Proyectos educativos en ámbitos expositivos de arte contemporáneo

Transcripción

1 Proyectos educativos en ámbitos expositivos de arte contemporáneo La actividad cultural de las últimas décadas ha estado marcada en cierta medida por la institución museística. Se ha demostrado que las prácticas expositivas en museos presentan ciertas limitaciones respecto a un público cada vez más diverso y con diferentes intereses e inquietudes. La mayor parte de los proyectos educativos siguen supeditados a los discursos oficiales que se construyen desde las propias instituciones, es por esto que las audiencias a menudo se sienten defraudadas en sus visitas por su incapacidad de conectar con los contenidos del museo. El siguiente texto trata de analizar la urgencia de elaborar, desde los equipos educativos, proyectos que participen en las prácticas comisariales y en la construcción de los discursos museísticos. Palabras clave Prácticas comisariales educativas, arte contemporáneo, exposiciones, visitantes críticos, discursos

2 La sociedad española ha experimentando en los últimos años un extraordinario incremento en el número de museos de arte contemporáneo, debido, entre otros factores, al profundo déficit que nuestro país tenía respecto a este tipo de centros de arte. El aumento de visitantes, el nuevo estatus que las prácticas artísticas conceden al público y las transformaciones en las políticas institucionales han propiciado que la educación se presente en los museos como un hecho imprescindible. En la actualidad, la práctica totalidad de los museos, especialmente los dedicados a la creación artística contemporánea, cuenta con un departamento de educación que gestiona los contenidos de la institución. Estos departamentos han ostentado tradicionalmente la misión de facilitar el acceso al público de la obra de arte. No obstante, debemos cuestionarnos qué entendemos por facilitar el acceso y, sobre todo, a qué intereses puede responder dicho acceso. Esta cuestión nos reenvía automáticamente el problema sobre qué tipo de acceso queremos para los visitantes, uno que reproduzca los discursos oficiales que éstos deben asimilar acríticamente o bien, uno que permita construir otro modelo de narrativas que sirvan a las personas para la construcción de sus propios significados. Pese al incremento de instituciones y de público, las salas de muchos museos continúan estando semi-vacías debido, en gran medida, a que las obras expuestas y los discursos en los que éstas se enmarcan no conectan con la mayor parte de sus usuarios. Este divorcio entre la institución, la práctica artística actual y el público obedece a que los museos se centran excesivamente en discursos de carácter estético o historiográfico. Por otro lado, nuestra sociedad, que carece de una verdadera formación en cultura contemporánea, sigue anclada a viejos modelos formativos de carácter academicista, lo cual refuerza esta compleja situación. Como educadores no podemos obviar la necesidad de partir de una situación problematizadora a la hora de abordar cualquier proceso pedagógico, más si cabe, en contextos museísticos. Desde este punto de vista, debemos dudar de aquellos discursos afirmativos elaborados desde la educación artística que no problematicen su situación respecto a la institución y a la sociedad.

3 Los profesionales de la educación museística intervienen tratando de solventar esta problemática mediante acciones específicas. Dichas acciones son limitadas debido a que no intervienen en las políticas discursivas de la institución. Habitualmente los proyectos educativos se instalan sobre los discursos expositivos elaborados por comisarios o artistas, y en este sentido, los educadores únicamente pueden reafirmar los discursos institucionales, o bien cuestionarlos, pero en ningún caso participar de la toma de decisiones de la institución. No obstante, algo está cambiando. Desde hace unos años están surgiendo, principalmente en la escena internacional, diferentes iniciativas encaminadas a solventar esta problemática. En el contexto actual se están produciendo pequeños avances gracias a la paulatina incorporación de los equipos de educación en la toma de decisiones respecto a los discursos institucionales, mediante colaboraciones o a través de propuestas específicas. Participar en el diseño de un tipo de práctica comisarial desde posiciones educativas significa programar un discurso que atienda aspectos de carácter artístico, social, político, de género, etc., pero desde una postura crítica. Es decir, facilitar que el público pueda construir sus propias interpretaciones de las obras expuestas como parte de un proyecto de construcción personal y favorecer la inclusión de los usuarios en la construcción de los discursos expositivos de una forma más activa y crítica. Este proceso es parte de un interesante debate que actualmente tiene lugar en torno a la noción de giro educativo, producido en la práctica artística por comisarios y creadores preocupados por los aspectos pedagógicos del arte. Irit Rogoff, en el primer número de la revista e-flux, analiza si este concepto está dirigido a la educación o al mundo comisarial, si es un modelo interpretativo o más bien una estrategia pedagógica desarrollada a partir del evento expositivo, o si estamos hablando de un nuevo horizonte del sistema arte (Rogoff, 2008). A este respecto, Nora Sternfeld cuestiona que este tipo de prácticas curatoriales enmarcadas en el denominado giro educativo funcionan principalmente como un cambio exclusivo del gremio curatorial, instrumentalizando la educación desde sus propias premisas, constatándose por tanto el inmovilismo en la relación de poderes de las prácticas expositivas (Sternfeld, 2010).

4 No cabe duda que estas transformaciones se están produciendo desde posiciones dominantes, y no desde la acción educativa y sus protagonistas. Los profesionales de la educación en museos tienen ante sí el reto de dar un paso al frente y posicionarse respecto a este tipo de prácticas. No se trata de renunciar a ser educadores, sino reivindicar el papel que éstos deben tener en la toma de decisiones de las políticas discursivas de la institución-museo. Esta nueva perspectiva educativa que se abre en la práctica comisarial no hace más que recoger una larga tradición de corrientes críticas respecto al hecho artístico y a la institución-museo. En las primeras décadas del siglo pasado algunos artistas plantearon formas alternativas de exponer sus obras. Esto propició que el discurso expositivo fuera renovado y que el público pudiera colaborar en algunas de estas propuestas. Artistas como Malevich o El Lizzitsky participaron en ciertas iniciativas innovadoras y rupturistas que reflejaban el espíritu de cambio y renovación de la vanguardia internacional. Desde los años sesenta han surgido con gran fuerza nuevas propuestas que han planteado una crítica al discurso institucional y a sus formatos expositivos, donde se cuestionan las prácticas artísticas llevadas a cabo hasta ese momento. En 1988 el Center for African de Nueva York organizó Art/Artifact, una exposición comisariada por Susan Vogel, quien dirigió su punto de atención hacia las prácticas expositivas que cuestionaban la supuesta neutralidad del espacio expositivo (Vogel, 2006:209). Así, en 1992 Joseph Kosuth desarrolló una instalación en el Brooklyn Museum con el título The Play of the Unmentionable. En la muestra, el artista estadounidense seleccionó, de la colección del propio museo, una serie de obras que habían sido políticamente controvertidas, invitando al espectador a reflexionar sobre cuestiones de poder, censura, colonialismo, etc; y cómo la percepción de estos artefactos culturales se transforma en función del lugar y el espacio expositivo. Un año más tarde, en 1993, Fred Wilson realizó en el Maryland Historic Society la exposición Mining the Museum. El artista trató de profundizar en las omisiones, dilemas y contradicciones de la colección expuesta, compartiendo estos procesos con los visitantes (Castellanos, 2008:113). Otra muestra de mayor relevancia fue The Museum as Muse, llevada a cabo en el MoMA de Nueva York en Kynaston McShine,

5 comisaria de la exposición, reunió 188 obras de sesenta artistas que habían explorado a la institución museística desde perspectivas tan diferentes y complejas como el coleccionismo, las relaciones comerciales, financieras y de patrocinio de la institución, las políticas de representación y exhibición, las prácticas curatoriales, las relaciones con la audiencia y los procesos de recepción, el museo como producto cultural, etc. Todas estas iniciativas han posibilitado la apertura a otras formas de contar una exposición, modelos más pedagógicos, con una mayor vinculación con los públicos visitantes, propuestas que los departamentos de educación de museos y centros de arte pueden aprovechar para desarrollar prácticas comisariales desde ámbitos educativos. El museo no es un lugar unívoco e invariable sino un espacio de significación, de múltiples y heterogéneas zonas de contacto donde diferentes historias, lenguajes, experiencias y voces se entremezclan en medio de diversas relaciones de poder y privilegio (Hooper- Greenhill, 1999). Además, el aprendizaje tampoco es un proceso monolítico, sino que en él se concitan, entre otros, numerosos aspectos tales como las experiencias previas, la formación de la persona, emociones, intereses y expectativas. Pese a los avances en materia educativa, aún queda un largo recorrido para que este tipo de propuestas que sean habituales. Nuestra demanda, como profesionales de la educación museística, es poder participar en la conceptualización discursiva del museo y apostar por la creación de narrativas que miren por los intereses del público, que son los que dan sentido al museo (Hein, 1998), y que faciliten metodologías de interpretación y construcción de significado. En definitiva, debemos contribuir a la génesis de visitantes críticos desde las políticas expositivas de la institución (Lindauer, 2004).

6 Bibliografía Calaf, R.; Fontal, O; Valle, R.E. (Coords.) (2007) Museos de Arte y Educación. Construir patrimonios desde la diversidad. Gijón: TREA. Castellanos, P. (2008) Los museos de ciencias y el consumo cultural: una mirada desde la comunicación. Barcelona: Editorial UOC. Corrin, L. G. (2004) Mining the Museum. Artists look at Museums, Museums Look at Themselves. En B. M. Carbonell (Ed.). Museum studies: an anthology of context. Londres: Blackwell Publishing. (Pp ) Hein, G.E. (1998) Learning in the museum. Londres. Routledge. Hooper-Greenhill, E. (1999) The Educational Role of the museum. Londres: Routledge. Layuno, Mª A. (1997) Exponerse o ser expuesto (La problemática expositiva de las vanguardias históricas). En Espacio, tiempo y forma. Serie VII, Historia del arte, nº 10. Madrid: UNED. (Pp ) Lindauer, M. (2004) The critical museum visitor. En J. Marstine (Ed.). New museum theory and practice: an introduction. Londres: Blackwell Publishing. (Pp ) Putnam, J. (2001) Art and Artifact. The Medium is the Museum. Londres: Thames & Hudson. Rogoff, I. (2008) Turning. En e-flux, nº 0. Recuperado: 15 febrero 2012 de (27/05/2012) Sternfeld, N. (2010): Unglamorous Tasks: What Can Education Learn from its Political Traditions?. En e-flux, nº 14. Recuperado: 15 febrero 2012 de (27/05/2012) Torres, I. (2007) Nuevos retos, espacios y fronteras en pedagogía museística contemporánea. En 1a Jornada Internacional de Educación - La dimensión educativa en los museos de arte y centros culturales. México: SIC (Pp. 8-12) Recuperado: 12 febrero 2012 de sic.conaculta.gob.mx/documentos/970.pdf (19/05/2012)

7 Vogel, S. (2006) Introduction to Art/Artifact. African Art in Anthropology Collections. En M. Perkins & H. Morphy, The anthropology of art: a reader, Malden, MA: Blackwell Publishing. (Pp )