punto de vista El rostro humano del desarrollo: invertir en la gente

Transcripción

1 5 punto de vista JULIO DE 2014 El rostro humano del desarrollo: invertir en la gente

2 El rostro humano del desarrollo: invertir en la gente Cuando nos detenemos a observar el mundo de hoy, vemos que se han alcanzado logros extraordinarios, pero también que existen desafíos abrumadores. El Objetivo de Desarrollo del Milenio de reducir a la mitad las tasas de pobreza extrema se cumplió a nivel mundial cinco años antes del plazo establecido de En estos momentos, hay más de 100 países a los que se considera de ingresos medios, tan diversos como Brasil, Lesotho y Vanuatu. Se calcula que la proporción de habitantes de clase media en los países en desarrollo, con respecto al total mundial, aumentará del 55 por ciento actual a un 78 por ciento de aquí a Sin embargo, en medio de la afluencia que emerge en ciertos países y regiones, también se percibe una desigualdad creciente. En 2015, todavía habrá 970 millones de personas viviendo en la pobreza: la gran mayoría de ellas, en Asia Meridional y África Subsahariana. Además, seguirá habiendo más de 842 millones de personas en el mundo que padecen de desnutrición crónica. La volatilidad de los precios de los productos básicos es causa de hambre para los más pobres y trae inestabilidad a los mercados y comunidades. El cambio climático y la degradación ambiental proyectan largas sombras sobre todos los logros conseguidos por la humanidad. Es en este contexto que debemos afrontar la cuestión de cómo los seres humanos van a continuar procurándose los alimentos y sostenerse a sí mismos en el futuro. A medida que el mundo cambia, también cambia el panorama del desarrollo; tanto es así que un informe del Instituto de Desarrollo de Ultramar de 2012 predijo que la industria de la ayuda para el desarrollo entrará en una fase de «destrucción creativa», en la cual las instituciones o bien se adaptarán, o bien perderán su razón de ser. En el mismo informe, el FIDA recibió una calificación superior a la que obtuvieron otras instituciones, y ello refleja que la misión y el modelo operativo del Fondo continúan siendo pertinentes no obstante las constantes transformaciones en la escena mundial. Ya casi se van a cumplir diez años desde que la Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda al Desarrollo instara a los países a fomentar un mayor 2

3 sentido de apropiación, de armonización de los esfuerzos y de rendición de cuentas por los resultados obtenidos. Estos años han sido testigo de un progreso evidente, pero también de cambios considerables, entre otros la incertidumbre acerca del futuro de la asistencia oficial para el desarrollo (AOD). Asimismo, el papel cada vez más importante de las fundaciones privadas, el crecimiento de las asociaciones entre el sector público y el sector privado, la cooperación Sur-Sur y triangular, así como la posibilidad de aprovechar los cientos de miles de millones generados por las remesas a los países en desarrollo, son todos ellos factores que están cambiando la manera de pensar en el desarrollo. En todos lados, la atención se enfoca cada vez más en demostrar el impacto y los resultados, y en mostrar la óptima relación costo-beneficio del gasto en el desarrollo. En medio de esta incertidumbre, algo está claro: se deben orientar más inversiones a la población de las zonas rurales si queremos erradicar el hambre y la pobreza y crear un mundo mejor y más sostenible. Con este mensaje contribuirá el FIDA al debate de los objetivos de desarrollo para después de Tres cuartos de la población más pobre del mundo vive en zonas rurales; la brecha entre ricos y pobres es principalmente una brecha entre poblaciones urbanas y rurales. El aumento de la inversión en las áreas rurales es esencial para reducir dicha brecha. Un estudio reciente realizado por el Fondo Monetario Internacional subraya el siguiente hallazgo: la desigualdad en los ingresos puede conducir a un crecimiento económico más lento o menos sostenible. Está claro que al desatender las necesidades de las zonas rurales no solo se perjudica a la población pobre, sino que también se provoca un retraso en los países y sus economías. Para erradicar la pobreza y el hambre, el crecimiento deberá ser inclusivo y alcanzar a aquellos situados en las áreas más remotas y marginales, precisamente los lugares donde el FIDA tiene una ventaja comparativa debido a su mandato y sus 35 años de experiencia. Pero el FIDA de hoy no es el mismo que el de ayer; estamos continuamente adaptándonos e innovando para poder hacer realidad nuestra misión, a pesar de los cambios 3

4 en el entorno. Hemos reformado el modelo operativo del Fondo y expandido la presencia en los países donde trabajamos, como consecuencia de lo cual han mejorado los resultados; y ahora estamos estudiando fuentes de financiación adicionales. En este sentido, las asociaciones con el sector privado ocupan un lugar prominente. Pero también es importante recordar que ciertas maneras de pensar actuales (la más evidente es el abandono de la ayuda tradicional en favor de la inversión) son en realidad compatibles con lo que el FIDA ha sido siempre: una institución financiera internacional con un rostro humano, que pone a las personas en primer lugar. Promover un desarrollo que beneficie a la gente El FIDA invierte en la población rural. Las personas y las comunidades que estas integran son complejas. Por ese motivo, el FIDA se esfuerza por encontrar soluciones específicas para cada contexto y en muchos casos se enfrenta con la multiplicidad de aspectos que suponen las situaciones rurales difíciles, lo cual multiplica a su vez los beneficios. Los altos rendimientos que obtiene un agricultor no pueden disminuir su pobreza si este no tiene acceso a los mercados para vender sus productos. El desarrollo no será inclusivo a menos que todos puedan acceder a conocimientos, recursos y oportunidades, y ello incluye a las mujeres y los jóvenes. Quienes participan en los proyectos apoyados por el FIDA han demostrado una y otra vez que, con el apoyo adecuado, no solo pueden cambiar sus propias vidas, sino también el mundo en el que viven. La educación de Manju Tiwari terminó a la edad de 15 años, cuando todavía era una niña, tras lo que fue un matrimonio forzado. Doce años más tarde y con dos niños, Manju no solo ha vuelto a la escuela, sino que también ha iniciado una actividad empresarial. A través de un proyecto financiado por el FIDA, Manju pudo asociarse a la Cooperativa Nari Ekta (Unidad entre las mujeres) de Surket, en Nepal. Allí aprendió a cultivar y vender productos hortícolas, y ha conseguido ganar lo suficiente para cubrir el 40 por ciento de los gastos del hogar, así como los costos educativos. La agricultura no solo le permite producir alimentos para su familia, sino que también le ha abierto un mundo nuevo de posibilidades: Manju se enorgullece de que todos los miembros de su familia sean estudiantes: ella misma, su marido y sus dos hijos. Las inversiones del FIDA hacen más que aumentar los ingresos y el PIB. También fomentan el desarrollo social, lo cual en el caso de Manju trae aparejado una mayor igualdad y autonomía tanto en la familia como en la 4

5 comunidad. Manju ha visto cómo se ha transformado su entorno: Antes teníamos que pedir todo [a nuestros maridos], dice. Hoy en día, las mujeres son más independientes y los malos hábitos de los hombres de la comunidad han comenzado a cambiar a partir de que las mujeres comenzaron a ganar más. Mi marido ahora me ayuda con la granja y también con las tareas del hogar, afirma Manju. Antes los hombres solían jugar a las cartas, beber e ir de apuestas, pero ahora todos ayudan, tanto fuera como dentro del hogar. La experiencia específica del FIDA, por ejemplo, en ampliar los derechos de las mujeres y las oportunidades que se les brinda, establecer y fortalecer las organizaciones campesinas y empoderar a los pueblos indígenas, tiene su origen en el compromiso de invertir en las personas y ponerlas a cargo de su propio desarrollo. No solo porque es lo que corresponde hacer, sino también porque funciona bien. Un intermediario imparcial Cuando el desarrollo beneficia a las personas pobres de las zonas rurales, todos se benefician: aumenta la seguridad alimentaria y nutricional, se hace una mejor gestión de los recursos naturales, hay una mayor igualdad y se afianza la estabilidad social. Este hecho está ampliamente reconocido y la demanda de apoyo del FIDA supera con creces la oferta. El FIDA se ha ganado la reputación de ser un intermediario imparcial capaz de aunar a los pobladores rurales, los gobiernos, el sector privado, las entidades asociadas y otros actores con el fin de apoyar procesos de desarrollo de los que todos puedan sacar provecho. Ser un intermediario imparcial significa tener en cuenta la perspectiva de cada parte y formar uniones que sean tanto justas como beneficiosas. También implica tratar a las personas como asociados en el desarrollo y no objetos del mismo. En Sierra Leona existen unas hectáreas de terrenos pantanosos con posibilidades de recuperación para fines agrícolas, pero hasta el momento se ha aprovechado tan solo el 1 por ciento. Tras una guerra civil que duró 10 años, durante la cual colapsaron los sistemas y la infraestructura agrícolas, la tarea se presenta como abrumadora. Pero un proyecto apoyado por el FIDA ha demostrado el gran potencial que existe cuando se comienza con la gente. Se contrató para el proyecto a antiguos funcionarios del Ministerio de Agricultura, Bosques y Seguridad Alimentaria de Sierra Leona 5

6 que se desempeñaban como ingenieros o técnicos en la División de Desarrollo Hídrico y de Tierras. Los funcionarios, ahora jubilados, se encargaron de capacitar a un nuevo cuadro de personal externo joven para construir sistemas de riego. De este modo, se brindaron oportunidades de empleo para los jóvenes y se produjo una sustancial subida de los rendimientos e ingresos agrícolas para los agricultores. Además, son estos mismos quienes quienes pagan los servicios del personal contratado y, de esta manera, invierten en sus propias empresas, sus tierras y en la gente joven de sus comunidades. A un nivel más profundo, al ayudar a un país a recuperarse de un conflicto, se fomenta la esperanza y se apoya a la gente, en especial a los jóvenes, para que imaginen un futuro diferente. Una de las técnicas que se aplican en Sierra Leona es el Sistema de Aprendizaje de Acción de Género (GALS) según el cual las mujeres, los hombres y los miembros de sus familias se ponen de acuerdo sobre cómo quieren evolucionar como familia y como comunidad. Los participantes en estas experiencias aprenden a trazar un mapa de cambio y planifican un futuro diferente. A través del GALS, las personas de las zonas rurales con una educación mínima o nula trabajan de manera colectiva para crear un mundo mejor para todos. Demostrar liderazgo, producir resultados El FIDA se atreve a ser una organización innovadora porque se fundó justamente a partir de una idea radical. Qué sucedería si los agricultores familiares que explotan pequeñas parcelas tuvieran acceso a los servicios y el apoyo que necesitan para ganarse la vida dignamente? Qué sucedería si estos agricultores pudieran conectarse a los grandes mercados y convertir sus explotaciones en actividades comerciales rentables? Qué ocurriría si recibieran la tecnología y los conocimientos necesarios para impulsar la producción y la productividad? Y cuál sería el resultado si se pudieran organizar para que esas pequeñas parcelas, todas juntas, crearan la capacidad masiva necesaria para atraer a los grandes comerciantes y depender de ellos? O si sus actividades florecientes fueran capaces de estimular las economías locales y de crear otros empleos en la cadena de suministro agrícola y fuera de esta? Son demasiadas situaciones hipotéticas. Sin embargo, durante más de tres décadas de actividades, hemos visto innumerables casos de éxito que prueban que esta visión es realista y asequible. Es posible que los agricultores 6

7 en pequeña escala constituyan una gran proporción de la población pobre y en situación de hambre, pero no son objetos: son agentes, actores, una fuerza poderosa. Con las herramientas apropiadas, pueden terminar con el hambre y la pobreza. Los pequeños productores pueden procurarse los alimentos necesarios para ellos y sus comunidades. Con la ayuda adecuada, las pequeñas explotaciones familiares pueden impulsar un crecimiento económico que beneficia a los países, estimulando la demanda de productos de otros sectores y creando empleo en sectores no agrícolas. A su vez, ello abre oportunidades que atraen a las mujeres y hombres jóvenes, y crea unas comunidades rurales prósperas y dinámicas. Son las explotaciones familiares pequeñas cosa del pasado? Así es. Son parte del futuro? Con toda seguridad. A lo largo de la historia, las pequeñas explotaciones familiares han sido esenciales para la superveniencia de los seres humanos, algo que ni la introducción de semillas milagrosas ni la mecanización ha podido cambiar. Hay una mano que esparce la semilla; detrás de la máquina está la mente de alguien; existe un compromiso personal de cultivar y crear cosas buenas: una vida, una familia, un futuro, un país. El FIDA tiene una trayectoria muy reconocida de buenos resultados en las zonas rurales porque justamente es capaz de comprender las características de estas zonas y de sus habitantes. Deseamos un futuro en el que nuestros asociados, tanto los nuevos como los tradicionales, se unan a nosotros para hacer realidad la transformación del mundo rural. por Kanayo F. Nwanze Presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrićola 7

8 FIDA/Carla Francescutti Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola Via Paolo di Dono, Roma (Italia) Teléfono: (+39) Fax: (+39) Correo electrónico: ifad@ifad.org ifad-un.blogspot.com instagram.com/ifadnews Contacto Sabel NDure-Barry Auxiliar Ejecutiva del Presidente Teléfono: (+39) Correo electrónico: s.ndure-barry@ifad.org Julio de 2014