PREVENCIÓN Y POTENCIACIÓN DE LA SALUD MENTAL Alfons Icart Psicólogo, psicoanalista. Director General de la Fundació Orienta

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1 PREVENCIÓN Y POTENCIACIÓN DE LA SALUD MENTAL Alfons Icart Psicólogo, psicoanalista. Director General de la Fundació Orienta Introducción En los últimos años se ha producido una transformación substancial en la manera de entender la salud mental en nuestro país, seguramente como consecuencia de la reforma psiquiátrica de adultos en los años 80 y de la infantil y juvenil en los 90. Esta reforma va ser consecuencia, pues, de los cambios democráticos, la nueva organización del territorio español y la Ley General de Sanidad. Concepto de salud La Organización Mundial de la Salut (OMS) 1946, en su Carta Constitucional, definía la salud como un estado completo de bienestar físico, psíquico y social, y no solo la ausencia de enfermedad o invalidez. Antes, Sigerist (1941) ya manifestaba que la salud no es simplemente la ausencia de enfermedad, es una cosa positiva, una actitud jubilosa y una aceptación alegre de las responsabilidades que la vida impone al individuo. Hoyman (1961) consideraba que la salud es una aptitud óptima para una vida plena, fructífera y creativa. Y, más recientemente, el X Congreso de Médicos y Biólogos de lengua catalana (1976) decía que es: aquella manera de vivir que es autónoma, solidaria y jubilosa. Si nos acercamos al concepto de salud mental, que es el punto que nos ocupa, podemos definirla como la capacidad de amar, disfrutar, trabajar, tolerar y tolerarse a uno mismo y a los otros. Para cuidar la salud mental y evitar su deterioro hemos de aprender a cuidarnos a nosotros mismos y a cuidar la relación con los otros. Por esto es de gran importancia que toda acción y programa para la prevención y promoción de la salud mental han de favorecer que la persona aprenda a cuidarse y a cuidar las relaciones. Hoy diríamos tener resiliencia que, con otras palabras, viene a decir lo mismo: la capacidad de hacer bien las cosas a pesar de... Unas personas pasan situaciones muy difíciles y salen adelante, y en cambio otras no. Prevención y promoción de la salud mental La salud mental es un valor en sí mismo, contribuye a la salud general, al bienestar individual y colectivo y, a la calidad de vida. Pero también contribuye a la sociedad en general, mejorando su funcionamiento y la productividad. Para conseguir mayores niveles de salud mental de la población, son necesarias políticas, estrategias e intervenciones dirigidas de forma específica a mejorarla. Por ello es necesario cambiar el énfasis desde la perspectiva tradicional centrada en la atención a los trastornos mentales, hacia a una perspectiva que tenga en cuenta la promoción de la salud mental. Las pruebas que demuestran la eficacia, efectividad y eficiencia de las intervenciones de promoción y prevención, son abundantes y cada vez más frecuentes. Todo y así, la prevención y promoción de la salud mental no ha sido asumida en general por los servicios de salud mental como una tarea sistemática. Seguramente son varias las razones que justifican este hecho, pero solamente comentaré dos: La prevención y promoción de la salud no es competencia exclusiva de los servicios de salud, sino que son tareas más intersectoriales y multidisciplinarias que necesitan la complicidad de muchos otros departamentos: educación, servicios sociales, trabajo, vivienda... 1

2 Y, en segundo lugar, al no ser una necesidad asistencial propiamente dicha, pasó a un segundo lugar sin referentes o responsables encargados de llevar a cabo estudios y programas adecuados para cada sector de población o grupo de riesgo. Parece que este segundo punto hoy está en vías de solución, pues son las políticas municipales las que han asumido, mayoritariamente, la prevención y promoción de la salud mental. No podemos olvidar que históricamente la medicina ha concebido el centro de atención a la enfermedad y al peligro de padecerla. Y no ha sido hasta hace poco que se ha producido un cambio, pensando en la salud como un factor primordial, no solamente para prevenir las enfermedades, como también como una fuente de bienestar. De cara a la prevención y promoción de la salud mental no es suficiente en velar por las mejoras organizativas y la gestión adecuada de los sistemas sanitarios y de salud. Actualmente en nuestro ámbito los profesionales de la salud y de la salud mental se encuentran en espacios de interconsulta para afrontar una atención más centrada en el enfermo que en la enfermedad. Además, se han intensificado los programas formativos a los profesionales que se hacen cargo de la salud para que detecten mejor los desordenes emocionales y así desarrollar una tarea preventiva en salud mental. Ahora bien, hemos de implantar actuaciones de promoción y prevención de la salud mental sobre los grupos más vulnerables, y abrir espacios de reflexión con todos los profesionales del municipio con el propósito de revisar las políticas de atención al ciudadano y verificar si todas ellas incluyen en sus programas acciones dirigidas a prevenir y promocionar la salud mental. Seguramente nos daríamos cuenta que muchos de nuestros profesionales necesitan actuaciones encaminadas a tener cuidado de su salud mental, sometidos como está a menudo a un importante desgaste dadas las características de su trabajo. Las actuaciones en la prevención y promoción de la salud mental pueden ser focalizadas sobre grupos de individuos o en la población en general. Ahora bien, este conjunto de acciones, ya sean personales o grupales, han de desarrollarse a partir de necesidades o programes específicos. Han de ser intervenciones en poblaciones o personas diana, en entornos y situaciones concretas. Por otra parte, para hacer esta elección de necesidades, programas o puntos hemos de tener en cuenta las opiniones y experiencias de los proveedores de servicios, de nuestros profesionales, de los usuarios, cuidadores y cuidadoras, pero en especial de la familia. La familia La década de los noventa fue testigo de cambios transcendentales en las estructuras familiares. Algunos autores defienden la tesis de que la estructura familiar ha perdido la capacidad de socializar, de contener, educar, establecer patrones de comportamiento. Otros, como Beck-Gensheim (2003) más controvertidos defienden que conceptos tradicionales como matrimonio ya no encajan, no concuerdan con la realidad. Suenan anticuados y son incapaces de reproducir el sentimiento y la realidad vital de las nuevas generaciones. Parece, por tanto, que nos encontramos delante de una nueva complejidad de la familia. Esta, igualmente que otros elementos que articulan las relaciones sociales: trabajo, estado, religión, está cambiando y este cambio se conoce como declive de la función paterna. Lluís Flaquer, en un texto publicado el año 1999, La estrella menguante del padre, hizo un interesante análisis de lo que ha supuesto los cambios en los modelos familiares. Según el autor, la pérdida de la autoridad, de la legitimidad del patriarcado, ha propiciado la transmutación de las ideas y de los valores, la concepción según la cual 2

3 la familia era una unidad natural que ha existido siempre. Pero cada vez son más frecuentes otras formas de unidades familiares: la familia monoparental en la cual los hijos viven con una madre o un padre solteros; las adopciones dan lugar a vínculos paterno-filiales que no son de sangre; las familias reconstruidas incluyen hijos procedentes de familias diferentes; las parejas o padres homosexuales, etc. Las ideologías conservadoras y el sentido común creen que la función de la familia es proveer a sus miembros de protección, compañía, seguridad, socialización. Pero esta formulación es difícilmente sostenible delante de las evidencias históricas de maltrato de unos miembros a otros de la familia. Lo que si es cierto es que un bebé no puede existir aislado, de lo contrario es condenado a muerte. La supervivencia de un bebé depende del hecho que otras personas le cuiden. La OMS ha difundido recientemente unos datos que demuestran que las intervenciones de salud pública y los programas sociales permiten efectivamente promover la salud mental y prevenir los trastornos mentales y de la conducta. Rosalynn Carter, Presidenta honoraria de la Conferencia Bienal, en el marco de la Tercera Conferencia Mundial sobre la promoción de la salud mental dijo: La prevención de los trastornos mentales y la promoción de la salud son fundamentales para reducir la carga de estas enfermedades y ayudar a las personas a desarrollar todo su potencial. La Unión Europea ha difundido entre sus miembros un plan de acción para la promoción de la salud mental poniendo mucho énfasis en la familia. Son diez áreas de intervención: Apoyar a los padres y a las madres durante la crianza y en las edades iniciales de la vida. Promover la salud mental en las escuelas. Promover la salud mental en el trabajo. Promover un envejecimiento mentalmente saludable. Prevenir la depresión y el suicidio. Prevenir la violencia y el uso de substancias tóxicas. Implicar a los profesionales de la primaria y de la atención especializada en acciones de promoción y prevención. Reducir al máximo las situaciones de desventaja social y económica, y prevenir el estigma. Incrementar las actividades de enlace y cooperación con otros sectores. Actualmente se están llevando a cabo más programas de prevención y potenciación de la salud mental de los que pensamos. Seguramente no les prestamos la atención y el interés que tienen y no velamos porque tengan una buena difusión. Y el hecho de no evaluarlos, de no prestarles suficiente atención en el desarrollo del programa, hace que vayan perdiendo fuerza y la esencia del proyecto. Hemos de pensar con mucha atención la elección del proyecto dirigido a promover la mejora de la salud mental de unos individuos o de un colectivo determinado, pues creemos que ha de estar incluido en un programa global municipal. El proyecto ha de ser realizable. Para esto será necesario determinar la finalidad y los objetivos que nos proponemos; ha de estar acotado en el tiempo; establecer mecanismos de evaluación para hacer un seguimiento y evitar que se pierda el objetivo último que pretendemos. Finalmente, nos preocuparemos de difundirlo dentro de nuestro ámbito. 3

4 Recomendaciones clave de la Unión Europea sobre de la Salud Mental Reconociendo el hecho de que es necesario un paso político significativo para hacer de la Salud Mental una prioridad, el organismo que se encarga de la Salud Mental Europea convida a seguir los siguientes principios y acciones: Recalca la importancia de la ayuda durante los primeros años de vida y especialmente para aquellos niños y familias en peligro, y los que viven en la pobreza. El sector de la educación será un componente clave para promover la salud escolar. Innovar la distribución de los servicios sociales y de salud integrados, con el fin de satisfacer las necesidades de la salud mental de los jóvenes. Alfabetización en salud emocional y mental de los trabajadores. Entrenar y desarrollar las habilidades de la población activa en salud mental y de los confidentes de los jóvenes (educadores, médicos de cabecera, psiquiatras, etc.). Las familias y amigos deberán implicarse, y su apoyo es crucial para su desarrollo social, emocional y psicológico. Colaboraciones intersectoriales que establezcan la participación activa y la adopción de políticas para crear y mejorar las infraestructuras para la gente joven. Asegurar que a los niños más vulnerables y a los jóvenes se les dé el apoyo necesario. Finalmente, la Salud Mental Europea quiere manifestarse frente a la incidencia creciente de la discriminación: Las autoridades nacionales, regionales y locales, han de implicar a la gente joven y ofrecerles ayuda para mirar críticamente la actitud de la sociedad hacia a las enfermedades mentales. Los medios de comunicación y los héroes de la juventud como atletas y cantantes estarán implicados y darán mensajes positivos y desafiarán las actitudes de aquellos jóvenes que tienen una mala concepción de la enfermedad mental. La Comunidad Europea adopta una directiva amplia implementando el principio de tratamiento igualitario entre personas sin tener en cuenta la religión o creencia, orientación sexual, protegiendo a las personas con impedimentos psicosociales y con problemas de salud mental de la discriminación en todas les áreas de la vida. Promoción de la salud y objetivos específicos Promover la salud mental de la población general y de grupos específicos a través de: Formular, realizar y evaluar un conjunto de intervenciones para promover la salud mental en cada uno de los grupos de edad o etapas de la vida: la infancia, la adolescencia, la edad adulta y la vejez. Hacer un plan de intervenciones comunitarias en áreas de alto riesgo de exclusión social o marginalidad, con la finalidad de actuar sobre los determinantes de los trastornos mentales y de las adiciones. El libro, Guía de Salud Mental en Atención Primaria, dedica un capítulo a la promoción de la salud y otro a la prevención en salud mental dirigido a profesionales de atención primaria. En las recomendaciones para la promoción de la salud encontramos sugerencias tan sencillas como: Aprender a conocer las situaciones capaces de generar malestar psíquico y enfrentarse a ellas. Reconocer nuestros diversos estados de ánimo. Aquello que nos hace estar alegre, triste, que nos da miedo. 4

5 Aprender a estar en paz con uno mismo. Conocer lo que podemos cambiar de nosotros y mirar de conseguirlo. Es decir, conocer las capacidades y limitaciones. Dedicar parte de nuestra actividad a tareas relacionadas con la solidaridad. Disfrutar del tiempo libre y compartirlo con los otros. Cuidar aspectos de la vida cotidiana, como la dieta, el ejercicio físico, las relaciones, el descanso, etc. Alain Touraine nos decía: Hemos de pasar de las sociedades religiosas (ideológicas y fundamentalistas) a la sociedad secularizada. Hemos de rechazar todo intento de globalización, buscando la interrelación y respectando la interdependencia. Los diferentes pensamientos surgen de integrar, han de encontrarse y fundir, para crear uno nuevo. Respectar las diferencies e integrarlas. Lo que queremos es defender al individuo en cuanto tiene derechos. En la familia hay muchas interdependencias entre los miembros que la componen, entre los miembros de la familia extensa y con el entorno social que la envuelva, pero necesario que cada uno tenga su forma de pensar y sea respectada por los demás. Aplicaciones prácticas La promoción de la salud mental la hemos de entender como: Una actitud de reflexión y atención hacia las personas Respeto a los derechos culturales y de igualdad Potenciar la integración respectando las diferencias Y favorecer el diálogo, en sí mismo y en su entorno Como podemos ver no ponemos tanto el énfasis en unos programas en concreto, como en una intervención transversal que haga que todo programa, toda actividad, potencie la salud mental de las personas. Programas y proyectos para promover y favorecer unas buenas relaciones entre el niño y sus padres hay en casi todos los municipios: ayuda a la familia, espacio familiar, etc. Seguramente que una reflexión entre los técnicos municipales y los que desarrollan los programas permitirán dotar al programa de aquellos elementos, sencillos y concretos que vayan en la línea de potenciar la salud mental. Tratar las enfermedades es sencillo para el médico y cuanto más grave es la enfermedad, más se transforma en un modelo biomédico. Quiere decir que se tiene poco en cuenta al enfermo y aún menos a la persona que hay, la psicosocial. El fármaco es necesario en ciertos momentos. Pero un abuso debilita a la persona y la hace más dependiente. Potenciar la salud mental es favorecer la autonomía de la persona, es potenciar los valores humanos, la confianza y autoestima, aumentar la capacidad de pensar, entenderse a sí mismo y convivir con el entorno. Hemos de aprender a utilizar los avances tecnológicos y farmacológicos correctamente, y no caer en manos de colectivos y multinacionales que prioricen los beneficios económicos por encima del respecto a la persona. Programas que favorecen la dependencia y el sometimiento y no la autonomía y los valores humanos y las capacidades de pensar y relacionarse. 5

6 Las personas que trabajan en la potenciación de la salud mental: Hemos de aprender a saber observar, observación participativa. Hemos de aprender a saber escuchar, respectar y reconocer la diversidad. Hemos de aprender a saber interpretar la información que observamos y articularla en un diálogo de integración. La cultura no es una realidad fija, si es en cambio la identificación cultural (el pasaporte por ejemplo). Toda culturización tiene elementos híbridos, mestizajes. Para este trabajo de integración de las culturas, no es suficiente apoyarlo con la intuición, experiencia, sensibilidad o compromiso personal, es preciso: la FORMACIÓN También hemos de decir que potenciar la salud mental es estimular a la persona, a los colectivos, a ser críticos, a expresar sinceramente el desacuerdo, a crear espacios donde las personas se encuentren y, sobre todo, se sientan escuchas. Espacios de diálogo de convivencia, de reflexión y donde se pueda expresar sinceramente el desacuerdo. Vivimos unos tiempos donde los nervios, la crispación y los enfrentamientos son muy frecuentes. En la familia queremos niños ya adultos, que se entretengan solos, por esto les compramos de todo. Pedimos que se les de un fármaco cuando están inquietos y otro cuando están decaídos. Pero olvidamos nuestra función educativa, de enseñar a convivir, a pensar, a comprender, a tolerar. El esfuerzo que han de hacer los padres para sacar adelante una familia hace que se vuelvan exigentes con los hijos. Se han esforzado mucho por ellos y ahora esperan mucho de los hijos. Si los padres no tienen salud mental no podrán educar en los valores de la autonomía y libertad de pensamiento y de saber poner límites. Lo mismo pasa con los profesionales que velan por la salud, educación y salud mental de la población. Por esto hemos de recurrir a especialistas en salud mental que reciclen a nuestros profesionales y los preparen para potenciarla en todos aquellos programas y actividades que ya llevan a cabo. Y para acabar diré: La resiliencia no es sobrevivir a pesar de todo, es tener la capacidad de hacer servir nuestras propias experiencias sobre situaciones adversas para construir y fortalecer nuestra personalidad, nuestra autonomía, para afrontar mejor el futuro. Es la capacidad de salir adelante en la vida a pesar de las dificultades. 6