento y la

5 musicalidad del color. Gericáult y Delacroix ofrecen un nuevo sentido de la naturaleza, a través de una visión trágica de la vida y de la muerte, lo exótico y el movimiento. El romanticismo busca lo sublime, analizado por Edmond Burke como una sensación generada por sentimientos de repulsión y temor, un ejemplo de este tipo de arte se presenta en algunas obras de Turner, como su obra Naufragio, que recuerda a la Balsa de Medusa de Gericáult, donde describe un tipo de desastre muy común en aquellos tiempos. Lo sublime se trasluce en los nuevos efectos pictóricos conseguidos a través de la luz, la tendencia de mostrar grandes cielos nublosos y reforzar los contrastes entre las sombras y las luces, aunque también se abre un nuevo interés hacia lo fantástico y lo sobrenatural. En España destaca Goya, que en cierto modo sobrepasó al romanticismo, ya que en sus obras dominan tendencias cercanas a la pintura moderna y vanguardista. Goya muestra un sentido crítico de su sociedad a través de grabados y pinturas en las que se representan escenas dramáticas y sobrenaturales; en el primer caso Los fusilamientos del 2 de Mayo y en el segundo Aquelarre. El romanticismo recupera también a elementos del pasado medieval, como las ruinas que incorporan en sus paisajes abandonados y el paisaje cobra un mayor protagonismo frente a la representación del hombre, el cual queda empequeñecido ante la inmensidad de la naturaleza, un ejemplo es el cuadro: Monje en el mar, de Gaspar Friedrich. Al mismo tiempo, los avances de las ciencias naturales alentaban un estudio más cercano de las formas naturales. En Inglaterra encontramos dos vertientes representativas del paisaje romántico, por un lado destaca un paisaje con grandes efectos emotivos donde se manifiesta el sentimiento del drama y el desasosiego, y por otro lado, se manifiestan paisajes serenos y equilibrados, presentes en obras como las de Constable. Fue durante este periodo, cuando se hizo común el hábito de hacer estudios del natural al óleo y a la acuarela, extendiéndose hasta a finales del s. XIX. John Constable realiza paisajes captados del natural con un aire espontáneo y amable. Su visión subjetiva desobedece las líneas clásicas y proyecta una idea más libre de captar sensaciones a través de manchas sueltas, trazos superpuestos y la utilización de empastes con espátula. Turner aportó una nueva concepción de la naturaleza que destaca por masas de color que tienden a desvanecerse o vaporizarse; los elementos naturales se muestran carentes de peso y cobran mayor importancia la luz y la pincelada suelta. La luz natural diluye a las formas y el color supera a la forma del objeto. Este artista influyó a artistas del expresionismo abstracto como Rothko. Turner junto a Camille Corot prepararon el nuevo terreno de los impresionistas. Los pintores románticos más que preocuparse por pintar un paisaje exterior, basado en la contemplación analítica de la naturaleza, tratan de pintar un

6 paisaje interior basado en sentimientos particulares. En Inglaterra destaca el pintor Gaisborought que destaca por sus paisajes irreales y novelescos pintados con gamas de colores fríos. Por lo visto, los paisajes en los que sitúa a sus misteriosos personajes no los realizaba del natural, sino en su taller, tomando como modelos a maquetas fabricadas por él mismo, con musgo, hierba, piedras y trozos de espejo. Con el movimiento del realismo, artistas como Courbert y Millet introducen en sus paisajes preocupaciones más intelectuales. Los realistas, como Rousseau, renunciaron a lo pintoresco y a lo romántico, a lo emotivo, para desmontar, como los italianos l hacían con la anatomía humana, a los elementos naturales; de este modo representaban al paisaje analizando todas sus características propias y particulares, como si se tratara de un retrato. En contraposición, el impresionismo liderado por artistas como Monet, trata de captar las apariencias, no la existencia definida, por lo que su interpretación de la naturaleza se basa más en alcanzar la desmaterialización de la realidad. La intención del pintor impresionista es la de captar lo instantáneo; por este motivo al contemplar sus obras predomina la sensación de lo impreciso y lo vaporoso. La luz representada y el predominio de unas tonalidades sobre otras, permiten ofrecer un testimonio del momento en el que ha sido creado el cuadro. El impresionismo surgió también como el resultado de las investigaciones llevadas a cabo por Chevreul sobre el contraste simultáneo, producido por los colores complementarios. Los impresionistas impulsados por la revolución que supusieron estos adelantos sobre la óptica, trabajaron con una técnica basada en la superposición de colores complementarios, para crear así, una sensación vibrante en la visión del espectador. Técnicamente emplean una pincelada libre, con colores puros, que al verlos de lejos componen escenas definidas, pero sin embargo, al contemplarlos de cerca se emborronan. Después de crear formas distintas de situar masas de color, como el puntillismo, surge una reacción de espíritu ante la naturaleza: Gauguin, Van Gogh y Cézanne, que darían paso a la nueva concepción de la pintura moderna. Cézanne pertenece al post-impresionismo, por lo que su interés y preocupación artística supone una reacción a la aparente desestructuración y desmaterialización del estilo impresionista. La realidad aparece en sus paisajes fragmentada a través de pequeños planos, pero no de un modo caprichoso, sino atendiendo a los ritmos que dicta la propia naturaleza. La temática paisajística empieza a percibir las primeras rupturas con la pintura tradicional al abrirse la civilización occidental a otras culturas. Estas nuevas aportaciones renuevan al arte occidental y le abren nuevos caminos llenos de incógnitas. Gauguin y los artistas fauvistas, como Emil Nolde sitúan al paisaje en una nueva tesitura, donde se debe esquematizar y recuperar las formas y colores puros para conseguir la esencia de la naturaleza. Con el expresionismo alemán, el paisaje se torna angustioso, con una pincelada

7 tortuosa donde las formas vacilan entre un mundo soñado y imaginado; como en las obras de Oscar Kokoscka. Los cubistas sometieron a la naturaleza en general a un análisis sistemático de sus formas esenciales, como muestra la obra de Picasso o Braque. Los cubistas estaban influenciados por la obra de Cezanne, y llevaron al límite la reedificación de la naturaleza que él había empezado a explorar. Todos estos movimientos vanguardistas: romanticismo, realismo, impresionismo, expresaron una ruptura con los ideales academicistas y exigieron a la naturaleza que dictase su propio lenguaje plástico con los elementos fundamentales de la sintaxis visual de la imagen: punto, línea y plano. En el s. XX, en la pintura de paisaje se va eliminando cada vez más elementos que le identifican con sus referentes naturales, uno de ellos es la profundidad. Con Kandinsky el paisaje se muestra bajo ritmos de líneas y manchas diversas, dictadas más por impulsos interiores que por los ritmos que marca la propia naturaleza. En la pintura de paisaje de Paul Klee, destaca un lenguaje simplificado y primitivo, cercano incluso al lenguaje pictórico infantil. Posteriormente, los surrealistas harían un particular uso del paisaje cargado de contenidos literarios, juegos ópticos y visuales. En el surrealismo reina un mundo de formas incoherentes, objetos misteriosos que se ordenan sobre paisajes oníricos. Dentro de este movimiento también formó parte Joan Miró, que empezó a incluir en sus primeros paisajes formas que adivinan la creación de un lenguaje particular basado en formas inventadas, que reinan sobre un horizonte todavía figurativo. También existen algunos aspectos paisajísticos en expresionistas abstractos como Rothko, en el que predominan las manchas en forma de franjas horizontales que recuerdan a extensiones apaisadas. Edward Hopper incorporó en la pintura de paisaje la convivencia de la naturaleza con la arquitectura americana de finales de s.xix, hacia la cual sentía cierta añoranza. Hopper representó paisajes urbanos que mostraban la dinámica de la ciudad moderna donde se construían rascacielos, puentes y vías de tren, pero estas representaciones trataban de criticar la nueva visión estética de la ciudad y las nuevas tecnologías que avanzaba hacia una modernidad estandarizada y deshumanizada. Destacan entre sus obras paisajes urbanos solitarios, minimalistas, con un tratamiento puro del color y de la forma. Finalmente en la década de los 70, se extiende la práctica del landart, tendencia artística que utiliza los propios elementos físicos del paisaje como material básico para sus obras: hojas secas, flores, rocas cuyo tratamiento y disposición en el entorno paisajístico conlleva a lo efímero. El retorno a la pintura que impone la década de los 80, hace que el paisaje se convierta en uno de los géneros más utilizados, tomando opciones tan diversas, como el eclecticismo propio de la década. Destacan artistas como Barceló que destaca por el valor que da a la materia y al soporte, que a veces

8 adopta formas alabeadas, y Antonio López que afronta a la naturaleza del paisaje con un realismo mágico y evocador. Actualmente artistas como el expresionista Anselm Kiefer, hacen nuevas incursiones en la estética del paisaje el cual se representa como un campo abonado para nuevas expresiones. Su temática exclusiva es el paisaje, género, que se ha abierto camino, nunca mejor dicho, dentro de la modernidad hacia la monumentalidad y expresividad máxima, sin necesidad de mostrar en ningún momento la presencia humana. Sus lienzos son enormes, algunos de ellos de 10 o 15 metros de altura y los materiales que utiliza son muy variados y inusuales: cemento, óxidos de hierro, materiales de derribo, yeso y crean un mundo propio que se debate entre el cielo y la tierra, entre el agua y el fuego, la guerra y la paz. Bibliografía: El arte y el hombre, de René Huyghe. Editorial Planeta, edición Summa Pictorica: El siglo de oro de la pintura española, Joan Sureda. Editorial Planeta, Historia del arte, Ernst H. Gombrich. Editorial Alianza Forma. Arte y percepción visual, Rudolf Arnheim. Editorial Alianza Forma.