FRONTERAS HISTORIA. d e l a. revista de historia colonial latinoamericana. Enero-junio Volumen ISSN

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1 r FRONTERAS HISTORIA d e l a r revsta de hstora colonal latnoamercana Enero-juno 2010 ISSN Volumen

2 Edtor Jorge Augusto Gamboa Mendoza (Insttuto Colombano de Antropología e Hstora) Comté Edtoral Dana Bonnett (Unversdad de los Andes, Colomba) Jame Borja (Unversdad de los Andes, Colomba) Stenar Sæther (Unversdad de Oslo, Noruega) Gullermo Sosa (Insttuto Colombano de Antropología e Hstora) Comté Asesor de esta edcón Mruna Achm (Unversdad Autónoma Metropoltana, Méxco), Tarcíso Botelho (Pontfíca Unversdad Católca de Mnas Geras, Brasl), Rosa Bustamante (Unversdad Poltécnca de Madrd, España), Susan Deeds (Northern Arzona Unversty, Estados Undos), Lucreca Enríquez (Pontfca Unversdad Católca de Chle), Iván Escamlla González (Unversdad Naconal Autónoma de Méxco), Antono Escobar (Cesas, Méxco), Rcardo Fagoaga (Unversdad de Calforna, Estados Undos), Mosés Gámez (El Colego de San Lus, Méxco), Margarta Gascón (Concet, Argentna), Francsco Herrera (Unversdad de Sevlla, España) Paul Lokken (Bryant Unversty, Estados Undos), Gullermo Nájera (Unversdad Autónoma de Morelos, Méxco), Davd Navarrete (Cesas, Méxco), Ivonne Neusette Argáez (Unversdad Naconal Autónoma de Méxco), Carlos Martínez Shaw (UNED-Madrd, España), Davd McCreery (Unversdad del Estado de Georga, Estados Undos), Slva Palomeque (Unversdad Naconal de Córdoba, Argentna), Juan Manuel Pérez (Cesas, Méxco), Mônca Rbero de Olvera (Unversdade Federal de Juz de Fora, Brasl), Adrana Rocher (Unversdad Autónoma de Campeche, Méxco), Estela Rosello (Unversdad Naconal Autónoma de Méxco), Renán Slva (Unversdad de los Andes, Colomba), Renée Soulodre-La France (Unversty of Western Ontaro, Canadá), Matlde Souto (Unversdad Autónoma de Méxco), Laura Vargas (Unversdad Pablo de Olavde, España), María Isabel Velásquez (Unversdad La Gran Colomba, Colomba), Alejandro Vera Agulera (Pontfca Unversdad Católca de Chle), Perla Zusman (Unversdad de Buenos Ares, Argentna) Asstente edtoral Edwn Muñoz R. Insttuto Colombano de Antropología e Hstora, 2010 Calle 12 Nº 2-41 Bogotá, Colomba Teléfonos (5 71) y , exts. 119 y 120. Fax (5 71) , ext. 144 Correo electrónco: revstafronteras@canh.gov.co Págna web: ISSN: Drector general Dego Herrera Gómez Coordnador del Grupo de Hstora Gullermo Sosa Abella Jefe de Publcacones Adrana Paola Forero Ospna Asstente de Publcacones Juan Gullermo Aras Marín Correccón de estlo Gustavo Patño Díaz Dseño y dagramacón Clauda Margarta Vélez G. Ilustracón de cuberta Lbro de Canto Llano. Archvo Parroqual de Monguí, Boyacá, Colomba. Fotografía de Dana Farley Rodríguez Muñoz. La revsta Fronteras de la Hstora está ncluda en los sguentes catálogos, drectoros especalzados y sstemas de ndexacón y resumen (Sres): Ctas Latnoamercanas en Cencas Socales y Humandades, Unversdad Naconal Autónoma de Méxco (Clase). Hspanc Amercan Perodcals Index (HAPI). Hstorcal Abstracts (HA). Índce Bblográfco Naconal-Publndex (IBN-Publndex) de Colcencas (Colomba), en categoría B. Internatonal Bblography of the Socal Scences (IBSS). Red de Revstas Centífcas de Amérca Latna, el Carbe, España y Portugal (Redalyc), de la Unversdad Autónoma del Estado de Méxco. Sstema regonal de nformacón en línea para revstas centífcas de Amérca Latna, el Carbe, España y Portugal (Latndex). Socologcal Abstracts (SA). La revsta Fronteras de la Hstora es una publcacón semestral edtada por el Insttuto Colombano de Antropología e Hstora (ICANH), cuyo objetvo es dfundr los resultados de nvestgacones recentes en hstora colonal latnoamercana y reflexones teórcas y metodológcas sobre el pasado. Aunque su eje temátco se centra en la hstora del perodo colonal, la revsta está aberta a las dscusones que artculen este perodo con problemátcas de los sglos XIX y XX desde una perspectva transdscplnar. Se autorza la reproduccón sn ánmo de lucro de los materales, ctando la fuente. Impreso por: rimprenta Naconal de Colomba Dagonal 22B No

3 Vo l u m e n 15-1 / 2010 C o n t e n d o A u t o re s 5 A r t í c u l o s Dana Farley Rodríguez: Y Dos se hzo músca : la conqusta muscal del Nuevo Reno de Granada. El caso de los pueblos de ndos de las provncas de Tunja y Santafé durante el sglo XVII Slva Hamu Sutton: Sentdos de la memora en las experencas de vda de los judazantes novohspanos durante el sglo XVII Francesco Panco y Claudo Garbay: Mazapl, Zacatecas, Méxco: un ejemplo de estructura agroganadera colonal ( ) Marcela Quroga Zuluaga: La encomenda entre los pueblos de la provnca paez en el sglo XVII Céla Nonata da Slva: Autordade mestça no Brasl: terrtóros de mando no sertão do São Francsco, século XVIII Rodolfo Agurre: Hstora socal de la Iglesa y la relgosdad novohspanas. Tendencas hstorográfcas Jane M. Rausch: Contnúa tenendo valdez el concepto de frontera para estudar la hstora de los Llanos en el sglo XXI? R e s e ñ a s Jorge Cañzares-Esguerra. Católcos y purtanos en la colonzacón de Amérca. Madrd: Marcal Pons, Por: Óscar Fernando López Meraz Lucreca Raquel Enríquez Agrazar. De colonal a naconal: la carrera eclesástca del clero secular chleno entre 1650 y Méxco: Insttuto Panamercano de Geografía e Hstora, Por: Laura Machuca Gallegos Enrqueta Quroz y Dana Bonnett (coordnadoras). Condcones de vda y de trabajo en la Amérca colonal: legslacón, práctcas laborales y sstemas salarales. Bogotá: Unversdad de los Andes, Por: Matlde Souto Mantecón John Lynch. San Martín. Argentne Solder, Amercan Hero. New Haven- London: Yale Unversty Press, Por: Gullermo Sosa Informacón para el envío de manuscrtos y suscrpcones

4 Vo l u m e 15-1 / 2010 C o n t e n t A u t h o r s 5 A r t c l e s Dana Farley Rodríguez: And God Became Musc : Muscal Conquest of the New Kngdom of Granada. The Case of Indan Towns n the Provnces of Tunja and Santafe n the 17th century Slva Hamu Sutton: Meanngs of Memory n the Lfe Experence of the Crypto-Jews of New Span n the 17th century Francesco Panco and Claudo Garbay: Mazapl, Zacatecas, Mexco: Example of a Colonal Agrcultural and Stockbreedng Structure ( ) Marcela Quroga Zuluaga: The Encomenda System n the vllages of the Paez Provnce n the 17th Century Céla Nonata da Slva: Mestzo Authorty n Brasl: Commandng Terrtores n São Francsco Regon, 18th Century Rodolfo Agurre: Socal Hstory of the Church and Relgosty n New Span. Hstorographcal Tendences. Jane M. Rausch: Does the concept of fronter stll have valdty for the study of the hstory of the Llanos n the 21st century? R e v e w s Jorge Cañzares-Esguerra. Católcos y purtanos en la colonzacón de Amérca. Madrd: Marcal Pons, By: Óscar Fernando López Meraz Lucreca Raquel Enríquez Agrazar. De colonal a naconal: la carrera eclesástca del clero secular chleno entre 1650 y Méxco: Insttuto Panamercano de Geografía e Hstora, By: Laura Machuca Gallegos Enrqueta Quroz y Dana Bonnett (coordnadoras). Condcones de vda y de trabajo en la Amérca colonal: legslacón, práctcas laborales y sstemas salarales. Bogotá: Unversdad de los Andes, By: Matlde Souto Mantecón John Lynch. San Martín. Argentne Solder, Amercan Hero. New Haven-London: Yale Unversty Press, By: Gullermo Sosa Informaton on subscrptons and on submttng manuscrpts

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7 Rodolfo Agurre Doctor en hstora. Investgador ttular del Insttuto de Investgacones sobre la Unversdad y la Educacón de la Unversdad Naconal Autónoma de Méxco y profesor de la Facultad de Flosofía y Letras en la msma unversdad. Sus líneas de nvestgacón son la hstora socal y polítca de la Iglesa de la Nueva España y la hstora de la Real Unversdad de Méxco. Entre sus últmas publcacones se encuentran Los ndos, el sacerdoco y la unversdad en Nueva España. Sglos XVI-XVIII (Méxco: CESU-Plaza y Valdés, 2006), en coautoría con Margarta Menegus; coordnador de La Iglesa hspanoamercana: de la colona a la repúblca (Méxco: Isue-Plaza y Valdés-Pontfca Unversdad Católca de Chle, 2008), junto con Lucreca Enríquez, y de Voces de la clerecía novohspana. Documentos hstórcos y reflexones sobre el Méxco colonal (Méxco: IISUE, 2009), junto con Letca Pérez Puente. Claudo Garbay Doctor en antropología por el Centro de Investgacones y Estudos Superores en Antropología Socal (Cesas). Investgador del Centro de Investgacón de Geografía Ambental (CIGA) de la Unversdad Naconal Autónoma de Méxco. Especalsta en el ámbto de las socedades campesnas y terrtoraldad cultural; actualmente estuda los conflctos entre corporacones mneras globales y comundades campesnas. Entre sus publcacones destacan el lbro Comunalsmos y lberalsmos campesnos (2008), y los artículos Goldcorp y la recprocdad negatva en el pasaje mnero de Mezcala, en Desacatos (núm. 30, 2009), y Pasajes de acumulacón mnera por desposesón campesna en el Méxco actual, en Ecología polítca de la mnería en Méxco, UNAM, Autores 7 Vol / 2010 r pp r Fronteras de l a Hstora Slva Hamu Sutton Lcencada en lteratura latnoamercana (1997) con mencón honorífca en la Unversdad Iberoamercana. Realzó estudos de maestría (2003) y doctorado (2006) en lteratura comparada en la Unversdad Naconal Autónoma de Méxco, tambén con mencón honorífca.

8 8 Vol / 2010 r pp r Fronteras de l a Hstora Autores En la actualdad trabaja como docente en las unversdades menconadas. Entre sus lbros más recentes se encuentran Cantos judeo-españoles: Smbología poétca y vsón del mundo (2008) e Interpretacones lteraras como apertura haca el unverso del otro (2009). Es responsable de la línea de nvestgacón Oraldad, tradcón y cultura popular, de la Unversdad Iberoamercana, con vnculacón a la UNAM Fes-Acatlán. En el 2009 le fue otorgado el Premo Rabno Jacobo Goldberg por su artículo: Identfcadores de los judazantes y la resgnfcacón de sus rtuales en el contexto novohspano, publcado Fronteras (núm. 12, 2007). Francesco Panco Doctor en hstora y estudos regonales por la Unversdad Veracruzana. Actualmente trabaja como nvestgador (estanca posdoctoral) en el Centro de Investgacones en Geografía Ambental (CIGA) de la Unversdad Naconal Autónoma de Méxco (sede Morela, Mchoacán). Partcpa en el proyecto Modelamento del pasaje soco-cultural de la comundades locales en los enclaves mneros de Goldcorp en Méxco, fnancado por el Programa de Apoyo a Proyectos de Investgacón e Innovacón Tecnológca. Marcela Quroga Zuluaga Antropóloga de la Unversdad Naconal de Colomba (Bogotá), maestra en antropología socal y etnología de la Escuela de Altos Estudos en Cencas Socales (Franca), doctora en hstora y cvlzacón por la msma nsttucón. Entre sus publcacones recentes se encuentran: Las undades socopolítcas musca en el sglo XVI en: Los muscas en los sglos XVI y XVII: Mradas desde la arqueología, la antropología y la hstora, Unversdad de los Andes (2008). Actualmente, las áreas de nvestgacón de su nterés se nscrben en el campo de la etnohstora; en especal en lo referente a las formas de organzacón socopolítca de los pueblos ndígenas al momento de la Conqusta y sus dnámcas de transformacón bajo la domnacón colonal.

9 Jane M. Rausch Especalsta en hstora de Colomba y en el estudo comparado de las regones fronterzas. Profesora del Departamento de Hstora de la Unversdad de Massachussets-Amherst desde Autora de ocho lbros con traduccón al español, entre los que se cuentan: Una frontera de la sabana tropcal: Los Llanos de Colomba (1994), La frontera de los Llanos en la hstora colombana: (1999) y Colomba: el goberno terrtoral y la regón fronterza de los Llanos (2003). Ha escrto más de una ventena de artículos publcados en revstas como Latn Amercan Research Revew y Boletín Amercansta. Su ensayo Forgotten Comuneros: The 1781 Revolt n the Llanos of Casanare, en Hspanc Amercan Hstorcal Revew (61), recbó el premo Conference on Latn Amercan Hstory Robertson como mejor artículo publcado en HAHR en Su más recente lbro es From Fronter to Metropols: A Hstory of Vllavcenco, Colomba, from 1842 to the Present. Autores 9 Vol / 2010 r pp r Fronteras de l a Hstora Dana Farley Rodríguez Hstoradora de la Unversdad Naconal de Colomba. Ha estado vnculada a la docenca, la nvestgacón, la paleografía y la archvístca. Ha hecho parte de varas nvestgacones de hstora colonal. Actualmente, partcpa en el proyecto Recuperacón y organzacón del Archvo de la Catedral de Bogotá. Integrante del Grupo de Hstora de la Medcna y de la Salud de la Unversdad Naconal de Colomba e nvestgadora asstente del proyecto Hstora de la Medcna en Colomba. En el campo de la músca, hace parte de la Schola Gregorana de Bogotá, únca agrupacón del país especalzada en la nterpretacón hstórca de este repertoro y ha partcpado, en el 2009 y el 2010, en el proyecto Músca antgua para nuestro Tempo, Colomba-Schola Cantorum Baslenss. Céla Nonata da Slva Lcencada en hstora, maestra en hstóra das relações de domnação y doctora en hstora de las culturas polítcas por la Unversdad Federal de Mnas Geras. Actualmente es profesora adjunta de la Unversdad

10 Vol / 2010 r pp r Fronteras de l a Hstora 10 Autores Federal de Alagoas, donde enseña hstora moderna y contemporánea. Coordnadora del Grupo de Investgacón Fronteras e Confltos. Sus ntereses nvestgatvos se encuentran en el área de Brasl colonal y formacón de poder local. Ha realzado trabajos y proyectos en curso sobre conflctos de terras en el perodo republcano de Brasl. Partcpó como nvestgadora del IICA/NEAD en el proyecto de nvestgacón O Pensamento Católco e a Questão Agrara no Brasl. Ha publcado, entre otros, el lbro Terrtóros de Mando: Bandtsmo em Mnas Geras, século XVIII (Belo Horzonte: Crsalda, 2007).

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13 Y Dos se hzo músca : la conqusta muscal del Nuevo Reno de Granada. El caso de los pueblos de ndos de las provncas de Tunja y Santafé durante el sglo XVII Dana Farley Rodríguez Unversdad Naconal de Colomba r tza80@yahoo.com Resumen Este artículo ndaga sobre el proceso de conqusta muscal de los pueblos de ndos de las provncas de Tunja y Santafé, en el Nuevo Reno de Granada, durante el sglo XVII. Se analza, partcularmente, la aplcacón de la músca como método de evangelzacón de la poblacón natva; por ello se aborda la práctca muscal como un fenómeno sonoro ubcado en el marco de las relacones socales dentro de las que surgó y se desarrolló. Se presenta un análss en dos dmensones: en prmer lugar, se reconstruyen las dnámcas de dfusón de la músca y, en segundo lugar, se presentan los efectos socales dervados de su práctca. Palabras clave: Nuevo Reno de Granada, músca, Iglesa católca, pueblos de ndos, r evangelzacón, sglo XVII. Abstract Ths artcle nvestgates about the process of muscal conquest of the Indan towns of the provnces of Tunja and Santafé n Nuevo Reno de Granada durng the 17th Century. It analyzes partcularly the use of musc as a method of evangelzaton of the natve people. For ths reason t approaches the muscal practce as a sound phenomenon located wthn the framework of the socal relatonshps n whch t emerged and developed. Therefore, t presents an analyss of two dmensons: frst, t reconstructs the dffuson dynamcs of musc and second, t presents the socals effects derved from muscal practce. Key words: Nuevo Reno de Granada, musc, Catholc Church, Indan towns, evangelzaton, 17th Century.

14 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 14 Dana Farley Rodríguez r I ntroduccón En una ocasón, leyendo la Hstora de la Provnca de la Compañía de Jesús del Nuevo Reno de Granada en la Amérca, escrta por el cronsta Joseph Cassan ( ), encontré en sus págnas varas referencas acerca de la enseñanza muscal que mparteron los padres de la Compañía en las doctrnas de la Provnca de Santafé que estaban a su cargo. El cronsta narra que en los pueblos de Fontbón y Cajcá, en las prmeras décadas del sglo XVII, los ndos nterpretaban háblmente la músca del servco relgoso. No sólo eran muy buenos cantores, sno que además tocaban nstrumentos muscales de la tradcón muscal europea y hasta tenían conocmentos de solfeo. Cassan sugería, ncluso, que en las menconadas doctrnas los msoneros habían fundado escuelas de músca que permanecían llenas de ndígenas todo el día (507). Estos relatos me pareceron fascnantes, pero generaron muchas preguntas. Pensar que exstían concurrdas escuelas de músca en espacos donde el nterés prmordal era explotar y controlar a la poblacón natva me produjo certa confusón; por eso, saléndome un poco de los relatos fantasosos de las cróncas, me preguntaba cómo habría sdo ese proceso de conqusta muscal en los pueblos de ndos. Al leer las fuentes secundaras corroboré que este tema aún estaba por trabajar y que, a pesar de lo que sugerían algunos autores, había mucho por hacer 1. Incé entonces una exhaustva nvestgacón de fuentes de archvo y, aunque ncalmente la búsqueda fue dspendosa y poco prometedora, poco a poco fueron aparecendo documentos r 1 En algunos trabajos de hstora de la músca en Colomba, de los años cncuenta y setenta, se exponía que la músca fue utlzada en los pueblos y doctrnas como método de evangelzacón, que los ndígenas aprenderon a nterpretar repertoro muscal del culto crstano occdental y que dedcarse a esa actvdad les reportaba certos prvlegos (véanse, por ejemplo, Pardo Tovar y Perdomo Escobar). En la década de los noventa, estos planteamentos fueron confrmados de nuevo, pero ahora a la luz de algunas fuentes prmaras y de nuevos enfoques (véanse los trabajos de Egberto Bermúdez que se ctan en la bblografía).

15 Y Dos se hzo músca valosísmos que me permteron aventurarme a proponer las hpótess que se presentan en este artículo. De este modo, el prncpal objetvo de esta nvestgacón es comprender y plantear cómo se desarrolló el proceso de conqusta muscal en los pueblos de ndos de las provncas de Tunja y Santafé, en el Nuevo Reno de Granada durante el sglo XVII. Para ello se presenta un análss en dos dmensones. En prmer lugar, se plantean algunas hpótess acerca de la práctca muscal en sí y, en segundo lugar, los efectos socales dervados de ella. Sguendo esta dea, este artículo se dvde en dos partes. En la prmera, ttulada La empresa de conqusta muscal se establece cómo llegó la músca a los pueblos de ndos y por qué era tan mportante para los doctrneros su enseñanza, tambén se hace una aproxmacón a los elementos más mportantes de la enseñanza muscal: quénes eran los maestros, quénes los alumnos, qué se enseñaba, etc. En la segunda parte se señalan los efectos socales que tuvo la músca en los pueblos de ndos. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 15 rla empresa de conqusta muscal A lo largo del sglo XVI, y más claramente en el XVII, en el Nuevo Reno de Granada (al gual que en cas toda Hspanoamérca), los procesos de evangelzacón y aculturacón fueron posbles en gran medda a través de la crstanzacón de las costumbres, entendda ésta como la mposcón de nuevos espacos y relacones socales, de una nueva vsón del tempo y, desde luego, de nuevas creencas, devocones y rtuales. Los pueblos de ndos se convrteron en espacos donde los relgosos entraban en contacto con los ndígenas, para vglarlos y formarlos en doctrna, regularlos y moldear su comportamento e ntroducrlos en un nuevo mundo relgoso y cultural: el de los colonzadores. Esto llevó gradualmente al surgmento de nuevas relacones socales teñdas de certo

16 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 16 Dana Farley Rodríguez matz conflctvo, nequtatvo y complejo. Las órdenes relgosas ponían en práctca dferentes métodos para favorecer la evangelzacón de la poblacón natva. Así, la músca se nscrbó dentro del ambcoso proyecto de conqusta esprtual del Nuevo Mundo; por lo tanto, debe ser analzada en este contexto. La prmera pregunta que me nteresa abordar es por qué era tan mportante para los doctrneros enseñar músca a los ndígenas? La respuesta nos la dan los documentos de archvo. En 1611, el padre Joseph Dadey (c ), de la Compañía de Jesús, cura doctrnero de Dutama (pueblo de ndos de la provnca de Tunja), declaró: Para el ben sprtual de los yndos y para que dexen sus vanas superstcones e dolatras es de mucha mportanca que aya en sus pueblos musca y se celebren los dvnos ofcos con la solemndad y decoro que acostumbra nuestra santa glesa. (AGN, 20, f. 365r.) 2 Este documento, como la gran mayoría de los consultados en esta nvestgacón, hace hncapé en dos razones fundamentales que justfcaban el establecmento de la músca en los pueblos de ndos. Por una parte, favorecer el proceso de crstanzacón de los naturales. Por la otra, solemnzar el culto dvno, como era costumbre de la Iglesa, un aspecto en cuya mportanca se nsstía sempre y sn excepcón. De hecho, se consderaba que la solemndad y el esplendor de las celebracones relgosas eran elementos mpactantes y efcaces en la transmsón de la doctrna crstana, a mayor solemndad mayor atraccón de los ndígenas al crstansmo. En este sentdo, son muy dcentes las palabras del padre Joseph de Amaya, doctrnero de Tabo, en 1659: [ ] dgo que por no tener la yglesa del dcho pueblo cantores se celebraba el culto dvno con grande ndecenca y desconsuelo de los naturales de que resulta que muchos de ellos ordnaramente se ban los das festvos a otra de aquella comarca donde ay musca. (AGN, HE 10, f. 297) r 2 Todas las ctas de fuentes prmaras se presentan en transcrpcón lteral modernzada.

17 Y Dos se hzo músca Para soluconar el problema de la ausenca de los ndos, el cura llevó a costa suya un maestro de músca para formar a un grupo de jóvenes para que se celebrase el culto dvno con toda decenca. En efecto, esta medda do solucón al problema: avendolo hecho as y estando destros y crecdo la devocón en los yndos de suerte que oy no faltan en nnguna festvdad (AGN, HE 10, f. 297). Entonces, los relgosos detectaron rápdamente que el culto solemnzado por medo de la músca tenía efectos en la poblacón. Dadey concluía, para el caso de Dutama, que se perpetuará en el dcho pueblo la musca y con ella los buenos efectos que se han comenzado a expermentar de avvarse la fe y crstandad en los ndos (AGN, FI 20, f. 371r.). Sn embargo, para celebrar el Culto Dvno con la solemndad acostumbrada por la Iglesa y para favorecer la conversón de los ndígenas no eran sufcentes las ncatvas de los doctrneros; fue necesaro que las autordades cvles y eclesástcas dspuseran normas que garantzaran el cumplmento de estos objetvos y que, además, ampararan a los ndígenas que se dedcarían al ejercco de la músca. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 17 U n punto de partda: el Sínodo de 1606 A fn de reorganzar el proceso de evangelzacón, que parecía no haber avanzado mucho hasta ese momento, el arzobspo Bartolomé Lobo Guerrero ( ) celebró el segundo sínodo del Nuevo Reno de Granada en Pero, por qué era necesaro convocar a un nuevo sínodo? Según Lobo Guerrero: En atencón al lamentable estado que toda esta terra tene en lo esprtual, ass en lo que toca a los españoles por los muchos vcos y olvdo de Dos Nuestro Señor en que vven muchos, como en los yndos por el poco conocmento r 3 El prmer sínodo fue celebrado por el arzobspo fray Juan de los Barros, en Véase Romero.

18 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 18 Dana Farley Rodríguez que del msmo señor y de su evangelo tenen, estando los mas dellos tan ydolatras y cegos con los errores antguos, como antes que hubera llegado a estas partes la luz de nuestra sancta fe. (Consttucones 154) Para soluconar ese problema, Lobo Guerrero decdó adaptar al Nuevo Reno los decretos del Tercer Conclo Lmense, celebrado en Incluso, el catecsmo que se propuso aplcar en el Nuevo Reno fue el msmo establecdo por aquel conclo: La doctrna que se enseñará en todo este nuestro arzobspado ass en las glesas como en las escuelas de españoles, será la aprobada por el conclo lmense, que va puesta en este sumaro con su catecsmo (Consttucones 156) 4. El Conclo Lmense recomendaba la enseñanza de músca a la poblacón natva: No descuden de nngún modo el estudo de la músca entre ellos ndígenas ya sea ponendo cantores o usando músca de flautas u otros nstrumentos (Ls 54). Así es como, dentro del nuevo espírtu de las Consttucones Snodales de 1606, se formuló el capítulo 11 en el que se establecó lo sguente: En cada pueblo se reserven ses ndos de servco personal para cantores y el maestro, de la demora [ ] Y todos los curas de los ndos procuren con toda brevedad y cudado que algunos muchachos de la doctrna deprendan a cantar para ofcar la msa y servr la glesa. (Lobo 168) Este capítulo del sínodo no sólo contene la legslacón más temprana sobre el establecmento de la músca en los pueblos de ndos en la Nueva Granada, sno que, además, fue un punto fundamental de partda en dcho proceso. Ahora ben, no sólo se dctó legslacón eclesástca, en 1618 se promulgó la ley sexta, título tercero del lbro sexto de la Recoplacón de leyes de los renos de las Indas. Esa ley ordenaba que: r 4 Lobo Guerrero nsstó, además, en que a los ndígenas se les debía enseñar la doctrna en su lengua. Los doctrneros que no la conocían fueron retrados y quenes aspraran a serlo debían presentar examen de la lengua.

19 Y Dos se hzo músca En todos los pueblos que pasaren de cen ndos, haya dos, o tres cantores, y en cada Reduccón un sacrstán, que tenga cudado de guardar los ornamentos, y barrer la glesa, todos los cuales sean lbres de tasa, y servcos personales. (211) El decreto snodal de 1606 y la ley sobre cantores de la Recoplacón de leyes estuveron vgentes a lo largo de todo el sglo XVII y se ordenó su cumplmento por medo de autos y mandamentos emtdos por parte de la Real Audenca de Santafé. De este modo, a partr de la legslacón establecda en las prmeras décadas del sglo XVII, se sentaron las bases sobre las que los curas doctrneros empezaron su msón de conqusta muscal. El panorama sonoro de los pueblos se vo completamente transformado: a los sondos de las campanas que marcaban un nuevo rtmo de vda y una nueva concepcón del tempo, se uneron los sondos de los cantos e nstrumentos de la tradcón muscal europea. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 19 L a dfusón de la músca e n las prmeras décadas del sglo XVII La legslacón no aclaraba cómo se debía mpartr la enseñanza muscal a los ndígenas. Sólo hacía referenca a la desgnacón de un grupo de ndígenas cantores y a sus prebendas. Cómo se desarrolló el proceso de su formacón? A cargo de quén estaba? Cuánto tempo debía durar? Dónde se llevarían a cabo las clases? Qué se enseñaría? S ben los documentos no responden específcamente algunos de estos nterrogantes, sí permten plantear certas hpótess que abordo a contnuacón. Lo prmero que nteresa ndcar es que a partr de la nformacón que brndan las fuentes de archvo, y de su análss, se puede nferr que el proceso de dfusón muscal en los pueblos de ndos se desarrolló en dos etapas. En la prmera, los doctrneros se desempeñaron como maestros de músca; pero, aproxmadamente, a partr de la cuarta década del sglo XVII, en algunos pueblos ya exstía un grupo de ndos múscos quenes empezaron a dfundr los conocmentos que habían recbdo de los evangelzadores. Este cambo marca el comenzo de la segunda etapa, cuya prncpal

20 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 20 Dana Farley Rodríguez característca fue que los ndos múscos se desempeñaron como maestros dentro de sus msmos pueblos. En esta etapa se evdenca cuán actva fue la partcpacón de los ndígenas en el proceso de conqusta muscal y cómo, a fnes del sglo XVII, la músca pasó de ser una agenca de evangelzacón mpuesta para convertrse en una práctca de la cual se había apropado la poblacón natva. Los msoneros maestros de músca Así escrbía Cassan en su Hstora de la Provnca de la Compañía de Jesús: En ndas, los msoneros deben ser maestros de obras, de musca, de organo y otras habldades (507). En efecto, durante las prmeras décadas del sglo XVII la enseñanza de la músca en los pueblos de ndos estuvo en manos de los curas doctrneros. Los poneros fueron los jesutas, quenes contaban con msoneros múscos: Juan Bautsta Colluchn ( ), Joseph Dadey (c ) y Joseph Hurtado ( ), todos doctrneros en dstntos momentos de Cajcá, Fontbón y Dutama, tres de las doctrnas más mportantes de la Compañía en las provncas de Santafé y Tunja. De gual manera se empezó a proceder en las doctrnas que estaban a cargo de las órdenes de San Francsco y San Agustín. A quenes enseñar?: los ojos puestos sobre los muchachos más hábles Los curas doctrneros procedían a escoger a los nños y muchachos más hábles y les enseñaban músca hasta que llegaban a la edad adulta, en la que empezaban a trbutar. De ese grupo salían los múscos ofcales que ban a estar al servco de la Iglesa, desempeñando su ofco en las msas y festas, especalmente. Entonces, los ndos múscos ncaban su formacón a temprana edad y cuando llegaban a la edad adulta, se acogían al amparo que la legslacón les brndaba para poder desarrollar su ofco, en muchos casos durante el resto de su vda. En varos casos, los cantores ndcaban llevar muchos años srvendo en su ofco. En Cómbta, en 1635, se declaró que Laurean, cantor

21 Y Dos se hzo músca del pueblo, ejercía ese ofco desde hacía vente años (AGN, VB 14, f. 824r.). En Fontbón, en 1639, el doctrnero Joseph Hurtado declaró que los cantores llevaban en su ofco 27 años (AGN, VC 12, f. 961r.). Quzá uno de los casos que más llaman la atencón es el de Mateo, ndo del pueblo de Turmequé, quen en 1659 declaraba que desde que tuvo nueve años, le comenzaron a enseñar canto [ ] y desde entonces hasta ahora que tene quarenta y sete a servdo en la glesa (AGN, CI 10, ff ). Escuelas de músca Lo más probable es que en los msmos lugares donde se enseñaba la doctrna, a leer y escrbr, los nños y muchachos hayan aprenddo músca 5. En 1611, el padre Dadey, doctrnero de Dutama, declaró que había establecdo allí una escuela en la que se enseñaba músca de voces e nstrumentos a los muchachos más hábles (AGN, FI 20, f. 366) 6. De gual manera, tenemos nformacón sobre la exstenca de una escuela de músca en el pueblo de Monguí (AGN, CI 6, f. 504). La exstenca de escuelas de músca en el sglo XVII refleja la ntencón de los curas doctrneros de enseñar músca de manera más sstemátca y organzada. Con ese propósto, se enseñó músca a un grupo selecconado de ndos, y se desgnó un tempo y un espaco partculares para ello 7. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 21 r 5 Refréndose a la educacón en los pueblos de ndos, el sínodo de 1606 mandaba a los curas de ndos que se dspusera una ramada cómoda para que srvera de escuela para los nños. Lobo (Consttucones snodales, 177). 6 Al parecer, en Fontbón y Cajcá tambén se habían fundado escuelas, pero hasta ahora no se ha corroborado esta nformacón en las fuentes prmaras. 7 En trabajos recentes, como el de Geoffrey Baker, se evdenca la creacón de escuelas de músca en los pueblos de ndos de Cuzco.

22 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 22 Dana Farley Rodríguez Qué enseñar?: la tradcón muscal crstana en los pueblos de ndos Como ya se ha menconado, báscamente en los pueblos de ndos se dfundó músca vocal e nstrumental para el servco relgoso. En cuanto a la músca vocal, parecera que los doctrneros huberan aplcado la máxma de san Agustín: qu cantat, bs orat (quen canta, ora dos veces). Desde las prmeras décadas del sglo se formaron ndígenas cantores, capaces de nterpretar la músca ltúrgca en sus formas de canto llano y canto de órgano 8. Así msmo, dentro de las glesas se dspuso todo lo necesaro para la práctca muscal. No es gratuto que uno de los espacos más sgnfcatvos dentro de las glesas doctrneras fuera el coro. Tambén se adqureron facstoles 9 y lbros de canto. En 1639 el pueblo de Cómbta, doctrna francscana, contaba con un grupo de cantores ntegrado por Juan cantor, Lus cantor, Marcos cantor y Lorenzo [ ] y mas dos tples 10 Lazaro y Smon (AGN, VB 14, ff ). Además, la glesa contaba con un atrl grande del facstol y dos lbros de canto de órgano (AGN, VB14, f. 826r.). En 1619, el arzobspo Fernando Aras de Ugarte realzó una vsta al pueblo de Fontbón. Su vsta fue solemnzada por medo del canto: [ ] fue al altar mayor donde vstó el sagraro hallandolo muy lmpo y con toda desenca y el sanctssmo sacramento en mu buena custoda y mostrandolo al pueblo cantando Tantum ergo [ ] vno en proceson a la pla cantando los cantores la Antphona scut serbos [ ] y tomado de la sancta crsma bolvo al altar mayor cantando el Thedeum laudamo. (APF. Lbro de bautsmos f. 184r.) r 8 Con la expresón canto llano se desgnaba propamente el canto monódco (desarrollado en una sola línea melódca). Por otro lado, la expresón canto de órgano se empleaba, durante el Renacmento, para desgnar el canto de varedad, o dversdad de puntos, de señales y de bozes (Bermudo, lbro 3, f. 48). Actualmente esta expresón suele equpararse con la de músca polfónca. 9 El facstol era un atrl de gran tamaño donde se ponían los lbros corales. En Bogotá, se conservan dos facstoles del período colonal, el de la Catedral y el de la Iglesa de San Francsco. 10 Con el térmno tple se desgnaba la voz más aguda dentro del regstro vocal.

23 Y Dos se hzo músca Vemos que los ndos de Fontbón cantaban antífonas 11. Se ctan especalmente la Scut cervus, entonada por los cantores, y la Tantum Ergo así como tambén el hmno Tedeum Laudamus, entonados por el cura vstador. Unos pocos años después, en 1625, la vsta de Jerónmo de Tolosa tambén fue solemnzada por medo del canto: [ ] el padre Joseph Hurtado que al presente es cura dotrnero de este pueblo y uno de los dchos padres revesto con capa y en la puerta de la glesa recbó con palo al dcho padre vstador e yncensandose con la antphona Ecce sacerdos a canto de órgano. (APF. Lbro de bautsmos f. 185r.) En algunos pueblos aún se conservan lbros de coro. El únco al que se tuvo acceso en esta nvestgacón fue a un Lbro de canto llano que reposa en la glesa de Monguí (APM) 12. El lbro fue mpreso en Madrd, en Podemos aventurarnos a proponer que este lbro fue empleado no sólo en la músca ltúrgca dentro del convento francscano de dcho pueblo, sno tambén en la escuela de músca para ndos que allí se establecó (véase Fgura 1). Además de la músca vocal, en los pueblos de ndos se dfundó la músca nstrumental. Dentro de los nstrumentos de uso ltúrgco los más mportantes fueron el órgano y los nstrumentos de vento: chrmías, bajones, sacabuches y trompetas 14. En los pueblos de ndos del Nuevo Reno r 11 Dentro de la músca ltúrgca, la antífona es una peza (generalmente de texto bíblco) que se canta antes de los versículos de un cántco, hmno o salmo y después de éstos. 12 Aunque algunos autores hacen referenca a los lbros de canto de Tópaga, en nuestra vsta a dcho pueblo no nos deron razón de ellos. 13 En una de las págnas nterores aparece la referenca: Matrt. Apud Ioannem Flandrum, deducmos entonces que este lbro fue mpreso en Madrd por Juan Flandro, quen tambén mprmó obras de mportantes múscos pennsulares, como Tomás Lus de Vctora. 14 La chrmía es un nstrumento de vento de doble lengüeta, elaborado en madera. Se construía en dstntos tamaños, según el regstro deseado. Los muscólogos y organólogos la consderan el antecesor del oboe. Su uso estuvo muy extenddo en Europa y en España especalmente. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 23

24 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 24 Dana Farley Rodríguez Fgura 1. Interor de un Lbro de canto llano Fuente: APM, Lbro de canto llano. Fotografía de la autora. efectvamente hubo órganos y, en consecuenca, ndos organstas. En Fontbón, en la vsta menconada de 1625, se relaconaba un órgano que junto con las chrmías acompañaba la músca vocal (APF. Lbro de bautsmos 185r.). En Monguí, en 1659, los ndos habían reundo dnero y habían comprado un órgano para acompañar las festvdades de Nuestra Señora de Belén. Tenían además múscos de órgano. Según el protector de los naturales, la presenca del órgano hacía que aumentaran la fe y la devocón en quenes asstían a las novenas que se hacían en honor de la magen: rdurante el Renacmento fue utlzado para doblar voces en pezas vocales polfóncas tanto ltúrgcas como profanas y para solemnzar actos relgosos y cvles. El bajón tambén es un nstrumento de vento de doble lengüeta, elaborado en madera. De sondo grave, se usaba para doblar voces en pezas polfóncas. Es consderado el antecesor del fagot. Fue amplamente dfunddo en Europa, en la Península y, posterormente, en las colonas amercanas. El sacabuche es un nstrumento de vento elaborado en metal. Es consderado el antecesor del trombón. Su uso fue más común en la músca cortesana y festva, aunque tambén se usó para doblar voces en pezas ltúrgcas. En Amérca tambén se nterpretaba en celebracones relgosas fuera de las glesas, al gual que las trompetas y los nstrumentos de percusón. Dentro de la tradcón muscal española, los ntérpretes de nstrumentos de vento eran llamados mnstrles. Sn embargo, en la documentacón consultada no se ha encontrado este térmno.

25 Y Dos se hzo músca [ ] avan comprado un organo a su costa que vale duzentos cnquenta patacones que juntaron todos los ndos de el, todo con fn de que se celebrase el culto dvno con la desenca que se debe y en partcular las festvdades de una santa magen, cuya advocacón es nuestra señora de belen tan devota y mlagrosa que muchas personas españoles del partdo de tunja y vlla de leba contnuavan el r a novenas a este pueblo y todo aquel valle con que creca la fe y devocón en los naturales. (AGN, CI 6, f.504r.) En Bosa (doctrna francscana), en 1684, tenían un órgano, un ndo que lo tocaba y otros que parecían estar aprendendo: Por cuanto la yglesa de dcho pueblo tene un organo nuevo y se alla en el un yndo que save tocarlo y muchos aplcados para el efecto medante a ser En Benefco y aumento del culto dvno [ ]. (AGN, T 13, f. 22r.) Dentro de los nstrumentos que tuveron mayor acogda en los pueblos de ndos encontramos las chrmías. Son numerosas las alusones que los documentos hacen a ellas. Veamos un ejemplo. En 1633, don Juan, cacque de Chocontá, declaró en su testamento que tenía dos trompetas y un terno (conjunto) de chrmías que había traído desde Santafé, para que las comprara su pueblo: declaro que estan en m poder un terno entero de chrmías que traje de santafe para que el pueblo las comprara y no a tendo efecto y yo pagué de ellas ducentos patacones (AGN, TC 5, f. 730v.). Seguramente, tempo después, la compra se hzo efectva, pues en un nventaro de benes de la Iglesa de 1639 se relaconan: un atrl en que se canta, una trompeta y unas chrmías que es terno entero (AGN, M 8, f. 759). Con los nstrumentos de vento se formaron unas agrupacones que podríamos asemejar a las bandas. Ese fue el caso de los múscos de la Iglesa de Cómbta, que no sólo eran naturales de otros pueblos, sno que tocaban dstntos nstrumentos. Pedro acudía desde Motavta a tocar sacabuche, y Laurean (que tambén era cantor) acudía desde Suta a tocar la chrmía (AGN, VB 14, f. 826r.). Fnalmente, se usaban otros nstrumentos que se tocaban fuera de la glesa para solemnzar festas relgosas o actos cvles de gran mportanca, Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 25

26 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 26 Dana Farley Rodríguez por ejemplo, las vstas. Tal es el caso de las trompetas y los atabales 15. Por ejemplo, en 1625, el vstador Jerónmo de Tolosa fue recbdo en Fontbón por un grupo de ndos que con estandartes, trompetas y atabales lo esperaban en el camellón y en procesón lo acompañaron hasta la puerta de la glesa (APF, Lbro de bautsmos f. 183). D e la mposcón a la apro p a c ó n Como ya se ndcó, durante la fase ncal de conqusta muscal, los curas doctrneros se desempeñaron como maestros. Transcurrdo un tempo, los ndos múscos que habían sdo formados drectamente por los relgosos, y que ya contaban con la capactacón y la experenca sufcentes, se convrteron en maestros, un hecho que sólo se evdenca a la luz de los documentos de archvo. Una de las razones que podrían explcar este fenómeno es que los doctrneros no permanecían en un solo lugar, sno que desempeñaban su msón en dstntos stos. S ben los ndos múscos a veces debían desplazarse a otras localdades, por lo regular permanecían cumplendo sus oblgacones en las glesas de sus pueblos. Así, muchas responsabldades que correspondían a los doctrneros pasaron a un grupo mnortaro de ndígenas. Como veremos a contnuacón, algunos documentos ndcan que, además de hacer las veces de maestros de músca, los ndos cantores tambén enseñaban a leer a los nños y a los muchachos de la doctrna. En la vsta efectuada por Juan de Valcárcel a los pueblos de Suta, Chqunqurá y sus anexos (en 1635) se encuentra una solctud de reserva de servcos, presentada por el protector de los naturales, a favor de Andrés, ndo del pueblo. Veamos cuáles eran las razones para tal solctud: r 15 Los atabales eran una espece de tambores clíndrcos comúnmente hechos en cobre y tocados con dos pequeñas baquetas. Su carácter era de tpo guerrero.

27 Y Dos se hzo músca [ ] como es notoro sabe canto de organo y toca chrmías y ayuda en la glesa a celebrar el culto dvno y de presente está enseñando en este pueblo de raqura a ocho muchachos a leer y cantar canto de organo y a tocar y que su cacque y captanes lo preten poner por carta para que srba a lo qual no se a de dar lugar. (AGN, VB10 f. 436) Así msmo, en 1643, en Boavta, pueblo de la Provnca de Tunja, el protector pdó la reserva de trbutos para Pedro, sacrstán y cantor de la glesa, aducendo que, además, enseñaba a leer y cantar a los muchachos: [ ] es mu necesaro el dcho yndo para el dcho mnstero por saber el canto y ser muy abl para ofcar la msa y demas cosas que se ofrecen en la dcha glesa y que fuera de eso se ocupa en enseñar a leer y cantar a los muchachos. (AGN, T 19, f. 332) Tenemos conocmento de casos smlares en otros pueblos 16. Incluso, había ocasones en que los ndos múscos que enseñaban a otros recbían el calfcatvo de maestros o eran tratados con el título de don, comúnmente reservado a los cacques, captanes y otros membros de la élte ndígena. Ese fue el caso de don Juan, sacrstán, cantor y maestro de músca del pueblo de Tnjacá, en 1678 (AGN, CI 48, f. 711). Ahora ben, los ndos no sólo se responsablzaron de la enseñanza muscal sno tambén de la adquscón de nstrumentos, cabe referrse en este punto de nuevo al caso de Monguí, donde el órgano de la glesa lo habían comprado los msmos ndos: [ ] ava En dcho pueblo cuatro cantores y chrmías tan destros en el canto y en tocarlas que avan comprado un organo a su costa que vale duzentos cnquenta patacones que juntaron todos los ndos de el, todo con fn de que se celebrase el culto dvno con la desenca que se debe [ ](AGN, CI 48, f. 504r.). El caso de Monguí es muy especal. Este pueblo contaba con un grupo consoldado de ndos múscos que, a su vez, eran maestros, con r 16 Por ejemplo, en el pueblo de Cernza, en 1639, había cuatro cantores que adestraban a otros para el msmo efecto (AGN, T 21, f. 553r.). Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 27

28 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 28 Dana Farley Rodríguez nstrumentos muscales adqurdos por ellos msmos y con una escuela de músca. Todo ello aplcado a la solemnzacón de las msas y de las festvdades que se organzaban en honor de Nuestra Señora de Belén, tambén llamada de Monguí. Así, es posble hablar de una segunda etapa en la conqusta muscal de los pueblos de ndos, en la que éstos ya se habían apropado de certas responsabldades que garantzaban la dfusón de la músca. Esa etapa avanzó paralelamente con la consoldacón entre los ndígenas de las devocones crstanas. Indos que se convertían en maestros de músca y lectura; comundades que, además de pagar trbutos a su encomendero y al rey, tambén reunían dnero para comprar nstrumentos muscales. Todo esto evdenca el punto al que había llegado, a medados del sglo XVII, la aplcacón de la músca como método de crstanzacón. r Efectos socales de la práctca muscal Puede hablarse de unos efectos de la músca, que ya no son solamente relgosos, sno socales. La músca transformó el entramado socal en el cual se desarrolló: su práctca fue más allá de las escuelas, del culto, de las puertas del templo y de las festas. A medados del sglo XVII se evdenca que la músca (además de agenca evangelzadora) se convrtó en una práctca con amplos efectos socales, e ncluso económcos. Esto se puede observar en dos aspectos: la consoldacón de los ndos múscos como una élte y el desencadenamento de conflctos y tensones dervados de la práctca muscal. L o s ndígenas cantore s: una élte Para organzar y consoldar los pueblos de ndos, los conqustadores no sólo recurreron a construr una nueva confguracón espacal; tambén

29 Y Dos se hzo músca estableceron una organzacón jerárquca en la que la élte ndígena prehspánca tuvo una partcpacón evdente. Las fguras jerárqucas prehspáncas de los cacques y los captanes se mantuveron, pero sus funcones eran totalmente dstntas. La Corona tambén creó otra clase de cargos para ser desempeñados por ndígenas, como los de gobernador, tenente, alcalde, regdor, fscal, tenente de corregdor y alguacl. Esa élte, que representaba a la autordad española en los pueblos de ndos y funconaba por medo de un sstema de recompensas y castgos, es denomnada por Gullermo Vanegas élte fragmentara. Las recompensas ncluían desde estímulos tangbles (como la entrega de terras a título ndvdual, la prestacón de servcos personales de los msmos ndos y la exoneracón del pago de las cargas fscales) hasta estímulos ntangbles (como usar el título don). Por su parte, los castgos ban desde el padecmento físco (azotes y latgazos) hasta las sancones económcas, que mplcaban la pérdda de los benes personales (33). Por otra parte, los sacrstanes, fscales y cantores formaron parte de una élte que tenía responsabldades y compromsos drectamente relaconados con el proceso de evangelzacón. A esa élte, Vanegas la denomna élte de ntegracón y cumplía con una funcón moral y cohesonadora de la comundad, tenendo como eje la relgón crstana, ellos recbían como pago la exoneracón de la paga de las cargas fscales y la no prestacón de trabajos personales (33). Como se ha vsto, las leyes establecdas a prncpos del sglo XVII ordenaban que los ndos múscos fueran reservados de servcos personales y de pagar trbuto a su encomendero (demora). Incluso algunos múscos lograron que esas prerrogatvas fueran extensvas a algunos membros de sus famlas 17. r 17 Véase, por ejemplo, el caso de Laurean, ndo cantor de Cómbta, que ganó la reserva de servcos personales para su esposa Juana (AGN, VB 14, f. 824r.). Por otro lado, tenemos el caso de Mateo, ndo cantor de Turmequé, quen en 1659 solctaba que fueran relevados de servcos personales su hjo, que tambén era cantor, su esposa y toda su famla (AGN, CI 10, ff ). Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 29

30 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 30 Dana Farley Rodríguez Por dcha condcón de reserva y por el estatus de maestros que adqureron, los ndos múscos pueden consderarse un grupo élte dentro de los pueblos 18. Al estar totalmente dedcados al mnstero de la músca, los cantores fueron aslándose de las relacones laborales y, al msmo tempo, acercándose a un unverso relgoso y cultural totalmente nuevo. Podemos consderar entonces que, como élte, los ndos múscos favoreceron el proceso de evangelzacón de la poblacón natva y representaron un canal a través del cual fluyeron los procesos de aculturacón y crstanzacón. Al ser vco de Dos, nuestro señor, o del señor encomendero? Doctrneros y encomenderos f re n t e a la práctca muscal: las tensones Los pueblos de ndos no fueron concebdos úncamente como lugares para enseñar y adoctrnar a los ndígenas. Ante todo, fueron organzados para poder explotar y controlar la mano de obra. La labor msonal que supuestamente les correspondía desarrollar a los encomenderos cas nunca fue prortara para ellos. En lo que a la músca respecta, en los pueblos de ndos, generalmente, no estaba claro s los ndos múscos debían estar al servco de Dos y su Iglesa, o del señor encomendero. Cada cual reclamaba lo suyo. Los encomenderos y las autordades de los pueblos se oponían a la desgnacón de ndos múscos y, sobre todo, a los prvlegos de los que gozaban. En cambo, los doctrneros consderaban que la presenca de múscos en los pueblos era fundamental dentro del proceso de crstanzacón, y pensaban que las prebendas que se les había otorgado eran justas. El choque entre estos puntos de vsta tan dsímles orgnó tensones y conflctos dervados de la práctca muscal. r 18 Esta msma práctca de exencón de pago de trbutos y del trabajo en las mnas es detectada por Baker en el caso de las doctrnas de Cuzco.

31 Y Dos se hzo músca En la mayoría de los pueblos, los encomenderos fueron neglgentes en el cumplmento de la legslacón. Los encomenderos, los cacques y los captanes, a menudo, presonaban a los múscos para que pagaran sus demoras y, en otros casos, s ben los ndos múscos pagaban sus trbutos, trataban de concertarlos para servcos personales. Dentro de los servcos personales el que más afectaba a los múscos (y a los pueblos en general) era el de la mta mnera. Recordemos que en este período anualmente la poblacón ndígena de Tunja y Santafé debía ser conducda haca las mnas, especalmente las de Marquta. Cuando llegaba el momento de realzar las conduccones, se desencadenaban los conflctos: los brazos de los múscos eran brazos que faltaban para el laboreo de las mnas. Obvamente, los doctrneros hacían todo lo posble para evtar que se llevaran a los múscos y con la ayuda de los protectores de los naturales justfcaban ante las autordades los estragos que causaría la ausenca de sus cantores, múscos y maestros. Sn múscos, no habría músca. Dos casos son dcentes en este sentdo. En prmer lugar, tenemos el caso de los múscos de Cómbta, doctrna de los padres agustnos. En 1635, fray Gabrel Ronquero, su cura doctrnero, pedía que los ndos múscos no fueran llevados a las Mnas de las Lajas: A vuestra merced pdo y suplco se srva de declarar y mandar que todas la personas de suso espresadas de ordnaro esten efectos para el dcho mnstero y que sean reservados ans de serbcos como de demoras y de que sean llebados a las mnas de las lajas n de este pueblo a parte nnguna lo qual observe el corregdor de naturales encomenderos y cacques y captanes y para que lo cumplan se les pongan penas en forma. (AGN, VB 14, f. 826) En este caso, se falló a favor de los ndos múscos. El vstador don Juan de Valcárcel proveyó que fueran reservados de trabajos y servcos personales y de la mta de las mnas de plata de las laxas y no de trbutos (AGN, VB 14, f. 826). El otro caso es el de Monguí. En 1659, el gobernador y el protector de los naturales tuveron que nterceder ante el presdente de la Real Audenca, pues los múscos habían sdo conducdos a las mnas Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 31

32 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 32 Dana Farley Rodríguez de plata de Bocaneme. Al parecer, no era la prmera vez que eso ocurría: los nombravan para las lajas y otros servcos personales; con que no solo cesava dcha celebracón, atencón y devocón de los yndos, sno tamben perderse los nstrumentos por no aver quen los tocase y en los muchachos lo que les enseñavan (AGN, CI 6, f. 504r.). Después de varas nvestgacones, se ordenó la reserva de los múscos. A estos conflctos de reserva de servcos personales y de conduccón a la mta mnera se sumó otro (a juzgar por los documentos) de mayor envergadura: el pago de la demora al encomendero. Al ver afectadas sus rentas, los encomenderos empezaron a oponerse al prvlego de exencón del pago trbutos por parte de los ndígenas múscos. De este modo empezaron a desacatar las leyes que aplcaban en ese sentdo. Veamos algunos casos. En julo de 1678 tuvo lugar un pleto ocasonado por la nsstenca del encomendero de Soacha, Juan de Herrera Osoro, en cobrar las demoras a los ndos cantores y chrmías de su pueblo. El protector de los naturales y el cura doctrnero solctaron a la Real Audenca que despachara mandamento de reserva, como ya lo habían hecho en ocasones anterores (AGN, T 14, ff r.). Por su parte, el encomendero solctaba a la msma nstanca que los cantores pagaran la demora, porque ellos eran quenes más holgadamente podían hacerlo, por las ganancas que les proporconaba su ofco: [ ] por ser como son los que con mas comoddad lo pueden hacer por tener mucha granjería en la asstenca de las festas de sus pueblos, de otros y de esta cudad [ ] y s se consguere lo pretenddo fuera de su grande perjuco por ser como son muchos los yndos que en todos los pueblos de ms encomendados se ocupan en este mnstero y para cada año el perjuco es de mas de cen pesos. (AGN, T 14, f. 115r.) Después de escuchar a las partes, para confrmar los argumentos, las autordades solctaron la presentacón de testgos. El protector de los naturales presentó como testgos a los curas doctrneros de la orden de San Francsco que habían servdo en la glesa del pueblo. Fray Agustín de

33 Y Dos se hzo músca Zárate, que había sdo doctrnero entre 1673 y 1676, declaró que los yndos cantores y chrmías del no pagaban demoras a su encomendero sno tan solamente Requntos a su majestad [ ] y que s acaso alguno de los dchos cantores huvere pagado alguna demora abra sdo voluntaramente y sn justfcacón (AGN, T 14, f. 118r.). El últmo testgo presentado por el protector fue Juan Baqura, ndo captán del pueblo, quen confrmó que desde hacía doce años que desempeñaba su cargo nunca había cobrado demoras a los múscos. Por otro lado, entre los testgos presentados por el encomendero Herrera de Osoro estaba Antono Cabueñas, encomendero de Usme, quen declaró que s ben los cantores y chrmías de su pueblo estaban reservados de servcos, sí pagaban la demora, por ser los que con mas convenenca lo pueden hazer por tener muchos efectos de donde salgan dchos trbutos (AGN, T 14, f. 120r.). Vstas las declaracones de los testgos y habendo hecho otras averguacones, las autordades emteron un auto que fallaba a favor del encomendero, pues mandaba que estos ndos corran con la reserva de servcos personales y en quanto a los trbutos los paguen como los demás (AGN, T 14, f. 129v.). Así, a pesar de lo establecdo en la legslacón y de los argumentos presentados por los doctrneros y protectores de naturales, en algunos pueblos los ndos múscos deberon pagar los trbutos a su encomendero. Veamos otro caso, esta vez a favor de los ndos. En febrero de 1679, don Francsco Castllo de la Concha, presdente, gobernador y captán general del Reno, despachó, a petcón de la orden de San Francsco, un mandamento para todos los pueblos y, en especal, para los que dcha orden admnstraba. Ese mandamento era, n más n menos, que la reserva de cuatro cantores y un sacrstán de servcos personales y demoras, en los pueblos de más de 100 ndos trbutaros: la famosa ley contenda en la recoplacón de Leyes de Indas, que se mantuvo vgente durante todo el sglo (AGN, T 13, f. 3r.). En mayo de 1680, un año después de la emsón del mandamento, se presentó el prmer conflcto en el pueblo de Toca, doctrna de los Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 33

34 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 34 Dana Farley Rodríguez francscanos. Lucas Camacho de la Peña, encomendero del pueblo, se quejaba del estado de su encomenda y declaraba que la reserva de los ndos cantores lo afectaba consderablemente y sólo convenía a los ntereses personales del cura doctrnero. Según Camacho, su encomenda estaba compuesta por un número tan corto (132 ndos), de los cuales muchos estaban ausentes y, por lo tanto, no pagaban trbuto; no le alcanzaba n squera para pagar a los ndos que le servían en la hacenda n para mantener a su famla que era crecda (AGN, T 13, f. 3r.). Por estas razones, el encomendero pedía expresamente que se revocara el mandamento. Vstas las justfcacones de ambas partes, el presdente de la Real Audenca ordenó guardar lo proveído en el mandamento de reserva atento ser auto general de buen goberno (AGN, T 13, f. 7v.). En muchos casos sucedó de esta manera. Para fnalzar, nteresa preguntar cuál era el panorama en las últmas décadas del sglo XVII? Pues ben, m recorrdo fnalza en 1685, cuando el presdente de la Real Audenca, Francsco Castllo de la Concha, ordenó que en todos los pueblos de ndos de Nueva Granada, tanto de encomenderos como de la Real Corona, se cumplera la Ley Sexta, del título III, lbro VI, de la Recoplacón de Leyes de Indas. Sn embargo, Castllo ntrodujo una modfcacón: aumentó el número de cantores en pueblos con mayor número de trbutaros 19. Además, se dspuso la emsón de mandamentos en los casos en que fueran requerdos (AGN, T 13, f. 1r.). Al parecer esta dsposcón tuvo cumplmento, ncluso en casos en los que los pueblos estaban notablemente dsmnudos. Podemos encontrar casos de ello en pueblos como Chqunqurá, consttudo por 43 ndos trbutaros, donde en 1689 el presdente de la Audenca, Gl de Cabrera y Dávalos, ordenó que se reservaran dos cantores. De gual manera se r 19 Recordemos que la ley mandaba reservar dos o tres cantores en los pueblos que pasaren de 100 ndos trbutaros; Castllo de la Concha ordenó que en los que pasaren de 150 se reservaran cuatro.

35 Y Dos se hzo músca procedó con el pueblo de Cogua, consttudo por 64 ndos trbutaros (AGN, T 13, ff. 14v. y 20v.). r A modo de conclusón Vemos entonces cómo en un entramado de relacones tan complejas como las que se entretejían en los pueblos de ndos, la práctca muscal tuvo varos efectos. Mentras que para los encomenderos los múscos eran una espece de pedra en el zapato, para los doctrneros eran prvlegados servdores de Dos y de su hja, la Iglesa. Así, hablar de músca colonal, más específcamente de músca en los pueblos de ndos, no sólo debe remtrnos a un entorno sonoro, sno a un contexto mucho más amplo. La conqusta muscal de los pueblos de ndos tuvo dversas caras: la de los evangelzadores, que pretendían por medo de la músca facltar la conversón de los ndos; la de los encomenderos, quenes afectados por las prebendas otorgadas a los ndos múscos obstaculzaban la dfusón de la músca en los pueblos; la de las autordades, que no tomaban partdo claramente, y, fnalmente, la de los ndígenas. En el sglo XVII encontramos a los ndos del pueblo de Monguí, que por la devocón a la Vrgen María, habían comprado un órgano y pagado la formacón de sus múscos. Tambén encontramos a don Juan, ndo sacrstán, cantor y maestro de músca del pueblo de Tnjacá. Hallamos las bandas de múscos de Cómbta y Fontbón que, con sus estandartes, sus pendones y su músca nos confrman que las festas relgosas se convrteron en mportantes espacos de celebracón y contacto. Así msmo, encontramos a Laurean, ndo cantor y chrmía de Cómbta, quen logró que su esposa Juana gozara de los msmos prvlegos que él. Y podríamos contnuar enumerando casos que muestran cuán actva fue la partcpacón de los ndígenas en el proceso de conqusta muscal y cómo con el correr del sglo XVII la músca pasó de ser un método de evangelzacón mpuesto para convertrse en una práctca apropada por la poblacón natva. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 35

36 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 36 Dana Farley Rodríguez Fuentes prmaras de archvo rb blografía Archvo General de la Nacón, Seccón Colona, Bogotá, Colomba (AGN). Cacques e ndos (CI) 10, 6 y 48. Fabrca de Iglesas (FI) 20. Hstora Eclesástca (HE) 10. Mscelánea (M). Testamentaras Cundnamarca (TC) 5. Trbutos (T) 13, 14, 19 y 21. Vstas Boyacá (VB) 14 y 10. Vstas Cundnamarca (VC) 12. Archvo Parroqual de Fontbón, Bogotá, Colomba (APF) Lbro de bautsmos 1607 Archvo Parroqual de Monguí, Boyacá, Colomba (APM) Lbro de canto llano Fuentes prmaras mpresas Bermudo, fray Juan. Declaracón de nstrumentos muscales Edcón facsíml. Santago Kastner (ntr.). Barenreter-Verlag Kassel und Basel, Impreso. Cassan, Joseph. Hstora de la Provnca de la Compañía de Jesús del Nuevo Reno de Granada en la Amérca. Madrd: M. Fernández, Impreso. Lobo Guerrero, fray Bartolomé. Consttucones Snodales. Trascrpcón de Juan Manuel Pacheco. Eclesástca Xaverana 5 (1955). Impreso. Lobo Guerrero, Bartolomé y Fernando Aras de Ugarte. Sínodos de Lma de 1613 y Madrd: Centro de Estudos Hstórcos de Consejo Superor de Investgacones Centífcas-Insttuto de Hstora de la Teología Española de la Unversdad Pontfca de Salamanca, Impreso. Recoplacón de Leyes de los Renos de las Indas. Madrd: Consejo de Hspandad Impreso. Zapata De Cárdenas, fray Lus. Prmer Catecsmo en Santa Fe de Bogotá, manual pastoral docesana del sglo XVI. Bogotá: Celam, Impreso.

37 Fuentes secundaras Y Dos se hzo músca Baker, Geoffrey. Imposng Harmony Musc and Socety n Colonal Cuzco. Durham: Duke Unversty, Impreso. Behague, Gerard. La músca en Amérca Latna. Caracas: Monte Ávla, Impreso. Bermúdez, Egberto. Hstora de la músca en Santa Fe y Bogotá Bogotá: Fundacón de Músca, Impreso La músca en el arte colonal de Colomba. Bogotá: Fundacón de Músca, Impreso La músca en las msones jesutas en los Llanos Orentales colombanos Ensayos 5 (año V ): Impreso Músca: la tradcón ndígena y el aporte colonal. Gran encclopeda de Colomba. T. 6. Bogotá: Círculo de Lectores, Impreso. Borges, Pedro, O. F. M. Métodos msonales en la crstanzacón de Amérca: sglo XVI. Madrd: Consejo Superor de Investgacones Centífcas, Impreso. Cruz Federc, Marta Lucía de la. Represón relgosa en el altplano cund-boyacense durante la Colona: estudo prelmnar. Bogotá: Unversdad de los Andes, Impreso. Grusnsk, Serge y Carmen Bernand. Hstora del Nuevo Mundo. Méxco: FCE, Impreso. Ls, Francesco Leonardo. El tercer conclo lmense y la aculturacón de los ndígenas sudamercanos. Salamanca: Unversdad de Salamanca, Impreso. Mantlla, Lus Carlos. Los francscanos en Colomba. Bogotá: Kelly, Impreso. Mercado, Pedro de. Hstora de la provnca del Nuevo Reno de Granada y Quto de la Compañía de Jesús. 3 vols. Bogotá: Bbloteca de la Presdenca de la Repúblca, Impreso. Pacheco, Juan Manuel. La consoldacón de la Iglesa: sglo XVII. Vol. 13, t. 2 de Hstora extensa de Colomba. Bogotá: Lerner, Impreso Los jesutas en Colomba. 3 vols. Bogotá: San Juan Eudes, Impreso. Pardo Tovar, Andrés. La cultura muscal en Colomba. Vol. 20, T. 6 de Hstora extensa de Colomba. Bogotá: Lerner, Impreso. Pedelty, Mark. Muscal Rtual n Mexco Cty. Austn: Unversty of Texas Press, Impreso. Perdomo Escobar, José Ignaco. Hstora de la músca en Colomba. Bogotá: Bbloteca Popular de Cultura Colombana, Impreso. Romero, Maro Germán. Fray Juan de los Barros y la evangelzacón del Nuevo Reno de Granada. Bogotá: ABC, Impreso. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 37

38 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 38 Dana Farley Rodríguez Ruz Rvera, Julán Bautsta. Encomenda y mta en Nueva Granada en el sglo XVII. Sevlla: Escuela de Estudos Hspanoamercanos, Impreso. Solano, Francsco de. Cudades hspanoamercanas y pueblos de ndos. Madrd: Consejo Superor de Investgacones Centífcas, Impreso. Stevenson, Robert. La músca colonal en Colomba. Colomba: Amérca, Impreso. Suess, Paulo. La conqusta esprtual de la Amérca española: 200 documentos. Sglo XVI. Quto: ABYA YALA, Impreso. Turrent, Lourdes. La conqusta muscal de Méxco. Méxco: FCE, Impreso. Vanegas Muñoz, Sayed Gullermo. Cuña del msmo palo: partcpacón de la élte ndígena musca en las nsttucones del Nuevo Reno de Granada (sglos XVII-XVIII). Bogotá: Naíd, Impreso. Fecha de recepcón: 31 de agosto de Fecha de aprobacón: 18 de enero de 2010.

39 Sentdos de la memora en las experencas de vda de los judazantes novohspanos durante el sglo XVII Slva Hamu Sutton Unversdad Naconal Autónoma de Méxco Resumen Hablar de la memora mplca abordar los conceptos de tempo y espaco, tanto ndvdual como colectvamente, ya que al evocar los recuerdos, los acontecmentos se atraen haca el presente. El pasado se actualza en un esfuerzo por rechazar el olvdo, anular la dstanca y recuperar la hstora que justfque nuestro presente. El objetvo de este trabajo es mostrar cómo la memora, antes de la década de 1640, era un recurso para actvar la dentdad perdda de los crptojudíos novohspanos; pero después de este período resultaba una herramenta de nformacón valosa para los nqusdores, por lo que los judazantes la dosfcaban en cada audenca para aplazar su sentenca. Los dferentes sentdos que adqueren las evocacones del pasado en el presente evdencan el grado de presón y censura que ejercía el sstema nqustoral sobre ellos, por lo que los recuerdos se dmensonan y se sgnfcan según la convenenca del momento. Palabras clave: memora, rdentdad, judazantes, sglo XVII, Nueva España. Abstract To speak of memory mples an approach to Tme and Space at both an ndvdual and collectve level because, callng up memores, brngs events to the present. The past s updated n an effort to reject forgetfulness, annul dstance and recuperate the past that justfes our present. The am of ths work s to show how memory, before 1640, was a resource to actvate the lost dentty of novo-hspanc Crypto-Jews. However, after that perod, t was a valuable nformaton tool for the nqustors, whch Jews dosed out durng each audence to delay ther sentencng. The dfferent meanngs of memory show the level of presson and censure the nqustoral system exerted upon them, for whch memores took on sze and new meanng, dependng on ther convenence at the tme. Key words: memory, dentty, judazantes, 17th century, New Span.

40 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 40 Slva Hamu Sutton La memora está sujeta necesaramente a las representacones del tempo y del espaco. Así, se deben tomar en cuenta dos perspectvas, es decr, la del momento y la del lugar del presente en el que se recuerda, como el contexto del acontecmento que se evoca, en el que se conjuga, además de la accón, su propo terrtoro y duracón. Hablar de los recuerdos es ponerlos en varos planos: pueden ser colectvos o ndvduales, pueden construrse desde la experenca propa o desde la ajena o confgurarse a partr de fccones que se ajustan a fragmentos de realdad. Estas modaldades, por lo general, se ven entremezcladas y forman una red compleja de sgnfcados que se dan sentdo unos a otros. El objetvo de este trabajo es mostrar cómo, a partr del Edcto de Expulsón en 1492, algunos crptojudíos pennsulares se estableceron en terras novohspanas con la esperanza de mantener su dentdad hspánca sn perder su apego a la Ley Mosaca. En su establecmento y adaptacón al nuevo contexto, recurrr a la memora era una práctca que justfcaba su presente a partr de experencas del pasado pennsular, es decr, los recuerdos eran referentes que afanzaban su judaísmo. A prncpos del sglo XVII, llegó a la Nueva España un grupo de conversos portugueses que, poco a poco, se ntegró a las dnámcas que prevalecían en el contexto y que se establecó con los famlares y conocdos ya asentados décadas antes. Aunque de manera clandestna, practcaba su judaísmo en la ntmdad de su hogar, aparentando ser crstano a la luz públca. Así, se conformó una seudocomundad de conversos en la que se reconocían unos a otros, pero sn la nsttuconaldad que los avalara, ya que no contaban con rabnos, n con objetos sagrados, n con referentes seguros de cómo desempeñar sus rtuales. En el ámbto de censura en el que se encontraban, sus rezos los practcaban en casas partculares, esconddos de las mradas ajenas, cudándose de no levantar sospechas ante la socedad crcundante. Desde la poscón de las autordades, había certa toleranca o ndferenca en torno a ellos, pues estaban ocupadas en la estructuracón e nstauracón de su cosmovsón en terras nuevas. En la década de 1640, sn embargo, se fomentó

41 Sentdos de la memora en las experencas de vda de los judazantes novohspanos... una oleada de persecucón haca los judazantes, que do como resultado su cautvero en las cárceles secretas nqustorales. Ante dcha crcunstanca, el valor de los recuerdos se transformó, pues durante su encerro estos se convrteron en una herramenta de salvacón, ya que los dosfcaban para posponer su sentenca. Así, nos damos cuenta de que la msma evocacón podía cambar dametralmente su sentdo de acuerdo con la ocasón: por un lado, ante sus correlgonaros y, por otro, ante las autordades. La estratega, en esta últma stuacón, era fragmentarla en cada audenca, repetrla, agregarle elementos o sustturla y entremezclarla con otros recuerdos. Los relatos narrados por los reos estaban calculados, por lo tanto, para mostrar su cooperacón y con ello procurar la msercorda y el perdón de las autordades. El recuerdo era un medo para convencer a los verdugos de su arrepentmento e nocenca. Los dferentes estratos de la memora, aterrzados en personajes concretos que hablan a través de testmonos regstrados en el Archvo General de la Nacón, nos dan cuenta de los gros de sgnfcacón que un acontecmento adquere en un tempo y espaco determnados con respecto a otro momento exstencal. El rescate de la memora, a partr de evdencas concretas, trae consgo sus propas lmtacones, ya que no se pueden conocer en su totaldad las crcunstancas que motvaron el acontecmento descrto en el papel. Las varables son nfntas y la gnoranca del crítco ante ellas es mayor que las certezas; por ello los testmonos sempre son parcales, se nos presentan descontextualzados de su unverso y, por más que se queran abordar desde varos ángulos, no recuperan del todo lo perddo. Esta mposbldad de aprehender lo suceddo, de certo modo hace de la hstora un constructo de hechos ncompletos, pero que determna y modfca la realdad del presente, así como la encausa en líneas deológcas que van creando cultura. El estudoso, por su parte, ntenta armar las verdades fragmentadas en los documentos de estudo para crear su propa verdad: [...] los límtes de la memora, los errores del recuerdo pueden Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 41

42 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 42 Slva Hamu Sutton representar potencaldades útles para releer el pasado, para nterpretarse a sí msmos y para construr la propa dentdad (Montesperell 8). Así, este estudo aborda las dferentes valoracones que adqueren los recuerdos según la necesdad del acontecmento. Para ello se dstnguen dos momentos mportantes: la formacón y establecmento de la seudocomundad de crptojudíos en la Nueva España antes de 1640 y la etapa de encarcelamento, en que los judazantes luchan con el medo y la ncertdumbre, al grado de perder los límtes que defnen su dentdad. En el marco de la Nueva España, la dversdad de grupos orundos representó para los colonzadores una tarea dfícl, ya que su objetvo era mplementar, de manera homogénea, la cultura hspánca. A su llegada se confrontaron con una socedad que funconaba con otras reglas, otros sstemas de domno y otros ordenamentos socales. Ante dcho panorama se deron a la tarea de hspanzar a los pobladores, mplementando conjuntamente tanto el lenguaje como las creencas y práctcas del vejo mundo. Para ello buscaron certos referentes comunes entre ambas cosmovsones. La transmsón de la relgón crstana como paradgma mpuesto mplcó todo un proceso de adoctrnamentos que atravesó desde abusos de poder hasta acttudes de compasón y toleranca haca los grupos natvos. Los ndos, en este sentdo, fueron absueltos del yugo nqustoral, pues cómo mponer un castgo a quenes no conocían la plataforma legal o el sstema que la sustentaba? Cómo podían los colonzadores mplementar la justca s los autóctonos no tenían concenca del ben y del mal dentro del constructo deológco hspánco? Más allá de la gnoranca de las leyes de los orundos, los nmgrantes hspáncos que se nstalaron en terras amercanas conocían las normas y dnámcas socales mportadas de la Península, por lo que la lógca del sstema era asumda, aunque no entendda n justfcada por todos ellos. En la confguracón de la estructura socal, polítca, económca y relgosa se fueron conformando, de manera compleja, jerarquías, clases socales, normas y comportamentos que estaban sometdos al control monárquco

43 Sentdos de la memora en las experencas de vda de los judazantes novohspanos... y al domno de la Iglesa, nstancas que funconaban cas de manera ndferencada. A partr del Edcto de Expulsón de 1492, mplementado por los reyes católcos en la Península Ibérca, los judíos hspáncos se veron en la necesdad de negar su dentdad relgosa o establecerse en otros países que les deran cabda (prncpalmente bajo el domno otomano). Convertrse al crstansmo mplcaba romper de tajo con su legado cultural y exstencal. Muchos de ellos, renuentes a dejar a un lado sus raíces hspáncas, decderon permanecer en su terrtoro natal desempeñando de manera clandestna sus práctcas mosacas. Los rtuales, por lo tanto, los practcaban en secreto dentro de su hogar, mentras que, ante la socedad crcundante, aparentaban ser crstanos. Este comportamento dual, como era de esperarse, devno en culpas y remordmentos susctados al negar lo propo y realzar rtuales ajenos. Es nteresante hacer ver que el msmo sstema de exclusón no propuso las condcones n las meddas necesaras de asmlacón para hacer vables sus propos estatutos. Los conflctos socales y económcos, ante ello, no se hceron esperar ya que, aunque conversos auténtcos, las autordades ofcales y la socedad mayortara los seguían catalogando crstanos nuevos de manera peyoratva, alegando la mpureza de sangre y, por lo tanto, justfcando la dscrmnacón. La estructura socal se conformó a partr de jerarquías fundamentadas en prejucos, dogmas y constructos deológcos nsertos en una compleja red de dcotomías entre el ben y el mal. De esta manera, los judíos conversos tenían que asumr su poscón de rechazados, por más convencdos que estuveran de su conversón relgosa (al crstansmo). Los judíos que decderon establecerse en el país vecno (Portugal) después de la expulsón no tuveron mejor suerte que los que se quedaron en España, pues la expansón terrtoral de la Corona, poco tempo después, los oblgó a asmlar o, por lo menos, aparentar el crstansmo para evadr hostgamentos y persecucones que, según ellos, habían lbrado al emgrar a Portugal. Es notable el sncretsmo relgoso que se produjo en la Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 43

44 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 44 Slva Hamu Sutton concenca de los judazantes de esa época, ya que las referencas mosacas estaban prohbdas y, por lo tanto, ausentes; además, la presenca apabullante de símbolos crstanos era nevtable. Esto do como resultado un borramento paulatno y progresvo de la Ley de Mosés, por lo que sólo la voluntad y la memora sostenían los resduos judacos. Así, los procesos rtuales y sus estpulacones, las festvdades del cclo de vda y las del cclo anual se suponían según referencas heredadas que, a partr de la tradcón oral furtva, se transmtían de generacón en generacón. El resultado fue, como era de suponer, una confusón entre ambas cosmovsones. La memora colectva, en este sentdo, era fuente de dentdad, no obstante se tergversaba el mensaje conforme se propagaba. En los prmeros años de la década de los vente, en el sglo XVII, algunos conversos pennsulares emgraron a la Nueva España en busca de mejores condcones de vda. Pensaban que la dstanca suavzaría la dscrmnacón que expermentaban en Portugal y en España; sn embargo, no contaban con que se reproducrían en el terrtoro amercano los msmos patrones de conducta del vejo contnente, aunque más endebles. Las redes de parentesco entre los crstanos nuevos fueron un factor prmordal para volver la mrada a las terras colonzadas por los españoles. Exstían conversos que, desde décadas anterores, se habían establecdo en el terrtoro mexcano y se habían asentado prncpalmente en las cudades. Eran ellos los que acogían a los nuevos nmgrantes que, al enterarse de la llegada de otros correlgonaros, acudían al puerto de Veracruz o de Tampco para recbrlos y mostrarles su soldardad, ndagando sus convccones relgosas y su poscón ante la Ley de Mosés: [ ] los recén llegados de Europa, que no dejaban de encontrar en Nueva España a algún parente cercano o alejado, o un conocdo de su cudad o aldea, tenían asegurada la casa, la comda, la ntroduccón en las famlas amgas y la colocacón en un prmer empleo; la comundad movlzaba las nfluencas cuando algún membro del grupo tenía que vérselas con la justca, premaba con regalos dversos a los judazantes que [ ] habían callado lo que sabían acerca de sus correlgonaros, o tambén ayudaba con lmosnas de toda clase a los más desvaldos, los enfermos, las vudas, pobres, etcétera. (Alberro 442).

45 Sentdos de la memora en las experencas de vda de los judazantes novohspanos... Un ejemplo de ello lo observamos en Justa Méndez, una dogmatsta que dctaba, confando en sus recuerdos, el desempeño del legado mlenaro. Al acercarse a los despatrados, les preguntaba acerca de sus creencas y rtuales, mdendo el grado de pertenenca e dentdad que conservaban con respecto a la fe mosaca. Es nteresante observar cómo, en certos casos, la fe olvdada se encendía al evocarla en el contexto novohspano, como les sucedó a las mujeres Rvera que, estando en Portugal (orundas de Sevlla), asumeron el crstansmo paterno; pero al llegar a la Nueva España, medante la labor proseltsta de Justa Méndez, volveron a su judaísmo. De certo modo, el proseltsmo era sgnfcatvo para ambas partes: a los ya establecdos en el nuevo contnente les era necesaro engrosar el grupo crptojudío para afanzar la dentdad y justfcar su postura trasgresora; para los nuevos nmgrantes, representaba un apoyo, tanto deológco como práctco, para nstalarse y conocer el nuevo contexto: [ ] la dcha Justa Mendez le djo un día a solas a esta declarante tratando de sus sucesos que había tendo en este Santo Ofco: ven acá María, no eres tú de los nuestros?, y esta confesante le respondó que, qué quería decr en aquello?, y la dcha Justa Mendez le respondó que lo que quería decr era: [s ayunaba algún día entero] que había de ayunar en un día entero; y esta le respondó que: para qué? Y entonces la dcha Justa Mendes, le djo que para salvarse guardando la Ley de Mosés en que se hacían [dferen ] algunos ayunos y especalmente el día grande y que la dcha Ley de Mosés era la buena, verdadera y necesara para la salvacón y no la de Jesucrsto, nuestro señor, que esta confesante profesaba, que era falsa e ba errada en segurla; persuadéndola en esta ocasón a que se pasase a la fe y creenca de dcha Ley de Mosés. (AGNM, I 403, exp. 3, ff. 304r.-304v.). La dogmatsta recurría a la memora para actvar valores perddos u olvdados. Es nteresante reflexonar cómo la hstora personal de cada una de las mujeres Rvera se recupera a partr de recuerdos, y desde esta perspectva se concbe como elemento autorreferencal, en el plano subjetvo. En cada recuerdo se percben estratos de nterordad que delmtan mágenes, estados de ánmo, reflexones, ntucones o grados de concenca. Cada ndvduo carga con su experenca personal, que tene sentdo porque se reconoce a sí msmo en el acontecmento del pasado. Sn embargo, Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 45

46 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 46 Slva Hamu Sutton en la evocacón el sujeto exste en torno a los demás, se reafrma, se nstala en el lugar socal que le brnda pertenenca y, por lo tanto, uno de los elementos denttaros que justfcan su exstenca: [...] los hechos y nocones que nos da menos trabajo recordar son los del domno común, por lo menos en algunos ámbtos socales. Estos recuerdos son, pues, en certa medda de todos y, porque podemos basarnos en la memora de los demás, somos capaces de traerlos a la mente en cualquer momento, cuando queramos. (Halbwachs ct. en Montesperell 13) La memora del sujeto atravesa por un proceso de desdoblamento que conforma su vda a partr de la construccón dscursva de sí msmo (y en torno a otros ). De certo modo, se converte en testgo de sí bajo una mrada autocrítca, es decr, medando una dstanca que evalúa al otro yo (que es él msmo) del pasado. En la nterpretacón de sí msmo se modfcan los hechos, se renventan y sgnfcan de acuerdo con la perspectva deológca que se quere mostrar de sí en el presente. El dálogo que se entabla entre el yo actual y el del pasado plantea dstntas poscones polítcas, socales y morales ante la realdad del recuerdo, no obstante, sea el msmo sujeto quen partcpe en ambas temporaldades. Los reos judazantes dstnguían el narrador del narrado que, en últma nstanca era el msmo yo de la enuncacón. Sn embargo, este yo narrado atravesaba por un fltro crítco a través del cual se juzgaba al otro sí msmo. En el proceso de desdoblamento, había una nueva jerarquzacón de valores, pues el mensaje se adecuaba a la crcunstanca. En el caso de la cta testmonal anteror (que refere a Justa Méndez) es pertnente aclarar que, más que el nterés por recuperar la fe olvdada, lo que mportaba para los recén llegados era la ncorporacón y aceptacón de otros, es decr, la pertenenca a un grupo que creara pautas denttaras. La memora era la herramenta para atraer a los correlgonaros y crear cohesón socal. Así, se fue conformando una seudocomundad encuberta que seguía la relgón mosaca de acuerdo con referentes dfusos e mprecsos. A falta de un organsmo formal comuntaro, de snagogas, de cementeros propos, de objetos sagrados, de textos bíblcos y demás

47 Sentdos de la memora en las experencas de vda de los judazantes novohspanos... requermentos para desempeñar los procesos rtuales ofcales, la relgón devno en nterpretacones que se despegaban cas totalmente de la ortodoxa del judaísmo. Sn embargo, los referentes que lograban conclar los conversos eran fuertemente sgnfcados por ellos, ya que se prendían de dchos símbolos o rtuales para establecer límtes de comportamento y tener certo equlbro en una socedad desequlbrada para ellos. Justa Méndez conocía algunas alusones sobre la Ley de Mosés, que transmtía a sus correlgonaros: [...] la dcha Justa Mendes le trató de [la dcha Ley] de Mosés y le djo que era la mejor para salvarse, se acuerda y así msmo [que] le djo y enseñó los rtos y ceremonas que d[ebe] guardar en su guarda y observanca, que son: que se había de guardar los sábados por días de festa; que se había [de] degollar las aves con cuchllo; y vestrse ropa lmpa [los] vernes en la tarde o los dchos sábados, y que se habían de[...] por el mes de septembre a los dez días de la luna del Lu[nes] del día grande, bañándose la vísper[a] dellos, y vstendo[...] ropa lmpa, y cenando aquella noche pescado, y leg[umbres] y no carne, y encendendo después una vela de cera y [f. 324 r] [...] ponéndolas sobre un lenzo lmpo, y que se habían de pedr unos a otros, y reconclarse los que estuvesen enemstados y echar la bendcón los padres a los hjos, ponéndoles la mano en la cabeza y dcéndoles de Dos, seás bendtos; y que mentras ardían las candelas sn apagarse, se habían de encomendar a Dos, rezando las oracones que supesen de la dcha Ley, o lo que cada persona supese hasta que se cansasen, y se acostasen a dormr. (AGNM, I 406 exp. 1, ff. 323v.-324r.) Es precso aclarar que los recuerdos, en la cta preva, son mencones de hechos remotos que se actualzan en otra crcunstanca (en el Trbunal del Santo Ofco), es decr, la escena que refere está regstrada en los archvos de la Inquscón, hecho que mplca una seleccón ntenconada del confesor acerca de los recuerdos que declara ante los jueces. La dstanca temporal que meda entre el pasado y el presente del acontecmento mplca un gro en el planteamento de valores, pues se prvlegan otros referentes: de la presenca de certa complcdad entre el grupo converso (antes de 1642) para segur la Ley de Mosés haca una estratega que muestra su arrepentmento ante los nqusdores (después de su encarcelamento). Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 47

48 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 48 Slva Hamu Sutton Así, en la cta anteror, la declarante acusa a la dfunta Justa Méndez de motvar a los recén llegados a segur los mandamentos mosacos y trasgredr los crstanos. La ntencón de la delatora, por lo tanto, era evdencar su propa culpa y, con ello, mostrar su arrepentmento para solctar el perdón. Al detenernos en los planos de memora que se presentan en el testmono anteror, observamos, por un lado, cómo el acusado recuerda certos pasajes del pasado que nteresan a los escuchas. Es ncuestonable que el sujeto manpula sus recuerdos para resaltar un acontecmento determnado entre el unverso de sus experencas y ejercer un crtero de seleccón que lo favorezca ante sus nterlocutores. Desde esta mrada, está fabrcando artfcalmente el conocmento; cada eleccón mplca el resgo de alterar no sólo el presente y el pasado, sno tambén el futuro, ya que dar relevanca a un evento específco y no a otro carga con ntenconaldades subyacentes que modfcan la realdad: La hstora se desarrolla [...] en esas fronteras donde una socedad se une con su pasado y con el acto que lo dstngue de él; en las líneas que trazan la fgura de una actualdad al separarla de su otro, pero que borran o modfcan contnuamente el retorno del pasado. (Certeau 53) Exsten testmonos en que se confrma cómo las confesones de los prsoneros ante las autordades estaban convendas entre los reos para protegerse unos a otros, por lo menos al prncpo del encarcelamento 1. Se comuncaban entre muros para enterarse quénes permanecían lbres r 1 En el testmono sguente, Gaspar Alfar, el soplón, mencona que: [...] está certo que pasó todo lo que oyó hablar a dchas tres mujeres están convendas y con frme propósto de no decr la verdad, confrendo entre sí lo que han de decr en la audenca y declarar todas tres una msma cosa, lamentándose de no tener allí las otras tres hermanas, para nstrurla[s] en lo msmo, y en que no descubran a nade de muchos cómplces que hacen el delto en que las dchas tres mujeres están frmes y en no manfestar nnguno antes morr en la demanda y a este confesante le parece que los hay y son muchos, y lo colge de las razones que ha oído.[...] (AGNM, I 401, exp. 3, f. 295).

49 Sentdos de la memora en las experencas de vda de los judazantes novohspanos... y quénes no. Estaba acordado que la delacón debía de drgrse haca los msmos reclusos, de tal manera que la nformacón se volvera hermétca para las autordades. Tambén estaba pactado hacer concdr sus declaracones para convencer a los jueces de la verosmltud del mensaje, aunque no sempre era efectvo. A veces, utlzaban la estratega de repetr la nformacón para dstraerlos de la crcunstanca del presente y posponer, en lo posble, su nculpacón: [...] doña Margarta de Rvera, a quen conocó en la voz, la cual llamó a su hermana, doña María, que le respondó al parecer desde otra cárcel a quen djo la dcha Margarta que no djese en la audenca que había enseñado a sus hjos [la Ley de Mosés], porque ya ella había dcho que los había enseñado ella, echándose así la culpa, a (lo) que respondó la dcha doña María que así lo haría. (AGNM, I 406, exp. 1, f. 10r.) Hacer concdr el mensaje ante las autordades, sn embargo, no tardó en fracasar, pues algunos presos hablaban más de la cuenta, lo que mplcaba la punta desde la cual se deshlvanaban datos que poco a poco se ban revelando y confrmando en los nterrogatoros, a veces, por medo de engaños y de torturas. Así, aunque aparentemente los reos hceran concdr entre ellos sus dscursos ante los jueces, cada quen le mprmía una focalzacón dstnta. En tanto exstan constancas del pasado, hay posbldades de crear hstora desde múltples varantes. Entre las dferentes mradas, no sólo es de adelante haca atrás como se construye la hstora y los elementos de dentdad, sno que se hace hstora en el acto, es decr, al tomar decsones que alteren las percepcones del ser humano en la línea del tempo. La hstora nmedata se elabora una y otra vez formando un encadenamento sucesvo de hechos que tenen sentdo en tanto accones rreversbles: el presente se torna pasado de un nstante a otro. De la msma manera que el ser es hstora (por el smple hecho de exstr), la recrea cuando la sgnfca de manera objetva en el plano de su nuevo presente. En este sentdo, el ndvduo está nmerso en el devenr de su contexto, está determnado por la cosmovsón del grupo y la socedad de la que forma parte, y es una peza clave para transformar los elementos heredados. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 49

50 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 50 Slva Hamu Sutton Desde la perspectva de los jueces, tambén ellos elaboraban una sere de conjeturas en las que delmtaban, comparaban e nterpretaban los testmonos para acercarse a la verdad que querían demostrar. Su rol socal y su poscón de autordad era lo prmero que se evdencaba en la relacón víctma-vctmaro: era bajo la mrada de poder y desde los ordenamentos del sstema que se juzgaba al otro. Los nterrogatoros eran parte del ordenamento legal, hecho que mplcaba una desventaja para el prsonero, ya que su ubcacón en la estructura carcelara estaba concebda y predspuesta para encontrar causas de culpabldad. La recuperacón de la nformacón, por lo tanto, estaba dada por pedazos de verdades transfguradas por el medo y la presón que mponían los nqusdores a los presos (Hamu). Su metodología era comparar los dscursos orales performatvos del juco (en caso de haber estado presentes) con los testmonos escrtos, ya sea de los msmos nculpados o de otros que hacían referenca a ellos. En este sentdo, el msmo emsor (el procesado) se convertía en recuerdo para los jueces, ya que recaptulaban su dscurso y el acontecmento regstrado, tanto mentalmente como en los archvos de la Inquscón para emtr su veredcto. El lenguaje no verbal, por lo tanto, representaba una fuente de veracdad o sospecha para ellos: la relacón de complementaredad entre testmono e ndco vene a nscrbrse en el círculo de coherenca nterna-externa que estructura la prueba documental (Rcoeur 230). Los presos eran objeto de estudo para las autordades, no obstante los prmeros trataban de aparentar lo que querían hacerles creer. El juego de aparencas tanto de las víctmas como de los vctmaros planteaba acttudes de sospecha en ambos casos. Los reos se preguntaban qué tanto resultaba efectva su representacón de arrepentmento, mentras que las autordades se planteaban la autentcdad del testmono. Es pertnente aclarar que, al ncar o fnalzar las audencas, los jueces del Trbunal del Santo Ofco motvaban a los reos a actvar su memora y delatar a sus correlgonaros. Para las autordades era necesara la nformacón para descubrr a los trasgresores, para justfcar su acconar ante la Suprema y confscarles sus benes cuando fueran aprehenddos:

51 Sentdos de la memora en las experencas de vda de los judazantes novohspanos... Fuele dcho [al reo] que [...] recorrese su memora y descargase su concenca, dcendo enteramente verdad de todo lo que hubese hecho, o dcho, o vsto hacer y decr a estas personas que fuese o parecese ser ofensa de Dos, nuestro señor, y contra su santa fe católca, ley evangélca, que tene y enseña la Santa Madre Iglesa Católca Romana o contra el recto y lbre ejercco del Santo Ofco, sn encubrr de sí, n dellas cosa algunas, n levantar así, n a otro, falso testmono. (AGNM, I 403, exp. 3, f. 321r.) Como hemos vsto, la memora entre los judazantes novohspanos era una fuente de conocmento relgoso. El judaísmo era el referente prohbdo, por lo tanto, representaba la trasgresón en la plataforma normatva. Los ndcos que sugerían aspectos de la fe mosaca (o que se relaconaban con ella) eran motvo de atencón y censura, pese a que fueran práctcas nventadas, ajenas a la ortodoxa. Los comportamentos de los sospechosos conversos estaban catalogados y estereotpados por los jueces (y la socedad crcundante), que los utlzaban para determnar culpas y condenas. De esta manera, los ayunos, la práctca almentca de no comer cerdo o el encenddo de velas el vernes por la noche, entre otros, eran ndcadores que nculpaban a los ndvduos. Las oracones sagradas, como uno de los referentes de ncrmnacón, se fjaban y permanecían en la concenca de los crptojudíos para afanzar su fe en la Ley de Mosés. Lo nteresante es que la palabra oral es flexble y se transforma en la transmsón de boca a oído, por lo que la certeza y fdeldad de sus creencas (con respecto a la ortodoxa) se tornaba endeble. La memora, en este sentdo, estaba cargada de vulnerabldad, hecho que ponía en duda la verdad. Para los conversos novohspanos, la falta de referentes ofcales que marcaran pautas comparatvas hacía que valoraran las oracones sagradas como auténtcas y efectvas. Los rtuales judacos, tanto del cclo de vda como los anuales, se practcaban de acuerdo con nformacones fltradas, recuerdos parcales y reconstruccones de costumbres rescatadas del pasado, pero mezcladas con nfluencas ajenas. Esto do como resultado que, poco a poco, dcho nflujo se asmlara a su cosmovsón: Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 51

52 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 52 Slva Hamu Sutton María rezaba por las mañanas luego de lavarse las manos, sn hacer la señal de la cruz y con un rosaro en las manos para dsmular; rectaba en español los salmos Mserere me [ ] alabando al Dos de Abraham, de Isaac y de Jacob [ ] al Dos de los ejérctos [ ] sn agregar nada más. Habría manfestado que sólo había que festejar la Pascua del cordero, el 1º. de abrl y los sábados [ ] María evtaba consumr los anmales consderados nmundos, cerdo, conejo o pescado sn escamas. Para obtener la lbertacón de su mardo, había pronuncado el voto de dormr en una cama sn sábanas, lo que hzo mentras duró su detencón; y sobre todo, ayunaba según la manera judaca [ ]. (Watchel 185-6) Las práctcas se tornaban en ndcadores con fuertes cargas smbólcas, aunque sn sustento con respecto a los lneamentos sagrados mosacos. Es decr, aunque eran comportamentos que efectvamente se rescataban de la Ley de Mosés, estaban fragmentados y descontextualzados, por lo que se tornaban, de certo modo, carentes de sentdo desde la perspectva ofcal. En la cta sguente, la memora se plasma en la palabra escrta, pero no por ello mplca más segurdad. La expresón sagrada estaba dferda en la transcrpcón del mensaje de un papel a otro, por lo que exstía el resgo de transformarse en un sgnfcado dstnto al prevo. Así como la palabra oral, que tene un nuevo sentdo en cada actualzacón, la transcrpcón de oracones y salmos en papeles sueltos adquere certa ambgüedad, pues se puede sospechar de la fdeldad de la copa: Y que como el dcho Lus Núñez fue a casa de esta confesante para que le enseñaran algunas oracones de la dcha ley, su hermana Margarta de Rvera le do un plego de papel todo escrto [f. 445v] de algunos salmos en romance que se rezan por ceremona de la dcha Ley de Mosés cuando se hacen algunos ayunos della. Aunque no se acuerda de todos ben, sabe que uno empezaba: Oyó el señor un ml de rogatvas Y de m oracón mostrase satsfecho, Ya no quere que muera más, Que vva, que está de terno amor Por m desecho Aparte de mí la gente Esquva, avergüéncese el flaco

53 Sentdos de la memora en las experencas de vda de los judazantes novohspanos... Y pobre pecho, y más de prsa Se avergüence y corra el que no pde A Dos que le socorra. Y que los demás no se acuerda, que s se acordare, los [f. 446r] drá. [...] (AGNM, I 412, exp. 2, ff. 445v.-446r.) Podemos observar cómo la escrtura dferda en papeltos, copados una y otra vez, susttuía de certo modo a la memora y resultaba el fundamento de sus creencas. Tomemos en cuenta, por un lado, la dstncón temporal y espacal del contexto en que se expresa (en el presente de la enuncacón) y, por el otro, el momento de la evocacón (la representacón del pasado). En la prmera, se torna causa de medo y culpabldad ante los jueces, ya que sus palabras podrían mplcar su sentenca. En la segunda, era una necesdad para asegurar su dentdad precara. En la msma cta se observa que ante los trbunales, el peso que le daban los nqusdores al testmono recaía no tanto en el contendo específco del escrto, sno en quén lo poseía y valoraba. La memora vuelve a salr a flote cuando se expresa la oracón ante los jueces, pues el referente escrto (la prueba del papelto) no exstía en esos momentos. Además, observamos cómo el testmono muestra la nformacón raconada. Los reos la fragmentan y la dosfcan para sesones posterores ( Y que los demás no se acuerda, que s se acordare, los [f. 446r] drá ), ya que no revelan lo que saben, sno lo que les convene que se sepa. La sgnfcacón que los crptojudíos le atrbuían, antes del encarcelamento, al escrto que deambulaba de mano en mano era de objeto sagrado: de certa forma mplcaba la certdumbre de su fe; pero no sólo el referente escrto era avalado por la congregacón, Margarta e Isabel de Rvera reprodujeron mentalmente las oracones y enseñanzas aprenddas de Justa Méndez, ya muerta cuando fueron presas, y se convrteron tambén ellas en dogmatstas que transmtían la Ley mosaca: Las cuales oracones no sólo se la enseñó esta confesante a la dcha Isabel Tnoco, esta [ocasón] sno otra, que fue la dcha Isabel Tnoco [a ver] a su madre y hermanas y aprendó las dchas oracones la dcha Isabel Tnoco y se las refró muy ben de memora [ ] (AGNM, I 406, exp. 1, ff. 218r.-218v.) Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 53

54 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 54 Slva Hamu Sutton Al detenernos en el punto lmítrofe entre la censura tolerada y el encarcelamento, es decr, entre el valor del recuerdo como elemento de cohesón o como motvo de nculpacón, podemos ubcar la hstora de los crptojudíos novohspanos del sglo XVII, antes de 1642 y después de este año. Este fue el prncpo del fn de la seudocomundad que exstía en la Nueva España, pues se desencadenó, a partr de los engaños y amenazas de los nqusdores, una sere de delacones producdas por los msmos crptojudíos, que devno en su propa destruccón. Generalmente en los jucos, los reos atravesaban por un proceso de varas audencas. Conforme avanzaba su encarcelamento, pasaban por etapas (tanto físcas como pscológcas) que ban desde supuestas estrategas en que elegían metculosamente sus palabras y sus accones (al nco de su encarcelamento) hasta confusones mentales que los llevaba a verdaderas contradccones en sus testmonos. Es nteresante observar cómo cada preso, en las prmeras declaracones, rememoraba su nfanca, su exlo en Portugal s era el caso, la travesía marítma haca la Nueva España y su establecmento en dferentes puntos terrtorales del país en busca de benefcos económcos. Los espacos resultaban marcos de referenca deologzados, es decr, cada lugar era una etapa de vda en que se regstraban personajes, accones y crcunstancas dversas con sgnfcados defndos. Cas todos los recuerdos que aludían al contexto pennsular se referían a acontecmentos de la vda cotdana: reunones en famla o la preparacón de las festvdades relgosas. Recurrr a la nfanca mplcaba posponer la delacón de otros correlgonaros. Un ejemplo es el sguente, en el que María relata su pasado, al construr su propa magen con chspazos de memora: Y entonces esta confesante se acordó que lo que le habían dcho en Sevlla, sendo nña de que ayunase aquel día que ha referdo, era ayuno por observanca y guarda de la dcha Ley de Mosés, y que refrendo, esta confesante, a la dcha doña Isabel Duarte y acordándose lo que la dcha su madre le había dcho en Sevlla, y cómo había comdo los dchos hgos, se ró la dcha doña Isabel Duarte, y le parece que le djo cómo aquel día habían hecho en Sevlla

55 Sentdos de la memora en las experencas de vda de los judazantes novohspanos... un ayuno de la dcha ley de Mosés, que según presume esta confesante, debó de ser del día grande aunque la dcha doña Isabel Duarte no se lo djo más de como ha referdo [...]. (AGNM, I 403, exp. 3, ff. 323r.) Las experencas cotdanas de los crptojudíos con otros correlgonaros que, en su momento, compartían su judaísmo en un plano de gualdad y confanza eran remembranzas que mplcaban bálsamos o refugos mentales para los reos, ya que estaban dealzadas al compararlas con su stuacón actual. La memora se produce a partr de la experenca, ya sea drecta o dferda, es decr, que trate sobre algún aspecto propo o ajeno en la vda del ndvduo. Los varos planos de memora que se desprenden de las ctas testmonales están determnados por las condcones en que se rememoraban. Los recuerdos generan otros recuerdos, pero en los jucos, se dosfcaban. Ante las autordades, la palabra se converte en herramenta de ocultamento más que de revelacones; es una mezcla de verdades parcales, de máscara de la realdad. La palabra, por lo tanto, hay que contemplarla más por lo que no dce que por lo que dce. En este sentdo, las declaracones están manpuladas para expresar los ndcadores que nteresaban a las autordades: los ayunos, el desempeño de los rtuales mortuoros, la celebracón del día grande (Yom Kpur) o los nombres de quenes estaban nvolucrados en ellos. La verdad expuesta ante el trbunal está entre líneas, no así la verdad tácta entendda entre los msmos judazantes: Y que la dcha Justa Mendez, des[pués] de muerto el dcho su padre, les djo a las susodchas cómo esta confesante y la dcha su madre y hermanas eran observa[ntes] de la dcha Ley de Mosés y que podían muy ben comunca[rse], con lo cual de allí adelante se trataron y comuncaron [más] famlarmente, como quen ya no tenía recelo, n para qué [en]cubrrse unas de otras; [...] dándose a entender con muy pocas palabras. (AGNM, I 403, exp. 3, ff. 322v.-323r.) No obstante, el recuerdo es autorreferencal. Debe hacerse notar que toda evocacón conlleva certa vsón colectva, es decr, acarrea una Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 55

56 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 56 Slva Hamu Sutton escena en la que no sólo actúa el sujeto que partcpa, sno que está conformada por otros que actúan y atestguan las accones. De manera mplícta o explícta, el recuerdo está cargado del sentdo generado en su momento, aunque cada quén lo nterprete con varacones. En tanto se arrastren los sgnfcados y se transformen en la práctca, de generacón en generacón, se adquere una memora colectva; por lo tanto, crea cuerpo en los planos cotdano y exstencal, orentando certas tendencas culturales y conceptuales. El entendmento mplícto entre los conversos formaba lazos de soldardad en que, como se djo, las palabras estaban sobrentenddas: [...] muchas veces se deron a entender desde el dcho tempo una con otras, aunque no llegaren a palabras tan expresas que se djesen [ ] muy claramente: yo guardo la Ley de Mosés, como tú la guardas; porque entre los profesores de la dcha ley, por el grande recato y temor con que vven, no necestan declararse por tan expresas palabras; por sólo una que se dgan u ogan, como es decr fulano o fulana, es como nosotros, son buenos o hacen lo que hacemos, se conocen y declaran bastantemente y se dan por entenddos de cómo guardan y observan la dcha Ley de Mosés. (AGNM, I 403, exp. 3, ff. 325v.-326r.) 2 La recuperacón de narracones, testmonos y objetos smbólcos creaba pautas denttaras, así como perspectvas dacróncas y sncróncas que, al reflexonarlas, legtmaban y fortalecían su presente: [...] recordar, como cualquer actvdad cogntva, es tambén atrbur sgnfcados: no sólo del pasado al presente a través de la tradcón, sno más ben en dreccón opuesta, cuando los procesos de sgnfcacón conferen al pasado un sentdo que concuerda con las necesdades presentes. (Montesperell 8). Margarta de Rvera, como dogmatsta en otros tempos, recordaba cómo se desempeñaban los rtuales colectvos en los que la presenca de los membros de su comundad era necesara: [ ] ofreçen prmero lo que es cabeça y esta leyendo dçendo lo que se ha de haçer se levanta y se pone en medo de todas y toda la gente que ay [,] se ponen los mantos y los hombres los capotes por ençma de la cabeça cubertos r 2 Cursva en el orgnal.

57 Sentdos de la memora en las experencas de vda de los judazantes novohspanos... y se sentan todos en el suelo y las pernas cruçadas a nuestra usansa y las manos puestas y todos, caveça baxos con mucho clenço por no perturbar a la maestra o a quen lee que representa all el todo poderoso. (AGNM, I 423, exp. 3, f. 212r.) La cta revela el desfasamento que exstía entre los lneamentos relgosos ortodoxos y los que Margarta suponía ofcales [a nuestra usansa]. Es notable cómo hasta hoy, en la relgón autorzada del judaísmo son los hombres quenes fungen como autordad en la dreccón de los rtuales; en el caso de los crptojudíos novohspanos, eran las mujeres. Además, sentarse en el suelo con las pernas cruzadas no está estpulado en nnguno de los ordenamentos judíos. Estas mencones muestran sólo algunos ejemplos de cómo la fe se podía depostar en cualquer referente avalado por personas reconocdas relgosamente dentro del grupo, aunque había de más y menos prestgo. El judaísmo, por lo tanto, se nventaba constantemente, a partr de suposcones, mensajes dferdos y fragmentos de recuerdos. La ambgüedad de los mensajes dferdos no sólo recaía en la memora fragmentada que se renventaba al ser narrada de nuevo, sno tambén de recuerdos de otros que resaltaban alguna experenca de referentes perddos. Cuando el recuerdo se concbe a partr de acontecmentos de otros, no se puede más que especular, por más cercana relacón y conocmento que se tenga del otro. Es certo que no se sabe exactamente el día y lugar en que sucederon los hechos; por ello, la memora, como vemos, ttubea, es nexacta y tende a reconformar el dscurso con pedazos sueltos de verdades. En los años de su establecmento en el contexto novohspano, la memora compartda de los conversos alrededor de festvdades celebradas en el pasado (en el vejo contnente) resultaba un recurso para fjar y ordenar marcos de referenca en torno a la accón que debían desempeñar en el presente. La palabra se tornaba smbólca, estaba connotada para crear sgnfcados partculares y, con ello, sentdo de pertenenca. En la medda en que el recuerdo sea aceptado, asmlado y tenga sentdo para la socedad, es más relevante para el ndvduo. La evocacón de hechos famlares fortalecía tanto al sujeto que recordaba como a la socedad. Así, la mayoría Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 57

58 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 58 Slva Hamu Sutton de los testmonos declaraban escenas compartdas con otros correlgonaros, relatos que procedían de asocacones de deas: Medante ese fondo común de recuerdos, y gracas a las nteraccones socales necesaras para fjarlos, ordenarlos jerárqucamente y volver a evocarlos, la memora colectva contrbuye a la cohesón y a la dentdad socal. ( Jedlowsky ct. en Montesperell 14) De esta manera, podemos conclur que hablar de la memora es un tema complejo que se desdobla en varos planos. Observamos que entre las dnámcas de los crptojudíos novohspanos cada perspectva no sólo mplcaba la mrada de los dferentes reos que expermentaron su propa verdad en crcunstancas dstntas, sno tambén la vsón de las autordades que, desde una ubcacón superor, observaban a sus súbdtos y armaban estrategas para descubrr la palabra oculta. De esta manera, en la década de los cuarenta del sglo XVII, los jueces en los trbunales nstaban a los presos a recurrr a la memora para que rescataran ndcos de lo que, en un tempo no muy lejano, representó una característca denttara y, en el presente de la enuncacón, era utlzada como elemento de culpabldad. Nótese que la sgnfcacón del térmno memora camba según la voz que la exprese: para los jueces representaba advertenca y amenaza haca los presos para que confesaran; para los reos mplcaba elaborar una estratega de encubrmento. Las fórmulas escrtas con las que el escrbano, que formaba parte del aparato nqustoral, termnaba cada sesón de nterrogatoros, aludían a la memora e nstaban a la delacón de sus correlgonaros en la amonestacón fnal: Fuele dcho [al reo] que ya sabe cómo en las audencas pasadas se le amonestó, de parte de Dos nuestro señor, y de su glorosa y bendta madre nuestra señora, la Vrgen María, recorrese su memora y descargase su concenca, dcendo enteramente verdad de todo lo que hubese hecho, o dcho, o vsto hacer y decr a estas personas que fuese o parecese ser ofensa de Dos, nuestro señor, y contra su santa fe católca, ley evangélca, que tene y enseña la Santa Madre Iglesa Católca Romana o contra el recto y lbre ejercco del Santo Ofco, sn encubrr de sí, n dellas cosa algunas, n levantar así, n a otro, falso testmono. (AGNM, I 403, exp. 3, f. 321r.)

59 Sentdos de la memora en las experencas de vda de los judazantes novohspanos... Los detalles consderados nsgnfcantes son la pauta para deshlvanar el tejdo oculto. La memora reactva los hechos del pasado y forma un vínculo con el presente. Así, el recuerdo encadena la contnudad de la exstenca del ndvduo medante fragmentos autónomos y coherentes en sí msmos, pero desordenados cronológcamente, ya que están representados de manera aslada y dejan a un lado enormes huecos, absmos de ausencas que tenden a unrse medante el recorrdo de un camno andado. Remontarse en el tempo mplca la sngulardad, expresada en prmera persona que, desde el lugar en que se rememora, dferenca al ser de otros (aunque esté presente la colectvdad en el recuerdo) en un tempo dstnto, con otras crcunstancas. El ser que recuerda se desdobla a sí msmo en otros contextos, con otras reglas; se reconstruye en el pasado. En esta transcón ntervene la concenca autocrítca medada por la experenca del presente en torno al acontecmento. Ante ello, nos preguntamos: la descontextualzacón de lo acontecdo le brnda al hecho un nuevo sgnfcado? S el recuerdo mplca rescatar el olvdo, cómo se recuerda lo que está olvdado, s el olvdo anula el tempo? En esta paradoja resde el hecho de la nsegurdad de la memora, la fcconalzacón de la realdad del pasado en el que se recurre a llenar huecos: se torna en un constructo deológco cargado de ncertdumbres. Los judazantes en la Nueva España acudían una y otra vez a los referentes conocdos para hacer frente a su doble dentdad: entre la aparenca y el encubrmento. Los recuerdos, parte fccón y parte realdad, por lo tanto, sgnfcaban y creaban nuevas orentacones en el presente que se adecuaban a su realdad opresva. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 59 Fuentes prmaras Archvo General de la Nacón, Méxco (AGNM) Inquscón (I) 401, 403, 406, 412, 423. rb blografía

60 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 60 Slva Hamu Sutton Fuentes secundaras Alberro, Solange. Inquscón y socedad en Méxco Méxco: Fondo de Cultura Económca, Impreso. Benhart, Ham. Los conversos ante el trbunal de la Inquscón. Barcelona: Ropedras, Impreso. Certeau, Mchel de. La escrtura de la hstora. Méxco: Unversdad Iberoamercana, Impreso. Gojman Goldberg, Alca. Los conversos en la Nueva España. Méxco: UNAM-ENEP- Acatlán, Impreso. Halbawachs, Maurce. Los marcos socales de la memora. Barcelona: Anthropos, Impreso. Hordes, Stanley M. The End of the Earth: A Hstory of the Crypto-Jews of New Mexco. New York: Columba Unversty, Impreso. Medna, José Torbo. Hstora del Trbunal del Santo Ofco Inquscón en Méxco. Méxco: Porrúa, Impreso. Montesperell, Paolo. Socología de la memora. Buenos Ares: Nueva Vsón, Impreso. Rcoeur, Paul. La memora, la hstora y el olvdo. Madrd: Trotta, Impreso. Wachtel, Nathan. La fe del recuerdo: laberntos marranos. Méxco: FCE, Impreso. Fecha de recepcón: 31 de agosto de Fecha de aprobacón: 18 de enero de 2010.

61 Sentdos de la memora en las experencas de vda de los judazantes novohspanos... Mazapl, Zacatecas, Méxco: un ejemplo de estructura agroganadera colonal ( ) Francesco Panco Unversdad Naconal Autónoma de Méxco Claudo Garbay Orozco Unversdad Naconal Autónoma de Méxco r Resumen La hstora del Real Mnero de San Gregoro de Mazapl a lo largo del período colonal manfesta una contnudad de muy larga duracón basada en una estructura agromnera que defne los rasgos peculares de cómo y de qué forma ha vendo construyéndose el pasado de este lugar. El extremo rezago económco y socal que hoy en día padece el terrtoro del antguo real de mnas consttuye el reflejo y consecuenca de una profunda hstora que encuentra en la relacón entre el ser humano y la terra un elemento de arrago denttaro más fuerte e ncsvo del que generalmente se atrbuye a la actvdad mnera durante la Colona en las provncas norteñas de la Nueva España. Palabras clave: estructura económca, Nueva España, hstora agrara, mnería, hacenda. r Abstract The hstory of the Real de mnas de San Gregoro de Mazapl throughout the colonal perod, an apparent contnuaton of a long duraton based on an agromnng structure that defnes how the specal characterstcs and how the past has been bult here. The extreme economc and socal backwardness that today suffers from the actual terrtory of the former mne, s the result of a deep hstory that les n the relatonshp between man and land, an dentty rooted n stronger and more ncsve whch generally s attrbuted to mnng actvty n the colonal perod on the northern provnces of New Span. Key words: economc structure, New Span, agraran hstory, mnng ndustry, hacenda.

62 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 62 Francesco Panco - Claudo Garbay Orozco r Reflexones ncales Sólo la agrcultura es la que apega el hombre al suelo y engendra el amor de la patra. Humboldt A prncpos del sglo XVII, el obspo Alonso de la Mota y Escobar descrbe las terras que separan la cudad de Zacatecas del Real de Mazapl como nhósptas, árdas, recorrdas por manadas de venados y habtadas por un número consderable de lebres y de yeguas cmarronas. Sn embargo, como ben refere el frale francscano José Arlegu, en su Crónca de Zacatecas, escrta en 1737: En el contnente de esta dlatadísma provnca hay más de cen leguas de terra árda e nfructífera; pero es la más socorrda de oro y plata, sendo prncpo observado de esta provnca, que nunca se descubren mnas de oro n plata en terras fértles y fecundas, sno en asperezas y terra desertas de arboledas y peladas. ( ) La búsqueda de metales precosos y la apertura de nuevos terrtoros rcos de recursos y de terras durante el período colonal fueron los motvos prncpales de la colonzacón del norte de la Amérca española. Las necesdades polítcas y fnanceras de la Corona se cmentaron en los deseos y las utopías de numerosos buscadores de terras y fortunas que ya habían entrenado sus espírtus en las campañas de reconqusta de la Hspana morsca. Al msmo tempo, el celo de las órdenes relgosas, con todo su arsenal de preceptos flosófcos y morales de germen medeval, había contrbudo notablemente a la obra de pacfcacón y normalzacón de los naturales de los terrtoros ocupados. Y, en el entretanto, la necesdad desenfrenada de metales, terras y almas había producdo durante los prmeros años de la Colona una socedad y una cultura de frontera que organzaba su vda conforme a las contnuas tensones que se daban entre la mposcón de una normalzacón forzada de las relacones nterétncas, la apertura de nuevos terrtoros que puntualmente favorecían la ncorporacón de grupos de ndígenas amenazados en sus ambentes y la resstenca msma

63 Mazapl, Zacatecas, Méxco: un ejemplo de estructura agroganadera colonal ( ) de las numerosas comundades (en su gran mayoría cazadores) frente a dejar sus patrones de exstenca a cambo de la promesa de la salvacón dvna y del trabajo semesclavzado en las hacendas agrícolas y de benefco de la plata 1. La hstora que hemos decddo reconstrur en el marco de este trabajo nos habla de una relacón entre la terra y aquellos seres humanos que de forma alterna han contrbudo a esculpr la aparenca y característcas de un terrtoro, domnado por las actvdades de extraccón y benefco mnero. Mazapl, como muchos de los enclaves de conqusta que marcan la geografía humana del norte mexcano y el sur estadoundense a lo largo del período colonal, nace como sto de defensa en el marco de la gran expansón española haca el norte, captaneada por ndvduos en busca de fortunas y dspuestos a nvertr los benefcos de los descubrmentos para fnancar nuevas campañas de conqusta en nombre de la monarquía de los Habsburgos. Dentro de este proceso, los nuevos morscos (los grupos denomnados generalmente chchmecas por los conqustadores y relgosos) representaban una amenaza constante a la expansón haca el norte que los españoles, procedentes de varas partes de la Península Ibérca, sobre todo del País Vasco, estaban realzando en busca de terrtoros rentables, prncpalmente en funcón de la explotacón mnera. Estos guerreros, que muy pronto se convrteron en nfluyentes terratenentes propetaros de enormes mayorazgos, ntrodujeron una nueva forma de organzacón socal y productva sobre los terrtoros que paulatnamente fueron ocupando. En el caso del Valle de Mazapl, los grupos nómadas que cubrían el terrtoro en su peródco movmento y que sobre él construían sus redes de relacones y costumbres, se veron volentamente desplazados de los r 1 Estas vastas propedades caían dentro de los domnos de los captanes españoles acomodados y, en muchos casos, pertenecían a los conventos fundados por varas órdenes relgosas (llamatvos son los casos de las hacendas jesutas de Tetllas, hoy muncpo de Río Grande, Zacatecas y de La Gruñdora en el dstrto de Mazapl). Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 63

64 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 64 Francesco Panco - Claudo Garbay Orozco lugares donde acostumbraban realzar sus actvdades productvas, socales, polítcas y culturales. El espaco ocupado por los grupos chchmecas consstía en un cosmos en el que el terrtoro no representaba una undad separada de las dnámcas temporales, sno se confundía con ellas, hacendo de cada elemento de la naturaleza y del pasaje un protagonsta de la esfera socal. En este sentdo, el espaco cuberto por los movmentos peródcos de estos grupos (quzás apresuradamente defndos nómadas) representaba una undad de sentdo que amplaba los límtes del sgnfcado de hogar que concebmos desde la vda sedentara. El hogar ya no era un lugar dentfcado con un punto fjo del espaco, sno que se transformaba en un terrtoro demarcado por una dotacón de sentdo holístco, concebda desde el movmento y la refcacón de ocupacones sucesvas, pero vstas como una undad de posesón. El conflcto entre este tpo de construccón espacal y el mportado por las campañas de conqusta de los servdores de la Corona española mpone una ncursón brusca dentro de este sstema de organzacón terrtoral 2. r 2 Entendemos la organzacón terrtoral como un producto hstórco de dos ámbtos conceptuales: terrtoraldad y terrtoralsmo. En la defncón del lugar y en el análss de éste desde las vertentes de la hstora (una hstora que se podría defnr ecológca), el terrtoralsmo y la terrtoraldad se converten en nstrumentos necesaros para ntroducr dos dmensones íntmamente relaconadas: la dea de especaldad culturalmente heredada por una refcacón del prncpo de dentdad (terrtoraldad) y la práctca de la terrtoraldad como accón concreta sobre un espaco. La prmera se orenta por estructuras de profunda ragambre hstórca y se nsttuye como un a pror de la accón sobre un terrtoro; la segunda se guía por un marco más breve y coyuntural centrado en la accón y en una praxs conscente del grupo en la defncón del terrtoro. En el caso de Mazapl, asstmos a un caso partcular de esta daléctca que, como en otros enclaves mneros de la Colona, crea las condcones de un largo proceso agromnero. El caso de Mazapl se torna muy nteresante en nuestros días, por enfrentar actualmente una coyuntura protagonzada por el arrbo de una mportante transnaconal mnera. El pasado agromnero del Valle parece constturse en una forma de resstenca hstórca nscrta en el ethos profundo del Valle, frente a la nueva espacaldad nsttuda por el nuevo proyecto mnero. El presente trabajo se nscrbe dentro del proyecto Modelamento del pasaje soco-cultural de las comundades locales en los enclaves mneros de Goldcorp en Méxco (UNAM, Fnancamento PAPIIT-IN303108), y trata de proponer una breve reconstruccón de los factores que contrbuyeron a gestar este profundo patrón agromnero.

65 Mazapl, Zacatecas, Méxco: un ejemplo de estructura agroganadera colonal ( ) El resultado fue la establzacón de la terra dentro de patrones jurídcamente vnculantes, orentados a la realzacón de un tpo de explotacón que deslocalzaba los recursos y los transformaba en captal monetaro y en benes patrmonales. S hasta aquel momento la terra había representado el orgen de una rqueza que se quedaba dentro de un espaco local geográfca y culturalmente determnado y que sólo ocasonalmente venía aquella ntercambada dentro de crcutos más amplos como el mesoamercano, con la llegada de los captales españoles, se converte en un ben prvado y físcamente delmtado, apto para crear y mantener un sstema de explotacón que debía garantzar la contnudad de los asentamentos y de los ndvduos, la consttucón de ngentes captales agrícolas y ganaderos (que en gran parte quedaban mproductvos) y la realzacón de actvdades productvas y tecnológcamente complejas como la mnería. Estas crcunstancas estaban íntmamente vnculadas con los flujos de captal transoceánco y con las polítcas económcas y dplomátcas de las nacones europeas y más tarde tambén norteamercanas. El cuneo del latfundo, que desplazó las terrtoraldades ndígenas, generó una dnámca productva en la que la terra como recurso se converte en el eje polítco, económco y cultural alrededor del cual empeza a crcular la vda entera de la regón. Muy pronto los españoles acomodados (como otros en busca de fortunas), los ndígenas, los mulatos y los esclavos negros traídos desde Áfrca (muchos habendo ya pasado por la msma España y las slas Canaras) empezan a consttur comundades complejas alrededor de aquella undad productva y socal que en el mundo novohspano se conoce como hacenda 3. Este breve ensayo propone un recorrdo de largo y profundo alcance temporal en el que el protagonsta prncpal es el msmo Valle de Mazapl y r 3 Queremos señalar que nos detendremos en un análss de las dferencas entre hacendas de benefco y hacendas agromneras. Sobre todo, lo que nos nteresa señalar es el profundo arrago a la terra que, en Mazapl, la hacenda produjo como forma general de organzacón socoterrtoral. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 65

66 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 66 Francesco Panco - Claudo Garbay Orozco la socaldad que se construye hstórcamente alrededor del régmen agromnero. Como gran parte de los productos hstórcos que se pretenden reconstrur a partr de una perspectva por la que el tempo transcurre lentamente y sn cambos volentos (regulando el ethos de un espaco y de los ndvduos que lo vven), el pasado de estas terras frías y quemadas por la fuerza del sol se representa a través de su arragada estructura agromnera. Este lento proceder de la hstora marca la presenca de un pasado que rebasa las hstoras partculares de los seres humanos y los eventos que determnan sus vdas, y se stúa en la esfera de una línea del tempo que ve pasar melódcamente a sus protagonstas, sn volentarlos n exgrles nada. El marcado carácter agromnero de Mazapl dcta los rtmos de las transformacones de su pasaje y de los hombres que lo vven, se superpone a los eventos y los guía haca el desplegue duradero de una hstora marcada por su vínculo estrecho con la terra durante todo el período de la Colona y más allá (Mapa 1). r La ncursón de la hacenda La carrera para acaparar los yacmentos de metales precosos fue el prncpal motor de la paulatna ntegracón de los terrtoros que se encontraban al norte del núcleo de la conqusta española en el Nuevo Mundo. Sn embargo, la búsqueda desenfrenada de los codcados metales no debe hacernos perder de vsta que el ben más precado y sobre el cual se fundamentaba toda la estructura de control (polítca y económca) de los terrtoros ultraoceáncos anexados a la Corona era la terra. Los soldados españoles llegaron al Valle de Mazapl en 1568 y empezaron a asentarse como mneros, sn establecer al prncpo una verdadera organzacón vecnal. A fnales de este msmo año, el real contaba fnalmente con un alcalde mayor Francsco Valverde, un tenente, un escrbano real y un escrbano nombrado. La consttucón de una autordad que admnstrara los asuntos polítcos y de justca ordnara es ndcatva del hecho de que los descubrmentos metalíferos de la regón habían resultado ser muy rentables (Pérez y Garza).

67 Mazapl, Zacatecas, Méxco: un ejemplo de estructura agroganadera colonal ( ) Mapa 1. Mazapl San Mguel Punta Santa Elena San Juan del Retro Encarnacón Rocamontes Canutllo El Salado San Juan Nepomuceno Cénega de Rocamontes Cedros Guadalupe Garzarón Los Novllos Bonanza El Durazno Nopaltta El Pozo Cerro Gordo MAZAPIL El Cobre Agua Blanca Concepcón San Isdro San Eustaquo La Mesa El Salvador Gertruds Santa Catarna Matehuapl Pozo Colorado Sábana Grande <1.900 msnm >1.900 msnm >2.400 msnm >2.800 msnm Clavellnas Puerto de la Masa El Catabazal Real mnero y sede de parroqua Ayuda de parroqua y capllas San Tburco Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 67 Fuente: adaptado a partr de Pérez y Garza.

68 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 68 Francesco Panco - Claudo Garbay Orozco En funcón de estas potencaldades productvas y la consguente ocupacón de terras por concesón de mercedes reales, Mazapl el asentamento más septentronal de Nueva Galca empezó a constturse como un lugar estratégco para la exploracón de los vastos terrtoros que, a partr de la década de los setenta del sglo XVI, se veron ncludos dentro de la jursdccón de la llamada Nueva Vzcaya (Morf ). La expansón colonal haca el norte había sdo mpulsada por la ncatva personal de muchos captanes y buscadores de fortuna que pronto se había convertdo en la cabeza de la ncursón hspánca en el nteror de estos espacos. La promulgacón de las Nuevas Leyes mpulsadas por la Corona a partr de 1542 había producdo un paulatno rompmento de los prvlegos vnculados a la encomenda y había destrabado las extremas rgdeces del que se puede defnr, para este entonces, un ncpente mercado del trabajo. El poblamento del norte en funcón de la explotacón de las vetas metalíferas se pudo realzar gracas a factores que promoveron una más marcada movldad nterna del mpero novohspano que, a pesar de no haber sdo plasmado sobre un proyecto de dfusón y asentamento, vo crecer centros que reunían una poblacón extremadamente heterogénea y donde cada ndvduo, famla o grupo estaban oblgados a replantear su relacón con un nuevo espaco (Chevaler). Para 1569 se habían avecndado en Mazapl 150 españoles, prncpalmente mneros y comercantes con sus cuadrllas de esclavos negros e ndos locales reducdos, y había empezado a llegar certo número de ndos, procedentes de varas partes de la Nueva España. Sn embargo, durante la década de los setenta, el Real vo bajar contundentemente su poblacón y sus actvdades de extraccón, refnacón y transporte de metales por la ntensa hostldad de los grupos locales. Francsco Gómez de Mendola, obspo de Nueva Galca, en 1572, afrmaba: El benefco de la mnas de Mazapl, nuevamente poblado y descuberto, no se tene de él renta de presente n lleva modo de haberla en muchos días, porque aunque dcen ser buenas las mnas, todos los descubrdores y pobladores de ellas están y vven recatados de los naturales que son muy belcosos, que no han hecho asento n labores como en otros descubrmentos, que todo el bastmento

69 Mazapl, Zacatecas, Méxco: un ejemplo de estructura agroganadera colonal ( ) que gastan se les lleva de acarreto de Zacatecas que le cae a cuarenta leguas haca el norte, y es terra más fría y toda despoblada por que los naturales no tenen asento, que es gente feroz y salteadores todos ellos y son en cantdad de más de dos ml con los que se han hallado en una legua que adelante otras vente leguas. Habrá trenta españoles poblados en el Mazapl y cada día tenen rebatos con los ndos y se matan unos a otros, tene poca esperanza de que esta poblacón permanezca s los naturales no se aquetan. (AGI, G 55, Carta ) Los temores del obspo pronto fueron cancelados por la ncdenca de una sobrada realdad hecha de sometmentos volentos y de ncorporacones forzadas de los grupos locales al patrón terrtoral español, consttudo por la hacenda (un terrtoralsmo de ragambre bérca, convertdo en Nueva España en un nuevo tpo de terrtoraldad 4 ). Desde un punto de vsta geopolítco, la mportanca de Mazapl resultaba acrecentada por su cercanía a varos puntos neurálgcos de las recén ncorporadas provncas nternas: Nuestra Señora de los Zacatecas, a la que se le había otorgado el estatus de cudad en 1585 por parte de Felpe II, representaba un punto de enlace fundamental, ya que por allí transtaba el Camno Real que conducía hasta los vastos terrtoro de Nuevo Méxco, msmos que habían empezado a ser explorados con certa contnudad a partr de fnales del sglo XVI. El puerto de Pánuco era otro punto que hubera poddo permtr la abertura de una ruta transoceánca para el tránsto de mercancías y, sobre todo, de la plata, procedentes de las rcas vetas que se ban descubrendo sobre los amplos altplanos norteños de la Serra Madre. Una carta de la Audenca de Nueva Galca, datada en 1569, parece respaldar estas afrmacones: [ ] Somos nformados que hay en ellas más de cento cncuenta españoles y que de todas partes acuden gente a la fama, que es muy buena señal esta audenca mandó tomar la posesón en nombre de vuestra Majestad que ha proveído persona que ahí admnstre justca, y el obspo envó un vcaro para que admnstre los sacramentos así va adelante como nos ha referdo será cosa de muy gran mportanca y convendrá mucho a vuestro real servco de aumento de vuestros reales quntos que se ponga dlgenca en poblar dchas mnas. (AGI, G 51, f. 438) r 4 Véase nota a pe de págna 2. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 69

70 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 70 Francesco Panco - Claudo Garbay Orozco Es evdente que la Audenca de Nueva Galca nunca había pensado abandonar los rcos terrtoros norteños por la gran abundanca que en aquellos parajes parecían prometer las vetas. El control terrtoral y polítco de los reales de mnas no había segudo las vcstudes alternas de los prmeros años de la conqusta en el altplano central. La autordad pennsular, establecendo una estructura burocrátca centralzada y fuerte, había logrado lmtar la arbtraredad de accón de los prmeros encomenderos y había encausado la construccón del espaco socopolítco de los nuevos terrtoros haca una mayor presenca de las funcones y las prerrogatvas del aparato nsttuconal de la Colona, por medo de la fgura del vrrey y de las audencas de Méxco y Guadalajara, pero prncpalmente gracas a la mplantacón de una red extendda de funconaros reales como corregdores y alcaldes mayores drectamente nombrados por el rey. Dentro de este escenaro, Mazapl no representaba una excepcón. Sn embargo, el patrón terrtoral local, como en gran parte de las regones del norte que se acababan de abrr a la nfluenca y presenca pennsulares, no fue el smple producto de una ntegracón polítca promovda por el poder central, sno que tuvo elementos producto de una dosncrasa nterna, engendrada en consecuenca del establecmento del nuevo pasaje socal y económco nsttudo por los grandes terratenentes. En 1608, en el Valle de Mazapl exstían unos cuantos cuerpos terrtorales prncpales consttudos por la Hacenda de Cedros (al oeste del real de mnas), de la famla Guerra de Resa, y por las pertenencas del captán Francsco de Urdñola, que era propetaro, entre otras terras, de la Hacenda de Bonanza, adqurda en funcón del matrmono con Leonor López de Los, hja de un captán español que anterormente había sdo superor del msmo Urdñola. Gaspar Duarte era propetaro de otra hacenda que había comprado del fallecdo Juan de Mnchaca, uno de los prmeros soldados que habían llegado a establecerse en Mazapl. Al nco del sglo XVII, el benefco era la actvdad prncpal de las labores que se llevaban a cabo en las hacendas de estos nfluyentes personajes. La ncalmente escasa produccón agrícola de la regón había

71 Mazapl, Zacatecas, Méxco: un ejemplo de estructura agroganadera colonal ( ) contrbudo a que el real y sus pobladores dependeran de los productos que llegaban de regones más fértles como Fresnllo o Sombrerete haca el sur y adonde buena parte de los materales metalíferos extraídos se drgían para ser benefcados. Durante este tempo Mazapl no logra establzar un patrón de uso y propedad del suelo como el que estaba presente en otras partes del norte novohspano. La rqueza mnera y la poscón estratégca que cubría dentro de las rutas que cruzaban estas nmensas terras septentronales consttuyeron los factores de mantenmento de este sto. A fnales del sglo XVI, el numeroso cuerpo de ndvduos del que la Audenca de Guadalajara hablaba 30 años atrás, parece no haber convertdo aún a Mazapl en un centro en el que la propedad de la terra había logrado mponerse como el medo de un nuevo patrón de organzacón del espaco. En Cedros y Bonanza, la mano de obra estaba compuesta por unas cuantas cuadrllas de ndos guachchles (como llamaban los españoles a uno de los grupos natvos). Esta margnaldad sustancal del Real de Mnas de Mazapl cambó radcalmente a partr de la llegada de grupos e ndvduos que empezaron a trabajar en las hacendas de benefco y en otra actvdad que había empezado a mponerse con energía en la regón: la ganadería. Sn embargo, durante las prmeras dos décadas del XVII, la actvdad mnera empezó a sustentarse con mayor fuerza en la terra y en la cría de ganado locales, gracas a las mercedes que la Corona empezó a otorgar a varos ndvduos, msmos que con el pasar del tempo (como Francsco de Urdñola) se hceron con enormes extensones, muchas de las cuales se convrteron pronto en vastos mayorazgos cobjados por títulos de nobleza. A medados del sglo XVII, Mazapl se había convertdo en un mportante centro de produccón y benefco de metales precosos que no dependía exclusvamente del comerco nteroceánco de la plata, sno que se consttuía sobre relacones espacales en las que la terra, como fuente de produccón agrícola y ganadera, se había mpuesto como elemento medular de la estructura socal y de las redes polítcas, económcas y culturales que ntegraban y hacían dnámco el Valle. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 71

72 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 72 Francesco Panco - Claudo Garbay Orozco A lo largo de todo el período colonal, el dstrto de Mazapl había asstdo a la fundacón e nsttucón de extensas hacendas cuyas actvdades graban alrededor del benefco de la plata. La cría de ganado y la produccón agropecuara no estaban destnadas al abastecmento de un crcuto mercantl sóldo y de amplo alcance (a pesar de que no faltan excepcones que, sn embargo, no habían logrado modfcar el patrón general), sno que servían para abastecer de productos a los pequeños mercados locales (con el fn de generar monopolos comercales y clentelas polítcas por parte de los hacendados-mneros más poderosos) y, sobre todo, eran fundamentales en el sostenmento de una economía mnera de tpo protondustral, necestada de anmales y hombres para el trabajo en las mnas. Las ahora abundantes produccones de cereales mantenían a una enorme poblacón de ganado mayor y menor, de mulas y caballos y de peones y esclavos, mprescndbles para un sstema de produccón semautárquco como el que domnaba en muchas realdades locales organzadas alrededor de la hacenda novohspana. A las hacendas de Cedros y Bonanza se habían pronto añaddo otras como la de San Isdro y Gruñdora haca el sur, y a fnales del sglo XVI (a pesar de que el auge no había todavía tomado fuerza) hasta aparece en Cedros un ndvduo de nombre Mateo Donato, procedente de la cudad de Mlán (en el norte de Itala), que se ocupaba como crujano en la hacenda de Joan Guerra de Resa. En la carta de relacón de la vsta que realzó el odor Gaspar de la Fuente en el Real de Mazapl entre 1608 y 1610, se empeza a evdencar una mayor complejdad socal y un régmen de organzacón terrtoral dferente del que operaba en la últma década del sglo XVI. En Cedros, junto con una cuadrlla de ndos guachchles encomendados a Juan Guerra de la Resa, vvían dos españoles, tres mestzos y dez esclavos. La hacenda producía cada año alrededor de cncuenta ml pesos. Los latfundos de Francsco de Urdñola tambén contaban con un grupo de ndos locales y se afrma que de ellas se sacaba un producto por el valor de más de cen ml pesos anuales. En el Real vvían además un total de 269 ndos laboríos (mano de obra contratada y semproletarzada) muy probablemente orgnaros de otras partes de la Nueva España, y se mencona

73 Mazapl, Zacatecas, Méxco: un ejemplo de estructura agroganadera colonal ( ) que se habían organzado hasta ses cofradías que reunían a los feles del asentamento en grupos ben delmtados (AGI, C 874, ff. 8-10). La crecente dversfcacón de la estructura socal de Mazapl había sdo acompañada, sn embargo, por una smplfcacón forzada de las relacones de poder que se habían reducdo al protagonsmo de un puñado de grandes terratenentes: Ha suceddo y sucede muchas veces que estando así corrente un real de mnas con muchos ngenos y vecnos, atreverse un mnero grueso y poderoso en dnero o en crédto o uno de los msmos mneros de tal real, a querer abarcar o adqurr todas las demás hacendas y mnas de los vecnos, comprándoles a todos sus mnas y hacendas sólo a fn de quedarse con todo para engrosar su casa y tenerlo para sí y para sus descendentes aquel real de mnas, cas como por vínculo de mayorazgo, sn acrecentar el ordnaro de sacar plata que antes con sola su hacenda solía sacar. (AGI, G 28, r. 5, n. 20/1) Esto parece demostrar que ya al prncpo de sglo XVI, Mazapl estaba domnado por una élte que fundamentaba sus derechos en la propedad agrara y que esta jursdcconaldad estaba echando las bases de una organzacón de la produccón mnera que encontraba su necesaro respaldo en una estructura socal dependente de la terra como eje organzador de toda la dnámca socal. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 73 r La nstauracón de la estructura agroganadera en el sglo XVII En el marco de esta economía, las actvdades agroganaderas y las costosas empresas tecnológcas de la nversón mnera consttuían un sstema de produccón complejo que no causaba una radcal separacón de los trabajadores de la terra. La socedad agromnera que se formó alrededor de la hacenda estaba sostenda por una práctca de explotacón del trabajo que arragaba una nutrda comundad de campesnos-peones sn terra procedentes de estratos socales y grupos étncos dferentes. Estos ndvduos y sus famlas vvían en la hacenda y dependían totalmente del sstema

74 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 74 Francesco Panco - Claudo Garbay Orozco corporatvo nsttudo por el señor. El arrago por deuda, ya amplamente estudado y demostrado por varos autores, servía como medda de organzacón de las relacones laborales y como forma de mantener vnculado el trabajador a la terra (Chevaler; Langue). Las famlas de los peones pertenecían tout-court, a la hacenda, ncluso se podría afrmar que ésta se consttuía como una extensón de la terra en los cuerpos y las mentes de aquellos ndvduos. Por el contraro, los trabajadores de las mnas representaban cuadrllas de hombres más lbres y no tenían nngún partcular arrago a la terra (naborías). Hasta las reformas borbóncas, a estos ndvduos (prncpalmente ndos lbres sustraídos del sstema de repartmento y castas de varada extraccón) se les permtía extraer una pequeña parte de mneral (pepena) y venderla de forma más o menos autónoma. Los operaros vvían en las hacendas de benefco y fundcón y la alta movldad de la stuacón laboral, vnculada a las alternas bonanzas de las mnas, no los hacía sujetos que se podían ncorporar plenamente en la vda socal y en los patrones de funconamento jerarquzado de la hacenda. Estos trabajadores formaban, más ben, lo que se podría defnr como un protoproletarado asalarado, extremadamente nestable en su forma de arragamento a un terrtoro y que cas sempre procedía de otros lugares de la Nueva España en busca de fortuna o, como en el caso de los ndos, para sustraerse de las vejacones que en sus repúblcas sufrían por mano de cacques locales y ávdos funconaros. Sn embargo, en Mazapl, el trabajo lbre asalarado no parece haber consttudo una opcón de autonomía como en otras partes de la Nueva España, por motvos que más adelante explcamos. Es mportante subrayar que la economía agromnera estaba totalmente sostenda por el sstema socoeconómco, polítco y cultural de la hacenda, vnculado externamente al mercado nternaconal fnancero de la plata y las éltes polítcas y comercales de la captal, e nternamente, al enorme peso y valor de la terra, que consttuía un captal sobre el que se había construdo una estructura socal fundada en las lealtades, el honor

75 Mazapl, Zacatecas, Méxco: un ejemplo de estructura agroganadera colonal ( ) y el prestgo. Terras y mnas estaban sóldamente compenetradas dentro del aparato de funconamento de la hacenda novohspana, que garantzaba esta relacón en aras de mantener el equlbro entre lo global y lo local de la economía y polítca novohspanas. En el caso de Mazapl, como magnamos en otros muchos lugares de las posesones españolas de ultramar, la absorcón de mano de obra lbre no se asentaba en una smple e mparcal contratualdad entre el señor hacendado (a menudo amparado por un fuero noblaro) y el ndo o mestzo, sno que se fncaba en una profunda relacón con la terra y con las oblgacones que el terratenente pretendía de sus trabajadores, sea que fueran estos ocupados en las mnas o que ejerceran un actvdad de labrador y peón. El sstema patrarcal, al msmo tempo volento y bondadoso, estaba organzado para la produccón y el benefco de la plata, por lo que a los ndos laboríos se les aplcaba un régmen de trabajo extremadamente duro y exgente no sólo en la hacenda de benefco o en el trabajo de las msmas mnas, sno tambén, y sobre todo, en los campos de cultvo y en las estancas de cría y cudado del ganado. Estas últmas proveían los medos de produccón y consumo necesaros para el buen funconamento y la regular explotacón de la empresa mnera. En lo que se refere a la dnámca de control nterno de los ndvduos que trabajaban en las hacendas, los terratenentes tenían cudado en crear una red de socabldad y dependenca patrarcal que se reflejaba en la proteccón que muchos de ellos brndaban a sujetos que, según los reportes de clérgos y vstadores, llevaban una vda lcencosa y hasta habían cometdo asesnatos. En el Edcto general para la vsta general del Obspado de Nueva Galca, del 22 de enero de 1624, así se les descrbe: Por cuanto como la experenca nos ha mostrado, muchas veces sucede especalmente entre ndos andar vagando de unas partes a otras llevándose consgo mujeres ajenas hurtadas, y llegando donde no los conocen, vven como s fuesen mardo y mujer en contnuo pecado mortal, y los mneros prncpalmente y dueños de hacendas especalmente, o estancas por tener quen los srva s no lo tolera, por lo menos no hacen dlgencas por entender la verdad sno que los dejan estar. (APM, Lbro c. 97, lb. 1, ff ) Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 75

76 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 76 Francesco Panco - Claudo Garbay Orozco Es evdente entonces que los hacendados utlzaban una forma de arragamento a la terra que, a medados del sglo XVII, abarcaba a toda la cuadrlla de trabajadores y que el título de laboríos no ndcaba necesaramente una condcón de trabajo lbre y asalarado, sno más ben una forma de dentfcar el trabajo no esclavzado, prncpalmente de los ndos. En 1610, otro testmono de Gaspar de la Fuente, odor de la Real Audenca de Guadalajara, nos brnda un cuadro bastante revelador sobre el trato que se les daba a los trabajadores en Mazapl: Do cudad que los ndos laboríos hayan recbdo mucha cantdad de pesos que excedía a la que pueden recbr y los mneros darles conforme a los mandamentos de los vrreyes, y consderando el daño que puede resultar para la conservacón de este reno en lo esprtual y temporal, de despoblarse estas mnas, después de haber hecho la cuenta de lo que debían, escalfando los precos de la ropa que se les han dado cantdad de más de tres ml pesos y la que habían recbdo los ndos condenados a servco personal, porque a estos se entendía no estaban oblgados a darles de vestr, se remtó este artículo a la Real Audenca, con que s en ella no hubere determnacón dentro de ocho meses, habéndolos servdo se pongan en lbertad. Qutáronle a más de vente ndos tobas y hubo ndo de más de doce años que había que la traía, y dose forma de las prsones que pueden echar a los ndos condenados a servco personal y verfcándose nhumandades hechas con ellos, extraordnaras, lo cual cesará ejecutándose lo proveído. (AGI, C 874, ff. 8-10) Sea que trabajaran en las mnas, sea que lo hceran en las estancas de ganado o en las mlpas de las hacendas rurales, los trabajadores supuestamente lbres vvían en una condcón de semesclavtud de la que sólo podían salr escapándose, lo que representaba un hecho muy frecuente. El sstema de proteccón que la autordad vrrenal pretendía llevar a cabo en terras norteñas no tenía mucha posbldad de éxto, no sólo por el cabldeo que ejercían los grandes terratenentes sobre las msmas nsttucones colonales (la gran mayoría de ellos, membros de éstas), sno tambén por representar sus vastos terrtoros una suerte de poder paralelo al de la Corona y, en la perspectva local, aun más poderoso, efectvo y presente que aquélla.

77 Mazapl, Zacatecas, Méxco: un ejemplo de estructura agroganadera colonal ( ) r El sglo XVIII y la contnudad agromnera Durante el sglo XVIII, el dstrto de Mazapl estaba ocupado por ses grandes hacendas agroganaderas (Bonanza, Cedros, San Isdro, Gruñdora, Serra Hermosa y Pozo Blanco) y 28 ranchos que sumaban una poblacón total de más de personas. Las posesones de Bonanza, propedad del marqués de Aguayo (en el norte del actual poblado de Mazapl), y las de Cedros (al este), pasadas en mano del mnero Juan Lucas de Lazaga, contaban con una pequeña estructura urbana y hasta con los servcos de un cura (Langue 295). Esto sgnfca que las grandes posesones de los hacendados-mneros en el Valle de Mazapl se consttuían como estructuras terrtoralmente socalzadas y socedades organzadas alrededor de un proyecto polítco-terrtoral que unía la moderndad exportadora global a la feudaldad patrmonal local. Sólo en Mazapl se calcula que en 1778 las cabezas de ganado menor sumaban cas ovnos, mentras que los caballos y las mulas llegaban a Las hacendas de Cedros y Bonanza estaban extenddas sobre un terrtoro que rebasaba las hectáreas y es precso señalar que estas enormes posesones podían mantenerse sólo en funcón de la explotacón mnera. Sus produccones dversfcadas permtían conservar el aparato ndustral de las mnas y del benefco de los metales que de ellas se extraían, pero tambén estaban en la base de la creacón de aquellas redes clentelares que consentían a los hacendados consttur crcutos económcos fundados en exgencas polítcas y en relacones prevalentemente socales. Muchos de estos terratenentes, o ndrectamente sus crados y socos, partcpaban de la admnstracón de las cudades y de los reales zacatecanos, y desde allí lograban construr un sstema de concesones (asentos) para el correcto funconamento de la burocraca y del mercado locales. El poder central del vrrenato dfíclmente lograba controlar estas alejadas admnstracones, ncluso hasta después de las reformas borbóncas, ya que de hecho los mneros controlaban, a través del recén nsttudo Trbunal de Mnería, los aparatos productvos y polítcos de las varas zonas auríferas y Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 77

78 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 78 Francesco Panco - Claudo Garbay Orozco argentíferas de la Colona. Los captanes-mneros habían nsttudo, a través de sus mayorazgos y posesones, verdaderos pequeños renos en los que el únco reconocdo dueño, protegdo además por fueros noblaros y de otro tpo, era el msmo mnero. Las hacendas de Cedros y Bonanza eran a la vez de campo y benefco. En ellas trabajaban todo tpo de personas que vvían en las hacendas msmas y que se ntegraban alrededor de poblados provstos de glesa, cárcel y varos talleres de profesonstas que allí ofrecían sus servcos. A pesar de esta gran varedad de profesones, estas hacendas, como gran parte de las del norte del terrtoro novohspano, no podían prescndr de los productos y del sustento que les proporconaba la terra. En este sentdo, la agrcultura y, sobre todo, la ganadería eran ndspensables para el buen funconamento de las mnas y de las hacendas de benefco. Sn la presenca constante de la terra como eje de produccón y organzacón socal del terrtoro, hubera sdo mposble cualquer explotacón metalífera. Los mneros eran tales solamente en funcón del mecansmo socoproductvo que graba alrededor de las actvdades relaconadas con la mnería y no era un caso que estos captanes huberan consttudo enormes mayorazgos de terra. En sí, estas enormes posesones dervadas del derecho feudal europeo no solamente exstían en funcón de su valor patrmonal y del prestgo que podía mantener una famla en la cúspde de la prámde socal y del poder a lo largo de muchos años y hasta sglos, sno tambén por el hecho de que el vínculo con la terra era una prerrogatva económca y cultural esencal para el funconamento de la socabldad novohspana, no sólo del señor, sno tambén del campesno empotrado y totalmente dependente de la terra. S la mnería consttuía la actvdad prncpal con la que se sustentaban los grandes números de las fnanzas transatlántcas, es certo que sn la localzacón terrtoral de las relacones económcas y socales vnculadas a la terra esta economía no hubera poddo funconar. En Mazapl, en las ses hacendas antes menconadas, Langue señala que al menos el 69% de la poblacón total del dstrto vvía en ellas (305). Estos ndvduos eran, en

79 Mazapl, Zacatecas, Méxco: un ejemplo de estructura agroganadera colonal ( ) la gran mayoría de los casos, srventes, esclavos y operaros de las mnas. Los ndígenas foráneos (trabajadores lbres) se empleaban más ben en la faena de las mnas y llegaron a representar cas el 30% de sus pobladores a lo largo de la segunda mtad del sglo XVIII. Sn embargo, como antes se señalaba, estos trabajadores eran empleados en las mnas y más en general cubrían, como jornaleros, las necesdades temporales de las hacendas de campo y de benefco. Los srventes representaban la verdadera fuerza de las hacendas. En Cedros había 182 famlas; en Bonanza, 113, y en la Gruñdora, más de 140 (Langue 306). Estamos de acuerdo con Langue en que el tamaño de esta poblacón ndca un comportamento estable y regular de las tasas demográfcas y productvas de las hacendas menconadas y de la funcón socopolítca margnal de los grupos ndígenas que, ncorporados dentro de las hacendas (como señala el padre Morf en su Vaje de ndos y daro del Nuevo Méxco de 1779), no habían logrado consttur pueblos de ndos. Sn embargo, la gran mayoría de la poblacón ndígena que vvía en las hacendas de benefco, a pesar de ser consderados naborías, estaba cas en su totaldad sujeta a la autordad del hacendado. Es sgnfcatvo que en 1550, en las ordenanzas de La Marcha, se prohbera expresamente al cuerpo admnstratvo y judcal de las cudades asgnar a los mneros los ndos que llegaban de otras partes de la Nueva España. El sstema del repartmento había sdo formalmente aboldo en Sn embargo, Humboldt, en su Ensayo polítco, evdenca que hasta por lo menos la creacón de las ntendencas, en 1788, el sstema del repartmento nunca se había detendo como praxs de explotacón del trabajo ndígena (72). Pese a eso, los trabajadores supuestamente lbres se veían a menudo sujetados a la voluntad del hacendado, gracas al sstema de deudas al que anterormente hacíamos referenca (Chevaler; Langue). A lo largo del período colonal, la tendenca en la contratacón de mano obra ndígena y, más en general, de trabajadores lbres no parecía respetar las drectvas que en varas ocasones se habían emanado desde el poder central para proteger a los ndvduos de los abusos de los grandes Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 79

80 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 80 Francesco Panco - Claudo Garbay Orozco poderes locales representados por los terratenentes y mneros. Los gañanes o naborías se volvían a menudo dependentes de facto del hacendado y, a pesar de ser ocupados en su gran mayoría en las mnas y de dársele un salaro para su trabajo, se sujetaban de hecho al sstema de explotacón corporatvo de la hacenda, esencalmente basado, en su dmensón local, en una estructura agrara y ganadera. En muchos casos a las famlas de estos obreros se les pagaba en especes y, como ya se djo, se le antcpaba parte de su salaro para ejercer un derecho exclusvo sobre su fuerza de trabajo y para mantenerlos atados a la terra. La utlzacón de ncentvos a la produccón, como el de la pepena, no determnaba nngún tpo de autonomía de las famlas ndígenas y mestzas de la hacenda, ya que los lazos de dependenca con el señor no se lmtaban exclusvamente a una contratualdad de tpo laboral, sno se ensanchaban, gracas a un arragamento sustancal de tpo socal, a las pertenencas del hacendado. r Epílogo La estructura protourbana (con su pequeño casco de poblacón organzada en vvendas, su glesa, sus tendas y sus talleres) y el régmen prevalentemente autónomo de las hacendas (claramente vsble en Mazapl) son sgnfcatvos ndcos del funconamento de este sstema tanto en lo socal como en lo polítco y económco. De lo apenas dcho resulta que el porcentaje de trabajadores que podían defnrse lbres representaba sólo una parte mnortara de la fuerza de trabajo empleada en las hacendas de campo y benefco de la Nueva Galca y del Norte de la Nueva España, por lo que deducmos que la economía agromnera mplementada por las famlas de los propetaros en sus propas hacendas no estaba determnada por el régmen salaral que hacía de unos cuantos grupos de ndvduos un cuerpo de trabajadores proletarzados. En Mazapl, la vgenca de este proceso parece estar demostrada por la ausenca de pueblos de ndos a lo largo de todo el período colonal, lo que

81 Mazapl, Zacatecas, Méxco: un ejemplo de estructura agroganadera colonal ( ) más tarde favorecó probablemente la ocupacón y el mantenmento de las terras por parte de los latfundstas y la cas total ausenca de la pequeña propedad y del régmen socal de la terra hasta por lo menos el reparto agraro realzado por la Revolucón. Por otra parte, los ndos naturales de estos parajes vvían en una condcón de semesclavtud, que había sdo causada y perpetrada por las contnuas luchas entre ellos y los colonzadores españoles desde medados del sglo XVI (Bakewell 172). A fnales del sglo XVI y, sobre todo, a partr del XVII, estos ndos se ocupaban, entre otras, en las hacendas de Cedros y de Bonanza. En el transcurso del período colonal, el gran logro de los poderosos hacendados fue crear y consoldar un sstema de goberno y de socedad corporatvos, pese a la necesdad de contratar trabajadores lbres por falta de mano de obra, debdo al derrumbe demográfco de la poblacón autóctona (por lo menos hasta medados del sglo XVII) y a la dfcultad de consegur esclavos negros en gran número. En Mazapl se puede regstrar una alternanca de nombres mportantes (en su gran mayoría propetaros absentstas) vnculados al poder central de la captal del Vrrenato como los Fagoaga (marqueses del Apartado), los Valdveso (emparentados con los Urdñola, marqueses de San Mguel de Aguayo), los Lazaga, los Yermo, los condes de San Mateo, los marqueses de Jaral, etc. (Cachero 2002). Esto sgnfca que la nfluenca polítca de estos captanes y nobles no se lmtaba solamente al control de redes clentelares locales, sno que se extendía a las decsones que se tomaban drectamente en el centro polítco de la admnstracón colonal. Es posble entonces hablar de una economía agromnera alrededor de la hacenda, precsamente porque la explotacón de las mnas y el benefco de los metales, a pesar de que podían nvolucrar certo número de trabajadores asalarados, nunca habían poddo generar un tpo de desarrollo económco y socal ndependente del arrago a la terra. En la relacón de la vsta que Gaspar de la Fuente, odor de la Audenca de Nueva Galca, hzo de las mnas de Mazapl entre 1608 y 1610, resulta que en las prncpales hacendas del lugar (Cedros y Bonanza) trabajaban por lo menos 100 ndos guachchles que le están encomendados Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 81

82 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 82 Francesco Panco - Claudo Garbay Orozco [a los captanes Gaspar Duarte y Francsco de Urdñola] y que se les paga con un salaro, y un total 269 ndos laboríos (o naborías) de los que no se especfca la procedenca, pero de los que se dce que han sdo traídos con volenca y que muchos habían sdo reducdos a servco personal, probablemente por haberse endeudado con el señor o por haber cometdo crímenes que los hacían servos (Pérez y Garza 99). Los metales sacados de las mnas del Real de Mazapl se mandaban a benefcar a otros lugares, por la escasez de agua, recurso esencal para este tpo de operacones. Sn embargo, la hacenda de Bonanza contaba con una planta de benefco, donde se ocupaba una cuadrlla de ndos guachchles en el cudado de las mulas que servían de medo de transporte para el mneral. Lo que nos falta por saber es s los 269 ndos que trabajaban en el Valle eran todos guachchles reducdos o s había otros de dferentes orígenes. De todos modos, es evdente que la poblacón trabajadora, junto con los pocos esclavos negros ocupados en faenas doméstcas (en la hacenda de Cedros eran 10) y los aún menos numerosos mestzos (se contaban solamente tres en Cedros), estaba totalmente dependente de la economía agromnera de Mazapl. La terrtoraldad novohspana, concebda como sentmento de arrago sococultural y como sstema de explotacón de un terrtoro, sólo en muy pequeña parte estaba nfluda por la actvdad mnera. La parte más consstente de la socedad hspana de Amérca, en la que nclumos, por lo menos en el norte del país, a los grupos ndígenas y a las castas, vvía y dependía drecta o ndrectamente de la terra. Lo sostendo por Humboldt, cuando en su Ensayo polítco nos dce que los prncpales manantales de la rqueza del reno de Méxco no están en las mnas sno en su agrcultura (237), no consttuye una smple profecía para el desarrollo económco de la Colona, sno que ndca la mportanca de la terra como regulador de las relacones económcas, polítcas, socales y hasta culturales. Después de cas 350 años del descubrmento del Real de Mnas de Mazapl, en 1568, la Revolucón mexcana determnó un cambo radcal en el tpo de economía agromnera del Valle. Las vcstudes de los últmos

83 Mazapl, Zacatecas, Méxco: un ejemplo de estructura agroganadera colonal ( ) 20 años del domno español y los sucesos de la ndependenca no parecen haber producdo cambos sgnfcatvos en Mazapl. Los antguos hacendados seguían mantenendo sus posesones y se habían ncorporado, por lo general, al bando conservador del nuevo Estado-Nacón mexcano. Durante la prmera década del sglo XX, encontramos en Mazapl referencas a las msmas hacendas que se habían vendo formando y establecendo desde la Colona (Cedros, Bonanza, Gruñdora, etc.); pero esta ya es otra hstora. Fuentes prmaras Archvo General de Indas (AGI) Audenca de Guadalajara (G) 28, 51, 55 y 874. Contaduría (C) 874. Archvo Parroqual de Mazapl Lbro de nventaros rb blografía Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 83 Fuentes secundaras Arlegu, José de. Crónca de la Provnca de N.S.P.S. Francsco de Zacatecas. Méxco: Cumpldo, Web. 16 de agosto de Bakewell, Peter. Mnería y socedad en el Méxco colonal: Zacatecas ( ). Méxco: Fondo de Cultura Económca, Impreso. Cachero Vnuesa, Montserrat. Geografía socal y red de comuncacones en el norte de Nueva Galca. (Mazapl ). Anuaro de Estudos Amercanos 59.1 (2002): Web. 16 de agosto de Chevaler, Franços. La formacón de los latfundos en Méxco: hacenda y socedad en los sglos XVI, XVII y XVIII. Méxco: Fondo de Cultura Económca, Impreso. Humboldt, Alexander, von. Ensayo polítco sobre el Reno de la Nueva España. Méxco: Porrúa, Impreso. Langue, Frédérque. Lo señores de Zacatecas: una arstocraca mnera del sglo XVIII novohspano. Méxco: Fondo de Cultura Económca, Impreso.

84 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 84 Francesco Panco - Claudo Garbay Orozco Morf, fray Agustín de. Vaje de ndos y daro del Nuevo Méxco. Méxco: Vto Alesso Robles, Impreso. Pérez Zevallos, Juan Manuel y Valentna Garza Martínez. El real y mnas de San Gregoro de Mazapl Méxco: Insttuto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde, Impreso. Fecha de recepcón: 20 de agosto de Fecha de aprobacón: 18 de enero de 2010.

85 Resumen La encomenda entre los pueblos de la provnca paez en el sglo XVII Marcela Quroga Zuluaga Escuela de Altos Estudos en Cencas Socales, Franca Este artículo observa el establecmento de la encomenda entre los pueblos paeces en la gobernacón de Popayán. Es necesaro señalar que, comparado con otros procesos de mplantacón de esta forma de control de la poblacón ndígena en el suelo amercano, el caso de las encomendas entre los paeces presenta certas partculardades. En prmer lugar, de orden temporal, pues ella sólo tomó forma efectva hasta el sglo XVII. En segundo lugar, en lo concernente a su confguracón y su desarrollo. Estas partculardades fueron la consecuenca de la resstenca nda, así como una realdad ndígena móvl y socopolítcamente dspersa. De esta manera, la encomenda asocada al proceso de sometmento de los paeces no fue n formal n temporal n espacalmente unforme. Para su consoldacón, ella solcta la accón conjunta de múltples estrategas y actores del poder colonal. Palabras clave: encomendas, rprovnca de paez, Nueva Granada, sglo XVII. Abstract Ths artcle studes the establshment of the encomenda system among the Paez populaton n the government of Popayán. Compared to other processes to ntroduce ths form of control over the ndgenous populaton n the Amercan contnent, the case of the encomenda system among the Paez presents some partcular characterstcs: frst temporally, as t only became a realty n the 17th century; secondly, regardng ts development. These partculartes were the result of the ndgenous resstance, as well as of a moble and soco-poltcally dsperse ndgenous realty. Thus, the encomenda system assocated wth the process of subjugaton of the Paez populaton was not unform nor temporally nether spatally. In order to consoldate t, the jont acton of multple strateges and agents of the colonal power was necessary. Key words: encomenda system, Paez provnce, New Granada, 17th century.

86 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 86 Marcela Quroga Zuluaga r I ntroduccón Después de las guerras de conqusta, la relacón de sumsón de los pueblos ndígenas vencdos a la Corona española fue crstalzada por la encomenda. Con un objetvo formal: la conversón y transformacón a la vda en polcía de los pueblos sometdos. De este modo, a través de su delegacón a los encomenderos, esta nsttucón consttuyó uno de los prmeros mecansmos desplegados por el poder español en el suelo amercano para su control. Por ejemplo, podemos constatarlo en los prncpales núcleos de la domnacón colonal consttudos en las Indas como entre los ncas, los aztecas y, sn r más lejos, los muscas del Nuevo Reno, donde su nstauracón fue el paso que sguó a las accones de conqusta adelantadas por los españoles durante las prmeras décadas del sglo XVI. Desde esta perspectva, el caso de las encomendas entre los paeces nos presenta grandes partculardades, pues su efectvo establecmento y desarrollo sólo tomaron cuerpo hasta el sglo XVII, en el marco de un contexto de conqusta nda tardío. En la práctca, esta dsmltud temporal fue el resultado de varos elementos tocantes a los actores paeces, como su dspersón terrtoral y socopolítca y, sobre todo, unas formas de relacón polítca fundadas en guerra, las cuales, en el espaco de la confrontacón de la conqusta, se tradujeron en accones y de respuestas bélcas contra la mplantacón de la domnacón española en la regón. Éstas no sólo dlataron temporalmente su sumsón a la Corona, a través de este mecansmo del poder español, sno que gualmente repercuteron en su confguracón y en su rol como forma de encuadramento de la poblacón ndígena. r Prmeros ensayos de pacfcacón en la provnca paez La extosa resstenca bélca de los pueblos de la provnca paez a las prmeras accones de conqusta conducdas por los españoles determnaron,

87 La encomenda entre los pueblos de la prov nca paez en el sglo XVII a lo largo del sglo XVI, el establecmento de unas relacones hspano-ndígenas marcadas por el conflcto y la guerra. Así, estos pueblos fueron el objetvo mltar de contnuas expedcones mltares de tpo puntvo, cuyo fn prncpal fue castgar las manobras ofensvas emprenddas contra los hspanos y que, la mayoría de las veces, no arrojaron resultado alguno. Por otra parte, a medda que los dstntos establecmentos urbanos y mneros de la gobernacón de Popayán fueron afanzados, la presenca de estos grupos referencados por los españoles como carbes ejercía una presón cada vez menos tolerada por los habtantes españoles, quenes buscaban la consoldacón económca de la gobernacón de Popayán, a través del establecmento de un crcuto comercal con la cudad de Santafé y de la extraccón mnera de cudades como La Plata y Caloto. Precsamente, a fnales del sglo XVI y comenzos del XVII, en esta nueva dnámca económca, se nscrben las nuevas ncursones españolas en las terras comarcanas a las cudades de Neva, Tmaná y La Plata, lugar de habtacón de varos pueblos nsumsos, referencados por los españoles como nacones ndependentes (pjaos, yalcones, apramas y paeces). En el fondo, estas expedcones buscaban tanto pacfcar a los ndos de guerra de la regón del Alto Magdalena como desartcular sus alanzas contra la expansón española. En lo que concerne a los pueblos paeces, entre estas expedcones podemos subrayar aquella adelantada por Domngo Lozano, vecno de la cudad de Ibagué, quen en 1562 fue comsonado por la Real Audenca, con el fn de castgar los rebeldes pueblos de la provnca paez. Esta expedcón, descrta en detalle por fray Pedro Aguado, consttuyó el prmer ensayo de sometmento ndo con resultados favorables para los españoles, como la fundacón de la cudad de San Vcente de Páez y la dstrbucón de las prmeras encomendas (Aguado 518-9). Precsemos que el éxto de la expedcón de Lozano fue el fruto no sólo de las accones bélcas de los españoles contra las poblacones Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 87

88 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 88 Marcela Quroga Zuluaga ndígenas, sno tambén de la medacón de otros pueblos ya sometdos como los guambanos. Sn embargo, la exstenca de la nueva fundacón y la perenndad de estas prmeras encomendas son de corta duracón, pues los ndígenas, sobrellevando mal el peso de las nuevas oblgacones mpuestas por los españoles como la trbutacón, el trabajo en las mnas y el servco personal se rebelaron y dejaron la cudad sn aprovsonamentos. La provnca paez quedó, así de nuevo, reducda al estado de guerra que la había caracterzado. Aunque otras expedcones fueron orgnadas desde Popayán y nuevos aprovsonamentos fueron proveídos para auxlar a los habtantes de San Vcente, fnalmente, en 1571, pueblos ndígenas de las provncas paez y pxaos destruyeron la poblacón y, además, deron muerte a su fundador. En los años que sgueron, los ataques de una rebelón ndígena en el Alto Magdalena se extenderon y puseron en resgo otras cudades como La Plata y Tmaná. En este contexto, desde Popayán, Cal e, ncluso, desde Quto, la admnstracón colonal adelantó nuevas ncursones. Ellas deron cuerpo a otros ensayos fundaconales y permteron una frágl consoldacón española en la regón. Por ejemplo, en 1574 se realzó la reconstruccón de Paez, y en 1579, por medo de una expedcón organzada por la Audenca de Quto, bajo la dreccón del gobernador Epnar, se logró la fundacón de una nueva poblacón en la provnca de Paez, esta vez con el nombre de Nueva Segova. Posterormente, en 1588, esta poblacón fue trasladada a orllas del río Palo, con el nombre de Caloto, donde, una vez más, debdo a los constantes ataques de paeces y pjaos, fue despoblada. Posterormente, en 1596 nuevamente es trasladada a su emplazamento actual (López de Velasco 414). Ahora ben, s las expedcones mltares emprenddas por los españoles durante las últmas décadas del sglo XVI permteron conformar algunos núcleos urbanos en la provnca, la consoldacón de la domnacón española en la regón no había sdo lograda. En realdad, estas cudades, más allá de consttur núcleos estables, fueron slotes

89 La encomenda entre los pueblos de la prov nca paez en el sglo XVII terrtorales controlados temporalmente por la fuerza mltar hspana 1. Por consguente, la nstalacón española polítca y económca en la regón durante la segunda mtad del sglo XVI fue un proceso ntermtente que no permtó alcanzar los objetvos de una efectva conqusta ndígena y, mucho menos, la nstauracón de formas de explotacón ndígena como la encomenda. En realdad, los pasos haca una total pacfcacón de los pueblos paez sólo se dan hasta los ncos del sglo XVII, luego de haber sdo concludos otros procesos de pacfcacón entre algunos de los pueblos de el Alto Magdalena, prncpalmente con el anqulamento de los pjaos. En certa medda, las dstntas campañas españolas contra estos pueblos favoreceron la desartculacón de las alanzas ndígenas y permteron la consoldacón de los dstntos núcleos urbanos de la regón, al tempo que sentaron las bases para consoldar la pacfcacón de los pueblos de la provnca paez y, junto con ella, la nstauracón de la encomenda. Sn embargo, su efectvo establecmento sólo fue posble a través de un proceso snuoso y poco homogéneo que solctó la accón mancomunada de dstntos mecansmos y agentes del poder español. r 1 Por ejemplo, lo denuncaba el presdente de la Real Audenca, Francsco de Sande, en una carta drgda al Rey, en 1597: Parece que en años pasados desde la cudad de Tmana a la de Popayán, que habrá trenta leguas poco más o menos, estaban dos poblacones de españoles; que la una se llamo la Vlla de la Plata a donde se dcen hay muy rcas mnas de Plata, y más adelante como a ocho leguas, otra que llamaron los Paez; y cada uno de estos pueblos tena ndos en su comarca de paz que servían a los españoles, y con los ndos y con los españoles se camnaba seguro de los ndos de guerra desde Tmana a Popayán. Porque estos tales andaban por los montes por ser la terra muy ancha y entonces se tenían por ndos de guerra los que no venían de paz a servr. Entre estos dos ríos que he dcho [Magdalena y Cauca] hay cnco nacones de ndos de guerra los cuales salen a hacer daño por toda la terra y por los camnos que van de Popayán para Quto, y no se puede pasar s no es con escuadra de gente y de armas, de que vene grandísmo daño a este Reno y provncas. Porque no hay otro camno para Quto y Perú, y se perde el benefco de oro que tene la terra que es el mayor que se sabe hay en el mundo [ ] Es m parecer que se vuelvan a poblar los dchos dos pueblos el de la Plata y el de los Paez con mucha ventaja, que por lo menos haya en cada uno de ellos ochenta vecnos y que permanezcan allí y con esto el camno se asegura y cada día se rá más asegurando sacándose el oro (AGI, S 17 r. 14, n. 140/1). Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 89

90 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 90 Marcela Quroga Zuluaga r Proceso de nstalacón de la encomenda entre los pueblos de la provnca paez Los ncos del establecmento de la encomenda entre los pueblos paeces pueden ser constatados en las prmeras décadas del sglo XVII. No obstante, este proceso fue trbutaro de la confrontacón hstórca que había caracterzado las relacones entre los españoles y los paeces. Aunque para este momento las accones de guerra de los españoles habían logrado controlar en parte la ofensva ndígena, este proceso expermentó otras dfcultades, esta vez determnadas por las condcones que forjaron una realdad nda dspersa socal-polítca y terrtoralmente. De hecho, junto con la evasón haca los lugares que quedaron fuera del control español, estas condcones, ncrementadas por las accones bélcas españolas, forjaron las nuevas estrategas de resstenca de los pueblos paeces. En este contexto de fragmentacón y de dspersón, la confguracón de las encomendas fue el resultado de un proceso heterogéneo y dscontnuo espacal y temporalmente. Tomó cuerpo gracas a los logros de las empresas de españoles partculares que se nternaron en su terrtoro y perssteron en su pacfcacón y a la accón de otros agentes del poder español: los msoneros. En el prmer caso, algunos de los títulos de encomendas que reposan en los archvos nos permten constatar que a las campañas de pacfcacón adelantadas por Domngo Lozano, en 1562, sgueron otras empresas prvadas que lograron la pacfcacón de una parte de los pueblos de la provnca, a fnales del sglo XVI e ncos del XVII 2. Estas empresas fueron, r 2 Un ejemplo de estas accones puede ser observado en la merced otorgada a Andrés del Campo Salazar: El Rey, Juan Mendez Marquez, m gobernador de la provnca de Popayán o las persona a cuya cargo fuere su goberno por parte de Andrés del Campo Salazar vecno de la cudad de Popayán de esa provnca me ha hecho relacón ha servdo a los Reyes m padre y m

91 La encomenda entre los pueblos de la prov nca paez en el sglo XVII prncpalmente, el ejercco de varas famlas entrelazadas, cuyos orígenes se remontan a los prmeros conqustadores del Perú y del Nuevo Reno de Granada, como Francsco Mosquera Fgueroa, Crstóbal de Mosquera Fgueroa, Dego del Campo Salazar y Pedro de Velasco. En realdad, aunque sólo Dego del Campo Salazar y Crstóbal de Mosquera Fgueroa habían partcpado drectamente en las ncursones realzadas contra estos pueblos, los descendentes de estos prmeros fundadores y pobladores de las cudades de Popayán y Caloto fueron los actores de múltples ncursones partculares adelantadas desde las dstntas cudades que enmarcaban su terrtoro. Y aunque la nformacón-documentacón no es muy clara, parece que en esta dnámca fueron consttudas las prmeras encomendas paeces. Así, por ejemplo, Andrés del Campo Salazar, hjo de Dego del Campo y esposo de Isabel Fgueroa, hja de Francsco Mosquera Fgueroa, obtuvo en 1625 una merced real como retrbucón a su partcpacón al proceso de la pacfcacón de los pueblos pjaos del Valle del Magdalena y algunos Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 91 rabuelo [ ] y a mí en las ocasones que se han ofrecdo, y en partcular entró en la conqusta y pacfcacón de las provncas de los paeces en compañía del captán Fernando Aras Saavedra, y anduvo mucho tempo atravesando la cordllera y serra nevada hasta la provnca de Torbos, terra nexpugnable y de Indos de Guerra con mucho pelgro y excesvos trabajos y gran gasto de su hacenda por haber sustentado doce soldados y mucho ndos amgos hacendo ofco de caudllo, y estando el campo alojado en la provnca Toboma apretado de los dcho ndos y sn bastmento hzo traerlos a su costa con que puderon segur la jornada; y asmsmo entró en la conqusta y pacfcacón de la provnca de los Torbos con el captán Lorenzo de Paz Maldonado [ ] y estando el gobernador Juan de Tuesta Salazar en la pacfcacón de Caloto, hallándose oprmdo de toda la terra que se había alzado entró en ella con un socorro de soldados e ndos y armas [ ] y con su llegada se pudo prosegur la dcha conqusta en la que mataron al cacque Ocanasa, señor de todas aquellas provncas [ ] y el gobernador Vasco de Mendoza y Slva lo nombró tambén por su lugar tenente y justca ordnara [ ] y con el dcho gobernador entró en las provnca de los Páez y los pjaos con cuarenta y cnco españoles y doscentos ndos amgos por camnos y montañas que jamás se habían andado pasando por las mnas que solían ser de la Plata y por las provncas de Chlcambs, lmpándolas de enemgos corsaro y llagando a la provnca de Toboma mató y cautvo cantdad de ellos, y les talo la terra y los oprmó y aflgó de suerte que le saleron más de cuatrocentos ndos de paz [ ]. (AGN, E 24, ff. 673v. y ss.).

92 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 92 Marcela Quroga Zuluaga de los pueblos paeces: torbos y tobomas (AGN, E 24, ff. 673v. y s., 1709; ACC, E 1984, ff. 24r.-26v., 1625). A través de ella, la Corona española le otorgaba a él y a sus descendentes la prerrogatva de ser favorecdos en la asgnacón de los repartmentos. Esta merced, junto a los otros mértos de las prmeras famlas fundadoras, entrelazadas entre sí por dstntas alanzas matrmonales, fue presentada contnuamente por los dstntos descendentes, quenes la utlzaran como un argumento para obtener su ttulacón. Como consecuenca, la mayoría de las encomendas paez en los sglos XVII y XVIII están concentradas en manos de una msma famla (Gráfco 1). Gráfco 1. Encomenderos paeces de los sglos XVII y XVIII Dego del Campo. Corregdor de Marquta, Ibagué, Tocama, Vctora y Remedos. Captán Justca Mayor de Tmaná, La Plata y Popayán Francsco Mosquera Fgueroa Conqustador del Perú, Alguacl de Quto (1564) Andrés del Campo Salazar Isabel Fgueroa Dego Delgado Gouverneur (1553) María del Campo Salazar Ambroso del Campo Salazar (1667) Dego del Campo Salazar Agustna Salazar Delgado Lusa Salazar Delgado Dego de Vtora (1638) Jacnto Arboleda Teodora Salazar Dego Vtora de Salazar (1664) Lorenzo del Campo Salazar (1720) Francsco Arboleda Salazar (1685) Agustna Hurtado de Fgueroa Juana Arboleda de Fgueroa Martín Preto Tovar (1714) Tomás Preto Tovar

93 La encomenda entre los pueblos de la prov nca paez en el sglo XVII Las característcas que tuveron estos prmeros repartmentos, fruto de las expedcones partculares adelantadas por los vecnos españoles, son de dfícl percepcón en los documentos. La únca descrpcón que presentan los títulos es que la mayoría de los ndígenas que los componían estaban de mala paz y sn someter. Por esta razón, tanto la admnstracón española como los encomenderos desconocían el número de trbutaros, e ncluso los sujetos que los ntegraban. Muchas veces los pagos de la meda anata que debían sufragar los encomenderos a la Corona por usufructo eran reducdos y pospuestos por su nestabldad (ACC, E 2378, f. 29r., 1653). Pedro de Velasco y Zúñga Conqustador del Perú, 1534, Gobernador de Popayán Leonor Velasco Íñgo de Velasco Zúñga (1617) Beatrz de Noguera Aragón Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 93 Tomasna de Salazar Crstóbal de Mosquera Fgueroa (1619) Agustna Mosquera Fgueroa (1687) Crstóbal de Mosquera Fgueroa (1694) Carlos Ncolás de Velasco (16?) Crstóbal de Mosquera Fgueroa (1720) O t r o s e n c o m e n d e r o s : Pedro de Santago (1638) Juana de Santago Salazar (1658) Francsco de Tovar (?) Ana de Tovar (1635) Juan Palomno (1653) Juan Palomno Posada (1658) Blas Palomno Posada (1701) Juan de Vargas (1699) Juan de Vargas Fgueroa (1701) Joseph de Velasco y Noguera (1701) Lucía Sandoval (1701) Marta Daza (1701) Dego Neto Polo Salazar (1711) Fuentes: (ACC, E 743, 745, 1714, 1984, 2378, 2394, 2545, 2584; CG 1479; AGN, E 24, f. 668v.; E 29, f. 858).

94 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 94 Marcela Quroga Zuluaga En este sentdo, la mayoría de los títulos asgnados entre los paeces fueron más ben vrtuales y procuraron pocos usufructos a los encomenderos. De esta manera, a pesar de que los repartmentos paeces habían sdo organzados, éstos pasaron gran parte del sglo XVII de un ttular a otro, sn ser realmente lucratvos para sus poseedores. El testmono dado en 1638 por el cura doctrnero de la cudad de Caloto sobre la encomenda otorgada a Dego de Vtora, luego de la muerte de Francsco Palacos Alvarado, en las provncas de Torbo, Suyn y la Mesa de San Vcente de Páez, lustra esta stuacón: [ ] que tan solamente tene la encomenda vente ndos de mala servdumbre en la provnca de los Torbos, y cuando queren salen a los trabajos y cuando no se retran a los montes; y en las provncas de los paez en Suyn puede haber doscentos ndos de mala paz, que algunos de estos salen al llano de Torbo y sembran meda fanegada de maíz s se les antoja de fuerza, que no dan trbuto, n aprovechamento bastante para pagar las doctrnas de ndos Torbos, n en el trabajo que ponen en el servco de su encomendero; y así n renta, n dan nada; y en la terca parte de Paez, consta haber trenta ndos poco más o menos, que solamente srven de traer las armas para nquetar por ser de mala paz y en nada srven [ ] (ACC, E 2394, f. 3v., 1638). La ausenca de un benefco económco para los encomenderos, así como los gastos costeados por ellos a lo largo del proceso de pacfcacón y de reduccón ndígena, fueron reconocdos por la Corona medante la adjudcacón de una vda más en la posesón de los repartmentos. Así, en contraposcón de sus homólogos del Nuevo Reno, algunos de los ttulares de las encomendas paeces dsfrutaron de una prolongacón del derecho de sucesón a tres vdas (AGN, E 29, f. 860r., 1619; ACC, E 743, 1658). Por otra parte, las dsposcones concernentes a su adjudcacón extendían su rol más allá de una gratfcacón o del pago de servcos por las accones de conqusta realzadas por los españoles, y de aquel que mponía las oblgacones de los encomenderos estpuladas por la Corona en otros lugares del suelo amercano. En efecto, antes de la conversón y la evangelzacón, el objetvo prncpal de los títulos de encomenda paeces fue lograr la sujecón de estos ndos aún en el sglo XVII sn someter y de mala paz.

95 La encomenda entre los pueblos de la prov nca paez en el sglo XVII En este sentdo, a dferenca de otros pueblos que habían sdo sometdos durante la Conqusta, la asgnacón de encomendas entre los paeces fue un útl de la admnstracón colonal para ncentvar a los españoles a emprender su sometmento, su reduccón en pueblos y la nstauracón efectva de esta forma de control entre los ndígenas que habían sdo otorgados luego de las múltples expedcones españolas. En este proceso de conqusta tardío el papel de los encomenderos paeces fue más actvo que aquel que tuveron otros encomenderos del Nuevo Reno, como lo muestra el título de encomenda dado a Crstóbal de Mosquera, en 1619: [ ] y atento a estar de mala paz y rebeldes como al prncpo que fueron encomendados, y que os habés de ocupar y hacer costa y gasto de vuestra hacenda en reducrlos y sacarlos en real obedenca y servdumbre y arresgar vuestra vda para traerlos al gremo de la Santa Fe Católca [ ] en conformdad de la cedula y ejecutoría Real que su majestad despacho a los vecnos de la dcha Nueva Segova, y conqustas nuevas, para que por tres vdas se les hcere merced de los ndos de aquellas provncas, vos la hago de os los encomendar por las dchas tres vdas, vuestra, la de vuestro hjo y la de vuestro neto. (AGN, E 29, f. 858r.) Ahora ben, como lo dejan ver estos breves testmonos, durante la prmera mtad del sglo XVII, el control y la sujecón de la poblacón paez, a través de esta forma de control, estaba lejos de ser un objetvo logrado. De hecho, a la oposcón armada y a la evasón, sguó la puesta en obra de otro tpo de resstenca ndígena, esta vez fundada en la partcpacón precara o nexstente de las oblgacones colonales que de ellas se desprendían y en la reduccón en pueblos que la acompañaba, pues: los dchos ndos tenen poca consstenca en habtacón y morada, y por cualquer accdente la mudan y se retran a la terra a dentro a partes remotas donde no pueden ser habdos (ACC, E 2378, 1653). La fragldad y, en certa medda, fracaso parcal de este mecansmo de control español entre los paeces fue una constante a lo largo del sglo XVII (ACC, CG 1157, f. 1r., 1674). Sn embargo, las encomendas y el proceso de congregacones parecen adqurr certa establdad a fnales del sglo XVII y durante el sglo XVIII. En gran parte, esta nueva stuacón fue Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 95

96 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 96 Marcela Quroga Zuluaga el producto del trabajo mancomunado de los encomenderos y de otros actores: los msoneros, quenes actuaban en su terrtoro desde comenzos del sglo XVII. Los datos sobre las ncursones msoneras son oscuros. Sabemos que las prmeras fueron realzadas por los padres de la Compañía de Jesús durante la prmera mtad del sglo XVII y abordaron, prncpalmente, las regones de Guanacas y de Terradentro (Rodríguez ; Hazañero 210). Las ncursones msoneras tomaban cuerpo en una sere de correrías soltaras realzadas por uno o dos msoneros a lo largo de los múltples y dspersos stos de habtacón de los ndígenas paeces ya pacfcados y que partcpaban a su manera de las oblgacones colonales (Hazañero 210). Uno de los logros de su ntervencón fue la construccón de un sto de habtacón permanente para los msoneros y de una glesa en el sto de Guanacas, en cercanías del camno, construdo en 1626 por Dego del Campo Salazar, que vnculaba las cudades de La Plata y Popayán, conocdo como el camno de Guanacas (Hazañero 149). Fnalmente, en 1655, los padres de la Compañía de Jesús se retraron de la provnca paez dejando pocos resultados, puesto que, más allá de la predcacón, la enseñanza del español y de la organzacón de certas formas de trabajo comuntaro, su accón no permtó lograr el objetvo prncpal de extraer a los pueblos paeces de sus stos de habtacón y reducrlos en pueblos. En este sentdo, las relacones que sostuveron los msoneros con los ndígenas contnuaban la dnámca que éstos habían entretendo con sus encomenderos y otros españoles. Ellas se lmtaban a una sere de relacones esporádcas y dscontnuas que no permtían su plena sujecón a alguna forma de control ndígena. De ese modo, s exstía certa forma de sometmento, ésta era controlada por los ndígenas, quenes partcpaban de los dstntos dspostvos del poder colonal a sus rtmos e ntereses. Pocos años antes del retro de los padres de la Compañía de Jesús (probablemente desde la década de los cuarenta), los padres predcadores de la Orden de San Francsco, provenentes de Santafé, habían ncado gualmente este tpo de ncursones (AGN, C 58, f. 43). Sn embargo, su epcentro fue

97 La encomenda entre los pueblos de la prov nca paez en el sglo XVII otro, la regón del Valle del Magdalena. Según los testmonos documentales, su accón arrojó resultados más decsvos que aquellas llevadas a cabo por los jesutas. En 1660, el procurador general de esta orden declaraba: [ ] habrá tempo de cuatro años que entraron dos relgosos [ ] a la provnca de los ndos paeces, a convertrlos y a reducrlos a Nuestra Santa Fe Católca y con su predcacón y doctrna convrteron más de 800 nfeles y redujeron a poblado y a la obedenca de su majestad, más de otros 170 gandules con sus famlas, poblándolos en los dos ríos en el sto que hoy están llamado San Joseph de Ataco, dstantes de su terra y de las demás bárbaras nacones más de setenta leguas [ ]. (AGN, M 15, 276r.) De la msma manera, en 1673, el obspo de Popayán testmonaba la exstenca de ses pueblos fundados en la jursdccón de Neva, en los cuales habtaban ndígenas bajo el goberno de esta orden (AAP 558, f. 71r.). Se trataba, en efecto, de las poblacones de San Juan de Páez (San Juan del Obo), San Francsco de Iqura, San Antono de Nátaga, San Joseph de Ataco y el Retro (AGN, C 58, f. 989r., 1695). S ben la carenca de fuentes documentales no nos permten defnr con precsón la manera como los pueblos paeces fueron pacfcados y organzados en encomendas, ellas muestran que para fnales del sglo XVII el trabajo asocado de los msoneros, de los encomenderos y, en general, de la admnstracón colonal arrojó como resultado la consoldacón efectva, entre estos pueblos, de las encomendas y su reduccón en pueblos. En grandes térmnos, la accón de estos mecansmos confguró dos ejes regonales de la domnacón colonal. El prmero en cercanías de la cudad de Caloto y Popayán, en el nteror de la que fue desgnada como la provnca paez, y el segundo a lo largo del Valle del Magdalena, en la Provnca de Neva. Como consecuenca de dos procesos de sometmento dstntos, estas dos regones guardaron certas dferencas, perceptbles en la confguracón de las encomendas. En el caso de los repartmentos de Caloto y Popayán, las encomendas fueron dadas a los ttulares que habían partcpado en el proceso de su pacfcacón; mentras que en la provnca de Neva (a excepcón de los anexos de la provnca de Toboma, consttudos por los membros ndígenas orgnaros de ella que se habían desplazado Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 97

98 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 98 Marcela Quroga Zuluaga hacía las vertentes orentales de la cordllera central) éstas fueron depostadas en la Corona y fueron formadas con ndígenas que habían saldo de sus terrtoros por su propa voluntad como resultado de las accones de los msoneros francscanos (AGN, R 1, f. 60v.; f. 66v., 1652). r Dstrbucón de encomenda y estructura socopolítca nda S ben la respuesta ndígena frente al proceso de nstauracón de la encomenda hzo que los objetvos de este mecansmo obtuveran logros parcales, su accón no puede ser desprecada a la hora de observar su ncdenca en la organzacón socopolítca ndígena. Precsemos que la documentacón sobre los paeces en general a lo largo de los sglos XVI y XVII es nsufcente para observar de manera concluyente su mpacto sobre la realdad nda. No obstante, los títulos de encomenda nos presentan algunas nstruccones generales sobre esta dnámca (Tabla 1). Tabla 1. Encomenderos y provncas paez, sglo XVII Fuente: elaboracón propa a partr de AGN, E 29, f.858r.-868v. Encomendero Provnca Subprovnca/Autordad Crstóbal de Mosquera Abrama And Crstóbal de Mosquera Abrama Inza Crstóbal de Mosquera Torbo Cacque Tuqula Crstóbal de Mosquera Torbo Provnca de Oman Crstóbal de Mosquera Torbo? Crstóbal de Mosquera Mesa/San Vcente de Páez 1/3 de Paez Crstóbal de Mosquera Paez Dagoya Crstóbal de Mosquera Turbachao Juan Echecas Crstóbal de Mosquera Jámbalo Cacque Guan Dego de Vtora Suyn Fernando Conça Dego de Vtora Suyn Mateo Lame Dego de Vtora Suyn Cacque Rodrgo Dego de Vtora Torbo Francsco Tálaga Dego de Vtora Mesa/San Vcente de Paez Cacque Ambue: 2/3 de paez Fernando de Tovar Jámbalo Vtoyo Íñgo de Velasco Paez Btombo Íñgo de Velasco Provnca de Paez Emnza (Guañartas) Íñgo de Velasco (segunda vda) Abrama Abrama Contnúa

99 La encomenda entre los pueblos de la prov nca paez en el sglo XVII Contnuacón Encomendero Provnca Subprovnca/Autordad Juan de Palomno Valle de la Smbala Parba Juan de Palomno Valle de la Smbala Ytaqube Juan de Palomno Valle de la Smbala Don Leornardo Juan de Palomno Toboma Oueyomuse Juan de Palomno Toboma Ytabe Juan de Palomno Torbo Tarabra Juan de Palomno Torbo Plloso Juan de Palomno Torbo Coay María de Santago Salazar (segunda vda) Jámbalo? Como entre otros pueblos ndígenas amercanos, la dstrbucón de encomenda redbujó las líneas de demarcacón de las jefaturas prehspáncas y ello perfló, al msmo tempo, nuevas formas socopolítcas en favor de las condcones de la domnacón española. En el contexto paez, este proceso fue marcado por la dspersón y la atomzacón terrtoral y socopolítca que caracterzaba a los pueblos de la provnca. Estos rasgos, como lo hemos anotado, habían sdo acrecentados como parte de la estratega ndígena a la avanzada española. Igualmente, este fue afectado por la accones de conqusta nda adelantadas por los españoles. Por ejemplo, tan sólo en algunos casos los repartmentos guardaron las líneas de demarcacón que dbujaban las undades socopolítcas mayores denomnadas por los españoles como provncas, señoríos o caccazgos 3. r 3 En lo que concerne a la organzacón socopolítca paez, las nformacones contendas en los títulos de encomenda arrojan elementos dferentes de aquellos que se desprenden de las descrpcones realzadas por cronstas como Aguado, quen propone la exstenca de tres caccazgos o señoríos defndos polítca y terrtoralmente: suyn, paez y avrama. Todo lo contraro, estas fuentes propondrían la exstenca de una gran fragmentacón, así como la exstenca de dstntas ntegracones socopolítcas. Al abstraer de las reservas que nos proponen las nformacones de los títulos de encomenda y al poner en relacón estas breves nformacones respecto a las descrpcones dadas por los cronstas, podemos establecer una prmera dentfcacón (Tabla 1). En efecto, los señoríos o caccazgos paeces asocados a las provncas no denotaban solamente un ensamble terrtoral o una mera undad socopolítca representada un cacque prncpal. Se trataría más ben de una ntegracón que crcunscrbía en su nteror otras undades socopolítcas dferencadas por la presenca de varas jefaturas (parcaldades), entrelazadas por vínculos de parentesco (hjos o hermanos), defndas, así msmo, por una localzacón terrtoral ndependente (grupos locales), además tendentes a la fsón Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 99

100 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 100 Marcela Quroga Zuluaga Este es el caso, por ejemplo, de la encomenda de Toboma, la cual junto con sus anexos consttuyó la encomenda más mportante entre los pueblos paeces. Otorgada a Juan Palomno en 1653 y posterormente a su hjo Blas Francsco Palomno en 1701, ella comprendía aproxmadamente 380 ndígenas trbutaros, cfra que ncluía tanto a los ndígenas trbutaros del pueblo de Toboma, en la jursdccón de Caloto, como los membros de esta jefatura que un sglo antes aparecían referencados como emgrantes haca el Valle del Magdalena bajo la dreccón de varas autordades. Todos ellos descendentes de las jefaturas del prncpal así desgnado y de sus hjos: Oueyomuse e Ytabe (ACC, E 2378, ff. 1v.-29v.; AGN, E 32, ff. 580v.-593v.). En la práctca, a pesar de la dferenca de jursdccón, los dstntos encomenderos de Toboma trataron de conservarla unda nvocando las cédulas concernentes a la ndvsbldad de las encomendas (AGN, E 9, f. 167r.). Pero abstengámonos de ver en este ejemplo una posble contnudad entre el señorío de Toboma, las jefaturas orgnadas de su proceso de segmentacón y el repartmento así denomnado, puesto que este repartmento fue, así msmo, el resultado de varos movmentos de la poblacón nda conducdos por los encomenderos. Así, por ejemplo, en el título dado a Juan de Palomno podemos observar que a ella había sdo agregadas otras parcaldades orgnadas de las provncas de Torbo y del Valle de la Smbala. Igualmente, parece que de la provnca de Toboma fueron secconadas otras parcaldades para la consttucón de nuevas rpolítca y terrtoral. En este sentdo, la estructura socopolítca paez, correspondería a una organzacón del tpo de la trbu. En su nteror podemos dferencar tres formas de ntegracón, defndas a su vez por tres undades socopolítcas: (1) el grupo doméstco, caracterzado por un grupo de parentes, padres y hermanos de la generacón de ego solteros, o vudos o recén casados; (2) el grupo local, jefatura drgda por un hermano de la generacón de los padres de ego y consttudo por una sere de undades doméstcas, denomnadas en el dscurso español como pueblos o provncas, punto de orgen a través de la dspersón polítca y terrtoral de otros grupos locales, y (3) otro nvel que traspasó las jefaturas del grupo local y que probablemente corresponde a los señoríos descrtos por Aguado, cuyos vínculos fueron flexbles y fueron crstalzados en stuacones concretas, como la guerra (ACC, E 1984, 2378 y 2399; AGN, E 29, ff. 858r.-868v.; Aguado 518-9; Rappaport).

101 La encomenda entre los pueblos de la prov nca paez en el sglo XVII encomendas denomnadas con el msmo nombre, como aquellos otorgados a Fernando Salazar Betancourt (1664) y a Dego de Velasco (1686) (Padlla 244; AAP 4180, f. 61r., 1664). En otros casos, como lo lustran los títulos de encomenda durante su proceso de confguracón, las dstntas undades socopolítcas denomnadas señoríos o provncas fueron fragmentadas sguendo las líneas de las jefaturas que conformaban los grupos locales (parcaldades), para luego ser reconfguradas bajo la nueva lógca colonal que su dstrbucón mpuso (Tabla 2). Este parece ser el caso, por ejemplo, de las provncas de Suyn y Emnza. Según el cronsta Aguado, el señorío de Suyn estaba formado por dos jefaturas dferencadas terrtoralmente, pero artculadas por los lazos de parentesco de sus autordades. La prmera drgda por Suyn, y la segunda, en cabeza de su hjo Emnza (Aguado 510). Ellas fueron separadas en dos repartmentos. El prmero, Suyn, fue dado a Dego de Vtora en 1638, luego de la muerte de Francsco Palacos, quen probablemente la poseyó en segunda vda; en tanto que el segundo, Emnza, llamada posterormente La Caldera, formó parte de los ndígenas otorgados a Pedro de Velasco y a sus descendentes Íñgo de Velasco y Carlos Ncolás de Velasco (ACC, E 1984, ff. 21r. y 32r.). Además, para su conformacón a éstas fueron agregadas otras parcaldades o segmentos de ellas, que deron como fruto en el contexto colonal nuevas undades socopolítcas: Suín y La Caldera (Emza). Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 101 Tabla 2. Encomendas en la Provnca de Torbo (1685) Fuente: adaptado de María Teresa Fdjn Encomendero Prncpal Trbutaros Isabel Quntero Tama 80 Pedro Gallego Gueton 50 Ambroso de Mranda Ohl 24 Alonso Sánchez Tobalo 120 Gabrel Cardoso 60 Dego de Ávla Gengue 60 Pedro de Morrones 30 y José Rojas (30) 4. r 4 De acuerdo con los autores que realzaron la trascrpcón del documento orgnal (ANHQ, caja 20, 1703), el documento presenta los repartmentos de encomenda de la provnca de Torbío de Sn embargo, los títulos de encomenda que fueron otorgados a Crstóbal

102 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 102 Marcela Quroga Zuluaga S segumos los títulos de encomenda, parecería que este proceso fue común. La confguracón de encomendas, como nstrumento de la pacfcacón ndígena, en un prmer momento hzo volar en múltples fragmentos los lazos maleables que unían a las dstntas jefaturas paeces (ACC, E 2394, f. 5v., 1638; ACC, E 2378, f. 3v., 1653; ACC, E 1984, f. 60r., 1617; AGN, E 29, f. 858r., 1619). En un segundo momento, do cuerpo a nuevos agregados que soldaron en su nteror fragmentos de ellas (véanse tablas 1 y 2). Este proceso de explosón tocó, ncluso, las esferas más mínmas de la estructura socopolítca, como lo muestra la confguracón de repartmentos de talla reducda, ntegrados por ndígenas que fueron arrancados de sus lugares de habtacón y desartculados de las undades socales más restrngdas 5. Por lo demás, el proceso de agregacones, mpulsado por la dstrbucón de encomendas, además de promover la desntegracón socopolítca de las jefaturas, tambén trajo como consecuenca su desartculacón terrtoral, aun antes de ser adelantada su congregacón en pueblos. Como lo hemos menconado, por ejemplo, la encomenda de Toboma, en 1653, ncluía 80 ndos de esta banda de la cordllera y que solían ser naturales de las Provncas de Coay y Pllosos que estaban en Torbo, lo que mplcaba que ellos habían sdo desplazados varos klómetros al sur de su terrtoro (ACC, E 2378, f. 3v.). rde Mosquera en 1619 que ncluyen los ndígenas encomendados de Pedro de Morrones luego de su muerte, así como los otorgados a Dego de Vtora en 1638, es decr, los ndígenas de Torbío del captán Ambroso Mranda, nos permten pensar que en realdad estos datos corresponden a fnales del sglo XVI (AGN, E 29, f. 860v.; ACC, E 239). 5 Por ejemplo, en 1653 fue dado en encomenda a Fernando de Aras el repartmento de las juntas de los dos ríos [El Magdalena y el Paez], un repartmento que de acuerdo con la numeracón reunía a 48 personas de orgen paez que estaban bajo la proteccón del captán Domngo Aras; entre ellas tan sólo ses ndígenas eran trbutaros. La mayoría de los ndígenas que componían el repartmento habían llegado sendo nños y probablemente habían sdo sacados de su lugar de orgen por el captán Aras como lo dejan ver algunas de las anotacones de la numeracón: Antono ndo [ ] dce no reconoce nngún encomendero porque no sabe a donde es su terra, el cual hace 14 años que está aquí con una nda llamada Magdalena de la nacón paez, la cual cro el dcho captán Domngo Aras [ ] (ACC, E 2378, f. 29r.).

103 La encomenda entre los pueblos de la prov nca paez en el sglo XVII Otro ejemplo, mejor referencado es el de las encomendas de la provnca de Torbo, a medados del sglo XVII (Rappaport 125). En efecto, éstas habían sdo consttudas con ndígenas procedentes de la otra parte de la cordllera de la provnca paez [ ] (Fdjn y Rojas 31). Éstas no sólo agrupaban ndos que habían sdo desplazados haca el noreste de la provnca, sno además habían sdo consttudas con ndígenas orgnaros de otros pueblos y de dstntas jefaturas que habían sdo dsueltas en el proceso de su conformacón: [ ] y sn embargo que los dchos ndos Tunbos hayan sdo y sean naturales de otras provncas y pueblos y sujetos a otros cacques atento aquí de presente y de muchos años ha esta parte están poblados, en dcha provnca de Tunbío y fuera de su antguo natural (ct. en Rappaport 125). Ahora ben, los dstntos camnos que sguó el proceso de nstauracón de esta forma de control de la poblacón paez son perceptbles, a través de la varabldad del tamaño de dchos repartmentos. Estas nformacones pueden ser mejor aprecadas en los albores del sglo XVIII, una vez concludas y consoldadas las reduccones ndígenas hechas a lo largo del sglo XVII; pero para este momento que presupone la realzacón efectva de la encomenda entre los paeces las fuentes documentales ya no nos hablan de provncas mprecsas, sno de pueblos cuyo vínculo a ellas sólo es posble defnr sguendo las líneas de sucesón de los encomenderos. Por otra parte, la documentacón escrta no nos permte dentfcar todas las encomendas y poblacones ergdas entre los pueblos paeces; la exstenca de algunos de ellos es perceptble sólo a partr de vagas mencones que nos proporcona la documentacón admnstratva 6. Los datos proporconados por este tpo de documentacón aparecen recogdos en la Tabla 3. r 6 Es necesaro menconar que gestones admnstratvas como las vstas de la terra, entre estos pueblos, parecen no haber sdo realzada. La únca accón admnstratva comparable que reposa en los archvos es la de las numeracones de trbutaros, realzadas por el corregdor de los naturales. A esta dfcultad se suma el hecho de que en la mayoría de los casos de tales numeracones sólo pudmos obtener las certfcacones generales realzadas por el corregdor y no el cuerpo completo del documento. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 103

104 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 104 Marcela Quroga Zuluaga Encomendero No. de trbutaros Año Francsco Palomno Posada 478 Real Corona Agustna de Mosquera Fgueroa Dego de Vtora Salazar Francsco Salazar Betancourt Crstóbal de Mosquera Antono del Campo Salazar Joseph de Velasco Noguera Dego Neto Polo Salazar Manuel Álvarez Belálcazar Juan de Vargas Fgueroa Luca Sandoval Manuel Quntero Martín Tovar Matías Daza Tabla 3. Trbutaros de las encomendas paez a ncos del sglo XVII Fuente: elaboracón propa a partr de ACC, E 2545, 2584; AGN, E 27 f. 595v., 809r., E 29 f. 865r.; Fdjn y Rojas 37; Padlla, López y González A pesar de que ellos no presentan una vsón total de los repartmentos consttudos, nos procuran una dea del tamaño y del número de trbutaros que poseían. La prmera observacón que se desprende es que la mayoría de los repartmentos eran reducdos y poco homogéneos, probablemente, en razón del proceso de fragmentacón de las undades socopolítcas que la confguracón de los repartmentos había mpulsado. De hecho, para palar esta nsufcenca demográfca, los ttulares de ellos agruparon en sus manos varas encomendas que podían nclur a otros pueblos ndígenas. La famla Mosquera Fgueroa, por ejemplo, además de poseer las encomendas de los pueblos de San Vcente de Páez y San Fernando de Vtonco, Talaga, Tarabra y Jambaló poseía gualmente el repartmento de Panquta y Tmbío en la jursdccón de Popayán (este últmo con una poblacón trbutara en 1699 de 122 ndígenas). La famla De Vtora poseía, junto con el repartmento de Suín, el de Oprama o Qunchía en la provnca de Anserma (AGN, E 29, ff. 861r. y 868r.; ACC, E 2394, f. 10r., 1627). Otro ejemplo más temprano es dado por las encomendas otorgadas a Pedro Velasco en el sglo XVI por tres vdas. En su caso, a la encomenda en la provnca paez que él poseyó en la jursdccón de Caloto se adconaron

105 La encomenda entre los pueblos de la prov nca paez en el sglo XVII las encomendas de los pueblos coconucos, cajbíos, cubalo y pubenses, en la jursdccón de la cudad de Popayán (ACC, E 1984, f. 9r., 1667). Posterormente, en 1688, con la muerte de su neto Carlos Ncolás de Velasco, las encomendas fueron dvddas en tres. Un repartmento consttudo por los pueblos de la provnca paez, en la jursdccón de Caloto, fue encomendado en Ambroso de Salazar; otro consttudo por los pueblos de cajbío y pubenses fue otorgado a Íñgo Lucas de Velasco, y, fnalmente, el que ncluía los pueblos de coconucos, cubalo y los yaqubaes. Estos últmos orgnaros de la provnca paez, fueron otorgados a Dego Velasco de Noguera. Todos ellos fueron heredados por Joseph Velasco de Noguera, encomendero en 1701 del pueblo paez de San Francsco de Yaquba, probablemente, la reduccón de los pueblos paeces yaqubaes (ACC, E 1984, f. 34v., 39r. y 42r., 1688; ACC, E 2545). Esta práctca, que parece haber sdo común en la Gobernacón de Popayán, tambén tuvo consecuencas en el nuevo orden socal que establecó la dstrbucón de encomendas entre los paeces y que luego fueron crstalzadas por las congregacones ndas. Puesto que, como lo hemos vsto, los encomenderos trasladaban a sus encomendados, en estos desplazamentos poblaconales podían reunr en un msmo lugar a ndígenas de dstntas nacones y promover una suerte de mestzaje ndo que sólo podemos ntur, faltos de nformacón 7. A pesar de las grandes dfcultades que tuvo su establecmento, estos fragmentaros datos que hemos presentado lustran el gran mpacto de la encomenda entre los pueblos de la provnca paez. Esta promovó su fragmentacón y nuevas recomposcones socopolítcas, así como nuevas mgracones terrtorales. Estas dnámcas fueron profundzadas a la hora de la conformacón de los pueblos de ndos. Las nformacones r 7 Así, por ejemplo, Crstóbal de Mosquera y Fgueroa, a fnales del sglo XVII, había poblado, junto con la comundad ndígena de Tmbío, algunas famlas de ndos gentles, probablemente, de orgen paez (Rappaport 123). Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 105

106 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 106 Marcela Quroga Zuluaga sobre las encomendas paeces pueden ser prolongadas hasta fnales del sglo XVIII 8. En realdad, a lo largo de este sglo, globalmente, ellas guardaron una mayor establdad, en gran parte, gracas al proceso de reduccón que permtó extraerlos de sus lugares de habtacón naccesbles a los españoles. La consoldacón de los dstntos pueblos a los cuales los paeces fueron reducdos marcó, en certa medda, el fnal del largo e rregular camno tomado por la nstalacón defntva de esta forma de control ndígena. Este fue un proceso en el cual los dferentes ntermedaros del poder español, encomenderos y msoneros, fueron sometendo de manera poco homogénea y cas por fragmentos a una nacón ndígena cuyas estrategas de resstenca, prmero bélcas y luego de evasón, les permtó por espaco de más de un sglo escapar a un efectvo control español. rb blografía Fuentes prmaras Archvo Arzobspal de Popayán (AAP) Archvo Central del Cauca (ACC) Encomendas (E) 743, 1984, 2394, 2378, 2399 y Cvl Goberno (CG) Archvo General de Indas (AGI) Santa Fe (S) 17. Archvo General de la Nacón (AGN) Conventos (C) 58. Encomendas (E) 9, 24, 29 y 32. Msceláneas (M) 15. Resguardos (R) 1. r 8 Es necesaro menconar que durante la segunda mtad del sglo XVIII, la mayoría de las encomendas paeces pasaron a la Real Corona (Sevlla).

107 Fuentes secundaras La encomenda entre los pueblos de la prov nca paez en el sglo XVII Aguado, Pedro. Recoplacón hstoral. Bogotá: Presdenca de Colomba, Impreso. Fdjn, María Teresa y José Rojas. Terrtoro, economía y socedad paez. Cal: Unversdad del Valle, Impreso. Hazañero, Sebastán. Letras anuas de la Compañía de Jesús en la provnca del Nuevo Reno: desde el año de ml sescentos y cuarenta y tres. Zaragoza: s. e., Impreso. López de Velasco, Juan. Hstora del reno de Quto en la Amérca Merdona. Quto: Bbloteca Ecuatorana Mínma, Impreso. Padlla Altamrano, Slva, María Lusa López Arrellano y Adolfo Gonzáles Rodríguez. La encomenda en Popayán. Sevlla: Escuela de Estudos Hspanoamercanos, Impreso. Rappaport, Joanne. El país paez: los pasos en la formacón de Terradentro. Bogotá: Banco de la Repúblca, Impreso. Rodríguez, Manuel. El descubrmento del Marañón. Madrd: Alanza Unversal, Impreso. Sevlla Casa, Elías. La pobreza de los excludos: economía y sobrevvenca en un resguardo ndígena del Cauca. Cal: Ethnos, Impreso. Fecha de recepcón: 31 de agosto de Fecha de aprobacón: 18 de enero de Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 107

108 Autordade mestça no Brasl: terrtóros de mando no sertão do São Francsco, século XVIII Céla Nonata da Slva Unversdade Federal de Alagoas, Brasl. Resumen Este artículo es un análss de las práctcas y costumbres rústcas de algunos mandataros poderosos de las Mnas, en cuanto a normas nsttuconalzadas de orden prvado en el sertão de São Francsco. Estas costumbres rústcas se nterpretan como comportamentos efectvos de una cultura polítca de mestzos, que se sustentan en el mantenmento de los terrtoros de esos mandataros poderosos y que ncluyen una sere de nstruccones del poder con venganzas cotdanas, dentfcadas como apropacón ndebda de terras, compadrazgos y cambos de favores entre mandataros poderosos y esclavos. r Palabras clave: rústco, poder, cultura polítca, hstora. Abstract Ths artcle s an analyss of some practces whch are commonplace n the Mnas captancy concernng the normalzaton and enforcement of a prvate code of conduct n the backlands of the St. Francs Rver, stemmng from the power of some local potentates. These rustc customs are nterpreted as effectve behavors of a mestzo poltcal culture, based on the mantenance of the so-called Commandng Terrtores, whch nclude a seres of power arrangements based on systematc revenges, expropratons, protectve polces granted by the local potentates, and on the exchange of favors between these and ther slaves. Key words: rustc, power, poltcal culture, hstorography. r I ntrodução Muto se tem nsstdo na matrz europea do Antgo Regme como o paradgma da colonzação para a Amérca Portuguesa. Mas fo o século XVII

109 Autordade mestça no Brasl: terrtóros de mando no sertão do São Francsco, século XVIII o tempo fundamental para a operaconalzação da ordem públca como elemento de domnação do espaço conqustado 1. Neste sentdo, a equação Antgo Regme-colonzação torna-se questonável enquanto opção e modelo domnante na hstorografa colonal, como declara Laura de Mello e Souza (O sol e a sombra). Esta posção também é compartlhada por Boaventura de Souza Santos, que desenvolve sua argumentação a partr da dea central de que a Amérca Latna se caracterzou por uma colonzação fraca, onde os poderes de domnação bércos sescentstas marcaram as dnâmcas do projeto colonzador. Neste sentdo, o autor afrma que as formas de subjetvdade e socabldades, enquanto ethos barroco, marcaram o dscurso colonal e o processo de mestçagem cultural em terras de além-mar. O tempo barroco e seus códgos desestablzadores agram como elementos matrcas na elaboração das prátcas socas e dscursos fundantes da mestça cultura latno-amercana. As referêncas de Gruznsk aos processos de ocdentalzação como um conjunto de meos de domnação ntroduzdos na Amérca pela Europa do Renascmento: a relgão católca, os mecansmos do mercado, o canhão, o lvro ou a magem (94) podem complementar as ênfases sobre a mportânca do período e da cultura Sescentsta que sedmenta o fenômeno da ocdentalzação do Novo Mundo. Um tempo bérco e uma mentaldade barroca por excelênca. Tempo de nostalga da corte, já estérl em Portugal como fonte de prestígo e fdalgua devdo às nfluêncas castelhanas (França 116). Restava-lhes a r 1 A menconada obra de Eduardo D Olvera França é de extrema mportânca para o período em questão. Para o autor, o século XVII tera sdo o tempo da mundalzação da cultura europea, contrarando uma postura da hstorografa recorrente frmada no prestígo do Século das Luzes. Quando se estuda a hstóra da colonzação, um smples quadro cronológco nos convence de que o século XVII é o século da europezação da Terra. No XVI, o europeu descobre e sonda a resstênca do mundo a seus apettes. No XVII, nveste avassalador, para no segunte colher os frutos e consoldar as posções (30). Apesar da mportânca deste período, ele anda é pouco estudado. Ademas, a obra é um convte a outros olhares para a Amérca Portuguesa a partr de sua referênca temporal barroca e bérca. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 109

110 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 110 Céla Nonata da Slva honra de um passado de glóras. Daí uma conduta pautada na fama heroca e nas vrtudes convenconas da humldade crstã, que enalteca os homens bons. Um desejo de emergr da decadênca, de ganhar reputação e de merecer o reconhecmento moldava a mentaldade portuguesa nessa época. Era uma empolgação turbulenta e rebelde para alcançar um reconhecmento aparente (C. Slva). O projeto de colonalsmo português alnhou a esta tradção bérca e barroca a convcção polítca da flexbldade das relações entre a perfera e o centro. Isto possbltou o surgmento de espaços de experênca cratva, onde a sobrevvênca e a transgressão consoldaram possbldades e códgos moras fundados no ethos barroco da subversão. As socabldades rústcas na captana das Mnas comungaram com uma época enaltecedora dos valores e sentmentos sgnfcatvos da subjetvdade barroca. Um tempo de crse e de suspensão dos cânones legas. Um paradgma enaltecedor das formas desvantes e das recprocdades turbulentas (B. Santos 206). O movmento que se traduz na Amérca Portuguesa é uma equação da amplação das contradções e opções favorecdas pelo hbrdsmo cultural que se ajusta às terras conqustadas. A nvestgação do vver destes homens rústcos pode ser traduzda pela experênca do rsco e do desafo, pelo dramátco e trágco, pelo extravasamento e novação, ntensfcando a dentfcação cultural representada pela sensbldade barroca. A experênca do mundo e do vver traduza-se num movmento ncessante de superação heroca e rebelde do desejo de emergr socalmente. Tratava-se, portanto, de uma cultura que estmulava os desejos e as vontades humanas. Assm, a honra barroca vrl condconava as vontades de dstnção e de proemnênca socal, o que para as sensbldades magnatvas da cultura barroca sera possível. Destarte, eram socabldades que enaltecam o exercíco das vontades apaxonadas, da manfestação agressva e do mperatvo de se dstngur socalmente. A relação entre os ndvíduos e o poder públco na Amérca Portuguesa pode ser analsada, mormente, a partr do magnáro socal da cultura barroca, onde as formas de recprocdade e nteração socal perpassam a dramatzação das socabldades subversvas, estabelecendo espaços de confltos ntensos fundantes de prátcas socas codfcadas na volênca,

111 Autordade mestça no Brasl: terrtóros de mando no sertão do São Francsco, século XVIII na teatralzação vrl e vngatva. Estas áreas de poder e de domíno ajustavam-se ao mperatvo da vontade heroca de uma ordem prvada. E estes domínos, entenddos como Terrtóros de Mando 2, estveram profundamente enrazados num códgo moral da volênca e do ethos subversvo do barroco. As áreas de conflto surgem, pos, como espaços de atuação entre os nteresses da Coroa Portuguesa e dos potentados locas, que são retratados normalmente como facínoras, crmnosos e rebeldes (Anastasa, Vassalos) 3. A hstorografa colonal tem percebdo estes ban(d)dos apenas quando mersos nas áreas de nteresses ou em atvdades comercas mercants ou mneradoras, como na captana das Mnas, produzndo as rotas de contrabando do ouro, gado e damantes (Campos; Fgueredo, Avesso; Furtado; Norma; Romero, Um vsonáro; Schwartz; Slvera; Souza, Os desclassfcados; Venânco). Alguns trabalhos contrbuíram para o tema, detectando e classfcando a atuação dos banddos na esfera prvada. Mesmo que a atuação dos banddos fosse dentfcada com grupos de amotnados no sertão, as maltas tveram seu rosto desvelado no contexto colonal mnero não apenas como contrabandstas, mas bandos que mantnham redes de soldaredade com ofcas e homens da admnstração 4. Também, Mara de Fátma Gouvêa reconheceu a mportânca em se analsar as dnâmcas dos confltos r 2 O conceto de Terrtóros de Mando é trabalhado pela autora nas análses da formação de uma ordem prvada nos sertões das Mnas, prncpalmente no sertão do São Francsco, onde a elaboração de uma conduta étca rústca unu-se às socabldades barrocas e ao dreto costumero de proteção às terras e aos domínos de potentados locas. A expansão desta ordem prvada no sertão naugurou uma forma de poder, sustentada pelo uso da vngança, da teatralzação do poder e dos apadrnhamentos como manutenção dos domínos adqurdos (C. Slva). 3 A autora retrata os potentados locas como rebeldes e facínoras, atuando com ntensa crmnaldade contra as ordens de coroa Portuguesa. 4 Respectvamente: Anastasa ( Salteadores ) y Fgueredo ( Furores ). Ambos retratam os grupos margnas na captana das Mnas nserdos em qualfcações concetuas orgnas, buscando entender suas ações horzontalzadas com o meo socal, numa dnâmca além do padrão de contrabando e do roubo, que mutos qualfcam. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 111

112 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 112 Céla Nonata da Slva socas, que para a Autora estão nserdas nas formas de negocação entre os poderes locas e a Coroa Portuguesa. Ou seja, entre a perfera e o centro vslumbrou-se uma cultura polítca de adaptação, donde a mportânca das câmaras muncpas como propcadoras das formas de negocação com o centro hegemônco de poder. Trata-se, pos, de consderações sobre a ordem prvada e sua capacdade de negocação. Entretanto, a versatldade e as afrmações extremosas de uma domnação dos potentados locas devem ser consderadas e analsadas a partr das complexas redes locas de poder, da capacdade dos hbrdsmos culturas e do comportamento subversvo como consoldação e afrmação dos espaços de mando. Recorrentemente, o processo de mestçagem amalgamou as capacdades latentes das redes de soldaredade entre os poderes de mando e seus apadrnhados. O hábto de apadrnhar já era costume entre os potentados com relação aos negros que chegavam às Mnas. Estes, tendo sdo apadrnhados, tnham por seus protetores uma attude de [...] subordnação e respeto, o que redunda em fazerem-se capatazes e formar séqutos metendo-se pelos matos. Temendo a extensão deste hábto, o governador das Mnas pede aos vgáros que [...] não consntam outros Padrnhos dos negros, que não sejão brancos (APM, SG 11, pp ) 5. Este costume passou a estretar as relações entre os subordnados e os potentados, sustentados pelo valor do respeto e gratdão. Estas redes mestças formavam o amálgama da condção de reconhecmento, recprocdade e honra para as relações socas da época. r O ethos barroco da subversão Não se trata, aqu, de reexamnar as bases em que as teoras da subversão foram construídas, mas de se perceber o comportamento facínora, da rebelão r 5 Optamos por manter a grafa orgnal dos documentos de época.

113 Autordade mestça no Brasl: terrtóros de mando no sertão do São Francsco, século XVIII e da nsubordnação como um ethos cultural denttáro. Trata-se de um elemento fundante que possbltou o surgmento de uma cultura polítca subversva enrazada na cratvdade da mestçagem, nas prátcas socas da volênca e na teatralzação do poder. A dnâmca dos nteresses de uma ordem prvada na Amérca Portuguesa deve levar em conta o alcance da subjetvdade barroca como matrz representatva e smbólca de uma época, conjuntamente com a sua capacdade rebelde e magnatva. Socabldades habtuadas às arbtraredades e à busca pela sobrevvênca consttuíram um espaço prvlegado de mando, caracterzando uma ordem prvada na Amérca Portuguesa capaz de elaborar novas formas de negocação com a Coroa, mutas vezes sem a ntermedação do poder local das câmaras muncpas, segundo seus nteresses locas e regonas. Isto porque a ação de mutos potentados nas Mnas, por exemplo, rá competr com o poder local, nsuflando motns e revoltas na captana. As formas autônomas das partes que consttuíam um todo combnavam-se com uma herarqua de possbldades prevstas na raconaldade barroca por sua dobra (Deleuze). Na verdade, os potentados se arrogavam como parte desta herarqua de poder, donde se percebe a fraqueza do centro e, ao mesmo tempo, sua renvenção pela perfera. Dsto decorre, também, a contradção de se nserr na razão e no conjunto de um projeto de colonzação orentado pela Coroa Portuguesa. A cultura barroca caracterza a colonzação portuguesa de forma dossncrátca. Não percebemos apenas sua manfestação enquanto estlo artístco, mas prncpalmente como subjetvdade e, certamente, como conscênca e convvênca que marcaram uma época. Como observa Maravall, o [...] Barroco é, portanto, um conceto hstórco, não apenas um preceto para os ícones de estlos (42). Detectam-se comportamentos moldados por um repertóro temátco da decadênca, do trágco e da mudança, que proporconavam as formas de socabldades turbulentas, excêntrcas e enaltecedoras da desordem. Assm, a conscênca do homem barroco, forjada no conflto, torna-se uma experênca hstórca no cotdano das Mnas Setecentstas. O nsulto à condção jurídca ofcal portuguesa era a maor obedênca dos homens na Amérca Portuguesa, que poda ser resumdo por obedeço, mas não cumpro (B. Santos 261). Certamente Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 113

114 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 114 Céla Nonata da Slva o reconhecmento da legaldade e da autordade da Coroa Portuguesa não era gnorado. A condção do conflto como pathos socal é estrutural no Barroco, haja vsta que as stuações turbulentas de revoltas, bem como as formas de volêncas cotdanas não são fenômenos ocasonas, mas elementos operaconalzáves das condutas humanas. Daí o bandtsmo ter se tornado um dos temas recorrentes do teatro da época, sendo ele enaltecdo com fumos de heroísmo 6. O banddo heró no barroco não se dstancava das regras socas, mas vnculava-se aos prncípos moras tradconas que o moldavam. Reconheca, pos, os valores vgentes, onde fundamentava sua usurpação de poder como uma de suas facetas vadosas. Não se opunha a uma autordade nsttuída; apenas se rebelava contra ela como tendênca de um magnáro socal da época. Sobre este tema, Hobsbawm observou os esquemas sobre os comportamentos dos banddos pré-captalstas. O banddo socal antes do século XVIII não tem seu comportamento assocado aos movmentos e revoltas socas. Dos arquétpos hobsbawmanos o banddo heró, ou o ladrão nobre, são dentfcadores de uma socedade rural e de uma época anteror ao Setecentos 7. Isto reforça a dea de dramatcdade e heroísmo presente nos bandoleros e salteadores do Sescentos, tal como qual dentfcamos para os comportamentos de alguns potentados atuantes na captana das Mnas. Mutos potentados foram consderados subversvos e rebeldes. Um destes nomes já ecoava no níco da formação das Mnas, revelada pelo conflto r 6 Maravall acentua as condções econômcas adversas do século XVI e XVII como propcadoras para o aparecmento do bandtsmo, da mséra e da vagabundagem na Europa. 7 Nesta obra (Banddos) o autor destaca os mportantes arquétpos dos banddos socas. O Ladrão Nobre, tdo como um dos herós das baladas populares na Europa, tem sua ação fundamentada na justça a ser restabelecda. O vngador, que também possu uma característca heróca. Contudo, esse heró tem nas suas ações não apenas a bondade e a cardade, mas o terror e a crueldade, que sabe repartr bem na comundade. Por fm, os Haduks são au xlados pela comundade e dela têm todo o respeto. Contudo, não se comprometem com rebelões, já que são salteadores por profssão.

115 Autordade mestça no Brasl: terrtóros de mando no sertão do São Francsco, século XVIII de A Guerra dos Emboabas fo uma manfestação colonal por poder e terras, envolvendo os nteresses entre grupos locas e a Coroa Portuguesa (Romero, Paulstas; A. Santos). Tal evento demonstrou o poder dos potentados do sertão e suas relações vertcalzadas com alguns bandos de índos e negros apadrnhados destes senhores da terra. Estes homens de poder, ao se adaptarem às necessdades de seus terrtóros de mando, moldavam os costumes ndígenas de proteção pessoal aos domínos conqustados. Juntavamse também os recursos das mandngas dos negros escravos às necessdades da sua autordade pessoal no sertão. Potentados e apadrnhados estabelecam as regras de convívo calcadas na recprocdade subversva e rebelde, dando a cada um o reconhecmento socal pela ntensdade de suas ações. Assm, é possível pressupor que um dos esteos da formação da autordade mestça nsere-se nesta conscênca barroca, e que se concretzava pelas redes de soldaredade presentes no sertão entre os potentados e os seus apadrnhados. Certamente, os Terrtóros de Mando representam a estrutura dessa autordade mestça que despontava no sertão e se estenda por toda a captana das Mnas, cuja prátca da vngança, da honra bérca e do desafo norteou a dnâmca socal. Este contexto arregmentou também uma forma de trabalho calcada na troca de favores, no clentelsmo e na proteção-a sebaça. Esta autordade mestça presente no meo sertanejo será entendda como um tpo de poder legítmo, cujo exercíco de mando e suas redes de poder sustentaram-se na prátca da mestçagem, algo possível apenas nas zonas de frontera (C. Slva). A polítca de negocação na Amérca Portuguesa fo uma parte consderável entre os nteresses dos potentados e a atuação do projeto colonal português. A Coroa Portuguesa combnava a dnâmca do projeto colonzador aos poderes locas representados pelas câmaras muncpas, e demas atores socas que frequentemente asseguram a permanênca do terrtóro conqustado, conhecdos pelas bravuras nos sertões. Este espaço concentrou os nteresses de uma ordem prvada no sertão, caracterzada pelas redes de soldaredade vertcas e horzontas, decorrendo, daí, seu poder de assmlação das formas de adaptação e mestçagem. A partr desta desenvoltura fo capaz de promover uma dentdade negocada, Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 115

116 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 116 Céla Nonata da Slva reconhecda pela artculação de elementos antagôncos de outras culturas. Mesclada aos seus nteresses de adaptação, transformou as modaldades de socabldade, nsttuu códgos moras e prátcas rotneras de poder, subcodfcou o modo caótco de vda em valores e representações dentfcadoras de uma autordade estabelecda às expensas da autordade ofcal. Esta transgressão cratva marcou, na verdade, a colonzação portuguesa e sua condção semperférca (B. Santos). r Os fractas do poder Nos códgos bnáros do barroco, os camnhos surgam. Dos troncos de povoamentos e entradas se formaram, e que não devem se ater apenas à ação dos paulstas 8. Urbno Vanna (1935) e Smão Pres (1979), por exemplo, rá reclamar o povoamento do sertão baano como expansão das atvdades agropecuáras das fazendas de gado que descam o ro São Francsco, cuja prmorosa mportânca a desde os anos de 1553 com a expedção de Bruza de Espnhosa, de Tournho, em 1572, e a de Adorno, em Destas nvestdas, não podemos nos slencar perante a ação contumaz da admnstração de D. Afonso Furtado, que tanto se empenhou para que os grupos de banderas e entradas achassem o metal precoso, a exemplo de Potos, no alto Peru. Schwartz afrma que documentos recentes revelam quatro entradas pelo sertão, dadas a partr da admnstração baana de D. Afonso Furtado (Schwartz y Pecora). Contudo, a busca só se tornara efetva no governo posteror, a partr de Em meados do Sescentos hava ocorrdo uma consderável penetração pelo nteror do país 9. E, [...] com exceção de algumas fazendas r 8 A esse respeto, ver exemplos de obras da hstorografa que têm prvlegado o tema: Ells; Ennes; Franco; Paes; Taunay. 9 Punton (A guerra) e Monz (O feudo), são obras mportantes que retratam a penetração no nteror do país no níco da colonzação.

117 Autordade mestça no Brasl: terrtóros de mando no sertão do São Francsco, século XVIII e povoações como Jacobna, o sertão da Baha contnuava alheo à ocupação ou a um efetvo controle colonal (Schwartz y Pecora 20). Os sertões da Baha e de Pernambuco já se vam conqustados com pequenos núcleos de povoamento, e fo pelo ro São Francsco que a nvestda de crculação portuguesa consumou-se numa portentosa epopea barroca, através do massacre ndígena, por meo da cração de gado e pela crculação de mercadoras de gênero para o abastecmento das fazendas. Isto sem menconar a ação das grandes hordas de banddos, crmnosos e vagabundos que por aí descam, cuja fama de valentões só cresca, já que eram [...] apoados dos rcos e poderosos e mutos mandados por eles, e outros mandam os mutos escravos que tem [...] vvem na usurpação dos bens alheos; uns pra s e outros por ordem dos donos [...]. Assm vvem a maor parte dos moradores dos sertões; a le da natureza sem atenderem as conscêncas fazendo muta usurpação dos bens alheos; prncpalmente fazendas de gados que estão pelas beras das estradas por onde passam as boadas e cavalaras magras, que tudo o que fca dos gados e cavalos uns por cansados e outros por fugdos o usurpam os assstentes nas dtas fazendas uns por s e outros por ordem, dos donos. (ANTT, MSSB 10, f ) Destes donos de poder, temos notíca de alguns. Tanto Vanna (1935) quanto Pres (1979) relatam o poder da Casa da Torre, pela famíla Garca D Ávla e, também, da Casa da Ponte com os Guedes de Brto, como grandes demarcadoras de frontera latfundára, mando e autordade. Os Garca D Ávla concentraram a maor nvestda das banderas baanas no seu tempo, construndo um mpéro terrtoral que a desde o sertão da Baha ao Maranhão. Na captana da Baha, Garca de Ávla, que al aportara em 1549 com Tomé de Souza, teve em 1553, de uma índa batzada, Francsca Rodrgues, uma flha Isabel d Ávla. Casou-se em seguda com Méca Rodrgues, de uma famíla de crstãos novos, mas dela não resultou prole. Nasceu um flho seu, de nome João Homem, de outra índa. Quando redgu seu testamento, em 1609, estava com cerca de 90 anos e sua mulher, assm como os flhos mamelucos, tnham morrdo. Restava-lhe o neto Francsco Das Ávla, flho do segundo casamento de Isabel, além de netas mamelucas, flhas de João Homem. (M. Slva 18) Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 117

118 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 118 Céla Nonata da Slva Os Guedes de Brto detnham suas conqustas de gual envergadura, ndo até a Barra do ro das Velhas. O Coronel Antôno Guedes de Brto, juz do Senado da Câmara da Baha e grande propretáro de curras na regão de Santana do Morro do Chapéu (Lma 33) fez nome e poder pelas campanhas contra o gento da terra e destrução de bandoleros e crmnosos pelos camnhos do sertão da Baha. Tornou-se potentado de fazendas de gado e engenhos desde a barra do ro das Velhas, regão do Serro do Fro, Curvelo, São Francsco e partes da Baha. As casas dsputavam espaço terrtoral, poder e cração de gado entre os sertões do São Francsco e as terras ncógntas do sertão do ro Pardo. Percebe-se, pos, que nas barrancas do ro São Francsco e do ro Verde a ocupação baana fez-se notar de modo permanente com os curras de gado. As ncpentes terras mneras já pertencam a uma economa pecuára, que se faza lucratva com a economa do couro, de vocação sertaneja. Com ela o seu assstente, o vaquero, que podera ter sdo em sua maora braço ndígena, tnha a habldade de cudar do gado e que precsava do cavalo, donde sua posção prvlegada, quase honorífca, no mundo sertanejo (Punton 40). Juntamente às fazendas de gado am os potentados com seus negros escravos, admnstradores e seus assstentes, que se tornavam matadores e sentnelas apoados e agregados dos admnstradores das fazendas. A vasta terra era conqustada pelos usos de uma legaldade paralela adaptada às condções locas, e por sso recorra-se aos números malefícos de roubos, mortes, vnganças e outras nsolêncas pelos sertões do São Francsco. Isto nsprava o surgmento de um elemento novo e, portanto, mestço. A socabldade turbulenta e subversva propcou o aparecmento de um elemento prmordal, a partr de um tpo de relação sococultural tecda no solo do sertão, denomnado como barranquero, capanga ou jagunço (Vanna 46). Um tpo de ndvíduo façanhudo que se apresentava ora como heró, ora como banddo. O jagunço, mulato ou negro, era o resultado da extensão das relações de poder entre o potentado e outros homens que trabalhavam para seu comando e, agndo pelas relações de confança, demonstrava estetcamente seu poder pela força e pelo facão.

119 Autordade mestça no Brasl: terrtóros de mando no sertão do São Francsco, século XVIII Um espectro da ordem. Este homem excentrcamente volento fo uma cração necessára para o mundo do trabalho do fazendero necessdade advnda da grande propredade rural, estendendo seu poder nas mãos destes homens, resolvendo os confltos, combatendo os adversáros e usurpando as terras alheas para manter o seu terrtóro de mando. Eram produtos de uma tea de relações que se formava entre os poderosos do sertão e a malha de subordnados e dependentes vagabundos, crmnosos ou não, que acometam os sertões. Assm, [...] há que consderar que a maor parte dos negros que se batzam tomam por seus padrnhos aqueles que têm mas autordade [...] e lhes fcam tão subordnados que não somente lhes obedecem quanto lhes é possível [...] e são deles favorecdos nas suas fogdas (sc) e anda fomentados nas suas desobedêncas. (APM, SG 4, p. 165) Estes capangas eram elementos perturbadores e volentos que se metam nas malhas do poder dos grandes propretáros ruras. Eram produtos da mstura entre índos, negros e brancos, ou até mesmo negros escravos. Relatvamente eram crados nas culturas ndígenas e afrcanos, mpregnando as relações socas com seus costumes e hábtos, formando um tpo de autordade mestça que a ao encontro das necessdades e reveses destas relações extremosas e volentas. Eles foram os braços e extensão do poder do potentado pelas vnganças e assassnatos contínuos (Vanna) 10. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 119 r 10 O autor cta como régulos e potentados Athanaso de Cerquera Brandão, senhor da Casa da Carunhanha; Das do Prado, capanga de Domngos Jorge Velho e Nunes Vana como capanga de Mathas Cardoso. Destes nomes, Athanaso tera sdo degolado no pelournho, Das do Prado capturado em 1724 e condenado à morte, tendo Nunes Vana sumdo ou sdo preso por Leolno Marz ou, até mesmo, vajado para Portugal, fcando aqu famoso por suas crueldades (51-77). Estas afrmações nduzem sobre um braço forte da Coroa Portuguesa em vgar e manter os potentados sobre controle, sendo a posção de Nunes Vana de comandado de Mathas Barbosa, sem ctar sua posção de mestre de campo da Casa da Ponte e suas posses e nome como governador. Smeão Pres já anuncava uma nova versão sobre o régulo Nunes Vana e a Guerra dos Emboabas retratando fatores culturas e as tensões das banderas.

120 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 120 Céla Nonata da Slva r Dobras e redobras Dos passos para a povoação paulsta do norte da captana das Mnas, o camnho de Quaresma, segudo por Mathas Cardoso e outros companheros seus fo consderado um dos mas mportantes, margeando o ro São Francsco e seu nteror, até o Ro das Velhas. A hstorografa anda hoje perfaz as duas rotas traduzdas como a de Antonl, e a outra de Quaresma (Vanna) 11. As povoações se expandam com ntensdade em fns do século XVII e níco do século XVIII por estes camnhos, e am bem orentadas por Mathas Cardoso e seus companheros armados para o teatro da guerra contra os índos. Já em 1689, a Câmara de São Paulo conferu plenos poderes a Mathas Cardoso para a conqusta do sertão do Ro Grande e Pedro Taques, que já estava no São Francsco, recebera reforços de Cardoso. Antes, a presença rudosa dos paulstas fo sentda pelo braço de Mathas Cardoso, que começava a estender o seu poder no sertão do São Francsco e parte das Mnas 12. Assm, Domngos Jorge Velho, o valoroso paulsta, juntamente com Bernardo Vera de Mello e Sebastão Das, como anterormente Fernão Carrlho, fazem guerra à negrada da serra da Barrga e vencem Palmares (Vanna). O movmento dos paulstas em socorro às nvasões holandesas e ao qulombo dos Palmares dá um sentdo de crculardade ao sertão do São Francsco, fxando com modestas fazendas e roças as povoações ruras. A presença portuguesa a essa altura faza-se não apenas pela conqusta dos índos ou pela luta contra os holandeses, mas também pela luta aos r 11 As rotas de Antonl e a de Quaresma Códce de Joaqum Quaresma Delgado, dscrmnadas na obra, tratam das margens do São Francsco e dos camnhos que se fzeram com a entrada de gados dos curras e fazendas de cração desde o século XVI. 12 Segundo as prerrogatvas adotadas na época pela admnstração portuguesa, fo dado a Mathas Cardoso o domíno sobre tudo mas que conqustasse do Porto Seguro até o São Francsco. Ver Campos e Vanna, que defendem a presença e consttução das banderas paulstas adentrando o sertão do São Francsco, Pernambuco e Baha em busca de presas ndígenas e do metal precoso. Destas, a força prncpal fo dada à bandera de Mathas Cardoso.

121 Autordade mestça no Brasl: terrtóros de mando no sertão do São Francsco, século XVIII negros rebelados, a exemplo dos Palmares e, prncpalmente, pela busca de metas precosos (Ennes) 13. Não fosse a presença de crmnosos e vados, que descam fugdos do sertão do São Francsco trazendo o terror às populações rbernhas, a luta sera menos árdua. Junto à campanha de Cardoso estavam outros homens que fazam concessão, tas como: Domngos Soares de Albuquerque, Manoel Soares Ferrera, Domngos Pres de Carvalho, Mathas Furtado, Domngos Calheros, João Cardoso de Almeda, Mathas de Albuquerque. Só em fns do século XVII ele se nstala no sertão do São Francsco com fazendas de gado vacum e cavalares, com as quas legou abundante patrmôno a seus herderos (Pedro Taques de Almeda Paes Leme ct. en Punton 163). Em 1707, o Coronel Pedro Barbosa Leal detém léguas de terras conceddas pelo Sargento-Mor Lourenço Carlos Mascarenhas de Araújo, desde Congonhas, aos seus descobertos. Nas vznhanças, por volta de 1731, Manoel Afonso de Serquera e o padre Manoel de Araújo Lma am se estabelecendo no sertão do ro Pardo, como outros, e se tornando senhores das terras e de seus domínos conqustados, confltando com outros já estabelecdos. As reclamações aos governadores pelas ocupações de terras já povoadas juntavam-se a outras tantas de desordens e motns nas ncpentes terras mneras. A socabldade turbulenta aumentava as dscórdas nas Mnas, acrescda pela prátca comum dos juízes de vntena e tabelões em mandar documentos de posse de terras sem a formaldade devda da Le como nstrução dada pelos governadores para as demarcações das sesmaras (APM, SG 81, p. 15). Este era um ato comum da autogestão colonal, onde a legaldade ofcal era aplcada apenas quando convenente, ou motvada por adaptações locas. Esta é uma condção jurídca que não deve ser entendda como um ato legal nem legal, mas alegal (B. Santos). Dentro desta dnâmca os novos senhores das terras acetavam as normas de um códgo étco e costumero, nserndo-se numa mesma tea r 13 O autor aborda o recurso empregado pela campanha de Domngos Jorge Velho para a empretada contra os negros rebeldes. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 121

122 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 122 Céla Nonata da Slva de soldaredade rural fundada na sebaça tpo de trabalho mestço no meo rural (sertanejo) (Vanna) 14. Este mundo do trabalho mestço, feto a partr de relações de poder estruturadas no sertão, ergua-se como costume e dreto entre as relações de poder e mando, estretando os vínculos de soldaredade vertcal entre os fazenderos e os Sebaceros. Vínculos mantdos e conformados nos acordos e nas formas do trabalho de proteção aos bens e às terras, que cercavam o poder dos potentados. O Dreto de Sebaça, como costume no sertão, proporconou o aparecmento de homens valentes conhecdos como jagunços e capangas, normalmente mulatos, vados, negros fugdos ou escravos, que formavam a base da cultura polítca do mando no sertão mnero setecentsta. Uma autordade mestça que condconava às formas de sobrevvênca no sertão à defesa dos seus nteresses pessoas enquanto poderosos locas. Notoramente eram estes régulos que fazam o trabalho das vnganças e outros tpos de favores, cujas formas eram tratadas como proteção ao dono e à sua propredade. Um meo de gratdão ao uso da terra e ao trabalho dado por aqueles que dependam do solo do sertão para sobrevver. As formas de proteção à propredade fazam parte da tradção rural consderada costume deste os tempos da descoberta e dos prmeros morgados que aqu se consttuíram. Resíduo de uma prátca de proteção ao terrtóro conqustado, a proteção às fazendas era costume, como atesta Eduardo Schnoor: r 14 O dreto a Sebaça resuma-se a uma troca de favores dada a partr do dreto a plantar e construr numa terra. Das obrgações fcava presumdo o dever de proteger e defender o patrão nas suas empretadas de valenta e de exercer por ele uma tocaa ou outro ataque qualquer. Daí se orgnava bandos armados que fazam as plhagens de fazendas ou até mesmo vlas. Esse dreto fo legítmo na socedade da época, pos não se entenda um chefe sem seus comandados. Esse costume tera enfraquecdo com a cração dos Terços das Ordenanças, repreendendo a ação dos potentados, dos motns e levantes sedcosos da prmera metade do século XVIII, tas como o motm de Manga, cuja cabeça era o padre Santago, em São Romão. Também, leve-se em conta o extermíno dos banddos como João Nunes Perera e seu bando de 98 facnorosos, dos Vra-Saas no fm do século XVIII, e outros.

123 Autordade mestça no Brasl: terrtóros de mando no sertão do São Francsco, século XVIII Nos prmórdos da colonzação, o grande propretáro é que tnha sob sua responsabldade a defesa do Brasl. Aqueles que vvam sob sua nfluênca estavam dspostos a atender ao seu chamado. Cra-se, deste modo, uma relação de soldaredade [...] sob as vstas dos colonzadores, os grandes senhores tnham tal delegação de mando. (Schnoor) Entretanto, a reprodução desta prátca tornou-se um hábto, consoldando-se em dreto costumero dos rústcos a fm de manter suas terras e bens. Esta relação de poder e autordade fo se nsttundo nos grandes morgados que nascam nos sertões das captanas das Mnas, da Baha e de Pernambuco, concomtantemente ao desenvolvmento da pecuára às margens dos rberos. Esta atvdade econômca requera uma mão-deobra especalzada que surga nos sertões, nomeadamente o vaquero ou o boadero. Estes assstentes eram o braço dreto dos fazenderos para manter os negócos das fazendas, ao mesmo tempo em que expandam a economa do gado. Uma atvdade empreendedora que deu a mutos os títulos noblárqucos e o poder de mando. Os potentados vestam-se com as roupas das eltes de aparente fdalgua sem o ser verdaderamente, cravam lnhagens novas, e tpos outros de homens afamados pelo poder e pelos domínos conqustados. Esta arstocraca rústca conqustou a fama heróca própra da cultura barroca pelas nvestdas no sertão e, ao mesmo tempo, pela busca de expansão de seus domínos. Como exemplo, a postura e os hábtos dos potentados paulstanos, que grassavam na Europa dssabores de uma gente atordoada pela exbção fútl de grandeza. Era uma antpata comum pela presença dos naturas de São Paulo, dadas suas mostras de vadade e ostentação fútl, já que nunca ram pertencer à nobreza de fato: Tnham eles [os paulstas] por costume fazerem-se acompanhar dos seus escravos, e dos seus admnstradores orundos dos prmeros gentos que conqustaram armados de clavnas e bacamartes, quando de suas lavras vnham para o Arraal nos domngos ou das santos a ouvr mssa. [...] cada um dos potentados era um poderoso que arrogava assm toda a vadade do respeto e do beja-mão, porque na falta de governador que lhes não consentsse os venenosos efetos da elevação, se tnham verfcado pelo decurso de anos antecedentes mortes e roubos. (Paes 150-1) Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 123

124 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 124 Céla Nonata da Slva O comportamento rústco ostentava uma presunçosa realdade de rqueza auferda no Novo Mundo. Entretanto, se nem tudo lhes era favorável, o domíno do poder em terrtóro conqustado adqura uma extensão de usos e costumes para a manutenção deste poder. A conduta na busca da honra rústca sera consoldada pela prátca de costumes locas em que as relações destes homens se sustentavam em vrtudes recíprocas. A gratdão e a msercórda foram traços da honra e da justça para o entendmento e a vvênca dos homens no sertão. A rustcdade fo tomando os contornos de códgos moras e étcos pautados no modelo do que sera justo e honrado enquanto normas socas do local. As tradções jurídcas e as culturas mestças formaram um tpo únco de relações e nterações socas no sertão, construndo as normas própras do meo socal rústco, calcado na sustentação dos poderes de mando. O dreto dos Rústcos, enquanto norma costumera, frmava-se na honra vrl de homens valentes, na vrtude da gratdão, na msercórda dos rcos e na dependênca dos favores. A justça costumera era admnstrada às necessdades de se garantr a ordem e os Terrtóros de Mando. Neste sentdo, o dreto destes homens rústcos mplementava uma relação pessoal e paternalsta entre os potentados e os agregados. A relação recíproca era permeada pelos deveres da gratdão e pela amzade entre ambos. r Autordades mestças Potentados! A captana das Mnas nos revela em tempos pretértos váras hstóras destes homens destemdos e herócos, a exemplo de Francsco Amaral Gurgel, Lus do Couto, Paschoal da Slva Gumarães e Domngos do Prado. Um dos prmeros, o mestre de campo Pascoal da Slva, de smples caxero enrqueceu-se pelo trabalho árduo nas rberas do Ro das Velhas. O arraal de Ouro Podre sera fundado na regão de Itaponhacanga, assm como toda a serra, nos domínos de Pascoal da Slva Gumarães.

125 Autordade mestça no Brasl: terrtóros de mando no sertão do São Francsco, século XVIII Em 1708 ele já possuía 300 escravos pela rqueza do ouro encontrado nos rberões da captana das Mnas. E como as Mnas eram lugar de exploradores e gente a procura da rqueza, encontrou nos paulstas seus nmgos fdagas por uma rxa com os Camargos outra famíla que vera às Mnas à procura de rqueza. Isto sera resolvdo em 1708, no conflto com os paulstas, fcando Pascoal da Slva ao lado de Nunes Vana outro potentado odado dos paulstas, tornando-se um régulo famoso na prmera metade do século XVIII, confltando númeras vezes pelo poder das regões com o governador da captana das Mnas. Pascoal teve sob seu domíno uma extensa rede de agregados e escravos sob seu comando, além de terras e áreas de mnerar, que sustentavam seu poder de mando. O exercíco de sua autordade fcara regstrado em dos grandes confltos na captana das Mnas, marcando o poder dos potentados na prmera metade do século XVIII: a guerra dos Emboabas e o motm de 1720, juntamente com outros potentados de renome. O segundo não menos mportante de outro mestre de campo Manuel Nunes Vana, ecoava nas terras da Baha e do sertão do São Francsco já no começo do Setecentos. Fcou conhecdo por arrogar o poder e a jursdção de governar a captana das Mnas, esquecdo da obrgação de vassalo (APM, SG 4, pp ). Como procurador dos Guedes Brto, era conhecdo desde o sertão de Pernambuco ao do São Francsco. Seu círculo de amzades era varado, e juntava-se àqueles que amplassem seus nteresses: rcos fazenderos cradores de gado, judeus, índos e negros fugdos, cultvando-lhes a amzade e os favores. Seus Terrtóros de Mando extrapolavam as suas fazendas de gado no norte de Mnas. Chãos que am desde o Morro do Chapéu na Baha até a regão do Ro das Velhas, Barra do Ro das Velhas às nascentes do ro Vanhu regão da Comarca de Ptangu ( Carta do Conde de Assumar para o Re, pp ). Terras que poderíamos comparar ao tamanho do estado da Baha. Terras roubadas de outros, como a Fazenda da Tábua (APM, SG 4, pp ). Com a descoberta do ouro na regão das mnas no começo do século XVIII, houve uma corrda de homens de toda à parte e de toda a natureza àquele lugar. O sertão do São Francsco, os camnhos da Baha e do Ro de Janero se Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 125

126 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 126 Céla Nonata da Slva vram nvaddos pela grande movmentação, aumentando a volênca e a nsegurança na regão. A esta ntensa movmentação de homens seguu-se uma ordem réga fechando as estradas e os camnhos do sertão do São Francsco para o Ro das Velhas (Vanna). Isso afetou os nteresses de alguns poderosos da terra, que nsatsfetos começaram a se juntar ao redor de Nunes Vana por volta dos dos de 1702 e Potentados como Pascoal da Slva Gumarães, Antôno Francsco da Slva, Francsco do Amaral Gurgel, Domngos do Prado, além de alguns relgosos sedcosos como Fre Francsco de Menezes, Fre Frmo e Fre Conrado, e outros potentados dos sertões da Baha e Pernambuco dentre eles Manoel da Slva Ros (renol) do Ro das Velhas e Agostnho Montero de Azevedo (pernambucano). Este ajuntamento de fazenderos poderosos fo segudo por mutos judeus e crstãos novos que comercalzavam com as fazendas de gado na regão. Todos se juntaram em Caeté, comandados por Luz do Couto, um poderoso fazendero baano. Neste ponto ntensfcou-se nas terras sertanejas a ação dos capangas para a proteção das fazendas, temendo a movmentação das gentes. Mas a guerra sera nevtável. A lderança do grupo dos emboabas fo dada a Nunes Vana, que lhe trouxe o reconhecmento de fato pelo ato de eleção como governador pelas mãos de Lus do Couto e outros fazenderos que lhe davam apoo. Mas fo a unção de Nunes Vana pelo Fre Francsco de Menezes que legtmou seu poder frente aos seus homens para que se cumprsse sua justça de paz na regão. A partr daí ele fo reconhecdo pelos seus como um justcero, aquele que trara a paz e a ordem novamente. Entretanto, seu governo sera um tropeço para os nteresses da Coroa. E, como tal, estabeleceu sua sede em Caeté e nomeou homens de patente para seu governo. A Coroa pensava o contráro. Nomeou outro governador: Dom Fernando Martns de Mascarenhas, que em 1709, ouvra o povo grtar: Vva o Sr. Manuel Nunes Vana, nosso governador! Morra o Sr. Fernando Martns Mascarenhas se não voltar daqu para o Ro (Vasconcelos 267). A admnstração de Assumar e a cração da captana das Mnas em 1709 mostraram-se perncosas aos nteresses de mutos potentados,

127 Autordade mestça no Brasl: terrtóros de mando no sertão do São Francsco, século XVIII prncpalmente para aqueles resdentes no norte das Mnas, que se sentam jurdcamente pertencentes ao governo da Baha. No ano de 1711 aumentaram os confltos, alardeados pelo pagamento do foro ao governador das Mnas, não mas a Nunes Vana, que já aforava as terras em nome da famíla Guedes Brto. Isto sem contar a drástca suspensão do contrato das passagens do Ro das Velhas e as faldas negocações em torno do contrato das carnes, o que afetava drastcamente os negócos dos curraleros e o abastecmento de carnes na captana das Mnas. Todava, Nunes Vana e Pascoal da Slva Gumarães voltaram à cena. E, por volta do ano de 1714 formaram um poderoso bando com a ajuda do padre Curvelo e outros amgos, que andavam pelas regões das Mnas murmurando contra o governador e seus admnstradores por causa da suspensão do contrato das carnes e outras retalações contra os nteresses dos cradores de gado do norte das Mnas. Nunes Vana aprovetando a stuação de tensão gabava-se mas de suas valentas e de seu poder. Espalhava para todos na regão das Mnas que as balas não entravam no seu corpo e que seus escravos eram mandngueros. Além de ter o corpo fechado, ele também advnhava tudo que se passa nas casas dos moradores, causando mpressão nos povos ( Carta do Conde de Assumar ao Re ; L. Santos). O preto Bgode, certamente, fo seu braço dreto nos tumultos contra o governador. A cração da Vla do Bom Sucesso na regão do Ro das Velhas, em 1718, como centro de poder admnstratvo e mltar sera uma tentatva de contrapor o poder de Vana. Essas nvestdas não tardaram a nsuflar sucessvos motns. O prmero sera o do Papagao. Em 1718 os moradores da barra do Ro das Velhas, Jabutcabas e Papagao amotnaram-se contra o governador, lderadas por Nunes Vana e exgndo o fm da vla e seu termo de comarca. Alguns povoados como os da Barra do ro das Velhas e medações seguam amotnados, dando apoo a Nunes Vana, ao padre Curvelo e ao padre Mendes Santago. Nem tanto pela vontade, mas pelo medo. E, assm, saíram da fazenda em Jequtaí, propredade de Vana, quarenta homens a engrossar o número do povo sublevado. Das Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 127

128 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 128 Céla Nonata da Slva alterações de Papagao veo o motm de Catas Altas em fns do ano de 1719, que sera, certamente, contnudade dos objetvos e processos do motm de Papagao, lderados por Manoel Rodrgues Soares (APM, SG 11, 120-1). Hava se nstaurado um descontrole admnstratvo geral que somente a autordade da Coroa Portuguesa pora fm. Nunes Vana, depos da turbulênca de Catas Altas, sera forçosamente convdado a r para Portugal a mando do governador. Retornara mas tarde sem pretensões revoltosas. Mas, Pascoal da Slva anda se envolvera na sedção de Vla Rca de 1720, como algumas outras autordades mestças no sertão. Os ecos da subversão anda foram ouvdos no motm de 1736 no sertão do São Francsco, quando homens potentados se nsurgram contra as ordens do governador das Mnas. O descontentamento fo sentdo em um número bem maor de potentados do norte de Mnas e sertão da Baha. Outros rústcos, como Manuel Rodrgues Soares, Domngos do Prado, Faustno Rebelo, Pedro Cardoso, Mara da Cruz, Manuel Nunes o bastardão e Mguel Nunes de Souza, flho e herdero de Nunes Vana foram dentfcados pelo governador das Mnas como os prncpas cabeças dos motns contra a Coroa. O motm do sertão repercutu pela sua dramátca crueldade. Casas nteras foram quemadas e a destrução grassava por todas as partes. Os regstros documentas relatam uma quantdade ncontável de homens amotnados, que nsuflavam centenas de pessoas e dezenas de vlas do norte de Mnas a se posconarem contra a jursdção do então governador. Depos de 1737 outros dstúrbos ocorreram, como o motm de Curvelo, por volta de década de 1740, ncendados pelos padres Curvelo e Antono Mendes Santago. Este, por sua vez, esteve presente nas Mnas até fns do século XVIII, nsuflando os povos a se rebelar contra a autordade nsttuída. Podemos perceber que a captana das Mnas fo o lugar comum da revolta e da subversão, onde os procedmentos da transgressão cratva moldaram o padrão de vda cotdana das Mnas. Subjetvdades mestças e formas de socabldades turbulentas de uma época barroca.

129 Autordade mestça no Brasl: terrtóros de mando no sertão do São Francsco, século XVIII r C onclusão Atualmente, a retomada da hstóra concetual tem oportunzado uma gunada crítca que possblta ao hstorador uma posção prvlegada para novas abordagens, a partr de prncípos teórcos auferdos das novas tendêncas de uma hstora crítca (H. Slva). Isto nclu a mportânca das deas e do magnáro, das representações e do repertóro coletvo, que envolve as formas de nteração socal, arranjos socas e seus valores sgnfcatvos. A valdade, pos, é o questonamento destes slêncos explcados pelas escolhas do hstorador a partr de um sstema concetual proposto, vsto que uma reflexão sobre a hstóra necessta de uma cultura teórca (Norel 471). Porém, o conceto de cultura não perpassa apenas a valorzação das prátcas e representações em que nteragem os ndvíduos em sua realdade socal. A sua noção também pressupõe uma percepção das crenças e das dentdades socas como emaranhados de sstemas smbólcos doutrnáros artculados às experêncas humanas e aos processos de mestçagens. Os estudos sobre a mestçagem traduzem-se por um sentmento de nacabado, dada a complexdade de sua dmensão. Pressupõem o conhecmento de hábtos dferentes, representações smbólcas e lnguístcas varadas, crenças e valores moras específcos, que podem estar ou não nos espaços ntermedáros. Segundo Gruznsk, o conceto de cultura é um modelo teórco questonável, substtuível pela noção de arranjo de prátcas e crenças em movmento perpétuo (51) 15. Seu questonamento sera a noção de cultura, não como um modelo defndo, mas como a percepção r 15 O mérto do autor está em questonar o modelo teórco acabado de cultura como um fetche ocdental. Ao mesmo tempo, tenta perceber as prátcas socas, hábtos e crenças como sstemas complexos produzdos a partr do encontro de outras realdades culturas, como a conqusta bérca e a ocdentalzação. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 129

130 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 130 Céla Nonata da Slva de constantes adaptações e transformações dos costumes e crenças, que podem ter seus espaços rígdos e outros mas permeáves ao processo das mudanças culturas. Um destes processos estara destacado pela conqusta e ocdentalzação, cuja reprodução mmétca não operaconalzava muto bem a ordem a réplca. A recomposção do espaço sera um esforço de arranjos culturas permeados pelos movmentos de trocas culturas e nteração efetva dos grupos socas em questão. O ethos barroco consttuu o alcerce das formas de socabldade no sertão. E o colonalsmo português fo marcado pela caracterzação dos códgos barrocos, dferentemente dos colonalsmos europeus precedentes. Rebeldes e facnorosos os potentados, homens de mando, abrram espaço para as possbldades contra ordens hegemôncas que marcaram a prmera metade do século XVIII na captana das Mnas. Tas oportundades foram possíves para a capacdade cratva da raconaldade barroca em flexblzar as subjetvdades possíves nos espaços conqustados. Isto é, em mpulsonar o processo de mestçagem que funda um padrão de vda cotdano e caracterza a forma de uma cultura polítca do mando evdencada pela ação subversva e volenta de seus atores. Fontes manuscrtas rreferêncas blográfcas Arquvo Naconal da Torre do Tombo, Portugal (ANTT) MSS do Brasl (MSSB) Lvro 10 Arquvo Públco Mnero, Seção Colonal, Brasl (APM) Fundo Secretara de Governo (SG) Códces 4, 11 y 81. Carta de D. Pedro de Almeda à Câmara Muncpal da Vla do Carmo Códce 11. p Carta de D. Pedro de Almeda ao ouvdor da Comarca do Ro das Mortes Códce 11. p Carta de D. Pedro de Almeda ao Re Códce 4. p. 165.

131 Autordade mestça no Brasl: terrtóros de mando no sertão do São Francsco, século XVIII Carta do Conde D. Pedro de Almeda ao Re sobre o procedmento de Manoel Nunes Vana Códce Carta do Re para Gomes Frere de Andrada Códce 81. p. 15. Carta do Conde de Assumar ao Re Arquvo Hstórco Ultramarno, Portugal. Rolo 01, CD 01. p F o n t e s mpre s s a s Fgueredo, Lucano Raposo de Almeda y Mara Verônca Campos. Códce Costa Matoso. Belo Horzonte: Fundação João Pnhero, Lma Júnor, Augusto de. A captana das Mnas Geras. São Paulo: Unversdade de São Paulo, Paes Leme, Pedro Taques. Notícas das Mnas de São Paulo e dos Sertões da mesma Captana. Belo Horzonte: Itataa, Taunay, Afonso. Relatos Sertanstas. Belo Horzonte: Itataa, Vasconcelos, Dogo de. Hstóra Antga de Mnas Geras. Belo Horzonte: Itataa, Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 131 F o n t e s secundáras Anastasa, Carla Mara Junho. Potentados e Banddos: os motns do São Francsco. Revsta do Departamento de Hstóra 9 (1989): Impreso Salteadores, bandoleros e desbravadores nas Matas Geras da Mantquera ( ). Prore Impreso Vassalos Rebeldes: volênca coletva nas Mnas na prmera metade do Século XVIII. Belo Horzonte: C/Arte, Impreso. Campos, Mara Verônca. Governos de Mneros: de como meter as mnas numa moenda e beber-lhe o caldo dourado ( ). Tese de Doutorado, Hstóra/FFLCH, USP, Impreso. Deleuze, Glles. A Dobra: Lebnz e o Barroco. Trad. Luz B. L. Orland. São Paulo: Paprus, Impreso. Ells Junor, Alfredo. O Bandersmo paulsta e o recuo do merdano. 3ª ed. São Paulo: Edtora Naconal, Impreso. Ennes, Ernesto. As Guerras nos Palmares: subsídos para a sua hstóra. São Paulo: Braslana, Impreso.

132 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 132 Céla Nonata da Slva Fgueredo, Lucano. Furores sertanejos nas Amércas Portuguesa: rebelão e cultura polítca no sertão do ro Francsco, Mnas Geras (1736). Oceanos 40 (1999): Impreso O Avesso da Memóra. Ro de Janero: José Olympo, Impreso. França, Eduardo D Olvera. Portugal na época da Restauração. São Paulo: Huctec, Franco, Carvalho. Banderas e banderantes de São Paulo. São Paulo: Edtora Naconal, Impreso. Furtado, Júna Ferrera. Homens de negóco. São Paulo: Huctec, Impreso. Goes Flho, Syneso Sampao. Navegantes, banderantes, dplomatas: um ensao sobre a formação das fronteras do Brasl. São Paulo: Martns Fontes, Impreso. Gouvêa, Mara de Fátma. Dálogos hstorográfcos e cultura polítca na formação da Amérca Ibérca. Culturas Polítcas: Ensaos de hstóra cultural, hstóra polítca e ensno de hstóra. Eds. Raquel Sohet y Mara Fernanda Bcalho. Ro de Janero: Faperj, Impreso. Gruznsk, Serge. O pensamento mestço. Trad. Rosa Frere d Aguar. São Paulo: Ca das Letras, Impreso. Hobsbawm, Erc. Banddos. Trad. Donaldson Magalhães Garschagen. 2ª ed. Ro de Janero: Forense, Impreso. Maravall, José Antôno. A cultura do barroco. São Paulo: Edusp, Impreso. Monz Bandera, L. A. O feudo: a casa da torre de Garca d Ávla: da conqusta dos sertões à ndependênca do Brasl. Ro de Janero: Cvlzação Braslera, Impreso. Norel, Gérard. Sur la Crse de L Hstore. Pars: Gallmard, Impreso. Pres, Smeão Rbero. Raízes de Mnas. Montes Claros: s.e.,1979. Impreso. Prore, Mary del, ed. Revsão do paraíso: os brasleros e o Estado em 500 anos de hstóra. Ro de Janero: Campus, Impreso. Punton, Pedro. A guerra dos bárbaros: povos ndígenas e a colonzação do sertão do nordeste do Brasl, São Paulo: Edusp, Impreso. Romero, Adrana. Paulstas e emboabas no coração das Mnas: deas, prátcas e magnáro polítco no século XVIII. Belo Horzonte: UFMG, Impreso Um vsonáro na corte de D. João V. Belo Horzonte: UFMG, Santos, Amlcar Salgado. A guerra cvl entre paulstas e emboabas: Revsta IHGB 6 (1949): Impreso. Santos, Boaventura de Souza. A gramátca do tempo: para uma nova polítca. São Paulo: Cortez, Impreso.

133 Autordade mestça no Brasl: terrtóros de mando no sertão do São Francsco, século XVIII Santos, Lúco. Afrmações naconalstas: os emboabas. Revsta IHGB 6 (1938): Impreso. Schnoor, Eduardo. Os senhores dos camnhos. Prore Schwartz, Stuart. Escravos, roceros e rebeldes. Trad. Jussara Smões. São Paulo: Edusc, Impreso. Schwartz, Stuart y Alcr Pecora, eds. As excelêncas do governador: o panegírco fúnebre a D. Afonso Furtado, de D. Juan Lopes Serra (Baha 1976). Trad. Alcr Pécora e Crstna Antunes. São Paulo: Ca. Das Letras, Impreso. Slva, Céla Nonata. Terrtóros de mando: bandtsmo em Mnas Geras, século XVIII. Belo Horzonte: Crsálda, Impreso. Slva, Helence. Renovação Hstorográfca Francesa. A Hstorografa contemporânea em perspectva crítca. Org. J. Malerba y C. Rojas. São Paulo: Edusc, Impreso. Slva, Mara Beatrz Nzza da. Hstóra da famíla no Brasl colonal. 2ª ed. Ro de Janero: Nova Frontera, Impreso. Slvera, Marco Antôno. O unverso do ndstnto. São Paulo: Huctec, Impreso. Souza, Laura de Mello e. Norma e conflto. Belo Horzonte: UFMG, Impreso Os desclassfcados do ouro. 4ª ed. Ro de Janero: Graal, Impreso O sol e a sombra: polítca e admnstração na Amérca portuguesa do século XVIII. São Paulo: Ca das Letras, Impreso. Sperenburg, Peter. Faces of volence: homcde trends and cultural meanngs: Amsterdam, Journal of Socal Hstory 27 (1994): Impreso. Wegner, Robert. A conqusta do oeste: a frontera na obra de Sergo Buarque de Holanda. Belo Horzonte: UFMG, Impreso. Venânco, Renato Pnto. Comérco e frontera em Mnas Geras. Dálogos oceâncos: Mnas Geras e as novas abordagens para uma hstóra do Impéro ultramarno português. Ed. Júna Ferrera Furtado. Belo Horzonte: UFMG, Impreso. Vanna, Urbno. Banderas e sertanstas bahanos. São Paulo: Edtora Naconal, Impreso. Fecha de recepcón: 28 de julo de Fecha de aprobacón: 18 de enero de Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 133

134 Hstora socal de la Iglesa y la relgosdad novohspanas. Tendencas hstorográfcas Rodolfo Agurre Unversdad Naconal Autónoma de Méxco agurre_rodolfo@hotmal.com r Resumen En este trabajo se revsa el vínculo entre la hstora socal y la de la Iglesa y la relgosdad, tomando de ejemplo a Nueva España. Más que un análss exhaustvo, está centrado en las tendencas domnantes de las últmas dos décadas del sglo XX y prmera del presente. La hstora socal sobre Nueva España se ha nsprado, en buena medda, en la hstorografía francesa, nglesa o norteamercana. La nvestgacón en Méxco sobre la Iglesa se profesonalzó hasta ya entrado el sglo XX. En la últma década se han escrto ensayos nnovadores que, partendo de las nsttucones eclesástcas, se han acercado más a cuestones socales y de la mentaldad relgosa. Así, la hstorografía sobre la Iglesa y la relgosdad ha avanzado notablemente en dos aspectos: en el análss socopolítco de las nsttucones eclesástcas y sus membros y en el estudo de la cultura relgosa y de la relgosdad popular. Palabras clave: Nueva España, Iglesa, hstora socal, hstorografía, perspectvas de r nvestgacón. Abstract Ths work examnes the relatonshp between socal hstory and the hstory of the Church and relgosty takng New Span as an example. More than an exhaustve analyss, we have focused on the domnant trends durng the last two decades of the 20th century and durng the frst one of ths century. The Socal Hstory of New Span has largely been nfluenced by French, Englsh or Amercan hstorography. Research on the Church n Mexco was not professonalzed untl the begnnng of the 20th century. Durng the last decade, nnovatve studes have been wrtten, whch, startng from ecclesastcal nsttutons, have focused more on socal ssues and relgous mentalty. Thus, hstorography on the Church and relgosty has sgnfcantly advanced n two aspects: n the socal and poltcal analyss of ecclesastcal nsttutons and ther members, and n the study of relgous culture and popular relgosty. Key words: New Span, church, socal hstory, hstorography, prospects for research.

135 Hstora socal de la Iglesa y la relgosdad novohspanas. Tendencas hstorográfcas r La hstora socal sobre Nueva España La hstora socal sobre Nueva España se ha nsprado, en buena medda, en la hstorografía francesa, nglesa o norteamercana, s ben no ha prevalecdo alguna en especal. Además, aunque desde la década de 1940 comenzaron a aparecer trabajos nsprados en la Escuela de los Annales (Mörner), sólo hasta los años setenta se hceron nvestgacones más sstemátcas sobre hstora socal. En dcha década, cuando la hstora socal en Europa se fragmentaba en múltples especaldades (Casanova 69), rrumpó en Méxco y surgeron trabajos que sgueron, en ocasones de manera esquemátca, el marxsmo o materalsmo hstórco 1, en medo de un ambente hstorográfco dentfcado de tempo atrás con el hstorcsmo y el postvsmo 2. Poco a poco, la corrente de los Annales se consoldó y cuestonó la hstora polítca tradconal y el postvsmo, al tempo que ncó un gusto por la hstora socoeconómca y por lo cuanttatvo 3. De gual forma, los estudos demográfcos comenzaron a hacerse notar 4. Así, en la década de los ochenta y buena parte de la de los noventa predomnaron las obras de corte socoeconómco, con mayores logros en el estudo de las estructuras económcas novohspanas en comparacón con las socales. Temas recurrentes fueron la mnería, la agrcultura, Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 135 r 1 Véanse los trabajos de Enrque Semo, ctados en la bblografía. 2 Dentro de los mejores exponentes de una y otra corrente: O Gorman, en Crss y porvenr, y del msmo autor La nvencón de Amérca. Tambén el trabajo de Slvo Zavala. 3 El trabajo de Enrque Florescano sobre los precos del maíz es un buen ejemplo de los ncos de este tpo de hstora. 4 Luego de los trabajos poneros de Ernesto Lemone Vllcaña y de Delfna López Sarrelangue sgueron varos trabajos que usaron modernos métodos vendos de la socología. Véase: Borah y Cook; Malvdo; Charamonte; Cuenya.

136 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 136 Rodolfo Agurre el comerco o la manufactura 5, pero se dejó de lado un análss más sstemátco sobre la estructuracón socal novohspana en su conjunto 6, y, menos aún, sobre el cambo socal. En su lugar, partendo de los conceptos de socedad estamental, socedad de corporacones o socedad nterétnca, se han estudado, y así se contnúa, las dferentes corporacones, sectores o grupos socales o, más cómodamente, a españoles, ndos y castas (McCaa, Schwartz y Grubbesch). Aunque tales conceptualzacones generaron certo debate en la década de los ochenta entre hstoradores norteamercanos (Mörner 433), este no contnuó. En cambo, se hceron estudos prosopográfcos sobre membros de corporacones o nsttucones, dentro de la línea de hstora socal de las nsttucones (Agurre, El mérto; Burkholder y Chandler; Ganster). Igualmente, algunos autores se nteresaron tambén en las rebelones ndígenas o motnes urbanos en el campo y la cudad (Castro, Nueva; Mrafuentes; Slva; Young Crss). No faltan estudos sobre el trabajo y los trabajadores de Nueva España, desde la óptca de los ncos del captalsmo (Mentz; Mño). A partr de la década de los noventa y hasta nuestros días, nuevas temátcas se han agregado a la hstora socal novohspana, por ejemplo: la hstora de la famla, de la sexualdad y el matrmono (Seed) o de la vda cotdana 7. La hstora socal sobre Nueva España se ha caracterzado por una ampltud de temátcas y por un predomno de la concepcón de una socedad consttuda como una suma de grupos y corporacones, más que de grandes estructuras. En este sentdo, se trata de un concepto ntermedo entre una vsón estructuralsta de la socedad y una ndvdualsta, concepto que aún aguarda una mucho mayor dscusón teórca. r 5 Para una vsón general sobre este tpo de hstorografía, véase Florescano, El nuevo pasado. 6 El trabajo ponero de Lyle McLster, aunque muy ctado tuvo pocos segudores en realdad. 7 Además del trabajo de Seed, véanse los de Plar Gonzalbo, ctados en la bblografía, así como las obras edtadas y coordnadas por ella msma.

137 Hstora socal de la Iglesa y la relgosdad novohspanas. Tendencas hstorográfcas r Hstorografía sobre la Iglesa novohspana Respecto a la hstorografía sobre la Iglesa católca novohspana, luego de la ndependenca, el nterés que pudo haber exstdo por ella quedó enterrado durante varas décadas en el sglo XIX, debdo a la leyenda negra que lberales y grupos antclercales hceron de la Colona y sus nsttucones, en especal de las eclesástcas 8. Sólo hubo nvestgacón sobre la Iglesa hasta ya entrado el sglo XX, cuando clérgos, prncpalmente, publcaron obras generales que buscaron revndcarla, para mtgar los ataques de la centura anteror y escrbr una hstora justfcadora y laudatora (Cuevas; Lopetegu y Zubllaga). Este tpo de hstorografía no cambó sustancalmente, por lo menos hasta los años sesenta, salvo algunas obras de autores no mexcanos, pues los hstoradores naconales subestmaban a la Iglesa como un sujeto hstórco (Farrs; Rcard). Además, las autordades eclesástcas no permtían la consulta de sus archvos. Cuando llegó a escrbrse algo por lacos, el resultado fue una hstora descrptva y lneal, que sólo narraba accones de goberno de los obspos (Gallegos). Una hstora más analítca e nterpretatva, con aspracones de objetvdad, comenzó tímdamente a aparecer en algunos autores que mostraban nuevos ntereses, metodologías y fuentes en la década de los setenta (Morales 224). Sn embargo, no fue sno hasta los años ochenta cuando se ncó un nterés sstemátco y se emprenderon proyectos de nvestgacón en los centros de nvestgacón mexcanos, nsprados por trabajos del extranjero. r 8 Por ejemplo, Lucas Alamán, un mportante polítco e hstorador de la época postndependente, se expresó así del clero colonal: [ ] las costumbres del clero habían llegado a prncpos del sglo XVIII, a un grado de corrupcón escandaloso, especalmente en los regulares encargados de la admnstracón de los curatos o doctrnas (52). Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 137

138 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 138 Rodolfo Agurre De este modo, los aspectos polítcos, socales y económcos de las nsttucones eclesástcas comenzaron a ser desentrañados. El guadalupansmo, por ejemplo, produjo obras que nfluyeron mucho (Lafaye; Maza; O Gorman, Desterro). Igualmente, luego de la notable obra de Rcard sobre la evangelzacón del sglo XVI, se escrberon otras que tendían más a una hstora socopolítca del clero regular (Beaudeau; Rubal, El convento). Esta nueva etapa contnuó de manera acelerada en la década de los noventa por autores que se concentraron, sobre todo, en el sglo XVIII y el período ndependente (Bradng, Una glesa; Connaughton; Jaramllo). El papel de la Iglesa y sus membros durante la guerra de ndependenca produjo mportantes trabajos que han nsprando, hasta hoy, a otros (Gómez; Ibarra, Clero; El cabldo). Un aspecto que tuvo mucho nterés fue la rqueza y el papel de las nsttucones eclesástcas en la economía colonal (Lavrn, Orígenes; Schawaller; Wobeser, El crédto; Domnacón; Vda), el cual atrajo dversas nvestgacones de jóvenes hstoradores en los años noventa (Cervantes; Martínez, La géness; Iglesa; Sánchez, Dezmos). Menos atencón ha recbdo el sglo XVII y prmera mtad del XVIII, njustfcadamente s pensamos que durante ese período la Nueva España se ntegró como socedad, se do una economía propa y adquró verdaderos sgnos de dentdad. Paralelamente, se escrberon algunas hstoras generales de la Iglesa, aunque lo escrto sobre la etapa novohspana no produjo nnguna novedad (Luque, La hstorografía ). Se puede decr entonces que la hstorografía de la Iglesa novohspana ha tendo como objeto de estudo, sobre todo, a las nsttucones eclesástcas y sus membros, resultado en buena medda de una tendenca secular a escrbr sobre las nsttucones colonales. No obstante, en la últma década se han estado escrbendo obras nnovadoras, sugerentes, que, partendo de las nsttucones se han acercado más haca cuestones socales y de la mentaldad relgosa. Así, luego de este breve repaso sobre las tendencas de las últmas tres décadas sobre hstora de la Iglesa novohspana es necesaro centrarnos en saber hasta qué punto sus autores han hecho aportes sgnfcatvas nsprándose en los terrenos de la hstora socal.

139 Hstora socal de la Iglesa y la relgosdad novohspanas. Tendencas hstorográfcas r Aportes de la hstorografía de la Iglesa al conocmento de la socedad y sus grupos Gracas a la ubcudad de las nsttucones eclesástcas, su tendenca a abarcar todos los aspectos de la socedad bajo el justfcante de velar por el ben común y la salvacón de las almas, así como a su nterés por asuntos terrenales, no ha sdo dfícl para quenes las nvestgan vncularlas a la socedad. En las últmas tres décadas se han construdo puentes mportantes. Los hstoradores han hallado un doble atractvo para ello: por un lado, la óptca eclesástca conforma una ventana notable para estudar procesos y actores socales; por el otro, los archvos eclesástcos han resultado muy valosos para conocer varos aspectos de la socedad. Varos autores se han nteresado en r más allá de la hstora nterna de la Iglesa y han propuesto nuevas líneas de nvestgacón en las cuales esta nsttucón, sus nstancas y sus ntegrantes han sdo el punto de partda para una mejor comprensón de la socedad. Hasta la década de los setenta, las líneas de nvestgacón predomnantes en la hstora socal, en el plano general, fueron ses: la demografía y el parentesco; los estudos urbanos; la transformacón de las socedades (modernzacón o ndustralzacón); las clases y los grupos socales; las mentaldades, la concenca colectva o de la cultura, y los movmentos socales o fenómenos de protesta socal (Hobsbawm cap. 6). De éstas, las tres últmas es en donde hstoradores atraídos haca las nsttucones eclesástcas y sus membros han tendo contrbucones sgnfcatvas, en especal en el estudo de grupos socales, de la mentaldad relgosa, devocones populares y el análss de certas coyunturas polítco-socales, rebasado el ámbto de los claustros, los cabldos y el púlpto, y se han logrado aportes sgnfcatvos para entender sectores socales, su consttucón y su dentdad socorrelgosa. Así, podemos agrupar los trabajos en dos grandes vertentes: el análss socopolítco de las nsttucones eclesástcas y sus membros y el estudo de Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 139

140 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 140 Rodolfo Agurre la cultura relgosa y de la relgosdad popular. Aunque en nnguna de esas obras hay una reflexón ampla sobre la nfluenca de la hstora socal en el análss de la Iglesa y la relgosdad, sí hay planteamentos concretos sobre su aspracón de contrbur a un mejor conocmento de procesos y dnámcas socales. 9 L o s curas y su papel de establzacón/ c o n t e n c ó n de los pueblos Una línea de nvestgacón sgnfcatva es la hstora socal del clero parroqual, campo que nos ha acercado no sólo a un mejor conocmento de los curas, sno tambén de sus lgas e nfluenca socal. Hasta hoy, el estudo de los curas ha recbdo más atencón cuando se han vnculado a grandes coyunturas hstórcas (evangelzacón, las reformas borbóncas o guerras de ndependenca). Un buen exponente es el de Taylor ( El camno ), quen ha defndo que antes de 1749 los curas cumpleron amplas funcones socales, polítcas y económcas, y que en la segunda mtad del sglo XVIII esas tareas fueron derogadas, o al menos dsmnudas, a favor de una mayor subordnacón a la Corona 10. r 9 Por dnámcas socales entendo aquí aquellos fenómenos colectvos que se deron en un sector o subsector de la socedad y donde alguna nsttucón o corporacón eclesástca, o parte de sus membros, estuveron nvolucrados o los fomentaron. 10 Hasta medados del sglo XVIII, los curas llenos de energía y con antgüedad podían operar bastante lbremente como guardanes locales del orden y la moral públcas, castgando a los adúlteros, a los jugadores, a los borrachos, y reportando ofensas más seras a los jueces reales. Tambén se esperaba de ellos y de sus asstentes que nformaran a los nveles superores del goberno real sobre las condcones agrícolas, los desastres naturales, los dsturbos locales y otras notcas polítcas; que regstraran a la poblacón; que supervsaran las eleccones anuales de los ofcales de los pueblos en las comundades dentro de la parroqua y que ayudaran a mantener el control socal de otras formas. Ellos podían ser patrones en tempos de enfermedad y necesdad. Como sacerdotes y consejeros morales y esprtuales, y como resdentes locales letrados que con frecuenca podían hablar la lengua natva de los parroquanos, los curas fueron colocados para representar los requermentos del Estado frente a la comundad rural e nterpretar sus oblgacones, así como nterceder por ellos ante las autordades más altas.

141 Hstora socal de la Iglesa y la relgosdad novohspanas. Tendencas hstorográfcas El problema de esta propuesta es que antes de 1749 hay dos sglos desde el nco de la colonzacón, lapso muy amplo que dfíclmente puede consderarse como un solo período hstórco. No obstante, la obra Mnstros de lo sagrado logra un análss nnovador sobre las relacones entre párrocos y felgreses, que nos remte drectamente a la cotdanedad del mundo parroqual. Así, Taylor ha destacado el papel artculador que los párrocos desempeñaron durante la era colonal, quenes, muy lejos de ser sólo parte del escenaro eclesástco, fueron actores centrales en los ámbtos socales y polítcos. Taylor artculó el estudo de los curas al proceso de aplcacón de las reformas borbóncas y con ello logró una renovada vsón hstorográfca. Su propuesta de estudar a los curas como artculadores entre los poderes locales y los vrrenales, e ncluso metropoltanos, así como sus relacones con las comundades parroquales, ha ayudado a superar los esquemas descrptvos y generalzadores del clero. Para este autor La relgón y los sacerdotes fueron parte ntegral de la cultura polítca colonal (Mnstros t. 1: 19). Muy de cerca a la temátca antes reseñada, y a raíz del próxmo bcentenaro de la ndependenca, recentemente se han escrto trabajos que han aberto un debate sobre el papel de los curas en ese trascendente período. 11 Bradng planteó la necesdad de amplar las razones para explcar la ntervencón de los clérgos en la nsurgenca y no lmtarla sólo al rechazo del reformsmo borbónco, sno pensar en que la baja caldad de vda de los clérgos y la mengua del fervor relgoso los pudo predsponer a tomar las armas o, por lo menos, a abrazar la dea de la ndependenca ( El clero ). Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 141 rse convrteron en blanco de las ncatvas centralzantes de los Borbones después de 1749, y algunos estaban a la vanguarda de los movmentos socales y polítcos en contra del goberno colonal entre 1810 y (Taylor, El camno 82). 11 Un balance recente sobre esta temátca es el de Ana Carolna Ibarra y Gerardo Lara.

142 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 142 Rodolfo Agurre Así, aunque sgue habendo autores que sustentan que el clero rural ncó y drgó la rebelón, otros apoyan ahora la dea de que carecían de lderazgo y su número fue muy corto como para que se le sga dando un papel tan protagónco (Young, Otra 479). Taylor y van Young, específcamente, señalan que desde el sglo XIX se tendó a sobrevalorar el papel del clero en el proceso ndependente mexcano, y por ello es necesara una revsón del asunto. Otros estudosos han propuesto que, más que segur hacendo generalzacones, deben realzarse estudos regonales que vnculen la actuacón de los curas a cada contexto partcular, a sus lgas e ntereses con los pueblos y éltes locales y a su papel o no de lderazgo (Hernández ). L o s pro y e c t o s sococulturales d e los cabldos catedralcos Otra vertente de análss que ha demostrado vínculos mportantes entre las nsttucones eclesástcas y la socedad novohspana ha sdo la de los cabldos catedralcos, los que han dejado de ser sólo una corporacón lmtada a los ntereses de sus membros, para convertrse en punto de partda de un proyecto socal de alcances docesanos. Aunque antes se hceron algunos trabajos sobre membros de cabldos catedralcos, se lmtaron a una vsón de tpo prosopográfca (Ganster). Un nuevo camno lo ha mostrado Óscar Mazín, quen ha consderado al cabldo de catedral como un foco urbano de alta cultura 12, como una corporacón o colego de canóngos que mpulsó un proyecto sococultural de largo alento y que defnó gustos y estlos arqutectóncos, socabldades relgosas e dentdades regonales 13. r 12 [ ] de consderar al cabldo en sí msmo desde una perspectva exclusvamente nsttuconal, meramente esquemátca, su estudo no tene mayor sentdo [ ] Consecuentemente esta hstora ha mostrado la conformacón de la glesa catedral como entdad hstórca y fenómeno sococultural. (Mazín 407) 13 La catedral está pensada como centro receptor de los dezmos, su culto se quere esplendoroso pues aprovecha tanto como la predcacón y su fábrca se concbe para ntegrar a los ndos a la vda urbana del régmen catedralco. (Mazín 408)

143 Hstora socal de la Iglesa y la relgosdad novohspanas. Tendencas hstorográfcas A raíz de la construccón del edfco catedralco de Valladold, Mazín demostró cómo la socedad local se organzó alrededor de la catedral: en especal el patrcado urbano y patrocnadores de gentes, corporacones y obras. Pero además explcó la forma como la catedral y su cabldo nfluyó en la socedad a través del culto en la catedral, la benefcenca públca, las nsttucones de enseñanza y el crédto eclesástco (412). A esta mportante nvestgacón, que abarcó toda la era colonal, sgueron nuevos análss sobre la nfluenca polítca de los cabldos catedralcos en Nueva España, sobre todo durante la guerra de ndependenca (Gómez; Ibarra, El cabldo). E l alto clero y la conformacón de las éltes Muy de cerca al estudo de los cabldos está el análss del alto clero novohspano, debdo a sus estrechas lgas con las éltes colonales. De entrada, cabe destacar que los estudos se han dedcado más al clero secular que al regular. El sector domnante del clero secular (membros del cabldo catedralco, funconaros de la cura arzobspal, los curas de la captal, así como los catedrátcos unverstaros) se caracterzó por sus altos grados académcos, por tener recursos económcos sufcentes, por provenr de famlas dstngudas y ben relaconadas, por desempeñar una sere de actvdades o líneas de profesón y por estar ntegrados a corporacones o grupos de poder que los ayudaban a llegar lejos en la carrera eclesástca 14. La vsón actual es que el alto clero fue el sector eclesástco de los grupos de poder en la Nueva España. Aunque en prncpo ello se nterpretó como la búsqueda de las éltes por un destno decente para sus hjos segundones, en años más recentes otros autores han demostrado que no se trataba sólo de ello, sno que en realdad las dgndades y prebendas eran poscones estratégcas para el manejo de recursos polítcos y económcos r 14 Varos trabajos se han acercado al tema de las carreras del alto clero en menor o mayor medda en años recentes, por ejemplo, Bradng (Una Iglesa) y Zahno. De manera drecta se han encargado Paul Ganster; Paulno Castañeda y Juan Marchena, y Rodolfo Agurre Salvador (Por el camno y El mérto y la estratega). Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 143

144 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 144 Rodolfo Agurre que provenían de las nsttucones eclesástcas (Castañeda, La formacón ; La real unversdad ). Recentemente, ha llamado la atencón sobre la necesdad de estudar las clentelas clercales alrededor del alto clero para entender no sólo las carreras eclesástcas, sno los benefcos para las famlas del bajo clero y los mecansmos que funconaban para echar a andar las dsposcones de las autordades en las parroquas ( De las aulas ). Aunado al estudo del alto clero, tambén se ha analzado el papel de las nsttucones eclesástcas como fuente de crédtos y su funcón socal. Varos trabajos, sobre todo de la década de los noventa, han demostrado el mpacto que el crédto eclesástco tuvo en Nueva España, debdo a que amplos sectores de la socedad recurreron a él. Los recursos procedentes de la Iglesa fueron, junto con el mercantl, la prncpal fuente de crédto en la Nueva España. Práctcamente, todas las nsttucones eclesástcas partcpaban en el mercado credtco y favorecían a toda persona que pudera ofrecer garantías aceptables (Wobeser, El crédto 9) 15. El destno de los préstamos era el comerco, la compra de nmuebles, el fomento de la agrcultura y de la manufactura, así como la satsfaccón de necesdades socales, como el pago de dotes y pensones, la compra de cargos públcos o la adquscón de objetos suntuaros (124). Indudablemente, la funcón credtca de las nsttucones eclesástcas se tradujo en dferentes benefcos a la socedad. l a s capellanías y la manutencón d e l clero y sus famlas Otra fgura eclesástca de ampla presenca socal fue la capellanía de msas. Varos estudos han demostrado ya la mportanca que tuveron las capellanías en la era colonal y han menconado tambén su mportanca para el clero, debdo a que desempeñaron dversas funcones en la socedad (Sánchez, La capellanía ; Wobeser, Las capellanías ; Vda). Cumplían una funcón relgosa básca que era ayudar a la salvacón de las almas medante r 15 Los comercantes tenían preferenca, con el 43,85%; los hacendados, con el 16,22%; las mujeres, con el 10,14%; los clérgos, con el 9%, y los funconaros públcos, con el 7,6%.

145 Hstora socal de la Iglesa y la relgosdad novohspanas. Tendencas hstorográfcas la celebracón de msas; pero tambén es claro que muchos clérgos se ordenaron y se mantuveron gracas a que dsfrutaban de la renta de una o varas capellanías. Igualmente, esas fundacones fueron un medo para costear la educacón de los hjos, que en prncpo, serían drgdos al sacerdoco, aunque fnalmente muchos acabaron alejándose. La Iglesa tuvo que permtr esta posbldad por no querer obstaculzar la reproduccón de la clerecía. Pero las capellanías tambén ayudaron a las famlas a adqurr certo estatus socal, pues al no poder fundar un mayorazgo, se contentaban con ese tpo de fundacones. En el ámbto de la economía, las capellanías consttuyeron una de las prncpales fuentes de crédto, pues sus fondos benefcaban a la socedad, a través de los préstamos. Así, estas fundacones atenderon necesdades esprtuales y materales, pues se aseguraban sufragos para las almas del purgatoro y se lograban rentas para sacerdotes y se daban medos de vda a los hjos, sobrnos y demás parentes (Wobeser, Las capellanías ). El estudo de las capellanías aún tene mucho que aportar, no sólo al conocmento del clero, sno tambén al de las famlas (Martínez, Fuentes ). Aunque sabemos ben los mecansmos de fundacón y la mportanca que sus captales tenían para la economía de la época, no se ha estudado a los capellanes por sí msmos. Tambén falta mucho por saber sobre el destno que los mles de capellanes deron a las rentas de sus capellanías. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 145 C o f r a d í a s de ndos, re c o n s t t u c ó n d e los pueblos y socabldades re l g o s a s Los estudos sobre las formas de socabldad e ntegracón socal de los pueblos de ndos, de sus sectores o estratos, se han apoyado en buena medda en el análss de las cofradías, las congregacones o las hermandades 16. Los estudos modernos han demostrado que no había una frontera explícta r 16 Por ejemplo, Tomás Jalpa Flores concde en destacar el papel de las cofradías como medo de ntegracón de los pueblos; véase tambén Felpe Castro Gutérrez (Los tarascos).

146 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 146 Rodolfo Agurre entre el fenómeno relgoso y el fenómeno socal; es decr, las formas o los modos en que la gente vvía la relgón nos muestran tambén mucho de sus propas formas de socabldad 17. Para Luque, ncluso se puede hablar de proyectos sococulturales de algunas cofradías de élte, como la de Aranzazu, de vasco-mexcanos 18. Aunque en la hstorografía europea se tendó a ver a las cofradías como algo sobre todo urbano, en el mundo hspánco las fundacones rurales fueron muy mportantes 19. En Nueva España, la multplcacón de cofradías de ndos estuvo asocada a la recuperacón demográfca del sglo XVII y a lo que Carmagnan llama la reconsttucón de los pueblos, pues aquellas funconaban como vehículos de ntegracón socal. El régmen de lmosnas fue una de sus característcas báscas, al ayudar a su cohesón nteror, al gual que todos los servcos asstencales que prestaban a los cofrades. En muchos sentdos, las cofradías fueron parte esencal de lo que Wllam Chrstan ha llamado relgón local: la comundad que forma una geografía sagrada consttuda de santuaros locales, devocones a los santos patronos y asocacones relgosas (Carmagnan 41). Igualmente, fueron tambén espacos de poder para las autordades ndígenas. Por otro lado, las relacones étncas atravesaban la conformacón de las cofradías. r 17 En ese sentdo, Wllam J. Callahan anota que Los nvestgadores europeos nteresados en la hstora de las cofradías y hermandades han hecho notar la unversaldad del fenómeno confraternal, que tomó proporcones masvas en el oeste entre los sglos XIV y XVI (35). 18 Al respecto, la autora señala que La cofradía de Méxco sacó adelante empresas culturales que rradaron fuera del propo grupo, como el Colego de las Vzcaínas y la promocón de la Bascongada en Méxco, mpulsando el desarrollo centífco y económco en las terras de orgen y en la Nueva España [ ] ( Coyuntura 106). 19 Entre los nvestgadores tambén ha habdo una tendenca a consderar a las cofradías como un fenómeno prncpalmente urbano, quzás a partr de una reflexón acerca de su desarrollo temprano en Itala [ ] pero en el caso de los renos hspáncos las cofradías y hermandades eran gualmente mportantes en la vda relgosa de las aldeas rurales[ ] (Luque, Coyuntura 37).

147 Hstora socal de la Iglesa y la relgosdad novohspanas. Tendencas hstorográfcas La fundacón de centos de ellas en el sglo XVII no fue ndscrmnadamente, sno abertamente declaradas de ndos o de españoles, dentro de los msmos pueblos, vllas o cudades; es decr, la dentdad étnca, por más que el mestzaje hubera ya rrumpdo con toda fuerza en esa centura, sguó vgente en esas fundacones. C u l t u r a re l g o s a y mentaldad socal La otra gran vertente hstorográfca que se ha desarrollado con fuerza se ha centrado en el estudo de la cultura relgosa, las devocones y la relgosdad popular. En ella, más que segur nsstendo en los mecansmos nsttuconales de las dependencas eclesástcas, se ha buscado analzar las formas y los camnos en que la relgón se manfestaba en la práctca y moldeaba la vda de las personas. Una línea mportante es la de la esprtualdad en los conventos femennos, que busca explcar las maneras de entender y sentr la fe (García y Ramos; Lavrn Devoconaro ; Loreto; Ramos; Rubal, La santdad). Así, se han analzado la transmsón de la cultura, las práctcas devoconales, el mstcsmo o las fuentes de esprtualdad (Vforcos y Loreto 9); pero tambén cuestones como la dentdad femenna, su socabldad, su papel en las famlas, el prestgo y el honor están nmersas en los estudos de ese tpo. Cuando pensamos en el gran número de conventos fundados y que, aunque cada uno de ellos respondó a una necesdad específca, es evdente que en conjunto sgnfcaron una forma de vda para las descendentes de grupos socales concretos. Para conocer la hstora de las mujeres de la era colonal es menester conocer tambén la de sus conventos. Las monjas sempre estuveron presentes en la socedad: fomentaron costumbres y dfunderon devocones y formas de esprtualdad que nfluyeron de forma decsva en las creencas y en las práctcas cotdanas de la gente (Lavrn, La relgosa ; La escrtura ; Lavrn y Loreto). En esta vertente, destaca el lbro de Rosalva Loreto sobre los conventos femennos y el mundo urbano de Puebla de los Ángeles, el cual es, sn duda, un buen ejemplo de análss socal y de las mentaldades. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 147

148 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 148 Rodolfo Agurre La autora se propuso reconstrur la relacón que hubo entre los conventos, la relgosdad, la cudad y las famlas, y demostró que tales entdades se convrteron en centros de promocón de culto a los santos y de devocones populares. Además, los conventos srveron como transmsores de la cultural hspánca y, con el tempo, en crsoles de la relgosdad novohspana. Las festas de consagracón, las procesones de monjas y sus celebracones ltúrgcas fueron modelos de comportamentos, reflejo de la compleja nteraccón entre la vda conventual y la cultura urbana. Los conventos, agrega, proporconaron un modelo cultural y de cvldad para la socedad que se dfundó en dferentes grupos socales. Pero no sólo eso, sno que, según la autora, tales entdades fueron una empresa socal, en el sentdo de que dversos sectores socales ntervneron en su fundacón (20). Otro aspecto que se destaca en el lbro de Loreto es de la artculacón entre los conventos y las famlas, pues éstas no sólo fortaleceron el prestgo y honor de su propo lnaje, sno que proyectaron su deal de comportamento relgoso famlar. El ngreso de una hja al convento fue una práctca de sectores enrquecdos como obrajeros, comercantes, hacendados y funconaros. A través de la relgosdad femenna, la élte se formó tambén una vsón homogénea de sí msma y dfundó un deal de comportamento y prestgo a la socedad. Sn duda, la obra de Loreto ha enrquecdo la forma de analzar los conventos de monjas y es un referente para futuras nvestgacones. Fuera del ámbto conventual, en años recentes se han comenzado a estudar las creencas y práctcas relgosas de la vda cotdana, a través del estudo de personajes poco estudados hasta hace poco, y que nfluyeron tambén en la relgosdad popular. En un lbro recente, Antono Rubal, a partr de documentos nqustorales y tratados hagográfcos, descrbe la actuacón de ermtaños y beatas en una socedad muy receptva a creer en prodgos, comuncarse con el más allá y hallar solucones mlagrosas a sus problemas. El mpacto socal de los ermtaños y las beatas, a través de sus dscursos, vsones y práctcas, demuestran la poca nfluenca que en un momento dado tenían las nstancas eclesástcas en el control de

149 Hstora socal de la Iglesa y la relgosdad novohspanas. Tendencas hstorográfcas la recepcón de modelos relgosos. Para el autor, estos personajes desempeñaron un papel tan mportante como el de los clérgos en la dfusón de creencas y práctcas, pues a través de su estudo: [ ] se pueden observar los mecansmos de recepcón y adaptacón de los modelos ofcales de santdad que utlzaron esas personas para sus fnes [ ] asmsmo se puede observar en ellos el funconamento del aparato normatvo (y represvo) y la manera como los ndvduos adaptaron a él sus comportamentos [ ] (Profetsas 15). El estudo de personajes como las beatas y los ermtaños del sglo XVII nos adentra de lleno en la cultura barroca, donde los prodgos y los mlagros hacían dfícl separar el mundo físco del sobrenatural. El autor expresa, en este sentdo, que ellos encabezaban [ ] un cúmulo de práctcas y rtuales externos más fácles de llevar a cabo que las exgencas de una moral rgurosa. Al exstr dos camnos de salvacón, la mayoría optó por el rtual, más cercano a sus necesdades y a sus posbldades (243). De esta manera, Rubal ha mostrado un nteresante camno a segur cuando pensamos que no sólo los ermtaños o las beatas enrquecían las relgosdad popular, sno tambén otros personajes y actvdades que se han estudado poco. Recaptulando, la hstorografía sobre la Iglesa novohspana ha partdo normalmente del estudo de sus nsttucones, de sus éltes, de sus relacones con el poder o sus conflctos nternos, aunque en las últmas décadas se han hecho nvestgacones que apuntan haca una mayor relacón con la hstora socal. Aunque deben segur escrbéndose monografías nsttuconales que pongan en claro sus mecansmos e nstancas nternas, la hstora de la Iglesa novohspana debe asprar a ser tambén punto de partda para análss de tpo socal más amplos. En otras palabras, s ben nvestgando sólo hstora eclesástca no basta para comprender procesos socales o coyunturas hstórcas, sn ella, para la era vrrenal al menos, se perde una dmensón subyacente que ayuda a entender dversas dnámcas socales. Así, todo análss sobre alguna nsttucón eclesástca, espaco relgoso o grupo clercal debería de tener Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 149

150 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 150 Rodolfo Agurre como una de sus metas centrales artcularse a un mayor conocmento de la socedad que los sustentaba. Igualmente, la hstora de las socedades colonales, sus estructuras y los grupos que las conformaban puede hallar en los ámbtos eclesástco y relgoso la explcacón de toda una gama de relacones o vínculos socales y culturales. Igual de mportante ha sdo el que en los años recentes se esté consoldando el estudo de la relgosdad y de la cultura relgosa de dferentes grupos o sectores socales, línea de nvestgacón que, sn duda, habrá de hacer aportes sgnfcatvos para la comprensón de las dentdades colectvas. rb blografía Agurre Salvador, Rodolfo. De las aulas al cabldo eclesástco: famlares, amgos y patrones en el arzobspado de Méxco, Tzntzun 47 (enero-juno 2008): Impreso El mérto y la estratega: clérgos, jurstas y médcos en Nueva España. Méxco: Centro de Estudos sobre la Unversdad-Plaza y Valdés, Impreso Por el camno de las letras: el ascenso profesonal de los catedrátcos jurstas de la Nueva España. Sglo XVIII. Méxco: Centro de Estudos sobre la Unversdad-UNAM, Impreso. Alamán, Lucas. Hstora de Méxco.3 t. T. 1. Méxco: Jus, Impreso. Beaudeau, George. La pugna francscana por Méxco. Méxco: Consejo Naconal para la Cultura y las Artes-Alanza Mexcana, Impreso. Borah, Woodrow y Sherbune Cook. La demografía hstórca de Amérca Latna: necesdades y perspectvas. Hstora Mexcana (1971): Impreso. Bradng, Davd A. El clero mexcano y el movmento nsurgente de Relacones 2.5 (1981): Impreso Una glesa asedada: el obspado de Mchoacán, Méxco: FCE, Impreso. Burkholder, Mark A. y Dewtt S. Chandler. De la mpotenca a la autordad: la Corona española y las Audencas en Amérca Méxco: FCE, Impreso. Callahan, Wllam J. Las cofradías y hermandades de España y su papel socal y relgoso dentro de una socedad de estamentos. Martínez, Wobeser y Muñoz.

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156 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 156 Rodolfo Agurre Vforcos, María Isabel y Rosaba Loreto, coords. Hstoras compartdas: relgosdad y reclusón femenna en España, Portugal y Amérca. Sglos XV-XIX. León: Unversdad de León, Impreso. Wobeser, Gsela von. Domnacón colonal: la consoldacón de vales reales en Nueva España Méxco: UNAM, Impreso El crédto eclesástco en la Nueva España sglo XVIII. Méxco: UNAM, Impreso Las capellanías de msas: su funcón relgosa, socal y económca en la Nueva España. Martínez, Wobeser y Muñoz Vda eterna y preocupacones terrenales: las capellanías de msas en la Nueva España, Méxco: UNAM, Impreso. Young, Erc van. La crss del orden colonal: estructura agrara y rebelones populares de la Nueva España Méxco: Alanza, Impreso La otra rebelón: la lucha por la ndependenca de Méxco, Méxco: FCE, Impreso. Zahno Peñafort, Lusa. Iglesa y socedad en Méxco : tradcón, reforma y reaccones. Méxco: UNAM, Impreso. Zavala, Slvo. El servco personal de los ndos en la Nueva España. 7 t. Méxco: El Colego de Méxco-El Colego Naconal, Impreso. Fecha de recepcón: 26 de agosto de Fecha de aprobacón: 18 de enero de 2010.

157 Hstora socal de la Iglesa y la relgosdad novohspanas. Tendencas hstorográfcas Contnúa tenendo valdez el concepto de frontera para estudar la hstora de los Llanos en el sglo XXI? Jane M. Rausch Unversty of Massachusetts-Amherst, USA jrausch@hstory.umass.edu Traduccón de rmaría Vctora Mejía Duque Resumen Este ensayo trata de contestar la pregunta contnúa tenendo valdez el concepto de frontera para estudar la hstora de los Llanos en el sglo XXI? Para ello, en prmer lugar, se analza la evolucón de la hstorografía de la frontera en Estados Undos; en segundo lugar, se examna la nfluenca que ha tendo en Amérca Latna; en tercer lugar, se revsan los enfoques de frontera respecto a la hstora de los Llanos de Colomba, y, por últmo, se propone un aspecto complementaro al análss de la frontera: el estudo de la Ornoqua como lugar o regón únca en el contexto de la nacón colombana. Palabras clave: fronteras, Llanos rorentales, Colomba, hstorografía. Abstract Ths essay seeks to answer the queston: Is the concept of the fronter stll vable n examnng the hstory of the Llanos n the twenty frst century?, by revewng frst, the evoluton of fronter hstorography n the Unted States; second, ts nfluence n Latn Amerca; thrd, fronter approaches to the hstory of the Colomban Llanos, and fnally, by proposng an addton to fronter analyss the study of Ornoqua as a dstnctve place or regon wthn the Colomban naton. Key words: fronters, Colomban Llanos, Colomba, hstorography.

158 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 158 Jane M. Rausch A lo largo del sglo XX, la dea de que la experenca de la frontera moldeó las nsttucones ha surgdo como la explcacón más predomnante del carácter pecular de Estados Undos y de sus habtantes. S ben con menor apasonamento, los académcos que realzan nvestgacones sobre las regones fronterzas de Amérca Latna, entre ellas los Llanos de Colomba y Venezuela, han llegado a la conclusón de que la frontera es una concepcón de utldad de dversas formas. Al consderar el crecmento de la poblacón y la modernzacón que han ocurrdo en la Ornoqua en los últmos 50 años, el objetvo que busco con esta presentacón es plantear la pregunta: contnúa tenendo valdez el concepto de frontera para estudar la hstora de los Llanos? Para abordar el asunto, en prmer lugar, analzo la evolucón de la hstorografía de la frontera en Estados Undos; en segundo lugar, examno la nfluenca que ha tendo en Amérca Latna; en tercer lugar, revso los enfoques de frontera respecto a la hstora de los Llanos de Colomba, y, por últmo, y sguendo los hallazgos para Estados Undos, propongo un aspecto complementaro al análss de la frontera: el estudo de la Ornoqua como lugar o regón únca en el contexto de la nacón colombana. r La frontera en la hstorografía de Estados Undos Como ben lo sabe la mayoría de los hstoradores, y lo planteó Frederck Jackson Turner en La mportanca de la frontera en la hstora de los Estados Undos, la conferenca de gran sgnfcacón que do en 1893, la así llamada tess de la frontera tuvo un efecto de gran magntud en el estudo de la hstora de Norteamérca. Turner, quen en un prncpo defnó el térmno frontera como la línea entre la cvlzacón y la barbare y en trabajos posterores se refró ndstntamente al térmno como regón de mgracón, forma de socedad, estado de ánmo y estado de la socedad, todos los cuales hceron hncapé en la dea de que la frontera, antes que un lugar, fue un proceso (Bllngton 18).

159 Contnúa tenendo valdez el concepto de frontera para estudar la hstora de los Llanos... En resumen, en prmer lugar, el autor aseguraba que la dsponbldad en la frontera estadoundense de terra deshabtada ofrecía la oportundad de una movldad socal ascendente de la que carecían los europeos y, en segundo lugar, que la lucha por la supervvenca en la frontera, la cual exgía que los recén llegados smplfcaran su estlo de vda, brndó una oportundad a los pueblos cercanos al oeste de volver a construr sus socedades. Turner planteó que estos procesos socales smlares de asentamento y de supervvenca en terras deshabtadas de frontera moldearon el carácter de Estados Undos y de sus nsttucones y que a la frontera debe el ntelecto estadoundense sus característcas excepconales de nventva, sentdo práctco, curosdad, espírtu proactvo, optmsmo e ndvdualsmo (Turner ct. en Weber y Rausch 10). Durante gran parte del sglo XX, los académcos de Estados Undos han consderado la tess de Turner como el concepto únco más útl para comprender los rasgos partculares de la cvlzacón de ese país. S ben la defncón de Turner ha sdo objeto de debate por parte de esos estudosos, quenes se han mostrado evasvos frente a algunos aspectos de la teoría, por regla general han aceptado esta nocón, en el sentdo de que el proceso de frontera explcó el excepconalsmo estadoundense. Sn embargo, para 1980, con el cerre de la frontera y la aprobacón de los estadoundenses a través de la totaldad del contnente de Norteamérca, surgó una nueva generacón de hstoradores, quenes estaban dspuestos a dejar de lado la dea de la frontera msma como categoría útl de análss. Conocdos como los nuevos hstoradores del Oeste, para ellos la frontera es una concepcón etnocéntrca, demasado constreñda en el tempo para adaptarse al oeste posfrontera del sglo XX. Este nuevo grupo mpugnó las nterpretacones estrctamente de frontera que se basaban en la tess de Turner, con el argumento de que no lograban aceptar los aportes a la hstora del oeste por parte de las mnorías racales y étncas. Algunos, como Glenda Rley, crtcaron a los segudores de Turner por pasar por alto los aportes de las mujeres, mentras otros lanzaron ataques por su ncapacdad para resolver aspectos mportantes de género y por no tener en cuenta temas urbanos y ambentales sgnfcatvos posterores a Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 159

160 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 160 Jane M. Rausch En lugar de observar el avance haca el oeste de los angloestadoundenses, a lo largo del borde de la línea de Turner que separaba el salvajsmo y la cvlzacón, se ocupan de zonas de transculturacónmundos multétncos y multrracales (Weber y Rausch 32). En vez de sugerr el mpacto en Europa de la frontera de Estados Undos, hacen hncapé en la forma como la nfluenca de los mercados europeos contrbuyó a la dependenca de los aborígenes de Estados Undos y en la forma como una economía prncpalmente basada en la extraccón de materas prmas y escasa de captal hzo que el oeste se volvera dependente del orente. Una alternatva posble que sugeren estos hstoradores consste en modfcar el enfoque analítco del estudoso del concepto de frontera al de la regón msma. En un smposo realzado con el apoyo de la Unversdad de Msssspp, en 1993, se presentaron ponencas sobre el regonalsmo contemporáneo de Estados Undos. Charles Reagan Wlson observaba en su ntroduccón que, entre 1920 y 1950, se publcaron numerosos estudos hstórcos que hacían hncapé en las regones sngulares de Estados Undos. Después de regstrar una dsmnucón mportante en los años cncuenta, en los años setenta se observó el resurgmento de los estudos regonales. Estos académcos, que se especalzaron en el sur, en el medo oeste o en Nueva Inglaterra en Estados Undos, demostraron su preocupacón por el pluralsmo cultural y su percepcón del dramátco cambo socal que amenaza a las dentdades regonales: Así msmo se nteresan en la nterseccón del lugar geográfco y de la gente que lo habta, en el contexto ambental de las regones, la dversdad cultural, las dentdades socalmente construdas y las formas en que las relacones socales moldean el ejercco del poder y la resstenca al poder. (Reagan 33). Lo más destacado entre estas cambantes opnones sobre el oeste fueron los lbros de Patrca Nelson Lmerck, quen en 1999 ofrecó una justfcacón de su enfoque. En un resumen sucnto, Nelson Lmerck planteaba que la nueva generacón de hstoradores exgía un estudo del oeste como regón en desarrollo y demandaba se nvestgaran las complejdades

161 Contnúa tenendo valdez el concepto de frontera para estudar la hstora de los Llanos... de raza, dentdad étnca y género. La hstoradora consderaba que se requería una opnón más realsta que la hstora trunfante de Turner, que no evtara nvolucrarse con el racsmo, el deteroro ambental y el egoísmo económco del pasado ( ). Donald Worster, sguendo una línea algo smlar, planteaba que al oeste se le debía nterpretar no como una frontera en constante movmento, sno como una regón en desarrollo. En opnón de Worster, el releve que Turner pone en un proceso antes que en una regón geográfca determnada hzo que los hstoradores emprenderan un camno de descenso a lo largo de una senda fangosa y resbaladza que al fnal conducía a un pantano (91). Para decrlo de otro modo, Worster propone que al oeste se le debe consderar como una regón geográfca, lo msmo que al sur y a la regón central de Estados Undos se les consdera regones. Cuando estudan el oeste, los hstoradores deben analzar la forma en que un pueblo o pueblos consgueron un lugar y luego, la forma en que lo percberon e ntentaron utlzarlo. A contnuacón, se deben dentfcar las técncas de supervvenca que adoptaron los recén llegados, sus patrones de trabajo y economía, así como sus relacones socales. Por últmo, Worster demanda una nvestgacón que abarque la hstora total de la regón, que ncluya las actvdades de pastoreo y de rego que han hecho un aporte a su sngulardad (87). En 1992, tenendo en cuenta las anterores objecones, el hstorador Mack Faragher llegó a la conclusón que hace mucho tempo, la tess de Turner encontró el camno haca la pla de basura de las nterpretacones hstórcas (Faragher 30 ct. en Weber y Rausch 33). Sn embargo, otros hstoradores, como Davd Weber, Martn Rdge y Rchard Slatta consderan que pueden ser prematuros los nformes sobre la pla de basura y señalan que la tess de Turner aún atrae a aquellos que la encuentran útl de una manera modfcada y la frontera contnúa exstendo como un recurso heurístco atractvo, al cual acuden hasta los detractores de Turner. Como lo plantea Rdge, este slencoso fantasma erudto extrañamente ronda a los detractores de Turner, porque éstos negan la utldad de Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 161

162 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 162 Jane M. Rausch la vsón hstórca aunque, a menudo y sn proponérselo, la utlzan (76). Slatta propone en su lbro Comparng Cowboys and Fronters: New Perspectves on the Hstory of the Amercas que, a pesar de los hstoradores revsonstas, como concepcón analítca, la frontera contnúa sendo mportante en la construccón de la hstora del hemsfero occdental. El autor escrbe: creo que es contraproducente enterrar el concepto de frontera smplemente porque la fórmula de Turner ha demostrado ser equvocada. De hecho, el estudo de las fronteras: [ ] se ha vsto enrquecdo por enmarcar las fronteras dentro del proceso de ncorporacón [ ] Se hace necesaro explorar más a fondo los cambos y las nteraccones socales. Aun s damos nuestro consentmento a enterrar a Turner, debemos abstenernos de enterrar con él el concepto de frontera. (Slatta 131; Duncan Baretta y Markoff ). r La frontera en la hstorografía de Amérca Latna En un prncpo, cuando la tess de Turner se convrtó en una obsesón para los estudosos de Estados Undos, los hstoradores natvos de Amérca Latna concederon escaso valor a la nterpretacón tunerana del desarrollo de las fronteras de sus propas nacones. En 1923, el peruano Víctor Andrés Belaúnde, quen fue uno de los prmeros en estudar la forma como se podría aplcar la tess de Turner a Suramérca, planteaba que sólo raramente aparecía en la Amérca hspánca la frontera en expansón en el sentdo turnerano. A dferenca del pequeño obstáculo que representan los Apalaches en Estados Undos al movmento en dreccón al oeste, los Andes de Suramérca planteaban obstáculos tan nsuperables de remontar para llegar a los valles del Amazonas que a las repúblcas hspanoamercanas más característcas Bolva, Colomba, Ecuador y Perú no se las podía clasfcar como países de frontera y, por consguente, tuveron un desarrollo dferente al de Estados Undos (Belaúnde 208). Además, reflejando una opnón generalzada, Edmundo O Gorman, uno de los hstoradores más destacados de Méxco, escrbó en 1961: Amérca Latna nunca

163 Contnúa tenendo valdez el concepto de frontera para estudar la hstora de los Llanos... fue terrtoro de fronteras en el sentdo de la transformacón dnámca que le han asgnado al térmno los hstoradores de los Estados Undos (142). Otros, más cautos, como Slvo Zavala y José Honoro Rodríguez, concdían en que en Amérca Latna no exstía contraparte para el oeste de Norteamérca, s ben proponían que, para poder hacer una evaluacón fnal, se requería mayor nformacón sobre regones ndvduales (Zavala 57; Rodríguez 158). El hstorador brtánco, Alstar Hennessy, en el extremo opuesto del pensamento, en su monografía, The Fronter n Latn Amercan Hstory, llegó a la conclusón que uno de los rasgos más extraordnaros de la vda en la Amérca española es la persstenca a través de los sglos de las condcones de frontera desde la Conqusta y que, no obstante la escasa nvestgacón sobre el fenómeno, la accón recíproca entre metrópol y frontera está en el núcleo de la experenca hstórca de Amérca Latna (Hennessy 2-3). Parece que desde 1978 ha prevalecdo la conclusón a la que llegó Hennessy, ya que muchos académcos de Amérca Latna y de Norteamérca han publcado obras de gran vsón sobre las dversas fronteras de Amérca Latna. Apenas el año pasado me solctaron hacer la crítca de tres lbros excelentes sobre la hstora de Brasl: The Forbdden Lands: Colonal Identty, Fronter Volence, and the Persstence of Brazl s Eastern Indans, , de Hal Langfur; Fronter Goás, , de Davd Mac- Creery, y Go-Betweens and the Colonzaton of Brazl , de Alda C. Metcalf. Los autores elaboran varacones sobre el funconamento de una stuacón de frontera en sus regones partculares. Aunque Langfur hzo el esfuerzo más coordnado para demostrar las falencas de las deas de Turner, no era el menor de sus puntos mportantes una comprensón sofstcada de las dnámcas de la frontera que pone de manfesto los matces del desarrollo en la Mnas Geras del sglo XVIII (Rausch, Fronter theory ) 1. r 1 Otros académcos de Amérca Latna quenes han tematzado la cuestón del papel de frontera son Hebe Clemente, M. D. Hevlla, Carlos Mayo y Amala Labtrubesse y Slva Ratto. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 163

164 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 164 Jane M. Rausch r Hstorografía de la frontera y los Llanos de Colomba hasta 1980 En los años sesenta, como joven estudante unverstara, me ntrgó muchísmo la tess de Turner y creí que la hstora de los Llanos, cuando se analzaba a través de la lente del autor, me ayudaría a comprender el aporte de la regón a la evolucón de la nacón colombana. En ese entonces, la opnón turnerana de los Llanos consstía en consderar este terrtoro como una frontera permanente, antes que como una frontera en movmento. Hacendo eco a Belaúnde, en un escrto en 1931, el geógrafo Isaah Bowman observaba que mentras los españoles ncorporaron rápdamente a su Nuevo Mundo a los amerndos que habtaban el altplano de los Andes y a lo largo de las costas, su avance mpetuoso se vo nterrumpdo cuando llegaron a la selva nhóspta de la cuenca del Amazonas y a las gualmente poco atractvas llanuras tropcales bañadas por el Ornoco (Bowman 296). Entre otros geógrafos que compartían la opnón de Bowman estaban Raymond Crst (230), Clarence F. Jones (607) y Raye Platt, quen escrbía en 1932 que en tanto ya desde el sglo XVII algunas personas se habían trasladado a los Llanos, muy pronto se encontraron asladas del altplano por la barrera de los Andes y se resgnaron al poco tempo a una exstenca de autosufcenca. En consecuenca, y como observaba Platt, s ben muchos llaneros vvían en fncas o hacendas que sus famlas ocupaban durante generacones, aún vvían en las condcones precaras de los poneros (84). Incluso en 1973, después de un lapso de vente años de crecmento acelerado del Meta, el geógrafo Deter Brunnschweler afrmaba que la frontera de los Llanos no se expandía al rtmo smlar al de la frontera occdental de Norteamérca, y llegaba a la conclusón de que Colomba no avanza haca el orente más allá de su frontera orental (88). Para poner a prueba el concepto de frontera permanente, escrbí tres lbros entre 1984 y 1999 que nvestgaban la hstora de los Llanos de

165 Contnúa tenendo valdez el concepto de frontera para estudar la hstora de los Llanos... Colomba desde 1531 hasta En gran medda, la nvestgacón que realcé corroboraba que la línea de frontera establecda en el sglo XVII, a lo largo del flo de la cordllera orental de los Andes, apenas se extendía lgeramente en dreccón al orente, no obstante las mejores condcones santaras y la tecnología que a comenzos del sglo XX hceron potencalmente más accesbles las terras bajas tropcales (Una frontera; La frontera; Colomba). Ben se les podía llamar poneros a la gente que habtaba en el Meta, Casanare y Arauca, aun cuando vveran en fncas o en pueblos ocupados durante generacones por sus famlas. Respecto al centro poblaconal de los Andes, la frontera de los Llanos se caracterzó por su nmovldad. Sn embargo, como lo sugerí, esta nmovldad no mpdó que la regón partcpara de la evolucón gradual de la nacón. Por ejemplo, Casanare fue proveedor mportante de ganado para Boyacá en la época de la Colona, mentras algunos de sus habtantes partcparon de manera actva en la Revolucón Comunera de Naturalmente es ben conocdo el papel que desempeñaron los llaneros en la Guerra de Independenca y, de nuevo, Casanare fue lugar de contenda durante la Guerra de los Ml Días ( ). En los años trenta, como parte de su programa La Revolucón en Marcha, Alfonso López Pumarejo escogó al Meta como zona medular de desarrollo. Durante la Volenca ( ), gran parte de las confrontacones bélcas ocurreron en Meta, Casanare y Arauca y, para aprecar el aporte de los Llanos a la lteratura colombana, basta con leer La vorágne, de José Eustaso Rvera o la poesía de Eduardo Carranza (Rausch, Regón 32-40). Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 165 r La hstorografía de la frontera y los Llanos de Colomba desde 1980 El crecmento de la poblacón que observó Brunnschweler en 1970 contnúa sn pausa. Durante la Volenca, a las ses ml personas que se veron oblgadas a abandonar las llanuras muy pronto las reemplazaron con la

166 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 166 Jane M. Rausch llegada de 16 ml emgrantes recén llegados que huían de la Volenca en otras regones de Colomba. Estos colonos, atraídos por las modernas meddas santaras que redujeron la morbldad del clma y por la oportundad de colonzar terras públcas, llegaron con la esperanza de comenzar una vda nueva para sus famlas (Ojeda y Ojeda ). Ergdo en departamento en 1959, el Meta era en 1972 la regón de mayor crecmento de Colomba (Gobernacón 134). Todos estos factores: las mejoras de la carretera entre Bogotá y Vllavcenco, la explotacón del petróleo y la produccón de almentos báscos para abastecer los mercados del altplano nfluyeron para fomentar una expansón rápda. Para 1993, juntos, el habtantes de Meta, Casanare, Arauca y Vchada representaban menos del 1% de la poblacón total calculada de Colomba, de más de 40 mllones de habtantes. Sn embargo, la regón contnuó como uno de los segmentos de mayor crecmento del país, tanto en térmnos de economía como de demografía (Rubano 134). Cuatro académcos presentaron en los años noventa complejas nterpretacones de frontera de la hstora de Vllavcenco y el Meta, las cuales convergían en puntos esencales y dvergían en el énfass. El hstorador Mguel García Bustamante, en su lbro de 1997, Un pueblo de frontera: Vllavcenco , cuestonó la teoría hoy en día famlar de frontera permanente, al señalar que, desde el sglo XVII, exstía recprocdad entre Vllavcenco y Bogotá, caracterzada por relacones desguales, dado que Vllavcenco era polítcamente dependente de Bogotá y sus exportacones de ganado y arroz se drgían a la captal de la nacón cas con exclusvdad (11). En 2003, García Bustamante perfecconó su análss para proponer que, per se, la regón de los Llanos la conformaban dos fronteras: La zona del pedemonte o Llanos arrba, que era una frontera provsora, caracterzada por nteraccones constantes con el altplano, mentras las llanuras al orente y al norte del pedemonte o Llanos abajo contnuaron como frontera permanente, donde ha sdo mucho más lento el desarrollo (Persstenca 40-41). En su lbro, Nancy Espnel Rveros ha hecho hncapé en que, desde la perspectva del orente así como del oeste, Vllavcenco es cudad

167 Contnúa tenendo valdez el concepto de frontera para estudar la hstora de los Llanos... de frontera, ya que justo como recbe un caudal constante de emgrantes de los departamentos del altplano colombano, tambén sgue sendo la termnal occdental del ganado que se traslada desde las llanuras al norte y al orente del Casanare y Arauca, para su posteror venta en Bogotá. Desde su fundacón, Vllavcenco ha sdo una mxtura de dos culturas sngulares: la andna y la llanera, dualdad que aún persste. En opnón de la autora, Vllavcenco se ha convertdo en crsol humano, en el cual se mezclan estas dos costumbres tan peculares (201-2). Alberto Baquero Narño, economsta de la Unversdad Naconal de Colomba, en El caso llanero: Vllavcenco, desde el punto de vsta de la dependenca, descrbe el msmo fenómeno de frontera doble, s ben susttuye la expresón frontera nteror por la de frontera provsora, de Bustamante. Baquero propone que Vllavcenco muestra las característcas de una frontera nteror, porque los nmgrantes atravesan la cudad sn nngún deseo de permanecer en ella; su permanenca es efímera; es escasa y poco mportante la nversón fnancera en la regón, mentras los habtantes no demuestran sentdo de preocupacón cudadana (32-34). En opnón de Baquero, lo peor es que, s ben Vllavcenco es el centro de la economía de los Llanos, esa economía se caracterza desde 1950 por el captalsmo salvaje, expresón con la cual el autor ndca que a la economía llanera la domna la exportacón contnua de productos económcos y la ausenca de una economía agrondustral real que podría generar rqueza para la regón. El transporte de ganado en pe haca Bogotá y el predomno de la produccón de arroz y de palma acetera por parte de grandes empresas procesadoras sguen sendo ndcadores de una economía extractva, con escaso valor regonal, generadora de poco empleo y de todavía menos ngresos en la regón (69). En su análss, Baquero no estuda la nfluenca que tuvo el auge del petróleo en los Llanos; sn embargo, en su obra, Renaldo Barbosa Estera nos aclara que desde sus comenzos, en 1983, prmero en Arauca y luego en Casanare y Meta, antes que benefcar el crecmento económco de los Llanos, la explotacón del petróleo ha tendo un sesgo favorable a las Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 167

168 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 168 Jane M. Rausch grandes compañías multnaconales. Mentras en las llanuras exsten reservas comprobadas de 500 mllones barrles de petróleo, en los lugares donde se concentran los trabajos de extraccón, los mpuestos sobre el recurso no se utlzan para cumplr las promesas de generacón de las rentas locales proyectadas. Barbosa afrma, además, que a la decsón del Mnstero de Mnas y Energía de entregar a compañías multnaconales la explotacón de los oleoductos se le puede consderar como el renacmento del colonalsmo ( Frontera 164-8). r L legó la hora de trascender los enfoques de frontera en el estudo de los Llanos? En su conjunto, las obras de García Bustamante, Espnel Rveros, Baquero Narño y Barbosa Estera demuestran la forma en que la frontera, como recurso heurístco, puede aumentar nuestra comprensón de la hstora de los Llanos; sn embargo, conforme avanzaba en m lbro sobre la hstora de Vllavcenco, cudad que para 2005 ya contaba con una poblacón de habtantes, comencé a sentr aprensón acerca de lo apropado de clasfcarla como cudad de frontera 2. Ya era evdente que el Vllavcenco del sglo XX compartía muchas de las msmas característcas de las cudades medanas del altplano colombano. Ya exstían planes defndos sobre la creacón de un aeropuerto nternaconal en las cercanías de Vllavcenco, y uno de los mayores temores de las autordades graba en torno al hecho de que Vllavcenco se vería reducda a convertrse en un suburbo de Bogotá en unas cuantas décadas (Espnel 208). r 2 Este lbro, con el título From Fronter Town to Metropols: A Hstory of Vllavcenco, snce 1942, fue publcado en 2007 por Rowman & Lttlefeld. La edcón en español, De pueblo de frontera a cudad captal, la hstora de Vllavcenco. Colomba desde 1840 fue publcado en 2009 por el Banco de la Repúblca y la Unversdad de los Llanos.

169 Contnúa tenendo valdez el concepto de frontera para estudar la hstora de los Llanos... Glora Evelyn Martínez Salas, en un estudo de 1992, llegó a la conclusón que, a smltud de Valledupar (Cesar), Ibagué (Tolma) y Santa Marta (Magdalena), Vllavcenco mostraba un crecmento demográfco exagerado aunado a un magro desarrollo ndustral. El resultado de la economía asmétrca de estas cudades ha sdo la margnaldad, la urbanzacón exagerada, además de otras dstorsones como el elevado índce de desempleo, la precaredad de los servcos públcos de acueducto, alcantarllado y electrcdad, los cuales no satsfacen las necesdades de una poblacón en crecmento. Por ejemplo, en Vllavcenco, sólo el 6,8% de la poblacón tenía empleo en el sector ndustral, en comparacón con Bogotá, Medellín y Barranqulla, donde 20% de la poblacón está ocupada en labores fabrles. La mayor parte de ese 6,8% trabajaba para la pequeña empresa y no en la gran ndustra (Martínez Salas 199). Baquero Narño respaldó la nterpretacón de Martínez Salas afrmando que, a partr de 1960, el desarrollo de Vllavcenco ha sdo el reflejo del modelo socoeconómco que se ha aplcado en Colomba entera: [...] el cual estmuló el crecmento de cudades en detrmento del campo [...] En este sentdo, Vllavcenco tambén se volvó rural y las consecuencas del desempleo y del subempleo han convertdo a los barros de nvasón y a los tuguros en un hecho nevtable. (Baquero Narño 32). No estoy afrmando que el proceso de frontera haya desaparecdo en los Llanos. Por una parte, la vanguarda de los nuevos asentamento se ha desplazado haca al orente y el sur hasta llegar al Arar y a San José del Guavare. Por la parte, para 2009, la regón del pedemonte de los Llanos quedó lteralmente ncorporada al nteror de Colomba. Planteo en m lbro que Vllavcenco, en su búsqueda de una dentdad cultural auténtca, aún tendría todo el derecho en celebrar su pasado pntoresco; sn embargo, a semejanza de las antguas poblacones del Lejano Oeste, en Estados Undos, s la cudad ha quedado ntegrada en su totaldad en la socedad y en la cultura colombanas, ya no puede pretender quedar stuada a lo largo de la línea de frontera (From fronter 208). Tal vez ha llegado la hora de volver a poner el releve en los Llanos como lugar o regón, antes que como proceso. A dferenca de la hstorografía Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 169

170 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 170 Jane M. Rausch de Estados Undos, donde el llamado a favor del nuevo regonalsmo es un hecho relatvamente recente, el estudo de las regones en Colomba se ha convertdo, desde la época de la Colona, en un enfoque predomnante y natural. En la antesala de la Independenca, el hstorador John Lynch descrbó a la Nueva Granada como un conglomerado de regones, asladas entre sí por las montañas, las selvas, las llanuras y los ríos, mentras la nvestgacón de Davd Bushnell sobre la hstora moderna de Colomba pone de releve que, debdo a la supervvenca de estas regones, Colomba sgue adolecendo de una verdadera dentdad naconal (Lynch 229; Bushnell 7). Sn embargo, no todas las regones son guales. Es obvo que Cundnamarca, Antoqua, Cauca y Atlántco han gobernado al país, tanto en térmnos de poder polítco como de hstorografía. En comparacón con el gran acervo de nvestgacón sobre estos departamentos, aún quedan muy rezagados los estudos sobre las así llamadas regones perfércas de Chocó, Amazona, la península de La Guajra, San Andrés y Provdenca. Por lo tanto, s los Llanos van a exgr una presenca smlar a las de las regones del altplano y de la costa atlántca, queda mucho por hacer para recuperar aspectos de la hstora de los Llanos. La contnuacón de smposos nternaconales, un mayor uso de la hstora oral, la organzacón y utlzacón de archvos locales, el establecmento de programas de maestría y doctorado en las unversdades, la ncorporacón de la hstora de las mujeres y la conservacón de la cultura tradconal del llanero son algunos de los camnos posbles para lograrlo. Con anterordad a 1988, sobre los Llanos apenas exstía un puñado de estudos académcos. En agosto de ese año, se realzó en Vllavcenco el Prmer Smposo de Hstora de los Llanos Colombo-Venezolanos, el cual convocó a más de 30 nvestgadores de Colomba, Venezuela, España y Estados Undos, que señaló el comenzo de un nuevo movmento para explorar y conservar la hstora de la Ornoqua 3. Entre 1988 y 2009 r 3 Un año antes, la cudad de Arauca fue la sede del Prmer Encuentro Colombo-Venezolano de Escrtores Llaneros, el cual reunó a 21 escrtores de Venezuela y Colomba. Eduardo

171 Contnúa tenendo valdez el concepto de frontera para estudar la hstora de los Llanos... se realzaron nuevos smposos. Estas reunones ofreceron un foro a las nvestgacones que sguen llevando a cabo los membros de la Academa de Hstora del Meta, el Centro de Hstora de Casanare y la Academa de Hstora de Arauca. Estas convocatoras tambén fomentan el ntercambo de deas, la nvestgacón y, cas sempre, la publcacón de estudos excelentes sobre aspectos dversos de la hstora de los Llanos (Medna). En consecuenca, tal es la razón de la mportanca de que estas academas exhorten a las autordades departamentales para que asgnen fondos para publcar las memoras de los dferentes smposos, más aún cuando a la fecha todavía falta por publcar las memoras del Smposo IV (1995) en San Martín, VI (en San Fernando, Apure) y VII (en San Carlos de Austra) (Medna 206). Durante el Prmer Smposo, Ómar Baquero y Lus Yesd Sandoval abogaron por la hstora regonal de los Llanos, al señalar que, con escasas excepcones notoras, los estudos realzados hasta entonces solamente contenían descrpcones globales, extractadas en gran parte de fuentes secundaras, narracones restrngdas y partcularstas de aspectos locales o bografías exaltadas de héroes específcos, en partcular aquellos relaconados con las guerras de Independenca. Los hstoradores reclamaban la falta una nvestgacón sstemátca que abordara el desarrollo de grandes temas, como la evolucón de la agrcultura captalsta, el auge del petróleo, la guerra de guerrllas, el narcotráfco, la crecente colonzacón y la expansón de los países lmítrofes (esto es, Brasl y Venezuela). Los autores concluían afrmando que nvestgacones de este tpo conformarían los cmentos de la verdadera hstora regonal (Baquero y Sandoval 455). Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 171 rmantlla Trejos es el edtor de las ponencas presentadas ante esta reunón, las cuales publcó bajo el título Sobre los Llanos

172 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 172 Jane M. Rausch En 1992, en un ensayo de gran alcance La hstora regonal como problema y como programa de la hstora naconal, Hermes Tovar Pnzón respaldaba las afrmacones de Baquero y Sandoval, al señalar que en varas cudades colombanas se han realzado conferencas desde 1982 dedcadas a la hstora regonal. Después de ndcar algunos de los escollos de este enfoque, el autor propuso ses lneamentos para defnr la hstora regonal auténtca, como sgue: (1) la regón es la matrz de problemas geohstórcos; (2) la regón es un ente únco y no se parece a nnguna otra regón; (3) la regón es una undad vvente, cambante y dnámca, no es fja n está nmóvl en el tempo o en el espaco; (4) la regón es fuente de dentdad y afrmacón cultural; (5) la regón es parte de un terrtoro más amplo, al cual se le puede denomnar audenca, vrrenato o nacón, es decr, la regón es y sempre será parte de un todo, y (6) la regón es generadora de una concenca que se expresa a sí msma en el regonalsmo. Esta clase de lazos de soldardad de regonalsmo no representan obstáculo alguno en sí msmos, sno que son contngentes a la realzacón de proyectos de ntegracón y a la conformacón de la nacón. En años posterores, Alberto Baquero y Leonel Pérez han abogado por la expansón del terrtoro que abarcaría la hstora regonal de los Llanos. En sus artículos Derecho y deber al dearo del país del Ornoco y Experencas de ntegracón regonal en la Ornoqua colombana, respectvamente, presentados ante el VIII Smposo, celebrado en juno de 2003 en Vllavcenco, los dos autores apoyaron la adopcón del térmno Ornoqua (en vez de los Llanos Orentales) para nclur todas las zonas de los Llanos undas por el sstema del río Ornoco, no solamente en Colomba, sno en Venezuela. Es más, Leonel Pérez abogó por la supresón de los departamentos en los Llanos colombanos y por la creacón de una regón únca de la Ornoqua, argumentando que esta propuesta reducría burocracas paralelas y fomentaría en el ámbto naconal la planfcacón y el desarrollo ( ). La hstora oral es un bastón de la hstora regonal olvdado en gran medda. Selva adentro (1987), la hstora oral de la colonzacón del

173 Contnúa tenendo valdez el concepto de frontera para estudar la hstora de los Llanos... Guavare, de Alfredo Molano, es un ejemplo ponero del valor potencal de esta fuente únca. En 1992, María Eugena Romero Moreno, ctando la obra de Molano, afrmaba que la transcrpcón y el análss sstemátco de las fuentes orales pueden ser de gran utldad para los académcos, a fn de aprender y explcar, entre muchos otros aspectos, procesos centífcamente hstórcos, relacones nterétncas, la toponma local y las tradcones culturales (40-42). Vllavcenco entre la documentaldad y la oraldad , el lbro de Tomás Ojeda y Ojeda, demuestra el valor de la conjuncón de fuentes orales y archvístcas para crear una narratva nnovadora sobre el crecmento de la cudad. S ben se han llevado a cabo otras hstoras orales, se trata de un área del conocmento donde todavía queda mucho trabajo por hacer (Granados; Gómez; Martínez Mranda). La consulta más asdua de los archvos locales es otro aspecto crucal en el fomento de la hstora regonal. Durante el msmo Prmer Smposo de 1988, ante el cual presentaron sus ponencas Baquero y Sandoval, Mguel García Bustamante y Carolna Torres Posada anuncaron el plan para recoplar un nventaro general de los materales exstentes en archvos notarales, muncpales y parroquales, en los 24 muncpos del Departamento del Meta. El prmer fruto de este proyecto fue la publcacón, en 1991, de su Guía y dagnóstco general de los archvos muncpales, notarales y parroquales del Departamento del Meta 4. Tambén mportante es el Índce del Eco de Orente: Vllavcenco , de la autoría de García Bustamante, que se trata del índce de nformacón encontrada en el peródco más mportante del Meta, organzado por nombres, temas, lugares geográfcos y cronología 5. A través de m experenca personal, y s vamos a escrbr hstora sera, r 4 La Guía reveló la necesdad mperatva de preservar y arreglar los archvos en Meta. En su Dagnóstco general García Bustamante concluyó que en todos los archvos el descarte del materal documental es ndscrmnado y el 90% de los papeles, con más de 5 años de antgüedad, presentan manchas por humedad y un 15% ve agravado lo anteror por la presenca de hongos y bacteras. (95). 5 Otra guía mportante es La Ornoqua a través de El Tempo, un índce en tres volúmenes de artículos que tratan de los Llanos publcados en El Tempo, entre 1911 y Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 173

174 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 174 Jane M. Rausch soy conscente de la mportanca esencal de guías smlares a los archvos notarales, muncpales y parroquales. A lo largo de los años, en m caldad de crítca de lbros publcados para el Handbook of Latn Amercan Studes sobre la hstora de Colomba y de Ecuador, he notado la crecente complejdad de tess, artículos y lbros escrtos por graduados de los programas de maestría de unversdades en Bogotá, Medellín, Cal y Tunja. Conforme se crea un mayor número de nsttucones de educacón superor en las prncpales cudades de los Llanos, surge la esperanza que los estudantes formados como nvestgadores profesonales se encargarán de la tarea de crear la nueva hstora regonal de la Ornoqua. Al consultar los archvos locales, los estudantes graduados de las unversdades y los membros de las academas de hstora exstentes en los departamentos pueden amplar nuestro conocmento sobre muchos aspectos de la hstora regonal que hasta ahora no se han abordado. Entre los temas posbles se podrían nclur, por ejemplo, la nfluenca de la globalzacón en la economía y en la cultura de los Llanos (como ha comenzado a hacerlo Alberto Baquero), la nteraccón de grupos étncos, el papel cambante de los aborígenes amercanos a través de los sglos, la nteraccón humana con el medo ambente y el crecmento y desarrollo de las cudades. Además, como es evdente en la actualdad, no exsten estudos sobre la vda y los aportes de las mujeres en la hstora de los Llanos. Con ocasón del Tercer Smposo Internaconal, celebrado en 1992 en Arauca, se presentaron dos ponencas sobre estos aspectos. Lusa Benavdes de Fnol, en Reflexones acerca de las mágenes y símbolos de la mujer llanera, analzaba el smbolsmo de las mujeres en la lteratura venezolana, mentras Ana Cecla Valdez S. y Jorge A. Márquez C., en La mujer llanera y su proceso organzatvo, presentaron las conclusones producto de un estudo socológco sobre la stuacón actual de la mujer rural en Venezuela (51). Por lo que sé, no exste una nvestgacón smlar sobre las experencas de las mujeres llaneras colombanas, n en el pasado n en la actualdad, y se trata de un asunto que exge atencón.

175 Contnúa tenendo valdez el concepto de frontera para estudar la hstora de los Llanos... Por últmo, para la hstora regonal la tarea defntva es conservar, apoyar y celebrar la cultura llanera, ncludo el folclor, las cancones, la músca y la lteratura. Los Llanos se han convertdo en los últmos 50 años en un crsol humano donde se mezclan la tradcón andna y la cultura del llanero. Como recalcan Nancy Espnel Rveros, Alberto Baquero Narño y Tomás Ojeda Ojeda, uno de los problemas más graves que enfrentan Vllavcenco y, por mplcacón, la totaldad de la Ornoqua es la necesdad de consoldar su dentdad. Todos ellos: el Torneo Internaconal del Joropo, el Festval de la Cancón Colombana (que se celebran cada año) y la Fundacón Centro de Hstora de Vllavcenco son nsttucones mportantes en el fomento y la conservacón de la sngulardad de la vda del llanero. El fomento ofcal de artstas, conjuntos y escrtores llaneros es ndspensable para evtar que se perdan o se vuelvan obsoletas las tradcones populares. Raíces de la músca de Casanare, la grabacón de la auténtca músca llanera realzada en 2000 en dos dscos compactos, con el patrocno de la Gobernacón del Casanare, consttuye un paso en la dreccón correcta, como lo son Por la huella cabestrero (Bogotá: Perspectva, 2001), los ensayos fotográfcos de Héctor Publo Pérez Ángel, y el regstro fotográfco Vllavcenco: magen del pasado, que produjo en 1996 la Fundacón Archvo Fotográfco de la Ornoqua. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 175 r C onclusón Para termnar, no estoy planteando que los enfoques de frontera hayan perddo su utldad. De hecho, hoy, más que nunca, se aplcan de manera nnovadora para acrecentar el conocmento de procesos que han ocurrdo y contnúan ocurrendo en la Ornoqua a lo largo del sglo. Por lo que abogo es por que se complementen con un esfuerzo renovado para crear la verdadera hstora regonal que se apropará de fuentes archvístcas subutlzadas, con el objeto de abordar los aspectos olvdados que convrteron a la Ornoqua en la regón sngular que es hoy.

176 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 176 Jane M. Rausch rb blografía Barbosa Estera, Renaldo. Frontera agrícola ornoquense: de la precaredad estatal a la crss en derechos humanos. Conflctos regonales: Amazona y Ornoquía. Bogotá: Tercer Mundo, Impreso. Baquero, Ómar y Lus Yesd Sandoval. La hstora de la hstora regonal: htos y perspectvas. Los Llanos: una hstora sn fronteras. Prmer Smposo. Vllavcenco, Baquero Narño, Alberto. El caso llanero: Vllavcenco. Vllavcenco: Sglo XX, Belaúnde, Víctor Andrés. The Fronter n Hspanc Amerca. Rce Insttute Pamphlets 10 (1923). Impreso. Bllngton, Ray Allen. The Amercan Fronter Thess: Attack and Defense. Washngton: Amercan Hstorcal Assocaton, Impreso. Bowman, Isaah. The Poneer Frnge. Publcacón especal No. 12. Nueva York: Amercan Geographcal Socety, Impreso. Brunnschweler, Deter. The Llanos Fronter of Colomba: Envronment and Changng Land Use n Meta. East Lansng: Mchgan State Unversty, Impreso. Bushnell, Davd. The Makng of Modern Colomba: A Naton n Spte of Itself. Berkeley: Unversty of Calforna, Impreso. Clemente, Hebe. F. J. Turner. Buenos Ares: CEAL, Impreso. Crst, Raymond E. Fxed Physcal Boundares and Dynamc Cultural Fronters: A Contrast. Amercan Journal or Economcs and Socology (1953). Impreso. Duncan Baretta, Slvo y John Markoff. Cvlzaton and Barabarsm: Cattle Fronters n Latn Amerca. Comparatve Studes n Socety and Hstory 20 (1978): Impreso. Espnel Rveros, Nancy. Vllavcenco, dos sglos de hstora comunera: Vllavcenco: Juan XXIII, Impreso. Faragher, John Mack. Gunslngers and Bureaucrats: Some Unexpected Thoughts about the Amercan West. The New Republc 30 (1992). Impreso García Bustamante, Mguel. Índce del Eco de Orente: Vllavcenco Bogotá: Bbloteca Naconal de Colomba, Impreso Persstenca y cambo en la frontera orental de Colomba: el pedemonte del Meta Medellín: Unversdad Eaft, Impreso.

177 Contnúa tenendo valdez el concepto de frontera para estudar la hstora de los Llanos... García Bustamante, Mguel. Un pueblo de frontera: Vllavcenco Bogotá: Unversdad de los Llanos, Impreso. García Bustamante, Mguel y Carolna Torres Posada. Guía y dagnóstco general de los archvos muncpales, notarales y parroquales del Departamento del Meta. Bogotá: Colcencas-Unllanos, Impreso. Gobernacón del Meta-Ofcna de Planeacón Departamental. Monografía, folclor, cultura y tursmo. Vllavcenco: Imprenta Departamental, Impreso. Gómez Ruz, Dana Marcela. Entrevstas e nformacón recolectada para establecer el contexto cultural hstórco y de tradcón oral de Vllavcenco. Vllavcenco: Corcumv, Impreso. Granados Sánchez, Plutarco. Tradcón oral de los Llanos: anécdotas y cuentos de Tame. Por los camnos del Llano: a través de su hstora. Arauca: Académca de Hstora de Arauca, Impreso. Hennessy, Alstar. The Fronter n Latn Amercan Hstory. Albuquerque: Unversty of New Mexco Press, Impreso. Hevlla, María Crstna El estudo de la frontera en Amérca: una aproxmacón bblográfca. Revsta Bblográfca de Geografía y Cencas Socales 125 (1998). Impreso. Jones, Clarence F. South Amerca. Nueva York: Holt, Impreso. La Ornoquía a través de El Tempo. Bogotá: Corpes Ornoqua, Impreso. Lynch, John. The Spansh Amercan Revolutons a ed. Nueva York: Norton, Impreso. Martínez Mranda, Edlberto. San Juan de Arama: cuatro y medo sglos de hstora Vllavcenco: Canamcare, Impreso. Martínez Salas, Glora Evelyn. Crecmento urbano acelerado y margnaldad recente de la cudad de Vllavcenco. Por los camnos del Llano: a través de su hstora. Arauca: Académca de Hstora de Arauca, Impreso. Mayo, Carlos y Amala Labtrubesse de Días. Terratenentes, soldados y cautvos la frontera Buenos Ares: Bblos, Impreso. Medna Delgado, Alfonso. Smposos de hstora de los Llanos colombo-venezolanos. Memoras del Smposo VIII. Vllavcenco: Impreso. Nelson Lmerck, Patrca. What on Earth s the New Western Hstory?. Does the Fronter Experence make Amerca Exceptonal? Ed. Rchard W. Etulan, Boston: Bedford, St. Martns, Impreso. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 177

178 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 178 Jane M. Rausch O Gorman, Edmundo. The Inventon of Amerca: An Inqury nto the Hstorcal Nature of the New World and the Meanng of ts Hstory. Bloomngton: Unversty of Indana, Impreso. Ojeda y Ojeda, Tomás. Vllavcenco entre la documentaldad y la oraldad. Vllavcenco: Corocora Ornoquense, Impreso. Pérez, Leonel. Experencas de ntegracón regonal en la Ornoqua Colombana. Memoras: VII Smposo Internaconal de Hstora de los Llanos Colombo-Venezolanos, Vllavcenco, juno 26 a 30 de Vllavcenco: Academa de Hstora del Meta, Impreso. Platt, Raye. Opportuntes for Agrcultural Colonzaton n the Eastern Border Valleys of the Andes. Poneer Settlement. Publcacón especal No. 14. Nueva York: Amercan Geographcal Socety, Impreso. Ratto, Slva. El debate sobre la frontera en la hstorografía amercana: la New Western Hstory, los borderlands y su repercusón en las pampas. Boletín del Insttuto de Hstora Argentna y Amrcana Dr. Emlo Ravgnan. 24 (2002). Impreso. Rausch, Jane M. Colomba: el goberno terrtoral y la regón fronterza de los Llanos. Medellín: Unversdad de Antoqua, Impreso From fronter town to metropols: A hstory of Vllavcenco, snce s. l.: Rowman & Lttlefeld, Impreso Fronter Theory as an Explanatory Tool for Brazlan Hstory: A Vable Construct? Latn Amercan Research Revew 43.1 (2008): Impreso La frontera de los Llanos Orentales en la hstora de Colomba. Bogotá: El Áncora, Impreso Regón olvdada: Los Llanos en la hstora de Colomba. Revsta de la Academa de Hstora del Meta. 2.2 (1988): Impreso Una frontera de la sabana tropcal: los Llanos de Colomba, Bogotá: Banco de la Repúblca, Impreso. Reagan Wlson, Charles. The New Regonalsm. Introducton. Jackson: Unversty Press of Msssspp, Impreso. Rdge, Martn. Frederck Jackson Turner and Hs Ghost. Wrtng the Hstory of the Amercan West. Ed. George Mles, Worcester: Amercan Antquaran Socety, Impreso. Rley, Glenda. Frederck Jacson Turner Overlooked the Lades. Journal of the Early Republc 13 (1993): Impreso.

179 Contnúa tenendo valdez el concepto de frontera para estudar la hstora de los Llanos... Rodríguez, José Honoro. Webb s Great Fronter and the Interpretaton of Modern Hstory. The New World Looks at ts Hstory. Eds. A. R. Lews y T. F. McGann, Austn: Unversty of Texas Press, Impreso. Romero Moreno, María Eugena. Los cuenteros de la hstora: tradcón oral en los Llanos Orentales de Colomba. Café, Caballo y hamaca. Smposo Desarrollos Recentes en la Hstora de los Llanos del Ornoco: Colomba y Venezuela New Orleans. Por Romero. Bogotá-Quto: Abya-Yala-Ornoqua-Sglo XXI, Impreso. Rubano, Germán. Colomba a su alcance. Bogotá: Planeta, Impreso. Slatta, Rchard. Comparng Cowboys & Fronters: New Perspectve on the Hstory of the Amercas. Norman: Unversty of Oklahoma Press, Impreso. Tovar Pnzón, Hermes. Hstora regonal como problema y como programa de la hstora naconal. Carbabare 4.4 (1992): Impreso. Weber, Davd J. y Jane Rausch. Where Cultures Meet: Fronters n Latn Amercan Hstory. Wlmngton: Scholarly Resources, Impreso. Worster, Donald. New West, True West: Interpretng the Regon s Hstory. Ed. Rchard W. Etulan. Does the Fronter Experence Make Amerca Excepconal? Boston: Bedford, St. Martn s, Impreso. Zavala, Slvo The Fronters of Hspanc Amerca. The Fronter n Perspectve. Ed. W. D. Wyman y C. B. Kroeber, Madson: Unversty of Wsconsn, Impreso. Fecha de recepcón: 26 de agosto de Fecha de aprobacón: 18 de enero de Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 179

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183 Católcos y purtanos en la colonzacón de Amérca Jorge Cañzares-Esguerra Madrd: Marcal Pons, p. Óscar Fernando López Meraz Unversdad Naconal Autónoma de Méxco Jorge Cañzares-Esguerra, hjo de padre ecuatorano y madre colombana, es un trasterrado. Nacdo en Méxco, emgró con su famla a Ecuador para después, en soltaro, vajar a Estados Undos, donde termnó un Doctorado en Hstora de la Cenca, en la Unversdad de Wsconsn. Formado en el país del norte en varas de sus unversdades más mportantes (Harvard, State Unversty of New York en Búfalo, entre otras), es hoy en día catedrátco de Hstora en la Unversdad de Texas, en Austn. Es autor del premado lbro How to Wrte the Hstory of the New World. Hstorographes, Epstemologes and Identtes n the Eghteenth Century Atlantc World, publcado por la Stanford Unversty Press en Uno de los temas que más ha trabajado es la hstora e hstorografía del Atlántco en el período colonal. En este sentdo, es una novedad que alguen formado en la tradcón estadoundense tenga una vsón tan ampla e ntegral de la hstora de las dos Amércas : la anglosajona y la latnoamercana. La razón, consdero, es doble. Por una parte, el contacto permanente con la hstorografía norteamercana le ha permtdo conocer con profunddad algunos de sus prncpales problemas. Por la otra, es heredero de una vsón partcular por provenr de un medo latno. Esto lo vuelve más ncluyente y dspuesto a ncorporar poscones dstntas. r 1 Exste edcón española, Cómo escrbr la hstora del Nuevo Mundo.

184 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 184 Óscar Fernando López Meraz El trabajo de Cañzares presenta una gran contnudad. En su lbro más recente, y objeto de esta reseña, se manfestan los dos temas menconados. Católcos y protestantes en la colonzacón de Amérca presenta tres puntos mportantes. Uno temátco, uno metodológco y otro crítco. Empecemos con el prmero, aunque sabemos de antemano que es mposble dsocarlos. Temátcamente el hlo conductor es el Dablo. Un tema que aun cuando no es nuevo en la hstorografía recente, no ha sdo sufcentemente abordado. El prncpal argumento del autor es que el estudo de la escrtura y de la cambante naturaleza de la épca satánca muestra que, a pesar de las dferencas naconales (españoles frente a ngleses) y confesonales (católcos y protestantes), las varantes del género eran sólo superfcales. Por supuesto, tal afrmacón no podría estar sustentada más que en la hpótess de que exstó una cosmovsón relgosa común que daba forma a todos los dscursos colonales europeos, en partcular los de españoles e ngleses. Y es precsamente aquí donde surgen algunos problemas. Sn negar que el método comparatvo empleado por Cañzares es revelador, tambén lo es que perde de vsta algunos puntos mportantes. En su búsqueda de paralelos, pasa por alto las peculardades de los dos mundos a los que estuda. Esto lo lleva a afrmar que aunque la Reforma y el auge de los Estados dnástcos centralzados desencadenaron mportantes dferencas naconales y confesonales, la herenca compartda de sglos de cultura medeval confró unformdad a la mayoría de las experencas colonales europeas. Ahora ben, sn negar del todo la afrmacón de Cañzares, lo certo es que en el texto no aparece un estudo sobre estos puntos fundamentales. Otro concepto clave para el autor es el de Moderndad, pero tampoco se encuentra defndo. Recordemos que en los últmos años ha exstdo un gran debate sobre la flexbldad de las perodzacones hstórcas, y en este sentdo no es muy claro s el dscurso que estuda es moderno o medeval, aunque él afrma que es el prmero. Sntetzando, se puede menconar que Cañzares-Esguerra encuentra ses puntos que dan coherenca al dscurso demonológco compartdo

185 Católcos y purtanos en la colonzacón de Amérca por católcos y purtanos. Uno, los dablos gozaban, gracas a Satanás, de una gran movldad geográfca capaz, ncluso, de mponer a Dos una geografía del mal. Dos, el Demono gozaba en el Nuevo Mundo de un poder absoluto, soberano y feudal, hasta la llegada de los europeos. Tres, el canbalsmo presente entre los ndígenas amercanos era producto del reflejo del mundo nfernal que Satanás había establecdo en Amérca. Cuatro, dada su cualdad de mtar (se le conocó como Smo de Dos), el Dablo se burlaba de Dos a través de rtuales e nsttucones de los ndígenas amercanos, que nvertían las estructuras de la Iglesa crstana. Cnco, a dferenca de la mayoría de los enemgos conocdos por los europeos, los ndos se encontraban corrompdos colectvamente. Y, ses, la colonzacón fue consderada un acto épco de lberacón, almentada por un espírtu de cruzada, lo cual, obvamente, justfcaba la domnacón europea. En otro orden de deas, es revelador que el autor desconozca los aportes de varos nvestgadores latnoamercanos (como María del Carmen León-Cázares y Juan Carlos Estenssoro, por menconar sólo un par). Este desconocmento lo lleva a afrmar: [ ] una de las maneras de ver la colonzacón por parte de los europeos fue como una batalla actva contra el demono. Esta smple pero sólda perspectva ha sdo a menudo admtda, pero apenas ha sdo nvestgada de forma adecuada, ya que los hstoradores se han centrado más ben en la elucdacón de los dscursos legales de los europeos sobre el control terrtoral. (32) Esto es, cuando menos, parcal y parece descrbr sólo a un tpo de hstorografía. En este sentdo, exste tambén un descudo que me parece lamentable. S ben es certo que en los últmos años se ha regstrado un aumento en la produccón académca sobre el Demono, exste bblografía ndspensable que tendría que haberse ncorporado. Extraña la no aparcón de autores como Russell, Delemeau, Mnos y algunos latnoamercanos, como los ya menconados. El texto se nutre de dos tpos de fuentes. Entre las prmaras destaca el uso de documentos de la época estudada (sglos XVI y XVII), en nglés y español. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 185

186 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 186 Óscar Fernando López Meraz En las secundaras, por su parte, abundan la lteratura anglosajona, especalmente la estadoundense. Y aquí cae en lo msmo que crtca: un excesvo parroqualsmo. Quzá el excesvo énfass de las fuentes utlzadas en pro de la satanzacón de Amérca hzo perder de vsta al autor algunos aspectos mportantes. Por menconar sólo un ejemplo, parece que los autores trabajados fueron fríos escrtores que se basaban en cuestones polítcas o relgosas como el caso de la renterpretacón realzada por los crollos novohspanos, en su afán de crear una dentdad basada en la santdad del terrtoro que habtaban y que dejaron de lado la convccón de la exstenca real de Satanás, que llegó a producr entre no pocos un medo real a su presenca. No obstante, el ntento por plantear un esfuerzo ntegral es muy destacable, además de necesaro. Cañzares-Esguerra defende la necesdad de avanzar haca un Atlántco panamercano, y busca en su pasado colonal algunas de las claves que permten entender cómo la colonzacón purtana se realzó utlzando modelos smlares a los empleados por los bércos en gran parte de lo que hoy conocemos como Iberoamérca. En este sentdo, rechaza la tendenca hstorográfca colonal estadoundense que se aboca a estudar cas de manera exclusva lo naconal y defende un enfoque global y trasnaconal. Según nuestro autor, la prncpal razón de esa característca en el pensamento norteamercano se debe a la deología de los estudosos, al concebr a Estados Undos y Latnoamérca como dos espacos ontológcamente dferentes. Sn duda, Cañzares no es el prmero n el únco que ha abogado por la comprensón de un Atlántco más amplo. John Ellott ha vendo defendendo desde hace tempo una perspectva panamercana del Atlántco que se embarque seramente en un estudo comparado al menos de los mperos brtánco y español. Este es el prncpo metodológco de Católcos y purtanos. El autor presenta esta categoría como una alternatva al domnante control que posee la nacón en el magnaro hstorográfco.

187 Católcos y purtanos en la colonzacón de Amérca Buen conocedor del legado del Bolton 2, Cañzares-Esguerra cuestona los logros de la nueva hstorografía atlántca y, en partcular, la vsón excesvamente brtánca de lo que es el Atlántco por parte de los hstoradores del período colonal de Estados Undos. Parece ser certo que todavía en las unversdades de ese país, al gual que en la socedad estadoundense, el mundo hspánco sgue sendo un otro entenddo como no occdental, porque, entre otras cosas, la memora de este otro responde a un paradgma no sólo dferente, sno anttétco del propo anglosajón. Esta aseveracón se ve fortalecda en la edcón del lbro de Thomas E. Skdmore y Peter H. Smth, Modern Latn Amerca, una de las ntroduccones a la hstora contemporánea de Amérca Latna más leídas en las unversdades norteamercanas. La magen que cubre la portada del lbro transmte abertamente el mensaje de que los latnoamercanos son ndígenas vestdos con vstosos ropajes étncos que se dedcan a las economías de subsstenca y cuyas tecnologías se reducen a llevar en sus espaldas y cabezas pezas de artesanías y productos agrícolas. Para conclur, consdero que la lectura de Católcos y purtanos contrbuye en mucho al conocmento sobre la colonzacón bérca e nglesa de los sglos XVI y XVII, partcularmente en el tema de la épca satánca; además, por el uso de fuentes que buena parte de los latnoamercanos no tene a la mano. Leer con atencón este texto permtría, aparte de conocer de una manera más detallada procesos comunes, salr del terruño naconalsta latnoamercano. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 187 rb blografía Cañzares-Esguerra, Jorge. Cómo escrbr la hstora del Nuevo Mundo: hstorografías, epstemologías e dentdades en el mundo del Atlántco del sglo XVIII. Méxco: FCE, Impreso. r 2 Para ver la propuesta de Herbert Eugene Bolton, se puede consultar Hanke (67-100).

188 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 188 Óscar Fernando López Meraz Ellott, John. Brtan and Span n Amerca: Colonsts and Colonzed. Readng: Unversty of Readng, Impreso En búsqueda de la hstora atlántca. Las Palmas de Gran Canara: Cabldo de Gran Canara, Impreso Imperos del mundo atlántco. Madrd: Taurus, Impreso. Estenssoro, Juan Carlos. El smo de Dos: los ndígenas y la Iglesa frente a la evangelzacón del Perú, sglos XVI-XVII. Bull. Inst. fr. Études Andnes 30.3 (2001): Impreso. Hanke, Lews (ed.). Do the Amercas Have a Common Hstory?: A Crtque of the Bolton Theory. Nueva York: Knopf, Impreso. León Cázares, María del Carmen. La presenca del demono en las consttucones docesanas de fray Francsco Núñez de la Vega. Estudos de Hstora Novohspana 13 (1993): Impreso. Skdmore, Thomas E. y Peter H. Smth. Modern Latn Amerca. Nueva York: Oxford Unversty, Impreso

189 De colonal a naconal: la carrera eclesástca del clero secular chleno entre 1650 y 1810 Lucreca Raquel Enríquez Agrazar Méxco: Insttuto Panamercano de Geografía e Hstora, Laura Machuca Gallegos Centro de Investgacones y Estudos Superores en Antropología Socal (CIESAS), Méxco Conocí a Lucreca Enríquez en Sevlla, en Esa fue una de las tantas veces en que ella acudía al Archvo de Indas en busca de nformacón, con esa pasón por el papel con olor a vejo y la certeza de cada día encontrar más datos para la construccón del tema. La msma actvdad desplegó en los archvos chlenos. Aunado a lo anteror, ella pasó varas temporadas en Burdeos y Lyon, en largas jornadas de trabajo con uno de los drectores de su tess el Dr. Jean Perre Dedeu, quen, por certo, escrbe el prefaco del lbro. Además él es el artífce de la base de datos Fchoz, utlzada por la autora, y que regstra las carreras de todas las personas relaconadas con la Corona española en el sglo XVIII. En su enrquecmento han trabajado decenas de nvestgadores tanto europeos como latnoamercanos. El resultado del esfuerzo de Lucreca Enríquez fue una excelente tess que poco después se convrtó en lbro. Sus horas de trabajo fueron premadas con los premos Rcardo Callet Bos, del 2005, que otorga el Insttuto Panamercano de Geografía e Hstora, y el premo Mguel Cruchaga Tocornal, que concede la Academa Chlena de la Hstora. El tema elegdo por la autora fue el clero secular chleno, de los obspados de Concepcón y de Santago, y las estrategas de sus membros para ocupar los cargos, desde prebendado en el cabldo catedralco hasta obspo. El funconamento de la nsttucón eclesástca (ncludo el Patronato Rego), las oposcones parroquales o el acceso a las canonjías ya habían

190 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 190 Laura Machuca Gallegos sdo descrtos por otros autores, pero lo esencal del texto de Enríquez es el hecho de tomar en cuenta que las nsttucones están consttudas por personas de carne y hueso y que través de ellas y sus práctcas se entende el funconamento del sstema colonal. El estudo se centra en la relacón del rey con el clero secular, en averguar los mecansmos de ascenso a los puestos y en analzar la composcón y comportamento del clero chleno, dependente de Lma. La autora concluye que fueron las estrategas personales y famlares puestas en marcha desde el reno y haca los medadores al rey el elemento determnante que culmnaba en una presentacón eclesástca (Enríquez 303). Los mértos mportaban pero no bastaban; los vínculos personales o famlares tambén tenían un gran peso en la carrera. El lbro consta de dos partes y 13 capítulos. En la prmera parte, ttulada El Real Patronato: éltes y monarquía, la autora nos presenta las nsttucones y los sstemas relaconados con el clero secular en Amérca, por ejemplo, el Real Patronato, el Vcepatronato en Indas, las secretarías de Estado y el Consejo de Indas. Después se aboca en descrbr los dferentes medos para relaconarse con la monarquía. Por últmo, se concentra en la carrera de ses obspos naturales de Chle. Uno de los aportes de esta parte resde en su descrpcón de los crcutos de nformacón, tanto formales como nformales, para llegar a consegur un nombramento eclesástco. Sn duda, los más nteresantes resultan ser estos últmos. Una de las fguras clave era el confesor del rey, por lo menos durante la época del poderío jesuta. La autora muestra que esta persona, conocedora de todos los secretos del rey, tambén tenía la capacdad de señalar y proponer canddatos para los puestos vacantes. Esta preemnenca acabó cuando los jesutas fueron expulsados del reno. El papel esencal de los contactos polítcos se puede observar en la carrera de varos canddatos antes favorecdos por los jesutas y después condenados a pasar años en sus msmas canonjías. Pero, cómo podían relaconarse los asprantes de alguna vacanca con el rey? Una forma era a través de las cartas de ofco, emtdas por las autordades cvles y relgosas de la jursdccón en cuestón. Estos documentos

191 De colonal a naconal : la carrera eclesástca del clero secular chleno entre 1650 y 1810 consttuían para algunos canddatos la únca forma de hacerse conocer por el rey, la Cámara de Goberno o el Consejo de Indas. Lo anteror debía estar acompañado por las relacones de mérto, documento ndspensable que se elaboraba en España a partr de los datos que llegaban de Amérca. Pero la caldad de la nformacón ahí vertda no sempre era confable, pues la veracdad podía varar. Aquellos con más recursos pagaron a agentes de negocos, que seguían el caso de sus clentes drectamente en Madrd. Algunas de sus accones resdían en tramtar las relacones de mérto o presentar todos los papeles necesaros para ocupar las vacancas. Mentras en otros renos este hecho era común, en Chle el clero secular sólo se való de este ntermedaro hasta el sglo XVIII y notó nmedatamente sus ventajas. Algunos, sn dudarlo, vajaron a España para gestonar n stu sus ascensos, sobre todo quenes no podían nsertarse en las redes socales locales establecdas. Este grupo, s ben mnortaro, sempre resultó favorecdo. Lo más nteresante es que no todos ellos eran rcos; más ben se trataba de clérgos astutos que se las arreglaban para poder cumplr sus aspracones. Con lo anteror se muestra una nueva confguracón de las éltes chlenas, que se volveron cada vez más ndependentes de sus homólogas lmeñas. En cuanto a la carrera de los obspos, la autora observa para los sglos XVI y XVII una dependenca con Perú, pues todos los asprantes a altos cargos eclesástcos debían pasar por Lma y construr sus redes desde ahí. En el sglo XVIII la stuacón cambó, pues los agentes y famlares que gestonaban drectamente en Madrd los ascensos se volveron más mportantes. La segunda parte del lbro está dedcada a los dos cabldos eclesástcos chlenos, Concepcón y Santago, consderados como secundaros, aun más el prmero, que para el período de 1650 a 1700 fue tomado smplemente como un trampolín de ascenso al segundo. La autora estuda las carreras, los mértos y las estrategas utlzadas por los relgosos para ocupar algún puesto en los cabldos. Una característca del cabldo de Concepcón durante el sglo XVIII fue que estuvo compuesto por curas provenentes de Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 191

192 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 192 Laura Machuca Gallegos la msma dócess, quenes culmnaban sus carreras con alguna slla en el sagraro catedralco. Esta partculardad era compartda por el cabldo de Santago, pero en el sglo XVIII ya no se promoveron los ascensos de Concepcón a Santago n vceversa, por lo que ya no hubo movldad. Además, al nstalarse la Unversdad en Santago hubo gran colaboracón entre ésta y el cabldo; de hecho, había cargos relaconados: por ejemplo, la msma persona era canóngo magstral y maestro de sentencas o de prma teología. Tambén se observa que los curas de las dócess veron cortadas sus posbldades de ngreso al cabldo s no provenían de las tres parroquas de la cudad. Por últmo, la autora reflexona sobre el sgnfcado de la carrera eclesástca. Concluye que el peso del lnaje famlar, su sostenmento y desarrollo fueron determnantes para elegr esta opcón. Para las éltes chlenas, y podemos generalzar a las éltes de la mayoría de las cudades de Amérca, la Iglesa era una de las vías oblgatoras para tener presenca local, junto con otras nsttucones como el Ejércto, la Unversdad o el Ayuntamento. Me parece que el lbro de Lucreca Enríquez contrbuye con un modelo de análss para acercarse al clero secular y que varas de sus demostracones pueden aplcarse a otros espacos geográfcos, respetando las debdas partculardades. Sn embargo, dos crítcas se le pueden hacer al lbro: la prmera, que los edtores suprmeron la bblografía fnal, por lo que el lector curoso de revsar la generaldad de las fuentes secundaras se queda frustrado; segunda, la caldad de los mapas no es buena y no se logra el objetvo por el cual se les ncluyó. No obstante lo anteror, el trabajo de nvestgacón y análss es de gran caldad y seguro restará como una referenca ndspensable para el estudo no sólo del clero secular, sno de las estrategas utlzadas por los ndvduos y sus famlas para mantener su estatus o ascender en la escala socal.

193 Condcones de vda y de trabajo en la Amérca colonal: legslacón, práctcas laborales y sstemas salarales Enrqueta Quroz y Dana Bonnett (COORDS.) Bogotá: Unversdad de los Andes, p. Matlde Souto Mantecón Insttuto de Investgacones Dr. José María Lus Mora, Méxco El lbro que hoy nos ocupa es el volumen 5 de la coleccón Estudos nterdscplnaros sobre la conqusta y la colona de Amérca. Su elaboracón tuvo como punto de partda la dea de tratar de ntegrar la estructura y la dnámca de un sstema macroeconómco con la realdad mcroeconómca, parte esencal de la economía que con demasada frecuenca se olvda. El tema central para emprender esta tarea fue el del trabajo y, dentro de éste, las condcones de vda que puderon llegar a tener los trabajadores en la Amérca colonal, tanto la española como la portuguesa de los sglos XVI al XVIII. El resultado fue un muy buen lbro, sobre todo para la enseñanza, pues los autores retoman las últmas dscusones hstorográfcas desarrolladas sobre sus respectvos temas y entablan un dálogo crítco, con lo cual consgueron elaborar una buena síntess del estado de la cuestón en relacón con la ampla temátca del Trabajo, escrto y dcho así, con mayúscula. Esta síntess tene, además, otra vrtud. Cada trabajo, desde luego, se dedcó al análss de alguna temátca partcular en algún sto y momento determnados, por lo que este lbro reúne varos contextos espacales y temporales de la realdad colonal amercana, lo cual tampoco es tan frecuente como debería ser. En de Mesquta Samara e Ismêna Tupy escrberon sobre el Brasl del sglo XVIII; los demás autores trataron el mundo hspánco. Dana Bonnett abordó la Nueva Granada entre los sglos XVI y XVIII, Enrqueta Quroz estudó Chle en el XVIII, Laura Caso analzó

194 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 194 Matlde Souto Mantecón Yucatán en el sglo XVII y Sona Pérez Toledo estudó la cudad de Méxco en el XVIII. El resto de los autores emprenderon estudos comparatvos: Manuel Mño estudó los casos de Nueva España y Perú en el largo plazo de tres sglos, María Concepcón Gavra comparó Charcas y Mchoacán en el sglo XVIII y Mram Salas ntentó un ambcoso análss de España e Hspanoamérca en toda la época colonal. A su vez, cada autor se enfocó en un grupo de trabajadores en concreto: peones en el campo, mneros, obradores de lana, artesanos y trabajadores de la construccón. Esta varedad de casos reundos en un solo volumen ofrece una magnífca oportundad para hacer estudos comparatvos. Las prncpales temátcas analzadas en este lbro acerca del trabajo en el régmen colonal beroamercano, en m opnón, fueron sete: la prmera fueron las formas de apropacón de la fuerza laboral; la segunda, algunos usos y práctcas en relacón con el trabajo, como las jornadas que realzaban, los tempos y costos del traslado del lugar en el que vvían al sto de trabajo o, ben, los espacos que habtaban en el propo recnto laboral, por ejemplo. El tercer tema analzado fueron los mecansmos de retrbucón; el cuarto, la resstenca ndígena a las mposcones y exgencas de los españoles; el qunto, la legslacón laboral; el sexto, las dstntas formas en las que se pensaba y concebía el trabajo, y, por últmo, last but least, el séptmo tema analzado fue el de las condcones de vda, anuncado en la prmera parte del título de todo el volumen. Al repasar los temas enumerados, se puede observar que en relacón con las formas de apropacón de la fuerza de trabajo, báscamente en todos los trabajos se dscute el grado de coercón o de lbertad de los trabajadores, analzando los mecansmos de los que se valeron los españoles para extraer el trabajo ndígena, como los servcos personales en la encomenda, los repartmentos compulsvos, la contratacón voluntara y la retencón de la mano de obra por deudas. La mayor parte de los estudos sobre Hspanoamérca concden en señalar que todavía en el sglo XVIII predomnó la coercón en los sstemas de trabajo, ben fuera drectamente y sn ambages, vía repartmentos compulsvos, o ben por medo de la retencón por deudas entre los

195 Condcones de vda y de trabajo en la Amérca colonal : legslacón, práctcas laborales... que orgnalmente habían aceptado voluntaramente el trabajo. El caso del estudo sobre Brasl es nteresante porque, a dferenca de la aprecacón tradconal, expone que, junto con los esclavos de orgen afrcano, trabajaron hombres lbres a cambo de un salaro y que estos trabajadores procederon de dos extremos socales: el de los más pobres, que se ocupaban de producr almentos, y el de los trabajadores más especalzados, como los maestros del azúcar. Con respecto a otro de los grandes temas expuestos en este lbro, el de la retrbucón que recbía el trabajador por sus faenas daras, uno de los asuntos más nteresantes que se dscuten es s los salaros sólo eran fjados nomnalmente en moneda, pero el pago se hacía báscamente en espece o, ben, s realmente el trabajador recbía dnero constante y sonante a cambo de su trabajo. Sn duda parece haber un consenso acerca de que la mano de obra era remunerada (dferenca esencal con la esclavtud), pero no estoy tan segura de que lo haya sdo en moneda real, en metálco. Sn duda, los argumentos expuestos por Enrqueta Quroz me parecen convncentes para el caso de los trabajadores de la construccón en Santago de Chle, pero no sé s el resto de los autores de este volumen comparten la msma opnón. Tal vez smplemente no expuseron su punto de vsta, porque no fue un asunto que en ese momento les nteresara abordar. No obstante, debe consderarse que varos de ellos expuseron la frecuenca con la que los trabajadores eran retendos por deudas, lo cual puede ndcar que, al fn de cuentas, no llegarían a sus manos muchas monedas y que éstas sólo quedarían asentadas en los lbros de contabldad bajo un rubro ttulado jornales en reales. Me parece que este es un asunto que queda aberto a la nvestgacón y sobre el cual se podrían plantear dversas preguntas, por ejemplo: s el pago en moneda se realzó sólo en certas regones o sólo en determnados tpos de trabajo, como el de la construccón en las cudades o la produccón textl doméstca; mentras que en otros lugares y actvdades laborales, como en las hacendas agrícolas, las mnas o los obrajes, predomnó el pago en espece. En este sentdo, sn duda, un análss que compare espacos, Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 195

196 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 196 Matlde Souto Mantecón tpos de trabajos y épocas será necesaro y enormemente fructífero. Por certo, aquí me gustaría dejar planteada una pregunta para futuras nvestgacones comparatvas: las dferencas que se percben en los dstntos ámbtos hspanoamercanos se habrán dado por la realdad prehspánca de la que parteron? En la msma línea de pensamento la pregunta se puede formular de otra manera: las semejanzas proceden de la mposcón de la cultura bérca? Sguendo con el repaso de los temas enumerados, la legslacón laboral fue, como ya se djo, otro de los grandes temas abordados por varos de los autores y respecto a éste sí se adverten dferentes posturas. Para algunos autores, como Dana Bonnett, los reglamentos fueron sólo deales ncumpldos y, s acaso, el hstorador puede usarlos como mágenes nvertdas de lo que realmente sucedó; para otros autores, la normatvdad fue sn duda una guía rectora de lo que fue el Trabajo y no estuvo dvorcada de la realdad e, ncluso, algunos de ellos, como Laura Caso, han comprobado que en algunos casos la legslacón sí funconó, ncluso consguó a veces detener el abuso y las extorsones excesvas cuando los ndígenas aprenderon a utlzarla en su defensa. No obstante, en general los autores concden en afrmar que las normas legales cas sempre fueron nterpretadas en benefco de los colonzadores. Éste, me parece, es un punto de consenso, pues queda en claro que la regulacón fue hecha por y para los colonzadores y que ncluso algunas de las meddas protecconstas, como la prohbcón de que los ndos trabajaran en los obrajes, en el fondo no se hceron para salvaguardar la vda de los ndígenas, sno para canalzar esta fuerza de trabajo haca las mnas, cuya produccón nteresaba mucho más a la Corona española, como señaló Manuel Mño. Precsamente frente al abuso, el tema de la resstenca ndígena tambén está presente y, en relacón con él, varos autores retoman una dea por demás nteresante: la forma de concebr el trabajo en los mundos ndígenas y europeos. Dentro de estas construccones conceptuales había elementos cuyos sgnfcados varaban y se oponían, como la retrbucón

197 Condcones de vda y de trabajo en la Amérca colonal : legslacón, práctcas laborales... salaral ndvdual de los europeos frente a recprocdad socal del trabajo colectvo de los ndígenas, tal y como lo observan el propo Mño y María Concepcón Gavra. En este ámbto, uno de los cambos clave en los regímenes laborales de los sstemas colonales fue el proceso de mestzaje, pues aumentaron los trabajadores sueltos, sn arrago y con nuevas formas de concebr y enfrentar el mundo del trabajo. Queda pendente, por certo, ahondar en el estudo de las crcunstancas en las que trabajaba la mano de obra mestza, mulata y blanca. El otro gran tema de este lbro, el que de hecho se anunca como prncpal en su título, es el de las condcones de vda. Desde luego todos los estudos ncludos en este volumen permten hacer conjeturas acerca las condcones de vda que puderon llegar a tener los operaros de las mnas, los trabajadores en el campo o los dedcados a las manufacturas. A partr de todos los estudos, en mayor o menor medda, se puede hacer un esbozo sobre lo que debó sgnfcar el vvr sumdo en la esclavtud en térmnos reales, por más que los reglamentos hablaran de que los trabajadores debían aceptar voluntaramente prestar sus servcos a cambo de una remuneracón. Ahora ben, no son muchos los trabajos que se ocupan drectamente del tema de las condcones de vda y, en concreto, que ntenten medr, lteralmente en térmnos cuanttatvos, la caldad de vda al que podía asprar un peón a partr de sus ngresos. Y aunque tal vez ésta haya sdo la cuestón menos desarrollada explíctamente en este volumen, para mí es la aportacón que me parecó más nteresante e nnovadora, aunque reconozco que se trata de uno de ms propos ntereses de nvestgacón. Creo que con este tpo de análss, en los que se ensayan medcones entre los ngresos reales y el costo de la vda, podemos llegar realmente a vncular la estructura macroeconómca con la realdad de la mcroeconomía, es decr, el transcurrr cotdano de los ndvduos nsertos en un gran sstema económco. Para lograrlo, desde luego, es mprescndble comparar ngresos y gastos, pero tambén debemos saber mucho más que sobre los jornales pagados y los precos que alcanzaban los productos báscos; debemos Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 197

198 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 198 Matlde Souto Mantecón conocer los usos y costumbres cotdanos de cada sector socal, de un lugar, de una época. Es decr, necestamos un conocmento muy varado y, sn duda, muy amplo. En este sentdo, el lbro tene otro gran acerto: se propone y logra vncular la hstora económca con la hstora socal, con la polítca y, desde luego, con la cultural, al nclur las dversas concepcones que había acerca del trabajo en el mundo ndígena y en el mundo español, al consderar las costumbres almentcas, las capacdades reales que tenían los trabajadores para consegur vvenda y vestdo, la posbldad de vvr con una famla y procurarle lo necesaro o quedar condenado a una vda en soltaro o en unones precaras con descendenca legítma, por ejemplo.

199 San Martín: Argentne Solder, Amercan Hero John Lynch New Haven - London: Yale Unversty Press, Gullermo Sosa Insttuto Colombano de Antropología e Hstora (ICANH) El autor traza, a lo largo de dez capítulos, el derrotero segudo por José de San Martín, desde sus prmeros años en la provnca de Msones hasta su muerte, ocurrda en Franca el 17 de septembre de 1850, a la edad de 72 años. Después de descrbr las característcas del medo famlar y la temprana partda haca la península, donde ncó una carrera mltar en la que, durante vente años, prestó sus servcos al ejércto español, el autor analza la stuacón económca y polítca del Vrrenato del Río de la Plata, en su corta pero muy especal vda admnstratva: expresón de los esfuerzos del Impero por reformarse y plar fundamental de su domno en el Atlántco Sur. Bajo este contexto, los sguentes capítulos se emplean en el estudo del papel desempeñado por San Martín en Amérca merdonal, una vez llega a Buenos Ares, en Así, los prncpales conflctos de orden polítco y mltar que debó superar son los referentes a partr de los cuales se organza el texto y se va esbozando el perfl de este personaje que, durante su vda públca, debó enfrentar complejas stuacones ante las cuales tomó decsones que aún son matera de amplos debates. La campaña adelantada por los patrotas del Río de la Plata en las provncas del norte, encamnada a tomar el control del Alto Perú, llegó a un punto muerto en el que las fuerzas comandadas por Belgrano no tuveron la capacdad sufcente para doblegar a las realstas allí estaconadas. Ante la necesdad de modfcar dcha stuacón de estancamento, San Martín, quen tomó el mando a prncpos de 1814, podía persstr en la

200 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 200 Gullermo Sosa táctca de avanzar al norte reforzando prevamente sus efectvos o, por el contraro, dseñar una nueva estratega. La que puso en práctca con el paso de los Andes haca Chle supuso no sólo un cambo en el ámbto mltar, sno una vsón polítca dferente acerca del conflcto contra España. La llamada estratega contnental reformuló el carácter y los objetvos de los actores nvolucrados en la guerra y de aquellos que con su avance resultaron, más adelante, drecta o ndrectamente comprometdos. Esta decsón tuvo como fondo la controversa entre los gobernantes del Río de la Plata en torno a s se utlzaba el ejércto en las dsputas nternas o s, por el contraro, se empleaba en persegur y atacar a las fuerzas realstas. San Martín aprovechó la aguda fragmentacón polítca para ganar autonomía y realzar su plan estratégco. No obstante, a lo largo de toda su campaña, hasta 1822, debó sortear las lmtacones que suponía estar al frente de unas fuerzas mltares que al fnal ya no sólo tenían lazos de dependenca con las provncas del Río de la Plata, sno con Chle y Perú. La necesdad de fortalecer la undad de las tropas, de dotarlas de los recursos sufcentes, de movlzarlas haca los lugares que la táctca lo exgía, tuveron en esa dependenca un obstáculo que al fnal resultó nsuperable. Otro de los aspectos ante el cual se vo enfrentado el comandante del Ejércto de los Andes fue el relaconado con la defncón acerca del momento apropado en el cual, una vez tomada Lma, debía ncursonar contra las fuerzas realstas estaconadas en la serra: debía hacerlo en el corto plazo o esperar el tempo necesaro hasta tener una fuerza mltar de mayor envergadura? Esta decsón mltar conllevaba mportantes mplcacones polítcas, porque, entre otras cosas, el débl y sempre dudoso apoyo alcanzado entre sectores de las éltes peruanas tendía a dlurse, y la precara undad del mando patrota, a resquebrajarse. San Martín arrbó a Lma con la convccón, que al fnal resultó acertada, así él ya no fuera protagonsta, de que la suerte de Amérca merdonal se defnría en Perú. La mportanca económca del Vrrenato y los lazos establecdos a través de los sglos entre sus éltes y la península dotaban al realsmo de una base frme desde la cual ntentar en cualquer momento, con bastantes probabldades de éxto, la restauracón monárquca.

201 San Martín: Argentne Solder. Amercan Hero La dfícl marcha a través de los Andes y la navegacón por el Pacífco hasta las costas peruanas buscaban elmnar esa posbldad, pero la toma de Lma por las fuerzas combnadas del general San Martín y de la armada drgda por el polémco Thomas Cochrane termnó sendo, de acuerdo con el autor, una trampa de la cual no pudo lberarse. Ante la convccón de que sus tropas no garantzaban una vctora mltar, el comandante patrota habría optado por desarrollar una labor polítca en procura de obtener el favor de los lmeños, aspecto en el que gualmente fracasó. Así como el punto de tensón más alto en la vda públca de San Martín llega cuando se encuentra en el callejón sn salda que representó Perú, así msmo el autor hace de este Vrrenato el epcentro de los nterrogantes hstorográfcos más acucantes, dadas las mplcacones contnentales de los hechos que allí ocurrían. Cómo nterpretar esta socedad con un alto componente ndígena, con un poderoso grupo de comercantes españoles y con unas éltes crollas que se ressten de dversas formas a romper los lazos que la vnculan con la península, en la que ncluso sus sectores lberales encuentran acomodo en la monarquía? El encuentro en Guayaqul, el 26 de julo de 1822, entre Bolívar y San Martín fue, en la perspectva del autor, la últma opcón que le quedaba al Protector de Perú para superar el mpase que representaba la ncapacdad de su ejércto para derrotar a las tropas realstas. Más que un encuentro, se trató de una competenca, en la que San Martín de antemano estaba en desventaja. No obtuvo el apoyo que solctó y valdó con su presenca la toma de Guayaqul por parte del ejércto colombano. Cuando San Martín nstaló el Congreso peruano y abandonó el mando en 1822, sabía que muy posblemente lo que se precptaría sería la anarquía polítca, la que según él sólo podría ser contenda medante el ejercco de un poder dctatoral. Dos años más tarde, Bolívar se vo envuelto en el turbulento juego de ntereses que se escenfcaba en Perú, pero con una fuerza mltar consderable y la frme voluntad de emplear todos los medos para controlar el realsmo de la captal vrrenal. Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 201

202 Vol / 2010 r pp r Fronteras de la Hstora 202 Gullermo Sosa San Martín mantuvo la esperanza de retornar. Las escalas que hzo en Chle y Mendoza antes de drgrse a Buenos Ares así lo demuestran. Estuvo a la espera de notcas que le ndcaran que las condcones de Lma se tornaban a su favor, pero no le llegaron. El autor narra el drama que rodeó el regreso a Buenos Ares, donde en medo de las faccones que se combatían acerbamente, sus segudores lo nstaban a tomar parte en las luchas polítcas que allí se lbraban. El panorama era tan confuso que el general prefró hacerse a un lado y partr al exlo. La narracón avanza con un breve recuento de sus actvdades en Londres, Bélgca y París y hace hncapé en aspectos como la desconfanza que para los dferentes gobernos que se sucederon en el Río de la Plata susctaba su presenca en Europa, pues temían que adelantara accones para darle concrecón a su conocda dea a favor de la nstauracón de regímenes monárqucos para los países recentemente ndependzados. Un comentaro especal le merece al autor el apoyo que el general le brndó a Juan Manuel Rosas, lo que causa extrañeza s se consdera que el jefe del Ejércto de los Andes y Protector de Perú estuvo lejos de aplcar el terror contra sus enemgos polítcos, pero explcable s se tene en cuenta su vsón acerca de la naturaleza anárquca e ngobernable de las colonas lberadas, s no se nsttuía un ejecutvo fuerte. El lbro concluye con el oblgado paralelo entre Bolívar y San Martín, entre quenes el autor encuentra más cercanía deológca de la que en prncpo se pudera reconocer. Respecto al tpo de goberno por el cual cada uno abogaba, el presdente vtalco con capacdad para desgnar a su sucesor, propo de los proyectos consttuconales del prmero, no estaba muy lejos de la opcón monárquca por la que apelaba el segundo, y, en todo caso, ambas poscones respondían a una smlar caracterzacón de las socedades hspanoamercanas.

203 Informacón para el envío de manuscrtos y suscrpcones

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205 Normas para el envío de manuscrtos La revsta Fronteras de la Hstora recbe contrbucones nédtas en el área de hstora colonal y reseñas cuya mportanca sea fundamental para el avance de la dscusón dentro de la dscplna. Los orgnales sometdos a consderacón deben presentarse con el sguente formato: letra Tmes New Roman, 12 puntos, a espaco sencllo, con márgenes de 3 cm en los cuatro lados. Se debe envar una mpresón en tamaño carta, así como un dsco con el texto en formato Mcrosoft Word para Wndows. Tambén se acepta el envío de artículos por correo electrónco, sguendo las msmas especfcacones. La revsta Fronteras de la Hstora sgue las normas de ctacón de la Modern Language Assocaton (MLA). Los autores deberán tenerlas en cuenta. Los artículos deben tener una extensón aproxmada de caracteres, contando los espacos, es decr, de 20 a 25 págnas, ncluyendo las notas a pe de págna y la bblografía al fnal del texto. Al comenzo debe presentarse un resumen (en español y en nglés), de una extensón máxma de 800 caracteres con espacos (10 líneas). Las reseñas tendrán una extensón aproxmada de caracteres (4 págnas). En una hoja aparte se pondrán los sguentes datos: ttulo del artículo o de la reseña, nombre del autor, flacón nsttuconal y un currículo abrevado (máxmo 10 líneas). S se ncluyen mapas, lustracones, cuadros o cualquer tpo de gráfco explcatvo dentro del documento, se pde una copa en blanco y negro con su respectva fuente; para fotografías se debe anexar el negatvo o envar el archvo dgtal con una resolucón mínma de 300 dp. Los derechos de reproduccón, cuando sean necesaros, deben ser gestonados por el autor del artículo. Una vez recbdos, los borradores serán sometdos a dos jurados evaluadores ajenos al Comté Edtoral. El resultado será nformado oportunamente a los autores. El envío de los manuscrtos mplca la aceptacón de las normas de la revsta por parte de los autores. Para cualquer nformacón adconal se puede consultar nuestra págna web: Revsta Fronteras de la Hstora Insttuto Colombano de Antropología e Hstora Calle 12 N 2-41, teléfono (571) y , exts. 119 y 120 Bogotá, Colomba Correos electróncos: revstafronteras@canh.gov.co y jgamboa@canh.gov.co

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207 FRONTERAS HISTORIA d e l a r revsta de hstora colonal latnoamercana Preco: $ (U$9,00) Volúmenes anterores: $ (U$7,00)-$8.000(U$4,00) Puntos de venta Insttuto Colombano de Antropología e Hstora (Lbrería) Calle 12 Nº 2-41, Bogotá, Colomba Tel: (571) , ext Prncpales lbrerías colombanas Dstrbucón fuera de Bogotá y en el exteror: Sglo del Hombre Edtores Carrera 32 Nº 25-46/50, Bogotá, Colomba Tel: (571) Correo electrónco: nfo@sglodelhombre.com rwww.sglodelhombre.com

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