Deberes y derechos del profesorado y de la comunidad educativa. Faustino Larrosa Martínez

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1 Deberes y derechos del profesorado y de la comunidad educativa Faustino Larrosa Martínez

2 Deberes y derechos del profesorado y de la comunidad educativa Faustino Larrosa Martínez ISBN: Depósito legal: A Edita: Editorial Club Universitario Telf.: C/ Decano, n.º San Vicente (Alicante) ecu@ecu.fm Printed in Spain Imprime: Imprenta Gamma Telf.: C/ Cottolengo, n.º San Vicente (Alicante) gamma@gamma.fm Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información o sistema de reproducción, sin permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.

3 Índice Introducción La dinámica organizativa de los centros docentes desde un punto de vista ético...11 La renovación cultural de las organizaciones educativas Cuestiones para la reflexión Ética y deontología docente en la organización de los centros educativos Precisiones del término Ética Qué se entiende por Deontología Virtudes y valores del profesional docente y de la comunidad educativa Templanza Fortaleza Prudencia Justicia Cuestiones para la reflexión Deberes y derechos en las organizaciones educativas Deberes y derechos docentes Deberes y derechos de la comunidad educativa Elementos esenciales de los ámbitos de derechos y deberes escolares Cuestiones para la reflexión Valoración de la tabla de deberes y derechos Diferencias significativas en los deberes y derechos Cuestiones para la reflexión

4 5. Diseño y desarrollo de los deberes y derechos del profesorado y de la comunidad educativa Diseño y desarrollo de los deberes y derechos en los centros educativos Pasos en la planificación La enseñaza-aprendizaje de los deberes y derechos y de la ética profesional docente en los centros de formación Elementos de la unidad didáctica para la enseñanza-aprendizaje de los deberes y derechos Unidad didáctica de aprendizaje 1: Deberes y derechos en el ámbito del alumnado Unidad didáctica de aprendizaje 2: Deberes y derechos en el ámbito de la organización del centro Unidad didáctica de aprendizaje 3: Deberes y derechos en el ámbito de la profesión docente Unidad didáctica de aprendizaje 4: Deberes y derechos en el ámbito de los padres o tutores Unidad didáctica de aprendizaje 5: Deberes y derechos en el ámbito de la Administración educativa Cuestiones para la reflexión Referencias bibliográficas

5 Introducción La legislación ha sido y sigue siendo la herramienta preferida de la Administración educativa para resolver la mayoría de los problemas que presenta la educación escolar, y en general una solución aceptada por la sociedad sin grandes reparos. Las distintas leyes educativas promueven para los centros docentes principios y fines que no suelen cuestionarse. De cumplirse estos fines y principios tendríamos un sistema educativo capaz de impulsar una verdadera enseñanza de calidad para todos, se desarrollarían valores cívicos, el aprendizaje permanente, la autonomía y la participación. Igualmente, podríamos mejorar las aptitudes para prevenir o resolver conflictos y apoyar al profesorado reconociendo el mérito de su función. En otras palabras, el perfil de centro educativo atendería de manera preferente el pleno desarrollo de la personalidad del alumnado, se respetarían derechos y libertades, así como la tolerancia, la autorregulación del aprendizaje, el pluralismo lingüístico, la interculturalidad y la formación para la ciudadanía, por citar sólo los fines esencialmente de carácter formativo. Pero, a tenor de los resultados, parece que los principios no terminan de implantarse con una satisfacción moderada y los fines todavía quedan lejos de nuestros deseos (Instituto de Evaluación, 2009). Esto obedece a las propias características de las leyes que no tienen por sí solas capacidad para cambiar voluntades y modificar conductas. Los colegios están formados por personas que se relacionan y toman decisiones concluyentes sin tener en cuenta, en la mayoría de las ocasiones, ni los principios ni los ambiciosos fines que persigue el sistema. En estas relaciones, donde se entrecruzan distintas culturas, se pactan los objetivos de la organización formal y se tienen en cuenta aspectos objetivos, subjetivos y extraorganizacionales, surgen dificultades y problemas de naturaleza moral que debilitan la consecución de los fines previstos. Con esta argumentación parece apropiado rememorar un texto que sigue estando de actualidad, aunque sean ideas expresadas hace más de un siglo: Pero la empresa de transformar nuestra educación nacio nal no ha de ser, no puede ser toda ella función exclusiva de los gobiernos y obra de la Gaceta. El éxito de la política pe dagógica, de una política educadora 5

6 Faustino Larrosa Martínez que se proponga mejorar la condición del ciudadano y transformar los instrumentos de nuestra cultura, reclama la colaboración activa, paciente, tenaz y silenciosa de cuantos sientan el ideal de la educación moderna (Martí Alpera, 1904:419). Aunque la escuela de Martí Alpera tiene poco que ver con la de ahora, la necesidad de participación de todos los implicados en la educación sigue estando vigente en la actualidad. La evolución social y escolar ha modificado el contexto, que se ha vuelto más complejo y necesitado de herramientas cooperadoras que pongan orden en la comunidad educativa. Entre estas herramientas citaremos la tabla de deberes y derechos del profesorado y de la comunidad educativa (Larrosa Martínez, 2009). Esta tabla puede servir de instrumento de reflexión para mantener una responsabilidad compartida, fomentar un diálogo interesado pero sincero entre los componentes de la colectividad y que el respeto mutuo aflore en un planteamiento donde todos ganan y nadie pierde. En este trabajo tratamos de replantear una situación escolar necesitada de un mayor equilibrio dinámico que le permita avanzar a través del oportuno debate por la educación y ofrecer un instrumento práctico de comunicación ética a los distintos colectivos que actúan en los colegios. Así como crear inquietudes de atención personal a cuestiones, poco tratadas desde la didáctica y la organización escolar, que afectan de manera esencial a los docentes y a la comunidad educativa: saber cumplir con los deberes y actuar según los derechos que le correspondan. Estos objetivos se consiguen desarrollando actitudes y estrategias de colaboración, analizando in situ las variables didáctico-organizativas que dificultan el progreso del alumnado, reflexionando ante las dificultades y buscando soluciones colectivas en cada centro. En definitiva, sugerimos a la comunidad pautas para obrar con rectitud en cada situación educativa apoyando el proceso de madurez ética que se puede enseñar y aprender. Sabemos que recurrir a la ética de los componentes de la comunidad educativa para resolver las dificultades, o para conseguir que la sociedad reconozca la labor del profesorado, no es un elemento suficiente para el cambio. Sin embargo, aunque la ética no tiene capacidad para resolver los problemas macrosociales de los centros educativos, sí puede ser muy útil en las microrrelaciones del día a día, que es donde se solucionan las grandes dificultades que impiden el buen funcionamiento del centro. Es donde 6

7 Deberes y derechos del profesorado y de la comunidad educativa se puede apelar a la necesidad de una comunicación honrada y el respeto a las buenas relaciones personales y colectivas por razones de convivencia pacífica. El punto de partida es el proyecto democrático que corresponde a una sociedad plural y multicultural formada por distintas sensibilidades, tradiciones éticas y valores morales imperantes. Si la sociedad se refleja en la escuela tendremos que insistir en la obligación que tiene la sociedad de mejorar sus comportamientos éticos por la proyección que tiene la escuela en la misma sociedad. En cualquier caso, aunque la tabla de deberes y derechos que recogemos sea un instrumento nuevo que aporta criterios para mejorar la formación del alumnado, no deja de ser una propuesta inicial para suscitar el debate y una hipótesis de trabajo que solo el tiempo nos permitirá confirmar o revisar. Representa esta tabla una dimensión colaborativa que se ubica más allá del mandato constitucional de la participación de los padres en la gestión y control de los centros. Y puede utilizarse como foro de encuentro para consensuar pautas de actuación y respeto a los derechos y deberes del profesorado y de la comunidad educativa. Con esta iniciativa no deseamos mostrar una obra acabada sino más bien abrir vías de reflexión sobre cuestiones dignas de ser razonadas por todos aquellos que están interesados en incrementar la formación de nuestro alumnado. Por lo tanto, este trabajo se dirige al profesorado, alumnado, padres, Administración y a la sociedad; así como a los que vayan a desempeñar su trabajo en un centro educativo, estudiantes de Maestro, de Pedagogía, de Psicopedagogía, de Psicología, de Sociología y cuantos estudiantes tengan como término educar. Se trata, en consecuencia, de proponer los instrumentos y criterios necesarios para que se proceda éticamente y que sirvan en su caso de reflexión y guía al profesional en el trabajo educativo cotidiano. La obra se estructura en cuatro capítulos, culminando en el diseño y desarrollo curricular de los deberes y derechos del profesorado y la comunidad educativa. En el periodo de indagación nos hemos interesado en utilizar la teoría como punto de partida para fundamentar una práctica que está presente en todo el trabajo y de manera especial en la última parte. Cada uno de los capítulos finaliza con una serie de cuestiones para la reflexión personal y colectiva buscando la implicación del lector en el problema estudiado. 7

8 Faustino Larrosa Martínez En el primer capítulo se plantea la influencia de la organización de los centros docentes en las relaciones personales, como fuente de problemas morales, y el papel que puede jugar la ética en los rendimientos escolares y en la dinámica organizativa. Se aborda igualmente la dificultad de conjugar la estabilidad con la innovación, y la responsabilidad que le corresponde a la Administración, profesorado, padres y alumnos en la renovación cultural ética de los centros educativos. El capítulo dos gira en torno a la ética y deontología docentes en las organizaciones educativas y de las virtudes y valores del profesional docente y de la comunidad. Virtudes y valores que pueden acoplarse a todas las actividades de las personas con capacidad de perfección moral. En el capítulo tres se concretan los deberes y derechos de cada uno de los sectores de la comunidad educativa con una doble finalidad: disponer de una guía que las comunidades puedan consensuar como proyecto ético y para que los futuros docentes puedan reflexionarlos, aprenderlos y asumirlos en los centros de formación. En el capítulo cuatro se expone la valoración que realizan estudiantes y profesionales de la enseñanza de la tabla de deberes y derechos. Igualmente, se muestran los resultados de la comparación de los grupos encuestados y las diferencias significativas entre los grupos. El último capítulo se dedica al diseño y desarrollo de los deberes y derechos en la organización de los centros educativos con el objetivo general de adquirir capacidades, habilidades y compromisos morales consigo mismos y con los demás. Se sugieren los pasos que hay que dar para conseguir su aprendizaje con modelos críticos, que permiten la adaptación al entorno con una mayor flexibilidad, y se propone un proceso de autoaprendizaje en cinco unidades didácticas, una para cada ámbito. Si fuéramos capaces de mantener comportamientos acordes a los valores éticos de comunicación, respeto mutuo, comprensión y entendimiento, nos veríamos recompensados con la satisfacción del deber cumplido. Aprovecho la oportunidad para dejar constancia de mi gratitud a todas las personas que han colaborado en este trabajo. Citarlas a todas sería demasiado largo y omitir algunas sería impropio. Por esta razón, 8

9 Deberes y derechos del profesorado y de la comunidad educativa aun a riesgo de tener algún olvido, quiero reconocer la inestimable ayuda recibida de los grupos de estudiantes de Maestro, de Psicopedagogía, maestros jubilados y docentes en activo que voluntariamente aceptaron ser encuestados o entrevistados. Y de manera especial mi agradecimiento a Antonio Alaminos, Rosa M.ª Carda, Consuelo Febrel, José Manuel García, Juan Antonio Lag, Jaime López y Leonor Maldonado por sus generosas aportaciones. Nota: Cuando en ocasiones se utiliza solo el masculino nos referimos a ambos géneros. 9