Maddalen Yarza Arrizabalaga Guatemala, 6 de marzo de Y los meses pasan en un país rico e interminable: Guatemala.

Transcripción

1 Maddalen Yarza Arrizabalaga Guatemala, 6 de marzo de 2011 Voluntaria universitaria de Naciones Unidas Iximulew, Ka t, Pop, Cholb äl Qij Y los meses pasan en un país rico e interminable: Guatemala. Han pasado algo menos de dos meses desde la anterior vez que escribí sobre mi experiencia en Guatemala. Debo confesar, ahora, que agradezco contar con el compromiso de escribir para la UpfSolidaria, pues me presenta la oportunidad de poner en orden y reflexionar sobre los últimos dos meses vividos en este país complejo; país que sobrevive todavía con heridas abiertas y condiciones estructurales difíciles para que éstas se sanen y cierren para siempre. Como decía en mi crónica anterior, mi tarea dentro del Programa Maya es la de asistir al Asesor Técnico Principal del mismo, Daniel Saquec, en las muchísimas y diversas tareas que él, junto con su asistente directa, Martha Toc, tiene la responsabilidad de llevar adelante. Con mi llegada, esa pareja de dos, se ha convertido en un pequeño equipo, que, salvando las dificultades y urgencias que presenta la tarea de facilitación y asesoría de un Programa Conjunto de Naciones Unidas, convive y trabaja cada vez con una compenetración mayor y más marcada. Desde mi llegada se me anunció que sería la responsable del proceso de sistematización de experiencias del Programa Maya en sus dos primeros años de implementación. Sin embargo, dicha responsabilidad se vio frustrada continuamente al ver que no era fácil conseguir el acompañamiento necesario por parte de mi equipo debido a las premuras y prioridades que otras cuestiones de difícil solución despertaron por allá en los meses de noviembre y diciembre en el seno del Programa. No obstante, el nuevo año trajo consigo nuevos aires y energías renovadas; y, por fin, el Plan de Sistematización que yo, junto con la ayuda de Daniel, había diseñado antes de salir para mis vacaciones navideñas, pudo ser presentado ante los diversos actores del Programa Maya: el Coordinador Residente del Sistema de Naciones Unidas en Guatemala, los Jefes de las Agencias que lideran los Componentes del Programa y la Real Embajada de Noruega, entre otros. La presentación del Plan y su aprobación por todos los actores me hizo vivir y presenciar en propia carne un cambio radical en lo que había sido mi ritmo de trabajo hasta ese día ya que en un periodo de tiempo de dos meses y medio debía (y debo) ejecutar plenamente el Plan de sistematización y escribir el documento final donde se plasme todo lo sistematizado. Ante esta coyuntura, primero me sentí sumamente abrumada; sensación que en cierta medida todavía me acompaña. Sin embargo, me tranquiliza y alivia, ver que, poco a poco, he ido cumpliendo los pasos marcados en mi Plan de sistematización. Precisamente, mi intención es que ese trabajo sea la esencia de la crónica que escribo, pues mi parecer actual es que estoy aprendiendo muchísimo en esta tarea de sistematización de experiencias.

2 Lo primero que creo debo explicar o aclarar es el significado de sistematización de experiencias ; pues no tenía idea yo de lo que esto implicaba; y, de hecho, mi intuición falló cuando entré a analizar y a estudiar lo que realmente significaba. En contra de lo intuido, los procesos de sistematización de experiencias no consisten en un mero ordenamiento y clasificación de datos e informaciones, sino que consisten en mirar las experiencias como procesos históricos, procesos complejos en los que intervienen diferentes actores, se realizan en un contexto determinado y en un momento institucional del cual formamos parte. Sistematizar experiencias es realizar una interpretación crítica de lo acontecido para extraer aprendizajes que tengan utilidad en el futuro; es hacer un alto en el camino. Se trata de un proceso teórico y metodológico, a partir del ordenamiento, análisis, interpretación y reflexión crítica que construye conocimiento, cambio de las prácticas, su mejora y transformación. Teniendo esto presente fue que desempeñé la tarea de diseñar un Plan de sistematización, que, ahora, me encuentro ejecutando. Para la realización de la sistematización, son varios los instrumentos que estoy utilizando. De un lado, la investigación documental, que me ayudó a tener como referencia y muy presente el marco teórico y contractual que dio lugar al Programa Maya, con las tareas que se asignaban a cada una de las instancias de la estructura con la que cuenta. De otro lado, un instrumento que me está ayudando a recabar las diversas percepciones de todos los actores sobre el Programa es la entrevista. Durante la última semana de enero y la primera de febrero me he dedicado en cuerpo y alma a entrevistar a las personalidades más importantes de Guatemala en lo que concierne a los derechos de los pueblos indígenas y todavía hoy, me encuentro entrevistando a las personas cuyas ocupaciones retrasan nuestro encuentro. Además de los y las Jefes de Agencia, Coordinadores de los Componentes, y demás personas que trabajan en el seno de Naciones Unidas y que se constituyen como actores del Programa, también tuve la oportunidad de entrevistar a la mayoría de los y las Miembros del Consejo Consultivo del Programa Maya, que se conforma por personalidades reconocidas y distinguidas dentro del Movimiento indígena de Guatemala, representantes todas ellas de los distintos Pueblos que cohabitan en el país. A modo de ejemplo, me gustaría citar a Irma Alicia Velasquez, reconocida periodista y directora de unas de las organizaciones indígenas más importantes de Guatemala, Otilia Lux, congresista indígena, Álvaro Pop, Experto Independiente del Foro Permanente de las Naciones Unidas para Asuntos Indígenas, Rosalina Tuyuc, exdiputada y lideresa del movimiento de mujeres indígenas, y la todavía pendiente entrevista con la Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú Tum. La realización de todas estas entrevistas ha sido para mí una manera de entrar de lleno al Programa Maya, comprender todas y cada una de sus vicisitudes; conocer a personas con

3 trayectorias tan interesantes como las mencionadas y, por supuesto, acumular una cantidad de información muy valiosa para la tarea a desempeñar. Además de las entrevistas, una tarea ardua, pero sumamente interesante ha sido el diseño y ejecución de dos talleres de sistematización de experiencias que se han llevado cabo en las recientes dos últimas semanas del mes de febrero. Para ello fueron seleccionadas doce de las muchas organizaciones indígenas que forman parte del Programa Maya; y, teniendo como base estas doce experiencias, se realizó un primer taller los días 16 y 17 de febrero con representantes de las organizaciones co-partes seleccionadas, y otro los días 24 y 25 de febrero con delegados de la población meta de las citadas experiencias. El primer taller fue una manera amable y constructiva de conocer y retroalimentar entre todas las organizaciones indígenas, las experiencias que todas ellas, en ámbitos muy distintos, están llevando a cabo. Fue una gran satisfacción ver las caras de asombro e interés que los representantes mostraban al escuchar las experiencias que derivaban de los Proyectos de las demás co-partes. Fue un modo agradable de entrar a conocer las experiencias muy de cerca y de tomar el compromiso de seguir profundizando en la sistematización de las mismas. En lo personal, fue todo un reto preparar un taller de estas características, y gracias al apoyo de Daniel y Martha, el resultado final fue muy satisfactorio. Sin embargo, el segundo taller con población meta fue para mi persona todavía más enriquecedor. Su diseño y organización se me presentó como un auténtico rompecabezas. Lo

4 complicado del taller venía de que las personas delegadas de población meta respondían todas ellas a perfiles muy distintos: niños y niñas de las Nueva Escuela Unitaria Bilingüe Intercultural; guías espirituales, autoridades indígenas ancestrales, padres y madres de familia, maestros y técnicos docentes. En fin, más de 50 personas eran las que convocábamos al taller; población para la cual la metodología a utilizar debía ser distinta. Finalmente conseguimos armar un buen diseño y plan de trabajo y la puesta en escena fue una experiencia para mí inolvidable. En este segundo taller, la tarea más importante que desempeñé fue la de actuar como facilitadora entre la guía de trabajo que diseñamos y las personas de población meta. Yo, en concreto, tuve la oportunidad de trabajar con mujeres lideresas del Quiché y líderes comunitarios de una Comunidad campesina de Petén. Me quedé absolutamente impresionada al escuchar sus historias, al percatarme de su vehemencia por participar en los espacios, al observar su afán por seguir aprendiendo. Muchas eran mujeres de comunidades pequeñas y rurales que jamás habían recibido educación alguna, pero que, gracias a los Proyectos financiados por el Programa Maya y otros, se había despertado en ellas un interés incesante por aprender. Una de ellas, Cecilia, mujer de 42 años edad que no aparentaba, pues la vida la había castigado de forma que su semblante había envejecido de manera prematura orgullosa me decía que estaba cursando quinto de primaria, y que a saber hasta donde llegaría. Más aún cuando me afirmaba que ella tenía algo dentro que le decía sí puedo ; yo valgo y que le animaba a participar. Cecilia, es una mujer que ha sufrido lo indecible a lo largo de su vida, pero que, gracias a varias capacitaciones que ha ido recibiendo, ha aprendido a valorarse a sí misma: conocí lo que era el autoestima y me empecé a querer ; hasta convertirse en una auténtica lideresa de su Comunidad. Todas ellas y ellos tienen una fuerza envidiable. Aún recuerdo las palabras de

5 Domingo, líder comunitario de Petén, cuando me afirmó Nacimos y crecemos como líderes y seguiremos siendo líderes hasta la muerte. Muchos aprendizajes más podría mencionar de estos dos talleres. Sin embargo, la crónica me quedaría demasiado larga. La experiencia con los niños y niñas fue también muy bonita, y aunque en algún momento sentí como un imposible la realización de los dos talleres contando con un margen de tiempo tan reducido, debo sentirme orgullosa, pero, sobre todo, agradecida por la ayuda incondicional que me brindaron ciertas personas como Martha, Daniel y otras, así como las personas invitadas a ambos talleres, que mostraron una actitud humilde, comprensiva y siempre propositiva y cercana. Sin embargo, el protagonismo de estos meses no se lo llevan solamente los interesantes talleres y entrevistas sino que, en lo personal, he tenido la oportunidad de seguir fortaleciendo amistades únicas y de construir otras tantas. Casualmente el 25 de febrero se cumplieron 23 años de que yo y mi hermano mellizo nacimos y, mis amigos y amigas (mis hermanos y hermanas) becarios como yo, así como mis compañeros/as de trabajo y demás personas que me acompañan en Guatemala, me prepararon un cumpleaños lleno de sorpresas Las sorpresas se sucedían unas a otras, y cada una de ellas estaba pensada de forma increíblemente amorosa. Se me quedan

6 las palabras cortas para expresar lo que siento por mis hermanos y hermanas, por las personas que de alguna u otra manera me hicieron sentir tan querida y apreciada. A ellas y ellos, sólo les puedo decir, una vez más: gracias.