Cuando los niños juegan (Parte VI)

Transcripción

1 Cuando los niños juegan (Parte VI) Autor: MSc Jesús Lantigua Hernández Profesor asistente que imparte la asignatura Recreación, en la Facultad de Cultura Física en Matanzas y Jefe de su Departamento de Extensión Universitaria (Cuba). Es Master en Ciencias y Juegos Deportivos. Posee amplia experiencia en la labor recreativa, habiéndose desempeñado además como Subdirector de la Empresa de Campismo Popular en su provincia y Jefe de Animación de una instalación hotelera, en el Polo Turístico Varadero. jesús.lantigua@umcc.cu Portaldeportivo La Revista Año 1 Nº 6 Mayo-Junio 2008 ISSN

2 RESUMEN: Los juegos infantiles constituyen una excelente posibilidad para que los niños desarrollen emociones profundas y sentimientos muy positivos tales como la colaboración, solidaridad y ayuda mutua. Al jugar, los pequeños son arrastrados por los efectos socializadores de las actividades lúdicas. Ello puede resultar de gran interés para la labor de los pedagogos, enfrascados en determinar los recursos más viables para la formación de las nuevas sociedades. PALABRAS CLAVES: emociones, sentimientos, lúdico. INTRODUCCIÓN Los niños llegan a expresar a través del juego sentimientos mucho más elevados de los que pudiera pensarse. En ocasiones algunos adultos no llegan a percatarse de tales posibilidades, por lo que no sólo desconocen esa realidad, sino que llegan a reprimir o silenciar dichas opciones lúdicas. De hecho, para los pequeños, jugar es una necesidad capaz de prepararles para su vida como adultos, de aquí que se requiera de una observancia de tales expresiones, con total apego al respeto de los más elementales derechos del niño. La humanidad debiera sujetarse más a las emociones y sentimientos devenidos del juego infantil que a las ambiciones políticas o económicas de algunos adultos, las que por sus pretensiones mezquinas constituyen un peligro potencial para la propia humanidad. Jugar es por tanto una expresión de pureza, pues ello suele estar más asociado a modelos positivos de sentimientos que a experiencias cuestionables. Cierto es que los patrones educativos impuestos por la familia y la escuela van consolidando actitudes en los niños, pero es también real que a través del juego colectivo y con independencia de lo inculcado, se promuevan conductas socializadoras. [2]

3 Niños de diversas procedencias serán capaces de compartir sus horarios de juegos con otros muchos estimulados por los más nobles sentimientos, sin que asomen entre ellos otras pretensiones que el disfrute lúdico y los lazos de amistad, colaboración y ayuda mutua propios de esa práctica. La excelente oportunidad de educar a través del juego es ampliamente reconocida en la actualidad, tal vez porque las sociedades están hoy más requeridas de individuos mejor preparados para enfrentar los diversos retos de la vida. Como quiera que sea, la posibilidad de establecer opiniones y criterios de este tipo constituye también una forma de salvar la humanidad. El presente artículo reflexiona acerca de las potencialidades que ofrece la actividad lúdica para la formación de emociones y sentimientos positivos en los niños y convertirles en adultos más responsables e identificados con sus sociedades. Constituye también un acercamiento a las formas que un día manifestaron los mayores, en clara alusión a la necesidad que tiene los hombres de regresar alguna que otra vez a su vida infantil, a sus propias experiencias lúdicas y reflexionar. DESARROLLO Los términos emoción y sentimientos no siempre reciben igual interpretación por parte de los investigadores. Algunos identifican al primero con los estados más simples, directamente vinculados a la satisfacción alcanzada, mientras que relacionan al segundo con las vivencias objetivas, sin embargo otros llaman sentimientos a los procesos más elementales y emociones a los más complejos. Para Petrovski, A. (1990) Los procesos y estados emocionales, es decir las emociones, en el sentido estricto de este término, representan la forma habitual y característica de vivir los sentimientos. La emoción es la acción directa de vivir algún sentimiento. Para Chernikova, O. A. (1990) La emoción es la vivencia que tiene el hombre de su propia actitud hacia la realidad y también la vivencia del estado subjetivo [3]

4 que surge en el proceso de interacción con el medio circundante y en la satisfacción de sus necesidades. El primer autor vincula el término sentimiento al reflejo del mundo circundante en el raciocinio humano. Al respecto manifiesta: Los sentimientos son reflejo en el cerebro del hombre de relaciones reales, esto es, de las actitudes del sujeto hacia los objetos significativos para sus necesidades. La segunda autora identifica a los sentimientos con vivencias emocionales a las que subdivide en dos denominaciones. Para ella los sentimientos inferiores están relacionados preferentemente con los procesos biológicos en el organismo, con la satisfacción o insatisfacción de las necesidades naturales del hombre, mientras asocia los sentimientos superiores con una relación similar, pero esta vez, con las necesidades sociales y pondera su diversidad en todos los tipos de actividad. Con relación a estos últimos aprecia su diferenciación en tres grupos: morales, intelectuales y estéticos. Aun cuando los sentimientos, como esfera particular de la psiquis humana y aspecto interno de la persona son experimentados de muchas formas diferentes, estas aparecen casi siempre asociados a satisfacciones muy positivas durante los juegos infantiles. Durante la actividad lúdica es tal el grado de felicidad que se apodera de los pequeños, que los mismos suelen abandonarse a su quehacer sin otra preocupación que no sea la que deviene de la propia necesidad manifiesta. Pérez, A. (1997) refiriéndose al juego señala sus peculiaridades pedagógicas, psicológicas, socio culturales y recreativas, para detallar luego, entre sus virtudes, el aporte solidario dado el contacto social que establece. Durante sus juegos, una gran parte de los niños llega a experimentar sentimientos muy elevados que devienen de la práctica colectiva, con independencia de sus características individuales. Esa forma de reflejar en su conciencia las relaciones establecidas no parece estar sujeta a determinado canon social, pues responde ante todo al carácter socializador de las expresiones lúdicas. Dichos sentimientos generalizados se concretan en diversas emociones, afectos y estados de ánimo vividos y ellos mismos se ven [4]

5 estructurados en una suma de sentimientos más simples. El juego parece animar el contenido cualitativo de los mismos. En la actividad lúdica correctamente orientada, al calor de aspiraciones e intereses igualitarios se fortifican las relaciones camaraderiles, apuntando sin lugar a dudas a su expresión máxima: los sentimientos de amistad. Desde muy temprana edad (edad preescolar), el juego permite a los niños aprender a actuar en colectivo y le desarrolla rasgos de ayuda mutua tan necesarios para todo individuo. En la medida que crece, las acciones lúdicas suelen ser cada vez más sociales en los pequeños, lo que favorece el desarrollo de los sentimientos antes descritos. En los patios de las escuelas, protagonistas del momento lúdico por excelencia que presuponen los recreos, los niños dan rienda suelta a sus necesidades de juego. Independientemente de su condición etaria o procedencia social, estos pequeños disfrutan a plenitud el regalo siempre benéfico de tales expresiones. Las relaciones entre niños diversos puede verse favorecida por la realización de juegos colectivos. La interrelación que se establece de esa manera fomenta de manera decisiva la cooperación en un primer lugar, claro está sin menoscabo de otros muchos sentimientos entre los que figuran los de carácter intelectual o estéticos. La enseñanza de formas lúdicas colectivas no debe ser menospreciada por pedagogo alguno, pues ello como bien se ha expresado, apunta hacia el logro de sentimientos superiores, contrarios al aislamiento individualista de las personas respecto a sus sociedades y que muchas veces resultan contrapuestas a los intereses de otros muchos individuos. De hecho la realización lúdica adecuada es un factor importante para que barreras apreciables como las del idioma y las diversas culturas existentes, sean franqueadas de manera garante, propiciando un clima de entendimiento asombroso, donde las palabras y las costumbres se obvien de continuo, generándose una comunicación basada en signos gestuales muy propios de sus variadas emociones. Se ha podido observar en diferentes instalaciones hoteleras que los clientes más pequeños suelen disfrutar de las ofertas de sus Mini Club, sin que medien entre ellos distinciones de sexo, color de la piel, idioma y nacionalidad. Los niños juegan y lo hacen [5]

6 con cierto aislamiento del mundo de sus mayores, ajenos a los odios raciales o étnicos y en nada apegados a ciertas actitudes discriminatorias. De la misma manera se ha apreciado un alto espíritu de colaboración entre todos, no exento de gran interés por conocer detalles acerca de sus nuevos compañeros de juegos. Verlos de esa manera pudiera producir cierto bienestar esperanzador, pues alguien podría pensar en que no habita un mundo sujeto a pugnas increíbles y amenazas bélicas devastadoras. Mucho de razón acompaña a la expresión manifiesta por Rudik, P. A (1990) Los juegos infantiles inevitablemente van acompañados de sentimientos sociales: amistad, compañerismo, ayuda mutua Las emociones del placer y el sentimiento de satisfacción más altos en los niños, devienen de su actividad lúdica y no debe olvidarse que todas esas vivencias surgidas en el proceso de interacción con el medio, ejercen una gran influencia sobre la actividad humana futura. En ese sentido resulta apreciable la idea de que la diversidad, profundidad y expresividad de las emociones que se viven enriquecen la experiencia vital del hombre e intervienen en la formación de rasgos de su personalidad. Las emociones desde que en la existencia del niño surgen los denominados mecanismos reflejos condicionados de las vivencias emocionales, no se desarrollan por sí mismas y dependen de la acción influenciadora del medio externo. Al jugar se favorecen emociones positivas, dados los matices de placer que son alcanzados de esa manera. No debe obviarse que a través del juego los niños reflejan la realidad que les rodea, a la par que manifiestan una determinada actitud hacia ella. En realidad como expresa Rudik, P. A (1990) Todas los juegos, sí están organizados de manera correcta, constituyen un excelente medio para el desarrollo integral de los niños, contribuyen tanto al desarrollo físico como intelectual; perfeccionan los procesos de percepción, atención, memoria, pensamiento e imaginación creadora; forman la voluntad y el carácter, enseñan a los niños a realizar acciones colectivas y favorecen la unificación de los esfuerzos comunes para resolver alguna tarea educando los sentimientos de amistad y compañerismo. No hay dudas entonces acerca de la ayuda que prestan las expresiones lúdicas para que los niños puedan en definitiva, pensar más claramente y profesar sentimientos mucho [6]

7 más profundos. Pero no puede obviarse de ninguna forma que los portadores activos de la influencia social sobre el desarrollo de estos mismos niños, son los adultos. Finalmente son ellos los responsables de organizarles su actividad, comportamiento e inculcarles las formas de su práctica social. Precisamente Petrovski, A (1990) refiere: Este proceso activo de orientación de la actividad y del comportamiento del niño hacia la asimilación de la experiencia social de la humanidad es llamado enseñanza. Visto desde el punto de vista de su posible influencia en el desarrollo de la personalidad de los pequeños, a ese proceso se le denomina educación. Ello explica la necesidad de que los maestros y demás pedagogos dirijan con acierto no solo el proceso del juego, sino también las relaciones que surjan entre los niños y otras personas, entre esos propios niños y su colectivo, educando actitudes correctas hacia sus semejantes. CONCLUSIONES La realización de juegos cada vez más colectivos pudiera ser un excelente recurso para la educación de los niños, teniendo en cuenta los sentimientos positivos que tales expresiones lúdicas son capaces de fomentar a tan temprana edad. Para ello es necesario que se instruya de forma adecuada a los adultos encargados de esa labor, de manera que dichas actividades puedan ser orientadas correctamente. El presente artículo propende hacia la alternativa práctica de promover entre las nuevas generaciones los sentimientos más puros de coexistencia humana, apelando a las alternativas lúdicas, garante mecanismo educativo. [7]

8 BIBLIOGRAFÍA - COLECTIVO DE AUTORES Psicología. Editorial Planeta. Moscú. URSS. 469p. - MUÑOZ, Sergio. s/a. Jugar y crecer. - PEREZ, Aldo Recreación y fundamentos teóricos metodológicos. México DF. 180p. - PETROVSKI, A Psicología General. Manual didáctico para los Institutos de Pedagogía Editorial Pueblo y Educación. Ciudad de La Habana. 422p. [8]